XLVII. Frente a frente para hacerte saber (R18)
-¿Me prometes que estás mejor? -Preguntó Shinichi luego de estar recostados un rato en el suelo de la habitación. Hubiese sido preferible recostarse en la comodidad del colchón, pero habían dejado la cama hecha un desastre, estaban las sábanas llenas de chocolate, sudor y resto de fluidos corporales.
-Si -aseguró levantando su cara del pecho de Shinichi para mirarlo a los ojos –No fue para tanto.
El otro levantó una ceja en señal de inconformidad ante su respuesta, creía ciegamente en que el asunto no era algo para bajarle el perfil. Por el momento lo dejaría pasar, ahora que estaban más despiertos y calmados, optaron por ponerse ropa y bajar a desayunar algo, aunque fuera algo tarde para ello.
-Te pasaste esta vez –dijo el detective al ver las marcas en su cuerpo mientras se vestía.
-¡Mira quien lo dice! –le respondió Kaito mirándose los brazos -¿Me alcanzas a ver la espalda? -se dio vuelta para que lo viera –Me arde.
Le fue imposible no agrandar los ojos al ver que le había dejado la espalda llena de arañazos. Se observó las uñas con algo de pavor, recordando todo lo que sucedió en la madrugada, pero no pensó que el nivel de brusquedad empleado fuera tan intenso para dejar tantas marcas en el cuerpo del otro.
-Y mira tú como me dejaste -separó un poco las piernas enseñando las leves marcas violáceas en la región media de ambos muslos.
Cubrirse las marcas con la ropa fue fácil y el par de chupetones en el cuello intentaron ocultarlos con maquillaje. Hubiesen pasado desapercibidos de no ser por el dolor corporal y las grandes ojeras que dejaban en evidencia que no habían descansado casi nada.
Bajaron en silencio hasta la sala que usaban para compartir las comidas.
-Buenos días -los saludó Chikage y los invitó a tomar asiento junto a ella y su acompañante, ambos lucían igual de trasnochados.
Saludaron de vuelta y se dejaron caer demacrados en la silla.
-¿Se puede saber por qué sigues aquí? -le preguntó Kaito al policía que habían conocido anoche.
El dejó de leer lo que estaba leyendo en su teléfono y respondió.
-Para asegurarme de que todo siguiera en orden.
-Yo le dije que se quedara -aclaró Chikage con naturalidad.
-Ya veo -respondió su hijo algo receloso –Son muy amigos ustedes dos.
-¿Qué les pasó a ustedes anoche? -le cambió el tema y miró a ambos.
-¿A qué te refieres? -preguntó Kaito terminando de servir dos tazas de té, una para él y otra para Shinichi, claramente.
-Los vi algo alborotados y de un momento a otro desaparecieron. Aún era temprano. Le pregunté a los demás, pero nadie supo decirme -miró a Shinichi para evaluarlo –Por cierto, ¿Cómo te sientes?
-¡Ah, eso! -se apresuró a decir y no dejó que el detective respondiera la pregunta -Estábamos algo cansados y el ruido nos provocó dolor de cabeza.
Vio al hombre elevar un ceja, adivinando que no se habían ido por eso. Kudō bebió de su taza esperando que ella se haya creído la pequeña mentira porque tampoco estaba de ánimos para hablar mucho más de aquello.
-¿Y tú por qué estás tan callado? -preguntó el oficial dirigiéndose a Shinichi –Con lo risueño que estabas anoche -intentó ahogar una sonrisa.
-¿Verdad que sí? -rio Kaito de vuelta recordando el momento pecaminoso.
Sonrió bastante avergonzado.
-Tengo un poco de resaca, eso es todo.
-¿Pero estás bien ahora? -Chikage volvió a insistir con preocupación por la salud del detective -Si te sientes mal puedes confiar en nosotros.
-Estoy bien, gracias -respondió con timidez y una voz muy tierna. Casi olvidando que estaba en su cuerpo de adulto.
-Oye no te preocupes –el oficial lo animó apoyando una mano en su hombro para tranquilizarlo –A estas alturas ya salió de tu sistema.
-Por cierto -interrumpió el mago mirando su taza de té con asco -¿Averiguaste que mierda nos dieron anoche?
-¿No dieron? -la mujer miró a su hijo interrogándolo con desconfianza.
Los dos jóvenes se tensaron y se echaron miradas nerviosas, sintiendo los ojos de Chikage clavándose en ellos como mil estacas.
-¡Lo siento mucho! -Shinichi se dirigió a su suegra mostrándole todo su arrepentimiento por haber drogado a su hijo sin querer –En un descuido le compartí a Kaito de la sangría que me dieron -explicó relatando toda la historia.
-Ahora entiendo el comportamiento de ambos -suspiró cansada y se dirigió a su amigo -¿Y qué es lo que era?
-Según lo que pudimos averiguar, era éxtasis -dio un sorbo a su taza para hidratar su garganta y concluyó -Y anfetaminas, pero en menor cantidad.
-Sí, lo suponía -lo apoyó Kudō sintiendo remordimiento. Lo tomaría como lección.
Volvieron a concentrarse en intentar desayunar, pero la resaca era demasiado molesta. El dolor de cabeza y la falta de apetito a causa de la acidez estomacal les impedía probar bocado, así que solo se limitaron a seguir una conversación pasajera entre los cuatro y dar cortos sorbos a las tazas de té.
★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·
Los chicos volvieron a la habitación a limpiar todo el desastre de la cama. Levantaron la ropa que estaba regada por el suelo, tanto la que habían usado el día anterior como la que Kuroba había lanzado al suelo.
-¿Quieres hacer algo en especial? -preguntó el ladrón terminando de doblar las sábanas sucias de la cama.
-Aunque quisiera, no puedo -terminó de acomodar y cerrar el armario –Tengo el cuerpo como si me hubiesen atropellado. Y la verdad es que más que hacer algo, me gustaría hablar contigo.
-¿Acerca de qué? -se hizo el desentendido tendiendo las sábanas limpias. Shinichi las tomó de un extremo y se unió para ayudarlo.
-Ya sabes –lo miró sin dejar de ejecutar su acción -De lo sucedido hoy en la mañana.
-Fue solo un mal momento –terminaron de acomodar los cojines y se tendió acomodando su cuello en uno de ellos –Ya me siento bien, como si nada hubiese pasado.
Kudō se sentó en la cama en posición india mirándolo desde arriba, notando que el otro no tenía ganas de hablar.
-Sí que pasa, ¿Estás consciente de que la situación no es para restarle importancia? -vio a Kaito ensanchar los orificios de su nariz –Haibara me contó algo, pero me gustaría que tú tuvieras la confianza conmigo para explicarme mejor.
-Te estás preocupando de más -insistió serio –No soy un adicto y desde que estamos saliendo no he vuelto a meterme nada...salvo hasta anoche.
-Ya -agachó la cara para mirar sus manos sintiendo que la culpa comenzaba a comérselo por dentro –Pero lo que quiero es que me expliques ¿Has sufrido alucinaciones o algo similar? -hizo una pausa y tragó saliva –Porque es cocaína lo que consumías o no?
-Sí también -aseguró naturalidad. El desinterés colmó al detective.
-¿Tienes idea de lo rápido que engancha eso? -le fue inevitable alterarse, por lo que elevó la voz -¿Sabes cuánta gente pierde su vida por las drogas?
-¡Ya lo sé, Shinichi! -le gritó de vuelta -¿A qué quieres llegar con tu discurso moralista?
-¿No entiendes que quiero ayudarte a estar mejor? -frunció el ceño ante su ignorancia y falta de empatía –Escucha, si estás realmente enfermo, Haibara está dispuesta a tratarte con metadona o algo que sea efectivo.
-No es necesario -reforzó su discurso -Créeme, alcancé a frenarlo antes de que fuera tarde. No tengo ni dolores, ni alucinaciones ni difusión eréctil -levantó una sonrisa malvada –Aunque contigo a mi lado, eso es imposible.
-¡Estoy hablando en serio!
-¡Y yo también! Así que por favor no sigas preocupándote –se puso sorpresivamente de pie –Necesito aire, iré a caminar un rato ¿Quieres venir conmigo?
Detestaba que lo dejara con las palabras a medio decir y con la conversación inconclusa. Sabía que tal vez podía ser entrometido de su parte haberle preguntando, pero era como decía, quería ayudarlo y dada su condición matutina, entendía que no estaba del todo bien, pero no podía hacer mucho más si Kuroba no cooperaba.
-No -respondió cortante, rechazando su invitación, de la misma manera en la que él rechazó su preocupación.
-¿Te enojaste?
-Un poco –se sinceró -Además no era solo eso lo que quería hablar contigo.
-Entonces, dime –se acercó a la cama con intenciones de sentarse para seguir escuchando, pero Shinichi parecía haber cambiado de idea.
-Da igual -chasqueó la lengua –Hablemos más tarde, cuando estemos más calmados.
Le había devuelto el mismo golpe y aunque era verdad que no estaban enojados el uno con el otro, quedarse con la duda generaba un gusto amargo.
-Como quieras –se encogió de hombros y tomó sus cosas para retirarse de la habitación -Nos vemos al rato, detective.
Salió por la puerta y dejó a Shinichi igual de amargado, obligándole a intentar calmarse y aunque quería seguirlo, no lo hizo. Era preferible que cada uno tuviera su espacio para recapacitar.
Las horas pasaron y Kaito no volvía.
El detective abandonó la habitación y merodeo por la casa un par de veces para buscarlo de aquí para allá como un ratón perdido, pero no tuvo éxito. Llegó la hora de almorzar y Kudō tuvo la esperanza de que el hambre lo hiciera aterrizar directamente en la mesa, pero no fue así.
Compartió con Chikage y el oficial, este último le ayudó a olvidarse un poco del resto del mundo para concentrarse en una conversación acerca de asuntos policiales por un par de horas más, hasta que el hombre tuvo que retirarse y se despidió de él prometiendo que se volverían a ver otra vez.
Cayó la noche y el ladrón seguía sin aparecer. A esas alturas, Kudō temía porque Kaito hubiese cometido algún tipo de tontería relacionada con la conversación de la mañana.
Chikage no tuvo que intervenir en la privacidad de Shinichi para entender que había surgido algún tipo de roce entre ellos.
-Ten paciencia –lo tranquilizó al ver que el chico dudaba de si salir a buscarlo o no –Ya debe estar por volver.
-Pasaron muchas horas –estaba impaciente y casi arrepentido de no haber sabido guardar la compostura –Y no responde los mensajes ni las llamadas.
-¿Por qué no vas a relajarte un rato a la piscina? -le sugirió -Mientras yo intentaré comunicarme con él -le sonrió con dulzura.
Optó por hacerle caso, solo porque no quería agobiarla.
Se dirigió a la piscina que estaba más alejada, la cual no había tenido el agrado de probar. Se quitó la ropa para quedarse solo en ropa interior y se lanzó al agua. El contacto tibio con su cuerpo adolorido le provocó una sensación de agrado instantánea.
Dio unas cuantas brazadas, mezclando sus poros con el agua, empapando su rostro y de vez en cuando hundiéndose hasta el fondo para alejar de su cabeza cualquier tipo de remordimiento que podía existir a lo largo de su vida.
Se elevó hacia la superficie cuando no pudo seguir conteniendo la respiración y dejó que el aire rellenara nuevamente sus pulmones. Se acercó a la orilla para alcanzar su teléfono móvil y chequearlo. Como suponía, no tenía ninguna respuesta de vuelta por parte del mago.
Resopló cansado y siguió viendo la lista de mensajes sin responder, había algunos de sus padres, del profesor y de Hattori. Siguió bajando, repitiéndose mentalmente que debía responder pronto a esos mensajes antes de que se le olvidara y pasara días sin responder.
Hasta que uno llamó su atención. Se trataba de un mensaje de Ran.
No decía nada en especial, se trataba solo de un saludo de año nuevo. Le fue inevitable curvar la comisura de sus labios hacia arriba. A diferencia de los otros, lo respondió de inmediato, agradeciéndole y devolviéndole los buenos deseos. Le parecía inimaginable que a pesar de todos los años y todo lo que había pasado, seguían manteniendo el afecto y el respeto de siempre.
No esperaba una respuesta inmediata, así que respondió el mensaje que seguía. El de Haibara.
Estaba consciente de que eran varios, desde que se le informó de que le había sangrado la nariz, ella se tomó la molestia de preguntar bastante seguido acerca de su estado y como él no respondió mucho, no le quedó de otra que llamarla.
-¿Qué quieres? -preguntó con voz cansada a través del teléfono.
-Hola –Shinichi la saludó tímidamente para no enfadarla, ella solía cambiar muy rápido de humor.
-¿Ahora que tienes problemas con tu noviecito me buscas? -habló con seriedad, pero esperando que él notara su tono sarcástico. Y al escuchar una risa tonta de vuelta, supo que se había dado a entender –Por cierto ¿Por qué le contaste?
-Porque tuvo una crisis hoy por la mañana -le aclaró -Y porque tarde o temprano se iba a enterar de que yo sabía -hizo una pausa analizando sus palabras previas –Por cierto ¿Cómo sabes que tuve problemas con él?
-Porque me llamó hace poco rato, Sherlock.
-¿Entonces está bien? ¿Qué fue lo que te dijo? -se interesó. Al menos ahora podía respirar más tranquilo al saber que estaba bien.
-No mucho. Solo se molestó conmigo por haberte contado, pero entendió la situación. Y no está enfadado contigo -suspiró cansada por tener que explicarle todo -Deberías entender que esa reacción que tiene es porque detesta involucrarte en sus problemas.
Tuvo que pensarlo poco y ponerse en la situación, admitía que quizás él reaccionaría de igual manera.
-¿Y cómo puedo ayudarlo? Supongo que tú sabes mejor como hacer eso.
-Dale tiempo, Kudō-kun -insistió ella –Primero tiene que entender y procesar todo lo que le pasa, luego de eso sabrá como pedir ayuda. No lo fuerces.
-Está bien. No volveré a tocar el tema -aceptó que la niña tenía razón y que esperaría a que el mago lo buscara para hablar –De todas maneras, tú podrías darme consejos de cómo afrontar esas instancias con él. Hoy no supe muy bien que hacer.
-No lo dejes soló. Si sufre otro tipo de ataque, trata de llevarlo a un lugar tranquilo y hablarle de algo para distraerlo -explicó -Y confía en él, si te dice que no está tan mal es porque no lo está. Recuerda que también ha pasado por momentos delicados y supongo que tenerte a su lado le genera algunos tipos de inseguridades, así que tendrás que aprender a conocerlo por completo y para eso...
Se calló y Shinichi pensó que la llamada se había cortado, hizo un gesto de desentendido, pero al mirar la pantalla, se dio cuenta de que la llamada seguía en curso.
-¿Para eso...?
-Para eso tendrás que aceptar tus propios sentimientos también.
A pesar de que no se le daban muy bien esos temas, captó de inmediato a que se refería su amiga. Y aquello tenía relación con lo que le estuvo dando vueltas por la cabeza esos dos días y de lo que quería hablar con Kaito esa misma mañana.
-Gracias, Haibara –le fue inevitable sonreír -Eres como una chica de los mandados para mí.
-Qué idiota –rieron los dos a través del teléfono -Y ten calma. Hablé con él hace poco y me dijo que iba camino a casa.
Intercambiaron un par de palabras más y se despidieron. Ahora con los pensamientos y las ideas más claras, el detective siguió disfrutando de la calma que le brindaba el agua y tomó una decisión final acerca de lo que sentía y de cómo encaminaría su futuro.
★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·
Caminó tanto que no se dio cuenta cuando se hizo de noche, hace poco había terminado de hablar por llamada con Haibara, que como consejo final le dijo que volviera a casa.
Temía que al volver Shinichi estuviese molesto con él por desaparecer tantas horas y no responder sus mensajes ni llamadas, pero necesitaba pensar en otra cosa, para luego darle la atención necesaria a los asuntos importantes.
Entró en silencio por la puerta principal esperando no encontrarse con su madre, pero cuando uno no quiere algo, termina por llamarlo de todas maneras.
-¿Estas son horas de llegar? -se cruzó de brazos sin darle tiempo de responder a la primera pregunta y lo invadió con otra -¿Por qué no respondías al teléfono? Tenías al pobre muchacho preocupado.
-¿Dónde está? -preguntó con mirada de súplica para que ella se apiadara y respondiera.
Y sus ojos de cachorro dieron resultado.
-En la piscina –su hijo parecía tan apurado que se fue en la dirección contraria –En la otra -apuntó con el dedo índice para indicarle el camino.
Le agradeció con una sonrisa y partió a paso firme hacia el ala de la casa donde se encontraba su novio. Lo divisó flotando plácidamente de espaldas en el interior de la piscina.
Shinichi, al sentir la presencia de Kaito, abrió los ojos y se acercó nadando despacio hacia la orilla.
-Lo siento, no quería interrumpir –le sonrió.
Shinichi lo miró con ojos brillantes y serenos.
-¿Me estabas buscando?
-Sí -asintió -Te compré esto, seguramente lo has leído una infinidad de veces, pero quiero que me lo leas -sacó de una bolsa una edición ilustrada de El sabueso de los Baskerville. Se fijó en la ropa del detective que yacía en la orilla. Le entraron ganas de meterse y nadar junto a él -¿Puedo?
El detective asintió como si le estuviese pidiendo lo más normal del mundo. El ambiente relajado, ver al mago sano y salvo, junto con el agua en calma y la temperatura cálida lo tenían en ese estado de relajación completa.
-Apresúrate o te tiro con ropa.
Comenzó a quitarse las prendas que llevaba puestas una por una, con la diferencia de que también se quitó la ropa interior para lanzarse de una vez. Lo bueno de que la piscina fuese temperada era que no tenía que poner muecas al acostumbrarse a la temperatura del agua.
-Ahora espero que no llegue mi madre y piense que estamos haciendo cosas raras.
Shinichi le sonrió de manera coqueta y acortó la distancia entre ellos, sin quitarle los ojos de encima, pensando que se traía algo entre manos.
-No vuelvas a irte tanto tiempo -miró a Kaito con las pestañas mojadas.
-Te lo prometo –se sonrojó y hundió la mitad de la cara para ocultar el rubor –Intentemos no enojarnos el uno con el otro.
-Yo no estaba enojado –le aclaró -Solo me alteré un poco porque no sabía cómo ayudarte. Tú fuiste el que se enojó.
-¡Eso no es verdad! -infló las mejillas –Incluso te invité a caminar conmigo.
-Dejémoslo así.
Negó levemente con la cabeza, pero sin dejar de sonreír. Volvió a avanzar ligeramente por el agua y enrolló sus piernas a la cintura y el mago se abrazó a él dándole un suave beso en la mejilla, que incentivó a Shinichi a buscarle los labios y ambos cerraron los ojos, profundizando lentamente el beso que comenzaba a tornarse acalorado por entregarse luego de la falta que le hicieron al otro.
El detective desenrolló sus piernas y esta vez, fue Kaito quien se abrazó a él para adoptar la misma posición, aprovechando que en el agua ninguno de los dos pesaba como fuera de ella.
La sensación no podía ser más perfecta, sus besos y caricias se sincronizaron, llevando una vez más a ambos a creer que el tiempo era algo inexistente. Se ciñeron al momento de fantasía que vivían, aferrándose a la vida, combinándose con los colores del ambiente y dejando que las vibraciones de cada uno acondicionaran junto con el ruido del agua al moverse.
El sentimiento de estar unidos comenzó a tornarse en algo mucho más allá de lo carnal, casi como si la adrenalina de la noche anterior volviera a sumirlos. Era algo en el interior de ambos que quería gritar sus sentimientos por el otro sin importarles nada más.
-Shin-chan –detuvo el beso ya que le fue imposible contenerse. Acarició la rosada mejilla de Shinichi para volver a mirarlo con intensidad –Necesito confesarte algo...Yo
-Yo también -soltó como si llevara demasiado tiempo conteniendo aquello y le quitó las palabras de la boca –Yo también...te amo.
Se quedaron mirando en silencio, llenos de incertidumbre, pero seguros de lo que significaban realmente esas palabras. Por su forma de formular la confesión, Kaito entendió que Shinichi había oído la conversación con su madre.
Kudō no supo interpretar si las pestañas de Kaito estaban mojadas por el agua o eran lágrimas de emoción. El mago irrumpió con un beso, cargado de amor y que respondía a esas valientes palabras que el detective le había dedicado.
Al separarse volvieron a sonreír ronzándose la punta de la nariz. No fue necesario que dijeran nada más. Salieron del agua así como estaban y se fueron a paso acelerado al área de descanso que quedaba en el sector contiguo.
Siguieron con su ritual de caricias, Kuroba se recostó por completo en el elegante diván que amueblaba el espacio, con Shinichi encima de él. Estallaron para atreverse a no soltarse por más que existiera la posibilidad de que alguien los sorprendiera.
Comenzaron a disfrutar el estrecho contacto, Shinichi comenzó reiteradamente a depositar besos en el pecho de Kaito, a pesar de conocer tan bien su piel tenía la sensación de que existían nuevos rincones para recorrer. El pecho de mago subía y bajaba agitadamente, tomó la cara de su amado detective entre sus manos con tal delicadeza y mirada que Kudō entendió lo que estaba solicitando.
Shinichi separó las piernas de Kaito y se posicionó entre él para seguir con los besos y oscilar sus caderas cada vez con más deseo. La fricción era un palpitar constante de deseo, la entrepierna del detective les pedía a gritos liberarse de la ropa interior.
Leyendo su expresión y aplicando su habilidad dactilar, Kuroba metió las manos por el elástico del bóxer y comenzó a bajarla hasta que cayó al suelo. Sintió los dedos de su novio recorrer su torso, llegando a su cadera y posteriormente al interior de sus muslos. No quiso quedarse sin hacer nada y estiró sus brazos hacía atrás para darle más libertad de ser mirado y acariciado.
Volvieron a reclamar sus labios con empalagamiento, fundiendo sus lenguas exigiendo saborear hasta el último recoveco ajeno. El ladrón gimió al sentir que Shinichi enterraba los dedos en uno de sus muslos, enterrando la nariz y su boca en su mandíbula y por todo el cuello, embriagándose por el exquisito olor que sentía desprender del joven mago.
-¿Por qué te detienes? -suspiró Kaito al ver como Shinichi se detenía y miraba el resto del lugar como si estuviera buscando algo.
-Porque no quiero ensuciarte –le dijo volviendo a unir sus miradas.
-Tengo un preservativo entre mis cosas -ladeó la cabeza apuntando hacia otro lado –Pero las dejé junto a la piscina.
-Ya vuelvo –quiso liberarse de la posición en la que estabas, pero Kaito se lo impidió sujetando sus muñecas -No me molesta hacerlo así, pero creo que es más cómodo para ti –lo vio sonreír de lado y no supo entender la expresión -¿Qué?
-Pero si lo que buscas, lo tienes detrás de la oreja –con arte, llevó sus dedos detrás de la oreja derecha del detective sin tocarle, este por inercia siguió con la mirada su mano y vio que sostenía el pequeño sobre.
-Que conveniente -soltó una risa y se lo arrebató de las manos. Rápidamente volvieron a unir sus labios y volvieron a retomar ese ardiente deseo.
Impacientes por unirse, Kudō abrió la envoltura, sacó el aire de la punta del condón y lo deslizó por toda su extensión asegurándose de que quedara bien puesto. Apoyó sus manos en ambos lados del mullido diván, dejando a Kaito atrapado y volvió a capturar su boca, lo obligó a colocar las manos por encima de su cabeza e introdujo sus dedos en la húmeda cavidad para que los humectara y facilitar la penetración.
Sin dejar sus caricias ardientes, Shinichi fue preparando de a poco la entrada de Kuroba, quien no dejaba de ronronear debajo suyo clamándole porque lo hiciera suyo. Comenzó a estrechar distancia con su impaciente hombría, sujetó al mago de la cintura para poder dominarlo a su antojo y evitar cualquier desliz de su parte.
Kaito cerró con fuerza los ojos cuando sintió al detective entrar en él, sintiendo que a cada extremidad de su cuerpo le recorría alguna especie de corriente. Vio que Shinichi se mordía el labio inferior intentando ocultar su expresión libidinosa, haciendo fuerza al apoyarse y marcando cada uno de los músculos y venas de sus brazos.
La imagen era tan excitante, que soltó un agudo gemido.
-¿Te estoy haciendo daño? -se preocupó Kudō al ver su expresión.
-No -negó casi sin aliento –Por favor...sigue.
Sus caderas comenzaron a colapsar frenéticamente, Shinichi acostumbrando al otro a la sensación para transportar a ambos a un tipo de zona adictiva que amenazaba con no querer liberarlos de allí nunca más. Jadeaban al mismo tiempo, sin dejar de mirarse a los ojos como si quisieran grabarse bien la existencia del contrario para toda la eternidad.
-Kaito -interrumpió Shinichi deteniendo sus movimientos al ver como los ojos de su querido ladrón brillaban por la mezcla de sensaciones -Lo dije de verdad...Siento mucho amor por ti -aseguró con el mismo tono sensible.
-Yo también lo dije de verdad -respiró anhelosamente –Y quiero que siempre estemos el uno para el otro. Que nos ayudemos mutuamente...
-Tranquilo -cerró con fuerza los ojos y colocó la yema de sus dedos sobre su boca para callarlo –Solo pongamos todo de nuestra parte para que así sea.
Siguieron haciéndose el amor, entregándose todo de sí como si se tratase de una promesa eterna. Palpando el cuerpo del otro, perdiendo sus dedos entre sus cabellos, jugando con sus lenguas y conectando sus emociones hasta resumir todo en incontables espasmos que los condujo al deseado éxtasis en forma de un agónico orgasmo.
Antes de caer dormidos por el cansancio, agradecieron otra vez, internamente a la hermosa casualidad que los llevó a consumar su amor en medio de una circunstancia tan caótica.
El par de días que les quedaban, los disfrutaron a concho y que Shinichi hubiese vuelto a su cuerpo de Conan no fue impedimento. Visitaron todos los lugares que les fue posible, compartieron experiencias normales sin dejarse atormentar por nada, cualquiera que los viera creería que eran una dupla común y corriente.
Eso logró que los ánimos de ambos se renovaran por completo y el día que les tocó ir al aeropuerto para volver a Japón parecían incluso más jóvenes que cuando llegaron. Y por sobre todo, más unidos que nunca.
-¿No se les olvida nada? -les preguntó Chikage quien se había ofrecido para ir a despedirlos.
-Creo que no -aseguró Kaito mirando su equipaje. Quizás se hubiese excedido con las compras -¿Tú llevas todo? -se dirigió a Shinichi, quien ahora volvía a estar en su cuerpo de adulto ya que se negó rotundamente a viajar dentro de la maleta como le había sugerido.
-S-sí -respondió mirando distraído hacía el horizonte, sintiendo un vacío en el estómago.
La madre de Kaito se quitó los lentes de sol que llevaba puestos y se concentró en ambos con actitud dominante.
-Les preguntaré por última vez -posó sus ojos en uno y luego en el otro -¿Están seguros de que no quieren quedarse aquí? Les puedo conseguir un trabajo a ambos –le habló a Shinichi y luego a su hijo –En la policía con un buen puesto y tú, Kaito puedes conseguir un futuro como mago en algún lugar importante.
Shinichi le sonrió agradecidamente.
-Muchas gracias, pero por mi parte, debo volver a terminar el trabajo -miró comprensivamente a Kaito y añadió con completa sinceridad –Si quieres quedarte aquí hazlo con completa libertad.
No necesitaba pensarlo, la decisión estaba tomada de igual manera por ambas partes.
-Lo siento mamá, pero yo también debo volver.
Asintió aceptando la postura de ambos jóvenes.
-Está bien, de ser así, que tengan buen viaje -abrazó instintivamente a los dos. Primero a Shinichi, susurrándole que tuvieran cuidado y luego se tomó un par de segundos para aprovechar por última vez un abrazo a su hijo.
-Te quiero, mamá -apoyó su mentón en el hombro de ella, doblando un poco la espalda por la diferencia de altura y correspondió a su cálido y último abrazo.
-Ya vete antes de que te amarre y te lleve devuelta a casa –le desacomodó el cabello juguetonamente.
El parlante comunicador anunció el llamado para su vuelo y partieron dejando Nevada atrás.
Shinichi pudo notar una ligera nostalgia en Kaito, lo que no era para menos. Y en modo de apoyo, estuvo pendiente de él todo el camino. Tuvieron que hacer una escala de pocas horas que les sirvió para estirar las piernas antes del largo viaje que les quedaba por delante. El resto del camino se lo pasaron leyendo, charlando y durmiendo hasta que finalmente llegaron al aeropuerto de Narita.
-El profesor va a venir por nosotros -bostezó Shinichi mientras recogían su equipaje y caminaban hacia un área para esperar pacientemente.
Tomaron asiento en un sector desocupado.
-Quiero ir al baño -se quejó Kaito poniéndose de pie y entregándole su teléfono móvil y una botella de agua que había comprado –Ya vuelvo.
Dejó las cosas en el asiento y comenzó a estirar su cuello que había quedado adolorido por el vuelo. De repente, el teléfono de Kuroba empezó a sonar, le echó una rápida mirada a la pantalla solo por curiosidad, pero al ver que era el mismo número desconocido de siempre lo cogió para contestar.
La curiosidad volvía una vez más a apoderarse de él, miró hacia todas partes, como si estuviera haciendo algo malo y se llevó el móvil a la oreja.
-¿Diga?
Esperó unos segundos hasta que una voz contestó del otro lado.
-¡Hasta que al fin logro ubicarte! -exclamó una voz femenina, ni demasiado vieja ni demasiado joven.
-Disculpe -arrugó el entrecejo - ¿Con quien-
-¡¿Qué haces?! -Kaito llegó a su lado y le arrebató el teléfono.
Shinichi agitó las manos en el aire incitándolo a que siguiera la conversación. El mago miró la pantalla e hizo una mueca de disgusto al ver que se trataba del insistente número que parecía no querer rendirse.
-¿Sigues ahí? -preguntó la mujer al oír silencio.
-¡Si! Lo siento, no tengo muy buena señal en estos momentos -miró de mala gana a Shinichi por obligarlo a hablar con alguien que no tenía idea ni de quien era.
-Seré breve ¿Te interesaría comenzar a trabajar para mí?
Volvió a hacer una expresión de desentendido, así que optó por acabar con el misterio de una vez por todas.
-Disculpe, ¿Puedo saber con quién tengo el gusto de hablar?
-Con Majime–se identificó -Nos conocimos en mi casa hace un tiempo atrás.
-¡Ah, claro! -reconoció recordando su rostro de inmediato. Ante la exclamación, Shinichi apegó la oreja a su lado para oír el resto –Pero ¿Qué tipo de trabajo sería ese?
-Prefiero que hablemos de eso en persona y espero no lo rechaces ya que quiero proponerte algo grande.
Quedaron de acuerdo en la fecha y lugar, y no fue luego de que colgó la llamada que se percató en lo que se había metido. Si en un momento querían avanzar con la investigación y conseguir pistas, esta vez la oportunidad se les estaba presentando en bandeja.
Holi ¿Cómo están?
No sé muy bien como funcionan las notificaciones, pero espero que no les hayan llegado muchas del cap anterior porque edité como 3 veces el título porque ponía mal los números 😅
Espero que se encuentren bien ;33 Y vuelvo pronto con una nueva actualización
Abrazos
;DD
💙 💚 💖 💛 💜
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top