XL. Tan claro como el agua


🌟Advertencias: Hay una escena subida de tono, pero nada muy explícito 



Tres días después, en los que aprovecharon para compartir y descansar en casa, Kaito y Shinichi partían a su nuevo destino.

-¿Llevas todo? -le preguntó Shinichi. Con lo despistado que era a veces, no era raro que se le estuviese olvidando algo.

El nombrado dio un respingo al verlo salir del cuarto de baño con su cuerpo de adulto.

-Creí que lo harías al llegar allá -le hizo saber por su repentino cambio de apariencia física.

Negó -Es mucho problema. Y de todas maneras no nos tomará tanto tiempo en llegar –lo observó un instante mientras terminaba de empacar unas últimas cosas, lucía distraído -¿Te encuentras bien? -se acercó despacio a su lado -¿Estás muy ansioso por volver a ver a tu madre?

Adoraba que Shinichi fuese tan comprensivo con él, a pesar de todo.

Asintió en modo de respuesta, más que nada para dejarlo tranquilo. Una parte de él si sentía ansias de ver a su madre, pero por otra, no quería irse.

Se había encariñado demasiado con los padres de su novio. Aunque pasó pocos días compartiendo a solas con ellos, el matrimonio lo trató con tanto afecto que se sintió como un hijo más. Incluso el señor Kudō se tomó uno que otro descanso en su trabajo para compartir con él. Sumado a que, con Yukiko tenía muchos más temas en común, los días se le habían pasado muy rápido.

Y eso también significaba que les quedaba poco para volver a Tokio a retomar todo.

Dejaron el lugar después de almorzar. Yukiko no quería soltar a los chicos, tenía a cada uno bien afirmado de un brazo.

-Mamá por favor, deja de hacer el ridículo -pedía su hijo intentando liberarse.

-¿Me prometen que estarán bien? -preguntó con los ojos llorosos, no necesariamente actuando.

-Por quinta vez ¡Sí!

-Yo tampoco quiero irme -admitió Kaito abrazándola más fuerte.

Yusaku apoyó una mano en el hombro del chico.

-Si quieres, una vez que terminen eso que los tiene tan ocupados, puedes venir y quedarte el tiempo que quieras -ofreció. Le había tomado cariño después de todo y entendía su situación -Eso si no se pierden en la ciudad del pecado.

-¿De verdad? -exclamó ilusionado y el hombre asintió.

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'

Viajaron sin inconvenientes, de vez en cuando dormitaban y se apoyaban sutilmente en el hombro del otro. Ambos se habían quedado despiertos hasta tarde debido a que Shinichi se ofreció a retomar la lectura que hace un tiempo dejaron inconclusa, a lo que Kaito no se negó.

Entendieron que estaban por llegar a su destino cuando vislumbraron grandes extensiones de desierto y a lo lejos edificaciones con altos metros de altura.

La luz de día duraría un par de horas más, pero eso no dejaba de resaltar las grandes maravillas de la ciudad.

-No quería volver a este lugar –dijo Kaito sacando su teléfono haciendo un video panorámico.

-¿Por qué?

-Porque no quiero que me veten de los pocos lugares a los que sí puedo entrar -sonrió, pero a Shinichi no le hizo gracia alguna –Es broma.

-Bueno. Admito que podría ser interesante ver todo esto de noche.

-Puedo hacerte un tour -volvió a concentrarse en su teléfono y buscó la dirección a la cual iban –Pero primero, dejemos nuestras cosas.

En el camino, el detective se atrevió a hacer unas pocas preguntas con respecto a la madre de Kaito. No era que estuviese nervioso, al menos no del todo. Y con lo poco que le respondió el mago pudo hacerse una idea. Solo que dudaba que fuese tan alocada como él la describía. Ese puesto número uno se lo llevaba su madre, estaba convencido.

-No te pregunté -volvió a llamar su atención una vez que bajaron del taxi ya que el contrario no soltaba el teléfono -¿Qué hicieron con mi padre en mi ausencia? Sé que con mi madre tienes cosas en común -hizo énfasis en lo relacionado a su profesión, pero sentía curiosidad sobre qué podían conversar un novelista y un mago ladrón.

-Me estuvo hablando de su nuevo libro -seguía buscando la dirección de la residencia de su madre, se encontraba algo perdido –Incluso me contó el final.

-¿De verdad? -se sorprendió -¿Por qué haría eso?

-Porque sabe que yo no voy a contarlo -respondió restándole importancia y volvió a mirar el nombre de las calles, dando finalmente en el blanco –Ya llegamos. Ahora deja avisarle que vine de visita.

-¡Espera! ¿No le dijiste que venías?

-No -aceptó con soltura.

Tragó saliva -¿Entonces no tiene idea de quién soy ni que vengo contigo?

-Efectivamente.

Vio como Kaito se acercaba el teléfono móvil al oído. 

No sabía qué tipo de lenguaje existía entre ellos, pero no encontraba muy adecuado aparecer en la morada de alguien sin dar aviso previo. Cuando entendió que le habían contestado del otro lado, Kuroba habló sin cuidado.

-Sal a abrirme la puerta.

Nuevamente escuchó un "¿huh?" a través del móvil.

-Qué estoy afuera de tu casa –Kaito subió por las calles seguido por Shinichi -Ábreme.

Cuando se guardó el teléfono en el bolsillo, Kudō se atrevió a preguntar.

-¿Qué te dijo?

-Me colgó.

Estaba comenzando a sentirse algo incómodo y un impulso de dar media vuelta estaba tintineando en su cabeza, solo que cuando se detuvieron fuera de una llamativa y suntuosa vivienda supo que no había vuelta atrás.

Los dos avanzaron de a poco por las baldosas que indicaban el camino, por la extensa área delantera, rodeada por un verde césped que solo se veía en películas o en sectores con restricción al público, hasta que llegaron al umbral en forma de arco que poseía la puerta de entrada. A un costado de la pared, Kaito pulsó un botón, que seguramente era el timbre, ya que a los pocos segundos la puerta se abrió.

Entraron, notando que el interior era mucho más grande de lo que parecía. Existían fácilmente cuatro metros entre el piso y el techo, y eso que era solo el primer piso. El lujo y la modernidad era evidente, todo caracterizado por la luz, los cristales y el valor elevado de los muebles de una típica casa de ricos.

Shinichi quería seguir mirando cada detalle, pero la presencia de una mujer, que avanzaba hacia ellos le impidió seguir haciéndolo.

-Hola...mamá -la saludó su hijo.

-Kaito -saludó ella de vuelta como si tuviese algo atorado en la garganta. Se quedaron mirando por unos segundos sin expresión alguna.

El primero en atreverse a hablar nuevamente fue él.

-¡Mira nada más! ¡Qué magnifico tienes adornado aquí! Todo de última generación, estoy seguro que tienes pantallas electrónicas por cada rincón -giró para observar todo nuevamente y fingiendo sorpresa, añadió -Me encanta que a pesar de lo muuuucho que te debe haber costado conseguir todo esto, aun mantengas tu humildad –su madre lo miró de brazos cruzados, levantando una ceja y sin dejarse provocar -¡Con permiso! ¡Tengo sed! -le dio una palmadita en la espalda a Shinichi -Estás en tu casa.

Se dirigió a buscar la cocina para inspeccionar la nevera y buscar algo frío para beber. Dejando a Shinichi completamente incómodo y a solas con su madre.

-Perdónalo -le pidió ella –Supongo que sigue resentido conmigo ¿Y tú eres?

-Disculpe por llegar así de repente –se disculpó -Kaito no me dijo hasta ahora que no le había informado de nuestra presencia –se inclinó levemente en una reverencia –Me llamo Shinichi Kudō.

Entrecerró los ojos y repasó en su cabeza -Kudō...Shinichi -el nombre comenzaba de a poco a hacerle sentido -¡Ah! Eres ese joven detective que ayudaba a la policía aun siendo estudiante -recordó.

-Sí -le dedicó una sonrisa torcida y ella le devolvió el gesto.

-No puede ser –se llevó la mano a la sien -¿Qué fue lo que hizo esta vez? ¡KAITO! -lo llamó de un grito y luego volvió a hablarle amablemente a Shinichi –Puedes tomar asiento, por favor, ponte cómodo ¿Quieres algo de beber? ¿Té, café, agua? -lo guio hacia la sala para que se acomodara y volvió a llamar a su hijo. Como el lugar era tan grande, el eco era inevitable -¡Kaito! ¿Qué fue lo que hiciste ahora?

-Yo no he hecho nada -contestó inocente -¡¿Por qué me golpeas?! -le reclamó cuando ella se quitó un zapato y comenzó a golpearle el brazo.

-¡No me mientas! ¿En qué rayos te metiste ahora para que un detective te esté siguiendo?

Sabía que lo mejor era volver con Kudō si quería ahorrarse un poco los malos tratos.

-Te estás haciendo ideas equivocadas -regresó a su lado.

Lo siguió y por muchas ganas que tenía de ahorcarlo, supo guardar la compostura.

-Dime la verdad.

Rodó los ojos, aunque entendía su desconfianza –Te juro por lo que más quieras que esta vez no es lo que te imaginas...No del todo.

Ella miró al detective y luego a su hijo -¿Hablas en serio? Entonces ¿Qué relación tienes con él?

-Ah...bueno... -balbuceó Kudō y miró a Kaito –La verdad es que...

-Es un amigo -soltó Kuroba bruscamente, descolocando un poco al otro.

Chikage pudo respirar tranquila y cambió totalmente de actitud.

-Así que era eso –se sentó frente a Shinichi –Lo siento, pero mi hijo no tiene un buen historial -miró al nombrado -¿Esta es tu estrategia? ¿Hacerte amigo de la policía para que no te arresten?

Kaito se sentó junto a ella y le lanzó a Shinichi una lata de refresco que este agarró fácilmente en el aire.

-¿No te molesta que nos quedemos aquí un par de días? -ignoró su pregunta acomodando su espalda en la comodidad del sofá y apoyando los pies sobre el regazo de su madre.

-¡Me agrada la compañía! No tengo problema con que se queden –le sonrió a Shinichi –Pueden ocupar cualquiera de las habitaciones del segundo piso. Siéntete libre de utilizar lo que necesites. Las áreas de descanso, las piscinas, incluso hay un gimnasio en el piso de abajo.

-¿Tienes un gimnasio? -eso no se lo esperaba -¿Y por qué sigues tan gorda?

Él sonreía, pero ella solo le devolvió una mirada con odio –No pienses que te vas a librar de la charla que tenemos pendiente.

Borró la sonrisa de inmediato, el tono que había usado era amenazante. Incluso Shinichi sintió como el mago se tensaba. Lo miró de manera sutil, dándole a entender que dejara de jugar porque se estaba comportando como un completo idiota.

-¿Tienes servidumbre? -volvió a preguntar tonterías. Molestándola y pasando un pie por su cara, ella le apartó de un manotazo.

-Si. Justo se acaba de ir. Es una bella jovencita, pero le dije que se tomara unas vacaciones –lamentó -No quiero que se tope contigo.

Curvó una sonrisa burlesca -Qué lástima. Y yo que quería divertirme un rato. Necesito liberar cierto tipo de...tensiones -manifestó con picardía.

El pobre Shinichi no entendía si todo era realmente sarcasmo, estaba tan avergonzado que tuvo que ocultar su cara dándole sorbos a la lata.

-Tal vez yo si tenga la oportunidad de hacerlo –lo desafió lanzando una fugaz mirada al chico que estaba sentada frente a ella.

-¡Mamá! -le gritó con las mejillas rojas. Se estaba pasando un poco de la raya -¡Tiene edad para ser tu hijo!

Los tres se miraron en silencio, ella tuvo que aclarar que solo estaba bromeando cuando notó lo incómodo que estaba el detective.

-Discúlpala –Kaito se puso de pie –Su sentido del humor es una mierda.

-Por cierto -recordó casualmente -¿Cómo está Aoko?

Luego de escuchar que la chica estaba bien, se puso de pie y los guio al segundo piso. Les enseñó las habitaciones, dándoles la libertad de escoger la que más les acomodara y sin perder la oportunidad de fastidiar a su hijo con que era mejor que el detective durmiera solo en un cuarto, ya que el otro roncaba demasiado fuerte.

Kudō optó por escoger la que tenía vista directa hacia el centro de la ciudad. La distancia era lejana, pero sabía que de noche se apreciaría mejor. Kaito, por su parte, se conformó con la de al lado. De todas maneras, sabía que era poco probable que alguno de los dos no se pasara a la cama del otro a la hora de dormir, se habían mal acostumbrados a hacer eso.

Chikage les dio la libertad de recorrer libremente, mientras ella se ocupaba de sus asuntos. Así que los chicos se pusieron ropa cómoda y no desaprovecharon la oportunidad, sobre todo el joven mago, que se lanzaba a probar cada una de las camas y muebles e intruseando cada cajón sin ningún cuidado.

A pesar de la inmensidad del lugar, no tenía nada fuera de lo común, salvo la ornamentación navideña que adornaban ciertos espacios. Al menos no algo que no hayan visto en películas o por su propia cuenta. Eso también se debía a la soledad del sitio, punto que Shinichi no pasó por alto ¿Vivía realmente sola?

Luego recordó que él también vivió así por un tiempo, en una gran mansión para él solo. Tampoco le apetecía sacar el tema, de que, a lo mejor, ella se había vuelto a emparejar. Sabía lo delicado que se ponía Kaito cuando hablaban algo relacionado a su padre.

Fuera de las áreas comunes de una vivienda, descubrieron una biblioteca, una gran sala con un piano, otra con la televisión más grande de toda la casa y dos piscinas internas, una en el tercer piso y otra en el primero, cercana a un gran comedor.

-¿Quieres meterte? -le preguntó Kaito a Shinichi al ver que este miraba embobado el agua.

-No –se había quedado mirando las luces que hacían relucir el agua de un bonito color turquesa intenso -Además, debe estar helada.

Se acercó a la orilla para agacharse y sumergir la mano. Soltó una risa –Era obvio. Está temperada.

Se colocó junto a él, pero en cuanto quiso agacharse, Kaito lo sujetó de ambas manos y lo aproximó de espaldas aún más a la orilla, dejándolo a escasos centímetros y listo para lanzarlo al agua si le soltaba.

-Ni se te ocurra -pidió aferrándose con las uñas a las manos contrarias.

-¿No quieres sentir el agua por tu cuenta?

Relajó levemente el agarre, lo suficiente para asustarlo.

-¡Kaito por favor! -volvió a pedir entre risas –Tengo el teléfono, el pin intercomunicador y mis documentos en el bolsillo.

Copió su gesto y le sonrió sacudiendo las manos para provocarle un vértigo mayor.

-No es cierto. Te los quité antes.

Quiso tocarse los bolsillos, el ladrón tenía esa manía de quitarle las cosas sin que se diera cuenta. Y cuando soltó una de sus manos, perdió por completo el equilibrio, yéndose hacia atrás, cerrando los ojos y aguantando la respiración.

Más el chapuzón nunca llegó. Kaito no lo dejó caer y logró mantener el peso del chico en una sola mano. Sus ojos hicieron contacto y dudaron en seguir con el juego.

Finalmente, Kuroba lo alejó de la orilla y lo atrajo cerca de su cuerpo, dedicándole una cálida sonrisa.

-No seas tonto –le susurró cerca del oído -No te dejaría caer.

Le peinó un cabello que caía rebelde sobre su frente, producto del forcejeo. Shinichi curvó tímidamente los labios y le tocó la punta de la nariz con notorio cariño.

-Mira -apuntó hacia una esquina donde descendían unos escalones.

Curiosos, bajaron la escalera, descubriendo que a pocos peldaños bajo tierra se extendía un amplio espacio con máquinas de ejercicio, un equipo de sonido, una máquina expendedora botellas energizantes, agua y barras nutritivas. Un gran espejo que cubría toda una pared. Eso no era todo, a un costado, otro espacio que tenía integrado dos baños con duchas incluidas.

-¡Cielos! De verdad que tiene todo un mundo aquí dentro.

Shinichi avanzó entre la maquinaria, intentando adivinar para que servía cada una. Se sentó en la que era para levantar pesas. Vio que Kaito se acercó egocéntricamente a observar su cuerpo en el espejo. Se quitó la playera para observarse mejor.

-¿De verdad piensas que estoy gordo?

-No digas estupideces. Nunca dije que estabas gordo -recordó el comentario del otro día -Solo que habías aumentado de peso, tampoco dije que era algo negativo.

Seguía agarrándose el vientre mientras se miraba al espejo, pero lo único que sujetaba eran pliegues normales de la piel.

-Entonces tiene fácil arreglo –dijo y se recostó en el piso a hacer abdominales -¿Me querrías, aunque estuviese con kilos de más?

Kudō miró el peso que estaba a punto de levantar, dudaba si realmente podía soportarlo, pero por inercia continuó -¿Tú dejas de quererme cuando vuelvo a mi cuerpo de niño?

-No.

-Entonces puedes estar seguro de que estés como estés físicamente te querría igual -siguió levantando de a poco los noventa kilos entre sus brazos.

Terminaron por entusiasmarse y competir entre ellos, por quien hacía más de cada cosa. Creyendo que, por estar un par de horas, habían logrado ganar tonificación y musculatura.

-Admítelo -decía Shinichi mirando sus pectorales en el espejo y levantando la sudadera sin mangas que llevaba puesta –Tengo más marcado el abdomen que tú.

Tenía razón, pero no se iba a dejar vencer tan fácil -Pero yo tengo las piernas mucho más esbeltas que las tuyas.

-Si -confirmó -Casi parecen de mujer.

-¡Oye! -no sabía si ofenderse o alegrarse –Eso se llama envidia. Admite que mis muslos te vuelven loco –se pasó las manos por encima y el que llevara puesto unos pantalones cortos, no hacía más que avivar el asunto.

Prefirió voltear y no hacerle caso -¿Crees que una vez que recupere mi cuerpo normal pueda trabajarlo más?

-Quien sabe –se encogió de hombros y fue a recostarse a uno de los colchones en el piso –Eso no significa que puedas lograr tener más fuerza que yo.

Se sentó a su lado –Eso me tomó por sorpresa. Hace un rato sostuviste gran parte de mi peso –se le ocurrió una idea.

Su intención era ayudarlo a ponerse de pie, solo que, de alguna manera, terminó apegando su pecho contra el cuerpo desnudo de Kuroba. Por supuesto que este otro no desaprovechó la oportunidad y enrolló las piernas en su cintura.

-No empieces –le pidió sin poder controlar sus manos que se posaron inquietas en los hombros desnudos del otro.

-¿Por qué? -movió la cadera -¿Tan poco autocontrol tienes?

Logró zafarse y poner a ambos de pie. Se posicionó detrás de él, apoyando el mentón en uno de sus hombros y lo acercó para que viera su reflejo, perfectamente resplandeciente a causa del sudor.

-Es por las inyecciones que me ha dado Haibara –se excusó-Dijo que altera mis hormonas.

-Qué excusa más mala -buscó la mano izquierda de Shinichi y la subió peligrosamente de a poco por su torso, para acercarla de a poco a sus labios.

Shinichi le mordió de forma suave el hombro. Dos de sus dedos fueron llevados dentro de la húmeda boca del mago, quien comenzó a succionar despacio. Tuvo que aguantar un jadeo y para hacerlo, pasó la lengua por el cuello de Kaito, hasta llegar a su oreja, provocando que sus organismos reaccionaran prontamente.

El ver la figura del otro en el espejo calentaba más las cosas, ninguno se atrevía a probar los labios contrarios por temor a desencadenar algo más. Luchar contra sus estímulos era tarea difícil, bastaba un poco más de roce para acabar a merced de sus impulsos.

-Aquí pueden vernos –el fervor que sentía el detective en ese instante lo comparaba con el de una tetera, que se encontraba en el punto exacto para quitarla del fuego o dejarla hervir.

Kaito lo tomó de la mano y lo arrastró hacia las duchas, encendiendo el agua.

-¿Quieres que sigamos? -preguntó con un jadeo ronco. También le estaba tomando trabajo controlarse –Nadie nos va a escuchar y esta vez no nos echaran de menos si nos desaparecemos por mucho tiempo -pasó la yema de sus dedos perfilándole los labios- De todas maneras debemos tomar un baño.

Sentía que lo estaba incitando, a pesar de que habían conversado aquello y quedaron en que intentarían no ceder de la nada en lugares poco apropiados.

Recordó la última conversación que tuvo con Haibara antes de viajar. Esa vez, Kudō intentó buscar consejo en su amiga y se atrevió a explicarle lo que sucedía. Ella, como siempre, fue muy técnica al utilizar sus palabras, explicándole todos los pros y contras de tener encuentros sexuales en cualquier lugar.

Sin embargo, le dejó claro que tener ese tipo de liberaciones era positivo para su organismo. Y no dudó en tomarle el pelo, con que tal vez era la única manera de que no estuviera todo el tiempo tan tenso y de mal humor.

¿Era correcto intimar en un lugar en el que acababan de poner un pie?

Ambos prefirieron hacer la pregunta a un lado y acoplarse a la coyuntura que se estaba formando entre el vapor y el salpicar del agua. Se desnudaron mutuamente sin mucha delicadeza y el mago liberó un intenso jadeo cuando la lengua de Shinichi buscó la suya.

En medio del vapor y de los chorros de agua, allí donde nadie podía oírlos, liberaron suspiros y todo tipo de sensaciones electrizantes endulzadas por el sabor del cuerpo ajeno. No existía incomodidad de por medio, solo ellos dos, convirtiéndose en cómplices de atender su propio asunto incitándose por el auto placer del otro.  

-Así que, tus padres viven en Los Ángeles -conversaba Chikage a Shinichi mientras cenaban.

-Sí -respondió tranquilo y se llevó un bocado de salmón a la boca.

Como si quisieran pasar desapercibidos, Kaito se sentó al otro extremo de la mesa. Jugaba con la comida, a pesar de que el pescado estaba bien camuflado en el plato, decidió apartarlo y comer solo los espárragos y el resto de ensalada.

-¿Quieres que te sirva otra cosa? -le preguntó su madre al ver que no parecía tener mucho apetito.

-¿Viene con letra pequeña? -sentía algo extraño en su mirada, tenía la sensación de que, si aceptaba, ella le pediría algo a cambio.

-No. Solo no quiero que pases hambre.

Bebió de su copa de vino y asintió. Ella se puso de pie y fue a buscarle algo que no fuera marisco ni pescado. Al regresar, le extendió con cuidado el plato en la mesa y le habló bajo sin llamar la atención del otro chico presente.

-¿Con que "es solo un amigo"? -le levantó una ceja y volvió a su lugar.

Aquel comentario no le gustó para nada, frunció levemente el entrecejo y la miró con molestia. Chikage ni se molestó en volver a mirarlo, prefirió seguir charlando con Kudō.

¿Los había visto u oído? Era difícil. Se había preocupado de que nadie los estaba observando en ese entonces. Existían dos opciones. O tenía cámaras por todas partes o los gestos y el trato entre ellos eran demasiado claro para cualquiera.

Ellos no entendían que el afecto existente entre ellos era como el agua, bastaba una insignificante abertura para buscar cómo salir y quedar en evidencia. Su relación prácticamente se había vuelto un secreto a voces.

Se pasó el resto de la cena meditando todo eso, comió en silencio y casi no le entró en provecho. En modo de una infantil venganza, tomaba la comida con la mano y se limpiaba en el mantel que era de color blanco. Envidió la agradable plática que parecían llevar Shinichi y su madre, llena de sonrisas honestas y respuestas que parecían aumentar la confianza de uno en el otro. Hace rato que ya no le prestaban atención.

Shinichi se sentía cómodo charlando con ella, no era ni similar a lo que Kaito había descrito. Pudo encontrar bastante similitudes, gestos que había heredado su hijo y que para él no pasaron desapercibidos. 

No sabía si era por la calefacción o por la emoción del momento, pero hace un rato que había comenzado a sentirse algo atontado.

-¿Realiza reuniones muy a menudo? -se atrevió a preguntar, ya que ella le había explicado que solía utilizar su vivienda para juntas de negocios.

-Al menos una vez por semana. La próxima es para año nuevo -sacó su teléfono para buscar el calendario –En tres días más -había perdido la noción del tiempo. Iba a preguntar acerca del trabajo como detective, pero el aspecto del muchacho desvió su atención -¿Querido te encuentras bien?

-Si -mintió. Se sentía mareado, a un nivel completamente soportable y estaba convencido, que era a causa de la calefacción, estaba muy alta.

Vio como una gota le teñía de rojo una fosa nasal –Te está sangrando la nariz.

Se llevó rápidamente la mano para comprobar lo que la mujer decía. Efectivamente, de su nariz comenzaba a brotar sangre.

Eso llamó la atención de Kaito, lo que hizo que se alarmara y se fuera a su lado.

-¿Te sientes muy mal? ¿Percibes un cosquilleo en las piernas o sientes una opresión en el pecho? -le tocó la frente.

No sentía nada de eso, pero la expresión que tenía el mago en su cara lo preocupó.

-Estoy bien. Solo necesito ir a limpiarme-se puso de pie –Lo siento.

Pensó en seguirlo, pero sabía que ya la había jodido con ese tipo de comentarios, eso era información confidencial y de extremo cuidado. Y con lo listo que era Shinichi, lo más probable era que, si nada se salía de la normalidad, lo interrogaría por aquella impulsiva reacción. De ser así, surgiría un problema, porque él estaba obligado a no soltar nada en relación con eso.

-¿A qué vino lo de hace un rato? -encaró a su madre para no pensar en el detective.

Ella estaba recogiendo los platos y él no dudó en ayudarle.

-Los vi en la piscina –no se fue con rodeos –Esa forma tan cercana no es de dos personas que son simplemente amigos.

-¿Tú qué sabes?

Esta vez, lo miró directamente a los ojos.

–Soy tu madre, te conozco. Aunque intentes ocultarlo, se nota demasiado tu interés y él no lo hace diferente -comenzó a enjabonar la losa sucia mientras su hijo las enjuagaba.

Su corazón se había acelerado a causa del nerviosismo, no quería contarle que estaban saliendo. No así. Quería explicarle todo de manera calmada, teniendo una charla como los dos adultos que era. Y no tenía nada que ver el que se haya fijado en un chico de su mismo sexo, eso no era tema para su madre, solo quería que esta vez, lo tomara en serio.

-Tenemos mucha confianza, eso es todo. Se ha vuelto un amigo muy cercano.

-Los amigos no se están mirando la boca todo el tiempo. Y esa reacción solo porque le sangró la nariz deja mucho que decir.

Le lanzó un poco de agua a la cara -¡Yo no hago eso! ¡Y él tampoco! ¡Y por supuesto que me preocupo! Puede desmayarse o algo.

-Se gustan, como mínimo. Y conociéndote, quizás qué tipo de otras cosas le has hecho -soltó una risa.

-¡Mamá ya por favor! -se iba a sonrojar si seguía con ese tipo de comentarios.

Ella le pasó la esponja por una mejilla –Debiste habérmelo dicho -recordó -Y yo preguntándote por Aoko como si nada.

-¿Y eso qué? Él la conoce, sabe la relación que llevo con ella. El resto queda claro. Tú pregunta no tuvo nada de raro.

Volvió a reír -¿Sabes? A mí me agrada, a pesar de que recién lo conozco. Me parece un buen muchacho, demasiado para alguien tan loco como tú.

-Mira, cierra la boca y ayúdame a lavar.

Terminaron de lavar y Kaito fue a esperar a Shinichi al pasillo que conducía al baño al cual había entrado. Unos cinco minutos después, lo vio salir.

-¿Cómo te sientes? -se acercó a él para tocarle la frente una vez más, para asegurarse de que no tenía fiebre. 

-No fue nada –le restó importancia. Realmente no había sangrado demasiado para preocuparse -¿A qué se debe tu reacción de hace un rato?

Lo sabía. Así que buscó la excusa perfecta -Creí que ibas a volver a tu cuerpo de niño.

-Ah –le creyó -Descuida, aun no pasará. Estoy seguro que me subió la presión -le sonrió con amor para no preocuparlo más -Ya estoy bien.

Volvieron a la sala principal para reunirse con Chikage.

-¿De verdad te encuentras bien? -le preguntó ella.

-Lo siento mucho, de verdad. No quería pararme así de repente –le pidió disculpas algo apenado.

Hizo un gesto con la mano restándole importancia –No pasa nada. Lo importante es que estés bien. Creo que la calefacción estaba muy alta -miró la hora en el gran reloj que ocupaba parte de la pared –Aún es temprano. Pueden salir a dar un paseo por la ciudad y así aprovechan de tomar algo de aire fresco -miró a Shinichi –Te haría bien.

-Por mi está bien -accedió. Sabía que eso iba a servir y también le apetecía pasear con el mago.

-Hijo, llévalo a ver las Fuentes del Bellagio –le guiñó un ojo y se retiró deseándoles que disfrutaran.

Salieron en dirección a donde se concentraban todas las peculiaridades de la llamativa ciudad.

-Mi madre ya sospecha –le soltó de repente.

-¿Sospecha de qué? -se preocupó.

Se guardó la mano las manos en los bolsillos y soltó el aire -¿De qué va a ser? De lo nuestro.

-¿Es algo tan malo?

-¿Quién dijo que era malo?

Se cabreó -No necesitas decirlo con palabras. Tu cara lo dice todo.

También comenzaba a perder la paciencia –No lo entenderías.

Le entró la duda, quería saber que había levantado las sospechas -¿Y por qué piensas que sabe?

-Porque nos vio en las duchas.

Reconoció con tanta naturalidad que Shinichi le creyó. El color carmín tiñó de inmediato su cara, tuvo que cubrirse con las manos porque sentía que se le iban a salir los ojos. Kaito no pudo aguantar la risa al ver su reacción.

Intentó quitarle las manos de la cara -¡Estoy bromeando! ¡No fue por eso! -reía.

Logró apartarle las manos y notó como él también intentaba ocultar una sonrisa. Moría de ternura con cada uno de sus gestos. Uno solo bastaba para iluminarlo. Con ambas manos le presionó las mejillas y se acercó para rosar su nariz con la suya generando un mimo.

-Vamos detective –lo jaló de un brazo recibiendo un gesto de negación mezclado con una sonrisa que le correspondía –Te voy a hacer vivir una escena digna de una película romántica. 



Buenaassssss

¿Cómo están? 

Estuve algo estancada tomando las últimas decisiones de como abarcar esto, pero ya me ordené. Donde vivo volvimos a cuarentena total así que tengo todo el tiempo para escribir y eso me ha animado bastante. 

Si tienen alguna sugerencia o petición para leer alguna escena de lo que quieran, POR FAVOR háganmela saber, puede ser de lo que sea 😌

Porque ahora es tiempo perfecto de fanservice xD 

Luego de esto van a cambiar mucho las cosas 😈

Yayayaya me voy que siempre me alargo escribiendo notas

Los quiero mucho y no se olviden de tomar awa 


Abrazos

;DD

💙 💚 💖 💛 💜


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