LXI. El último as bajo la manga (Parte 1)


Haibara no dejó de observar cómo Kaito se retorcía a espasmos en el piso. El joven mago se encontraba a unos cuantos pasos de distancia de ella intentando contener las quejas y el dolor, en ese momento no lograba hacerse una idea clara de lo que le estaba sucediendo y cuando logró volver a enfocar su vista sin que esta estuviese tan borrosa, se dio cuenta de que los objetos a su alrededor parecían extrañamente unos cuantos centímetros más grandes.

Se atrevió, tembloroso a mirarse las manos y lo primero que notó fue que las mangas de la camisa que llevaba puesta le quedaban mucho más sueltas que antes, buscando una explicación dirigió sus ojos para enfocar a Ai-chan y cuando la miró, se percató de que ahora la niña compartía su misma altura. Su respiración, que ya se encontraba agitada se aceleró aún más, abrió la boca para soltar un murmullo incoherente, pero el impacto fue a tal punto que volvió a sentirse nauseabundo y preso del pánico perdió el equilibrio.

-Descuida, la primera vez siempre es así -Haibara caminó hacia él mirando al suelo donde el pequeño cerraba de a poco los ojos -Estarás inconsciente por un rato.

Fue lo último que alcanzó a decir antes de que Kaito perdiera el conocimiento por completo. 

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

-¡¿Qué hiciste qué?! -le gritó Shinichi tan bruscamente que le salpicó pequeñas gotas de saliva en la cara rumiando una y otra vez la información -¡Eres una egoísta! ¿Acaso se te ocurrió pensar en algún momento en lo que él quería? ¡Él quería entregarse! -le recordó haciendo una pausa para respirar profundamente y soltó toda la ira que se le había acumulado en la garganta –Con este tipo de actitudes me haces recordar el por qué trabajabas para esa organización ¡Tienes mente de criminal igual que ellos!

Ante eso, Haibara le propinó una bofetada tan fuerte que le dio vuelta la mitad de la cara provocando un ruido seco.

-¡Por supuesto que pensé en él! ¡Por eso lo hice! -le elevó la voz intentando zafarse de las manos del detective que se aferraban bruscamente a sus brazos –Y también lo hice por ti.

Los ojos de Shinichi parecían emitir chispas y una energía tan potente que era preferible mantenerse bien alejado de él. Intentaba mantener la poca calma que le quedaba en la sangre, pero estaba tan absorto que en ese momento no veía la manera de quitarse la sensación del cuerpo, detestaba sermonearla con cosas que ella ya sabía y el seguir forcejando guiados por la ira, los mandó escalera abajo sin poder amortiguar demasiado los golpes.

El ruido llegó hasta los oídos de Akai, quien andaba por el sector de la cocina y al oír el estruendo y los gritos de los menores, llegó corriendo a su lado. Los vislumbró arrodillados en el suelo intentando respirar, con el mentón tembloroso, echándose miradas con lágrimas bordeando sus ojos y con gesto amenazante de quien sería el primero en atacar.

-¡Ustedes dos! –les dijo con voz autoritaria y levantando del suelo a cada uno por el cuello de la ropa con una facilidad increíble –Van a terminar lastimándose de verdad.

-¿Por qué no respetaste su decisión? -insistió Shinichi una vez más obviando todo y sintiéndose completamente derrotado.

Akai los soltó de a poco sin dejar de mirarlos con ligera sorpresa, no necesitaba demasiadas descripciones, acababa de entender todo. Se concentró silenciosamente en la chica casi exigiéndole una explicación por sus actos y advirtió con preocupación en como la carga de todo ese tiempo comenzaba a afectarles negativamente a casi todos los involucrados.

-Ya te lo dije –le repitió una vez más con la misma actitud quebrada –Dudo que la policía deje el caso tal como está. No se detendrán hasta dar con él.

-Y por eso mismo -volvió a elevar la voz con una entonación como si estuviese hablando con alguien realmente estúpido -Si vuelven a llamarlo para interrogarle... ¡El secreto se sabrá y todo será peor!

Ella se llevó dos dedos hacia el puente de la nariz presionándose ligeramente para encontrar un poco de serenidad e ignorar el dolor de cabeza que le estaba dando, eso lo había tenido en cuenta desde un principio.

-Lo arreglaré antes de que eso ocurra –las palabras fueron lanzadas al aire como una promesa -Así que no lo eches más a perder –le sugirió con actitud altanera.

-Quiero verlo –se apresuró a exigir el detective caminando hacia la puerta -Necesito verlo.

Si es que alguno de los dos le dijo algo más antes de salir no lo escuchó, abrió la puerta de golpe para salir de su casa y correr hasta perder el aliento hacia la del profesor. Al entrar miró desesperadamente hacia todas partes intentando dar con Kuroba, como no estaba en la sala fue directamente hacia el laboratorio creyendo que lo encontraría casi enjaulado y conectado a varios tubos como si fuese un animal de pruebas, pero tampoco lo encontró allí.

Volvió a correr por el pasillo para dirigirse a la habitación de Haibara y al ver la puerta cerrada su corazón comenzó a sacudirse con cada paso que acortaba la distancia, franqueó la puerta sintiéndose afortunado de que esta no se encontraba con el seguro puesto.

A pesar de que aún quedaban unas pocas horas con luz de día, el cuarto estaba con las cortinas bien cerradas como si los rayos de sol no fuesen bienvenidos en ese espacio, no quiso encender la luz y solo se dejó guiar por la poca luminosidad que se colaba por las rendijas.

Reparó en el pequeño bulto que había en la cama, el pequeño ladrón estaba en posición fetal cubierto hasta la cabeza con el cobertor.

-Kaito –lo nombró con cuidado acercándose de a poco y pisando con lentitud para no asustarlo con sus pasos.

Se sentó delicadamente en la cama y apoyó una de sus manos encima de él, pero ante el contacto Kaito se removió.

-Vete –le pidió volviendo a perturbarse con el color de su propia voz –No quiero que me veas así.

Y aunque el mago no podía verlo, Shinichi logró apretar una media sonrisa repitiendo el gesto de apoyar la mano por encima del manto que lo cubría para traspasarle un poco de confianza y calidez.

-Sabes que no me iré. Sé lo difícil que es todo esto –confirmó con afecto intentando deslizar el cobertor –Déjame verte.

-¡No! -repitió angustiado sujetando aún más la manta para evitar ser visto.

Shinichi estaba en lo cierto, conocía mejor que nadie lo que significaba vivir eso mismo y aunque la curiosidad por verlo se lo estaba comiendo por dentro, prefirió no insistir y se quedaron en silencio por unos momentos. Lo escuchó sollozar muy por lo bajo así que siguió acariciándole el lado izquierdo del hombro temiendo que se ahogara por estar tan tapado.

Kaito volvió a lamentarse de todo lo que estaba viviendo, torturándose con los pasos equivocados que había dado y que lo habían conducido hasta ese entonces. Confundido y volviendo a sentir ese vacío inexplicable dentro de su pecho y de su cabeza se replanteó la idea de que tal vez, por algún motivo se merecía todo por lo que estaba pasando. Por primera vez en mucho tiempo sentía miedo, miedo de verdad, miedo de verse en el espejo, de cómo incluso con los ojos abiertos seguía viendo la viva imagen del hombre al que había asesinado desangrándose en el piso, miedo de lo que ocurría de ahora en adelante.

Apretó los ojos con fuerza dejando que las lágrimas recorrieran sus mejillas y se abrazó a si mismo con incomodidad al sentir la ropa tan ancha sobre su pequeño cuerpo.

-Descuida, estoy aquí. Todo se va a arreglar -habló Shinichi intentando tranquilizarlo una vez más -Te lo prometo.

Kaito conocía el motivo detrás de esa frase, confiaba en las capacidades del detective y en que movería cielo, mar y tierra para lograr que las cosas se tornaran lo menos anárquicas posible, pero tampoco estaba tan desubicado de la realidad para entender que el resultado no era nada favorable para él.

Y, aun así, esas palabras eran todo lo que necesitaba escuchar.

Soltó de pronto el agarre de la tela haciendo un espacio y con mucha timidez sacó una sola mano buscando el contacto del detective.

Shinichi observó con ternura como la mano de Kaito se hacía espacio y buscaba la suya. Separó ligeramente los labios entrelazando sus dedos con fuerza y notando que ahora sus manos compartían el mismo tamaño.

Pudo haber sido inoportuno y destaparlo cuando luego de un rato notó que el mago se había quedado dormido, pero optó por inhalar profundo y dejarlo descansar porque a pesar de todo, tampoco se sentía tan mentalmente preparado para verlo en ese nuevo estado.

Salió de allí pensando en todo lo que habían hecho en todo ese tiempo, abandonando la poca esperanza que quedaba y regresó a la sala arrastrando los pies dando de frente con Akai, el profesor y Haibara, vio como esta última tenía los ojos rojos y un gesto de que se había llevado una llamada de atención.

-Fuiste demasiado lejos esta vez –le hizo saber una vez más, solo que estaba tan cansado que las palabras le salieron calcadas a su estado anímico.

-Lo sé -exhaló hizo una pausa mirando al suelo y luego al chico –Pero esta fue mi última jugada –aquella respuesta sorprendió a todos –Luego de que termine de estudiar y experimentar los pocos detalles que me faltan me retiraré de todo esto –pudo ver el cambio en los ojos de Shinichi quien asintió conforme y como última respuesta agregó –No te digo esto para que me perdones porque realmente no sé qué haría en tu lugar, pero de verdad lo siento.

El detective sabía que ese <<lo siento>> implicaba no solo ese último incidente, sino que abarcaba todo lo demás, todos los daños de esos últimos meses. Entendía de sobra que no había tenido malas intenciones y que aquello les había proporcionado algo más de tiempo, pero no premiaba su actuar así que solo se limitó a asentir y a reforzar su discurso, solo que con un poco más de comprensión.

-No es a mí a quien debes pedirle disculpas – giró la cabeza en dirección por donde había venido.

Aprehensiva, le asintió una última vez y le echó una mirada pesarosa antes de dirigirse hacia el laboratorio para comenzar cuanto antes su experimento final.

Sin dejar de pensar en una solución para todo eso, el detective se dejó caer en una silla y sacó su teléfono móvil que no había dejado de vibrar en todas esas horas. Tenía múltiples llamadas perdidas y mensajes de Hattori y Hakuba, de sus padres y de quien menos quería en una situación así, del Inspector Megure, pero no se sentía con la fuerza suficiente para responder a ninguno.

Dejó el aparato en silencio y encima con la pantalla hacia abajo para no verla y se agarró la cabeza con ambas manos, sentía que tenía demasiado peso encima, podía acabar con todo eso de una vez y entregar a Kaito exponiendo su propio secreto al resto del mundo, pero realmente deseaba darle la oportunidad de entregarse una vez que todo concluyera, planteándose si realmente existía el escenario donde él mismo lo entregase a la policía tal como lo había amenazado tantas veces antes.

No supo en qué momento cerró los ojos y se quedó dormido con la cabeza apoyada encima de la mesa, pero el grito agudo y agónico que sonó de fondo actuando como despertador lo hizo reincorporarse de golpe.

Sabía de donde provenía, había oído a Haibara gritar otras pocas veces y aunque el aullido era similar no le pertenecía a ella.

-¡Shinichi! -el profesor apareció a su lado completamente asustado –Kuroba-kun lleva un rato encerrado en el baño, pero no quiere salir.

Sus ojos se expandieron sintiendo como la sangre comenzaba a palpitarle en la cabeza. Con miedo de llegar tarde corrió hacia dónde estaba Kaito, Haibara también había sido alcanzada por el grito por lo que ya se encontraba fuera insistiendo con golpes a la puerta sin parar.

-¡Trabó la puerta! -exclamó igual de asustada que todos.

-¡No, no, no! ¡Por favor, no! -repitió Kudō para sus adentros golpeando la puerta con su hombro con toda la fuerza que ese pequeño cuerpo le permitía -¡Atrás! -pidió a los otros dos.

Se agachó para activar su zapatilla y preparó al mismo tiempo el cinturón coordinando para lanzar un balón y reventar el seguro de la puerta. Una vez abierta le dio un último empujón para desplegarla por completo e ingresó temiendo encontrar a Kaito sin respiración.

Lo vio extendido en el piso con la boca y los ojos completamente abiertos e inflando su pecho irregularmente como si estuviese luchando por respirar.

-¡Aguanta, por favor! -le suplicó sujetando su rostro para intentar sentarlo -¡Haibara! -la llamó desesperado buscando su ayuda y ella se acercó sin dudar intentando mantener la compostura para intentar asistirlo.

Ella supo de inmediato que no podía respirar a causa del ataque de pánico que súbitamente estaba sufriendo, intentó tranquilizarlo asegurándole de que todo estaba bien cuando realmente no era así, lo obligó a imitarla para comenzar a respirar profundamente y reducir la hiperventilación.

-Me duele el pecho -lloriqueó Kuroba sintiendo la garganta apretada y creyendo que iba a morir.

-Va a pasar –le prometió ella y siguió aconsejándolo logrando que de a poco consiguiera enfocarse en otra cosa y relajar un poco su estado –Cierra los ojos.

Shinichi se sentía inútil, no sabía cómo ayudar, estaba arrodillado en el piso a su lado intentando no parecer preocupado, pero su expresión fácil lo seguía delatando y lo único que pudo atinar a hacer fue a tomarle una mano y apretarla.

Ante el contacto, Kaito abrió y dirigió los ojos hacia los del detective. No lograba pensar con demasiada claridad y se avergonzó de que lo viera tan de repente en ese estado tan deplorable, culpándose erróneamente por no ser capaz de controlarse y lo peor de todo, en ese cuerpo de niño. No entendía que el otro sentía tanta preocupación por que él se estabilizara que ni había recordado ese último detalle.

Ahora bajó la vista hacia su agarre notando como un líquido rojo goteaba entre ambas manos. Eso hizo romper de golpe la unión y extendió su palma encogiendo sus pupilas al notar que tenía la mano cubierta de sangre. Con horror se restregó la piel en la ropa para quitarla, pero al volver a mirar el color seguía intacto, se miró entonces la otra mano notando como la palma derecha estaba teñida del mismo color.

-¡No se quita! -chilló pasando con fuerza ambas palmas por la ropa.

Haibara y Shinichi se miraron confundidos.

-¿Qué cosa no se quita? -le preguntó el detective sin entender.

Kaito repitió el gesto de observar y frotarse las manos en la ropa soltando sonidos de desesperación. La castaña evaluó con atención y terminó entendiendo lo que le ocurría.

-Vamos a limpiarte con agua, ven.

Lo ayudó a ponerse de pie y lo guio hasta el lavabo, abrió el grifo y tomó las pequeñas manos de Kuroba para sumergirlas debajo del chorro restregándoselas con ayuda de un poco de jabón para hacer espuma y darle la certeza de que estaban quedando bien limpias.

-Shinichi ¿Qué le sucede? -le susurró el profesor al oído. Había estado presenciando la escena sin ser capaz de interrumpir.

Se conmovió de ver a Kaito así y tuvo que contenerse para no demostrar que sentía una inmensa tristeza. El mago había perdido tan gradualmente su esencia que hasta ahora notó que en cualquier momento podía tocar fondo, ya no estaba ni cerca de ser aquel chico de sonrisa traviesa que contagiaba jubilo a todo el mundo y que muchas veces lo hacía sentir que lograba hacerlo salirse de sus casillas, de buena manera.

-Su desequilibrio lo está llevando a tener alucinaciones -acertó respondiendo la pregunta del hombre a su lado –Ve la sangre en sus manos de manera literal -se acercó a ellos estirando el cuello para ver mejor y apoyó una de sus manos en la espalda de Kaito -¿Ves cómo salió? Ya no tienes nada –le aseguró de manera protectora y le dedicó una cálida sonrisa.

Haibara cerró la llave y con ayuda de una toalla le secó bien las manos.

-Limpias –lo impulsó a que se las observara y notó el claro alivio en su rostro –Como las de Kudō-kun y las mías -ambos niños abrieron las manos para recalcar el hecho y con gesto inocente Kaito miró las manos de todos recayendo en que lo que decía era verdad.

-S-si –se convenció asintiendo al ver que todos estaban con la piel impoluta.

-Debes tener sed –le habló dulcemente Shinichi convenciéndolo de aquello -¿Por qué no vas a beber un poco de agua?

-Ven, Kuroba-kun –el profesor se ofreció a llevarlo hasta la cocina entendiendo que Shinichi y Ai-kun querían intercambiar palabras a solas.

Lo tomó con suavidad de los hombros y lo guio fuera de allí. Cuando lo vieron salir, ambos exhalaron aire exageradamente por la boca liberando el estrés que la situación había generado.

-Gracias –admitió de manera sincera olvidando el enojo que había sentido hace un rato y concentrándose en lo que era realmente importante -¿Hay alguna manera de frenar este tipo de episodios?

-No puedo medicarlo -negó con lamentación -No hasta que haya terminado con las pruebas. Habrá que tratarlo con métodos naturales.  

Los dos se encontraban ahora en casa de Kudō con una atmosfera bastante más calmada pensando, o más bien rogando en que con suerte lograrían llegar a la noche sin otro tipo de novedad.

-Ten –Shinichi le ofreció una cajetilla de cigarrillos y un encendedor.

-¿De dónde los has sacado? -preguntó con inquietud ya que sabía perfectamente que él no fumaba.

Shinichi ensanchó una sonrisa enseñando los dientes de manera traviesa con gesto similar a como si hubiese hecho una travesura.

-Lo tomé prestados de las pertenencias de Akai -admitió de manera natural -Creí que te podría desconcentrar de alguna manera.

-Gracias –le dijo tomando la caja entre sus manos y sacando uno, pero en el momento en que se lo llevó a la boca se detuvo de golpe.

-¿Qué? -se preocupó al ver como cambió de expresión sin entender que le pasaba y creyendo que nuevamente estaba viendo cosas que no eran reales.

-¿Debería? -dudó recordando su nuevo estado.

El detective creyendo que se le había pasado algún tipo de información importante, se tomó unos segundos para repasar y entender a que se refería. Ese detalle.

Le contestó encogiéndose de hombros, la decisión era suya. Kaito volvió a acomodar la colilla en su boca con ayuda de la lengua y terminó por encenderlo, le doy una calada fuerte y luego expulsó el aire por la ventana, notó de reojo como Shinichi le lanzaba fugaces miradas como si estuviese convenciéndose de algo hasta que comprendió que las miradas no iban directamente hacia su persona.

-¿Quieres? -le ofreció quitándose el cigarro de la boca y con sus dedos se lo acercó a la boca, lo vio negar rotundamente y esta vez fue él quien se encogió de hombros y siguió con lo suyo como si nada.

Kudō volvió a cuestionarse el ofrecimiento y chasqueó la lengua viéndose rendido ante el inexistente vicio. Se lo arrebató de la boca tomándolo por sorpresa y lo imitó al calar, sintió como el humo raspó su garganta sintiendo el sabor poco agradable y como no tenía costumbre comenzó a toser exageradamente.

Kaito le recibió el cigarrillo y le palmó la espalda ayudándolo a respirar.

-Lo hice muy fuerte –le dijo robándole las palabras de la boca y volviendo a toser.

De manera natural, Kaito expulsó una pequeña risa al verlo y ya que tenía más experiencia que él, quiso ayudarlo. Sacó uno nuevo y se lo ofreció, Shinichi lo miró con duda, pero Kaito lo incitó con la cabeza. Con vacilación el detective se llevó el cilindro de papel a la boca esperando instrucciones.

De manera atrevida, el mago lo tomó de las mejillas para acercarlo a su rostro y juntó ambos cigarrillos para encender el que estaba apagado.

-Respira con cuidado –le indicó y acercó una mano al centro de su pecho –No lo hagas con la nariz, deja que llegue aquí.

Shinichi siguió sus instrucciones y notó que haciéndolo de esa manera el humo entraba de manera diferente en su cuerpo logrando que fuera de manera menos agresiva, dándose cuenta que el verdadero relajo de aquello iba en la coordinación que había que tener para no ahogarse y así desconcentrarse un poco de lo demás.

Compartieron en silencio por un rato fumando y mirando las estrellas de manera distraída hasta que Akai llegó junto a ellos rompiendo su ensimismamiento.

-Así que los habías tomado tú -dijo viendo a ambos niños con la misma expresión de espanto al darse la vuelta cada uno con un cigarrillo en la boca -¿Me los devuelves? -le pidió a Kaito tranquilamente, pero se sorprendió al ver que fue Shinichi quien se sacó la cajetilla del bolsillo y se la entregó estirando la mano.

-Lo siento –se disculpó agachando un poco la cabeza -No debí haberlos tomado sin permiso, pero tu puerta estaba cerrada y no quise interrumpirte ya que sabía que... -iba a decir "Estabas con Amuro" pero se cayó esa obvia información.

Akai le sonrió moviendo una mano demostrando que todo estaba bien.

-Qué sea la última vez –volvió a mirarlos, pero esta vez con expresión confundida –Puede que me esté haciendo viejo, pero no me agrada demasiado la imagen de ver a dos niños pequeños fumando.

-Definitivamente te estás volviendo viejo –molestó Kudō y vio como el hombre le devolvió una sonrisa ladina.

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

No era especialmente tarde, de hecho, era incluso demasiado temprano para la hora que solían irse a la cama, pero las emociones los habían estado golpeado tantas horas seguidas que optaron por darse un justo descanso. No podían decir que estaban más aquietados, pero el verse ambos calzar pijama en la habitación del detective tornaba el ambiente a uno mucho más casual.

-Gracias por prestarme ropa -agradeció Kuroba mirando con algo de vergüenza su nueva figura en el espejo.

-Puedes tomar la que necesites –le hizo saber –Hasta que vuelvas a recuperar tu cuerpo normal.

Eso último lo dijo con algo de melancolía en el pecho, sabía que Kaito tenía mucha más oportunidad de recobrar su estado que él. Y como si el destino estuviese empeñado en colocarlo contra la espada y la pared la pantalla de su teléfono se iluminó una vez más intentando ubicarlo con extrema urgencia. Parpadeó de manera pesada adivinando que el Inspector Megure insistía tanto en dar con él para colaborar en el caso de Kaitō Kid.

-¿Y si no lo recupero nunca? -Kaito puso las posibilidades sobre la mesa -¿Y si me pasa lo mismo qué a ti? Yo... realmente me siento tan desligado de mí mismo que estar de esta manera no hace demasiada diferencia –se deprimió y caminó despacio hacia la cama para clavarle una mirada inocente –Igual podría jugar a ser una especie de héroe apasionado y...

-¿Crecer juntos? -en modo de suspiro le arrebató las palabras de la boca.

Conectaron sus ojos por unos segundos contemplando esa posibilidad ¿Qué tipo de vida les esperaría al hacer algo así? ¿Era realmente una posibilidad?

Kaito negó con la cabeza con los labios apretados esfumando por completo el escenario. Se metió a la cama sin esperar invitación y se acomodó lo mejor que pudo al lado de Shinichi.

-¿Qué pasará de ahora en adelante? -preguntó sintiéndose perdido –Creí haber tomado una decisión, pero ahora... -hizo un enfoque en la reciente eventualidad –No quiero exponer esto al resto del mundo. Ustedes saldrán perjudicados.

Shinichi repasó esas palabras con las manos apoyadas en su nuca y con el cuerpo completamente recostado en el colchón. El chico tenía razón, no era llegar y anunciar a los cuatro vientos que se había encogido por una especie de droga, las autoridades se encargarían de ahondar lo más posible en el asunto y Haibara quedaría completamente expuesta.

-Solo...hay que esperar.

De repente, una música alegre comenzó a escucharse desde uno de los cuartos cercanos desconcertando por completo el ambiente de estrés. Ambos se miraron de golpe, con gesto extrañado arrugando las cejas y torciendo el rostro apuntando sus oídos en todas direcciones intentando adivinar de donde provenía tan repentina melodía.

Por su naturaleza analítica, el detective pudo conjeturar el meollo de aquello. Cerró los ojos por un segundo, sacudiendo su cabeza con las mejillas sonrosada intentando no hacerse una imagen tan detallada y gracias a esa expresión, Kaito pudo adivinar también que la música había sido encendida para amortiguar otro tipo de sonidos.

-Ya era hora –se expresó Kuroba casi con entusiasmo –Nosotros deberíamos haber hecho eso para que no nos oyeran.

-¡Shhh! -Shinichi se colocó el dedo índice encima de los labios intentando ahogar una risa.

La melodía comenzaba a actuar de manera contagiosa, Kaito no pudo evitar mover sus dedos de a poco y comenzar a menear la cabeza siguiendo el ritmo de la canción que era incluso algo ridícula, no pudo evitar ponerse de pie y a moverse encima de la cama imitando pasos despreocupados soltando el cuerpo de a poco.

Shinichi lo miraba divertido desde su posición al ver como el chico daba saltitos en la cama moviendo los brazos dejando que la música actuara como medicina natural para librarlo, aunque sea un poco del estrés. Recibió una invitación a unirse con una mano estirada que aceptó con pudor.

-Lo siento, pero es muy contagiosa –Kaito le sonrió sin dejar de moverse -¡Inténtalo!

Respiró hondo y comenzó a mover sus pies que se hundían en el sillón, como eso le daba un pequeño impulso comenzó a saltar notando de inmediato que, si servía para relajar los músculos, el ladrón comenzó a realizar una coreografía con las extremidades que distinguió de inmediato como un estilo antiguo, volvió a soltar una risa nerviosa y se vio tentado de imitarlo dejando con cada movimiento la vergüenza atrás.

Con el mal presentimiento en el cuerpo y sabiendo que en cualquier momento se iría todo a la mierda, se ahogaron en risas siguiendo con la coreografía. Habían leído y visto demasiadas películas para saber que esa danza había marcado el destino de alguno de ellos, como si fuese el detonador de una muerte segura.

Luego de un par de canciones más y tomándose de las manos cayeron de espaldas a la cama mirando el techo intentando respirar nuevamente con normalidad, Shinichi giró su rostro y acortó la distancia fingiendo estirar los brazos al pegar un bostezo, lo miró a los ojos buscando captar su atención, viendo como respiraba profundamente y también notó el detalle de que sus hundidas ojeras pasaron de ser moradas a negras, fue descendiendo la vista por el resto de su rostro hasta detenerse en sus labios, estaban secos y agrietados, pero eso no le importaba en lo más mínimo, sentía deseos infinitos de saborearlos.

Despacio para no alterarlo, apoyó un codo para elevar un poco la parte superior del tronco y tener una vista desde más altura.

-Creí que podía vencerlos, pero ya no puedo ¿No es así? -soltó Kaito sin quitar la vista fija del techo –Los dejé entrar y les di demasiada libertad.

Shinichi creyó que se refería a la banda, pero al ver su expresión perdida entendió que se refería a un grupo más específico. A esos pensamientos abrumadores, a sus propios demonios.

-Así como los dejaste entrar puedes dejarlos salir –no sabía bien que responderle, no se consideraba bueno en ese tipo de cosas, pero era testigo de su potencial. Solo tenía que convencerlo de volver a tomar las riendas.

-¿Cómo hago eso? -dudó afligido una vez más -No me siento capaz ni de levantarme de esta cama.

Esta vez fue Kaito quien dirigió sus temblorosos ojos hacia los de Shinichi difuminando la alegría anterior, esperando un consejo, una palabra de aliento, se conformaba incluso con una sonrisa, pero no se esperó recibir algo más que eso.Vio como con algo de dilema el pequeño detective se acercaba a él acortando la distancia a velocidad tortuosa.

Por acto reflejo, Shinichi cerró los ojos posicionando sus labios para robarle un beso, uno que señalaba que no tenía nada que temer, que él estaba allí para recibir las balas de ahora en adelante, porque ese instinto protector le afloraba el doble con él y estaba dispuesto a darle la consideración y los cuidados que necesitaba.

La calidez y protección le fue transmitida de inmediato, una especie de corriente recorrió el cuerpo de Kaito culminando en una especie de granada en lo más profundo de su pecho. Cerró también los ojos y entreabrió los labios para seguirle el ritmo creyendo que ese afectuoso beso sería la medicina para todos los problemas.

El detective comenzó a posicionarse encima de él buscando una posición más cómoda, sintió el peso del cuerpo contrario encima suyo y no pudo evitar sobresaltarse por el gesto, colocó sus manos sobre sus hombros para alejarlo unos centímetros.

-¿Te estoy incordiando? -preguntó preocupado creyendo que tal vez no había sido el momento.

Kaito miró a un lado y luego al otro.

-Te lo dije una vez -señaló intentando no hacerlo sentir mal –Me es incómodo que tengas estos gestos tan...apasionados conmigo cuando estás en tu cuerpo de niño.

-Pero... -se apenó de que lo cortara tan de repente por algo así -Tú también eres un niño ahora.

Entendió entonces que por su expresión había olvidado otra vez ese detalle, era entendible, no era algo fácil de procesar. 

Queriendo comprobarlo, Kuroba se miró las manos y abrió un poco más los ojos. Para ayudarlo a que estuviese seguro de eso, Shinichi estiró la mano para juntar sus dedos y sus palmas demostrándole que tenían el mismo tamaño.

-Esto es tan surrealista que sigo pensando que despertaré en cualquier momento -murmuró con gesto confundido dejando que el rayo de curiosidad que le cruzó por la mente hiciera lo suyo –No pienses que soy un completo pervertido, pero...¿Hasta dónde podemos llegar con este cuerpo?

El pequeño Shinichi elevó las cejas asimilando la sugerencia. Sin una gota de inmoralidad se contagió de la misma interrogante y con una mirada inocente pero insinuante le dio consentimiento de comprobar.

Sabiendo que no querían estar en los brazos de alguien y abordados por la curiosidad se entregaron una vez más al amor demostrándose con cariño físico inocente el cuanto representaba su existencia en la vida del otro.  

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

Unos golpes suaves en la puerta los hizo despertarse del relajante sueño. Algo aturdidos se sentaron en la cama restregándose los ojos mirando la hora, recién pasaba de media noche.

-Adelante –Shinichi invitó a pasar.

Akai abrió despacio la puerta intentando dar con el detective en la oscuridad, realmente no había necesidad, pero el menor encendió la luz de la lámpara de la mesa de noche sin recordar que Kuroba y él se encontraban sin ropa del torso hacia arriba.

-Perdón por interrumpirlos –se disculpó nervioso intentando enfocar su concentración en otra parte –Pero hay una mujer abajo, dice que necesita verte con extrema urgencia.

Se desconectaron tanto que ninguno oyó el llamado a la puerta de entrada y de no haber estado tan sorprendidos por la solicitud se habrían fijado en que el hombre traía la boca completamente hinchada y la poca ropa mal acomodada, como si se la hubiese vestido de manera apresurada solo para cubrir su torso y sus piernas. Era claro que esa presencia había interrumpido a ambas parejas.

-¿Quién es? -preguntó Kudō con mal cuerpo.

-Le pregunté su nombre, pero no quiso decirme quien era. No quise insistir para no ser descortés -le respondió con voz impaciente queriendo volver a lo suyo.

Eso no hizo que disminuyera su sospecha negativa, pudo descartar que no era la policía porque de serlo no habrían dudado en presentarse como tal. Ahora las opciones disminuían, pero no era motivo alguno de alivio.

-Gracias -asintió con la cabeza y subió un poco más la sábana para arropar a Kuroba -Iré en seguida.

-No te busca a ti -recalcó y miró al otro niño, quien con rostro temeroso intentaba enterrarse entre la ropa de cama –Lo busca a él. Dijo que sabía que lo encontraría aquí.

Shinichi miró de manera tensa a Kaito, no podía aparecerse así frente a nadie y no había tiempo para improvisar alguna especie de disfraz.

-No quiero hablar con ella, dile que se vaya –le pidió asustado haciendo un leve puchero sabiendo que se trataba de la señora Majime.

-Está bien –lo tranquilizó con gesto protector -No te muevas de aquí.

Salió de la cama, recogió la parte de arriba del pijama del suelo y se la colocó rápidamente. Volvió a cubrir al ladrón con la ropa de cama asegurándose de que no estaba pasando frío, le dedicó una última sonrisa de confianza y salió del cuarto junto al mayor.

Decidido, Shinichi dio unos pasos hacia la escalera no sin antes echarse una mirada de complicidad con Akai de que estarían atentos a cualquier cosa. Bajó haciendo el mayor ruido posible como si quisiera demostrar molestia y autoridad.

Giró por el pasillo para llegar a la sala que tenía la luz encendida. Estaba obstinado en no permitir bajo ninguna circunstancia que alguien más tuviese la osadía de hacerle daño a Kaito.

-No sé cómo logró dar con su ubicación, pero él ya no trabaja para usted -tomó la iniciativa mostrando hostilidad cuando entró a la sala y vio a la mujer parada de espaldas –Desde hoy en adelante le voy a pedir que lo deje en paz. De ser necesario involucraré a la policía -apretó tenuemente el rostro junto con los puños sin dejarse intimidar, pero cuando la mujer se dio la vuelta por completo se llevó una gran sorpresa -¡¿Usted?!

La mujer lo miró con expresión agotada suplicando por una respuesta.

-¿Dónde está mi hijo? -Chikage preguntó con aura desconsolada buscando desesperadamente a su niño.

-Mierda... -pensó Shinichi completamente pillado -¿Y ahora que le digo?  



HALLO!!! He vuelto

¿Cómo están? :c 

No quería pasar tanto tiempo sin actualizar así que aprovecho de hacerlo antes de irme a la trabajación gg

Dividí el cap en dos partes porque quedó largo, esta es más que nada para contextualizar, ya en la siguiente sigo con el drama 😬

Los quiero mucho mi gente 🥺 cuídense mucho y tomen agua 

Abrazos

;DD

💙 💚 💖 💛 💜


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