LXI. El último as bajo la manga (parte 2)
-¿Dónde está? -volvió a insistir al ver que el menor solo se limitaba a mirarla con desconcierto -¿Él está bien? Necesito verlo...por favor –le suplicó sin ocultar su preocupación.
No era padre, ni mucho menos madre y tampoco podía imaginarse lo que era vivir algo así siendo progenitor de alguien, pero lo que si sabía era que no podía engañarla, no a ella, ya que lo único que quería era comprobar el estado de su hijo.
-Y-yo yo no... -titubeó sintiendo una gran culpa sobre sus hombros. Se había comprometido a cuidarlo y no lo hizo como correspondía -Está...bien. Está arriba, pero... -no encontraba las palabras adecuadas para explicarle que Kaito no estaba bien y que físicamente tenía varios años menos.
-No me importa en qué estado se encuentre –se explicó creyendo que estaba mal herido. Y realmente si le importaba, pero la desesperación por verlo con sus propios ojos era tanta que se conformaba con su simple presencia.
-Deme un momento– le dijo Shinichi abandonando la sala para dirigirse al segundo piso e ir a buscar a Kaito.
A diferencia de cómo había bajado las escaleras esta vez subió con aires de funeral.
-¿Ya se fue? -preguntó Kaito esperanzado y en la misma posición que el detective lo había dejado.
-Kaito... -suspiró su nombre y por la manera en que lo hizo alteró un poco al ladrón -Tu madre está abajo. Luce realmente preocupada, quiere verte.
Separó los labios dejando escapar todo el aire de sus pulmones y expandió los ojos, no esperaba que ella se apareciera tan rápido por esos lados. No sabía si quería o no verla y no por el regaño que se llevaría, sino porque sentía tanta deshonra de sí mismo por lo que había hecho que creía no merecer estar en presencia de nadie, mucho menos de alguien que era tan importante para él.
-Se va a desmayar cuando me vea así -apuntó la vista en su pecho.
Shinichi torció la boca coincidiendo con él, pero esa no era una excusa para no darle la cara.
-Solo es un detalle -tragó saliva intentando creerse aquello –Lo que le importa es comprobar que estás vivo.
-N-no no puedo Shinichi -admitió siendo atacado por el miedo.
El detective caminó hacia él y buscó entre las desordenadas sábanas la parte de arriba del pijama, la encontró hecha una bola a los pies de la cama y la sacudió para ayudar a colocársela, Kaito estiró los brazos hacia arriba para hacerle la tarea más fácil.
-Estaré junto a ti -y en un gesto para transmitirle todo su apoyo tomó su mano y le besó los nudillos –Pase lo que pase.
Asintió lo poco convencido que podía estar en ese momento y bajaron juntos las escaleras. Al asomarse a la sala la vio sentada mirando a un punto fijo en la alfombra.
-¿Mamá? -la llamó Kaito sintiendo como los ojos se le llenaban de lágrimas al ver la expresión derrumbada que tenía.
Esperó unos segundos en los que hicieron contacto visual hasta que no aguantó más y corrió hacia ella como sintiendo que habían pasado siglos desde la última vez que la había visto y no pudo evitar conmocionarse.
-¡Mamá! ¡Mamá!
La llamó hasta que sintió como la distancia ya no existía. Intentó no llorar cuando sintió los brazos de su madre rodearlo con fuerza, enterró el rostro en su regazo y se aferró con fuerza a la ropa de su espalda como si no quisiera dejarla ir.
-Lo siento -sollozó sintiendo como si le apuñalaran con una hoja metálica caliente -Te fallé a ti, me fallé a mí mismo, le fallé a él... -rompió a llorar recordando a su padre.
Shinichi observó desde lejos la angustiosa escena sin nada más que hacer que aceptar otra vez la realidad. Al no sentirse ser capaz de seguir manteniendo la compostura se dio la vuelta por el pasillo, con impotencia soltó un rosario de palabrotas y golpeó con la palma de su mano la pared más cercana sintiendo un fuerte hormigueo en ella por haberle dado con tanta fuerza.
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-¿De qué trabajos hablaba? -preguntó Chikage refiriéndose a lo que había oído por parte del detective e intentando apaciguar su preocupación jalándole de una oreja a su hijo -¿En qué andas metido? -vio como los dos niños se miraron con expresión confabulante.
Se sentó frente a él con autoridad exigiéndole enterarse de todo y vio como su hijo agachaba el rostro con oprobio, intentó no conmoverse demasiado cuando Shinichi que estaba sentado junto a él le tomó suavemente una mano para darle impulso y, sobre todo, de no demostrar lo realmente asustada que estaba.
Escuchó cada palabra que decía, como se había involucrado de a poco en esa situación lamentable, tembloroso y cabizbajo, con expresión de dolor al ahondar en cada detalle y sin atreverse a levantar la vista.
Más que enfado se sentía atrozmente preocupada al imaginar todos los escenarios que había vivido su hijo cometiendo errores terribles, sintió como se le quebraba el pecho de dolor cuando le describió como había ocurrido lo del crimen, las lágrimas que recorrían sus ojos infantiles y como el detective no le soltaba la mano apretándola cada vez con más fuerza detonó una bomba de completo desconsuelo dentro de ella sintiendo que había fracasado al no ser capaz de protegerlo de todo eso.
Sentía ganas de reprenderlo y a la vez de abrazarlo para no soltarlo nunca más.
-Aquella mujer tenía razón, había varias formas de advertirle a alguien y yo lo hice de la manera en la que juré no hacerlo. Le quité a esa criatura lo único que le quedaba –se refirió al padre biológico de la niña.
Lo notaba diferente y no solo por la evidente diferencia física. Tenía un semblante de lo más apagado y la mirada trastornada, sabía de sobra que su cabeza ahora era un recipiente de pensamientos abrumadores. De no haberlo visto con sus propios ojos no lo hubiese creído.
-¿Por qué no me pediste ayuda? -preguntó incrédula al ver que tal vez ella se había equivocado al no darle la confianza suficiente.
-Creí que ibas a gritarme como una loca -movió sus dedos de manera nerviosa – Y porque me daba vergüenza darte la cara y explicarte en lo que andaba metido después de todos los malos ratos que te he hecho pasar -apretó los labios con actitud arrepentida.
-Hijo –se sentó al lado de él y le tomó las mejillas regordetas que ahora tenía -Lo único que quiero es lo mejor para ti, así que te seguiré corrigiendo las veces que haga falta. Y aunque cometas errores, mi amor por ti va por sobre todas esas cosas –le dijo secándole las lágrimas con los pulgares.
No se aguantó de pellizcarle la nariz y darle un beso en la frente para volver a apegarlo a su pecho.
Ahora examinó su nueva apariencia fijándose en cada detalle, recordando años atrás cuando realmente tenía esa edad, bajo sus ojos con cuidado hasta que su concentración se fue directa hacia el cuello donde Kaito tenía un camino de marcas color ciruela, creyó que eran manchas de mermelada o algo similar, pero cuando intentó quitarlas estas no salían.
-¿Qué tienes aquí? -lo restregó con un pañuelo intentando limpiarle el cuello e imaginando lo peor.
-Nada -respondió con voz angelical dirigiendo su mirada hacia la del detective.
-¡¿Tú le has hecho eso?! -se giró de golpe a mirar a Shinichi y notó como Kaito se pegó velozmente la mano al lugar de las marcas.
-¡¿Eh?! -respondió luego de haber estado en silencio todo ese rato, queriendo que la tierra se lo tragara en ese mismo instante –N-no sé.
Chikage volvió a examinar las marcas que ahora parecían querer ir a juego con las mejillas de su hijo. Nadie tenía que explicarle que Kudō se había pasado un poco más de la cuenta con las demostraciones de cariño.
-Creí que eran golpes -respiró mucho más tranquila restándole importancia a lo otro –O que estaba sufriendo algún tipo de reacción cutánea -se concentró en el detective -¿Y tú? ¿Estás bien? -preguntó con real preocupación a Shinichi, pero al ver que el niño asintió y se encogió de hombros con la calma a medias que podía mostrar se quedó un poco más tranquila.
Esos dos se habían puesto demasiado tiempo en peligro por lo que sentía que ahora era su turno de hacer algo al respecto.
-No –adivinó su hijo negando enérgicamente con la cabeza –Conozco esa cara.
-Necesito que me digas donde encontrar a esas personas.
-¡De ninguna manera! -elevó la voz y poniéndose de pie bruscamente –No permitiré que te involucres en esto.
-Imposible –lo sujetó de la muñeca y lo obligó a concentrarse en sus palabras –No mal interpretes las cosas. Estoy muy perturbada por todo esto, pero tienes que dejar de engañarte. Lo que hiciste no tiene solución y tú no estás bien –le recalcó -Solo quiero encaminarte para que a partir de hoy no hagas más tonterías.
Aquello hizo a Shinichi reflexionar y sintió un fuerte vértigo de advertencia de que no tenía, ni realmente quería seguir escuchando lo que la madre de Kaito decía.
-Descuide –los interrumpió -Atraparemos a los involucrados muy pronto. Y estoy seguro de que Haibara puede devolverte a tu cuerpo normal en este mismo momento, así podrás entregarte.
Había algo en ese discurso que no terminaba de convencer a ninguno de los tres y sobraba decir que es lo que era. El único problema es que el miedo de ver a su hijo preso comenzó a nublar a Chikage, a pesar de que entendía todo de manera muy clara.
Era obvio, el instinto maternal era mucho más grande.
-¿Puedes dejarnos solos? –le pidió respetuosamente, pero sintiendo algo de rechazo por el joven –Por favor.
Shinichi la miró con algo de inquietud, si lo estaba echando era porque existía algo que no quería que escuchase, algo con lo que seguramente él iba a estar en contra. Ahora miró a Kaito, quien le devolvió una mirada ojerosa y aún con la agitación en la piel terminó aceptando y pidiéndole lo mismo con un completo silencio.
Así que no le quedó de otra, se puso de pie lentamente lanzando una mirada peculiar para dar a entender que se retiraba en contra de su voluntad. Se vio tentado de quedarse fuera para oír que tramaría Chikage, pero como muy pocas veces respetó la privacidad ajena y fue a encargarse de otros asuntos.
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-¿Estás seguro de eso? -le preguntó Haibara sin demasiada expresión.
-No -respondió apoyando los dedos en el mentón sin dejar de darle vueltas al asunto –Pero... no lo sé, Haiabra. No confío completamente en ella. Kaito no está bien y puede convencerlo fácilmente de que no se entregue o tenderle una trampa a esa gente.
-Creo que estás exagerando –hizo el intento de bajarle un poco la paranoia –Entiendo que sean una familia de ladrones, pero su moral es diferente a la de los delincuentes comunes. Seguramente quiere ganar algo de tiempo mientras se encarga de que a los otros implicados se les aplique el castigo que se merecen.
-Solo espero que no le meta cosas en la cabeza -contestó con obstinación.
La niña se cruzó de brazos y lo vio caminar por el laboratorio hasta que se atrevió a preguntar.
-¿Y qué si no se entrega? -su pregunta hizo que Kudō diera vuelta la cabeza de golpe –Nadie extrañará a ese sujeto –hizo una mueca de asco –Kuroba-kun no hizo nada malo. Las circunstancias no lo favorecen, pero tú eres testigo de que solo se defendió, o más bien... te defendió a ti.
-¡¿Qué mierda estás diciendo?! -la encaró con rabia y acortando los pasos entre ellos. Ya parecía que no podían estar diez minutos sin discutir -¡¿Te vas a poner tonta tú también?! ¡¿Crees que no lo sé?!
-No estoy sorda -pestañeó con una clara mirada de advertencia de que por su propio bien no le siguiera gritando.
-A mí también me da impotencia que todo haya sido un error de un segundo -apaciguó el tono y tomó asiento en una de las sillas –Pero no voy a saltarme la ley.
La castaña rodó los ojos aburriéndose de ese discurso repetitivo. El mundo no se dividía en blanco y negro, y ella sabía de sobra que no sacaba nada con intentar convencerlo de aquello porque en este caso pensaban diferente. Así que en lugar de seguir discutiendo por algo que no los llevaría a nada, intentó apoyarlo emocionalmente.
-Escucha –le dijo corriendo una de las sillas para quedar más cerca -Estás frágil y te sientes solo porque en el fondo sabes que su ausencia será tan grande que romperá todo lo que tienen. ¿No te has dado cuenta de que lo único que haces es sonreír como imbécil? No hacen más que arrastrase constantemente el uno hacia el otro –le esclareció, porque por los ojos que el detective estaba poniendo evidentemente no se daba cuenta de todo eso -Están completamente enganchados, tanto así que sienten que cualquier lugar es el sitio ideal para amarse. Y puedo apostarte que lo que ambos quieren hacer en este mismo instante es escribirte una carta de amor que actúe como hechizo mágico y que selle su amor para toda la vida.
Todo eso sonaba tan cursi que Shinichi sintió empalago de sí mismo.
-En algo tienes razón -exhaló pesadamente por su nariz –No quiero perderlo.
-Lo sé -respondió volviendo a rodar los ojos –Estuviste a punto de perder a Ran tantas veces que la idea de perderlo a él también te aterra -esclareció sin intenciones de lavarle el cerebro. Solo recalcando la verdad –Solo qué, esta vez sí será de esa manera.
Shinichi apuntó los ojos temerosos hacía ella aceptando que la chica tenía razón.
Afortunadamente los golpes en la puerta les hicieron poner punto a esa molesta conversación. Y sin esperar aprobación, el pequeño Kaito entró por la puerta.
-¿Se puede? -preguntó con inocencia abriendo lentamente.
La castaña asintió borrando cualquier expresión facial de la conversación anterior y se concentró en lo suyo.
-¿Qué haces aquí? -Shinichi quiso saber -¿Y tú mamá?
Ai-chan soltó un sonido agotado y negó para sí misma poniendo una expresión de <<Este idiota no entiende>>
-Salió -respondió el mago encogiéndose de hombros y comenzando a observar el lugar buscando algo en lo que distraerse.
-¿Cómo que salió? ¿A estas horas? -miró su reloj y volvió a imaginarse mil escenarios -¿A dónde?
-No lo sé, Shin-chan -aclaró casi haciendo puchero –No quiso decirme.
-¿Ves qué no estaba exagerando con lo que te decía? -se dirigió a Haibara.
-Ya déjalo, Kudō-kun -comenzó a cansarse de que la estuviese interrumpiendo con sus tonterías cuando le había pedido expresamente que necesitaba concentrarse para alistar los últimos detalles del antídoto definitivo –Es una mujer adulta, ya sabe lo que hace.
La curiosidad de Kaito se centró en la parte más alta de una estantería donde yacían varios tubos de ensayo con diferentes tonalidades en su interior. Se encaramó como pudo apoyando los pies en el mueble de abajo.
-¿Qué son todas estas mezclas? -abrió mucho los ojos al observar los llamativos colores, pero su pregunta no fue respondida -¿Y por qué siempre actúan así cuando se trata de los demás? -se cuestionó refiriéndose al interés de saber dónde había ido su madre –Siempre dando vibras de matrimonio con hijos en proceso de divorcio.
-Por favor... -Ai-chan chasqueó la lengua con repulsión.
-Kaito, deja de jugar arriba de eso, te vas a caer –le advirtió Shinichi intentando seguirle el hilo al inexistente debate que se empeñaba en mantener con Haibara.
Ella seguía concentrada en sus cosas, pero tenía la capacidad para realizar dos actividades al mismo tiempo así que decidió darle un poco de atención.
-Quien realmente me preocupa eres tú -habló sin hacer pausa en lo que estaba haciendo -Estás actuando como un maniaco, incluso más de lo normal –le explicaba como un robot solo para darse cuenta de que ahora era ella quien estaba siendo completamente ignorada, así que lo miró -¿Me estás escuchando?
-Kaito –le repitió el detective por segunda vez viendo como el otro se tambaleaba peligrosamente por la orilla del mueble.
-De todas maneras, es tu decisión –se arremangó un poco más las mangas de la bata y volvió actuar con desinterés.
A penas terminó de decir eso cuando se escuchó un fuerte estruendo, lo que le fue imposible no girarse a mirar y Kudō fue el primero en exclamar.
-¡Kaito!
La mitad de las cosas estaba en el suelo mientras que el pequeño Kuroba se aferraba con los dedos a la estantería como un gato que estaba a punto de caer.
-¡¿Qué es lo que te acaban de decir?! -Haibara lo regañó de vuelta.
Shinichi se sobó la sien buscando paciencia y se acercó hasta él para sujetarlo por las axilas para ayudarlo a tocar el suelo.
-¿Te das cuenta del por qué te digo las cosas? -reprendió el detective con voz autoritaria, pero no tan brusca. Muy similar a la que usaba con Ayumi, Genta y Mitsuhiko.
-Vas a limpiar todo este desastre –le ordenó Ai-chan.
Bueno, tal vez después de todo si se acercaban a aquella descripción de antes.
Shinichi volvió a apoyar ambas manos en el umbral de la ventana de la casa del profesor, dándose un poco de impulso para ganar altura. Hizo un esfuerzo por ver hacia la calle ya casi completamente bañada por el cielo nocturno, pero no había rastros de la persona a la que buscaba.
Habían pasado dieciocho horas y simplemente la madre de Kaito no aparecía, reforzando sus inquietudes de la noche anterior.
-Vuelve a llamarla –le insistió el detective al ladrón.
Kaito, quien estaba sentado en el sofá le hizo caso.
-En otras circunstancias me hubiese dado igual -habló marcando los números en la pantalla de su teléfono -Pero estoy comenzando a preocuparme.
-Si no responde esta llamada voy a reportarla como persona desaparecida.
Se notaba la leve agresividad salir de los labios de Shinichi, lo que no pasó desapercibido por los otros cuatro presentes. En un principio había dejado como primera opción darle la razón a la castaña, de no darle tantas vueltas al asunto, pero las horas corrieron para mandar esa postura lejos y más que preocupación por Chikage percibía sin explicación racional una oleada de negatividad en relación a aquel caso.
-¡No! -le pidió Kuroba aun con el móvil pegado a la oreja –No quiero seguir agrandando el problema. Seguramente necesita tiempo a solas para digerir todo esto.
Sabía que era poco probable. Era su madre, la conocía lo bastante bien para imaginarse lo que podía estar haciendo y no era conveniente darle razones a Kudō para sospechar más de ella.
-Kuroba-kun tiene razón, démosle tiempo -lo apoyó Ai-chan acercándose con un vaso de agua para ambos chicos, quienes le recibieron con gusto.
Claro que ella tampoco era una ilusa para no imaginar las diferentes posibilidades de las cuales el detective estaba completamente en contra, pero en esto el peso en la balanza se inclinaba considerablemente hacia el lado del ladrón y estaba comprometida a darle su apoyo. Así que alimentar el ego de Shinichi no estaba entre sus preferencias.
Akai observaba distante a los tres niños mantener los mismos diálogos algo infantiles y acalorados una y otra vez.
Tenía los pensamientos entrelazados. Por una parte, quería ayudarlos a terminar con todo eso de la manera menos lamentable posible, pero por la otra, no quería verse involucrado en ese huracán de equivocación ya que todo era gracias al mal actuar de ambos desde un comienzo.
Y sin poder volver a evitarlo, la disputa se desvío del objetivo central acarreando que los menores comenzaran a sacarse cosas en cara de eventos pasados.
-¿Por qué no vas y escribes en tu diario? "Querido diario, hoy Kudō-kun se acostó conmigo" -le dijo Kaito receloso liberando ese comentario que tenía atorado en la garganta desde hace mucho.
¡Ya supera eso! -con las mejillas ardiendo Shinichi le gritó para callarlo.
-Lo siento, no lo dije cuando quería -se justificó restándole importancia y viendo como Shinichi le levantaba el dedo de en medio. Tuvo que cubrírselo con una mano para que dejara de hacer ese gesto tan feo -¡No!
-No tengo un...diario -le aclaró Ai-chan haciendo caso omiso a lo otro.
Los más grandes sorprendidos expandieron los ojos mirando al trío procesando la información de cuando había ocurrido eso. Fue el profesor quien se acercó a ellos con una sonrisa nerviosa para actuar de intermediaron antes de que alguno tuviese un comportamiento mucho más inadecuado.
Seguían en su mundo, casi olvidando las últimas horas vividas. Desafortunadamente unas luces rojas y azules tiñeron las cortinas desde el exterior turbando el momento, lo que hizo girar lentamente a todos la cabeza con sorpresa en esa dirección arrebatándoles el aliento por completo.
-¿Qué hace la policía aquí? -se cuestionó Shinichi en voz baja, como si le fuesen a oír desde el exterior, intentando observar a través de la cortina.
Los demás se le sumaron curiosos, todos excepto el pequeño ladrón que se quedó atrás paralizado por el miedo.
Akai observó leyendo la situación.
-Vienen a buscarte –al decir eso todos se dieron media vuelta al mismo tiempo para mirarlo –Si encontraron sus huellas en el dinero -apuntó a Kuroba –Y tienen sospechas de que está involucrado en asuntos ilegales, eso significa que sospechan de que es Kid...Quieren interrogarte –le respondió.
En ese momento Shinichi se dio cuenta de que estaba realmente pillado. Las pruebas apuntaban hacia Kaito a pesar de que habían despistado a la policía con una cuartada falsa, tenían un testigo suelto que podía declarar en su contra y lo peor de todo, ya no podía volver a transformarse en adulto, lo que significaba que, si no se presentaba a al interrogatorio, sería tomado como un posible sospechoso, pero ¿Y si tan solo...
-Dime que habías previsto la situación y que tienes un plan de emergencia -soltó Haibara con notoria preocupación.
-No lo tengo -admitió con la mirada perdida en la nada generando ansiedad en los demás –Pero tu si lo tienes... ¿No es verdad? -la acusó sin demasiada confianza ya que solo eran suposiciones –Antes de beber el último prototipo me dijiste que era la última vez que podía volver a mi cuerpo normal, sin embargo...Queda una última vez.
Buscó en sus ojos una pequeña chispa de reacción sintiendo que los segundos eran eternos y cuando estaba a punto de abandonar esa esperanza, la niña resopló rompiendo la conexión visual.
-Supongo que mis advertencias se han vuelto simples patrones para ti –se cruzó de brazos -Tendré que cambiar de estrategia.
Estaba en lo cierto, cada vez que ella le advertía respecto a la ingesta inadecuada de los prototipos siempre lo asustaba poniéndole límites porque conocía de memoria su actitud impulsiva que afloraba en los momentos menos adecuados, así que, por eso siempre se guardaba un <<por si acaso>> bajo la manga.
-Por favor -acortó la distancia con mirada suplicante como nunca lo había hecho antes y sintiendo el ambiente expectante de los demás clavarse en su espalda y conociendo, ahora sí, los riesgos –Tiene que ser ahora.
Y con la adrenalina en el cuerpo actuando como si fuese una situación de guerra, ella se arremangó las mangas de la bata y asintió.
-¿Pueden hacer tiempo? -les preguntó a los presentes.
-¿Cuánto necesitas? -Akai fue el primero en ofrecerse.
-Con tres minutos tengo de sobra –aceptando el desafío le dio un ligero empujón a Kudō y ambos se echaron a correr hacia el laboratorio.
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Aun con la cabeza humeando como si fuese una chimenea andante dio instrucciones.
-Pase lo que pase no te muevas de aquí -apuntó a Kaito y lanzó la advertencia para que los demás lo mantuvieran bien vigilado.
Salió de casa del profesor sin dejarse dominar por la inseguridad actuando con la mejor cara posible. Se quedó de pie observando como la detective Sato y el detective Takagi intercambiaban palabras con Akai.
Se acercó a ellos sintiendo una fuerte puntada en la cabeza y como la vista parecía comenzar a fallarle de repente. Su presencia alertó a los cuatro, quienes lo miraron con gesto apacible.
-¡Kudō-kun! -lo saludó el detective Takagi.
-¿Cómo te encuentras? -Sato lo miró de arriba abajo para evaluar su estado –Nos acabamos de enterar de que estuviste bastante enfermo.
Esa era la única excusa que pudieron dar para justificar sus respuestas inexistentes a las varias llamadas e intentos de dar con él.
-S-si -tosió de verdad al sentir su voz ronca –Pero ya me encuentro mejor.
-Disculpa que viniéramos tan de improvisto –se disculpó Takagi con amabilidad –Supongo que estarás al tanto de la situación.
-¿Lo de Kaitō Kid? -intuyó recibiendo un asentimiento con la cabeza por parte de Takagi –Y quieren que ayude con el caso.
Los dos detectives mayores se miraron transmitiéndole la leve desconfianza que recaía sobre él.
-Es...algo más rebuscado que eso –Sato apretó la boca. La incomodidad era palpable -Será mejor que vengas con nosotros ¿Puedes? -le preguntó de todas maneras.
-Claro -pestañeó Shinichi caminando hacia el vehículo sin mirar atrás. No creyó que Akai los acompañaría, él se sentó a su lado en los asientos traseros sin dejar de evaluar las actitudes nerviosas de los dos que iban al frente, miró de reojo a Shuichi, pero este lucía casual tirando para serio –Normal -pensó -lo estamos arrastrando a toda esta situación sucia con nosotros.
El motor se puso en marcha y esta vez se atrevió a apuntar fugazmente sus ojos hacia la casa del profesor sabiendo que los demás debían estar atentos mirándolos irse por la ventana.
Parecía como si ninguno quisiera romper el silencio, cada uno intentaba verse concentrado en lo suyo sabiendo de sobra que algo andaba mal.
-Kudō-kun, lamento de ante mano todo esto –le habló la detective Sato sin desconcentrar su vista en el volante –Pero la situación es compleja. El caso de la chica en el que te viste involucrado hace poco se juntó con lo sucedido con Kaitō Kid –le informó más que nada por lealtad a toda la ayuda que el chico siempre les había prestado y porque realmente pensaba que las circunstancias se habían mezclado generando un mal entendido –Tu cooperación es solicitada, pero no de la manera en la que tú crees.
-Me van a interrogar –le quitó las palabras de la boca con actitud calmada para no seguir levantando más sospechas.
-Si.
-Solo para poder entender mejor un par de cosas –Takagi le dedicó una sonrisa nerviosa por el espejo retrovisor -Después de todo siempre eres tú quien siempre nos ayuda a aclarar todo.
A medida que las ruedas se acercaban más rápido de lo normal hacia la estación de policía, Shinichi comenzó a sentirse muy mal, física y mentalmente.
Sentía como les estaba jugando sucio saltándose la ley, aprovechándose de la confianza que le tenían y de paso empujando e impregnando a su círculo cercano dentro de ese retorcido juego.
Como luces intermitentes las imágenes de situaciones pasadas y posiblemente futuras le perturbaron la mente impidiéndole pensar y actuar con normalidad. Sabía que también algo andaba mal con el efecto del prototipo, podía sentir como sus células pululaban dentro suyo alterando hasta el más simple sistema en él.
No quería mentir, no quería seguir con eso y se estaba engañando a si mismo al decir que no tenía opción y sentía como el vaso de agua que había bebido con anterioridad para calmar su sed comenzaba a hacer olas en su estómago.
El vehículo se detuvo y el detective supo que se había ido a meter a la boca del lobo.
Al poner los pies en la acera sintió la debilidad en sus piernas y tuvo que tener una gran fuerza de voluntad para no paralizarse, al dar un paso para seguir a los tres hacia el interior la sensación aumentó en extrañez, daba pasos lentos sintiendo que la gravedad le afectaba diferente que a los demás.
Se dice que cuando estás a punto de morir ves momentos de tu vida pasar frente a tus ojos, pero Shinichi sabía que en ese momento estaba muy lejos de morir, al menos físicamente. El sonido comenzó a entrar por sus oídos en forma de pitido y al ir en aumento juró oír muy a lo lejos sonidos distorsionados de campana recordando sin querer hacerlo el día de navidad; la acogedora iluminación, el olor dulce en el aire y la nieve de algodón cayendo alrededor suyo.
-¿Por qué me estoy acordando de esto ahora? -pensó exigiéndose volver a enfocarse.
El interior bullía de actividad, las luces blancas de la prefectura resultaban agresivas para sus ojos y de un momento a otro sintió que su mente y su cuerpo se separaban, las voces se oían más lejanas como si sus oídos estuviesen tapados y no se sentía capaz de respirar con normalidad. Se desplomó en el asiento más cercano al sentir que el corazón le trepaba y se llevó temblorosos las manos a la garganta en un gesto asustado por intentar tranquilizarse, viviendo en carne propia lo mismos ataques que Kaito sentía desde hace un tiempo por las múltiples causas que los envolvían.
-Kudō-kun ¿Qué te pasa? -preguntó la detective Sato al verlo en ese estado tan preocupante, mirando a un punto fijo y temblando ligeramente.
No notó cuando Shiratori llegó junto a ellos y a pesar de las insistencias por parte de Sato y Takagi fue incapaz de inventar una respuesta y de disimular su estado. Lo único que lo ayudó a no perderse por completo fue cuando sintió una mano apoyarse en su hombro izquierdo.
-Vamos, necesitas tomar algo de aire –Akai le habló y lo ayudó a levantarse –Fue demasiado esfuerzo para haber estado tantos días en cama -mintió arrastrándolo hacia el exterior con las miradas preocupadas y compresivas de la policía. Le enganchó un brazo al suyo por si se le ocurría desmayarse o algo similar e intentó devolverlo a la realidad –Tienes que reaccionar o realmente sospecharán de ti.
-¿Qué hago? -logró vocalizar buscando algo de guía -Me vieron en una situación comprometedora con él -recordó sintiéndose al borde de un precipicio y sabiendo que si confesaba los estragos serían irreversibles, pero con la idea fija de que no iba a ocultar información -Sé cómo tengo que actuar, pero está siendo más difícil que otras veces...No puedo...
Akai lo observó compasivo sorprendiéndose por esa actitud tan poco propia de él.
-No puedo decirte lo que debes hacer o lo que no –tomó la actitud protectora que sabía que Shinichi necesitaba en ese momento –Haz lo que tengas que hacer, pero... soluciónalo.
Ese tipo de respuestas no servía demasiado, era como responder <<no estés triste>> cuando te sentías completamente destrozado por dentro y no podías forzarte a sentir lo contrario.
El detective exhaló hondo por la boca y se despeinó la parte delantera del cabello para que el aire le refrescara la frente y sintiéndose igual de confundido volvieron a entrar.
Avanzaron por el pasillo hacia la sala donde sería el interrogatorio donde Shiratori y Sato los esperaban con duda y preocupación fuera de la puerta.
-Ya está mejor -informó Akai.
-Kudō-kun ¿Estás seguro de que está todo bien? -la detective lo miró con una ligera sonrisa para alivianar un poco el ambiente –Nunca te había visto así, incluso a pesar de que has estado a punto de morir varias veces.
-La situación no es para restarle importancia, Kaitō Kid cometió un crimen terrible por defender a alguien -recordó con pesadumbre la cara que Kaito había puesto cuando la bala le rozó la mano –Y el mal estar no me permite trabajar con normalidad.
-Entiendo tu punto de vista, pero huyó de la escena –le recordó -Sin contar los cargos que se le atribuyen -comenzó a nombrar -Robo, invasión a la propiedad privada, terrorismo, asesinato, fuga, delito por lesiones graves, tortura, omisión de socorro-
Shinichi no la dejó continuar ya que cada delito nombrado la sentía como una tajada en su piel.
-Tal vez no supo reaccionar adecuadamente debido al impacto -apretó la mandíbula, pero la respiración nerviosa lo acusaba, como si su nariz susurrara todo lo que su boca no decía.
-Tal vez tú conoces la identidad del asesino -interrumpió Shiratori con brusquedad.
-¡¿Qué estás diciendo?! -le reprendió la detective Sato.
-Lo lamento –se disculpó ablandando el tono y elevando las manos –Es solo que por primera vez lo veo adoptar una actitud tan diferente.
-Para todos está siendo algo difícil -volvió a hablar Sato con comprensión -Estábamos acostumbrados a otro tipo de actuar en Kaitō Kid, esto nos ha desconcertado a y tampoco estamos cien por ciento seguros de que va realmente todo esto.
El teléfono de Shinichi comenzó a sonar de manera escandalosa capturando la atención de todos los presentes, así que no le quedó de otra que sacarlo del bolsillo, observó la pantalla percatándose de que le estaba entrando una llamada de Hakuba, lo dejó sonar hasta que se cortó y el fondo de pantalla quedó a la vista.
Shiratori entornó las cejas al ver la fotografía de la madre del chico, la niña de la residencia del profesor Agasa y el primo al que había conocido hace un tiempo en el hospital en esa escena tan extraña.
-Ese chico no era tu primo ¿No es así?
Shinichi se tensó nuevamente con aquella declaración, el tiempo suficiente para que ambos oficiales lo notaran y que la nueva llamada entrante de Hattori no fuese suficiente para desviar la atención.
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No sabía cuánto tiempo llevaba esperando en esa fría sala. Lo único que tenía claro, era que esta vez habían llegado demasiado lejos, en cosa de segundos, todo se había venido abajo.
Se sentía mareado, la cabeza comenzaba a dolerle más que antes y sentía que su respiración estaba acelerada, porque era lo único que oía. De no ser porque la presencia de dos personas que rápidamente se acercaron a él, hubiese seguido estático mirando ese punto fijo en el suelo.
-Kudō -lo llamó Hattori posicionándose frente a él y al no obtener respuesta, lo tomó de los hombros para moverlo -¡Kudō reacciona!
Seguía sin inmutarse. El moreno admiró el estado lamentable de su amigo, podía jurar que nunca lo había visto así, con la mirada perdida, intentando contener los temblores de su cuerpo y en sus pómulos con claras marcas de lágrimas secas, quien sabe cuántas horas estuvo llorando.
-¡Quítate! -Hakuba lo apartó de un empujón -Kudo-kun ¿Dónde está él? -colocando una mano en su mejilla, lo obligó a mirarlo a los ojos.
Parpadeó por unos segundos, antes de volver a la difícil realidad, miró a Hattori, quien también parecía preocupado. Se limpió la nariz con la manga de su característico traje azul, intentando parecer calmado.
-Por más que lo busquen, no van a encontrarlo.
El rostro de Hakuba empalideció.
-No me digas que...
-No -negó con la cabeza –El Kaitō Kid que buscan ya no está.
-Solo queremos ayudarlo.
A pesar de que no quería discutir con él en esos momentos y teniendo en claro que lo que estaba ocurriendo no era por completo culpa de Heiji, no pudo evitar utilizar un tono agresivo.
-Ya es tarde para eso -escupió -Si querías ayudarlo, no debiste dejar que cometiera tal aberración.
-¡¿Por qué dejaste que lo hiciera?! -el rubio lo encaró frustrado, estampándolo contra la pared, después de Shinichi, era el más afectado emocionalmente.
El detective de Osaka sintió una punzada en el pecho, ellos tenían razón, jamás debió seguir el plan de Kaito, ahora la culpa también corría por sus manos.
Cerró los ojos sintiendo que se hundía.
-Porque...Yo también quería a toda costa encontrar a Kudō.
Hakuba lo soltó de su agarre.
-El problema no es de quien es la culpa. Vengo de hablar con los inspectores. Sospechan de Kuroba.
-Chicos, se los juro -exhaló Shinichi pidiendo que lo entendieran –No lo hizo con intención -comenzó a rememorar la escena y ya ni siquiera podía actuar bien –Lo hizo por defenderme a mí...él no quería, se los juro por lo que más quieran.
-Ya lo sabemos, idiota -sintió la mano de Hattori apoyarse en su cabeza.
Hakuba apegó la espalda contra la pared, todavía sin creer en la situación.
-Ese imbécil...
La puerta se abrió de golpe, por ella entraron Megure, Shiratori y una inspectora que ni Shinichi ni ninguno de los otros conocía.
-Kudō-kun, gracias por venir ¿Te encuentras mejor? -lo saludó Megure –Me contaron que estabas bastante enfermo.
El nombrado miró a Shiratori y este asintió levemente.
-Les voy a pedir que se retiren -habló la mujer dirigiéndose a Heiji y Hakuba –Si los necesitamos, se los haré saber.
Ninguno de los dos quería dejar solo a Shinichi. Todo era ya bastante tenso, el estado del detective era deplorable y por supuesto, levantaba demasiadas sospechas.
-Déjalos -pidió el Inspector Megure.
Conocían su deber, eran detectives, perros fieles de la ley y la justicia. Por esa misma razón, los tres llevaban una lucha interna que los hacía dudar. No iba a ser nada fácil admitir que Kaito, una persona que se había vuelto demasiado cercana e importante para ellos, había cometido un asesinato.
-¿Cómo está Conan-kun? -le preguntó preocupado el Inspector -¿Sigue asustado?
Tomó aire para darse fuerzas, para hablar fuerte y claro y hacer lo que tenía que hacer.
-Se encuentra mejor, él estaba muy afectado, es por eso que salió huyendo -justificó, notando que la mirada de lastima del hombre lo atravesaba.
-Seguramente te estés preguntando por qué te necesitamos para las declaraciones -habló la inspectora de manera casi maternal -Kudō-kun, seremos honestos contigo. Creemos que conoces la identidad de Kaitō Kid.
-¿Piensan eso solo porque me vieron hablando con él una vez?
-No estaban solamente hablando- confirmó ella.
-Sé que deberíamos estar concentrándonos en la identidad de la víctima y todo lo que conllevó a aquello, pero dado a que no hemos podido contactar a Conan-kun...-prosiguió Megure.
-Quedó muy afectado -siguió justificando el detective -Logré charlar con él y me prometió que vendría a hablar con usted.
-Se ha cometido un crimen -tomó la palabra Shiratori –Y no un crimen cualquiera. Kaitō Kid es culpable, todos lo vimos –seguía igual de sorprendido que todos –Tenemos que dar con la identidad del culpable.
-Si me lo permiten -interrumpió Heiji pidiendo la palabra –No creo que Kaitō Kid lo haya hecho porque quiso, lo conocemos, si todo esto está ocurriendo, es porque no tenía opción. No calza ni cerca con el perfil de un asesino.
Torció el cuello.
–Lo sabemos, pero ha matado a alguien.
-Si ustedes hablan de perfiles que coincidan con Kaitō Kid -habló Hakuba -Deberíamos comenzar a buscar a alguien que calce con dichas descripciones. Y poner primero sobre la mesa el hecho de que, si disparó, fue para proteger al niño.
Shiratori comenzaba a ponerse un poco impaciente, se rascó la mejilla y sacó del bolsillo interno de su camisa unas fotografías.
-Tenemos un testigo que asegura conocer la identidad, incluso dijo haber sido torturado.
Hattori empezó a sudar frío.
-¿Le vio la cara? -preguntó rápidamente el rubio.
-No, pero nos dio la dirección exacta de su residencia.
Al ver como Megure suspiró dando a entender que no quería estar allí, fue que Shinichi entendió todo. Shiratori le enseñó las fotografías. Una correspondía al rostro de un hombre al que conocía más de lo que quería y otra de Kaito hablando con una chica pelinegra en una calle bastante transcurrida, recordando al instante el día en que el suceso tenía lugar.
-¿No es este el sujeto que andaba metido en asuntos ilegales en Osaka? -preguntó el moreno.
-El mismo –la mujer apuntó la fotografía -Y la chica también seguía sus pasos, incluso parece ser que son del mismo bando.
-Kudō-kun –el Inspector Megure adoptó una actitud completamente seria –La dirección coincide con la residencia de este muchacho y sabemos que tienes una relación estrecha con él.
El dolor de cabeza se estaba volviendo insoportable, tanto así que no pudo evitar llevarse una mano en la sien derecha y asustado por las lágrimas que insistían en salir.
Recordó el viaje a Estados Unidos, tal vez, hubiese sido prudente aceptar la invitación de la madre de Kaito y haberse quedado a vivir allá los tres, pero ya era demasiado tarde.
-Pero, él vive hace más de seis meses conmigo.
-¿Hay alguien que pueda confirmar eso?
Asintió.
-El Profesor Agasa y el Inspector Nakamori es vecino de Kuroba-kun, él puede corroborar que no vive allá desde hace medio año.
Los dos hombres se miraron, tomarían en cuenta las palabras del detective y la mujer volvió a interrogarlo.
-¿Conociste alguna vez a esta chica?
-Si.
-¿Sabías que se dedicaba al tráfico de drogas haciendo cómplice a una menor?
-No tenía conocimiento de eso -movió la cabeza de un lado a otro.
-Nos enteramos de que estuvo embarazada en el tiempo en que Kaito Kuroba y ella se veían -insistió con su investigación -¿Sabes por qué se frecuentaban? ¿Eran amigos? ¿Un cliente? O quizás ¿El padre de su bebé?
Shinichi soltó un quejido y volvió a sujetarse con fuerza la cabeza, rendido y dejando que sus ojos soltaran lo que llevaba conteniendo desde hace rato.
-¡Permita que descanse un momento! Aunque no lo parezca, está muy enfermo, se ha esforzado demasiado -pidió Heiji y ayudado por Hakuba lo levantaron por los brazos.
-Si, por supuesto –se preocuparon los tres oficiales por el estado de salud de Shinichi.
Antes de dejarlos ir, ella optó por hacer una pregunta más.
-Kudō-kun, una última pregunta ¿Tienes manera de contactar a esta chica?
-Aunque quisiera contactarla, eso ahora es imposible.
-¿Por qué?
-Porque está muerta.
Lo sacaron casi en calidad de bulto de la sala y lo sentaron en el primer asiento alejado que encontraron. Heiji apoyó la espalda en la pared intentando mantener la calma y Hakuba miraba el piso con los labios levemente hacia abajo.
-¿Quién es ella? Creía que era una Inspectora nueva -preguntó Shinichi confundido -¿Y el Inspector Nakamori?
Sabía que por la coyuntura actual la Primera División tomaría el caso, pero esperaba ver a Nakamori presente por razones que ya eran sabidas.
-Era del área de psicología forense, así que puedes irte haciendo una idea de por qué está aquí. En cuanto al Inspector Nakamori, dimitió diciendo que tenía un asunto de extrema importancia que resolver –le explicó Saguru –Aunque...Creemos que no quiso estar presenten el caso por las pruebas que acusan a Kuroba.
-Mierda...no -exclamó en un susurro sujetándose la cabeza con ambas manos y mirando hacia el suelo. Sus amigos lo rodearon para cubrirlo de cualquier mirada intrusa. Creyó que iba a derrumbarse cuando sintió las manos de ambos encima de sus hombros –No pueden llamarlo para ser interrogado otra vez –se asustó sabiendo lo que pasaría -Le enseñarán la foto de aquel hombre y... -quería decir <<y se va a cagar encima>>, pero sobraba decirlo -Terminará confesando... Él solo se defendió...
El problema no era que confesara, eran todas las mentiras que estaban ligadas, que los harían caer uno por uno de manera desfavorable como si estuviesen cayendo en su propia trampa. Estaban viviendo una falsedad disipando la desgracia hacia todos lados y arrastraron a todos sus amigos a eso. Por primera vez, estaban con un pie en el otro lado.
-No sabemos que tanto apuntan esas pruebas hacia él, por lo que no va a ser llamado a declarar hasta que tengan un hilo del que tirar -interceptó Hakuba sin demasiados ánimos -Y deberíamos concentrarnos en la lista de atenuantes que tiene a su favor.
-Yo...no confesaré lo que hizo, pero los interrogarán a ustedes también -les habló Shinichi sintiendo una enorme culpa, si les pedían comenzar a desgranar detalles podían darse por muertos. Clavó la mirada en sus amigos para darles a entender que hicieran lo que tenían que hacer –Digan lo que saben.
-Responderemos lo que nos pregunten –lo cortó Heiji con brusquedad.
Heiji Hattori
00:21
~~~~~~~
-¿Qué relación tienes con ese muchacho? - preguntó la mujer, que prefirió citarlos de a uno para ser interrogados.
Heiji resopló por la boca y se encogió de hombros manteniendo el dialogo hostil.
-Es...pareja de mi amigo.
-Podemos decir entonces que has tenido contacto con él -dedujo empeñada en sacarle información relevante -¿Sabes qué relación tenía con esta chica?
Le acercó la fotografía de la pelinegra por encima de la mesa, Heiji la miró un segundo recordándola de inmediato, molesto estiró las palmas de las manos en un gesto rápido y volvió a negar con la cabeza.
-Habrán sido conocidos de algo -respondió sin dejarse intimidar por los ojos que le clavaba la mujer y el resto –Escuche, lo conozco solo porque tiene una relación con Kudō, yo ni siquiera soy de aquí. No es como si hubiese convivido lo suficiente con él para conocer de memoria su vida -escupió intentando no verse tan alterado.
-¿Cuándo fue la primera vez que conviviste con él? -siguió anotando la información en su libreta.
-Hace varios meses cuando Kudō me lo presentó -imágenes fugaces aparecieron inevitablemente en su memoria –Pero nos pasamos con el alcohol así que no recuerdo demasiado –se cruzó de brazos, avergonzado por tener que detallar aquello y miró hacia otro lado.
-¿Qué sucede Hattori-kun? -le habló el Inspector Megure -Estás especialmente molesto hoy.
Meneó un pie inconscientemente debajo de la mesa y dirigió los ojos de a poco hacia el hombre. Se sentía nervioso y desconfiaba de sí mismo ya que al ser lengua suelta no podía evitarlo, era especialista en soltar información confidencial.
-Ya se lo dije, Inspector –le recordó desviando un poco la atención y aprovechándose de la confianza que tenían -Quedé de avisarle a Kazuha apenas pusiera un pie en Tokio y no he tenido tiempo de llamarla –lo que decía no era ninguna mentira –Este interrogatorio ya duró demasiado tiempo y el regaño por parte de ella no se lo llevarán ustedes –se puso de pie sin esperar esa instrucción -Y ya le he dicho todo lo que sé. Si me necesitan nuevamente tendrán que esperar a que realice esa llamada –se dirigió específicamente a la mujer y salió del lugar.
Hakuba Saguru
00:37
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-¿Por qué estaban tus huellas en el dinero?
-Fuimos a investigar por nuestra cuenta, vimos el dinero y al ver la cantidad sospechamos -habló frotándose levemente las manos -Así que lo contamos para saber cuánto era.
-Tengo entendido que fueron compañeros, que compartían clases -quiso saber ella dejando de lado la correlación de la pregunta anterior.
-Si -respondió Hakuba un poco más sosegado que de costumbre.
-¿Notaste alguna vez algo raro en él?
-Todo en él es raro -admitió restándole importancia –Siempre estaba con sus tonterías llamando la atención de todo el mundo. Él es así -suspiró -No solíamos hablar demasiado porque siempre terminábamos discutiendo por estar en desacuerdo.
-¿Y cuándo volvieron a reencontrarse? -formuló la pregunta de manera calmada, pero sin quitarle los ojos de encima -¿Dijo algo relacionado con sus actividades diarias? ¿Te contó algo acerca de esta chica?
Por tercera vez en la noche la fotografía fue puesta en la mesa.
-Es bastante popular, puede haber sido una amiga. Nunca la vi en persona.
-¿Estás confirmando que conocías su existencia?
Arrugó las cejas por la brusquedad que utilizó, pero las relajó al instante para no levantar más sospechas.
-No he dicho eso -habló en tono seco –No estoy familiarizado más que con su círculo cercano.
-¿Podrías nombrar a quienes son su grupo cercano?
-La hija del Inspector Nakamori y Shinichi Kudō. Si es que tiene a alguien más a quien considere realmente cercano no conozco sus identidades -comenzó a sentir una mezcla de sentimientos dentro de él al recordar al chico que tanto lo sacaba de sus casillas que lo hizo bajar la voz -Él puede ser imprudente, pero... no me lo imagino haciéndole daño a nadie –ahogando la compasión que lo había hecho faltar en cierta manera a la verdad miró inconscientemente el reloj en la pared.
-Eso es lo que queremos creer nosotros -lanzó sorpresivamente el comentario –Sabemos en gran parte por experiencia propia el modo que tiene de actuar. Es por eso que creemos que el arma se le disparó por accidente.
Hakuba miró con una ligera pizca de desconfianza al Inspector Megure y este asintió levemente apoyando esa hipótesis.
-Sé que esto es importante, pero creo que el otro asunto requiere más urgencia –esta vez se dirigió a ambos –Hay criminales realmente peligrosos ahí afuera, los mismos que hicieron explotar el edificio. Vidas que se están arruinando poco a poco, habrá más muertos y será demasiado tarde.
-Ya nos estamos encargando de eso –lo tranquilizó Megure -¿Tienes alguna pregunta más? -se dirigió a su compañera algo cansado de que estuviese interrogando a los chicos que tanto habían cooperado con él, aunque podían parecer algo sospechosos, no podía hacerse la idea de que estuviesen involucrados directamente con Kaitō Kid.
-No -respondió un poco más tranquila –Hemos terminado con ellos por hoy, pero ya sabes -intentó sonreírle y en se guida miró a Megure –Necesitaremos a la señorita Nakamori para hacerle unas preguntas y en cuanto a ustedes, podemos volver a necesitar de su ayuda.
-Por supuesto -levantó una media sonrisa forzada y también se puso de pie para salir de allí.
Salió encontrándose con Hattori con el peso del cuerpo apoyado en la pared y de brazos cruzados, tenía el rostro igual como si lo hubiesen regañado. El moreno le levantó el pulgar preguntándole en ese gesto si todo había salido bien y este asintió desmotivado. Caminaron hacia el exterior donde Shinichi estaba con las manos juntas bien pegadas a la boca intentando disimular los temblores en su cuerpo y cuando a penas los vio llegar sintió una oleada de alarma recorrer su interior.
-No sé si fue especialmente estúpida o es demasiado nueva en el área -Heiji logró sacarle un poco el mal cuerpo -Podría haber preguntado directamente si conocíamos la identidad de Kaitō Kid, pero no hizo más que hacer preguntas con respecto a Kuroba.
-Lo siento, chicos –se disculpó Shinichi.
-No hicimos más que responder a sus preguntas -recalcó Heiji también un poco más tranquilo –Si no supieron formular las interrogantes para obtener la información que necesitaban no es problema nuestro.
Querían regresar juntos a casa, no se sentían más aliviados, pero cuando el beetle amarillo se estacionó a menos de tres metros de distancia de ellos y vieron a Conan bajar por la puerta delantera volvieron a sentirse dentro de una centrifugadora que no tenía intenciones de detenerse.
Esperaron boquiabiertos como el pequeño se acercaba a paso decidido a su lado.
-¿Haibara? -preguntó Shinichi con la sangre helada mirándolo de arriba abajo.
-Soy yo –le confirmó Kaito y con naturalidad saludó a los otros –Hola chicos.
Heiji y Hakuba se quedaron estáticos y boquiabiertos mirando hacia abajo, este último se agachó hasta quedar a su altura y le tomó las mejillas dándole dos palmadas moderadas confirmando que se trataba del mismismo Kaito Kuroba.
-¡De verdad eres tú! -exclamó asombrado y levemente aliviado de verlo sano y salvo.
-A ver, a ver –Heiji sacudió las manos en el aire para que aclararan la situación -Tú eres Kudō -apuntó a Shinichi y luego a Kaito –Y tú eres Kuroba, pero te estás haciendo pasar por Ku...Conan.
-Si –le respondió aburrido de su estupidez.
-¿Hay otro que esté disfrazado de alguien más? -quiso saber con justa razón y se removió exageradamente el cabello –Esto de jugar a los disfraces como en Scooby Doo resulta un poco confuso a veces.
-No -respondió Kaito clavando su concentración en Shinichi, su semblante de desaprobación y molestia lo hizo incomodarse por dentro.
-¿Qué estás haciendo aquí? -le preguntó con tono autoritario –Te dije que te quedaras en casa.
-Lo intenté -suspiró -Pero el deber fue más grande. Y Ai-kun me dio su apoyo.
Shinichi se frotó la sien derecha buscando calma ¿Por qué lo había dejado salir?
-No tendría que haberte dicho nada -insistió aguantando las ganas de tomarlo de un brazo y llevarlo de vuelta –¿Y qué tiene que ver ella con las decisiones que tomas?
-Bueno, estaba algo indeciso y estaba bajo su guardia –hizo un gesto de comillas con los dedos –¿Sabes? Reafirmo lo que dije ayer. Ustedes parecen un matrimonio en proceso de divorcio.
-¡No estoy para tus bromas! -espetó estresado controlando una mano para no propinarle un golpe en la cabeza -¿A qué has venido?
Kaito se cruzó de brazos y miró hacia arriba para conectar sus ojos mientras Hakuba y Heiji cruzaron una mirada de preocupación.
Ahí estaba con una de sus apariciones otra vez, sin romper la quietud de la noche observando a su al rededor, la única diferencia es que está vez aquella sonrisa característica de saberlo todo no lo acompañaba. Se percibía miedo en él.
-Vengo a contar la verdad de los hechos –lo dijo de manera tan decidida que por más que los otros tres le refutaran hubiese sido imposible haberlo hecho reflexionar.
Valía intentar.
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No. No pudieron hacerlo cambiar de idea. Kaitoe sentía muerto por dentro, pero para la ley estaba más vivo que nunca para cumplir su condena, él mismo buscó al Inspector Megure para explicarle que había ido a dar declaraciones. Y aunque se trataba de Conan, lo trataron con el tacto que requería tratar a un niño.
Cuando fueron llevados a la sala juntó las manos debajo de la mesa para que no vieran como se raspaba agresivamente las cutículas con las uñas.
-Eres el único que puede decirnos como realmente sucedieron las cosas –le habló el Inspector.
-Tú estabas presente -recalcó la mujer sin forzarlo –Entenderíamos si no recuerdas todo, pero cualquier detalle nos sería de muchísima utilidad.
Antes de responder, repasó con la vista a todos los que lo acompañaban en esa sala.
Heiji tenía la boca apretada, como si estuviese luchando por no abrirla, Hakuba respiraba tan profundamente para mantener la calma que sus orificios nasales se ensanchaban más de lo normal y en cuanto a Shinichi, estaba aferrando los dedos con fuerza a una botella de agua, pero a la vez tan quieto debido a la tensión que prefirió, por su propio bien volver a concentrarse en las preguntas.
-Nos estaba disparando en medio de la oscuridad, así que era difícil ver -tragó saliva escogiendo sabiamente sus palabras –Kid me dio su pistola de cartas para que me defendiera y el sacó la que encontró la policía. Perdimos la cuenta de los disparos.
-¿Estás completamente seguro de que era el Kaitō Kid que todos conocemos?
-Si
-¿No intentaron huir? -se extrañó.
-En un paso en falso me tomó como rehén. Le pidió a Kid que soltase el arma y de lo contrario no me haría daño -sintió un sabor amargo en la boca –Pero él y yo sabíamos que no dejaría escapar vivo a ninguno de los dos. Fue entonces cuando le apuntó.
-¿Y el arma se disparó por accidente?
Notaba como parecía empeñada en emplear un tono para que le siguiera el hilo, con ojos insinuadores para que repitiera sus palabras, como si nadie se atreviese a creer que Kaitō Kid había tenido intenciones de quitarle la vida a aquel sujeto.
Se generó un tenso silencio y todas las miradas se clavaron con mucha más intensidad sobre él, lo único que podía oír en esas cuatro paredes eran las respiraciones de los demás y las manecillas del reloj colgado en la pared. Abrió la boca para dejar entrar el aire y finalmente respondió, no iba a dejar que continuasen defendiéndolo.
-No -sonó tan firme que nadie se atrevió a agregar algo más -Yo vi en su mirada como con desespero lo mató.
Estaba con el cuello bajo la guillotina y él mismo había decidido bajar la palanca.
Pestañeó suavemente sintiendo como el peso de cavar su propia tumba le alivianaba el cuerpo. Los demás procesaban la información de muy mala manera, negando decepcionados a sus declaraciones y lo único que cortó ese infernal silencio fue la botella de agua de Shinichi que cayó al suelo salpicándole el pantalón. Todos giraron para mirarlo, pero ninguno tenía fuerzas para hablar.
El resto solo duró unos pocos minutos más, permanecieron en la estación hasta que sus presencias ya no eran requeridas. Intentaron no mostrarse más ansiosos de lo que ya estaban, salieron lo más lento que sus pies les permitieron y para evitar otro contratiempo, Shinichi tomó a Kaito de la mano para caminar hacia afuera.
Kaito miró hacia arriba para buscar alguna pizca de reacción en su rostro y percatándose también de que había amanecido hace poco, pero el detective se veía tan tranquilo que entendió que esperaría hasta estar en casa para hablar con él.
-Profesor –le habló tranquilamente Shinichi por la ventana del vehículo y estiró una mano -¿Me presta las llaves?
Tal vez Kaito había pensado mal, el detective no se aguantaría hasta llegar a casa.
-Claro -entendió el hombre de inmediato y bajó de la puerta del conductor entregándole las llaves.
-Sube -elevó el mentón apuntando al asiento de al lado.
Kuroba se quitó las gafas y se despeinó un poco el cabello, lo último que alcanzó a divisar antes de encerrarse en el vehículo fue la mirada confundida de Hakuba al ver que se irían sin ellos y a Heiji haciendo un gesto con la mano para restarle importancia, mientras los otros dos se acomodaban en los asientos de adelante del vehículo de Akai.
No se atrevía a abrir la boca, miraba de reojo a Shinichi quien estaba concentrado en poner todo en orden antes de comenzar a conducir.
-Abróchate el cinturón -le pidió casi con tono aburrido, como si estuviesen a punto de ir a hacer las compras o un paseo cotidiano.
Por supuesto que le hizo caso. Y cuando Shinichi se aseguró de que realmente se lo había puesto encendió el motor.
Viajaron en silencio, cada uno pensando en cómo formular las palabras apropiadas para iniciar una conversación con el otro. Kaito buscaba desesperadamente un indicio en la cara de Shinichi que lo hiciera ponerse en alerta, porque esa tranquilidad que adornaba su rostro comenzaba a preocuparle, sobre todo cuando el detective encendió la radio.
Por su parte, Kudō se sentía tan deteriorado por dentro que incluso había olvidado el dolor físico que sentía a causa de los efectos secundarios del prototipo. No se atrevía a mirar al niño a su lado porque sentía ganas de ahorcarlo y aquella sensación era bastante injustificable.
Había escogido el camino más largo, pero hasta el momento no había dicho nada y Kaito creyó que ya no lo haría, cuando en mitad de una calle vacía el detective dio un frenazo tan brusco que el cuerpo se le fue hacia adelante. De no haber llevado puesto el cinturón podría haber llegado fácilmente al parabrisas.
-¡¿Por qué lo hiciste?! -le gritó quitando una mano del volante para cubrir sus ojos.
Kaito lo voy apretar los dientes intentando inútilmente ahogar más de un lamento. Y él que había creído que se detuvieron porque estuvieron a punto de chocar con algo.
-Porque es la verdad -logró responder con una mano en el pecho.
-¡No es cierto! -volvió a insistir -¡Tú no querías matarlo! ¿Te das cuenta lo que has hecho? Ahora nadie tomará en cuenta ningún atenuante para reducir la condena -comenzó a maldecir entre dientes –No debí permitir que ocurriera esto, debí haberlo impedido.
-¡Qué bien! -resopló torciendo los ojos y dándose media vuelta para mirar por la ventana con intenciones de ponerle fin a la discusión.
-¡Mírame! ¡No he terminado! -le daba la espalda ignorándolo por completo -¡Kaito! -estiró el brazo hacia él y con facilidad lo sujetó de un hombro para darle la vuelta y obligarlo a seguir -¿Estás tramando algo? ¿Es eso? Porque de lo contrario no veo... -le rogó con la mirada -¿Cómo te ayudo? Dime que necesitas que yo haga y así lo haré.
-¡Papá ya déjame en paz! -le dio un manotazo para soltarse y expandió los ojos cuando se dio cuenta de lo que había dicho, también se llevó la mano a la boca completamente sobresaltado.
Shinichi separó un poco los labios y elevó las cejar repasando la frase en su cabeza.
-Lo siento –se disculpó Kaito.
-¿A qué ha venido eso? -preguntó sabiendo la respuesta. La sensación era de lo más extraña, pero tampoco quería sobrecargarlo -¿Te recuerdo a él? ¿O fue una salida del momento? -quiso saber de todos modos.
-N-ni lo uno ni lo otro -titubeó rascándose detrás de la oreja –Me...confundí - abrió rápidamente la ventana y volvió a mirar hacia afuera estirando los codos en lo largo del vidrio para reposar su cabeza sobre ellos.
Shinichi logró compadecerse un poco y esperó un momento para volver a insistir, solo que esta vez con la delicadeza que el asunto requería.
-Ey –lo llamó. El mago reaccionó elevando un poco el cuello y soltando un sonido para indicarle que le estaba poniendo atención -No debí gritarte -aceptó su mal gesto –Pero no sé qué más hacer. Me salté la ley para intentar protegerte un poco y ya no quiero seguir haciéndolo, porque me doy cuenta de que tú tampoco quieres que lo haga.
Kaito se atrevió a darle la cara y compartieron una mirada significativa.
-Nunca te pedí que lo hicieras –razonó con culpa –Ni a ti, ni a los demás.
-Lo sé -lo tranquilizó -Y está siendo difícil para todos, pero si ahora estamos intentando ayudarte es porque sabemos que al final harás lo correcto -sinceró -Seguimos creyendo en ti.
Notar como todo el mundo intentaba dar todo de si para que todo saliera de la mejor manera posible lo hizo sentir un manojo de sentimientos en el pecho y no quería seguir derramando lágrimas. Y aunque estaba listo para su sentencia si Shinichi creía en él se sentía con el deber moral de ser sincero también.
-Detective –lo nombró notando como le suplicaba con los ojos que le dijera algo –La verdad es que...
Un bocinazo y unas luces blancas a sus espaldas para indicarles que estaban impidiendo el paso fue señal suficiente del destino para darle a entender que no siguiera. Con un suspiro cansado, Kudō puso nuevamente el vehículo en marcha y esta vez sin paradas repentinas para volver de una vez por todas a casa.
Todo parecía indicar que los demás prefirieron darles su espacio ya que la morada se encontraba completamente vacía, sin embargo, solo estuvieron un par de minutos dentro para lavarse la cara y cambiarse de ropa. Querían estar con ellos, después de todo lo que había pasado no querían hacer grupo aparte, así que se dirigieron a casa del Profesor.
Al ingresar, Kaito buscó con la mirada a su madre, pero al parecer ella no había vuelto. Tampoco divisó a los otros dos detectives.
-¿Y Hattori y Hakuba? -Shinichi le robó la pregunta de la boca.
-Fueron a descansar un poco –Haibara dio un largo bostezo recalcando que ella tampoco había pegado ojo en toda la noche.
-Ustedes deberían hacer lo mismo -sugirió el profesor. Shinichi notó que parecía feliz con la presencia de ambos.
-No sin antes examinarte –les habló Ai directamente a ambos –Vamos, los necesito a los dos.
La siguieron intentando no caer desmayados de cansancio en ese mismo instante. Y al entrar al laboratorio se dieron cuenta de lo desordenado que estaba, dejando en evidencia que Ai había estado trabajando duro en lo del antídoto final.
No los retuvo mucho tiempo, mucho menos luego de ver en la calidad en la que estaban ambos. Kudō lagrimeaba cada vez que bostezaba en un seguido intervalo y Kaito se abría los ojos con los dedos cada vez que notaba que cabeceaba.
-No es por presionarte, pero ¿Para cuándo crees que puedas tenerlo listo? -el detective volvió a dar un largo bostezo y puso la mano encima de la mesa justo antes de que la frente de Kaito diera contra ella.
-Dame un respiro –le pidió terminando de teclear unos últimos detalles en el ordenador -Intentaré tenerlo dentro de veinticuatro horas –se llevó la palma a la boca para cubrirla. Kudō le había pegado el bostezo. Se dio media vuelta en la silla giratoria y ladeó la cabeza para observar al par.
-Kaito –lo nombró Shinichi con suavidad, pero el niño se había quedado dormido con la cara apoyada sobre su mano.
Haibara apuntó con la cabeza hacia la puerta dándole la autorización para retirarse. Vio con ternura como el detective puso toda su delicadeza en no despertar a Kuroba al cargarlo en brazos, quien se removió inconscientemente soltando un quejido.
-Shhh, tranquilo –le dijo con dulzura obligándolo a recargar la cabeza en su hombro y dándole unas suaves palmaditas sobre ella.
-Si no me ganara el cansancio les tomaría una foto –se burló Ai-chan en un susurro.
Shinichi curvó una sonrisa.
-Tú también deberías ir a dormir –le pidió. Estaba igual de trasnochada que ellos y también quería velar por su salud, así antes de perderse por la puerta y como pocas veces tuvo ese gesto amable de agradecerle –Gracias, Haibara.
Sorprendida, elevó las cejas y expandió un poco sus cansados ojos, ahora fue ella quien elevó una media sonrisa haciendo un gesto con la mano como si no fuese nada importante.
Camino a su casa, lo cargó en brazos con la intención de llevarlo a la cama, pero sentía que Kaito estaba tan tranquilo con su contacto que prefirió acomodar su cuerpo para que lo rodeara como un koala y dejó que su cabeza continuara reposada sobre su hombro. Con cuidado se sentó en el sofá y lo apegó lo más que pudo a su cuerpo hasta que su mejilla rozó con sus cabellos, los cuales se le colaban por la nariz impregnándolo con su olor.
Pudo distinguir que el champú de Kaito olía a manzana y eso le transmitió calma, no le importaba que al cabo de un rato le llenara el hombro de babas tan solo quería dejarlo pegado a su pecho hasta hartarse. Repasó las palabras de Haibara en su cabeza, creyendo que podía tener razón, había estado a punto de perder a Ran tantas veces que ahora imaginar que podía suceder lo mismo con Kaito le aterraba y por eso había guardado silencio en el interrogatorio de la policía.
Y el momento no ayudaba en lo absoluto, quería quedarse en el para siempre. Su parte egoísta se sentía tranquila, ya que, aunque la policía tuviese las pruebas para arrestarlo, por el momento no podrían hacerlo.
A pesar de estar tan exhausto le tomó demasiado tiempo no pensar en nada y poder de a poco a cerrar los parpados.
El detective, ahora mucho más descansado y con el estómago lleno disfrutaba del almuerzo que les había preparado Akai a los cuatro jóvenes. Se mantenían en silencio, pero no lo demasiado incómoda para querer retirarse.
No lo hubiese hecho de no ser porque era la tercera vez que sonaba el pitido del timbre de la puerta de afuera, así que con mala gana se limpió los labios con la servilleta y se puso de pie. Antes de llegar a la entrada sintió una fuerte punzada en el pecho que indicaba que el efecto del antídoto pronto dejaría de surtir efecto.
Al llegar a la reja creyó que se trataba de la madre de Kaito o incluso de Haiabara, pero el costoso modelo de vehículo con vidrios polarizados le hizo entender que se trataba de alguien más.
En lugar de dar un paso hacia adelante dio uno hacia atrás, así que antes de que le cerraran la puerta en la cara, la persona del interior bajó el vidrio y le hizo un gesto con la mano para indicarle que se acercara. Shinichi la reconoció de inmediato.
-¿Usted? -preguntó desconcertado y mirando hacia todos lados sabiendo de sobra que debía estar siendo vigilado por más de alguien y que cualquier movimiento en falso podía poner en peligro su integridad, por lo que no le quedó de otra que obedecer a su orden.
-Sube –le pidió con autoridad, pero sin faltarle el respeto.
Ella se hizo a un lado para dejarlo ocupar su asiento y cuando el detective se sentó en esos cómodos asientos cerró la puerta del vehículo. El seguro fue puesto de manera inmediata.
Shinichi evaluó el interior, el chofer lucía aburrido, como si eso fuese rutina y a su lado lo acompañaba un hombre vestido con un elegante traje negro que también compartía la seriedad en el rostro, solo que mucho más atento. El detective sabía demasiado para saber que si se le ocurría hacer alguna tontería podían fácilmente mandarlo a dormir con los peces.
La señora Majime asintió con la cabeza al chofer que la vio por el espejo retrovisor y se pusieron en marcha a quien sabe dónde.
-Vine a proponerte una tregua -le explicó la mujer.
-¿Tregua? -aquello pilló a Kudō por sorpresa. Sin dejarse de preguntar cómo había dado con él.
-Solo quiero llegar a un acuerdo -insistió.
-No voy a negociar con usted -utilizó un tono firme -Además ¿Qué podría darme a cambio que yo no pueda obtener? Seguramente me tome un poco más de tiempo, pero eso no cambia el hecho de que lo resolveré ¿Qué es lo que quiere realmente? Usted ya ganó, obtuvo todo lo que quería.
La mujer lo observó entendiendo que sería difícil convencerlo, pero ella no se iría de allí sin obtener lo que quería
–Te prestaré ayuda e información, a cambio de que no entregues a ese chico a la policía.
-¿Por qué? -quiso saber sospechando que la madre de Kaito tenía que ver con todo eso -No me creo que le haya tomado cariño después de todo lo que le hizo pasar. Lo hace para quedarse con la conciencia limpia.
-En parte tienes razón –lo corrigió -Pero no lo hago por él, lo hago por la bebé, es el único al que podemos confiarle la niña. Se lo debemos a esa chica.
-En eso coincidimos, pero en estos momentos no está en condiciones ni de cuidar de el mismo ¿Es eso lo que quiere? ¿Cambiar la seguridad de una vida por otra que fue arrebatada por culpa suya?
Shinichi sintió como al utilizar ese tono el hombre del asiento de adelante enderezó su espalda, listo para amenazarlo.
-Cometí un error, le di las herramientas equivocadas. No fue más que un elemento para mí para no ensuciarme las manos y terminé lamentándome -su expresión denotaba sinceridad.
-Es demasiado tarde para eso -suspiró Kudō cansado.
-Todavía no -aseguró seriamente para abrirle los ojos -¿Cuál es tu plan? Dudo que realmente quieras que vaya tras las rejas en una situación tan injusta –vio que el detective iba a protestar así que lo interrumpió -Puede que sea culpable, pero no puedes negar que la situación sigue siendo injusta.
-Es que usted realmente no lo entiende -comenzó a dejarle en claro –Puedo jurarle que no lo entregaré a la policía, pero no puedo asegurarle que él no lo haga por cuenta propia. Y créame que lo hará.
Lo evaluó frívolamente con los ojos convenciéndose incluso más que él, que el chico no tenía intenciones de entregarlo a la policía y sabiendo que leería sus intenciones se arriesgó a seguir con su jugada.
-Entonces me tranquiliza saber qué quedamos en eso, tú no lo entregas y esperamos a que él lo haga por sí solo -cerró el trato de manera descarada antes de darle la oportunidad de protestar.
Shinichi sabía que tampoco podía entregarse en estado, como el mismo Kaito había dicho, pondría en evidencia el secreto que tantos años le tomó guardar y Haibara sería la más expuesta. Se dio varias bofetadas mentales para poder reaccionar y tomar una decisión.
-¿Qué tiene de relevante para entregarme? -le exigió saber creyendo que ya no le quedaba mucho por perder.
Volvió a sentir como el hombre de adelante carraspeo como última advertencia de que no volviese a utilizar esa altanería o se las vería con él. Y ella torció una sonrisa insidiosa que seguramente no traería nada bueno.
Holii <3
¿Hay alguien que todavía lea esta guea?
Luego de estar todas estas semanas con gastritis cada cuatro días por fin pude tomarme vacaciones y actualizar. Creí que había perdido el toque, pero aun me siento un poco digna 😅
Si ven errores o algo me avisan y ya saben que estoy pendientes a sus comentarios
Espero no tardarme tanto en actualizar 😌
Abrazos
;DD
💙 💚 💖💛 💜
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