LVIII. Metamorfosis letal (R18)


🌟Advertencias:  contenido del capítulo en el título y no está demás advertir que la última parte puede ser algo fuerte (no me maten, por favor u.u)


Para Shinichi era angustioso ver a quién tanto amaba en ese estado. Kaito se aferraba a su cuerpo intentando no ahogarse en sus propias lágrimas y temblores involuntarios. Dudaba de si debía dormirlo o no con su dardo anestesiante, pero al final el ladrón decidió por los dos y terminó desmayado debido a toda la presión.

En lugar de moverlo y cargarlo hasta la cama prefirió acomodarlo en suelo para no despertarlo. Buscó almohadas y una manta y lo arropó bien procurando no moverlo demasiado. Por supuesto que para asegurarse de estar presente ante cualquier situación similar se acomodó a su lado para intentar protegerlo.

A la mañana siguiente Haibara llegó a primera hora por petición de Kudō, Kaito se encontraba mucho más calmado, había vuelto a su cama y con ayuda de Shinichi intentaba desayunar lo que Hakuba amablemente le había preparado.

-Soñé contigo -soltó de repente Kaito restregándose lo ojos.

-¿Ah sí? -respondió casual con una pequeña sonrisa y dejó la cuchara a un lado para ponerle más atención -¿Qué fue lo soñaste?

-Fue extraño -arrugó la nariz y miró unos breves segundos al cielo –Estábamos viviendo en otra época, en otro lugar donde la gente creía en brujas y esas cosas. Aoko era mi melliza y tú eras nuestro hermano mayor –lo vio alzar levemente las cejas –También esa niña de la liga juvenil de detectives ¿Ayumi es su nombre? Ella era la menor -cerró los ojos intentando que el recuerdo de las imágenes que soñó no se desvaneciese por completo –Lo último que recuerdo es un gran alboroto y una iglesia en llamas.

-¿Brujas y una iglesia en llamas? -repitió sorprendido.

En ese instante Haibara entró a la habitación viendo al mago sentado en la cama, con ojeras muy marcadas recalcando su estado deplorable, pero intentando sonreír.

Los saludó y se quedó un par de minutos con ellos hasta que Kaito no quiso seguir recibiendo alimento, fue en ese momento en que ella pidió estar con él a solas.

El detective esperó con impaciencia junto a Hakuba por unos largos cuarenta minutos hasta que la niña se reunió con ellos en la sala.

-¿Cómo está? -Hakuba fue el primero en preguntar.

-En comparación con la crisis que dices le dio anoche, está mejor -miró a ambos –Pero no está bien. Le di un calmante para que duerma un poco más, pero si queremos evitar un infortunio no podemos dejarlo solo.

-¿A qué te refieres? -preguntó Shinichi sintiendo que un escalofrío le recorría la espalda.

-Qué si sigue así no sería raro que incluso pueda atentar contra su propia vida -explicó y vio como los dos expandieron sus ojos con temor –Tranquilícense, lo que menos necesita ahora es verlos alterados, solo eviten dejarlo solo. Si tiene que ir al baño a hacer lo que sea, lo acompañan. Para salir o para cualquier cosa, siempre con él, al menos por unos días -le entregó un pequeño frasco con pastillas a Saguru -Qué se tome una de estas antes de dormir, eso evitará que despierte durante la noche. Y, de todas maneras, lo mejor sería que duermas en la misma habitación con él -lo vio abrir la boca, pero no lo dejó interrumpir –Y por ningún motivo dejes eso a su alcance. No queremos que se las beba de golpe.

Lo vio asentir con completo compromiso y se guardó las píldoras en el bolsillo de la camisa.

-¿Y yo cómo puedo ayudar? -Shinichi preguntó impaciente por cooperar.

-Puedes ayudarlo turnándote con él -apuntó al otro detective –Intenta no agobiarlo ni darle discursos morales, él entiende lo mismo que nosotros. Es una persona muy fuerte y estoy segura que en unos pocos días estará mejor -intentó convencer para todos.

-Bien -asintió y accedió a pedirle otro favor -¿Puedes quedarte un rato con él? Necesito ir a revisar la vivienda –dio a entender que necesitaba hacerlo antes que la policía -¿Me acompañas? -preguntó a su amigo.

-Claro -asintió decidido.

Que Haibra se quedara al cuidado de Kuroba los dejaba bastante más tranquilos. Se dirigieron rápidamente al lugar de la noche anterior e ingresaron asegurándose de que nadie los había visto.

Con los guantes ya puestos comenzaron a escudriñar, a simple vista no parecía haber nada demasiado comprometedor, unas pocas posesiones e insumos básicos que solamente alcanzaban para unos pocos días más. Shinichi buscó en cada rincón intentando encontrar alguna especie de nota que Isabelle hubiese dejado para Kaito, pero lo único que encontró fueron unos documentos falsificados.

-¿Qué es eso? -Hakuba se acercó a su lado para leer -¿Compró este piso? Pero ¿Cómo es posible si no tenía ingresos? -se impresionó.

-Kaito le estuvo dando dinero, utilizó una identificación falsa para poder adquirirlo... -aquello le hizo recordar algo, algo que podía generar un problema mucho mayor –El dinero...

-¿Qué hay con él? -tragó saliva al ver su expresión.

-Tiene sus huellas...Cuando la policía lo encuentre... -no fue necesario agregar nada más.

Como si hubiesen recibido un golpe de energía, se pusieron a toda prisa a buscar el poco dinero que debía quedar escondido por el apartamento. Movieron los muebles, revisaron el baño, debajo de la cama e incluso en el balcón, pero parecía no haber rastro.

-¡Kudō-kun! -lo llamó Hakuba desde dentro pisando una parte inestable del piso que estaba cubierto por un tapete.

Lo apartó y con ayuda de una uña logró levantar una de las tablas sueltas dando de frente con los fajos de billetes que se apresuró en sacar. No podía simplemente hacerlos desaparecer, tampoco podía dejarlos ahí esperando a correr el riesgo de que la policía lo encontrara.

Pensó en todas las opciones que tenía mientras acomodaba el dinero encima de la mesa. Sabía de sobra que Kaito tendría problemas si hallaban sus huellas.

-Y si... -pensó en voz alta.

Sintió su pecho palpitar de manera inestable y se quitó los guantes con la vista fija en los billetes.

-¡Para! -Hakuba le sujetó la muñeca entendiendo lo que quería hacer –Piensa bien en lo que estás a punto de hacer.

Lo miró considerando su advertencia, pero estaba decidido, no iba a dejar que el mago sufriera todas las consecuencias él solo. Tomó un fajo de billetes y comenzó contarlos simplemente para dejar sus huellas dactilares marcadas en el papel. Shinichi vio como Hakuba abría la boca levemente, asombrado por lo que estaba haciendo y a continuación, cerró con fuerza los ojos, se quitó los guantes y comenzó a hacer lo mismo que él.

-Sólo los estamos contando para asegurarnos de la cantidad -soltó Kudō en voz alta sintiendo una sensación completamente desagradable por todo el cuerpo por actuar de esa manera.  

Los primeros días no fueron tan agotadores como creían, los detectives se ayudaron entre sí para seguir trabajando en lo suyo y a la vez vigilar a Kuroba, que tal como había dicho Haibara lucía bastante recuperado, le había hecho bien el descanso y parecía cargar con menos peso en sus hombros, lo que era una señal tranquilizadora para todos.

Shinichi se encargó de que la pelinegra tuviese un entierro digno, dudó de si llevar a Kaito a ver la sepultura de la chica era buena idea o no y aunque en un principio quiso quedarse callado consideró que lo correcto era ofrecerse a acompañarlo.

Y así lo hizo, estuvo a su lado el tiempo que el mago necesitó hasta que regresaron a casa, solo que esta vez a la de Shinichi para cambiar un poco de ambiente, ya que de todas maneras necesitaba ir a hacerse su chequeo habitual con Haibara y mientras tanto Kaito podía quedarse charlando con el profesor.

Caminaron en calma y en silencio de vuelta, hasta que el detective se atrevió a hacerle entrega de algo que sabía podía darle un pequeño aliento de paz.

-Ten –se sacó un pequeño rectángulo del bolsillo del pantalón y estiró la mano para alcanzar la suya.

Sin mucha expresión, Kaito tomó entre sus dedos lo que entendió era una fotografía y le dio la vuelta.

-¿De dónde la sacaste? -quiso saber sin quitar la vista de la imagen.

-La encontré metida entre sus cosas -admitió -Creí que te gustaría conservarla.

En un principio le causó una gran nostalgia, pero al ver la imagen de él junto a la joven que fue tan buena con él sonrió decidiendo que la recordaría tal como se veían en la foto, alegre y haciendo muecas, como si con eso tuviesen todo el poder para combatir al resto del mundo.

-Gracias, detective –se agachó para quedar a la altura del niño y lo rodeó con sus brazos.

Cuando finalmente llegaron a casa Ai-chan no los esperaba con muy buena cara. No era como si normalmente los recibiera con una gran sonrisa, pero la conocían bastante bien para saber que algo no andaba bien.

Kaito se apresuró en ir a observar el nuevo invento en el que estaba trabajando el profesor, quien con entusiasmo comenzó a explicarle en qué consistía, mientras los otros dos fueron directamente al laboratorio y una vez que entraron, Haibara cerró la puerta.

-Tus últimos análisis salieron malos –dijo sin adornos viendo como el detective tomaba asiento.

-¿Qué significa eso? -Shinichi intentó no mostrarse tan preocupado.

-¿Recuerdas que te dije que quería comenzar a experimentar con células que no fuesen las tuyas? -lo vio asentir y prosiguió -Kuroba –kun me buscó para ofrecerse a ayudarme con eso –ahora lo vio colocar una expresión de desapruebo listo para interrumpirla.

-¿Por qué no me dijiste nada? -elevó la voz.

-Relaja el tono que no he terminado –le advirtió y continuó con la explicación -No le he dado nada si es lo que te preocupa, pero en base a las muestras que extraje de él pude crear el último prototipo que ingeriste hace un par de días.

-Si -agregó -El que me provocó un malestar diferente.

-Exacto –lo apoyó y antes de seguir tomó aire para darse valor por lo que tenía que decirle a continuación esperando que el detective le tomara el peso -Kudō-kun, seré honesta contigo. Basándome en tus resultados, si vuelves a consumir un prototipo más, del que sea, no podrás volver a recuperar tu cuerpo normal.

Él la miró en silencio por un momento intentado tomarle la importancia que debía. Sabía que muy frecuentemente ella le decía eso para evitar que ingiriera prototipos como si fuesen dulces, pero esta vez parecía estar hablando muy en serio.

-Pero podrás crear un antídoto final como siempre has dicho ¿no es así? -ahora sí que comenzó a preocuparse de verdad –Después de todo tú lo creaste. Tú eres la única que tiene la capacidad suficiente para regresarme de una vez por todas a mi cuerpo de adulto. Solo tú puedes ayudarme.

La castaña sabía que le estaba dando ánimos que se mezclaban por la preocupación que el chico sentía al enterarse de aquello, se cruzó de brazos convenciéndose de aquellas palabras.

-Es algo que me prometí hace mucho tiempo -expresó con melancolía -Y hasta ahora he hecho todo lo que está a mi alcance... -lo miró y sintió en seguida que había sido un error hacerlo. El detective parecía desesperado y abatido con la noticia. No quería por ningún motivo darle esperanzas, pero se dejó llevar por el cariño que le tenía -Te lo digo en serio, no puedes ingerir nada más. No te los voy a estar escondiendo porque sé que no vale la pena hacerlo contigo -recuperó su actitud seria –No se te puede ocultar nada, así que el compromiso ahora es contigo mismo.

-Si -asintió convencido –Desde hoy nada más hasta que me des una nueva orden.

Caminó solo de vuelta a la sala sin dejar de pensar en lo que Haibara le había dicho, dudaba de si realmente existía la manera de recuperar su verdadero cuerpo, pero por ahora debía mantener su palabra y no consumir ningún prototipo incluso sabiendo que existía la posibilidad de necesitar regresar por unas horas a su forma original. Vio a Kaito junto al profesor intercambiando palabras alegremente encendiendo un pequeño aparato que volaba con ayuda de una hélice.

Kaito estuvo un rato más admirando y probando el nuevo invento hasta que un mensaje en su teléfono lo desconcentró de lo que estaba haciendo. Al leerlo sintió como el agobio de siempre volvía a apoderarse de su ser, no quería volver a pisar aquella casa, tenía ganas de mandar todo muy lejos, pero su reciente pérdida lo llenó de un amargo sentimiento y se convenció de que tenía que volver a cumplir con su papel.

-Me gustaría quedarme para seguir ayudándole, pero tengo que irme –Kaito le explicó al hombre con una sonrisa torcida.

-¿A dónde tienes que ir? -el pequeño Shinichi le preguntó autoritariamente desde el sofá.

-Me llaman -movió el teléfono dándose a entender -Aún tengo mucho trabajo que hacer.

-No puedes andar por ahí solo –se puso de pie y caminó en su dirección -Voy contigo.

-¡Ni hablar! -lo apartó con la mano –No quiero que vuelvas a pisar esa casa. Te encargarás junto a los demás de hacer tu parte con la información que yo recopile, tal como lo hemos hecho hasta ahora.

-¡Y yo te digo que no te dejaré que vayas solo!

Kaito suspiró cansado y para evitar hacer más problema se agachó para mirarlo directamente a los ojos.

-Detective, estaré bien -prometió -Vuelvo en un rato.

Se dio cuenta de cómo medio logró convencerlo y decidió darle una muestra de confianza ya que Shinichi no siguió refutándole nada más y lo dejó partir sin poder ocultar toda la preocupación que sentía dentro. 

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Kaito sabía que era muy probable que la señora Majime se hubiese enterado ya del fallecimiento de la joven, lo que no se esperó fue que al entrar ella no estuviera allí.

-Joven Kuroba –una de las encargadas que normalmente le abría la puerta lo saludó -No lo esperaba por aquí.

-Tú señora me llamó -le explicó seco ante el recibimiento y ella lo miró desentendida.

Caminó hacia el despecho tal como normalmente lo hacía, tocó la puerta varias veces sin recibir respuesta del otro lado así que no le quedó de otra que abrirla. Como sospechaba, en el interior no había nadie y se fijó que faltaban un par de carpetas con documentos que normalmente estaban apiladas a un costado del escritorio.

Salió asegurándose de cerrar la puerta con cuidado y fue al cuarto de Gina, pero no había rastro de la niña y sus juguetes favoritos tampoco se encontraban allí, fue en ese entonces que comenzó a preocuparse. Dada la seguridad que existía en el sector de la habitación de la mujer prefirió no acercarse hacia allá, pero lo que sí hizo fue dirigirse hacia la cocina.

Ingresó buscando a su amigo el cocinero a quien afortunadamente lo divisó junto a su hijo contando los platos que había en la alacena.

-¡Hideo-san! -lo saludó Kaito y él y su hijo se dieron la vuelta.

-¡No sabes cómo me alegra verte! -lo saludó acercándose y con una expresión forzada–Necesitamos trasladar unas cajas desde el almacén y tú tienes bastante fuerza. Síguenos.

Sin entender nada lo siguió por un angosto pasillo, el hombre abrió la puerta del almacén y los tres ingresaron asegurándose de que nadie los había seguido.

-Nos enteramos de lo que sucedió -Yasuhiro agachó la mirada.

-Lo siento mucho, chico –Kaito le puso la mano encima del hombro recordando como aquel joven había tenido sentimientos románticos por la chica.

El mayor le ofreció una silla a Kaito y este aceptó, ellos también buscaron asiento.

-No nos dieron detalles -agregó el cocinero –Aquel día todos vimos el estado de Isabelle luego de que fue golpeada, escuchamos que había estado pasando información a la policía de los trabajos que realiza el esposo de la señora -explicó lo poco que sabía -Luego nos preguntaron si sabíamos a dónde había huido y a los pocos días la señora Majime nos informó que había fallecido -agachó la mirada con pesar.

-¿Cómo se enteró? -quiso saber.

-No sabemos –negó con la cabeza –Luego de eso transcurrieron alrededor de dos días y ella junto a su hija salieron. No las hemos vuelto a ver por aquí y nadie sabe nada.

-¿Ni siquiera su esposo?

-Es que el más impaciente está por conocer su paradero -agregó su hijo -Está furioso, le grita a todo el personal sin motivo alguno, muchos están comenzando a tener miedo de que aplique la violencia contra ellos y a decir verdad... nosotros también estamos asustados.

-Sabemos que pasado mañana aquí tendrá lugar una reunión, pero me temo que no es nada bueno. Nos pidió que cocináramos una cena demasiado específica para algo que parece ser simple.

El hombre siguió contándole todo lo que sabía gracias a lo que había logrado oír por los pasillos y a Kaito todo eso comenzó a hacerle ruido temiendo incluso que el mensaje que recibió no fuera realmente de la mujer. Antes de tomar decisiones apresuradas hizo algo que en esos momentos tenía mayor relevancia, luego discutiría junto a los detectives que hacer.

-Deme su teléfono -Kaito le pidió al hombre y estiró la palma de la mano.

Con algo de duda, el hombre lo desbloqueó y se lo entregó. Vio a Kaito teclear concentrado intentando apresurarse y a los pocos minutos de devolvió el móvil.

-¿Y esto? -preguntó confundido leyendo la información que el mago había escrito.

-Quiero que usted y su hijo reúnan rápidamente sus pertenencias más esenciales, yo los llevaré hasta el aeropuerto, luego quiero que se dirijan a esta dirección -explicó con actitud seria, pero intentando transmitirles confianza –No se preocupen, la persona que los recibirá les brindará toda la ayuda necesaria hasta que puedan instalarse bien.

-P-pero esa dirección queda en Norte América -exclamó nervioso Yasuhiro.

-Exacto –Kuroba sonrió confiado –A partir de hoy trabajarán con mi madre y en el peor de los casos y gracias a sus habilidades no les faltará trabajo en Las Vegas.

-Te lo agradezco mucho, pero no podemos irnos –dijo Hideo con miedo –Si el marido de la señora nos descubre, no sabemos de lo que es capaz. Y aún cuenta con nosotros para la preparación de la cena.

-Es por eso que necesito que reúnan sus cosas ahora –Kaito les explicó insistiendo –No tenemos tiempo y aquí ya no es seguro. Lo más probable es que ese día se genere un caos tan grande que deje a más de alguno herido.

Padre e hijo se miraron confusos y temerosos sin saber que hacer, pero se convencieron de que el mago tenía razón. Abandonaron el almacén cargando cada uno una caja para evitar sospechas y las dejaron en la cocina. Kaito se encargó de acomodar las cajas con los suministros que habían llevado hasta el lugar mientras que los otros dos reunían solo lo esencial y se reunieron nuevamente con él.

Al pasar tanto tiempo allí conocía de memoria la ubicación y las rondas de vigilancia, salieron por la puerta de atrás sin ser vistos hasta llegar a la calle. Lograron conseguir un taxi que los llevó hasta una estación hasta finalmente conectar con el aeropuerto de Narita.

En el camino y a pesar de la diferencia de horario, Kaito pudo contactar a su madre y explicarle la situación, ella entendió de inmediato y no se negó a brindar ayuda, aceptó las indicaciones de su hijo y él, mientras tanto terminó de explicarle a los dos lo que pasó con la pelinegra y varias cosas que tenían que tener en cuenta al llegar a Nevada.

-Ella los estará esperando -volvió a tranquilizarlos y caminando rápidamente junto a ellos para llegar hasta la zona más cercana del embarque.

-¿Estás seguro de todo esto? -preguntó el más joven a su padre y también miró a Kaito.

-Kuroba-kun tiene razón -le habló con protección -Aquí nos arriesgamos demasiado –ahora miró a mago –Estoy en deuda contigo, ha pasado tanto en este último tiempo que el futuro se veía realmente inestable para nosotros en esa casa ¿Cómo puedo agradecerte todo esto?

Kaito les sonrió a ambos sintiéndose algo más tranquilo al saber que ellos estarían bien.

-Pueden compensarme con un banquete cuando vaya de visita –deseándoles un buen viaje ensanchó una gran sintiendo que no lo había hecho de verdad en mucho tiempo.

Cuando llegó la hora, los tres se despidieron cálidamente y Kaito pudo volver a casa de Shinichi. Se había hecho de noche y cuando abrió la puerta del lugar, el pequeño Shinichi y Hakuba lo esperaban con impaciencia esperando explicaciones de su parte.

-¿Dónde estabas? ¿Por qué no respondías las llamadas ni los mensajes? ¿Sabes la hora que es? ¡No te mandas solo! ¡Eres un irresponsable! -lo regañaron los dos detectives creyendo que le había sucedido algo.

Los mandó a callar ya que con toda esa palabrería no tenía opción de darse a explicar.

-¡¿Puedo hablar?!-miró a Hakuba y luego a Kudō -Papá, mamá, estoy bien –bromeó y se fue a sentar a la sala –Regresé sano y salvo. Ahora, si quieren saber lo que sucedió... -dio unas palmaditas a cada lado del sofá. 

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-¿Entonces crees que fue ese hombre el que te envió el mensaje? -le preguntó Shinichi esperando que supiera la respuesta ya que al estar en contacto más cercano a él podía hacerse una idea.

-Lo más probable -respondió completamente tranquilo –No creo que haya estado en casa, pero me habrá visto llegar por las cámaras de seguridad –ya llevaba demasiado tiempo de conocerlos para saber lo que pensaban –Ya lo sé, quieren que me infiltre en esa cena.

-Es muy arriesgado y no nos consta -habló Hakuba –No sabemos si lo que dijo aquel cocinero es verdad, puede que se haya prestado para mentir.

-De ser así ¿Para que aceptar mi ayuda y huir? -no creía que eso fuese realmente posible –No. Aquí hay otra cosa, seguramente descubrieron que tengo relación con ustedes.

-Es un trampa -aseguró Shinichi uniendo todo –Puede que tengas razón y que hayan descubierto que eras tú el que le estaba pasando información a la policía y por miedo esa mujer huyó con su hija. No debe haber sido difícil para él robarle el teléfono y contactarte desde allí para no levantar sospecha.

-Además, siempre te llama –lo apoyó Hakuba –Pocas veces te envía mensajes.

-Ya lo sé. Y es por eso que debo ir -volvió a insistir sintiendo que ya hasta estaba pidiendo permiso –Puedo mirar desde lejos si tanto les preocupa mi seguridad.

-No –lo interrumpió Kudō -Mañana a lo que llegue Hattori lo discutiremos bien -cambió completamente de actitud al intentar ahogar un bostezo –Lo mejor será que se queden a dormir aquí -apuntó con el pulgar en dirección a las habitaciones libres y mientras se disponía a caminar hacia la suya le habló a Kaito dándole la espalda –No te olvides de tu pastilla para dormir.

Aun sentado, Kaito apoyó el codo en la rodilla y el mentón en su mano haciendo un puchero, Saguru se sacó las nombradas del bolsillo de la camisa y se las agitó con una sonrisa vengativa al saber que no lo molestaría en el resto de la noche, ante eso Kaito rodó los ojos.

Al otro día, tal como Shinichi había dicho Heiji llegó muy temprano a despertarlos esperando ansioso todas las noticias recientes que los otros se habían negado a explicar a grandes rasgos por teléfono. Al principio le costó procesar toda la información con normalidad ya que habían sucedido varias cosas.

-¡¿Murió?! -no se guardó su sorpresa cuando le contaron lo de la chica y con preocupación miró a Kuroba que estaba en una esquina –Pero ¿Tú y ella no estaban saliendo?

-¡Hattori! -lo regañó Kudō negando lentamente con la cabeza intentando hacerle entender que se estaba desubicando y creando sus propias historias en su cabeza al desviarse del tema.

-¿Tú nunca te enteras de nada, no es así? -le respondió el mago desde su rincón con los dedos sobándose la sien y sin ocultar su molestia.

-Te estás desviando –el niño le chasqueó los dedos cerca de la cara para intentar capturar nuevamente su atención -Te acabo de decir que necesitamos organizarnos para poder conseguir algo relevante.

-Si me permiten la opinión -Hakuba miró a ambos apretando los dientes ya llevaba un buen rato intentando hablar –Creo que lo mejor sería ir todos juntos, pero observar desde lejos.

-¿Y eso de qué serviría? -refutó Shinichi y apuntó al mago –Lo quieren a él.

-Por eso he dicho desde ayer que quiero ir –Kaito se sumó -¡Pero ustedes no me dejan!

-Tampoco creo que sea muy inteligente ir solo sabiendo que un montón de delincuentes armados hasta los dientes te están esperando -razonó Heiji.

-Me buscan a mí -se apuntó el pecho con un dedo –Me entregaré para ver que quieren.

-Eliminarte, lo más seguro -espetó Hakuba.

-Iré yo –Shinichi se veía muy convencido –Puedo aprovechar mi cuerpo pequeño y en el peor de los casos no sospecharán de un niño.

-¿Eres tonto? -Kaito le alzó la voz –¿Quieres que te recuerde lo que hacen ellos con los niños?

Estuvieron discutiendo por un largo rato tratando de no acalorarse demasiado e intentar buscar la mejor estrategia, pero se estaba poniendo difícil, ninguno quería acobardarse, pero tampoco querían dejar que los demás se expusieran al peligro. El ambiente se vio alterado cuando Haibara llegó para hacerle el chequeo diario a Shinichi, quien insistió para quedarse donde estaba sin dejar de discutir mientras la niña le tomaba la presión y realizaba el resto de procedimientos cotidianos intentando tranquilizarlos cada vez que los chicos parecían querer agarrarse a palos por no coincidir. Y para terminar de generar un desorden, Akai llegó junto a Amuro a la sala.

-Veo que tus niños tienen un alboroto –dijo Furuya mirando al grupo.

-No es nada -habló Shinichi desde su puesto con una aguja metida en el brazo -¡Ay! ¡Me está doliendo! -le gritó a Haibara.

-¡Si no te quedas quieto por supuesto que va a dolerte! -le gritó de vuelta.

-¿Podemos ayudarlos de alguna manera? -les preguntó Akai notando que algo importante debía estar ocurriendo si estaban tan alterados.

-No, gracias –le respondió el niño -Ya está decidido.

Cuando Haibara terminó de extraerle sangre Shinichi se puso de pie sintiéndose muy molesto.

-¿Qué está decidido? -Kaito juntó las cejas también cabreado por su terquedad. Lo siguió hasta las escaleras -¡Vuelve aquí! ¡No hemos terminado de hablar!

Lo regañó de tal manera que Shinichi se ofendió al sentir que lo estaba tratando como si fuera un niño que en modo de protesta ni siquiera se dio la vuelta. Lo último que escuchó fue a los demás decirles que le diera su espacio antes de pegar un fuerte portazo en su habitación.

El grupo le permitió al detective un rato a solas, sabían que era demasiado testarudo y sería difícil hacerlo cambiar de opinión. Los detectives optaron finalmente por contarle a los mayores lo que estaba sucediendo para ver si ellos podían guiarlos de alguna manera u otra. Sin ser demasiada sorpresa, ellos coincidieron en que Shinichi se exponía demasiado al ir solo y como quedaban a penas pocas horas para tomar una decisión final, fueron a hablar con él.

Abrieron la puerta de la habitación para encararlo, Shinichi estaba recostado sobre la cama leyendo un libro y al percatarse de la presencia de los seis puso muy mala cara.

-Kudō-kun queremos hablar contigo –Akai fue el primero en dirigirle la palabra.

-Si vienen a convencerme de no ir, pierden su tiempo -resopló dejando el libro a un lado.

-Kudō -le habló Heiji -Sé razonable. Te estás poniendo en riesgo a propósito.

-No creo que esta vez puedas solo contra ellos -habló Furuya –Esta vez no será uno, ni dos ni tres culpables. Te estás enfrentando a una banda completa.

-¡Si no lo hago ahora perderé la oportunidad de atraparlos –se puso de pie con brusquedad.

Kaito dio un paso al frente.

-¡Olvídate de lo de mañana! -bramó colmándose en preocupación ya que sabía que estaba haciendo todo eso para no exponerlo a él -Hasta yo me convencí de no ir. Busquemos otra manera de dar con ellos sin tanta sangre de por medio.

-¿Olvidarlo? -escupió sin creerse que le estaba diciendo eso –Por culpa de ellos Isabelle está muerta. Te tienen amenazado ¡Hay vidas en riesgo todos los días! -hizo un gesto de molestia con la mano -¿Qué clase de persona sería si dejo esto a medias?

-Te lo estas tomando de manera muy personal –lo recriminó Ai-chan –Tienes que calmarte.

-Estás actuando más irresponsablemente que otras veces –Akai volvió a intentar hacerlo entrar en razón, pero sabía que el sentimiento que existía de por medio era mayor.

Hakuba, Haibara y Heiji miraron con mucha más incomodidad a Shinichi, aquella actitud de prepotencia y necedad sabían que era impulsada mayormente por un nombre y apellido. El detective quería a toda costa seguir con su plan ya que estaba seguro de que nada ocurriría.

-Shin-chan –Kaito volvió a dar un paso adelante y con voz suplicante intentó convencerlo –Te lo ruego, por favor. No vayas. Déjame ir a mí, conozco mejor que nadie el lugar y -

El grito que pegó Shinichi lo interrumpió.

-¡Ya tomé mi decisión y no necesito ayuda de ustedes! -comenzó a perder el control -Iré y saben que no podrán detenerme.

-¿Aunque estés caminando directo hacia la muerte? -Haibara se cruzó de brazos ya cansada de todo eso sabiendo de sobra la respuesta.

-¡Así es! -le respondió sin tomarle demasiado el peso ya que estaba acostumbrado a involucrarse en situaciones que ponían en riesgo su vida.

Al escuchar eso último, Kaito sintió un mareo que lo hizo perder el equilibrio. Amuro y Akai lograron sostenerlo antes de que cayera al suelo y el ladrón no pudo contener los sollozos de impotencia.

Haibara entendió que todo eso era inútil y abandonó la habitación para irse a casa del profesor antes de escuchar como Kudō los expulsaba del lugar. 

Shinichi estuvo horas encerrado repasando todo lo que había ocurrido y entendiendo que había actuado mal, dejándose llevar por sus impulsos. Quería salir a disculparse, pero se sentía desanimado, tampoco era capaz de ir a buscar algo para comer ya que incluso una dosis de vergüenza comenzaba a afectarle por dentro.

Volvió a darle vueltas al asunto, la cantidad suficiente para no dormir en toda la noche así que apenas escuchó ruidos provenientes de la sala se puso en pie ya que sabía que sus amigos debían estar terminando de preparar todo para acompañarlos esa noche.

Bajó rápidamente por las escaleras intentando no tropezarse al dar saltos. Vio a los tres reunidos en la mesa intentando desayunar, pero no parecían estar muy de ánimos y no ocultaron sus expresiones de incomodidad cuando los saludó y se sentó junto a ellos.

-Oigan –les habló cabizbajo -Quería pedirles perdón por mi comportamiento de ayer. Siempre creo que soy imparable cuando en realidad no dejo de ser un imprudente que se deja llevar por la emoción de buscar la verdad y a los culpables –los tres lo miraron pasmados por su repentina disculpa –Lo siento.

-Bueno, tampoco te crucifiques –Heiji le dio un sorbo a su taza y luego continuó -Todos nos alteramos bastante ayer.

-Lo bueno de todo es que logramos llegar a un acuerdo –ahora habló Hakuba también relajando los hombros y la voz –Hattori-kun y yo vigilaremos el terreno desde lejos. Mientras Kaito te guía desde el tejado y en caso de que surja algún problema él podrá socorrerte más rápido que nosotros –vio que quería hablar, pero lo tranquilizó -Y él prometió no pisar el interior a menos de que sea realmente necesario.

-Está bien -aceptó sin chistar sin notar que Kaito había entrecerrado los ojos sutilmente sin creerle aquella sumisión.

El detective miró a sus amigos sintiendo que habían hecho demasiado problema el día anterior y les sonrió tímidamente en señal de agradecimiento.  

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

Estaban todos ocupados en lo suyo terminando de alistar los últimos detalles por lo que no dejaban de andar de allá para acá como animales enjaulados por toda la casa. Kaito estaba bajando las escaleras cuando alguien lo jaló del cuello de la camiseta.

-¡Me ahogo! -exclamó exageradamente sujetándose el cuello con ambas manos.

Se dio vuelta con despreocupación creyendo que Hakuba lo regañaría por algo como solía hacerlo siempre, pero al darse la vuelta por completo dio de frente con Shinichi en su cuerpo de adulto y le fue inevitable no ahogar un grito de impresión.

-¿Siempre tienes que hacer tanto teatro? -frunció el ceño.

-¿Qué estás haciendo así? -le preguntó intentando no elevar tanto la voz –¡Lo arruinarás!

-No me aguanté -admitió -Me planteé la posibilidad de que hoy algo saliera mal y la verdad es que...yo...no -intentó darse valor, pero el mago tenía una expresión tan adorable que las palabras no le salían de la garganta –No podía simplemente dejarlo pasar.

-¿Y tenía que ser así? -con la mano señaló su persona -¿Ai-chan lo sabe?

-No. Y más vale que no lo sepa o esta vez sí va a matarme –omitió el detalle de lo que le había dicho con respecto a lo que ocurriría si volvía a ingerir un prototipo más -Solo será por unas pocas horas, para cuando lleguemos allá habré vuelto a ser un niño.

Shinichi cometió el error de volver a mirarlo y sus mejillas se tiñeron inmediatamente de un lindo color rosado que no pasó desapercibido por Kuroba.

-Detective... ¿Estás bien? -elevó una ceja intentando controlarse ya que sentirlo tan cerca en su cuerpo adulto lo ponía ansioso y le hacía querer abrazarlo con mucha fuerza.

Shinichi hizo una mueca molestándose consigo mismo por estar perdiendo el poco tiempo que tenían al no ser capaz de decirle lo que le picaba por dentro.

-Yo quería pedirte perdón, siento que nunca terminé de disculparme realmente contigo. Actué mal, intenté alejarte de la peor manera porque no supe controlar ni entender lo que sentía -sintió como se liberaba de aquel peso –Ayer también me pasé de la raya, nuevamente no tomé en cuenta lo que realmente sientes por mí y te hice sentir mal cuando no debías alterarte, no con lo delicado que has estado este último tiempo por todo lo que ha pasado, perdóname.

-Shin-chan -susurró su nombre -Está todo bien. Sé que no querías hacernos daño, todo esto ha sido una locura –su corazón comenzó a latir rápidamente -Coincidimos románticamente en un escenario donde teníamos todo en contra... -suspiró cansado –Pero...si tú también quieres...podemos...

No pudo seguir porque realmente no podía explicar todo eso con palabras y por muy cursi que ambos podían actuar, el impulso de lanzarse les estaba fallando.

-Espero que no se te haya olvidado lo que te propuse el otro día -habló intentando comerse el orgullo –Lo de volver a vivir conmigo...No lo dije solo por la emoción del momento, pero ¡No te sientas presionado! Si no quieres está bien –se rascó la nuca.

-Me pides que no me sienta presionado, pero vienes y haces todo esto -pestañeó soltando una risita tonta -¿Tan poca confianza tienes en nosotros que crees que no tendrás oportunidad para decirme esto mañana u otro día? -lo miró con ternura.

Creyendo que su intento por reconciliarse definitivamente con él había fallado se sentó en uno de los escalones con las manos en las mejillas para intentar ocultar lo rojas que se estaban poniendo. Sintió a Kaito sentarse a su lado en completo silencio contemplando hacia abajo.

El mago había leído sus intenciones, el detective tenía miedo de no poder tener otra ocasión para reconciliarse y volver a darse una oportunidad para estar juntos nuevamente. Y no lo culpaba, con todo lo que había pasado no podían dejar de considerar la idea de que uno de los dos saliera sin vida de todo eso. Acortó la distancia de a poco casi como pidiéndole permiso para acercarse y cuando se aseguró de que Shinichi no lo estaba rechazando, se atrevió a besarle la mejilla.

Al no esperarse el gesto, Kudō dio un pequeño brinco y se tocó el lugar donde los labios de Kuroba se habían posado. Lo miró confundido, pero la calidez de su sonrisa le indicó que todo estaba bien y que le estaba dando su consentimiento para volver a actuar.

Como no quería conformarse con un beso en la mejilla, esta vez él fue quien se inclinó elevando una mano para posicionarla detrás de la nuca del ladrón para que no se le ocurriera escapar. Cerró los ojos con fuerza y unió sus labios de manera tan torpe como si nunca lo hubiese hecho antes inundándose de una sensación muy similar a cuando se besaron por primera vez.

Intentó abrir la boca y mover los labios para que el otro le siguiera, abrió los ojos por unos cortos segundos cuando volvió a cambiar de posición el rostro para tomar algo de aire y vio por el rabillo del ojo derecho como Heiji se había asomado distraído para pasar al otro lado de la casa, pero se devolvió lentamente con los hombros apretados por donde había venido al ver a los dos dándose tal demostración de amor.

-Lo siento –se detuvo Shinichi de repente y se cubrió la boca con las manos -¿Te estoy incomodando? ¿Fue demasiado? -se afligió al creer que solo estaba pensando en sí mismo.

Kaito inhaló fuerte por la nariz con una cara seria y miró de derecha a izquierda antes de conectar nuevamente con los brillantes ojos del detective para sonreírle tranquilizadoramente.

-Ven –lo tomó de la mano para que lo siguiera y pasaron corriendo por al lado de un confundido Shuichi, quien iba bajando las escaleras.

Se encerraron rápidamente en la habitación de Kudō sin dejar de besarse y pasar sus manos por el cuerpo del otro, intentando sentirse como si fuese la última vez que se vieran. Kaito empezó a acortar la casi inexistente distancia entre ellos atrayendo a Shinichi contra su torso sin dejar de saborearse los labios.

La mano inquieta del detective comenzó abrirse paso por debajo de la camiseta de Kaito justo a la altura de su cintura, tembló al sentir su piel tan suave y cálida lo que lo impulsó a llevar la otra sobre su pecho para recorrerlo con la palma.

Dando traspiés cayeron a la cama aumentando el ritmo de los fogosos besos presionando un cuerpo contra el otro y expulsado el aire por la boca al verse tan agitados. El ladrón fue el primero en quitarse la parte de arriba de la ropa, sentándose en la cama y atrayendo a Shinichi para sentarlo arriba de sus caderas rodeándole la cintura con ambas manos y comenzando a trazar un camino de mordidas y lamidas desde su mandíbula hasta su cuello dejándole marcas violáceas que le demostraban al mundo que le pertenecía de alguna manera.

La camisa de Shinichi voló por los aires cuando el calor comenzó a invadirlo considerablemente notando como su cuerpo estaba reaccionando impúdicamente, llevándolo a rozarse contra los muslos del otro y sin ahogar los gemidos que salían desde lo más profundo de su garganta cada vez que Kaito le hundía las uñas en la carne.

Deshicieron la posición para mandar lejos de una vez por todas los pantalones, se rodearon con delicadeza y volvieron a tirarse al colchón con Shinichi debajo de Kaito.

-¿Qué es esto? -preguntó confundido el detective indicando ese mismo instante.

-Mi respuesta –le respondió Kaito llenándolo de besos suaves y cortos en la nariz, las mejillas, la frente y el resto de su rostro hasta arrancarle una inocente risa.

Lo siguiente fue una combinación de caricias, un enredo de dedos entre el cabello del otro, jadeos que iban en aumento dejándose domar por el deseo y los sentimientos del momento hasta que acabaron completamente desnudos. Se tocaron el uno al otro creando un refugio de goce infinito.

Kaito se deslizó en el interior de Shinichi cegado por los encantos y la calentura olvidándose incluso del profiláctico, acelerando el vaivén de sus caderas cada vez que el detective le rogaba aumentar el ritmo excitado al escuchar el ruido de su piel encontrándose con la suya. Sin importarles nada se atrevieron a hacer escándalo, clamando con desvergüenza y sin disimular el ruido de la cama chocando contra la pared hasta que un orgasmo culminó con el del otro.

-Te amo -soltó Shinichi con voz adolorida de repente intentando recuperar el aliento y apoyando la cabeza en el pecho desnudo y acelerado de Kaito –Te amo...

Los ojos de Kaito se llenaron de lágrimas de alegría y lo acurrucó aún más contra su pecho, cerrando los ojos con fuerza deseando inútilmente que aquel momento se volviera eterno.

-Yo también... -no pudo evitar soltar un sollozo provocado por la maravillosa satisfacción del momento –Yo también te amo mucho.  

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

Cuando se dieron cuenta de la hora por la luz anaranjada que comenzaba a descender por la ventana ambos se vistieron lanzándose miradas coquetas dejando atrás cualquier sentimiento de inseguridad que antes habían sentido.

El detective le quitó el seguro a la puerta y se asomó lentamente a mirar.

-¿Qué haces? -le preguntó Kaito mirándolo desde la cama y colocándose los calcetines.

-Vigilo que nadie nos vea –dijo con voz tímida -Hicimos mucho ruido y me da vergüenza salir y que nos vean.

-Ahora te preocupa -rodó los ojos con una sonrisa.

Al parecer no andaba nadie cerca, se devolvió y abrió uno de los cajones del mueble buscando desesperadamente algo, escuchó como Kaito le preguntaba cuanto tiempo faltaba para que regresara a su cuerpo de niño para poder salir de allí y dirigirse a su objetivo, pero lo ignoró.

-¿Qué tienes ahí? -le preguntó el mago rodeándolo por detrás y apoyando el mentón en el espacio de su cuello -¡Eres un travieso! -le pellizcó una nalga al ver las esposas.

-Adivinaste –se dio vuelta y le susurró al oído -Son para usarlas contigo.

El ladrón elevó una ceja viéndose tentado.

-No me digas eso, que si sigues así soy capaz de retenernos aquí.

-Tal vez yo lo haga -musitó seductoramente.

Shinichi puso sus manos en las mejillas de Kuroba mientras este le rodeaba la cintura y lo apegaba a su cuerpo y unía sus frentes. Kudō selló con un beso el momento, sintiendo el olor de su cuerpo el cual estaba mezclado con el suyo.

A continuación, y sin detener los besos lo guio hacia una esquina de la habitación donde había una mesa y con la mano dominante presionó el pecho del ladrón obligándolo a sentarse el piso. Kaito no se negó cuando Shinichi le sujetó con fuerza ambas muñecas y una de ellas lo hizo con la pata más cercana de la mesa.

-Ya está bien, detective -sonrió para recordarle el detalle de la hora –Yo tampoco quiero ir, pero se nos está haciendo tarde.

Vio como Kudō hizo oídos sordos y caminaba hasta el armario para abrirlo y comenzar a lanzar la ropa sin importarle donde cayera hasta encontrar unas prendas que él conocía bastante bien.

-Espero no te molestes –le habló sin dejar de darle la espalda y guardando la ropa dentro de una mochila –El otro día que fui a tu casa tomé uno de tus trajes.

El tono del detective era completamente neutro, evitaba mirarlo para no sentir más culpa de la que ya estaba sintiendo y no fue necesario que dijera nada para que Kuroba se diera cuenta de sus verdaderas intenciones.

-¡No! ¡Shinichi, por favor! -le gritó desde el rincón retorciéndose con brusquedad -¡No lo hagas!

-Lo siento, cariño -le dijo con pesar atreviéndose a girar un poco el rostro, pero se arrepintió de inmediato –No voy a permitir que vayas.

-¡Suéltame! ¡Por favor! -le pidió intentando zafarse de las esposas –No haré nada, lo prometo.

-Lo sé- le respondió Shinichi –Porque voy a asegurarme de que no me sigas.

Kaito lo miró asustado cuando lo vio acercarse a sus pies con esa expresión tan oscura y cargada de arrepentimiento.

-¡¿Qué vas a hacer?! -gritó para llamar la atención de quien estuviera en la casa.

-Perdóname... por favor perdóname -le pidió con lágrimas en los ojos –Cuando logres liberarte de las esposas busca ayuda.

Shinichi le quitó los zapatos y comenzó a teclear en su teléfono móvil un mensaje dejándolo listo para enviar repitiendole en voz alta una y otra vez que le perdonara. Le amordazó la boca dejándolo sin la capacidad de hablar y con la manga se quitó el agua de los ojos que le impedía ver con claridad.

Inhaló aire para darse valor, tomó el pie derecho del ladrón y con fuerza le dobló el pie hacia adentro generando que Kaito exclamara de dolor. Las lágrimas no dejaban de brotar de los ojos de ambos, siguió con el otro pie hasta que sintió como el tobillo rotó hacia afuera.

La imagen era desgarradora, Kaito luchaba contra las ataduras y el dolor, su rostro estaba rojo y empapado y no dejaba de retorcerse. Con un último <<perdóname>> y con una fuerte presión en su pecho Shinichi abandonó corriendo la casa presionando el botón para enviar el mensaje, dejando a Kaito tirado y muriendo de dolor.

El mago no creyó jamás que Shinichi fuese capaz de hacerle daño físico para evitar ponerlo en peligro y luchaba para  pensar con claridad, pero el dolor de sus pies se estaba volviendo insoportable y no podía dejar de llorar.

Con mucha dificultad logró liberarse de las esposas y se arrastró impulsado solo con las manos hacia afuera de la habitación gritando el nombre del detective. Los gritos llegaron hasta Akai que rápidamente fue a socorrerlo, se encontró con Kaito en el pasillo luchando por avanzar y rogando a los cuatro vientos por ayuda.

-¡¿Qué sucedió?! -se agachó e intentó descubrir que era lo que tenía.

-¡Síguelo! ¡Por favor!

El llanto se le intensificó llegando a oídos de Haibara, quién había recibido el mensaje urgente del detective dónde explicaba que Kaito estaba gravemente herido.

-¡¿Kuroba-kun?! -subió corriendo por las escaleras y lo encontró tirado en el suelo -¡Qué tienes?!

-Me rompió los tobillos –se aferró a la ropa de Akai intentando controlarse, pero su incapacidad de soportar todo eso no cesaba –¡Tienes que seguirlo o lo van a matar!

Los otros dos centraron su vista en los pies deformados del chico. El mayor lo cargó en brazos y le lanzó las llaves del auto a Ai-chan, ella entendió y fue a preparar el vehículo.

El llanto de Kaito le encogía el corazón a cualquiera que lo oyera, sus quejas eran agudas e intentaba modular el nombre de Shinichi una y otra vez llamándolo de vuelta. Cuando lo tumbaron en el asiento de atrás, Akai se puso en marcha al mismo tiempo que marcaba el número de Amuro.

-Hola, querubín. Necesito que rastrees a Kudō -kun –le pidió intentando conducir con concentración hacia urgencias escuchando de vuelta como le preguntaba preocupado de quién eran esos gritos.

-¡Llama a Hattori-kun o a Hakuba! –le pidió Kaito a Haibara golpeándole el asiento delantero con el puño.

Como era de esperar, ninguno de los dos detectives respondió y lo único que pudieron hacer mientras fue enviarles un mensaje esperando que lo leyeran a tiempo, pero para desgracia de todos, esa noche le perdieron el rastro al detective.  




Hallo! Aquí actualizando tarde como siempre ¿Cómo están? 

Ya sé, aunque pida perdón no me creen u.u 

Pero yo les dije que desde ahora en adelante se iba a poner re feo y va a seguir así

Y sí, para mí también se me hizo re turbio describir a Shinichi haciendo eso, pero entendamos que están todos en la 💩 y ya desesperados por terminar con todo intentando salvarse los unos a los otros.

También me hice un guiño en el principio a la próxima historia que quiero comenzar a publicar a lo que acabe con esta e.e 

Weno me despido  y espero poder actualizar pronto 

Abrazos 

;DD

💙 💚 💖 💛 💜


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