LVI. Ocultos a plena vista


Kaito inspiró exageradamente al entrar a casa y apoyar su espalda contra la puerta llenando sus pulmones de aire intentando no volver a explotar en un cuadro de ansiedad. Miró a su alrededor, todo estaba igual que la última vez y no parecía haber indicios de que alguien haya entrado y a pesar de que todo era tan familiar no dejaba de verse abandonado.

En los primeros días le resultó extraño retomar el ritmo antiguo, no sentir la presencia de los demás tan cerca suyo lo hacía sentir nostálgicamente solo, preguntándose seguido si había tomado la decisión correcta al alejarse del grupo.

Ahora tenía a Aoko cerca, muy pendiente de él distrayéndolo con cosas banales y ligeramente infantiles, pero no podía dejar de agradecer aquello, ya que le evitaba pensar tanto tiempo en su detective y en cuánto lo extrañaba.

No llevaba ni los siete días de la semana cuando repentinamente alguien llamó a su puerta.

Al sentir los golpes en esta misma rodó los ojos y de modo muy antipático fue a abrir.

-¿Qué se te quedó ahora? -reclamó abriendo la puerta y pensando que Aoko había vuelto a dejar algo en su casa.

Pero al abrir no se encontró a la chica, la existencia de alguien más lo importunó con un remoquete que esquivó por poco.

-Veo que si estás alerta –le dijo el otro volviendo a tomar su característica compostura.

-¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó con sorpresa haciéndose a un lado para dejarlo pasar -¿No estabas con Hattori-kun en Osaka?

-Sí -Hakuba le respondió casual recorriendo con ojos bien atentos el interior –Pero ya obtuvimos lo que queríamos -ahora se concentró en el reloj de la pared y lo comparó con el suyo.

-¿Y a qué has venido? -dudó sintiendo un mal presentimiento al ver que la cantidad de cosas que traía consigo no era para andar paseando por allí sin más.

Atrevidamente y sin importarle esperar invitación tomó asiento generando el suspenso suficiente para que Kuroba volviera a insistir.

-Vine para vigilar que no hagas más estupideces -admitió.

Kaito sin creerle y ampliando una sonrisa repitió una vez más la pregunta obteniendo la misma respuesta. Al pensar que le estaba tomando el pelo se asomó por la ventana buscando la presencia de Hattori quién seguro estaba grabando con el móvil su reacción. Sin embargo, al conocer demasiado bien al otro chico y por la cara que le había puesto entendió que no estaba jugando.

-¿Es en serio? -se impacientó -Está todo en orden, no necesito a alguien que me vigile, mucho menos una niñera.

-Tampoco exageres que solo será por un tiempo –le aclaró sintiéndose ligeramente ofendido.

-¿Ah sí? ¿Por cuánto?

El rubio imitó un gesto de estar pensándolo mucho hasta que respondió.

-Cuando dejes de tener ese aspecto moribundo y me asegure de que no vayas a hacer nada que ponga en peligro nuestro operativo o tu vida -zanjó dándole a entender con una sola mirada que no hablaría más del asunto.

Tenía una variedad de opciones en cuanto a reacción en ese momento, pero tras controlarse mejor escogió la de no hacer tanto berrinche, después de todo sabía que su amigo estaba haciendo todo eso para velar por su seguridad. 

Extrañaba sentir ese tipo de emoción y en esas siete semanas había sido la mejor noticia que le habían dado. Todo gracias a la sorpresiva ayuda de Jii-chan.

Una vez que colgó la llamada hizo exagerados gestos de celebración que por supuesto no pasaron desapercibidos por su actual compañero de vivienda.

-¿Qué te puso contento? -le preguntó leyendo el portal de noticias –Te recuerdo que hoy es tu turno de lavar la ropa.

En esas semanas buscaron la mejor manera de convivir, primero que todo, el rubio lo obligó a tirar toda la posible mierda que Kaito tenía escondida, se repartieron los quehaceres y aunque en un principio tenían roces constantes, la convivencia comenzó a amoldarse de a poco logrando un buen balance. Reconocieron también la ayuda de Aoko, quien pasaba de vez en cuando tiempo con ellos guiándolos en ciertas cosas en las que ellos no tenían tanta destreza.

-No es asunto tuyo –le respondió comenzando en seguida a redactar una nota.

Hakuba dejó de leer y le puso mala cara, Kaito lo miró de vuelta encogiéndose de hombros sin borrar la sonrisa de su cara y siguió lo que estaba haciendo.

Kaito no volvió a desviar su atención de su nuevo objetivo, se despidió del rubio abruptamente excusándose de que tenía algo urgente que hacer y salió de casa dirigiéndose hacia el lugar que en pocos días asistiría teniendo el privilegio de mirar como colocaban la perfecta y vistosa sortija en el mostrador. 

Hacer lo suyo era como montar en bicicleta, nunca se olvida. Esperó hasta que los vendedores repararon en su nota, dando aviso a los dueños y a las autoridades para abandonar el lugar ya sintiendo el triunfo en su cuerpo.

A continuación, regresó a casa, encontrándose con Hakuba realizando la tarea que se suponía le tocaba hacer a él y no de muy buen humor.

-¿Así que volverás a tus andanzas? -el detective lo interrogó de inmediato.

-No sé de qué me hablas -respondió apartándolo para seguir con lo que el otro estaba haciendo.

-Pasaron el anuncio por televisión -le dijo captando que seguían con el juego de siempre –No es una gema muy común, por lo que la seguridad será mucho mayor. Sobre todo, porque el lugar es bastante grande –no terminaba de entender si decía eso para advertirle o desafiarlo.

-¿Y cuándo ha sido eso un problema para Kaitō Kid? -terminó de vaciar la cesta con la ropa sucia y encendió la lavadora.

-¿Eso significa que estás admitiendo que eres él? -Hakuba se apoyó en el umbral de la puerta con expresión presumida.

-En ningún momento he dicho eso –se acercó hasta él y le dio unas palmaditas suaves en la mejilla.

Volvieron a la sala para concentrarse en la televisión ya que no dejaban de anunciar a los cuatro vientos que Kaitō Kid aparecería nuevamente la tarde del miércoles de esa misma semana. Kuroba intentaba suprimir todo tipo de entusiasmo al ver como la policía, con el Inspector Nakamori al mando en la rueda de prensa lo desafiaban asegurando que esta vez no lo dejarían escapar haciendo el llamado a todos para que cooperaran en su captura.

-Bien –Saguru se puso de pie y estiró sus brazos -Será mejor que me vaya. No quiero ningún tipo compromiso que pueda señalarme como posible cómplice -dijo dándole a entender que se iría hasta que Kaito terminara con ese asunto.

-¿Dónde te quedarás? -quiso saber apoyando las manos en el respaldo de la silla comenzando a balancearse inquietamente.

-No es asunto tuyo.

Le devolvió la misma respuesta que el mago le había dado hace rato. Y realmente no tenía muchas ganas de decirle que se iría dónde Kudō, él mismo fue testigo de lo mal que lo pasó Kuroba los primeros días al estar separados. No era como si ahora fuese muy diferente, pero lo notaba más calmado, con más ánimos, concentrado en lo suyo, ya no se quedaba todo el día en cama, comenzaba de a poco a comer con normalidad y el semblante depresivo casi se le había esfumado por completo. Y al meditar todo eso, recayó en un detalle.

-¿Tienes claro solicitaran ayuda...nuestra? -tragó saliva evitando pronunciar el nombre de Shinichi.

Sobraba decir que Kaito era demasiado inteligente para no tardar en entender a que se refería Hakuba, además era algo que daba por hecho. Aunque realmente llevaban poco tiempo distanciados sentía que llevaba meses cargando con ese mismo peso, había logrado darse un impulso para existir de manera básica, pero la ausencia de Shinichi era algo que no podía obligarse a no sentir. Prefería no forzarse a hacerlo y tomar el tiempo necesario a su manera para estabilizarse emocionalmente.

-Si –dijo sintiendo un sabor amargo en la boca –Pero ¿Podrías convencerlo de no ir? No quiero verlo.

Hakuba vio como su rostro se apagó considerablemente y a pesar de tener sentimientos encontrados terminó por conmoverse de él.

-Ya sabes cómo es. Y si la policía solicita su ayuda no se negará -le dejó en claro desde ya. Vio a Kaito hacer un puchero y apoyar el mentón en el respaldo de la silla de manera que parecía un cachorro triste al que no dejaban salir a jugar -Intentaré convencerlo -suspiró cansado viendo como el otro le devolvía una mirada que decía <<gracias>>. 

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

El día del atraco Kaito junto a Jii-chan se aseguraron de tener todo listo desde muy temprano, esos días habían sido intensos en cuanto a preparación, ya que, como le había dicho Hakuba las autoridades doblegaron la seguridad, por lo que tenían que tener más de un plan de escape sin dejar de tomar en cuenta de que Saguru estaría allí para ayudar a atraparlo y lo conocía muy bien para saber que no tendría ningún tipo de consideración. Y como atrevido que era, eso no hacía más que emocionarlo mucho más.

Pese a todo eso, se infiltró en la joyería e hizo su acto tan brillante como de costumbre.

Dejó atrás a los oficiales con los gritos del Inspector Nakamori ordenando que lo atrapasen y huyó por la vía de escape que había trazado. Oyó a Hakuba gritar su nombre a sus espaldas y para molestarlo se giró rápidamente solo para guiñarle el ojo y lanzarle un beso perdiéndose rápidamente con una sonrisa triunfante por una ventana.

Esperó atento un par de minutos a que todo el escuadrón siguiera su rastro por ese mismo lado y una vez que se perdieron desviando la atención en las varias trampas que Jii-chan había preparado volvió a entrar por una ventana cercana y huyó por la parte trasera.

Avanzó atento asegurándose de que nadie lo seguía y corrió escaleras arriba para poder llegar a la azotea, echarle un ojo a la sortija y huir volando del lugar. Miró la hora sintiéndose satisfecho de que tenía tiempo de sobra para llegar a una reunión importante que tenía con los hombres del círculo de la señora Majime.

Un ruido muy sutil proveniente de sus espaldas capturó su atención, podía tratarse de cualquier ruido común causado por cualquier cosa, pero aun así no bajó la guardia. Aceleró los pasos subiendo los escalones de manera doble y cuando llegó arriba un sonido de algo quebrajándose escandalosamente sonó sobre su cabeza y un gran peso cayó sobre él.

El golpe que recibió lo aturdió al punto de nublarle la vista por unos cuantos segundos, se tocó los bolsillos percatándose de que la sortija había saltado lejos y al mirar a unos pocos centímetros de él para averiguar que estuvo a punto de partirle el cráneo su corazón dio un brinco.

Shinichi, en su cuerpo de adulto se sobaba la frente igual de adolorido ya que el ducto de ventilación no había soportado su peso. Su mirada molesta conectó con los ojos incómodos de Kaito y no fueron capaces de decirse algo.

Intentando no desconcentrarse y sabiendo que debido al estruendo llamaron la atención de más de alguien, Kid miró hacia el suelo intentando pillar el anillo. El color rojo de la piedra brillaba casi llamándolo al lado de Shinichi y aunque intentó no dibujar ninguna expresión en su rostro, el detective miró en la misma dirección.

Kudō se intentó poner de pie para recogerlo, pero Kaito lo sujetó de las piernas y lo jaló hacia él para generar más distancia y así tener más oportunidad. Arrastrándose, se dieron golpes y empujones luchando por la posesión del objeto robado.

-¡Kid, suéltame! -le gritaba Shinichi intentando sacar los brazos del chico que se aferraban a su cintura comenzando a bajarle la ropa debido a la lucha.

Eso le dio una idea, dejó de devolver la hostilidad y ante esto Kaito frenó considerablemente el agarre esperando su siguiente ataque. Solo que no se le ocurrió jamás que el detective utilizaría un truco tan infantil y le bajaría los pantalones.

Por acto reflejo lo soltó y se apresuró en subirse la ropa, esos cortos segundos bastaron para que Kudō levantara la sortija del suelo y comenzara a inspeccionarla meticulosamente.

-Detective, entrégamela -demandó Kaito con serio intentando retomar su papel –Esa joya no es tuya.

-Tampoco tuya –viendo detalladamente la circunferencia admirando el detallado trabajo que tenía -Lo que hay alrededor de la espinela se llama halo ¿no es así? -le preguntó ablandando el tono con ganas de que respondiera su pregunta, pero Kaito lo seguía mirando con cara de póker -El color rojo que posee es muy intenso.

El detective volvió a mirarlo con cara de que tenía muchas cosas que decir y que no necesariamente tenían que ver con ese momento. Inevitablemente se fijó en el rostro del ladrón intentando ver a través de su disfraz y lo poco que pudo notar fue que lucía bastante cansado, probablemente por haber tenido que preparar todo el robo y además se fijó en que parecía estar un poco menos en forma, ya que el ancho de su espalda era más reducido que hace unas semanas atrás.

Desistió de la rivalidad que pudo haber mostrado y de manera lenta, como si estuviese a punto de acariciar un animal herido, se acercó a él para tomar su mano. Se sintió aliviado de que Kuroba no rechazó el gesto y con mucha delicadeza depositó el anillo en su palma.

El mago sintió como todo su interior se alteraba e intentó ocultar su desconcierto con una risa de satisfacción. Lo primero que hizo fue abrir la puerta de la azotea y una vez que sintió el viento en la cara se avivó para mirar el anillo. En seguida se percató de la observación de Shinichi, el color rojo era bastante intenso, luego se fijó el fulgurante halo doble de diamantes que rodeaba la piedra perfectamente ovalada completando la majestuosidad de la sortija. Por último, lo elevó para alumbrar la gema con la luz de la luna, notando el curioso detalle de que el anillo no estaba ni cerca del valor que se le atribuía.

-No es la que busco -soltó sabiendo que Shinichi seguía a sus espaldas –Y esto no es espinela, es un rubí. Por eso se sentía más pesado de lo que debía -explicó y prefirió juguetear un poco con él ya que se había tomado la molestia de ir hasta el lugar –Te la devuelvo con la condición de que me respondas dos preguntas. Eso sí tiene que ser rápido ya que no tardarán en venir hasta aquí –no esperó un <<sí>> de su parte y lo invadió con la primera pregunta -¿Qué haces en tu cuerpo de adulto? Creí que Ai-chan te había dicho que no más prototipos.

Shinichi se rascó la nuca repasando su respuesta y contestó.

-Ha estado trabajando arduamente y logró hacer un avance -omitió la parte en que había entrado a hurtadillas al laboratorio mientras Haibara iba al baño y robó uno de los nuevos prototipos -Había que probarlo de todas maneras, pero creo que quiere comenzar a experimentar con células que no sean las mías, no le presté demasiada atención -explicó y ya que estaban en eso, aprovechó para preguntar él también -Gracias por la información que me has enviado, ha sido de mucha utilidad -intentó no sonar como si le estuviese desaprobando que era Hakuba o incluso Hattori quienes le transmitían la información que Kaito obtenía haciendo su trabajo con la señora Majime.

-Ya -soltó sin terminar de creerle lo primero -¿Y tenía que ser justo hoy y aquí? -arqueó una ceja y al verlo pillado lo vio con ganas de sudar de nervios -¿Qué haces aquí? Te pedí que no vinieras.

Shinichi no sería tan descarado de decirle que Hakuba no le había dicho eso porque se lo había pedido más de una vez hasta que terminó aceptando, a pesar de las insistencias y maldiciones que soltó.

-Bueno, tú mismo lo dijiste –le recordó -Sigues siendo Kaitō Kid, no podía quedarme de brazos cruzados viendo como robabas el anillo -soltó aguantando las ganas que tenía de decirle que moría por verlo.

Kaito no pudo pasar por alto la tierna pequeña sonrisa que le dedicó y el verdadero mensaje que transmitían sus ojos. El momento hubiese sido perfecto para decirse un par de cosas, pero el bullicio proveniente del interior causado por el escuadrón para ir en su captura comenzaba a sonar cada vez más cerca.

-Hasta ahora no lo has hecho bien –le enseñó la sortija sujetándola como si sus dedos fueran pinzas y dio unos pasos al frente para quedar muy cerca –Pero lo dejaremos como un empate, podemos seguir jugando otro día.

Volvió a dar un paso más quedando a escasos centímetros de su rostro generando una fuerte tensión, Shinichi cerró los ojos con fuerza creyendo que iba a besarlo, tomó su nuca para unir sus frentes y aunque ambos querían lo mismo ninguno fue capaz de tomar la iniciativa.

Tampoco hubiese sido buena idea, Nakamori entró en ese mismo momento gritando a sus oficiales que atrapasen a Kid. El griterío los desconcentró y a pesar de que deshicieron la posición lo más rápido que pudieron todos vieron como habían estado pegado el uno al otro.

El mago se despidió con una sonrisa acercándose al borde y lanzándose en picada justo antes de que lo atraparan, desde arriba lo vieron extender sus inconfundibles alas blancas y huyó del lugar para trasladarse a su otro compromiso.

-¿Qué sucedió con la sortija? -preguntó Nakamori con un tono de voz bastante elevado para lo cerca que estaba de Kudō.

Shinichi pestañeó volviendo a la realidad sintiendo un peso diferente en la mano izquierda. La subió abriendo la palma dejando a vista de todos los presentes como la sortija había encajado perfectamente en su dedo anular.  

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

Una vez más se vio envuelto en una pelea de la cual no quería ser participe y parecía que ese tipo de gente solo se limitaba a reaccionar de manera violenta. La conversación en el grupo se había acalorado significativamente a medida que buscaban soluciones para seguir cometiendo delitos sin llamar la atención de la policía, pero parecía tarea imposible.

Pusieron sobre la mesa la indudable posibilidad de que existía algún topo entre ellos que le estaba pasando información a la policía ya que en ese último tiempo muchos de los suyos habían sido arrestados y el problema se generó cuando cada uno comenzó a desconfiar del otro argumentando las razones que había para traicionar al resto y cuando la discusión se puso lo suficientemente caliente se fueron directo a los golpes.

Pasaron de los puñetazos y patadas a atacar con armas blancas, Kaito se defendió y esquivó cuanto pudo, pero al estar exhausto por las pocas horas de sueño y el cansancio causado por el robo de hace pocas horas, terminó por recibir bastantes golpes fuertes y dos navajazos, uno en un brazo y otro en lo largo del abdomen.

Exhausto y en medio de la oscuridad de la noche se alejó tambaleando del lugar. La adrenalina no le permitía sentir dolor en ese momento y cuando se sintió seguro, se tiró al suelo y examinó sus heridas.

Se levantó la camisa ensangrentada, le habían dado una patada en el vaso lo suficientemente fuerte para preocuparse, el dolor era soportable, pero sabía lo delicado que podía ser recibir un golpe en ese órgano. Se miró el abdomen y a pesar de que la herida se veía bastante fea parecía no pasar lo superficial.

La que si se veía bastante mal era la del brazo, el corte provocado cercano a la región deltoidea era profundo y no dejaba de sangrar. Se apresuró a aplicarse los primeros auxilios y pensó en que hacer. No podía regresar a casa, estaba seguro de que Hakuba se encontraría allí y las lesiones no pasarían desapercibida, se le pasó por la cabeza ir a casa de Shinichi, pero conociendo al detective, se las empeñaría para dar con los responsables y causar un revuelo mucho mayor. Lo único que tenía claro era que necesitaba un lugar tranquilo para limpiar mejor sus heridas.

A pesar del dolor que sentía en los músculos optó por irse volando en su ala delta hacia la mansión de la señora Majime, cuando estaba a unos cuantos metros visualizó la ventana de la pelinegra y aterrizó de la manera menos elegante en el césped. Recogió con la mano un par de pequeñas piedras y las lanzó hacia la ventana para despertarla.

Luego de cuatro intentos, la joven se asomó con desconcierto a mirar que había sido eso, Kaito le dio un silbido desde su posición y ella entendió. Se hizo hacia atrás y vio como lanzaba una cuerda con un gancho, lo ayudó a encajarla bien en el borde de la ventana de modo que quedara bien firme y se asomó otra vez por la ventana levantando el dedo pulgar dando el visto bueno.

Kaito comenzó a ascender sintiendo como su cuerpo le ardía y se sentía más pesado que nunca, al llegar arriba perdió el equilibrio y cayó desplomado al suelo.

-Kaito, levanta –Isabelle se preocupó al ver al chico en ese estado con la ropa hecha un desastre y como desde su brazo brotaba la sangre suficiente para comenzar a ensuciar el piso –Voy a llamar a alguien.

-¡No! -se apresuró en decir –No es necesario.

Entre quejidos lo ayudó a levantarse y logró sentarlo en la silla del escritorio. Miró sus lesiones y fue rápidamente a buscar algo para comenzar a curarlo. Él la ayudó a desinfectar los cortes y cuando se vio bien la del brazo supo que necesitaba sutura.

-¿Sabes coser? -le preguntó bromeando.

-Solo telas -informó angustiada buscando la mejor manera de socorrerlo.

-No es tan diferente -jadeó sacando a duras penas su teléfono del bolsillo y buscó un video donde explicaban de manera sencilla como hacerlo –Solo debes seguir los pasos. Intenta que quede bonita -volvió a bromear para no alterarla más de lo que ya estaba.

Aunque en un principio se negó y volvió a insistirle buscar la ayuda de alguien más terminó por ayudarlo ella, ya que el cabeza dura de Kuroba se negaba a que alguien más lo viera en ese estado. Isabelle vio el video dos veces para estar bien segura, mientras tanto Kaito se limpiaba la cara con una toalla húmeda refrescándose al mismo tiempo con el viento que entraba desde la ventana.

-Se ve doloroso –le dijo y vio a Kaito encogerse de hombros. Fue a hurgar en uno de sus cajones y de una pequeña caja sacó un pequeño papel doblado cilíndricamente y se lo ofreció.

Kaito observó vacilante el porro y terminó aceptándolo. Nunca había terminado de agarrarle el gusto a la marihuana, el mismo olor era algo desagradable para él, pero dado su estado sabía que sería la forma más rápida de relajar un poco el cuerpo. Apoyó el codo del brazo sano por la ventana y comenzó a dar caladas expulsando el humo hacia afuera sintiendo como la ajuga comenzaba a entrar y salir de manera torpe por la herida.

Sentía las manos de la chica temblar y evitó quejarse para no desconcentrarla, ella tuvo que mirar el video una vez más para no equivocarse, cuando finalmente lo logró cortó el hilo y le devolvió el teléfono a Kuroba.

-Gracias -le dijo él apoyando la mano del brazo bueno sobre su cabeza despeinada sintiéndose un poco mejor y desprevenidamente le tomó una foto.

-No me hagas fotos -pidió corriendo la cara hacia otro lado –Estoy gorda.

-Si –asintió mirando su vientre –Ha crecido bastante.

Ahora que estaban más calmados ella le pidió explicaciones del por qué había terminado así. Kaito le contó todo tal como había sucedido, la chica volvió a suspirar cansada de verlo cada vez peor y las hormonas descontroladas por el embarazo no hacían más que hacerla sentir todo de manera mucho más intensa siendo inevitable que soltara un par de lágrimas.

-Kaito por favor-suplicó tomándolo de las manos –Aún estás a tiempo de dejar esto.

-No puedo -aceptó resignado -Estamos cada vez más cerca de ponerle fin. Los demás cuentan conmigo y ustedes también -la vio enfadarse así que le sostuvo el rostro entre las manos y lo acercó al suyo –Ten un poco más de paciencia, todo va a salir bien -quiso creer.

Ella negó cerrando los ojos con fuerzas y al hacer eso y estar tan cerca las narices de ambos se rosaron. Abrió los ojos para mirarlo con compasión y no pudieron evitar juntar los labios.

Podía ser demasiado repentino, pero no necesitaban una explicación para definir el momento, la mezcla de sentimientos y compromisos de por medio sumado a todo lo demás los condujo a desahogarse de esa manera.

En la mañana, Kaito pensó que lo mejor era ir a arreglarse e informar a la señora Majime de lo ocurrido la noche anterior. Con cuidado de no despertar a la chica que dormía a su lado buscó su ropa interior entre las sábanas y se vistió para salir del cuarto.  

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

La señora Majime inspeccionó las heridas de Kaito una vez más, no fue necesario que él le contara nada, a penas lo vio entrar en su despacho intentando disimular, se dio cuenta de que había resultado herido.

-No parecen ser demasiado graves –se tranquilizó y volvió a su asiento -¿Tú te cosiste el brazo?

-S-sí -mintió para no involucrar a la otra chica y pidió concentrarse en el plan -¿Cuál es la siguiente misión? Con lo acaloradas que se vieron las cosas anoche dudo que todo sea como antes.

-Dime una cosa -pidió con tono serio juntando las manos sobre la mesa -¿Quién crees que está pasando información a la policía? -lo puso a prueba –Es más que claro que alguien ha estado haciendo de las suyas todo este tiempo. Muchos han caído tras las rejas y mi marido está comenzando a preocuparse, la mayoría de ellos estaban bajo su mandato –clavó los ojos en los suyos de manera amenazadora.

-¿Está insinuando que soy alguna especie de espía? -fue directo al grano sin vacilar.

-No puedo asegurarlo, pero no sería muy difícil de creer -bebió de su copa y vio a Kaito hacer lo mismo, esperando encontrar algún tipo de gesto que lo delatara, pero él no se inmutó -No digo que lo hagas bajo tu propia voluntad, pero si puedes estar siendo obligado de una u otra manera por la policía.

-Es curioso que me lo diga -curvó una media sonrisa y habló de manera arrogante –Ya que todo este tiempo le he demostrado lo poco influenciable que puedo ser y a comparación suya, manejo muy poca información -volvió a dar trago y continuó -Tampoco tengo tantos contactos y poder como usted, por mucho que la policía me asegure protección no confío en que puedan hacerlo las 24 horas del día, pero si así lo desea puede sacarme de todo esto, después de todo... una mujer como usted no necesita de un hombre dentro de una sociedad tan machista -volivó a sonreírle con la cabeza bien alta y sin mostrar ningún tipo de vacilación.

Ella dio un pequeño pestañeo, la muestra máxima de impresión que se permitía mostrar a los demás y se concentró en lo que siempre había tenido claro, que aunque fuese arriesgado mirándolo por todos lados, necesitaba de las habilidades de Kuorba.

Unos golpecitos en la puerta impidieron que la conversación se siguiera acalorando, la mujer dio la aprobación para entrar y su pequeña hija apareció por la puerta seguida de una encargada que lucía de lo más nerviosa por no poder frenar a la niña y sabiendo que se llevaría una llamada de atención por la interrupción ocasionada.

-¡Kaito! Kaito! -la niña llegó corriendo a su lado apoyando sus pequeñas manos en el reposa brazos de la silla -¿Has venido con Conan-kun?

Antes de que pudiera responder, la señora Majime le llamó la atención.

-¡Gina! ¡¿Pero qué modales son esos?! No puedes entrar gritando y tuteando a tus mayores –la miró de una manera tan fea que la niña dio unos pasos atrás asustada.

-Yo le dije que podía llamarme por mi nombre –Kaito la defendió y respondió inmediatamente a su pregunta con gesto lastimero una vez más ya que en todo ese tiempo la niña no había dejado de preguntar por el pequeño detective –No. Lo siento, pero Conan-kun ya no vive conmigo –la vio ponerse más desanimada de lo que estaba y para animarla se ofreció a jugar con ella -Permíteme terminar de conversar unos asuntos con tu madre y juego contigo ¿está bien?

La niña asintió y caminó hacia la puerta, la encargada la dejó salir y antes de seguirla la señora la invadió con una pregunta.

-¿Dónde está Isabelle? ¿Por qué no está cuidando de Gina?

-No lo sé señora -se disculpó como si fuese su culpa –La vi jugando con la niña, pero creo que no se sintió bien y se fue al baño.

-Búscala y si se sigue sintiendo mal quiero que me informes -la encargada agregó un <<Sí, señora>> y la mujer le permitió retirarse.

Aunque Kaito intentó no preocuparse demasiado le fue tarea difícil e incluso se sintió culpable, creyendo que toda la conmoción que le causó en la noche podía haber alterado su salud o algo similar. Sacudió levemente la cabeza al venírsele imágenes también de lo que había sucedido después, no sabía si hacer eso en su estado podía ser perjudicial de alguna manera.

-Entonces ¿Seguimos siendo socios? -le preguntó apoyando mejor su espalda en la silla y cruzándose de brazos sin dejarse intimidar.

Ante esa actitud que tanto le gustaba de él, la mujer apretó los labios en su máximo gesto de sonrisa e inclinó levemente la cabeza dando el visto bueno.

-Te veo bastante entusiasmado –le dijo volviendo a relajarse –Y para que veas que sigo confiando en ti te enviaré directamente a pescar a un pez gordo -se levantó y buscó entre las varias carpetas con documentos. Cuando dio con lo que buscaba, la sacó delicadamente y la extendió sobre la mesa acercándole la hoja con los dedos –Este es el cerdo que abusó de tu amiga -intentó mantener la compostura, pero la repulsión que sentía hacia aquel hombre la superaba –Quiero que te ganes su confianza, eso te llevará directo con Azzurro y una vez que estés dentro de su grupo quiero que le hagas entender la horrible falta que cometió.

-Le aclaro desde ya que no voy a matar a nadie –Kaito puso un alto.

-No te he dicho eso –le aseguró cortante –Para ensuciarse las manos tengo a otros. Existen muchas formas de dejar en claro las cosas.

Kaito aceptó, sabía que podía ser arriesgar demasiado, pero si el plan resultaba de forma exitosa (y no dudaba de su capacidad) sabía que estarían más cerca de cumplir y ganar, sin mencionar que él también tenía ganas de encarar a aquel sujeto.

Recibidas ya las instrucciones, salió del despacho y con toda la confianza como si fuese su propia casa, caminó por los pasillos para ir hacia la cocina a pedir algo para comer. Al llegar saludó al cocinero y a su hijo, quienes lo recibieron cálidamente igual que siempre. No sabía cuánto pedía alimento su cuerpo hasta que le ofrecieron un montón de delicias hasta dejarlo al borde de reventar.

Necesitaba bajar la sensación pesada del estómago, así que salió para volver a caminar un poco y dirigirse a la alcoba de la niña para ir a cumplir con lo que prometió. A mitad del área principal del segundo piso se encontró con la pelinegra, lucía tan distraída que no notó la presencia de Kaito hasta que lo tuvo en frente y él no dudó en asustarla.

-¡Buuh! -exclamó estirando sus dedos cerca de su cara.

-¡No me vuelvas a hacer eso! -le gritó de vuelta llevándose las manos al pecho intentando controlar nuevamente su respiración y escondió rápidamente las manos detrás de su espalda.

-¿Has estado jugando con tierra? -le dedicó una sonrisa traviesa y ella, al darse cuenta de que había notado sus manos sucias intentó sonar casual.

-Sí -le sacó la lengua -Así que si me lo permites iré a lavarme las manos.

La vio avanzar por el pasillo y no se contuvo de preguntar con picardía.

-¿Necesitas ayuda?

Ella se giró arqueando una ceja intentando adivinar si era broma o no. Optó por seguirle el juego y le hizo el gesto con la mano de que la siguiera. Kaito fue tras ella con actitud de niño dando brincos, le abrió la puerta y estiró el brazo caballerosamente indicándole que podía pasar.

-Siempre tan atento –le dijo con ironía y abrió la llave comenzando a quitarse la suciedad de las manos.

Kaito se apoyó en el marco de la puerta con los brazos cruzados sin dejar de observarla.

-Me dijeron que te habías sentido un poco mal –se apresuró a interrogar -¿Cómo te sientes ahora?

-Estoy mejor -fingió porque realmente no fue así.

Se fueron juntos hacia el cuarto de Gina y como el mago no tenía nada realmente importante que hacer jugaron como nunca con ella las horas restantes de esa tarde hasta que se quedó completamente dormida entre toda su colección de peluches.

-No hagas fuerza –le advirtió Kuroba a Isabelle cuando quiso tomar a la niña en brazos para llevarla a la cama –Yo lo hago.

Un poco acostumbrado a todo eso, acomodó a la pequeña en la cama y la arropó bien con el suficiente cuidado de no despertarla, apagaron las luces y salieron de allí.

-¿Te vas o te quedarás a dormir nuevamente? -quiso saber ella sabiendo que cualquiera de las dos opciones era algo demasiado normal.

-Me voy –dijo sin dejar de caminar –No te ofendas, pero necesito descansar de verdad y aquí no logro dormir lo suficientemente bien –ella le sonrió asintiendo y comprendiéndolo.

-Antes de que te vayas ¿Me acompañas al cuarto? Quiero darte algo -pidió.

-Si es un beso, puedes dármelo aquí -la molestó estirando los labios y cerrando los ojos.

-Ya quisieras –le puso la palma de la mano derecha sobre los labios –Pero puede que tenga que ver.

Eso lo intrigó mucho más y realmente sabía que no sería nada comprometedor, así que la siguió. Al entrar la vio agacharse con dificultad y a estirar el brazo por debajo de la cama buscando algo con la mano pegada al colchón. Al dar con el objeto, sacó el brazo y se puso de pie.

-¿Qué es eso? -preguntó acercándose a ella y con desconcierto al notar que se trataba de un libro.

-Cierra la puerta –le pidió. Él se apresuró en cerrarla y volvió a su lado -Sé que ya no hablas mucho con Kudō-kun y qué tal vez sea imposible, pero ¿podrías preguntarle si su padre puede firmarlo?

Kaito tomó el libro entre sus manos notando que era una copia de El Barón Nocturno.

-No sabía que te gustaran este tipo de cosas –se extrañó y cuándo intentó abrirlo ella le pidió que no lo hiciera.

-¡No lo abras! Tiene una nota privada para él -se sonrojó -Ahora que paso prácticamente todo el día encerrada tengo que buscar como distraerme, después de todo estoy presa en este lugar -admitió avergonzada.

-No te prometo nada, pero haré todo lo que esté a mi alcance –se comprometió ensanchando una sonrisa.

Estaba a punto de salir cuando sintió los brazos de ella rodearle la cintura y apoyar la cara en su espalda. Se quedó estático ante el gesto ya que pudo diferenciar que esta vez no estaba jugueteando, quería creer que no le pasaba nada, pero eso terminó por delatarla.

-Pecosa, dime que sucede –susurró entrelazando las manos que seguían aferradas a su cintura.

-Nada -aseguró luego de un par de segundos y deshizo la posición para quedar de frente –Son las hormonas –se excusó.

Kaito la miró completamente serio intentando adivinar una vez más que era lo que tenía, pero por mucho que intentó ver a través de su coraza terminó por rendirse. Lo único que pudo hacer por ella para demostrarle apoyo fue besar su frente y darle un último abrazo antes de salir del lugar. 

Al transcurrir uno días y cuando se sintió completamente recuperado, por voluntad propia se acercó a casa de Shinichi. Estuvo dándose ánimos un montón de rato fuera de la reja, repasando lo que diría cuando el detective le abriera la puerta, no lo había avisado que iba, por lo que no sabía cómo iba a reaccionar a pesar de que también tenía una misión importante.

Tocó dos veces el timbre y nadie salía, insistió una última vez y cuando estaba por darse la vuelta Akai salió para abrirle.

-Creí que no te volvería a ver por aquí -lo saludó cordialmente e invitándolo a pasar –Si buscas a Kudō-kun temo decirte que está en casa del profesor.

-Ya veo –se quedó quieto -¿Sabes si tardará demasiado en volver? Necesito hablar con él.

-Salió hace un rato –le informó -No puedo asegurarte cuánto tardará, pero si quieres puedes esperarlo dentro -ofreció.

Lo meditó por unos momentos y prefirió ir directamente hacia donde se encontraba. Se despidió de Akai diciéndole que iría a buscarlo y llamó al timbre de la casa de al lado, el profesor le abrió la puerta y lo saludó alegremente ya que había pasado tiempo desde que no se veían, Kaito también se alegró de verlo y aceptó su invitación a entrar.

-Lamento por venir de improviso –se disculpó -Estoy buscando al detective, me dijeron que estaba aquí.

-¡Ah, si! Shinichi se encuentra en el laboratorio con Ai-kun –le dijo el hombre.

Intentó no sentirse celoso, ni inventarse todo tipo de películas en su cabeza, pero eso era exigirse demasiado. Preguntó si podía ir a hablar con él y el profesor no le negó su petición.

Caminó hacia el laboratorio, tomando aire al llegar a la puerta, que por cierto estaba cerrada y retomó su clásica actitud osada. Tocó fuerte con los nudillos esperando señales de vida desde el otro lado.

-¿Están haciendo porno? -preguntó sin filtro –Necesito hablar con Shinichi.

Escuchó murmullos nerviosos desde el interior peleando por quien iría abrir la puerta hasta que sintió unos pasos acercarse. Se cubrió los ojos con la mano, por si acaso y la puerta se abrió frente a él.

-¿Se puede? -volvió a insistir sin quitarse la mano de los ojos.

-Si –le respondió Haibara mirándolo.

Kaito se descubrió los ojos dando directamente con la castaña y luego miró hacia dentro enfocando a Shinichi en su cuerpo de niño sentado arriba de la mesa justo al lado del ordenador con cara de confundido.

-Hola –lo saludó él de vuelta intentando no sonar tan nervioso.

-Los dejaré a solas –dijo Haibara intentando huir por la puerta, pero Kaito la detuvo.

-No es necesario, es corto -avanzó hacia el detective y le entregó el libro -Sé que puedo estar pidiendo demasiado pero ¿podrías pedirle a tu padre que firme esto? -el niño lo recibió y miró la portada identificándola de inmediato –O si tienes una copia firmada en casa también me sirve.

-Creo que hay un par en casa –no entendía nada –Pero ¿para quién es?

-Es para Isabelle –le explicó encogiéndose de hombros -El otro día me pidió si podía hacerle el favor y no pude negarme.

-Si quieres le envío un mensaje ahora mismo pidiéndole que me envíe una copia con una dedicatoria personalizada -ofreció.

-Vale -aceptó rápidamente, pero cuando estaban a punto de salir por la puerta principal, su teléfono comenzó a sonar –Dame un momento –se disculpó mirando la pantalla y dándole al botón verde para contestar -Buenos días.

-Querido -habló la señora Majime desde el otro lado con tono bastante agitado -¿Isabelle está contigo?

-No –hizo una mueca.

-¿No has hablado con ella hoy? ¿No te dijo nada la última vez que se vieron?

-Desde que su esposo le confiscó el teléfono móvil que no puedo comunicarme con ella de esa manera y ese día no me dijo nada -comenzó a preocuparse -¿Por qué? ¿Ella está bien?

-Ocurrió una situación que no puedo explicarte por teléfono -se apresuró en hablar -Huyó esta madrugada y realmente no se si sigue con vida.  




Hallo!! 

¿Cómo están? Yo ya me recuperé casi por completo así que mil gracias a quienes se preocuparon y me dijeron cosas lindas uwu 😍😌

Oficialmente puedo decir que quedan 10 capítulos para terminar la historia 👀 

Ya saben que cualquier duda, me la dejan en lo comentarios

Abrazos 

;DD

💙 💚 💖💛 💜


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top