LXII. Tren de luna llena (R18)


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-Me tranquiliza que hayas aceptado –le dijo la mujer a Shinichi una vez que lo llevó de vuelta a su residencia.

-No se equivoque. Usted y yo no somos nada –la frenó en seguida. Necesitaba ponerle ese límite para que no se le pasara por la cabeza la idea de que podía contar con él.

-Es bueno que ambos lo tengamos claro –no se dejó perder, pero le puso una cara que demostraba cuanto le entusiasmaba su altanería.

La señora Majime le dio la indicación al conductor para quitar el seguro de la puerta y Shinichi por fin pudo salir del vehículo.

-Gracias por traerme -demostró su educación de manera seca antes de que el motor se pusiera en marcha y la señora le dedicara una última mirada.

Miró la hora en su reloj, solo se había perdido quince minutos dando vueltas por la calle llenándose de información. Y el tiempo suficiente para que sus amigos notaran su ausencia.

-¿Dónde te habías metido? -le preguntó Heiji terminando de masticar –Y no me digas en el baño porque fuimos a revisarlo.

Shinichi repasó con la mirada a cada uno sintiéndose completamente hastiado y notando que Hattori tenía su pajarita modificadora de voz en la mano.

-A estas alturas creo que lo más conveniente sería de ocultarnos cosas -sugirió Hakuba.

-Tiene razón -lo apoyó Heiji –Vimos cómo te bajabas de un auto.

Kaito le devolvió una mirada nerviosa y expectante, el detective notó que tenía restos de comida en la boca así que por inercia se agachó hasta quedar a su altura y con el borde de la camiseta le limpió la comisura de los labios.

-No soy un bebé -con tono Kaito defendió la poca dignidad que le quedaba y se pasó bruscamente la manga por la boca.

-Veo que sabes bien como convertir a quien no debes en tus aliados –le dijo con recelo al mago –Si todo es como ella dice entonces tenemos una oportunidad de acabar con esto sin lamentarnos nada.

-Hagamos que valga la pena –advirtió Heiji entendiendo más o menos donde se había metido su amigo.

-Mas importante aún -intervino Hakuba –En tu ausencia el rumbo de la investigación dio un giro.

-¿Qué sucedió ahora? -Kudō exigió saber ya acostumbrándose a infartarse tan seguido.

-El cabo suelto cambió mágicamente su declaración.

El rubio se cruzó de brazos y miró hacia otro lado dejando que su molestia fuera palpada en el aire. Todos se dieron cuenta de que su comentario iba insidiosamente dirigido a quien se relacionaba con esa palabra.

-¿Qué? -arrugó las cejas y sintiendo un mal sabor en la boca.

Hattori expulsó aire por la boca para apaciguar un poco su ansiedad.

-Según lo que nos contó el Inspector Megure este sujeto se puso en contacto con la policía a los días después de haber sido... -tragó saliva creyendo que al hacer eso la mancha de complicidad le limpiaría un poco el cuerpo por dentro –Retenido en contra de su voluntad. Solo que al hacerlo estaba en claro estado de ebriedad, por lo que su testimonio perdió bastante su credibilidad.

-Aprovechó lo sucedido con Kaitō Kid y fue en ese entonces que puso oficialmente la denuncia -siguió explicando Hakuba para que Shinichi se hiciera una idea completa –Pero esta mañana fue a retirar los cargos –vio como los ojos del otro se expandieron –Dijo que se lo había inventado todo para perjudicarlo -apuntó hacia Kaito con la cabeza –Cuando le preguntaron el motivo se limitó a responder que habían tenido un mal entendido en el pasado.

-¿Y ya? -volvió a preguntar Shinichi sin creerlo.

-La historia quedó ahí -Hattori continuó el relato –El sujeto pidió permiso para ir al baño y fue en ese momento en que aprovechó para huir. Nadie sabe muy bien cómo lo hizo, pero es seguro que alguien lo ayudó.

Kudō se quedó estático por unos momentos, con la mano apoyada en el mentón dándole mil vueltas al asunto y recreando escenarios en su cabeza, formulando una hipótesis que era la que le hacía más sentido. Y ese gesto de cobardía hizo que se le calentara la sangre.

Se giró para mirar a Kaito.

-¿Cuánto le pagaron? -preguntó convencido. El acusado lo miraba con incertidumbre así que volvió a insistir –Tu madre ¿Cuánto le ofreció para que se inventara esa historia?

Y debía ser bastante ya que el hombre de por si ganaba una cantidad importante gracias a lo que se dedicaba a vender.

-No sé de qué me estás hablando -respondió con nerviosismo.

-No te hagas el desentendido –esta vez fue Hakuba quien se puso en su contra –Quedamos en que no nos ocultaríamos nada más.

-Mi madre no tiene tanto como para comprarse a alguien como él -se defendió.

La cabeza de Shinichi comenzó a funcionar mucho más rápido, tal vez Kaito decía la verdad, Chikage no podía comprarlo, pero había alguien más que sí y calzaba perfectamente con la visita de hace unos pocos momentos.

-Así que con eso se refería con que me demostraría que estaba de tu lado -soltó como si los demás fuesen a entender.

-¿Quién? -Hakuba quiso saber.

-La mujer con la que trabajabas vino a buscarme –le habló al grupo –No sé exactamente como dio conmigo, pero puedo hacerme una idea –realmente era bastante fácil adivinar que esos dos estaban juntos en todo sentido de la palabra –Tampoco logro entender por qué está tan empeñada en ayudarte, pero lo importante es que me dio información que nos servirá para trazar una estrategia.

-¿Qué piensas? -Hakuba arqueó una ceja -¿Creerle e ir a hacerles un jaque mate? ¿Por qué traicionaría a su propia gente?

-A ella no le interesa esa gente -aseguró Kaito –No es su gente, desde un principio dejó claro sus intereses y se las ha jugado a varios. Ella solo está interesada en sí misma y en su hija.

-Fue lo mismo que me dijo a mi -recordó Kudō.

-Seguramente tiene miedo de dejar a su hija sola -siguió Kaito con la esperanza de tener razón -Al saber que tú serías la cabeza en todo esto podía darse por perdida –sintió como se le encendía el foco -¿Te pidió que llegado el momento declararas a su favor para reducir su condena?

-Si. Pero no le prometí nada –se apresuró a decir –Solo asume que yo haré eso y puede que lo haga, solo si ella cumple al pie de la letra con la información.

Heiji tomó asiento en la silla más cercana sintiéndose un poco más aliviado que antes.

-Al menos ya no tendremos que preocuparnos por lo otro.

-Claro porque a ti te conviene –Hakuba negó con desapruebo y Kudō lo apoyó endureciendo el rostro en su dirección.

-Aun no me puedo creer que lo hayan torturado gratis.

El moreno chasqueó la lengua recordando ciertas escenas y la rabia que le dio ver a Kudō aparecerse como si nada a los días después.

-Y yo no logro convencerme que no hayas sido capaz de avisarnos que estabas bien. De lo contrario...

-Eso me recuerda -habló Kaito para evitarles la oportunidad de seguir discutiendo aquello. Todos agacharon los ojos para mirarlo –Ustedes dijeron que afirmó no haberme visto el rostro ¿Por qué lo hizo?

-Seguramente pensó que podías desmentir ese testimonio diciendo que habían entrado a tu casa y se habían hecho pasar por ti –dedujo Shinichi -Él sabía de sobra que habían pasado meses en los que no viviste allí. Tenías el apoyo del Inspector Nakamori, el de Aoko, el mío, el de Akai, el del profesor y el de Haibara –se convenció y los demás también -Y tampoco le vio el rostro a Hattori. La acusación hacia Haibara tiene menos peso, sería una idea casi absurda pensar que incluso le prestó auxilio.

-En conclusión, él salía perdiendo más que tú -suspiró Hakuba –Sobre todo si se te ocurría hablar de los trabajos que tiene. La policía encontraría fácilmente pruebas que lo incriminarían y el tiro le habría salido por la culata.

-Sea como sea es un maldito vendido –esta vez fue Shinichi quien se sentó.

Se quedaron callados mirándose la punta de los pies esperando a que el calor del momento descendiera un poco.

-En fin. Ya está hecho –Heiji optó por utilizar, como pocas veces, la madurez -Deberíamos concentrarnos en idear nuestro próximo movimiento.

Todos asintieron en silencio.

-Pero esta vez no podemos equivocarnos –Shinichi no quiso asustarlos, pero las cosas eran así -Si damos un paso en falso las probabilidades de acabar mal son demasiado altas para tomarlas a la ligera, pero si sale bien todo esto habrá valido completamente la pena. 

Trazar un plan no fue tan difícil ya que contaban con una ayuda extra de su lado. La única desventaja era que para poder hacer todo eso necesitaban sus cuerpos adultos de vuelta, así que los detalles prefirieron dejarlos para después y así Heiji y Hakuba tendrían tiempo para adelantar todo lo demás.

Haibara les pidió unos cuantos minutos más para poder alistar lo último del antídoto definitivo para Shinichi. Y este no podía estar más ansioso.

El laboratorio estaba perfectamente acomodado, el detective reparó en todos los instrumentos poco comunes de su alrededor y tragó saliva cuando vio el desfibrilador. El dispositivo se encontraba en un mesón de la esquina a vista de todos, como si Haibara lo hubiese puesto allí a propósito para hacerle saber al tipo de consecuencias que podría enfrentarse.

-¿Tienes mucho miedo? -le preguntó Kaito cuidando que el tono empleado no le saliera como si se estuviese burlando de él.

Shinichi lo miró de reojo sintiéndose ofendido, pero respondió haciéndose el valiente.

-Solo un poco –sus tripas se removieron dentro casi llamándolo mentiroso.

-Estás en buenas manos –lo animó Kaito dándole unas palmaditas a la altura de los riñones ya que su estatura actual era lo más alto que le permitía llegar.

Como la vez anterior, Kuroba volvió a centrar su atención en los tubos de colores que daban vida a esa parte más alta de una estantería y como buen observador, Shinichi lo notó de inmediato.

No quería que sucediera lo mismo que antes y terminar limpiando el desorden que se generaría, así que dobló un poco las rodillas y tomó fácilmente al pequeño Kuroba para ayudarlo a subir sobre sus hombros.

-¡¿Qué haces?! -le preguntó sujetándose como pudo de la cabeza del detective intentando mantener el equilibrio.

-Te ayudo -sonó como su fuese obvio –Para que veas mejor.

Kaito sintió como sus pómulos comenzaron a teñirse de rosado, con mucho cuidado hundió sus pequeños dedos en el cabello del detective y pudo mirar, ahora sí, de cerca los colores de esos pequeños tubos de vidrio. Solo que como si realmente fuera un niño su atención cambió rápidamente de rubro.

-Ya bájame -pidió por favor y sintió como el detective lo ayudaba nuevamente a poner los pies en tierra firme –Gracias.

Se quedó estático por unos breves segundos.

-¿Qué sucede? -se asustó Shinichi creyendo que había hecho algo malo.

-Nada -volvió en sí sacudiendo su cabeza de un lado a otro –Solo que se siente extraño. Siempre es al revés.

Se refirió a que todo el tiempo era él quien cargaba a Shinichi en brazos.

-Podría acostumbrarme -suspiró el detective desplomando la espalda en una de las sillas de la mesa.

Kaito lo imitó, solo que se sentó arriba de la mesa para quedar perfectamente de frente y poder apoyar sus pequeños pies en los muslos del joven detective. Apretaron una sonrisa corta al mismo tiempo para dedicarle al otro, lo que provocó que ambos soltaran una risita tonta.

-Qué tierno te ves –lo elogió Shinichi concentrándose en las infantiles facciones del ladrón.

Seguía con la piel pálida y con señales claras de que no había descansado lo suficiente en esos días, pero no dejaba de verse adorable, emanando esa fuerte necesidad de ser protegido y amado como se merecía. Y Shinichi estaba dispuesto a darle todo eso, de salvar a ambos de las circunstancias que los envolvían para poder comenzar una vida nueva.

En un parpadeo, Kaito puso ambas manos en la cien del otro acercándolo hacia él con evidentes intenciones de darle un beso. La conexión fue tanta que ambos sintieron como los vellos del cuerpo se les erizaban como delicadas flores que jugueteaban con el viento.

-No hagas eso –lo regañó en un susurro permaneciendo con los ojos cerrados.

-¿Qué cosa? -se hizo el desentendido -¡Ooh! ¿te refieres a.... besarte con este cuerpo?

-Si -asintió aliviado rompiendo el contacto físico -Es raro y está mal.

-¡Ja! -lo apuntó con el dedo índice sintiendo que el marcador estaba empatado –Ahora te aguantas porque tú siempre me haces lo mismo.

Volvió, descaradamente a apegar sus rostros a tal punto que la punta de su nariz chocó con la de Shinichi, volviendo a generar una especie de descarga eléctrica en ambos.

-Detente –le pidió ahora siendo él el de las mejillas rojas y cubriéndose rápidamente la boca con una mano, porque lo conocía de sobra para saber de lo que era capaz.

Y lo fue, posó sus labios encima de su mano. Kudō agradeció haber podido adelantarse a su jugada, pero por muy embarazoso que fuese todo, le fue inevitable no capturar el momento cerrando suavemente los ojos.

Solo que la escena romántica no les duró demasiado, escucharon un <<¡ejem!>> y un golpecito en la puerta que no podía estar más abierta. Al girarse a mirar se toparon con la figura del Profesor Agasa completamente incómodo y la de Ai-chan con su característica expresión aburrida.

-¡Profesor! -con entusiasmo y como si hubiese estado jugando a cualquier cosa, Kaito se puso de pie de un solo salto y se acercó al hombre -¿Viene a ver el espectáculo?

El profesor forzó una sonrisa nerviosa.

-Vengo a asegurarme de que Shinichi esté bien.

-Excelente -pensó el nombrado. Si hace un rato sentía miedo ahora estaba aterrado.

-Vamos –le indicó Haibara –No tenemos mucho tiempo antes de que el prototipo que ingeriste deje de hacer efecto.

Le pidió recostarse en la camilla y el detective hizo lo que le pidió mientras ella terminaba de alistar todo. Se le ocurrió mirar a los otros dos; el profesor sudaba nervioso y podía jurar que en su mente estaba encomendándose a todos los dioses y santos existentes. Y en el otro extremo tenía al pequeño Kaito, quien le sonreía enseñando su brillante dentadura y elevando ambos pulgares.

En conclusión, no había término medio que lo hiciera poder buscar un poco de consuelo, ya que ambos lucían expresiones de los extremos.

-Haibara –le habló a su amiga y esta le respondió con un <<¿Hm?>> -¿Cuáles son los riesgos?

Ella terminó de llenar una jeringa, que para Shinichi era preocupantemente grande, con un líquido transparente y la miró como subía a un banquito para quedar más alta.

-En el mejor de los casos, que esto no funcione y que nunca puedas volver a la normalidad.

-¿Y en el peor? -preguntó sin querer saber realmente cual podía ser ese caso. Y supo que su respuesta no era ninguna broma cuando ella miró con duda hacia otro lado.

-Te lo preguntaré por última vez -jamás había utilizado un tono tan serio -¿Estás seguro de esto?

Volvió a tragar fuerte ante su falta de delicadeza y sintiendo que había estado tragando tanta saliva en esos ratos que ya casi no le quedaba. Miró al techo replanteándose todo nuevamente, aquello podía dar paso a un efecto mariposa generando un daño irreparable en su vida o en la de los demás.

En el futuro que tenía a la vuelta de la esquina podían surgir situaciones donde podía necesitar su cuerpo adulto o su cuerpo de niño y lamentablemente, él no tenía todo el control con respecto a lo que podía suceder.

No le quedaba de otra, en el peor de los casos sus amigos harían desaparecer su cadáver.

-Confío en ti -buscó valor aferrándose a la mano de Haibara tomándola por sorpresa y sintiendo como la calidez de su agarre le transmitía confianza -Saldrá bien.

Sin pensarlo demasiado, Ai-chan imitó el gesto de Kuroba de tomarle las mejillas al detective y apegar sus frentes. No tuvieron el reflejo de rechazarse, lo que obligó a ambos a cerrar los ojos compartiendo ese sentimiento extraño de que iban a echarse de menos a pesar de que ninguno de los dos se alejaría físicamente de la vida del otro.

-Va a salir bien –repitieron al unísono.

Y para lo que a los demás presentes fue eterno, al fin se separaron.

-Escucha –le pidió la castaña dejando el sentimentalismo a un lado –Va a doler y seguramente sientas como todas tus patéticas células se salen de control, pero tienes que resistir.

-Está bien -asintió echándole una última mirada a Kaito y al profesor, este último tenía bien sujeto de los hombros al menor, más que nada para no salir huyendo. Se esforzó en inmortalizar sus rostros dentro de su mente.

-Aquí voy –tuvo la gentileza de avisarle poniendo todo de si para que no le temblara tanto la mano.

Shinichi no se atrevió a mirar como lo inyectaba, pero al sentir el pinchazo arrugó la frente hasta que el dolor de la aguja pasó a segundo plano y se vio violentado por el líquido espeso que se abría paso agresivamente por su torrente sanguíneo. El dolor pasó desde su muñeca hacia su ante brazo hasta llegar rápidamente a su hombro.

Intentó hacerse el valiente y no fruncir tanto el ceño, pero se le hizo imposible mantenerse sereno cuando comenzó a sentir los típicos espasmos y clavadas en el corazón, solo que esta vez podía jurar que el dolor estaba aumentado por diez.

Se retorcía involuntariamente en la camilla sin poder ahogar las quejas que pronto se transformaron en gritos. Los otros dos corrieron a su lado con expresiones preocupadas y fue en ese entonces cuando notó que estaba comenzando a perder el conocimiento.

-¡Ai-kun! -le gritó el profesor.

-Kudō-kun, tranquilo –Haibara le habló nerviosa obligándolo a mantenerse despierto –Aguanta solo un poco más.

-¡Haz algo! -le exigió Kaito entre gritos buscando desesperadamente la mano del detective –¡Le duele!

-Si -comenzó a impacientarse ella también -¡Es normal!

Volvió a resonar un fuerte grito entre esas cuatro paredes, Shinichi estaba a penas consciente y sentía que tenía un elefante sentado en su pecho que le impedía respirar. Lo último que medio vio antes de perderse fue la brillante luz del techo.

-Shinichi... –el profesor le movió una pierna, pero el muchacho no respondió -¡Shinichi!

-¡¿Qué le pasa?! -preguntó Kaito aterrado al ver el cuerpo inmóvil.

Haibara le tomó el pulso y le fue imposible seguir mostrándose tranquila.

-Entró en paro -soltó con un hilo de voz y llamó al único que podía ayudarlos -¡Profesor!

Como si estuviese ensayado el profesor Agasa le desabrochó la camisa y comenzó a hacer compresiones en el pecho del detective mientras Haibara cargaba el desfibrilador. Kaito se quedó inmóvil preso del pánico sin saber que hacer; su respiración se volvió más irregular dando fuertes bocanadas para intentar llenar sus pulmones de aire sin dejar de mirar como los otros dos actuaban con el cuerpo inmóvil intentando a duras penas ayudarlo a aferrarse a la vida.

-¡Atrás! -pidió la castaña acercando el dispositivo y proporcionando una descarga. No hubo respuesta, el profesor volvió a hacer presión elevándole el pecho y repitiendo el ciclo -Tú no te me mueres aquí dentro –lo amenazó.

Casi con rabia y con lágrimas en los ojos Haibara volvió a administrar otra descarga logrando tortuosamente que la arritmia se detuviera generando unos eternos segundos para los presentes. Hasta que finalmente el corazón de Shinichi se reprogramó y continuó con sus ritmos normales.

Los tres se miraron estupefactos abriendo la boca desesperadamente dejando entrar el aire a sus organismos y al cabo de unos momentos, Kudō se dignó a abrir poco a poco los ojos.

El profesor respiró aliviado, Haibara hizo una mueca intentando no quebrarse y Kaito soltó un lloriqueo.

Como si hubiese despertado de una larga hibernación, el detective miró a los tres pestañeando seguidamente para acostumbrase a la luz del lugar.

-¿Cómo te sientes? -el profesor Agasa quiso saber.

Pero Shinichi no respondió, lucía confundido y cuando lo miró lo hizo como si no lo conociera. Lo mismo sucedió con Ai-chan, pasando de ella rápidamente para concentrarse en el otro menor, tardó mas de dos minutos en dirigirse a él.

-¿Qué pasó, amor? -le preguntó con ternura sintiendo la garganta seca y sin ser consciente de sus palabras ni de lo que acababa de suceder.

-Te habías muerto... -dejó que las lágrimas recorrieran sus mejillas llenándose de un profundo alivio, pudiendo al fin entender el susto que pasó su madre cuando creyó que estaba mal herido.

-No –lo corrigió atontado -Aquí estoy.

Esas palabras fueron suficientes para que Kaito se subiera a la camilla y se extendiera sobre su torso abrazándose a su cuello y enterrando la cara en su pecho sin dejar de chillar escandalosamente. A Shinichi le recordó a Kazuha cuando se ponía a llorar desconsolada con ese llanterío molesto.

-Si me vuelves a hacer eso yo misma te termino de matar –Haibara apretó el gesto con exasperación, lo que le sacó una pequeña sonrisa nasal al detective.

-Lo tendré en cuenta –intento sonreír y algo dentro de su pecho lo incentivó a invitarla –Ven aquí.

Pero en lugar de abrazarlo como Kuroba, solo enterró la cabeza en uno de sus brazos y se quedó allí para no mostrar su expresión. Para Shinichi fue fácil adivinar que se había puesto a llorar ya que su piel comenzó a sentirse húmeda.

Ahora miró al profesor, que también parecía ansioso por unirse. Shinichi rodó los ojos, estiró el brazo libre, hizo un gesto con la cabeza justo en el momento en que el hombre, como pudo, se unió al abrazo grupal.

-Okay, fue suficiente -determinó al minuto –Me estoy ahogando –los demás le dieron espacio suficiente para dejarlo respirar y admirarlo con conmoción. Volvió a mirar a Haibara y le hizo una pequeña petición -Espero que no vuelvas a crear algo así nunca más.

Ella supo tomarse bien la broma lo que sacó una corta risa a todos.

Esa fue una de las pocas veces en las que estuvieron realmente conscientes de que habían estado a punto de perderlo y lo positivo de eso era que aquella pizca de realidad los ayudó a ver el mañana con otros ojos. Todos eran igual de frágiles y un pequeño error podía costarle la vida a cualquiera.

-¿Va a estar bien? -Kaito deshizo lentamente la posición y le preguntó a Haibara –Me refiero a de ahora en adelante -temía que el susto haya sido en vano.

-Debería -asintió convencida sintiendo admiración por sí misma por lo que había logrado -Realicé varias pruebas y las que fueron exitosas arrojaron los mismos resultados. Y es preferible que descanses un par de horas –le recomendó.

Esas palabras hicieron que los ojos de Kaito destellaran de satisfacción. Al fin lo que tanto quería su amado detective se había vuelto realidad, incluso sentía que lo estaba asimilando mucho más que el propio Shinichi.

La felicidad era tanta que su ser le pedía rodar por toda la habitación soltando alabanzas y sonidos ridículos para demostrarle a todo el mundo la dicha que sentía. Pero la única manera en la que pudo responder fue lanzar un grito victorioso y acercar a Haibara para darle un fugaz beso en los labios que provocó un delicado sonido similar a un <<CHUIC>>.

-Eres...Eres... -no encontraba la definición para agradecerle y su gesto había dejado a todos tan perplejos que no eran capaces ni de pestañear -¡UNA MALDITA DIOSA!

-S-sí, b-bueno –titubeó ella pasándose el dedo índice por el labio superior entendiendo que la reacción que había tenido el mago fue por la emoción del momento. Sin embargo, eso no evitó que el calor subiera ligeramente a sus mejillas –Pero no vuelvas a hacerme eso...

Shinichi volvió a sonreír, parecía mentira que luego de tanta desgracia junta algo lograra ponerlo tan contento y lo hiciera obviar por un momento todo lo demás. Pero, así como esa sensación llegó rápidamente volvió a pasar a segundo plano y recordó.

-No puedo quedarme tantas horas –se disculpó como si fuese algo comprensible –Tenemos que partir a Osaka lo antes posible –pero cuando apoyó los codos para elevar el torso sintió un fuerte mareo y tuvo que volver a recostar la cabeza en la almohada.

-No señor -le ordenó Kaito con actitud agrandada -Harás lo que se te ordenó, por lo menos hasta que puedas ponerte de pie por cuenta propia.

Kudō resopló fastidiado, era tan terco y consciente de sus capacidades que encontraba que esa medida era algo extrema.

-¿Qué hay con él? -apuntó de repente recordando que el mago seguía en su forma física de niño.

-Solo necesito comprobar un último detalle –le quitó importancia ya que lo de Kuroba era lo menos complicado –Cuando quieras -miró al nombrado.

Kaito notó lo impaciente que estaba el detective para que ambos recuperaran su estado normal y pronto descubrió que a él no le hacía demasiada gracia. No estaba contento con lo que le había pasado a su cuerpo, pero en cierto modo lo veía como un pequeño escape porque sabía que al regresar a la normalidad y ver su figura adulta en el espejo los recuerdos desastrosos invadirían rápidamente ganando terreno dentro de su cabeza.

Tenía que ser honesto consigo mismo, seguía siendo él, por muy diferente que se viera por fuera, ya que por dentro la salpicadura de su pecado lo atormentaría por siempre.

No fue necesario decir nada, Haibara entendió con solo mirarlo que al ladrón no le apetecía volver a ser físicamente un adulto así que para ayudarlo a dilatar lo más posible la situación inventó una excusa de que tenía que monitorear las reacciones de Kudō para luego tomar muestras de sangre de ambos y compararlas para poder administrarle la dosis exacta.

Shinichi no terminó de creerse todo ese cuento, pero no sacaba nada con protestar.

Le permitieron dormir unas dos horas más y cuando ya estuvo mucho más recuperado lo ayudaron a llegar a la sala para escuchar lo que Hakuba y Hattori habían decidido en el rato que estuvieron ausentes.

-Podemos tener a todas las autoridades rodeando el edificio –dijo Hakuba mirando los planos encima de la mesa –Pero nos darán pelea.

-Terminarán por rendirse –le respondió Shinichi –Los superamos en número.

-Sí, pero con toda esa artillería de gran calibre pueden acribillarnos sin problema –Heiji apoyó las palmas en la mesa –Sin mencionar que deben haber reclutado a más personas que estarán esperándonos con los brazos abiertos.

El pequeño Kaito se acercó a ellos con una pequeña bandeja de pequeños cubos de bizcocho sabor limón y miró el mapa con atención.

-Será una carnicería -negó con la cabeza imaginando el escenario –Esos tipos están locos, son capaces de generar una guerrilla con tal de que no los atrapen. Vi a sujetos alterándose por menos en todo este tiempo.

-Gracias por tu apoyo –dijo Hakuba de manera sarcástica -Se supone que tú eres el ladrón, por naturaleza eres sobrado en optimismo.

-Noticias de último minuto, dejé de ser un ladrón cuando me convertí en asesino –lo corrigió sintiendo que ya lo había aceptado casi por completo. Le acercó la bandeja al moreno ya que era el que estaba más próximo y le ofreció -¿Gustas?

Heiji escogió el trozo más grande y se lo llevó a la boca, pero inmediatamente se lo quitó con gesto asustadizo provocando una mueca de asco en los demás por su mala educación al comer.

-¿Tiene mota? -le preguntó desconfiado con ojos amenazantes.

-¿Por qué tendría eso? -se ofendió Kaito –Lo preparé con Ai-kun mientras Shinichi dormía su siesta.

-¿Estás seguro? -expandió los agujeros de la nariz sin dejar de mirarlo -¿Hongos? ¿o esas mierdas que te metes?

-¡¿Por qué piensas que quiero drogarte?!

Comenzaron una discusión tonta dejando en evidencia que tenían una sola neurona, los otros dos rodaron los ojos al mismo tiempo y por su propio bien se aislaron mentalmente de sus estupideces.  

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Como supuso cuando no lo dejaron levantarse inmediatamente, esa noche no pudieron partir a Osaka. Y aunque la dinámica era repetitiva, Shinichi y los demás tenían que armarse de paciencia para poder hacer trabajo en grupo. Tenía sus cosas positivas, como que alguno se diera cuenta de algún detalle antes que los demás o se hicieran aportes con información que el resto no manejaba, pero eso no quitaba el hecho de que de vez en cuando les costaba ponerse de acuerdo.

Rescataron también que el profesor les facilitara a todos los mismos objetos que usaba Kudō cuando era Conan. No era la primera vez en que las cosas se acaloraron bastante y como estaban acostumbrados a lidiar con esas situaciones sabían que lo mejor era aislarse por un rato.

Kaito fue el primero en levantarse del asiento al verse atacado por comentarios con respecto a su actuar y al cabo de media hora Heiji lo imitó. Este último había contado tres veces ya en las que sacaban su poca capacidad para no actuar impulsivamente limitándolo a cooperar con ellos de la manera en la que él quería, lo que lo hizo sentirse algo excluido así que se fue farfullando que esos dos se creían mejor que él.

Una vez más no fueron conscientes del tiempo y la pila de papeles en la mesa y el suelo se acrecentaron junto con las horas, incluso ya veían un poco borroso al forzar tanto la vista. Ser detective no era fácil.

-Deberíamos ir a ver que están haciendo esos dos –Hakuba estiró los brazos sobre sus hombros para aliviar la tensión en su espalda.

Shinichi solo asintió y salieron por la puerta principal topándose en seguida con Hattori que estaba desparramado en el umbral viendo en su teléfono esos típicos videos adictivos de contenido variado de esa aplicación de moda que te succionaban fácilmente incontables minutos en el día.

-Qué bonito... -Hakuba se dirigió a él sintiéndose ultrajado -Nosotros rompiéndonos la cabeza y tu viendo Tik Toks.

-Hattori –Shinichi lo empujó con el pie –A dormir. Nos vamos mañana por la tarde.

Heiji levantó una ceja y miró hacia arriba hablándole con tono ofendido a su amigo.

-¿Nos vamos? -repitió insidiosamente -Creí que no necesitaban de mí, luego de que me echaron...

-Nadie te echó. Tú te fuiste por cuenta propia -ratificó exhausto -¡Deja de ser tan infantil y levántate del suelo! -volvió a patearlo con un poco más de fuerza.

-Hablando de infantil ¿Y Kuroba? -preguntó Hakuba mirando hacia todos lados.

El moreno le hizo un gesto rápido con la mano señalando la casa de Kudō al mismo tiempo que se puso de pie y se sacudió un poco la ropa. Atravesaron la reja buscándolo con la mirada y para su sorpresa lo encontraron sentado junto a Ai-chan debajo del árbol más cercano a la separación que existía con la casa del profesor.

Estaban frente a frente, cada uno tenía una manta que los ayudaba a abrigarse un poco del frío y parecían estar a gusto conversando, Kaito movía las manos para hacer más explicativo lo que fuese que le estaba diciendo a Haibara, quien negaba con la cabeza acompañada de una pequeña sonrisa en su cara.

En otras circunstancias hubiese parecido una escena un poco extraña, pero los tres se dieron cuenta de que podía ser la última que esos dos interactuaran. Por su expresión, casi parecía que el mago se estaba despidiendo de ella.

Lo único que los confundió, o más bien, inquietó fue el hecho de que unos hilos de humo salían de la mano de cada uno, lo que hizo que Hakuba diera grandes zancadas para llegar rápidamente ante ellos y quitarle a la castaña justo a tiempo la colilla que se estaba llevando a la boca.

-¡¿Qué están haciendo?! -le salió el regaño como a una vieja -¡Ustedes no deberían estar fumando siendo niños!

-Creo que nunca te había visto haciendo eso –Shinichi se dirigió a Haibara.

-No necesito tu permiso –le respondió ella.

-Perdona –Kaito se disculpó por ambos –Estaba un poco alterado y tengo la idea equivocada de que esta es la mejor manera de distraerme.

-Ya –Hakuba volvió a regañarlo pisando el cigarrillo en el suelo para apagarlo -Pero no le pegues tu enfermedad a ella ¿tú no les dices nada? -se molestó con Hattori como si hubiese sido su responsabilidad supervisarlos.

-No tienen cinco años -se encogió de hombros –Ellos sabrán lo que hacen.

El rubio miró a este último como diciéndole <<¿Es en serio?>> y luego miró a Shinichi para buscar algo de apoyo, pero Kudō enseñó las palmas de las manos sin poder refutar la reacción de Hattori ya que técnicamente ninguno era un niño.

Haibara suspiró cansada y se puso de pie para poder retirarse sin antes perderse información.

-Kuroba-kun me explicó todo –le habló a Shinichi sin sentirse convencida de lo que iban a hacer -¿Cuándo se marchan?

-Mañana -respondió suavemente sabiendo de sobra que le gustaría estar al pendiente de todo. Y no por chismosa, si no por sincera preocupación -Te estaré informando de todo si eso te tranquiliza.

Ella se cruzó de brazos y lo miró de arriba abajo sintiéndose inquieta por su amabilidad, pero eso no era lo que ella quería.

-Quiero ayudarlos en lo que pueda –se ofreció sin dudarlo. Después de todo estaba igual de involucrada que ellos y se sentiría realmente dejada de lado si decidían no contar con ella por hacerse los super detectives invencibles.

-Me ayudarás quedándote aquí -le dijo Kudō curvando una sonrisa para no verse tan arisco. Podía haber utilizado otras palabras, pero para todos hubiese sido demasiado cursi el haberle dicho que había hecho demasiado y que ahora le tocaba a él cuidarla de ese mal que se avecinaba. Y para armonizar aún más su conversación optó por bromear un poco –Además, los niños no deberían involucrarse en cosas de adultos.

La molestó sintiendo que al fin podía hacer ese tipo de comentarios sin repercusiones.

-Cierto -lo apoyó Kaito sonriendo malévolamente -Deberías quedarte a hacer tu tarea.

Los dos se miraron con confianza y rieron tontamente al creer que la habían dejado sin argumentos, pero ella no iba a permitir que le tomaran el pelo de esa manera.

-¡Yo soy mayor que ustedes! -chilló cayendo en su juego –Me tienen que respetar.

Sus palabras llegaron a ellos cortando de lleno su risa y se miraron incrédulos admitiendo que Haibara tenía razón. 

El tren partió a penas la luna llena se mostró majestuosamente en el cielo nocturno, lo que sería un viaje de cuatro personas terminó convirtiéndose en uno de siete.

Elevó un poco la cabeza para repasar los asientos; Jii-chan y el profesor iban juntos en los asientos de más adelante intercambiando palabras, en los de su izquierda Heiji y Hakuba iban concentrados cada uno en lo suyo y finalmente Ai-kun disfrutaba de todo el espacio para ella sola en los asientos de adelante. Y aunque eso podía ser beneficioso, Kaito, ahora volviendo a ser físicamente un adulto, no dejaba de cuestionarse que el grupo estaba reunido en ese vagón por culpa suya.

-Ey –le habló Shinichi a su lado notando su expresión agobiada -¿Estás bien?

-Si –se apresuró a asentir agradeciendo internamente que lo distrajera de esos pensamientos intrusivos que lo único que hacían eran deprimirlo más.

El detective lo miró intentando apaciguar las ganas que tenía de apoyar la cabeza en su hombro o tomarlo de la mano. Gestos simples e inocentes que no eran bien vistos en sociedad, sobre todo considerando de que iban más personas en los otros asientos.

Kaito bajó la mirada al libro que tenía Kudō en sus manos memorando la tarde exacta cuando lo escogió y pidió que leyera para él. Inmediatamente la nostalgia lo invadió, que ganas tenía de devolver el tiempo para aprovechar con él como correspondía incluso porque recayó en que ni siquiera pudieron terminar el libro.

Ninguno creía ciegamente en las conexiones mentales, pero era evidente que el tiempo que habían pasado juntos reforzó un lenguaje mucho más allá y casi como si le hubiese leído la mente, Shinichi le habló de sus anhelos.

-Estaba pensando en que podíamos avanzar hasta cierta parte durante el camino –se preocupó de hablar lo más bajo posible para no exponer su personalidad romántica ante los demás -Y el final dejarlo para cuando vuelvas a casa.

Y Kaito no tuvo que preguntar a que se refería, era demasiado inteligente para no captar su indirecta, Shinichi le pedía aquello para que tuviera una excusa para regresar a su lado, aunque fuese por algo tan simple como saber en que terminaba la historia. Y encontró que no pudo ser más acertado al expresarlo de esa manera.

-Me gustaría que... -no quería verse nervioso, pero la vergüenza le ganaba –Cuando salga buscáramos nuestro propio lugar –vio como Shinichi se sonrojaba al mismo tiempo poniendo toda la atención del mundo –Aunque sea solo para irnos de vacaciones. Que tengamos una casa en la que podamos cobijarnos libremente.

-¿Qué lugar tienes pensado? -preguntó ansioso por conocer sus ideas.

-No lo sé -se tocó el rostro con expresión pensativa -¡Donde sea! En el piso del edificio más alto o incluso en una playa.

-¿Una playa? -arrugó una ceja recordando la fobia que le tenía Kaito a los peces y le fue inevitable soltar una risita -¿Estarías bien con eso?

Kaito asintió explicándole que era algo en lo que podía trabajar y que realmente era difícil encontrarse peces tan cerca de la orilla. Quería gritarle que cualquier lugar sería perfecto si estaba a su lado, pero a veces ese tipo de cosas simplemente se expresaban con la mirada.

Fue gratificante que hablaran de aquello, se adentraron tanto en el tema que incluso discutieron el color de las cortinas de cada una de las habitaciones que querían. Era mejor llenarse de esperanza porque lo más certero era pensar que al salir de allí Kuroba se encontraría a Shinichi con una esposa dulce y responsable, con niños que se parecieran a ellos dando brincos por ahí. Y él probablemente lo único que tendría en mente era en darse un buen baño y una cena abundante después de haber estado en la cárcel siendo privado de placeres tan simples.

Todos se sentían como si fueran directo a la guerra, solo que en lugar de una camioneta militar su transporte era ese tren bala que los transportaba como si fueran soldados de una categoría especial. 

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

Shinichi volvió a mirar por el silencioso pasillo, pero Kaito no aparecía, de no ser porque los demás iban dormitando también se hubiesen dado cuenta de que ya había tardado demasiado. No quería desconfiar de él ni parecer un posesivo así que la manera más sutil de hacerle saber que estaba comenzando a preocuparse fue enviarle un mensaje preguntándole si estaba bien.

Al minuto recibió respuesta:

"¿Puedes venir? Por favor"

Eso lo hizo ponerse de pie de un salto, casi despertando a Hattori que soltó un ronquido con la cabeza pegada en la ventana.

Se obligó a no imaginarse cosas feas, de haber pasado algo lamentable Kaito no hubiese tenido la delicadeza de escribirle ese mensaje ¿o sí?

Llegó a la puerta del baño del último vagón donde supuso que estaba apresurándose en golpear intentando no temblar tanto al decir su nombre. Inmediatamente el seguro fue desactivado desde el otro lado y sin avisarle entró vigilando que nadie lo viera.

Desprevenidamente, Kuroba lo inmovilizó empujándolo contra la pared colocándole una mano sobre los ojos para evitarle la visión.

-No hagas ruido –le pidió susurrándole al oído.

-¡¿A qué estas jugando?! -ignoró por completo su petición -¡Creí que te había sucedido algo!

-Tranquilo -volvió a pedir esta vez con voz mucho más intensa –Lo siento por preocuparte, pero me tenías algo tenso. Y sabía que si te lo pedía civilizadamente no ibas a acceder a mi petición.

Le quitó de a poco la mano de los ojos confiando en que no saldría huyendo y cuando Shinichi pestañeó varias veces para acostumbrarse nuevamente a la luz normal le sonrió de lado casi haciéndole ojitos.

-¿Qué tramas? -le preguntó esta vez bajando la voz.

Kaito levantó una mano para acariciarle el rostro lo que involuntariamente provocó un escalofrío en el detective.

-No –le sujetó la muñeca prediciendo sus intenciones y queriendo frenar eso lo antes posible porque hace tiempo que había asimilado lo que pasaba cuando estaban solos en lugares inapropiados. No podía arriesgarse si quiera a darle un beso, porque una cosa llevaba fácilmente a la otra.

-Uno –mendigó apegándose a él. Shinichi volvió a negar batallando por mostrarse serio –Uno solo y volvemos a nuestros asientos.

No se daba cuenta de que le encantaba hacerse de rogar, el detective miró hacia un lado y luego hacia otro subiendo la mirada para conectarla con la de Kuroba sin poder evitar sonreír. Colocó una mano en su nuca para atraerlo despacio hacia él y ejecutar su unión.

Se suponía que sería un roce simple, por lo que no entendían porque seguían profundizando el contacto de sus labios dándole paso al contrario para adentrase con la lengua por todos los rincones de su boca.

-Ya basta –con voz grave Shinichi puso fin al beso –Me estoy poniendo tonto.

Sentía la cara demasiado caliente y eso para sonar elegante.

Para torturarlo, Kaito apegó el rostro al suyo respirando pesadamente acariciándolo con la nariz por las mejillas, el mentón y la mandíbula sin entender como tenía lívido en medio de todo ese estrés. Indiferente de lo demás, no le parecía correcto suprimir lo que sentía sobre todo porque Kudō le ponía cada vez menos resistencia.

-Tengo una idea –dijo embelesado –Cierra los ojos.

-¿Qué vas a hacer? -Shinichi vaciló, pero le hizo caso.

Sintió sonidos similares al roce de la tela y notó que batallaba en ese espacio reducido. Kaito volvió a pedirle que mantuviera sus ojos cerrados, el joven mago se le acercó tanto al brazo derecho que a Shinichi se le hizo imposible mantenerse como le pidió y abrió los ojos de golpe al sentir como su brazo se hundía suavemente entre algo blando. Agradablemente blando.

-¡¿Qué- no terminó la frase porque quedó impresionado con la pinta que tenía su novio ahora.

<<Maldito>>, pensó <<Sabe que ese es uno de sus disfraces que más me gusta>>.

-¿Recuerdas lo que me dijiste una vez? -se empeñó en acercarse a su oído y le habló pausadamente utilizando un tono agudo que venía en conjunto con su disfraz –Lo de que un día querías...

-N-no. No lo recuerdo –lo calló recordándolo perfectamente e inventando una excusa –Puede que haya bebido.

-¿Estás seguro?

Insistió rozando sus pechos contra el brazo del detective sintiendo como las hormonas de ambos comenzaban a dispararse como locas. Rápidamente volvió a dominar su boca subiendo la intensidad, abrazándose a él dejando que sus cuerpos hicieran el resto.

Shinichi lo sujetó de las caderas y lo pegó a su pelvis sin dejar de poseer sus labios intentando no agitar tanto su respiración por si por esas casualidades de la vida alguien se estuviera paseando por afuera y los oyera. Se tuvo que morder los labios cuando Kaito comenzó a rozar un muslo contra su entrepierna apresándolo con las manos subiendo por su cuerpo como hiedra.

-Te odio –lo maldijo Shinichi con los párpados entrecerrados ayudándolo a subir una pierna que rodeara su cadera para estrechar más el contacto.

-Ódiame más -Kaito lo retó desabrochándole la camisa y comenzado a acariciar su piel, enterrando con cuidado sus uñas solo para hacerlo poner esas caras que tanto le excitaban.

Kudō sabía que ya no había marcha atrás y tampoco quería frenar. Estaba dispuesto a disfrutar el encuentro, de no reprimirse como otras veces y si se le daba la oportunidad de no ponerle fin a eso no lo haría nunca.

Quizá fue algo brusco basándose en el sonido que expulsó el mago, pero tampoco actuó con tanto cuidado. Lo sujetó del cuello y ahora fue él quien lo aprisionó contra la pared succionando su piel con desesperación, era un sabor peligrosamente adictivo que lo obligaba a recorrerle cada centímetro del cuello con la lengua sin dejar de descender, sacándole gemidos agudos que lo hacían ponerse cada vez más duro y llegando peligrosamente hasta su clavícula viéndose sobrepasado por sus deseos de tocarle y juguetear con su busto. Sentía que podía correrse en ese mismo instante sin necesidad de estimulación.

Kaito dejaba escapar su cálido aliento contra la oreja de Shinichi intentando controlar sus suplicas, pero no era fácil cuando el detective se ponía tan dominante, sentía su dureza rozar contra la suya y las ganas de fundirse comenzaban a ser cada vez más necesarias.

-Me toca -anunció acomodándose los tirantes del vestido y arrodillándose frente a él sin romper el contacto de sus ojos.

No le dio tiempo ni de respirar cuando le desabrochó el cinturón y le bajó la ropa dando de frente con su erección a la que se aferró con actitud decidida y se llevó a la boca.

Shinichi tuvo que morderse el labio para intentar disimular los jadeos y con una mano jalándole el cabello para guiar mejor sus movimientos. Se miró al espejo que tenía en frente excitándose como loco al mirar sus reflejos mientras el ladrón le daba sexo oral vestido como chica trazándole con el lápiz labial un camino de un atrevido color rojo por toda su extensión.

Necesitaba sentirlo, entrar en él y hacerlo disfrutar como nunca antes.

-Las manos contra la pared y separa las piernas –le ordenó.

Kaito elevó una ceja pícaramente y obedeció sin chistar. Sintió las manos de Shinichi palparlo como si fuese un criminal, le levantó de a poco el vestido muriendo de ganas de ver su expresión. Se vio obligado a humedecer los dedos del detective con su saliva, succionándolos con fuerza y cuando ya estaban lo suficientemente mojados comenzó a dilatarlo.

-Mi turno –dijo victorioso el detective a los pocos minutos.

Lo ayudó a darse la vuelta para quedar de frente y enrollar las piernas en sus caderas. Volvieron a besarse fogosamente y Shinichi comenzó a entrar de a poco en su cavidad empujando de a poco su cadera para no lastimarlo. Creía que hacerlo contra la pared era una posición incómoda, pero la calentura nublaba todo lo que no aportara a la situación. Sentía que Kaito pesaba tan poco como una pluma y el hecho de que cada uno hiciera fuerza contra el otro facilitaba mucho más las cosas.

-Ah, Shin-chan -murmuró su nombre con voz lasciva.

-Hazlo -demandó con la garganta ronca –Por favor...Hazlo.

El nombrado acomodó las piernas en la cintura del otro para no caerse y en cuanto Shinichi comenzó a aumentar la profundidad de las estocadas le fue imposible callarse. Comenzó a gemir abriendo exageradamente la boca expulsando gemidos perfectamente femeninos, agudos y suplicantes que no fue necesario fingir.

El contacto íntimo que estaba sintiendo era algo inexplicable, sabía que en parte era por lo acumulado que se sentía, lo que incitaba a Shinichi aún más imaginándose que vertía el interior del mago con su semilla conduciéndolo inevitablemente a soltar jadeos ahogados, como si con cada estocada le estuviera pidiendo a gritos que no se alejara jamás.

-¿Por qué te detienes? -se asustó Kaito cuando el chicho detuvo los movimientos.

-Arrodíllate -logró formular poniendo todo de si para no correrse.

Lo entendió de inmediato, se puso de rodillas y disfrutó de la vista esos pocos segundos que el detective se terminó de ayudar masturbándose y eyaculando en su cara.

-Per..dóname -se disculpó jadeante al ver que le había dejado la cara de su propio fluido medio espeso y blanquecino.

Kuroba soltó una risa nasal, no tenía por qué disculparse. Se puso de pie tambaleándose para lavarse la cara. Las ventajas de estar en un baño. 

Se sorprendió del aguante del detective, que apenas estaba volviendo a regular su respiración cuando imitó una de las posiciones anterior y se colocó de espaldas a él apoyando, esta vez, las manos en el lavabo para quedar frente al espejo.

Ni siquiera tuvieron que decirse nada, de un solo movimiento Kaito se quitó el disfraz para volver a ser él mismo. Se bajó el elástico de la ropa interior y se terminó de tocar para estar lo suficientemente erecto y comenzar a dilatar la entrada de Shinichi.

Él tampoco esperó demasiado para penetrarlo y disfrutar del contacto. Notaba al detective temblar de satisfacción acentuando el hecho con sus gemidos y expresiones incentivándolo a oscilar sus caderas intercalando la dirección en sus movimientos para hacer el coito más placentero.

Pero cometió el error de mirar demasiado su reflejo en el espejo y no quería su último momento carnal fuese impregnado de lágrimas.

Pero esos detalles eran los que hacían aquellos momentos tan reales. No todo era como en las historias de romance o en el porno donde al llegar al orgasmo veías un arcoíris en el cielo mientras abrazabas a tu pareja con una sonrisa en la boca. En el momento en que convulsionó sintió el éxtasis recorrer todo su ser, placer que llegó acompañado de un pesado sentimiento de vacío y su expresión de liberación sexual acabó en un gemiqueo.

Shinichi ni siquiera le preguntó que había sucedido, no había necesidad. Era consciente de los pensamientos intrusivos que atormentaban a quien amaba tanto.

-No pasa nada –se apresuró en abrazarlo y sentarse con él en el suelo.

Le recordó transmitiéndole confianza que todo estaría bien, dejando que recargara la cabeza sobre su hombro sintiendo como luchaba para no dejar salir el nudo que le apretaba la garganta.

-Lo siento –se disculpó cuando se sintió un poco más compuesto –No veo la hora para acabar con esto. Me está superando.

-Idiota –lo insultó con cariño -No te disculpes. Se muy bien lo que estás sintiendo, pero prometo que acabaremos pronto y que todo saldrá bien.

Y ahí, bajo la luz amarillenta del del servicio de ese tren, tomó la mano apoyando el agarre en  contacto con el frío suelo, compartiendo una sonrisa cálida y un beso corto en los labios dejándose acurrucar por el otro para poder recuperar por completo el aliento y poder perpetuar el jovial rostro del otro para poder refugiarse en ese momento cada vez que sintieran la ausencia contraria.

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

Volvieron a sus asientos intentando hacer el menos ruido posible. Shinichi se sentó primero para turnarse el lado de la ventana y Kaito tomó lugar en el del pasillo, pero ese casi inexistente ruido que provocó al sentarse despertó a Hakuba, quien se frotó los ojos, asustado por haberse quedarse dormido.

-¿Por qué tienes la cara tan roja? -lo miró distraído recalcando lo evidente.

-Me dio calor -soltó lo primero que se le vino a la cabeza.

Saguru movió el cuello con gesto confundido ya que el interior estaba completamente aclimatado.

Ese intercambio de palabras llegó a oídos de la castaña, Kaito y Shinichi vieron cómo asomó lentamente la melena mirándolos por encima de su asiento con una expresión pícara que les fue imposible de descifrar y soltando un sonido de suficiencia para volver a desaparecer y acomodarse en su puesto.

-Creo que se dio cuenta –el detective se despeinó la parte de atrás del cabello maldiciendo para sus adentros -¿Por qué siempre se daba cuenta?

Ahora si guardaron silencio por el resto del poco camino que les quedaba, intentando no sentir tanto nerviosismo para el que creían sería el enfrentamiento final.  



HALLOOOO!

queeseto? ¿Yo? ¿Actualizando seguido como me propuse?

Oigan me di cuenta de que no les desee un feliz año en el cap anterior :cc Así que feliz que feliz año, feliz navidad y todos los felices que pasaron cuando me ausenté ❤❤❤

Creo que solo quedan dos actualizaciones más y se acaba :000

Por eso quiero agradecer a las personitas bellas que siguen leyéndome 💘

Abrazos 

;DD

💙 💚 💖 💛 💜


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