XIII. Incorrecto, Deseo y Aceptación


Shinichi se paró de golpe provocando que las tazas y platos de la mesa se tambalearan.

-¿Cómo ocurrió eso?

Kaito se encontraba nervioso –No...no lo sé, bueno la verdad es que mi amiga, la hija del Inspector me estuvo tratando de ubicar y yo la ignoré -Shinichi y Heiji lo miraban expectantes sin perderse ningún detalle –Ella se preocupó y terminó escabulléndose por mi casa, el resto es obvio.

-¿Te das cuenta de lo que provocas? ¡Nada te costaba atender el maldito teléfono!

-¡¿Qué sabes tú de las razones que tenía para no hacerlo? -Kaito comenzó a sentirse enfadado, el detective no hacía más que criticar sus acciones.

Shinichi se alteró aún más y no pudo contenerse -¡Estamos arriesgando la vida por ti! -lo sujetó fuertemente del cuello de la camisa -Yo, el Profesor, Hattori, Haibara ¡Todos estamos tratando de ayudarte y tú no haces más que cagarla!

Bastó esa actitud violenta para que Kaito perdiera toda la paciencia. Le devolvió el gesto y al agarrarlo de la camisa lo empujó contra la pared.

-¡Ya me cansé de siempre agachar la cabeza cada vez que me insultas! ¡No soy ni tu ex novia ni tu amiga Haibara para que me trates como a ti se te plazca!

Lo que ocurría realmente era que Shinichi Kudō estaba preocupado, demasiado. Por supuesto que quería ayudar a Kaito y el hecho de saber que el Inspector haya husmeado en su casa, podía alterar toda la situación, involucrándose de lleno y poniendo más vidas en riesgo. Eso lo hacía sentirse con el agua hasta el cuello, a tal punto que no se contuvo y su puño golpeó la barbilla del mago.

-¡Kudō ya basta! ¡Así no lograremos nada! -Hattori se acercó a ellos obligándolos a tomar distancia.

Solo en ese momento, el detective fue consciente del acto que acababa de cometer. La escena mostraba a un Kaito con el labio sangrando y la respiración agitada, a Heiji que parecía querer aniquilar a ambos, pero controlándose para no agravar más la situación y a Shinichi con la respiración muy agitada.

Kaito no dijo nada, ni siquiera se tomó la molestia de detener el sangrando. Fue directo a la habitación, tomó sus cosas y se largó del lugar sin antes agradecer y disculparse con Heiji.

-No era necesario que actuaras de esa manera tan violenta –le reclamó el moreno una vez que el mago se largó y Shinichi logró calmarse.

Kaudō repasaba lo que acababa de ocurrir una y otra vez en su mente, hasta que finalmente se decidió -Iré con él.

Heiji asintió y le siguió el paso, montaron la motocicleta del chico y partieron rumbo a la estación.

-Afírmate bien, voy a acelerar –ni terminó la frase cuando aceleró, provocando que el otro pasajero se asustara –A este paso no alcanzarán el mismo tren.


Llegar a la estación no les tomó tanto tiempo gracias a la gran habilidad como conductor que poseía Hattori. Estaban quitándose los cascos una vez que se estacionaron cuando Heiji recordó algo.

-Ah, Kudō espera -sacó su móvil -Sonríe -le pidió mirando la cámara frontal haciendo el signo de amor y paz con los dedos. 

Sabía que el detective de Osaka  hacia eso para publicar la foto y generar publicidad y emoción entre las fanáticas que lo seguían en sus redes sociales.

-Gracias Hattori, ya nos estaremos comunicando -agradeció Shinichi entregándole el casco –No sé cuánto tiempo nos tome esto, así que, por favor, sé paciente y espera hasta que volvamos, no vayas a ese lugar por tu cuenta.

-Suerte Kudō y apresúrate, el shinkansen sale en cinco minutos –le informó y se perdió entre los demás vehículos de la calle, dejando al detective pensativo acerca de si realmente iba a obedecerlo y no iría a averiguar solo.


Shinichi corrió lo más rápido que pudo y compró un boleto, entre eso intentó comunicarse con Kuroba, pero parecía que el mago estaba ignorando sus llamadas.

Una vez arriba, caminó entre los asientos intentando dar con el escurridizo chico. No fue hasta casi al final de los vagones cuando lo divisó sentado en el lado de la ventana, usando unos lentes de sol y con los auriculares puestos. Lo llamó por su nombre un par de veces, y ante tal desaire no le quedó de otra que sentarse a su lado y moverlo del brazo. Kaito se giró ofendido, estaba tan concentrado en la música y mirando al exterior que no se percató de la presencia del detective.

-¿Qué haces aquí? -dijo quitándose los audífonos -¿Vienes por el segundo round? Porque te advierto que esta vez no te dejaré ganar.

Shinichi lo miró con el ceño fruncido –Se supone que estamos en esto juntos.

El tren dio marcha y el detective se percató que hasta el momento nadie ocuparía el asiento al lado de Kaito, así que decidió permanecer sentado junto a él.

A Kaito pareció no importarle mucho la presencia del otro, así que siguió en lo suyo y a Kudō no le quedó más remedio que viajar en silencio, dedicándole miradas fugaces de vez en cuando. Quería disculparse por haberse exaltado tanto, pero no sabía cómo sacar el tema. Y su momento llegó cuando Kaito tomó una botella de agua, de la cual bebió para luego ofrecérsela al detective. Este aceptó de pura inercia y al terminar de dar un sorbo, lo miró.

-Siento lo de hace un rato, no quería golpearte –se disculpó -Pero todo esto me preocupa, sobre todo porque cualquier paso equivocado que demos, puede costarle la vida a alguien –lo miró -Reaccioné mal.

Kaito se bajó un poco los lentes y le devolvió la mirada resignándose -Está bien, aunque no estás del todo equivocado -afirmó -Yo la cagué al no contestar el teléfono -se sacó por completo las gafas de sol y lo miró de frente -¿Te puedo dar un consejo de amigos? -preguntó.

-¿Así que ahora somos amigos? -le preguntó el detective de vuelta.

Kaito sonrió a medias –Si así lo prefieres...

-Entonces ¿Qué es?

El ladrón seguía pensativo -¡Ah! Sí -volvió a tomar esa postura tan suya –No te niegues a hacer lo que realmente creas conveniente en algún momento desesperado...mucho menos si eso se trata de tu felicidad y paz mental.

-¿Ah? -Shinichi no entendió a qué iba eso, analizó una y otra vez la frase, ni siquiera parecía un buen consejo y no le encontraba ningún contexto.

¿Es que acaso le estaba pidiendo que actuara bajo sus instintos? ¿Qué no se contuviera? ¿O qué se soltara más con él?

No le pidió más explicaciones. Para bien o para mal el resto de estaciones nadie tenía asiento junto al mago, por lo que Shinichi se quedó el resto del camino con él, eso sí, sin volver a agregar nada más.


Al llegar a Tokio buscaron la forma más rápida para llegar a casa de Kaito Kuroba y cuando finalmente estuvieron afuera, Shinichi prefirió tomar las riendas de la situación.

-Déjame hablar a mí con el inspector.

Kaito asintió con clara incomodidad y el detective tenía la sospecha a que se debía ese nerviosismo.

Abrieron la puerta, el interior estaba igual de desordenado que la última vez, a diferencia que ahora en la sala se encontraban 2 policías, un perro, el Inspector Nakamori y una chica que Shinichi no conocía pero que le recordó mucho a Ran.

Ella fue la primera en acercarse -¡Kaito! -se notaba la preocupación en su voz.

-Muchacho, hasta que al fin das señales de vida –el Inspector Nakamori se acercó a Kaito y luego posó sus ojos en Kudō -Tú eres el detective Shinichi Kudō ¿No es así?

El nombrado dio un paso al frente -Así es Inspector y justamente vine para explicarle la situación -utilizó un tono decidido y convincente –Resulta que hace unos días, Kuroba-kun me contactó debido a que unos ladrones invadieron su morada mientras este no se encontraba en el domicilio, afortunadamente no pasó a mayores -explicó.

El Inspector miró a Kaito -¿Se llevaron algo de valor? Al parecer buscaban algo en específico si se tomaron la molestia de dar vuelta toda la casa.

-¡Dinero! Solo eso, pero no fue mucho, afortunadamente no suelo manejar un número importante de efectivo –Kaito soltó lo primero que se le vino a la cabeza, realmente se encontraba muy nervioso.

-Deben haber estado desesperados -interrumpió esta vez Aoko y por primera vez posó su mirada en el detective -¿De casualidad eres familiar de Kaito?

Ahí estaba nuevamente, la famosa pregunta sobre su parentesco.

-N-no -respondió el detective.

-A todo esto –esta vez habló Nakamori -¿De dónde se conocen?

-De una reunión de magos

-De una reunión de fanáticos de Sherlock Holmes

Los dos jóvenes respondieron al mismo tiempo y cuál de las dos respuestas fue más incoherente y menos creíble.

-No sabía que te gustaban esa clase de cosas, Kaito –dijo la chica.

-Bueno, es que... cuando ¡Cuando juntas un club de magia con uno de detectives puedes encontrar cosas interesantes! ¿No es verdad? -le dio un brusco codazo a Shinichi buscando apoyo.

Shinichi asintió como pudo -Sí...-reafirmó.

Kaito reía nerviosamente mientras el Inspector Nakamori lo analizaba con la mirada. Para fortuna, y sin mirarlo en menos, sabía que el padre de su amiga era bastante ingenuo.

El ladrido del can alarmó a todos los presentes.

-¿Encontraron algo? -preguntó el Inspector.

Kaito desvió la mirada asustado hacia donde se encontraba el policía. Sintió como el sudor frío recorría su espalda. Si el animal los guiaba hacia la cocina y encontraba "eso" estaba perdido.

-Cálmate ¿Qué es lo que te pasa? Estás pálido -le preguntó Shinichi.

El mago lo miró casi rogándole piedad, el gesto provocó que Kudō se preocupara aún más.

-Tengo algo que no puede ser descubierto –le dijo al oído.

El detective supo de inmediato de que se trataba, ya que le vino a la mente la imagen de Kaito cuando lo encontró dentro de su guarida. Cambió de expresión inmediatamente a una que era casi imposible de leer, pero el mago estaba seguro de que la decepción era demasiado grande para incluso expresarla.

-Quiero que tomes esa mierda y la tires por el inodoro –su tono era tan serio y desconocido incluso para él mismo.

Al decir esto, Shinichi se alejó de Kuroba, fue hacia el Inspector para distraerlo y Kaito comenzó a actuar.

-¿Qué pasa amigo? -Kaito se dirigió al perro -¿Acaso hueles las croquetas?

Caminó hacia una de las estanterías de la cocina y con habilidad guardó un frasco de vidrio en su bolsillo, que parecía contener sal, y a la vez tomó una bolsa de alimento para perros y se la acercó al animal.

-Así que era eso lo que olía -dijo tranquilamente el oficial que sujetaba la correa del can.

-Tiene un excelente olfato –Kaito siguió con su juego y se acercó a acariciarlo.

Aoko se acercó a él -¿Por qué tienes tú comida para perros? -preguntó curiosa.

Kaito se puso tenso pero no lo demostró -Hace un tiempo un conocido me pidió cuidar de su mascota.

Lo que decía no era mentira y agradeció al cielo que las cosas se dieran así. Para aprovechar su racha de buena suerte, informó que iba un momento al baño y desapareció de la sala.

Se había salvado por poco, pero tenía guardado aquello en ese lugar porque era el único, además del espacio para sus cosas de Kaitō Kid, donde podía pasar desapercibido. Fue justamente que no le quedó de otra que esconderlo de esa forma porque Aoko había entrado de sorpresa a su casa aquella vez. Ahora lo que restaba era deshacerse de "ese asunto" y no tenía ninguna gana de hacerlo, después de todo sentía que era su salida para los problemas, o más bien, para sus malestares mentales.

Observó el frasco y luego el escusado, sentía la presión de hacerlo, después de todo, Shinichi lo estaba encubriendo y sabía que eso iba en contra de todos sus principios como detective y de la persona correcta que era. Se sentía incluso tentado de dar unas inhaladas a aquel polvo blanco en ese momento, pero luchaba contra sus necesidades.

Estaba tardando demasiado, así que jaló la cadena de una vez, levantó la tapa del estanque y escondió su culpa de tal manera que no tuviera contacto con el agua. Y con completo pesar, abandonó el cuarto de baño para dirigirse nuevamente a la sala.

Le dirigió una mirada rápida a Shinichi, quien se encontraba charlando animadamente con el Inspector, obviamente, de asuntos policiales.

-Y como lo ve Inspector, no hay de qué preocuparse, ya todo pasó -concluyó Shinichi.

Esta vez, el padre de Aoko miró a Kaito –Ya veo, aunque lamento no haber podido hacer nada para detener el robo –le habló con tono protector a Kaito –Eso sí, la próxima vez responde el teléfono, nos imaginamos lo peor.

-Sí, lo lamento.

Como todo estaba aparentemente solucionado, el Inspector se despidió junto con los oficiales de policía y ofreció que, ante cualquier otra cosa, le avisara. Después de todo, eran vecinos y cercanos, dada su amistad con su hija y bueno, todo el asunto de Kaitō Kid.

Aoko siguió a su padre, sin antes despedirse de los chicos, en especial de Kaito.

-No vuelvas a preocuparnos así, Kaitonto –le llamó.

Él solo le removió el cabello con cariño -Tonta, te preocupas de más -le dedicó una sonrisa.

En efecto, Aoko se preocupó bastante cuando entró a casa del mago y se topó con todo tirado. Claro que ella no hubiese cometido tal imprudencia si su amigo se tomaba la molestia de responder a sus mensajes y llamadas.

Eso los llevó a ambos a pensar en lo mucho que se estimaban. Ella no se aguantó las ganas y le dio cálido abrazo, al cual Kaito recibió gustoso devolviéndole el gesto.

Al que no le hizo gracia alguna fue a Shinichi, que observó a los 2 con recelo sin entender lo que sentía.

-Kuroba, se me hace tarde, debo volver a casa -interrumpió con tono severo la muestra de cariño que estaba presenciando.

Aoko no se dio cuenta de los celos del detective, ella era muy inocente, así que se despidió de ambos y siguió los pasos de su padre.

-¿Tenías que ser tan grosero? -preguntó Kaito molesto.

-No me dirijas la palabra.


Se sentía molesto consigo mismo, por lo que había ocurrido esa mañana, sumado a cuando entendió que Kaito escondía droga en la cocina y tuvo que encubrirlo, y también por haberse molestado con la chica, que no tenía culpa alguna, solo estaba expresando lo mucho que le importaba su amigo.

Siguieron su camino en silencio y cuando llegaron a casa del detective, a Kaito no le quedó de otra que romper el silencio.

-Detective, de verdad lamento lo de hoy.

Shinichi lo miró con ojos serios y negó con la cabeza dirigiéndose a su habitación y dejando al mago solo en la entrada.


Los gritos provenían de la habitación de Shinichi y el ladrón recordó que el efecto del antídoto terminaba hoy. Quiso golpear la puerta, pero lo más probable era que el detective necesitara privacidad. En eso, Akai se asomó por el pasillo y se acercó a él.

Agudizó un poco el oído para analizar los quejidos del detective y agregó -No es nada fuera de lo común, así que no hay de qué preocuparse.

Se perdió nuevamente entre las habitaciones del lugar. Kaito no se sentía del todo tranquilo, no le gustaba escuchar al detective gritar, mucho menos de dolor, a pesar de que a estas alturas ya había vivido dos veces eso junto a él, no se terminaba de acostumbrar.

Quiso hacer algo bueno por el chico, así que fue hacia la cocina para buscarle agua, y una vez que los gritos cesaron, se atrevió a tocar la puerta, recibiendo la invitación a pasar.

Al entrar, vio al detective desvistiéndose torpemente de las holgadas ropas que llevaba.

-Te traje algo para beber –dijo Kaito acercándose a él extendiéndole el vaso con agua.

El pequeño le dedicó una mirada levemente sonrojada debido al calor y al esfuerzo que significaba pasar de un estado así a otro. Y su forma de niño contribuyó para que causara ternura en el, ahora, más alto.

-Gracias -tomó el vaso y bebió gustoso, luego miró la hora y la anotó en un papel.

Kaito notó que el cuerpo del menor desprendía humo e intentó esfumarlo echando aire con ayuda de sus manos.

-¿Te sientes mejor? -preguntó Kaito extendiendo la ropa de niño que estaba encima de la cama.

Era como si estuvieran sincronizados, Conan comenzó a vestirse con las ropas que el mago le entregaba y al terminar volvió a mirarlo.

-Tengo que ir a casa del Profesor -anunció abandonando la habitación.

Kaito lo siguió -¡Espera! ¿Y tus anteojos?

Conan le sonrió -No los necesito.

Cerró la puerta y camino hacia la casa contigua. Entró de una vez y visualizó a Ai-chan sentada en el sofá leyendo una revista.

Ella lo miró por encima -¿Hora?

El niño se acercó -19:53 para ser exacto.

Como de costumbre, la niña anotó la hora en su libreta y dejó la revista a un lado.

-¿Qué sucedió? Yo te hacía en Osaka hasta nuevo aviso.

Conan se sentó a su lado –Tuvimos un problema, el Inspector de la segunda división, Nakamori, fue a casa de Kid y descubrió el desastre que provocaron esos hombres aquella vez, pero ya todo está aclarado -afirmó.

Haibara lo miró y se percató de que algo molestaba a Edogawa-kun –Y esa cara ¿A qué se debe?

El detective quiso evadir el motivo de su mal estar, aunque claramente a Ai no la engañaba. Pero sabía que si le respondía diciendo que no era nada importante ella no insistiría. Era una de las tantas cosas que agradecía de su relación con ella.

-Quería pedirte un favor -agregó él.

-¿Otro más? Recuerda que llevo la cuenta –dijo ella en tono de burla.

El chico sonrió -Sabes que te pagaré cada uno de ellos.

Obviamente era una broma, un tipo de juego que tenían esos dos, después de todo, sentían que estaban para apoyarse el uno al otro, su forma de complementarse era esa.

-¿Entonces? -preguntó ella curiosa poniéndose de pie.

Conan la imitó -Necesito que averigües que hay en este lugar –le enseñó la pantalla del teléfono con las coordenadas.

Bajaron las escaleras hasta el laboratorio que tenía montado la chica. Una vez instalada, se puso manos a la obra. Su acompañante admiraba su habilidad. Ella miraba la pantalla con los ojos fijos, concentrada en cada punto, a la vez tecleaba a una velocidad increíble sin necesidad de mirar las teclas. Fruncía las cejas de vez en cuando, y de mala costumbre acercaba su rostro a la pantalla de tal manera que doblaba su cuello dejando en clara evidencia, que a la larga perjudicaría su salud cervical. A pesar de las advertencias de su acompañante, ella las ignoraba.

Estuvo un rato en lo suyo para obtener toda la información que le fuera posible, mientras Kudō utilizaba la otra silla con rueditas para desplazarse por toda la habitación como un niño pequeño y ansioso, observando cada una de las cosas en el lugar.

-Es inútil -se rindió -Me deja revisar todo el perímetro excepto ese.

Conan se acercó a ella con la silla y miró la pantalla del ordenador –Lo suponía.

-Dame un poco de tiempo y puede que averigüe lo que esconden allí -le dijo sobando su adolorido cuello –Si quieres puedes ir a ver al Profesor, ya debe haber vuelto de la tienda -sugirió.

-Es por eso que te dije que evites ponerte en esa posición -dijo el chico refiriéndose al dolor de cuello de la niña.

Ai-chan lo miró molesta levantando una ceja –Es por culpa tuya, por tus solicitudes de detective curioso.

Él se acercó aún más a ella –Lo lamento -sonrió a medias.

-No creas que te perdonaré fácil, deberás ganártelo como corresponde –ella se cruzó de brazos –Como te dije antes, me deber varias.

El niño la miró con cara de idiota, se bajó de la silla y se colocó detrás de ella. La pequeña de melena nunca se había quejado de dolor de espalda, pero esa posición que tenía ciertas veces, efectivamente era dañina. Conan la obligó a enderezar la espalda y el cuello, y ante tal contacto, Haibara le corrió las manos de un manotazo, no le gustaba que la tocaran.

Todo eso le prendió una idea. El chico comenzó de a poco a pasar sus dedos y manos por la delicada espalda de su amiga.

Al detective nunca le molestó el contacto físico con Ai-chan, es más, siempre fue tan natural. Cada vez que se tomaban de las manos o sus cuerpos hacían contacto de alguna manera u otra, no sentía vergüenza ni incomodidad, la percibía como alguien que estaba ahí junto a él, alguien con quien podía desenvolverse sin mucha preocupación.

-¿Quieres comprarme con un masaje? -preguntó ella indignada.

-Bruja -afirmó él.

Sus pequeñas manos de niño formaron de a poco un camino que partía desde el cuello hasta la parte baja de la espalda de la pequeña de melena castaña.

Ella quería quejarse y molestarlo con que lo hacía fatal, pero eso no era cierto. Estaba sintiendo como la tensión se liberaba y comenzó a disfrutar del masaje que estaba recibiendo. Todo, hasta que, de un momento a otro, las manos de Kudō-kun fueron perdiendo el rumbo trazado y se dirigieron hacia la parte delantera de sus hombros, obligándola a darse la vuelta y preguntar que ocurría.

Conan la miró de esa forma que solo ellos entendían. Haibara pestañeó y bajó su mirada, cosa que fue negada por el detective. Con un dedo índice la obligó a perderse en sus ojos. Sus miradas se transformaron en una sola y eso provocó que el lenguaje de sus pupilas les hiciera ver la forma adulta del otro.

-Sabes que te aprecio ¿No?

Ella no respondió y lo miró apenada. Juntaron sus frentes en señal de cariño y sus labios se unieron por unos breves segundos.

Ai-chan interrumpió el beso separando su boca bruscamente del chico.

-Quedamos en que esto no iba a volver a ocurrir, Kudō

-Sí, lo siento...No pretendía faltarte el respeto -respondió él preocupado.

Ella se giró para no mirarlo y agregó -Será mejor que vuelvas a casa, Kuroba-kun te estará esperando.

No quiso contradecirla y abandonó el lugar. Si ya se sentía mal, ahora se encontraba peor.

Como había dicho ella, prometieron que eso no iba a volver a pasar. Haibara, o mejor dicho, Shiho Miyano era una mujer extraordinaria, el detective la admiraba de cierta forma y le tomó bastante tiempo entender ciertas actitudes de ella, directamente hacia él. Si no fuera porque ella misma le confesó que alguna vez había tenido sentimientos románticos por él, nunca se hubiese dado cuenta solo.

La confesión lo tomó un poco desprevenido, ocurrió en un momento de vida o muerte, cuando lucharon juntos contra la Organización de los Hombres de Negro. Sabía que ella lo había dicho para alivianar el peso que llevaba guardando por todo ese tiempo, y para nada más. Porque, tal como lo conversaron después, eso ya era cosa del pasado y ella aprendió a vivir convencida, de que a pesar que a veces tengas sentimientos por alguien, no siempre serán correspondidos y este, era uno de esos casos. Y ella podía vivir con eso, sin resentimientos, después de todo, poseía inteligencia emocional.

Además de que el detective ya tenía a alguien, y esa era Ran Mōri, pero lamentablemente las circunstancias no contribuyeron y esos eternos corazones enamorados no serían posibles mientras Shinichi no admitiera la verdad.

Estuvo mucho tiempo maldiciéndose por eso, pero la decisión parecía tomada, era algo pasado y los casos le llamaban más la atención que cualquier otro asunto, convenciéndose de que todo lo demás podía esperar. Fue en ese entonces cuando en un momento de imprevisión terminó involucrándose físicamente con Ai Haibara, en su forma de niños, claro. Después de todo, ella prefirió quedarse así y reconstruir su vida. Por lo que sus demostraciones de cariño no llegaron a más que besos y simples caricias, porque sus formas de infante no les permitían llegar más allá.

Mientras volvía a casa, recordó aquella vez en que el profesor Agasa casi los descubrió.

Ambos estaban recostados en el sillón de la sala viendo la televisión, compartían una manta y hacía frío. El detective apoyó su cabeza en el hombro de ella y una cosa llevó a la otra. Fue el único momento en que los besos no estaban siendo suficientes y el peso de entender que por cosas biológicas sus cuerpos de niños no les permitían más, seguían intentando satisfacer el calor que sentían, por lo que las caricias entre sus labios no cesaron y sus manos no paraban de acariciar el cuerpo del otro. En ese instante sintieron el beetle del Profesor Agasa estacionarse afuera.

El sudor y las mejillas ardiendo en la cara de ambos era tan evidente que ocultar la situación era casi imposible. Se miraron preocupados y ante tal desesperación, el detective tuvo una idea.

-"Cúbrete bien y finge que duermes" -le indicó y ella no dudó en acatar la acción.

Él se hizo un ovillo en la otra parte del sofá y se acomodó como si estuviera durmiendo. Cuando el Profesor abrió la puerta, el niño se frotó los ojos aparentando somnolencia.

-"¿Te sientes bien, Shinichi?" -preguntó el profesor –"Parece que tuvieras fiebre, tu rostro está rojo"

Mintió, otra vez –"Creo que es la calefacción, está muy alta"

El Profesor no desconfió del chico -"Tienes razón, comparado con el clima que hace afuera, si se siente calor aquí dentro"

Y todo quedó allí, el resto de veces tuvieron más cuidado y nadie volvió a sospechar nada. Además de que no ocurría casi nunca, solo en esos momentos de desequilibrios de ambos, cuando las circunstancias daban para ello. Como cuando dos amigos se enrollan carnalmente, separando amistad, cariño y sexo. Al saber llevar todo eso con cuidado, no existía problema.


Entró a casa y al sacarse los zapatos sintió un aroma peculiar proveniente de la cocina. Le provocó curiosidad, así que se aproximó al lugar y al entrar reparó en que Kaito tenía un delantal de cocina puesto, montando lo que parecía ser, un banquete.

La mezcla de los diferentes ingredientes utilizados era inigualable. El apetito del detective se abrió al instante y un vergonzoso sonido procedente de sus tripas le rogó probar aquellos alimentos.

Kaito se dio media vuelta con una cuchara de palo en la mano –Espero que no te moleste que haya preparado la cena-su tono era dulce y calmado -¿Podemos hacer un punto aparte? Aprovechando que nadie nos interrumpirá ahora...yo...Necesito ser claro contigo...Shinichi.  





Shinichi se está garchando a todos!!! .JPG  oc no 

Hallo!! :33 ¿Cómo están? 😊

Advierto que en el próximo capítulo se viene un drama más o menos e.e 

Spoiler no spoiler: Ya no los voy a hacer esperar más, ya solo queda el siguiente capítulo para que Kaito y Shinichi den el paso 😏😏

Ah y no me odien a Haibara :ccc sé que a muchos les desagrada el CoAi, pero tenía que agregar un poco de salseo y de explicación para lo que se viene más adelante

Así que espero que la idea haya quedado clara *Se cubre de todas maneras de la posible arena* ☂️☂️☂️☂️☂️

Ya saben, cualquier cosa me lo dejan en los comentarios o me mandan un mensaje 

Abrazos ;DD 💙 💚💖 💛 💜

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top