XIV. Reloj de Arena (Parte 2)


Kaito subió por la calle hasta que el pavimento se acabó y le dio la bienvenida a la tierra seca, llena de pequeñas piedras y una silvestre vegetación que desafiaba al salir en ese tipo de terreno. Era un lugar muy abierto y tan alto que se podía ver gran parte de la ciudad desde la cima. Miró hacia todas partes intentando divisar a alguien y no muy lejos logró ver un auto avanzando hacia él.

Se paró firme y con la cabeza bien alta a esperar.

Dos figuras masculinas bajaron del auto deportivo que seguramente costaba una cantidad exagerada de dinero.

-Kaitō Kid, he oído hablar mucho de ti –dijo el primero con un acento extraño.

Kaitō sonrió -Lamento no decir lo mismo, aun así, es un gusto conocerlo a usted y a su acompañante.

-Dejemos las formalidades de lado -agregó el segundo con voz grave –Tenemos algo que te interesa.

-Y yo supongo que querrán algo a cambio –Kid miró fijamente a ambos sin rodeo –Si me dan lo que quiero, no tengo problemas en cumplir con mi parte.

El primer hombre en hablar dio un paso al frente -¿Cómo sé que puedo confiar en ti?

-Me tiene acorralado, saben dónde vivo y mi identidad, vean por donde lo vean salgo perdiendo.

-Queremos saber dónde te ocultas y a quien le contaste sobre nosotros -manifestó el segundo.

El ladrón sintió una extraña sensación, pero les siguió el juego –Soy un mago, jamás revelaría los secretos que conozco al resto del mundo –hizo una señal con la mano ya que uno de los hombres iba a reclamar algo –Trabajo solo, ya deberían saberlo, mi padre trabajaba de la misma manera...Y hablando de él, aun no me han dado siquiera una pista relacionada.

El primer hombre se acercó a él, Kaito dio un paso atrás, pero al hacerlo sintió una gran presencia que se lo impidió. Miró hacia arriba y al reconocer el rostro del otro casi le provoca cambiar su expresión seria a una de sorpresa.

Era el mismo hombre de nacionalidad china que estaba de guardia la noche de la fiesta. Sabía que si no actuaba rápido estaría en desventaja. Soltó una carcajada y al momento de querer mover sus manos, los dos personajes que tenía en frente le apuntaron con un arma.

No le quedó de otra que levantar ambas manos demostrando que no haría nada. Pero jugaba con gente sucia, no tuvo tiempo ni de pestañear cuando sintió el disparo en su lado derecho y la sangre comenzó a brotar y manchar su ropa.

Sus rodillas fallaron, pero no tocó el suelo ya que el hombre a sus espaldas lo sujetó por las axilas, arrastrándolo con extrema facilidad hacia la cajuela del auto.

-¡Vigila que no se acerque nadie! -recibió instrucciones el segundo hombre –Seguramente no ande solo.

Y así era, Shinichi que había estado observando la escena tampoco tuvo tiempo de reaccionar. Se sentía furioso y las ganas de atrapar a los culpables le impulsaron a acercarse a ellos. No dudó ni un segundo en aturdir con la parte trasera de su pistola al sujeto que supuestamente iba a vigilar. Los otros dos se encontraban demasiado ocupados amordazando y atando a Kaito que luchaba atrás como podía.

Con un movimiento rápido, el detective tiró al robusto hombre al suelo y posicionó el arma dentro de su boca, dejándolo indefenso de poder hacer algo. Al mismo tiempo, el otro hombre le apuntaba directamente a la cabeza.

-Suéltalo -exigió Kudō refiriéndose a Kaito –O le reviento la cara.

-Adelante –dijo el hombre tranquilo aun apuntándole.

Shinichi empujó el cuello del arma aún más adentro de la boca del hombre sacándole un quejido.

-Te lo repetiré por última vez –puso su dedo presionando lentamente el gatillo –Suéltalo.

El prisionero comenzó a moverse suplicándole a su compañero con la mirada que hiciera caso, y al momento en que bajó el arma, Kaito aprovechó para sacar de sus bolsillos unas bombas que llenaron de humo el lugar y Shinichi aprovechó para aturdir al prisionero, tomar a Kaito en brazos e intentar largarse del lugar.

-Aguanta –le pidió a Kaito.

Sabía que necesitaba asistencia médica con urgencia, el muchacho estaba perdiendo mucha sangre y estaba llegando al auto cuando sintió como lo empujaron por detrás, cayendo ambos al suelo.

-¿Vas a algún lado? -amenazó el sujeto.

Shinichi sacó la pistola de cartas del bolsillo de Kaito, apuntó la mano del hombre y su arma salió disparada. Aprovecho entonces, para aturdirlo. Este cayó al cemento, el detective acomodó a Kuroba en el asiento de atrás y al subir por el lado del conductor lo sujetaron del pie. El hombre le susurró unas inentendibles palabras, que el detective cayó pateándole bruscamente el rostro, rompiéndole la nariz y la boca.

Avanzó perdiéndose en la calle -¡Kaito, resiste! -le rogaba Shinichi mirando como el mago iba perdiendo la consciencia de a poco.

El pobre chico articuló palabra como pudo –Por favor...no me lleves al hospital.

-¡¿Qué mierda dices?! ¡Si no te atienden morirás!

Entonces recordó que si llegaba a un lugar de atención médica, con Kaito vestido como Kaitō Kid, una herida de bala y llevado por él, que tenía relación con la policía, lo más probable era que Kaito quedara detenido.

No tenía mucha opción. Condujo lo más rápido que le era permitido y se estacionó sin mucho cuidado una vez que llegó. Shinichi ayudó a Kaito a bajar del vehículo. Se formó un camino de sangre entre el auto y la puerta de la casa. Golpeó desesperadamente hasta que Haibara le abrió.

-¡¿Qué sucedió?! -preguntó ella sin ocultar su sorpresa.

-Fue una trampa, lo acorralaron y no dudaron en disparar.

El mago estaba a penas consciente apoyado sobre Shinichi, su rostro iba palideciendo significativamente a medida que avanzaban los segundos, estaba perdiendo demasiada sangre.

-Llevémoslo al cuarto de abajo ¡Rápido!

Con dificultad, ambos lograron arrastrar a Kaito hasta el laboratorio de Haibara. Lo tumbaron arriba del mesón que la niña utilizaba para realizar los diferentes tipos de mezcla del APTX.

-¡Kuroba-kun! ¡No te duermas! -le ordenaba Ai-chan presionando la herida mientras Shinichi le quitaba la ropa para poder atender la herida.

Rasgó su camisa, dejando al descubierto la carne abierta y quemada a la altura del apéndice.

-Haibara no se ve nada bien – dijo Kudō preocupado.

-¡Ya lo sé! ¡Guarda silencio! -le ordenó -Kuroba-kun, mírame -sujetó el rostro del chico obligándolo a que la mirara a los ojos –Tengo que sacar la bala, pero no tengo nada para anestesiarte, así que necesito que seas fuerte.

Kaito asintió como pudo. La bala no le había atravesado hacia el otro lado, por lo que el dolor era insoportable y se intensificó mucho más en el momento en que Haibara comenzó a extirparla.

Los gritos de dolor que expulsaba el mago por su boca reventaban en todo el cuarto. La chica lo atendía intentando mantener la calma, pero los gritos de Kaito eran de tal magnitud que no podía concentrarse completamente.

-¡Muerde esto! -Shinichi le colocó en la boca un cuchillo envuelto en un trozo de tela.

El detective se sentía inútil y para desgracia, comenzó a sudar más de lo normal y a sentir punzadas cada vez más seguidas en el estómago y el resto del cuerpo. Su respiración se entrecortó y maldijo que aquella situación comenzara justo ahora.

Lo había olvidado por completo, la situación no le había dado tiempo para pensar en nada más que el estado de Kaito. El tiempo del antídoto había culminado, sus piernas comenzaron a temblar, al intentar apoyarse en una estantería, tiró varias cosas generando un gran estruendo. El primer parálisis en su corazón, dio paso a todos los demás y comenzó a sentir como sus huesos se derretían y gritó de dolor.

-¡Kudō! -se asustó Haibara.

Como si la situación no fuese realmente difícil, Shinichi comenzó a quejarse con notable intensidad.

-Haibara...algo va mal...no logro –se entrecortaba –Mi cuerpo...no puedo

Aquello solo había ocurrido una vez y fue cuando Ai Haibara logró obtener el elemento final del primer prototipo, pero debido a que el organismo del detective había generado demasiados anticuerpos, su forma adulta no duró por mucho tiempo.

Al momento en que su cuerpo comenzó a encogerse nuevamente, el proceso quedó a la mitad y Shinichi no lograba regresar a la forma de niño. Estar en ese estado era extremadamente riesgoso, podía generarle un infarto y no habría vuelta atrás. Fue en ese momento, cuando la niña, al borde de la desesperación decidió administrarle por vía intravenosa otra dosis de APTX.

Nunca esperó que la situación se volviera a repetir. Tenía que tomar una decisión rápida, los gritos de Kaito eran aun presentes y sumados a los de Shinichi, parecía algo que se estaba saliendo de las manos y administrarle una dosis del antídoto al detective podía significar un adiós total a recuperar su forma de adulto.

-Hai...bara -suplicaba Shinichi -Por favor

-En esa estantería hay una muestra de APTX líquida, necesito que te la inyectes.

En lo que Shinichi intentaba alcanzar dicha muestra cayó de bruces al suelo por los espasmos.

-¡Kudō-kun! ¡Por favor ponte de pie! -gritaba desesperada la pequeña intentando sacar la bala al mago, quien no dejaba de retorcerse y dificultarle el trabajo.

El detective, como pudo, entre quejidos de dolor y sudor, logró ponerse de pie y alcanzar la muestra de la estantería.

Está en un tubo de ensayo con etiqueta roja –le indicó Ai.

Él, con dificultad, se acercó a ella y cuando dejó la dosis sobre la mesa, cayó nuevamente al piso.

-¡Kudō! ¡Reacciona!

La pobre chica se encontraba desesperada. Tenía a dos jóvenes moribundos a punto de explotarle los tímpanos debido a los gritos. Tomó fuerzas de donde no las tenía y trató de darle fin a la tortuosa escena que estaba viviendo.

Alcanzó una jeringa y succionó con ella el líquido del tubo. Con rapidez, la inyectó en el ante brazo del detective y siguió atendiendo la herida de Kaito con la misma velocidad. Hasta que luego de un arduo trabajo, logró extirpar la bala del cuerpo y aplicó los cuidados necesarios y que le fueron posibles en ese momento.

A estas alturas, Kaito se había desmayado debido a causa del dolor y Shinichi, quien volvió a ser Conan, también estaba inconsciente.

Haibara les tomó el pulso a ambos y cuando estuvieron en estado estable y ella no podía hacer nada más que esperar y cubrirlos con una manta a cada uno para protegerlos del frío, se largó a llorar.


Pasaron un par de horas en las que la chica no abandonó la habitación y esperó a que el Profesor regresara a casa.

Kaito fue el primero en abrir los ojos. Se sentía adolorido y la punzada de la herida le llegaba hasta el muslo. Se movió un poco intentando reincorporarse y recordar que era lo que había sucedido, pero fue inútil, el dolor no se lo permitía y volvió a recostar su cabeza en el duro y frío mesón. No tardó en darse cuenta de que la pequeña Ai-chan se encontraba durmiendo apoyada sobre su brazo en la improvisada camilla.

Ella despertó al detectar movimiento, somnolienta y con los ojos hinchados le preguntó al ladrón -¿Cómo te sientes? ¿Recuerdas algo de lo que pasó?

-Recuerdo que me dispararon y el insoportable dolor cuando intentaste sacarme la bala.

-Tienes suerte, ninguno de tus órganos fue comprometido, pero estas delicado, no es recomendable que te pongas de pie o la visita al hospital será inevitable.

Él la miró -Está bien...muchas gracias Ai-chan, te debo la vida -sonrió como pudo recordando algo más -¿Cómo está? -movió sus ojos buscando al detective.

-No te preocupes por él, ya despertará -explicó Haibara apuntando con su cabeza al piso donde le había improvisado una cama al niño.

Kaito dirigió su ojerosa mirada hacia donde ella apuntaba –Parece que no soporta que le pongas atención a alguien más que no sea él -bromeó.

Haibara le sugirió a Kaito que siguiera descansando, este se encontraba tan agotado, que al momento en que cerró sus ojos cayó dormido nuevamente.


Pasaron unos minutos más hasta que el pequeño detective despertara de su estado inconsciente. Pestañeó acostumbrándose a la luz y buscando con la mirada a Kaito. Sintió un poco de alivio cuando lo vio tendido sobre la misma mesa de antes.

Ai-chan se acercó -¿Cómo estás? -le preguntó con su voz habitual.

El detective la conocía demasiado bien. Sus ojos mostraban claros indicios de que había estado llorando. A veces sentía lástima por la chica, eso de dárselas de superheroína todo el tiempo y guardarse las cosas era algo desgastante.

-Lo siento, no quería hacerte pasar por esto, pero no tenía a quien más acudir.

Ella asintió comprensiva –Ya pasó.

-A todo esto ¿El Profesor se encuentra en casa?

-Llegó hace poco, le conté lo sucedido luego de que preguntara por el regalo que le dejaron en la entrada -explicó refiriéndose a la sangre y Conan se reincorporó -Descuida, ya está limpio.

-¿Cómo se encuentra Kid?

-Logré extraerle la bala -suspiró -No parece que queden restos, pero al no atravesarle el cuerpo, puede traerle consecuencias graves, sobre todo porque parece que sufrió daños en los vasos sanguíneos y perdió mucha sangre.

-¿Suturaste la herida? -preguntó él.

Ella asintió -Esperemos que no se infecte, aunque recomiendo que conversen el hecho de recibir atención profesional, como te dije antes, lo más probable es que tenga complicaciones.


Dejaron a Kaito descansar y cuando el detective se cambió de ropa, se dirigieron a la sala. Una vez allí, el niño les contó toda la historia a Haibara y al Profesor Agasa. A pesar de que el mago había resultado mal herido, el proyectil les servía como pista para dar con el tipo de arma utilizada, iniciar una investigación más detallada y así ir un paso más adelante, ya que Kudō no dejó rastros en la escena más que su identidad, al ir directamente sin ocultarse. Eso sí, al ser un detective tan reconocido, podían dar fácilmente con él.

Luego de haber oído suficiente, Haibara los abandonó para ir a monitorear el estado de Kuroba.

-Un poco más y no lo cuentan, Shinichi –hablaba el Profesor preocupado –Desde ahora será mejor que eviten los enfrentamientos directos.

-Lo sé, pero Kid estaba decidido a...

Fue interrumpido por Haibara que entró corriendo a la sala.

-¡Llamen a una ambulancia! ¡Kuroba está muy mal!  

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