LXIV. Amanecer incompleto
🌟Recomendaciones: NO se salten la nota cuando lleguen final y lean todo en modo peli de acción para que se sienta más épico xD (pero en serio, lean la nota para que se entienda todo)
-¡Lo tengo! -Amuro había logrado hackear la cámara del teléfono de Kuroba, pero se veía todo completamente negro –No logro ver nada, puede que tenga tapada la cámara o que esté en un lugar demasiado oscuro.
-No importa -habló Akai a su lado terminando de alistar su fusil francotirador -Ya tenemos su ubicación. Seguiré las indicaciones del muchacho –se refirió a Shinichi, quien ya les había informado de todo.
-Enviaré a alguno de mis hombres -comenzó a escribir en su propio teléfono.
–Me camuflaré desde una distancia prudente. Tú quédate aquí por si necesitamos algo.
-No –le dijo poniéndose de pie –Voy contigo.
Akai lo quedó mirando por unos segundos y le removió esos simpáticos cabellos rubios. Furuya se tensó por el inesperado gesto de cariño recibiendo también una cálida sonrisa por parte del mayor.
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Partieron a Tokio por vía aérea divididos en dos grupos.
En el primero iban Shinichi, Haibara, el Profesor Agasa y Heji. Ellos harían la parada antes, ya que Kudō solicitaría la ayuda del Inspector Nakamori, quien hace escasos minutos había recibido la llamada de Kid descolocándolo por completo. Así que Shinichi debía respaldarlo enseñando toda la documentación que tenía en su poder.
Y el grupo del segundo helicóptero se conformaba por Hakuba, Chikage, Jii-chan y Fabio, los cuales irían directo al campo de batalla.
-Kudō -le habló Heiji queriéndose quitar una duda de encima -¿Qué pinta aquí ese policía?
-Parece muy cercano a la madre de Kaito –se encogió de hombros restándole importancia –Supongo que no es demasiado extraño querer ayudarle –la imagen de la fiesta de año nuevo lo hizo recordar un fugaz detalle. Ese reloj todo estropeado que lo delató -Sí -curvó una sonrisa simpatizando con el nombrado –No quiere que ella pase por lo que él pasó -dio en el blanco –No debe ser fácil perder a tu único hijo.
Heiji se quedó callado, no supo que responder a eso y porque además ya se había quitado esa espina por saber quién era.
21.45 pm
Kaito abrió de a poco los ojos, se sentía aturdido, no solo lo habían electrocutado, una vez en el suelo sin ser capaz de moverse lo patearon, escupieron y le propinaron una serie de insultos y golpes que lo molieron interna y externamente, ni siquiera la protección que llevaba bajo la ropa fue suficiente para amortiguarlos todos.
Sentía un ojo demasiado inflamado, le dolía respirar por los hematomas que tenía en el abdomen y la parte derecha del labio inferior no paraba de sangrarle, dejándole un desagradable sabor metálico en la boca.
A pesar de ello fue consciente de que lo trasladaron hacia otra área de la construcción. Parecía especie de cámara acorazada, hacía frío y Kaito vio distribuidas por todo el lugar armas de gran calibre, toneladas de explosivos y todo tipo de artillería pesada, que seguramente era el botín que habían mantenido bien guardado en eses contenedores en el fondo del mar.
-Sí, adivinaste –lo leyó uno de los sujetos –Tuvimos que sacar nuestro tesoro antes de que a ti y a tus amiguitos se les ocurriera abrir más la boca.
Otro le propinó una sonora bofetada y bruscamente lo obligó a sentarse esposándole las manos hacia atrás.
-Bien –le habló Rosso con una sonrisa malévola -Nos toca jugar a nosotros.
-¿A qué quieres jugar? -logró formular Kaito manteniendo su actitud provocadora.
Antes de que le respondiera se escuchó no muy a lo lejos un helicóptero. Sabía exactamente de quienes se trataba, la caballería estaba a punto de iniciar el segundo acto, así que se concentró en mantener su póker face e intentar hacer tiempo.
-¿Así que todavía tienes energía? -se burló –Eres realmente desesperante.
-Gracias, es un don -sonrió y ladeó la cabeza para mirar a Hitoshi -Cariño -lo nombró con voz seductora, llamando la atención de todos los presentes –A ti sí que te gustaba jugar ¿verdad? -elevó una ceja de forma sugerente -¿Le contaste a tus amiguitos como te ponías cuando estabas cerca mío? -comenzó a reír sacudiendo la cabeza de un lado a otro –Babeabas con solo verme ¡Qué patético! -el hombre lo miró con furia y nerviosismo ya que el resto parecía no entender de lo que hablaba –Te vi la cara de imbécil todos estos meses -volvió a soltar una carcajada -¡Cuéntale a todo el mundo como te excitabas por una mujer que al final resultó ser yo!
Se escuchó a alguien que se aguantó la risa, Kaito dirigió los ojos hacia ese lado, un hombre calvo y de estatura baja se cubría la boca con una mano para no reírse tan fuerte.
Hitoshi al verse completamente insultado se acercó corriendo a él para golpearlo, pero cuando estuvo a un centímetro de su rostro, la pequeña radio que el mago tenía escondida entre la ropa se encendió.
-K...to...Kai..o... -sonaba con interferencia, pero pudo distinguir la voz de su detective –Kaito... ¿me...escuchas?
Rosso lo miró con ojos brillantes y con una sonrisa mucho más tenebrosa que antes, encendiéndole una idea que lo haría regocijarse de satisfacción.
-Vamos a jugar a la ruleta rusa –se acercó lo suficiente para que el micrófono captase su voz –Y ellos escucharán todo.
Estaba cumpliendo su objetivo, dio la orden de preparar un revolver con una sola bala en el tambor e hizo girar el cilindro. Inició una cuenta regresiva para añadirle más suspenso, en paralelo los ocho que pertenecían al grupo de Kaito comenzaron a oír la escena suplicando y amenazando para que no se llevara a cabo ese juego mortal.
Aunque el mago estaba mal herido aun podía liberarse de las esposas, pero no le convenía hacerlo ya que si intentaba salir corriendo le meterían cien tiros en la cabeza antes de llegar a la puerta.
-Realmente no lo entiendes –murmuró con la garganta seca mirando fijamente al jefe -Que, para ganar, tenemos que perder los dos.
Rosso ni siquiera se molestó en avisar, apuntó el revolver en la frente de Kaito y jaló del gatillo de una vez. Por reflejo, Kaito cerró fuertemente los ojos y se dio cuenta de que seguía vivo cuando los abrió de nuevo.
Los demás escuchaban con agobio como el gatillo sonaba sin éxito, poniéndolos cada vez más nerviosos. Después de cuatro intentos el mago escuchó como Haibara, su madre y Shinichi chillaban desesperados por el comunicador. Apretó los labios en una mueca cuando el siguiente disparo tomó turno, cerró otra vez los ojos y una lagrima rebelde le resbaló por la mejilla.
El cargador solo alojaba siete balas y llevaban cinco intentos.
Y cuando creyó que estaba perdido, su ángel guardián llegó. Volvieron a ser privados de luz y en medio de la confusión Kaito logró escapar de su posición.
Acto seguido, Hakuba se paró en la puerta completamente empapado y con arma en mano, consciente de que un par se le había colado, pero a pesar de eso apostó jugar a las mismas cartas que Kuroba. Encendió un parlante preparado que comenzó a emitir una perfecta estampida de la fuerza policiaca.
-Llegas tarde –Kaito fingió estar ofendido posicionándose a su lado blandiendo su pistola de cartas.
-Cierra la boca -ordenó con una mezcla de emociones golpeándole el pecho –Acabo de saltar de un helicóptero en movimiento por ti.
-¡Qué tierno!
Huyeron por el pasillo más cercano para ganar tiempo, el objetivo era mantenerlos en los pisos más altos para dejarlos sin escapatoria. En medio de la huida Kaito activó los primeros detonadores, específicamente los de las escaleras de la primera planta que daban acceso a todos los pisos, así que quienes habían intentado escapar no tuvieron éxito, prefería encerrarse con ellos a darles una posibilidad de huir.
-La policía no debería tardar en llegar –se detuvieron en un punto para tomar algo de aire –Tu noviecito movió cielo, mar y tierra para que el Inspector Nakamori trajera a todas las divisiones.
Al sentir pasos cerca de ellos se ocultaron en una estrecha recamara para aventajarse con la mejor posición de tiro.
-Habrá que aguantar hasta que lleguen –se sentía un poco más confiado ahora que no estaba en un ángulo muerto, pero no bajó la guardia -¿No vino nadie más contigo?
-Tu madre piloteaba el helicóptero así que fue a estacionarlo –le explicó rápidamente asomando la cabeza para asegurarse de no tener a nadie cerca –Jii-san se reunirá con el profesor para hacer lo que mejor saben -continuó explicando con admiración -Tu mamá y tu padrastro montarán su propio circo para contratacar desde abajo. Ya que bloqueaste la entrada...
-¡No es mi padrastro! -le gritó celoso de solo imaginar eso -¡Idiota!
Un proyectil impactó justo en el suelo de sus pies impidiendo que comenzaran a discutir entre ellos como dos niños pequeños y de ambos lados comenzaron a defenderse sin dar tregua. Eran ataques combinados mezclados con gritos e insultos con una diferencia importante en cuanto a equipo de defensa, pero a pesar de eso el reflejo instintivo de defenderse activó la segregación de adrenalina que comenzó a recorrerles todo el cuerpo haciendo que cada vez fuese más fácil atinarle al bando contrario.
La única diferencia era que Kaito y Hakuba se defendían cuidando de no matar a nadie.
-Casi no tengo munición -maldijo el detective sacudiendo el arma.
Los villanos entendieron que debían sacar a esos dos de su ratonera así que cambiaron de estrategia. Los disparos cesaron para tomarlos por sorpresa.
-¿Por qué se detuvieron? -preguntó Kaito y ambos se miraron preocupados.
Y medio segundo después de decir eso algo rodó en sus pies.
-¡KUROBA! ¡ATRÁS! -le gritó Hakuba dándole un fuerte empujón justo en el momento en que la granada explotó y los mandó a volar a cada uno hacia un lado.
Kuroba se dio bruscamente contra la pared y Saguru cayó semi inconsciente a los pies de Hitoshi. El mago intentó ponerse de pie, escuchaba un pitido en ambos oídos y estaba casi seguro de haberse quedado sordo, sus ojos parpadeaban luchando por enfocar el escenario, el brazo derecho lo sentía muerto y la parte de atrás de la cabeza comenzó a sangrarle a chorro de llave.
Asustado, se llevó la mano que aún le funcionaba hasta la herida y al mirarse la mano empapada en sangre logró desaturdirse y ponerse de pie nuevamente.
-Que molesto eres –le habló Hitoshi cansado de verlo aún con vida.
Y al entender que Kaito era duro de roer optó por seguir jugando sucio y esta vez por donde sabía que era su punto débil. Dio la orden de que tomaran a Hakuba por el cuello poniéndole una navaja en la yugular.
-Suéltalo -le pidió Kaito sacudiéndose la tierra de la ropa. Y al ver que el hombre negó, levantó del suelo el arma que se le había caído al detective, apuntó en su dirección y empleó un tono mucho más severo que antes –Suéltalo.
-No quiero –se limitó a decir el otro.
-¡Hitoshi! -Kaito liberó un grito desde lo más profundo de sus entrañas sintiendo que todo el edificio temblaba. Sonó tan fuerte que incluso Hakuba intentó abrir los ojos. No dudó en apuntar al nombrado directamente a la cabeza –Has lo que te dije o no respondo ¡Y a los demás los quiero de rodillas con las manos sobre la cabeza!
Sonó tan decidido que un par elevaron las manos con miedo de que sacara sus trucos de debajo de la manga y le diera un tiro a cada uno.
Una sonora carcajada salió de los labios de Hitoshi.
-Eres una rata insignificante –escupió dispuesto a destruirlo –Mira en lo que te has convertido.
-¡Segunda advertencia! -volvió a amenazarlo sin dejar de apuntarle –A la tercera no respondo.
No sería una sorpresa para nadie que Kaito cometiera una locura, todos los oyentes y espectadores estaban al pendiente. Los amigos de Kuroba buscaban desesperadamente una manera de llegar hasta ellos, pero con las entradas bloqueadas y encontrándose tan arriba era difícil alcanzarlo a tiempo.
-Tuvo que venir mamá a salvarte el pellejo ¿y todo para qué? -siguió incitándolo con odio –Si al final eres igual que nosotros. Un delincuente ¡Un asesino! -vio como a Kaito le tembló el mentón perdiendo de a poco el control de sí mismo -¡Dispara! ¿Cuál es la diferencia entre un muerto o tres? Hazle un favor a tu amigo y dispárale también porque lo que le espera no es ni comparado con lo que me hiciste tú a mí ¡Vamos!
-¡No lo escuches! -logró gritarle Hakuba con las últimas energías que le quedaban y llevándose un golpe en el costado de la cabeza por parte de su opresor –No eres nada de eso y lo sabes -insistió con voz adolorida e incluso gentil antes de perder el conocimiento por completo –Eres incluso mucho mejor de lo que piensas.
Aquella mezcla de palabras fueron el detonante dentro de él. Sintió como en cámara lenta levantaba el arma y apuntaba a Hitoshi con las suplicas ensordecedoras de Shinichi de fondo.
Entonces disparó, una, dos, tres, cuatro, cinco veces. El hombre cayó al suelo de rodillas sujetándose la cara y temblando de susto, lo miró hacia arriba con expresión petrificada y ojos llorosos.
-No seré como tú y el resto de tu escoria -dirigió los ojos hacia la pared donde los agujeros del impacto dejaron marca y luego miró al resto, que se encontraban casi en el mismo estado de shock por lo que habían presenciado –Es el turno de ustedes.
La movilidad de su brazo derecho volvió de repente, aunque no en su completa funcionalidad, habilidosamente le quitó del bolsillo las armas al sujeto que tenía más próximo apuntando a los demás y comenzó a vaciar los cargadores de la misma manera en la que apuntó a Hitoshi. Por acto reflejo el sujeto que tenía de rehén a Hakuba lo liberó para intentar protegerse.
Se atrevió a liberar bombas de humo y cargar al rubio lejos de ahí.
No había mucho lugar a donde ir además se sentía mareado y en mayor parte se debía a la herida abierta que tenía en la cabeza, pero su prioridad era alejar a su amigo del peligro ya que estando inconsciente no tendría oportunidad y él no se sentía en condiciones de poder defenderlo.
Y sabiendo que sus enemigos se estaban reagrupando arriba no le quedó más remedio que descender.
-Aguanta, por favor –le pidió al momento de dejarlo bien escondido en una sala vacía del segundo piso sabiendo que no podía oírlo.
Partió nuevamente hacia arriba, estaba entre el cuarto y quinto piso cuando una ventana a su izquierda, una de las pocas que tenía vidrio, se quebró de repente salpicándole trozos de cristal por toda la ropa.
El Inspector Nakamori había entrado de la misma manera que Hakuba, con una soga atada a la cintura desde un helicóptero.
Ambos se miraron con la boca entre abierta.
-K... -estuvo a punto de decir Kid, pero la sorpresa fue tan grande que lo llamó por como lo conocía desde siempre –Kaito...
-Si vino –la voz le salió con tanta ilusión que se conmovió de sí mismo al notar cuánto apreciaba la ayuda en ese momento. Estaba aliviado e incluso feliz de que hubiese recibido su mensaje y todo gracias a Shinichi que había terminado de convencerlo.
-¿Qué es... -no alcanzó a formular ya que el joven lo interrumpió con preocupación.
-¡No puede estar aquí! -notó que estaba vestido como civil, completamente indefenso -¡Es peligroso! - no quería que le sucediera nada malo -Lo reconocerán de inmediato y no tendrán consideración.
Bastó decirlo para que se convirtiera en un hecho.
Una ráfaga de disparos se aproximó a ellos y Kaito actuó como escudo. Puso todo de sí para cubrir a Nakamori inevitablemente siendo perforado en diversas partes del cuerpo, sintió como las balas le entraron en los brazos y muslos.
Gritó de dolor y el peso de su cuerpo hizo que ambos cayeran al suelo.
Ni siquiera al ver que Kaito ya no podía ni moverse detuvieron el ataque, el inspector comenzó como pudo a arrastrarse con él encima para esquivar un poco la lluvia de proyectiles. Y el mago, con sus pocas fuerzas, lanzó una nueva bomba de humo dándole unos pocos segundos de ventaja.
-¡Muchacho! ¡Levántate! -exclamó Nakamori ayudándolo.
Doblaron cojeando por un estrecho pasillo, por lo menos ahora estaban un poco más lejos. El inspector rasgó parte de su ropa para hacerle torniquetes a Kaito, quien comenzó a sufrir un ataque de tos.
-Por favor... -apenas podía modular y ya no sabía que parte del cuerpo le dolía más. Lo único que quería en esos momentos era que el inspector saliera de allí -Salga antes de que sea demasiado tarde... -hizo una mueca de pesadumbre cuando le aplicó fuerza en el torniquete de la pierna izquierda –Piense en Aoko...
Como el hombre parecía empeñado en no hacerle caso tuvo que sacarlo por cuenta propia. Con sus últimas fuerzas logró ponerse de pie y empujó al inspector por la ventana más cercana.
Nakamori aulló asustado al sentir como caía forzosamente desde tan alto, pero Kaito no iba a desampararlo, un paracaídas se abrió justo a tiempo ayudándolo a llegar sano y salvo a tierra firme, donde los demás buscaban una manera de subir.
Kaito no entendía como podía seguir moviéndose, se aferró a las últimas gotas de fortaleza que le iban quedando y oyendo unas lejanas sirenas de fondo subió tambaleándose una vez más.
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En el momento en que el inspector tocó el suelo un fuerte rayo atravesó el cielo como si estuviese liberando su furia en forma de agua. La lluvia comenzó a caer de manera estrepitosa mezclándose con el mar que parecía una gran masa negra de lo más amenazante, dando la sensación de que si alguien caía allí no podría salir jamás.
-Detonó las bombas y se sellaron las posibles entradas –le explicó Chikage a Shinichi taladrando, junto a Fabio los escombros con herramientas especiales para eso.
-Hakuba está inconsciente –Kaito les habló a todos por el comunicador –Que alguien venga a sacarlo ahora -jadeó intentando llenar sus pulmones de aire –Copiaron mi estrategia y... hay otras bombas a parte de las mías.
Los cinco se miraron nerviosos. La situación era grave, los delincuentes habían caído demasiado bajo, preferían morir con tal de no pagar por sus crímenes, se dieron cuenta de que estaban tan cogidos del cuello que optaron por minar el único piso firme que tenían. Aquella estructura podía colapsar en cualquier momento.
-¡No hay manera de subir! -gritó Hattori agitando los brazos con desesperación.
Esas palabras resonaron en bucle dentro de la cabeza de Shinichi, miró reacio a creer por cada rincón de las instalaciones buscando una forma de subir. Y la encontró.
-La estructura del elevador -susurró para sí mismo.
Corrió a toda velocidad e hizo palanca con un fierro para abrir las puertas, los demás lo vieron entrar a la cabina ascensor, quitar la trampilla del techo e impulsarse con los brazos para poder subir.
No le importó tener las manos descubiertas, se aferró a la gruesa cuerda y comenzó a escalar como si su vida dependiera de ello.
-¡Ey! ¡Spiderman! -Hattori asomó la cabeza por el pequeño rectángulo. Kudō lo miró hacia abajo intentando no perder la concentración -¡Te vas a caer! ¡Son quince plantas las que tienes que subir!
-¡Tengo que intentarlo! -gritó esperando que comprendiera que no había tiempo.
-¡Llévate esto! -le lanzó con toda su fuerza los suspensores que había creado el profesor Agasa y Shinichi las agarró con éxito -¡Estaremos despejando la entrada!
Por el momento no tenía donde enganchar aquel útil invento, pero tenía fuerzas de sobra y entender en la posición en la que estaban le daba impulso para subir. Saber que Kaito había provocado todo eso solo para intentar protegerlos y concluir su misión a toda costa provocó que lo invadiera una sensación de lo más extraña. Una especie de dèjá vu y no de las buenas.
Desconocía en que estaba el mago en esos instantes, pero por todo lo que había oído dedujo que se encontraba camino al combate decisivo. La policía los había rodeado por lo que era imposible que la banda de malhechores escapara. Por lo único que Kaito seguía intentando llegar hasta ellos era porque aún creía tener una oportunidad.
Si lograba que las bombas no se detonaran, ganarían.
-Kaito te prohíbo que mueras -gruñó por el radio transmisor sintiendo que el sudor le empapaba la frente y las manos comenzaban a arderle a causa del roce.
-Vamos detective –le respondió al segundo -¿Es que acaso ya no puedes vivir sin mí? -sentía como el antiguo Kaitō Kid se apoderaba de todo su ser, lo que lo llevó colocarse el traje para poder llevar a cabo el acto final.
-¡No! ¡Ya no puedo! –le gritó tomándolo por sorpresa.
Oír eso salir de los labios del detective lo hizo sentir bien, porque era lo que necesitaba, sentirse apreciado y en ese mismo instante las sonrisas de todos se adueñaron de su mente como brillantes fragmentos. Aquellas sonrisas de confianza de diferentes momentos que demostraban cuanto creían en él. Y eso le dio poder.
Cuando Kaito llegó a la catorceava planta ya habían explotado varias cargas en los pisos de abajo, agudizó los sentidos para que no lo pillaran desprevenido.
Con la espalda pegada a la pared avanzó concentrando el poco oído que le quedaba para buscar una pizca de movimiento. Asomó la cabeza por el único corredor que había en esa planta, el resto era una simple escalera de construcción que daba paso a la azotea, que realmente eran solo grandes tablones de madera que ni siquiera estaban bien cerrados.
Y en efecto, solo quedaba una persona allí arriba, el resto había huido cobardemente como ratas a las plantas de abajo. Una acción bastante tonta, ya que ahora sí que no tenían escapatoria, o los atrapaba la policía en la entrada de la edificación o en tierra firme donde comenzaba el puente.
Un sonido similar a un elástico que se deslizaba capturó su atención, provenía del hueco donde se suponía debía estar el elevador, se agachó y apoyó las manos el marco para observar hacia abajo.
Shinichi salió disparado hacia arriba provocando que se dieran un cabezazo. Kaito lo alcanzó a sujetar de la cintura y rodaron lejos de esa orilla tan peligrosa.
-¡Tú! -le reclamó sin deshacer la posición.
-Yo –Kaito sonrió.
Gritarle era poco para lo que quería hacerle, el detective lo observó frunciendo el ceño, Kaito llevaba su traje blanco, pero las heridas que tenía sangraban lo suficiente para traspasar los vendajes y mancharle. Tenía el rostro lleno de tierra, balas alojadas en todo el cuerpo, el cabello alborotado y pegado con sangre seca en la parte de atrás. En resumen, se veía hecho un asco.
Pero esa sonrisa resplandeciente y arrebatadora iluminó todo su mundo.
-No me sonrías así -lo regañó -Estoy muy enojado contigo.
Kaito volvió a reír tiernamente, como si no le importara nada más que ver al detective con esa expresión molesta.
-Lo siento –lo tomó de las manos y vio lo quemada que estaba su piel, así que sacó una larga tela para comenzar a vendarlo.
-Vamos –le dijo ayudándolo a ponerse de pie –La policía ya está abajo y tú necesitas atención urgente –lo jaló para hacer que avanzara, pero Kaito permanecía quieto como estatua -¡Estás herido! ¡Necesitas verte ese golpe en la cabeza! -intentó convencerlo de que no estaba todo perdido –Has perdido mucha sangre y ese sujeto no se va a suicidar –explicó perdiendo la calma –Seguramente tiene algo preparado y saltará al agua.
Pero no podían darlo por hecho y Kaito no había llegado hasta ahí para que una mínima posibilidad de dejar ganar al enemigo se le colara por las manos.
-Voy a detenerlo -sonó tan calmado y convencido que hasta lo visualizó -Y sé que vas a perdonarme por esto algún día.
Shinichi no alcanzó ni a mover un músculo cuando el mago le dio un golpe en la espalda dejándolo casi inconsciente. Con la cara pegada a ese sucio piso de concreto lo vio dirigirse hacia las escaleras que daban al endeble intento de estructura de arriba.
Así como Kaito arrastraba los pies, él se arrastró con las manos. Escuchaba por el comunicador una mezcla de gritos que les pedían salir de ahí, pero ninguno quería, ni podía, abandonar ahora su posición. Kuroba daría todo de sí para quitarle el detonador al líder de la banda y Kudō no iba a dejarlo solo.
El estómago se le revolvía y antes de poder subir por completo se aferró a ambos lados de la escalera para no perder más el equilibrio y vomitó en sus pies. Y luego de tomar unas cuantas bocanadas de aire completó su cometido.
-¿Por qué sigues vivo? -Rosso lo saludó con una mueca de asco.
Kaito observó que donde debía estar la pared izquierda no había nada, se veía la iluminada ciudad, la lluvia seguía cayendo con intensidad armonizada con furiosos truenos y destellantes relámpagos en el cielo nocturno.
Fijó un objetivo, acercarlo lo más posible a la orilla porque si lograban verlos, los helicópteros podrían acercarse y terminar de acorralarlo.
No respondió a su pregunta tan obvia, simplemente se acercó a él y pidió educadamente.
-Dame el detonador -se llevó la mano a la herida de la cabeza al sentir una horrible punzada.
-¿De verdad crees que te lo daré ahora? -soltó una risotada –No. No ahora que puedo hacer volar esto con tus amiguitos abajo.
El hombre se acercó hacia una mesa improvisada donde tenía varios objetos, pero antes de poder tomar lo que buscaba, Kaito le disparó un naipe cortándole la parte externa de la mano. Aprovechó su distracción y se abalanzó sobre él, los objetos cayeron al suelo junto a ellos y ambos comenzaron a forcejar violentamente.
La planta, al ser solo de madera sobre puesta en andamios permitía perfecta visión hacia abajo. Kaito se asustó al ver a Shinichi arrastrándose debajo de ellos, lo vio tumbarse boca arriba y hacer contacto visual con él.
Aprovechó que con Rosso se estaban soltando improperios para enviarle un mensaje al detective.
-Guarda silencio -logró apresarlo bajo suyo. Se tranquilizó un poco al notar que realmente Shinichi no podía moverse más y su corazón se estrujó cuando le levantó una mano hacia arriba intentando, inútilmente alcanzar la suya –Esto termina aquí.
Pero el sujeto estaba en mejor estado, le dio un rodillazo en el estómago y Kuroba cayó a un lado retorciéndose de dolor, quiso atrapar el control remoto del detonador, pero Rosso lo pateó lejos de su alcance y lo tomó con la mano izquierda.
-Si. Esto termina aquí -se sacó el arma del bolsillo y lo apuntó con la derecha. El joven mago gateó hasta la orilla y para torturarlo dibujó un camino de disparos a escasos centímetros delante de él cada vez que lograba avanzar -¿Vas a huir lanzándote al mar? -creyó leer su intención -Yo te ayudaré a llegar.
A cierta distancia, Akai seguía en su posición sin dejar de apuntar, Jii-chan, Haibara, el profesor y el resto vieron desde abajo como Kid logró levantarse, sus pies se acomodaron en la orilla de las tablas y como el viento del helicóptero más cercano hizo a Kaito perder aún más el equilibrio.
El detective seguía con la vista clavada hacia arriba y no se explicaba como lograba mantenerse en pie. Shinichi al mirar hacia arriba fue envuelto, una vez más, por una sensación particular de dèjá vu.
-Se va a caer y esto se va a incendiar- pensó en voz alta y al mismo tiempo, la frase que Kaito había soltado por fin le hizo real sentido.
<<Para ganar tenemos que perder los dos>>
No se lo decía ni a Rosso, ni a Hitoshi ni al resto de la mafia. Se lo decía a él.
-¡KAITO! -le gritó Chikage.
-¡Kuroba! -Hattori lo llamó por su verdadera identidad -¡Salta al agua!
-¡Joven amo! -ahora se escuchaba la desesperada voz de Jii-chan -¡Por favor!
-¡Kuroba-kun! -esta vez fue Haibara -¡Sal de ahí! ¡Ya!
Se conmovió de escuchar las suplicas de sus amigos, la sangre le seguía chorreando por los brazos y las piernas. Y cuando por fin sintió el helicóptero lo suficientemente cerca le enseñó a Rosso ambas manos en gesto de rendición acompañado de una sonrisa triunfante en la boca demostrándole al criminal que el enfrentamiento había culminado y que no era el ganador. Este último dejo al descubierto su naturaleza como acto final y terminó de vaciar el cargador del revolver a la altura de la rodilla del mago.
-¡NO!
También quería gritar su nombre, pero la voz se le apagó y lo último que vio Shinichi mientras se arrastraba a la orilla fue como el impacto de la luz del arma hizo a Kaito tambalearse y estirar los brazos al caer buscando algo en lo que sujetarse y con un sonido gutural Shinichi vio como su cuerpo cayó hacia atrás sin ser capaz de agarrarlo. Culminando la escena con el disparo de Akai directo en el control del detonador en la mano de Rosso, dejándolo imposibilitado de actuar y abriéndole paso a la policía que lo apuntaron desde los helicópteros.
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Kaito descendió sintiendo que su caída era interminable, el viento y la lluvia hacía que sus heridas ardieran, cerró los ojos y pensó.
-Tal vez vuelva a ver a papá.
Su espalda se dio un golpe seco al alcanzar el agua, sus ojos se cerraron solos, dándole a entender que el agua lo envolvía reclamándolo como su presa.
Y Shinichi se sintió solo horriblemente solo, el pecho le apretaba sabiendo muy bien que, esta vez, no era por los efectos del antídoto.
Ya no se sentía capaz de mover un dedo, con la vista borrosa fue testigo de cómo el hombre descendía rápidamente al mismo tiempo que toda la estructura comenzaba a temblar, pero simplemente permaneció en la misma posición.
-Fabio -escuchó a Chikage dar instrucciones luchando para que no le temblara tanto la voz -Sácalo de ahí.
A los pocos segundos todo comenzó a desmoronarse, caían tablas y pequeños bloques ensuciándolo de polvo. Unos brazos fuertes lo arrastraron justo antes de que un pedazo de techo impactara en su cabeza.
-¿Puedes caminar? -le preguntó Fabio ayudándolo a ponerse de pie.
Shinichi no le respondió, seguía oyendo todo como si tuviese los oídos tapados y viviendo el momento en cámara lenta. Él policía lo sujetó de las piernas y hábilmente lo posicionó para cargarlo en su espalda echándose a correr intentando esquivar los escombros que no dejaban de llover.
Cuando Shinichi salió seguía aturdido, había mucha gente en la entrada, los involucrados estaban siendo esposados uno por uno. En tierra firme una fila de carros policiales iluminaba el perímetro con sus características luces rojas y azules.
-¡Kid cayó al agua! -gritó el Inspector Nakamori.
No tuvo que dar la orden, él y Hakuba, que había recuperado la consciencia fueron los primeros en saltar al mar buscando al mago.
-Hay que encontrarlo –dijo Heiji apoyando la mano en el hombro de Shinichi y también se lanzó directamente al agua agitando las extremidades para evitar hundirse.
Este último vio al grupo llamar a Kid una y otra vez adentrándose en el mar. A diferencia de ellos tardó un poco más en tomar la iniciativa de tirarse al agua y buscarlo, sentía la sangre palpitar en su cabeza y la garganta rasposa de tanto gritar. Pestañeaba rápidamente intentando despejar sus ojos de la fina lluvia que seguía cayendo y tomando valor para buscar a Kaito teniendo en claro que seguramente cuando lo encontraran ya sería demasiado tarde.
Se imaginó su cuerpo pálido e inmóvil, batallando para sacarle el agua de los pulmones y socorrerlo para que se siguiera aferrando a la vida.
Porque con todos esos impactos en el cuerpo y el golpe en la cabeza la capacidad para poder nadar era casi inexistente y cualquiera con un conocimiento mínimo sabía que los humanos no podían pasar tanto tiempo bajo del agua y los minutos habían comenzado a correr rápidamente antes de las explosiones.
En palabras sencillas los daños colaterales no tenían vuelta tras, estaban buscando un cadáver.
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No pudieron dar con él, los tres detectives se encontraban en la orilla con los pies adoloridos y luciendo completamente demacrados, el frío ya se había hecho presente y lo único que tenían para abrigarse era una manta que la policía les había dado a cada uno.
El beetle amarillo del profesor Agasa se estacionó a pocos metros de ellos, Haibara abrió la puerta violentamente y salió disparada hacia donde se encontraban, seguida por Jii-chan y el profesor.
La castaña hizo contacto visual con ellos buscando una pizca de respuesta positiva en sus ojos, pero lo único que recibió fue un movimiento de negación por parte de Hattori. Ella se llevó ambas manos a la boca sintiendo que las lágrimas amenazaban con salir.
Giró el cuello para mirar a Kudo, el detective tenía la vista clavada en el suelo y el rostro descompuesto, se fijó también en que sus pestañas seguían húmedas, producto de la mezcla del agua salada del mar y la de sus lágrimas.
Se vio tentada de darle un abrazo, pero simplemente las fuerzas no le daban.
-Lo siento mucho... -un débil susurro fue lo único que su boca logró articular.
A su lado Jii-chan pasó corrió hacia Chikage, la pobre mujer estaba junto a su amigo el policía, arrodillada en el suelo mirando hacia el horizonte, con la vista pegada en el agua que reflejaba el anarnjado fuego de los escombros que de a poco se iban apagando con la lluvia . Y en el momento en que el mayor se acercó a ella no pudo aguantar las ganas de abrazarla para darle apoyo y consuelo. Había perdido a su esposo y ahora a su hijo.
Habían obtenido la victoria, pero a un precio muy alto. Aquel paraíso prometido era solo para quien realmente quería verlo como lo que no era.
Desde ese día la luna comenzó a tortúralo cuando salía. Todo le recordaba a él y era como si le diera una puñalada en el corazón. Deseaba ver su silueta volando mezclándose con ella mirándolo desde las alturas y las únicas veces que encontraba calma eran las noches de luna nueva o cuando salía a deambular para recordar buenos momentos.
Muchas veces lo invadía la culpa ¿por qué tuvo que perderlo de esa manera tan brusca? Prefería seguir viviendo en su forma de niño o ser atormentado otra vez por hombres de negro con tal devolver el tiempo y que la vida no se lo arrebatara.
Iba de vez en cuando a la bahía y se sumergía en el océano con esperanzas de encontrarle. Se había vuelto costumbre que los demás lo vieran llegar empapado a casa, ya no le preguntaban nada, solo le tendían una toalla y lo dejaban navegar en esa madeja de pensamientos
Había otras veces en las que se quedaba observando cada uno de los origamis que alguna vez le había dado Kaito, los recuerdos en su cabeza lo torturaban.
Tomo entre sus dedos el libro que le había obsequiado hojeándolo y sintiéndose vacío. Un pequeño papel de color morado del que no estaba consciente cayó a sus pies. Sonrió al notar que tenía forma de mariposa, la observó por varios minutos sintiendo que el papel le hablaba y que la mariposa podía extender sus alas y ponerse a volar en cualquier momento. Se la acercó a los labios atesorándola como un último recuerdo físico que el mago había dejado para él, seguramente cuando iban en el tren.
De aburrido comenzó a desdoblar el papel deshaciéndose de los dobleces cuidadosamente para volver a armarla después, topándose con la sorpresa de que en el interior estaban escritas unas letras negras. Sus ojos se expandieron de asombro junto con el papel y casi se quedó sin aire cuando leyó lo que estaba escrito. Su vista se nubló por culpa de las lágrimas y un suspiro salió de su boca leyendo una y otra vez lo mismo para convencerse de aquello.
-¿Y ahora que no estás me lo pides? -habló al cielo con voz temblorosa.
Dejó extendido el papel para leer el "will you marry me?" una vez más y con cuidado volvió a formar la mariposa depositándola delicadamente entre las páginas del libro.
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Chiquilles, antes de que me maten lean la otra parte por favor 😔
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