LX. Todos huyen o todos mienten
Volvió a dar un paso hacia ellos y vio como el sujeto se despojaba del último rastro de humanidad que le quedaba. Con una sonrisa retorcida puso su dedo directo en el gatillo sin dejar de apuntar directamente a la cien del niño.
Fue justo en ese momento en que Kaito no se permitió temblar, apuntó al sujeto con el dedo listo en el disparador. En cosa de segundos el hombre cambió de dirección apuntándolo a él, pero el mago fue más rápido y disparó el arma a la altura del corazón justo antes de que el otro le disparara a él.
Vio como Shinichi caía al suelo junto al cuerpo de su atacante. La policía llegó en ese instante subiendo las escaleras de golpe, mientras un charco de sangre comenzaba a teñir de rojo el suelo.
Al estar en el suelo, el detective comenzó a mancharse la ropa, horrorizado dirigió su vista hacia el mago, quien permanecía inmóvil y con una expresión vacía en su rostro.
-¡¿Qué fue lo que hiciste?! -le gritó consternado.
-Oye –se acercó lentamente llamando al hombre tumbado inmóvil en el suelo -Levántate -le dijo con voz desconectada y notando que la sangre seguía escurriendo a montones. Abrió mucho los ojos y sintió como se le desencajaba la cara –L-lo siento, y-yo te ayudo...levántate, por favor...perdóname -pidió afligido y comenzó a temblar.
Soltó de inmediato el arma y miró a Shinichi, él le devolvía una mirada llena de tormento por lo que acababa de suceder. Dando pasos temblorosos se acercó al cuerpo, el hombre seguía con los ojos abiertos por lo que creyó que seguía con vida e intentó frenar la hemorragia, pero el inspector Nakamori hizo su aparición.
-Kid... -exclamó mirándolo a él y al cadáver sin creerse lo que veía. Su escuadrón se sumó quedando igual de sorprendidos.
El miedo y el desbarajuste del momento lo hizo dar unos pasos atrás, miró al inspector, luego a sus manos cubiertas de sangre, al cuerpo sin vida y finalmente le dedicó una última mirada perdida a Shinichi para abandonar corriendo el lugar.
Lo último que escuchó antes de salir volando por la azotea fue al detective llamándolo a gritos de vuelta. Voló lo más rápido que pudo dejando a los helicópteros atrás, sintiendo que avanzaba ciegamente sin quitarse de la cabeza la espantosa imagen del crimen que acababa de cometer.
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Aterrizó en su casa sintiendo que el suelo temblaba bajo sus pies y encontrándose con la sorpresa de que la luz del interior estaba encendida, abrió la puerta tambaleándose hasta dentro, notando un olor peculiar a repostería que fue de a poco inundando su nariz.
Creyó que Aoko estaría dentro y sin ser capaz de tomarle el peso a aquello dio pasos torpes hacia la sala, pero sorpresivamente se encontró a Haibara. La miró y ella hizo lo mismo, soltando de inmediato, debido a la impresión, la revista que estaba leyendo y provocando que se deslizara hasta el suelo.
-¿Dónde está Kudō-kun? -preguntó con ojos tensos al verle la ropa y los guantes manchados de sangre dándose cuenta de que no era suya -¡Kuroba-kun! -volvió a gritarle al ver que el joven la ignoraba y subía por las escaleras intentando no tropezar.
Al llegar arriba, Kaito abrió la puerta del baño y se miró al espejo. Su vista estaba borrosa y el reflejo mostraba una figura doble con el traje blanco entintado en rojo oscuro. Se desplomó en el suelo y se quitó los guantes para llevarse las manos a la cara. Haibara llegó tras él y volvió a exigirle respuestas, Kuroba pegó un grito ensordecedor en respuesta e intentó quitarse las lágrimas de los ojos, pero la sangre de quién había asesinado le ensuciaron toda la cara.
-Lo maté...Asesiné a ese hombre -comenzó a sentirse mareado.
Por cómo lo miró, creyó que la niña saldría huyendo, pero en lugar de eso, humedeció una toalla y comenzó a limpiarle desesperadamente la cara.
-Calma –le pidió como si fuese sencillo y preguntó -¿Te siguieron? -lo vio negar –Fue un accidente, todo estará bien –le aseguró como si entendiese los hechos.
Comenzó a sentirse agobiada y tuvo que darse un momento para apoyar su espalda en la pared e intentar tranquilizarse.
-No lo fue –Kaito asumió la verdad –Es sólo que, estuvo a punto de dispararle a Shinichi...Y luego -repitió la escena en su mente de cómo estuvo a punto de ser alcanzado por un disparo.
-Quítate la ropa –le ordenó al ver que el chico seguía inmóvil. Tuvo que acercarse a él y comenzar a jalarle el traje –Si alguien llega y te ve así estarás en problemas.
-¡Suéltame! -le ordenó con tono agrio, pero ella no hizo caso y comenzaron a forcejear. Él al tener más fuerza logró empujarla lejos, provocando que se diera un golpe brusco.
-¡Quítate esa ropa antes de que alguien llegue! -le gritó una vez más.
Ella no soportaba un segundo más verlo así y por mucho que no estaba de acuerdo, tampoco quería que todo se fuera en picada y que en todos esos meses nada haya valido la pena por algo que ocurrió en cosa de segundos. Repentinamente su teléfono vibró en su bolsillo, sabía de sobra que debía tratarse de Shinichi, así que ignoró la llamada. Se concentró en ayudar al otro chico a quitarse la ropa con cuidado de no ensuciar nada, lo dejó completamente desnudo y le talló el cuerpo con una toalla mojada para quitarle todos los rastros de sangre y fue tirando todo dentro de una bolsa.
Intentando apresurarse, fue a buscarle ropa limpia y lo ayudó a vestirse, lo cacheteó varias veces en el rostro intentando hacer que reaccionara. Se aseguró de no dejarle ni una gota de fluidos y sin dejarle de repetir que tenía que hacer un último esfuerzo y memorizar lo que debía decir por si la policía llegaba para interrogarlo.
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Shinichi volvió a examinar el cuerpo para encontrar el modo de salvarlo, pero ya era demasiado tarde, el hombre había fallecido en el acto hace breves minutos, no había nada más que hacer.
El Inspector lo invadió con preguntas, pero no fue capaz de responder a todas, el resto del escuadrón se mostró preocupado por él, al verle la ropa manchada creyeron que estaba herido y en lo único que podía pensar en ese momento era en Kaito. Tampoco sabía cómo sentirse, porque conocía de sobra el significado de todo eso, se había cometido un asesinato por lo que la cárcel sería la siguiente parada para el joven mago.
Y aunque estaba ahogándose en toda esa tortura, lo único que quería era salir corriendo a verlo.
-¡Inspector! -uno de los oficiales llegó corriendo agitado a su lado y con un teléfono móvil en la mano –Recibimos una llamada urgente de La primera división. Un hombre ha presentado cargos contra un chico, asegurando que se trata de la verdadera identidad de Kaitō Kid.
Al oír eso, Shinichi se quedó helado y antes de seguir escuchando el resto, se fue apresuradamente del lugar.
-¿De qué estás hablando? -preguntó confundido el inspector -¿La verdadera identidad de Kaitō Kid?
El oficial hizo una pausa, con gesto nervioso y casi buscando impulso para responder.
-U-usted lo conoce bastante bien -volvió a hacer una pausa sintiendo el sudor recorrer su frente –N-no es nada seguro, p-pero...
-¡¿Quién es?! -le gritó con impaciencia.
-Kaito Kuroba, el chico que vive al lado de su casa.
-Se van a dar cuenta –Kaito no dejaba de temblar y la imagen del hombre desangrándose en el piso no hacía más que perturbarle la mente -¿Qué voy a hacer? ¿Qué va a pasar ahora? No tomarán en cuenta el testimonio de una niña.
Estaba completamente descompuesto, comenzaba a entender de a poco lo que había hecho, pero a pesar de eso seguía sintiendo todo de manera muy lejana, era una sensación ida como el de una pesadilla de la que no podía escapar.
-Lo harán -insistió Haibara intentando detenerle el temblor de la mano posando la suya encima –Tampoco es seguro que vengan, pero tenemos una coartada bastante... -
Los golpes en la puerta no le permitieron continuar, ambos miraron en esa dirección tensando la espalda tratando de apaciguar el nerviosismo. Sabían que no podía ser Shinichi ni ninguno de los otros porque habría entrado por sí mismos.
Se miraron con inquietud esperando que los golpes cesaran, pero el silencio duró unos cortos segundos y los nuevos golpeteos sonaron aún más fuertes, dejando en claro la urgencia de quién llamaba.
Haibara asintió traspasándole la poca seguridad que mantenía en ese momento. Kaito tragó saliva y de puso de pie sintiendo sus piernas temblar, avanzó de a poco tomando todo el aire que le era posible y luchó con fuerza contra sus propios miedos.
-¡Ya voy! -avisó a unos pocos metros de la entrada.
Inhaló fuerte una última vez y abrió la puerta, el Inspector Megure acompañado de los detectives Takagi y Chiba lo acompañaban uno a cada lado, y atrás de ellos, como si tuviese intención de vigilar manteniéndose al margen, estaba el Inspector Nakamori.
-Buenas noches -saludó Megure enseñando su placa –Nos gustaría hacerle unas preguntas ¿Podemos pasar? -pidió respetuosamente.
-Por supuesto, adelante –los invitó a pasar y tomar asiento en la sala colocando gesto confundido, pero prefirió que ellos tomaran la palabra primero.
-¿Conoce usted a este hombre? -se apresuró en hablar el Inspector Megure enseñándole una fotografía.
-No -mintió Kaito descaradamente reconociendo el rostro de Hitoshi –Nunca lo había visto antes.
Los cuatro se miraron dudando de su respuesta, Megure se aclaró la garganta y volvió dirigirse a él para hacerle entender mejor la situación.
-Tenemos una denuncia de parte de él hacía usted –le explicó sin quitarle los ojos de encima para notar cualquier rastro que lo acusara, pero la expresión confusa del joven era demasiado convincente para cualquiera.
-¿Una denuncia? -preguntó de vuelta arrugando las cejas y sacudiéndose la harina de la ropa para hacer notar el detalle.
-Muchacho, si tienes algo qué decir es mejor que hables ahora –el Inspector Nakamori se dirigió a él con gesto claro de que estaba lamentando todo eso –Asegura haber sido retenido aquí en contra de su voluntad –intentaba procesar todo eso, imaginando esa posibilidad de aquel chico que conocía bastante bien y que realmente daba aires de no lastimar a nadie.
-Dijo que utilizaste métodos de tortura contra él -siguió el detective Chiba –Pero no quiso cooperar diciéndonos el por qué, tampoco tenía algún tipo de marca notoria que reforzara sus acusaciones y además... -se quedó callado mirando a los otros para darle la palabra al Inspector Nakamori, quién era el más idóneo para referirse a aquello.
Kaito los miró elevando una ceja y colocando una expresión impaciente por conocer el resto.
-Insiste en que tú... -Nakamori apenas podía modular -Qué tú eres Kaitō Kid.
Pestañeó y expandió suavemente los ojos imitando la apariencia de alguien que no acababa de creer algo en su totalidad.
-¿Otra vez con eso, Inspector? -intentó no reírse para demostrar formalidad.
-Joven Kuroba –le informó Megure –Le recomiendo que se tome esto con seriedad, se acaba de cometer un asesinato a manos de Kaitō Kid y si ese testimonio del que se le acusa llega a ser cierto, no tendremos más remedio que formalizarlo.
Estaba por abrir la boca para volver a negar todo cuando llegó el turno de Haibara, quién apareció distraída en la sala con una bandeja llena de coloridas galletas.
-Ya terminé de decorar las... -miró a los presentes en la sala con la misma expresión seria y confundida para finalmente quedarse pegada mirando al mago pidiéndole una explicación.
-¡Ai-kun! -la reconoció y saludó de inmediato el detective Takagi -¿Qué estás haciendo aquí?
-Esta pequeña necesitaba ayuda con su tarea –Kaito se apresuró en hablar por ella, tal como habían ensayado –Tiene que exponer sobre un tema a elección y ella ha escogido los trucos de magia.
-¿Es eso cierto? -le preguntó Takagi y ella asintió con inocencia acercándose de a poco hacia ellos.
Haibara avanzó tranquilamente hasta ellos y colocó la bandeja sobre la mesa de centro sintiéndose completamente observada.
-¿De dónde se conocen? -preguntó el detective Chiba.
-Un viejo amigo mío es conocido del profesor Agas-explicó con una leve sonrisa -Él le comentó acerca de mí, ya que su proyecto salió en medio de la conversación, así que me ofrecí a ayudarla -volvió a mirar a la niña dedicándole una sonrisa amistosa, luego apuntó la bandeja –Si gustan pueden servirse una.
Miraron las galletas con un leve brillo en los ojos, Chiba y Takagi no se resistieron a coger una.
-¿Cómo a qué hora llegó la niña a tu casa? -preguntó el Inspector Nakamori.
Kaito se tocó el mentón con los dedos como intentando recordar.
-Alrededor de las cinco -añadió asintiendo –Estuvimos unas horas concentrados en eso y luego nos dio hambre, le pregunté que quería comer y ella decidió -apuntó con los ojos la receta –No teníamos lo necesario, así que salimos a comprar el resto a la tienda más cercana -apuntó con el dedo pulgar en esa dirección -Y nos concentramos tanto que se nos pasó la hora volando.
-¿Hay alguien más qué pueda corroborar eso? -preguntó el Inspector Megure.
-Su hija –Kuroba miró directamente a los ojos del Inspector Nakamori –Nos encontramos al salir e incluso nos acompañó a hacer las compras.
Los cuatro volvieron a mirar a la castaña y esta asintió confirmando el hecho. Desde que Shinichi le había explicado con unos pocos días de anticipación los siguientes pasos, ella decidió actuar por su cuenta. Sin hacerle saber a los demás, solicitó ayuda de Jii-chan explicándole la situación y él no dudó ni un segundo en acceder, planearon una coartada para Kuroba por si algo llegaba a salir mal.
-¿Puede llamarla y decirle que venga? -Megure ablandó el tono al dirigirse a él.
El Inspector Nakamori concentró sus ojos una vez más en Kaito, la situación no era para restarle importancia, las cosas se estaban juntando de manera desconsiderada e involucrar a su hija en todo eso lo ponía aún peor.
-Claro –se puso de pie lentamente y caminó sin ganas hacia su casa.
Los presentes volvieron a quedarse en silencio, lanzándose ligeras sonrisas para no tensar tanto el ambiente, Chiba seguía comiendo medio desconcentrado de lo que habían ido a hacer, la inocencia de Takagi también lo llevó a desviarse un poco de la situación y comenzó a hacerles preguntas irrelevantes a los más jóvenes con respecto a lo que ellos les habían contado.
A los pocos minutos transcurridos, el inspector llegó junto a Aoko, quién por su cara era evidente que su padre le había explicado la situación.
-Buenas noches, señorita Nakamori –le habló con compresión el inspector Megure –Disculpe que la haya hecho venir, pero necesitábamos confirmar una cosa –la vio asentir con vacilación -Ellos afirman haber pasado tiempo con usted hoy en la tarde ¿Es eso cierto?
-S-sí -respondió con algo de timidez –Vi cuando un beetle amarillo se estacionó fuera y ella llamó a la puerta -miró a Haibara y prosiguió -Kaito salió e intercambió unas palabras con el hombre que la trajo y luego la invitó a pasar. No sentí que abandonaran la casa en el resto de la tarde, hasta que oscureció por completo -rememoró todo con lujo de detalle -Tenía que preparar la cena, así que salí a hacer compras, fue entonces cuando me encontré con ellos y fuimos juntos a la tienda.
-¿Habías visto a esta niña por aquí antes? -le preguntó su padre.
Aoko miró a Haibara, quién la miró de vuelta sin expresión alguna y negándose a creer que su amigo andaba metido en asuntos raros o que era un asesino.
-No -mintió para no meterla en ese asunto tan delicado, después de todo, solo se trataba de una niña...
Ahora se atrevió a mirar a Kaito, lo conocía demasiado así que notó como el chico le devolvía una mirada que no era la de costumbre, pero decidió que no iba a preguntarle nada porque si la respuesta era la que no quería escuchar no sabría como sobrellevarlo. Tampoco estaba mintiendo en todo su testimonio, lo había visto con sus propios ojos, había ido con él a la tienda, habían conversado como de costumbre e incluso la invitó a compartir con ellos y hubiese accedido de no ser porque debía preparar la cena.
-¿Somos sospechosos de algo? -se atrevió a preguntar Haibara entonando una voz dulce e inocente.
-Solo estamos descartando –le confirmó el Inspector Megure ahora un poco más calmado y creyendo que Kuroba no tenía nada que ver en todo eso –Si no encontramos nada que te inculpe no te molestaremos más.
Kaito asintió dándoles la libertad de dar vuelta la casa si es que eso querían y el hombre les dio la orden a los otros tres para comenzar a buscar. Se tardaron incluso más del tiempo normal, buscando de aquí para allá una pequeña prueba, pero por más que buscaron, no encontraron nada, ni siquiera reacciones del luminol a rastros de sangre.
El Inspector Nakamori se sentía un poco más tranquilo al asegurarse de que Kaito no se viese involucrado en algo así, después de todo le tenía cierto aprecio. Ahora solo debía concentrarse en lo ocurrido con Kaitō Kid, lo que también lo tenía bastante desconcertado.
-Bien -finalizó Megure caminando con el resto hacia la puerta –Revisaremos las cámaras de seguridad de la tienda para confirmar la hora y dejarlo como respaldo. En caso de que necesitemos hablar contigo nuevamente te lo haremos saber.
Todos se despidieron con cordialidad con mucha menos tensión encima y deseando que nada de eso estuviese ocurriendo realmente.
A penas Kaito cerró la puerta, la poca compostura que le quedaba se le vino encima. Se sintió fatigado al haber aguantado tanto, torturándose con una oleada de pensamientos llenos de culpa y contradicción que no lo dejarían en paz en mucho tiempo. Sin poder soportar más su propio peso, sus rodillas flaquearon y cayó al suelo intentando controlar las arcadas, recordando una vez más la escena de cómo le quitaba la vida a ese hombre. Sus oídos se taparon y su vista comenzó a enfocar de manera borrosa con unos puntos brillantes, sintió las pequeñas manos de Haibara apoyarse en su espalda antes de perder por completo el conocimiento.
-¡Lo están mostrando en cadena! -habló Heiji preocupado desde el otro lado del teléfono -¿Dónde estás ahora? ¡Iré a verte ahora mismo!
-¡No! ¡Hattori! Quédate dónde estás, si vienen será peor. Yo voy camino a su casa -Shinichi se dirigía hacia allá después de haber recorrido el perímetro a pie buscando desesperadamente a Kaito.
-Kudō... ¿Qué es lo que harán? -aunque intentaba no mostrarse tan afectado su tono de voz lo delataba.
-¿A qué te refieres? - desanimado le preguntó de vuelta intentando mantener la mente fría -Ya sabes lo que sucederá de ahora en adelante...
Se quedaron en silencio al no saber que más decir, para ellos estaba todo demasiado claro. De repente, Shinichi escuchó una puerta cerrarse y el sonido de algo caerse al suelo seguido de un <<Tranquilízate >> por parte de Hattori.
-Te tengo que dejar –le avisó a su amigo ya que Hakuba había llegado dando directo con la mirada a los titulares en la televisión.
Intentó acortar camino tanto como pudo, maldiciendo en su interior por no haber podido evitarlo e intentando que la mezcla de emociones no lo dominaran. Jamás contempló aquel escenario porque sabía de sobra que Kaito no había disparado por ningún otro motivo más que por el miedo a perderlo a él y por recordar que hace un tiempo atrás el ladrón se había salvado de una herida de bala. Su reacción fue instinto puro y podía asegurar que era había sido aquel hombre o él.
Cuando estaba doblando por las calles cercanas, vio pasar el vehículo de la policía, miró preocupado hacia el interior, pero solo el Inspector Megure, el detective Takagi y el detective Chiba iban dentro. Corrió entonces hasta la casa de Kaito, la luz estaba encendida así que no lo pensó dos veces antes de abrir la puerta sintiendo una oleada de desconfianza.
No creyó encontrarse a Haibara arrodillada en el piso intentando despertar a Kaito.
-Kudō-kun, ayúdame a moverlo –le pidió ella con voz nerviosa.
Shinichi cerró la puerta, se quitó rápidamente los zapatos y corrió a su lado, se agachó para quedar en cuclillas y comenzó a sacudir su cuerpo. Tomó su rostro entre sus manos quitándole los pocos mechones oscuros que cubrían su frente sin dejar de pronunciar su nombre pidiéndole por favor que abriera los ojos. Por supuesto que lo primero que observó fue que se había cambiado de ropa y olor dulce en el aire le sirvió para reconstruir en gran parte la escena anterior de la que él no había sido participe.
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-¿Por qué lo hiciste? - el detective le preguntó con voz apagada.
Haibara lo miró sentada desde el otro lado de la mesa antes de responder, en sus ojos se reflejaba la decepción hacia ella y no tenía que ser una experta para entender por qué él se sentía así.
-Porque no podía dejar que lo arrestaran, los dos sabemos que él no es un criminal -soltó sin esperar compresión de su parte –No así, no como está ahora. Tú realmente no le has tomado el peso a todo esto.
-¡Por supuesto qué le tomo el peso! -se defendió -¡Y es por eso qué estoy más preocupado de lo que debería! ¡Es un prófugo! ¡Huyó de la escena del crimen! Crearon una coartada y el tiempo sigue corriendo, mientras más tiempo pase sin entregarse, las cosas se pondrán aun peor.
Se quedó callada sin dejar de observarlo e intentando ver a través de ese alto sentido de justica que el detective tenía, tanto que en ese momento lo estaba haciendo omitir todo lo demás.
-¿Y qué hay de ti? -lo encaró sabiendo que estaba invadiendo terreno privado -¿Es lo que realmente quieres? Que vaya tras las rejas sin siquiera poder despedirse -inhaló hondo pasando los dedos por su frente –Te lo vuelvo a repetir, su estado es delicado, no sabes el riesgo que corre al ir dentro. No vas a soportar la culpa.
Ahora fue él quien omitió palabra. Coincidía en un par de puntos, Kuroba no era un criminal común, pero no por eso justificaba sus actos. Sabía que el delito cometido había sido en defensa propia, también entendía que estaba pasando por un momento difícil, las sustancias que ingresaron en su cuerpo, las situaciones de peligro, las pérdidas que había sufrido en todo sentido de la palabra no hacían más que agregar otro peso más en su espalda.
-No tenías por qué entrometerte –le recalcó con molestia una vez más -Lo único que hiciste fue empeorar las cosas –se sentía desilusionado con ella. Juntó las manos y expiró aire sin dejar de negar levemente con la cabeza -Creí que nos teníamos más confianza.
Ella se mordió el labio y miró hacia otra parte, no se estaba tomando bien que la mirara de esa manera tan acusadora.
-He estado haciendo pruebas con él -le reveló el secreto que tenía guardado y él le hizo saber su sorpresa expandiendo sus ojos –Acordamos no decirte nada porque sabríamos como te pondrías, pero descuida, no está corriendo ningún tipo de riesgo. Tan solo -
-Haibara –la cortó de repente con la vista clavada en la chica y con un tono que jamás había utilizado con ella –Fue suficiente -recibió como respuesta una mueca de desconcierto, así que tuvo que ser más claro -Ya no quiero que me ayudes.
Ella curvó las cejas y tragó saliva, entendiendo que Shinichi le estaba pidiendo de buena manera que lo dejara en paz a partir de ahora.
-¿Esto es por tu orgullo de siempre o porque no sabes cómo reaccionar ahora que estás involucrado sentimentalmente con un asesino? -escupió sin guardarse su molestia y luchando al mismo tiempo con el desconsuelo al entender que podía romper lazos para siempre con él por algo que se les había ido de las manos a todos –No me pidas eso, porque ayudarte a recuperar tu cuerpo real es algo que no puedo omitir por el resto de mi vida, ya que fue por mí culpa que acabaste así -lo vio apretar el puño sobre la mesa y desviando la mirada -Te lo hice saber hace poco tiempo y con cada gesto que intento hacer pasar desapercibido ¡Tú me importas! Luego de eso seré la primera en alejarme, pero no me pidas que deje todo lo que he avanzado hasta ahora.
Volvieron a mirarse con los ojos llorosos luchando por mantener la compostura, puede que haya sido la agitación del momento sentir todo de manera tan intensa, pero ambos seguían firmes en su postura, él no quería seguir sintiendo su presencia y ella no quería que él renunciara a todo.
-Por favor, Haibara -moduló ablandando la voz sintiendo que le estaba doliendo más a él que a ella y sin atreverse a mirarla pidió una última vez –Vete.
Apretó una sonrisa sin dejar de mirarlo y limpiándose una lagrima en la mejilla que él alcanzó a notar cuando ladeó el rostro. No hizo ningún tipo de escándalo y tampoco era propio de ella, se levantó tranquilamente de la mesa para dejarlo solo como él quería y caminó hacia la puerta, echándole una última mirada a Kuroba que dormía en el sofá, lamentando todo lo que había ocurrido y deseando por despedirse de él.
Al oír el sonido de la puerta al cerrarse, expulsó por la boca todo el aire que tenía guardado por la tensión y relajó un poco la espalda, se llevó las manos a la cara para cubrirse el rostro aun sabiendo que se encontraba solo. Comenzó a sentirse solo, con las alas rotas y algo perdido al saber que comenzaría, por decisión propia, a terminar de adaptarse a vivir como estaba, sin su cuerpo normal y a partir de ahora sin el mago a su lado.
Quería devolver el tiempo y no a esa mañana, sino a todos esos momentos inocentes donde solo eran ellos dos unidos por un sentimiento en común. Comenzó a quedarse medio dormido, soñando con escenarios dónde ambos huían de todo y vivían alejados de toda presión o peligro, lo último que recordó antes de despertar, fue la sonrisa de Kaito.
Abrió los ojos de a poco moviendo el cuello para aliviar un poco el dolor, notando que tenía una manta encima de la espalda y cuando logró ver con claridad, vio a Kaito sentado en la misma silla donde había estado sentada Haibara anteriormente.
-Kaito -musitó su nombre al terminar de restregarse los ojos.
Él no le respondió, porque no sabía que decirle. Intentar esbozar una sonrisa era inútil, tampoco se atrevía a hacer ningún movimiento y lo único que no podía controlar eran las lágrimas que se arrancaban solas de sus irritados ojos.
Kudō arrastró la silla hacia atrás y dio unos pasos hacia él, lo obligó a girarse y lo rodeó con los brazos dejando que se desahogara en su hombro y evidenciando que a pesar de lo que había ocurrido estaba ahí junto a él.
-Yo no quería -se lamentó sin deshacer el abrazo y sin dejar de sollozar –No quería acabar así con su vida como si no valiera nada. Y ahora tengo tanto miedo...
-Ya lo sé -le hizo saber acariciando su espalda.
No podía decirle que todo estaría bien porque sabía que no era así, no era solo un cargo el que le caería. Inevitablemente comenzó a contar los años que le caerían en prisión y cada vez que sumaba los números más se aferraba a él.
-¿Por qué estás aquí? -le preguntó sin entender el por qué no lo había entregado en seguida a la policía -¿Por qué no me has entregado? Tu trabajo es arrestarme.
Shinichi le sujetó la cara con sus pequeñas manos obligándolo a mirarlo solo a los ojos.
-Porque quiero que te entregues tú y porque realmente tú...no eres un asesino -repitió las palabras de Haibara.
-Si lo soy. He matado a alguien –le recordó sintiendo la garganta apretada -¿Y sabes que es lo peor?
-No lo digas –lo cortó para evitar que se siguiera torturando tanto –Eras tú o él. Y lo hiciste porque ya te habían demostrado anteriormente de lo que eran capaces –le recordó -Saliste huyendo porque no supiste cómo reaccionar.
-Así es –estuvo de acuerdo –Y por eso mismo debí haber dejado que él tomara mi vida en lugar de yo tomar la suya -vio a Shinichi negar con la cabeza –Y tampoco podía permitir que te pasara algo, estabas indefenso y te habría matado -se limpió los ojos con las muñecas -Lo que reafirma el hecho de que soy un asesino porque...teniendo conocimiento de eso, volvería a hacerlo...
-¡Escúchame! -su pecho comenzó a encogerse –Espera a que todo se calme un poco antes de entregarte –delirando y sin poder modular normal le dio esa opción ya que no quería alejarse de él de manera tan abrupta –Y podemos estar juntos hasta ese entonces y.... y.... yo estaré contigo... pero no te entregues todavía.
Kaito abrió la boca dramáticamente y lo tomó de las manos sin creer lo que oía.
-Detective...¿Te das cuenta en lo que te estás convirtiendo por mí culpa? Si de verdad quieres ayudarme no me des ideas -cerró los ojos y su voz se volvió a quebrar –Porque me dan ganas de huir contigo para siempre. Necesito comenzar a estar en paz conmigo mismo... ¿Me puedes hacer un último favor? -cuando el niño asintió y se atrevió a pedir –No nos obliguemos a apagar esto que sentimos, dejemos que el tiempo se encargue de eso, pero déjame ir y tú ...sigue tu vida.
-No –lo interrumpió de golpe -Te voy a esperar, así como tú insististe en esperarme.
-Sigue cumpliendo con tu deber, cuando llegue el momento se libre y enamórate otra vez, forma una familia y sigue siendo esa persona a la que tanto admiro -intentó sonreír, pero estaba siendo muy difícil.
-Quiero tener todo eso, pero contigo a mi lado... -admitió con la mirada más honesta que tenía y se atrevió a bromear para relajar, aunque sea un poco el ambiente –Creo que si me pondría algo celoso si te enamoras de alguien más.
-¿En prisión? -preguntó curvando una ceja e intentando seguirle el hilo.
-Si -dijo con normalidad –El amor puede nacer en cualquier parte.
Kaito logró liberar una pequeña risa y le pellizcó la nariz.
-Te muestras al resto con algo de soberbia, pero en el fondo eres un romántico.
Rieron al mismo tiempo e hicieron sorber la nariz, por iniciativa de Kaito unieron sus frentes y las manos con los ojos cerrados rogando por algo de calma.
-No vas a estar solo -reforzó el detective -Iré a visitarte y me quedaré contigo todo el tiempo que está permitido.
-Mantén los ojos cerrados –le pidió Kaito sin deshacer la postura –Podemos encontrarnos aquí, cada vez que cierres los ojos y recuerdes la calidez de nuestro propio firmamento yo estaré ahí y yo tendré la certeza de que tú también lo estás.
Perseveraron en mostrarse fuerte hacia el otro para no ahogarse en angustia, silenciaron sus teléfonos para evitar ser interrumpidos y se quedaron esas pocas horas juntos que les quedaban aprovechando la presencia del otro, se mantuvieron despiertos para no sentir que desperdiciaban minutos con algo que podrían hacer después.
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Dejaron que la luz del sol alumbrara por completo el cielo antes de atreverse a levantarse de la cama, hicieron todo de manera lenta intentando atrasar lo inevitable. Los dos se sentían un poco más calmados, esas horas juntos actuaron como consuelo y viéndolo por ese lado, había sido gracias al plan de Jii-chan y Haibara , porque de lo contrario, hubiesen tenido que decirse adiós de forma apresurada y quedándose con las palabras en la boca.
-¿Vas a estar bien? -le preguntó Shinichi cuando estuvieron al frente de su casa, ya que Kaito había ido hasta allí para despedirse de los demás.
-¡Desde luego! -respondió entusiasmado y le mostró una sonrisa burlona -¿Cuándo he necesitado tu protección? -recordó pedirle una última cosa -¡Ah! ¡Shin-chan! Por favor no le digas nada a mi madre por ahora. De lo contrario la veo capaz de hacer alguna locura para detenerme.
No hubo abrazos, ni lágrimas, ni más lamentaciones, solo se dieron un fuerte apretón de manos sellando una promesa y compartieron una última cálida sonrisa de confianza. Kaito le guiñó el ojo a quien un día había sido su rival, Shinichi vio su silueta alejarse tranquilamente hacia la casa del profesor y él dio media vuelta avanzando serenamente con las manos en los bolsillos para dirigirse a su propia casa.
Antes de que Kaito llamara a la puerta, Akai salió de allí con un cigarrillo en la boca llevándose una sorpresa al verlo. Con solo verlo a los ojos supo que estaba siendo transparente y entendió que lo último que le faltaba era despedirse, así que lo único que se atrevió a hacer, fue curvar una sonrisa y darle un fuerte apretón en el hombro.
El profesor y Haibara se encontraban adentro casi pareciendo que lo esperaban, el hombre fue el primero en acercarse a él dedicándole un par de palabras de consuelo y transmitiéndole un poco de confianza, a lo que el chico recibió agradecidamente.
Cuando llegó el turno de Ai-chan supo que ella no estaba del todo de acuerdo con su decisión.
-No me parece justo que ellos sigan libres y qué tú tengas que cargar con todo esto por algo que sucedió en un segundo –le hizo saber.
-Con los años te das cuenta de que el mundo no es un lugar muy justo -suspiró -Pero para eso contamos con gente como Shinichi –la vio cambiar la expresión a una de desagrado, por lo que entendió que seguramente habían discutido por algo -¿Qué? ¿Qué hizo esta vez?
-Ya no quiere recuperar su cuerpo de adulto -se encogió de hombros expirando pesadamente.
-¿Qué? -reaccionó intentando no enrabiarse tanto por la información -¿Y qué es lo que pretende con eso?
-No lo sé -le explicó lo poco que creía entender –Supongo que todo lo que ha pasado lo tiene agotado y yo también actué mal al intentar encubrirte –se disculpó con él con voz afligida y avergonzada –Ni siquiera quiere verme y dudo que cambie de opinión.
-¡No puedes permitirlo! -espetó como si le estuviese dando una orden -¡Tienes que ayudarlo a que vuelva a ser un adulto!
-Puede que lo haya dicho por causa de la rabia, pero si es su decisión no puedo hacer nada.
-¡Claro que puedes! -volvió a insistir -¡Tú eres la única que puede ayudarlo a retomar el rumbo y que pueda terminar de convertirse en lo que él más desea!
-Kuroba-kun lo lamento –se disculpó una vez más -Pero por ahora prefiero no insistir, ya sabes lo terco que es.
Kaito se sintió culpable, creía que el que Shinichi actuara de esa manera era porque todo lo relacionado con él lo había hecho decaer y deprimirse al punto de tirar una parte importante de su vida a la basura. Se tuvo que sentar para intentar apaciguar la rabia en su pecho y le dio un fuerte puñetazo al sofá. Comenzó a cuestionarse si realmente debía irse y tenía ganas de ir a hablar con él y obligarlo a deshacerse de esa arrogancia y que mantuviese la paciencia confiando en las capacidades de Ai-chan.
Cometió el error involuntario de recordar la sangre en el piso difamando las imágenes al imaginarse un escenario donde el detective, al tener esa apariencia de niño vulnerable, se veía envuelto en una revuelta similar, solo que esta vez siendo alcanzado por la muerte.
-No -negó con la cabeza –No podemos permitirlo –sus ojos se cristalizaron de un segundo a otro volviendo a sentir esa ansiedad que parecía no querer dejarlo tranquilo -¡No me puedo ir así!
Haibara lo vio chillar con impotencia, realmente quería hacer algo por él. Compartía su enfado hacia la situación y hacia Kudō que no dejaba de hacer berrinches incluso en los momentos más inoportunos, así que, como última opción volvió a preguntarle al mago.
-¿Estás seguro de que no quieres respetar su decisión?
-No –se apresuró en responder -Está actuando dejándose llevar por la resignación.
Kaito volvió a maldecir y no pudo seguir reteniendo las lágrimas, escuchó a la castaña soltar una maldición y caminar hacia la parte de la cocina para llenar un vaso con agua. Ella regresó y se sentó junto a él, entregándole el vaso junto a un pañuelo para que se sonara la nariz.
-Gracias –le dijo cuando bebió el agua por completo, devolviéndole el vaso.
Ella se lo recibió y lo dejó encima de la mesa de centro, aguardaron silencio por unos momentos, parecía que Kaito estaba al borde de una nueva explosión y que quería agregar algo más, pero cuando abrió la boca se llevó la mano al pecho ahogando un grito de dolor.
Haibara generó distancia antes de que Kaito intentara ponerse de pie y cayera de bruces hacia el mueble volviendo a sufrir un espasmo.
-Descuida, el dolor terminará pronto –le aseguró fijando una mirada fría en el joven.
-¿Qué fue lo que me diste? -intentó articular y no retorcerse tanto al sentir como la sangre que le recorría el cuerpo hervía por dentro.
Kaito se oprimió el pecho sintiendo como el dolor se volvía cada vez más insoportable y comenzando a sudar frío, distinguió que no se trataba de una crisis ni algún síntoma de enfermedad repentina. Con dificultad se puso de pie para pedir ayuda del profesor, ya que parecía que a Ai-chan no le importaba en lo más mínimo, lo miraba desde unos pasos más allá con los brazos cruzados sin inmutarse.
-¿Decías que querías ayudar a Kudō-kun a recuperar su cuerpo normal? -le habló con el ceño algo fruncido y con concentración, ya que era importante no obviar ningún detalle –Ahora podrás ayudarlo.
El ladrón volvió a caer al suelo retorciéndose de dolor y sin entender por qué sentía como el pecho se le oprimía como si le hubiesen puesto un gran tanque encima y como sus huesos comenzaban a dolerle por dentro acompañado de una sensación de como si se estuviesen derritiendo de a poco.
Hallo!
¿Cómo está mi gente? :v
No me tardé tanto como creía gg y bueno, sobra decir lo que le dio Haibara al bebo
Yo creo que ahora si me voy a tardar un poco más en actualizar porque me cambiaron el horario del trabajo 😩 efe
Pero ya saben que siempre estoy leyendo y respondiendo sus comentarios 😊
Abrazos
;DD
💙 💚 💖💛 💜
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