LV. El respeto que nos merecemos


Pese a que quedaba poca gente a los alrededores la sacudida de la explosión no pasó desapercibida por nadie, los gritos y las expresiones de pánico no se hicieron esperar.

Ignorando las advertencias de mantenerse en un lugar seguro los cuatro se apresuraron en dirigirse hacia el origen del estruendo. Deambular por allí era un verdadero caos, al generarse en el sector de las habitaciones los huéspedes salieron huyendo por todas partes intentando seguir las instrucciones de los encargados de seguridad. Por lo cual se les dificultó subir por las escaleras de emergencia con todo ese tumulto bajando y tropezando con ellos.

Al llegar al último piso se acercaron hacia donde provenía el humo causado por el incendio, los rociadores ya se encontraban activos descargando el agua para combatir el fuego por toda la planta. Las luces se encendían y apagaban generando una condición mucho más estresante a la vista.

-¡Kuroba, bastardo! ¡Quédate atrás! -le indicó Heiji al nombrado cubriéndose la nariz con el antebrazo –No estás en condiciones.

Desobedeció a su advertencia y siguió avanzando junto a ellos con precaución. Los chicos se percataron que el número de la habitación que había colapsado era la misma de la que habían estado pendientes toda la tarde, llevándose consigo las otras que la rodeaban.

Hakuba, quien iba primero y sabiendo que se estaban exponiendo al peligro, se detuvo al oír un ruido proveniente del interior, Shinichi chocó contra él y con algo de duda miró hacia dentro.

-¿Por qué se detienen? -preguntó Kaito elevando la voz para hacerse escuchar. Y por precaución, los tres lo obligaron a cerrar la boca.

Al no estar completamente lúcido creyó que era buena idea zafarse e ir a averiguar por su propia cuenta. Veía la mitad de todo de manera borrosa, la decoración cambiaba de color constantemente y la mezcla del olor a quemado con el agua que seguía cayendo del techo armonizado con el molesto ruido del sistema de alarma, facilitaba que su cabeza diera más vueltas aún.

Todo se había quemado dejando en evidencia la magnitud de la explosión. El mago como pudo caminó entre los escombros, notando la diferencia de metros cuadrados y distribuciones que existía entre esa habitación y las que ellos estaban usando. Confundido y creyendo que encontraría algo de utilidad avanzó hacia donde debía haber estado la cama.

Un ruido llamó su atención y al estar a oscuras juró chocar contra alguien.

El otro, por impulso presionó el gatillo y el arma que llevaba se disparó en dirección hacia afuera. El miedo por el grito que se escuchó del exterior lo hizo soltarla y el sonido del metal cayó entre los pies de ambos. Kaito se apresuró a recoger el objeto identificando fácilmente que se trataba de un arma de fuego.

Incluso antes de preguntar quien andaba por allí, el tercero salió huyendo y Kuroba se apresuró en seguir sus pasos. No supo si fue real o no que el piso tembló provocando que perdiera el equilibrio y cayera de espaldas al suelo.

Los escombros y el techo comenzaron a caer levantando una gran cantidad de polvo impidiéndole respirar con normalidad. La presencia de alguien volvió a importunarlo, oyó los gritos de los demás a lo lejos y cuando pensó que la figura que se acercaba a él quería eliminarlo, cogió el arma y apuntó en su dirección.

El ruido del proyectil generó un eco y el grito de espanto del atacado lo devolvió un poco a la normalidad. Entendiendo lo que acababa de hacer, soltó el arma e intentó reincorporarse.

Shinichi llegó a su lado y lo ayudó a ponerse de pie sin exclamar frases que para él eran inentendibles.

-¡¿Acaso quieres matarme?! -le reclamó Heiji quien había esquivado por pocos centímetros el impacto de la bala.

-Había alguien -murmuró con voz chueca mirando en todas direcciones intentando visualizar al susodicho –Se fue por allá -apuntó como pudo.

-¿De qué estás hablando? No había nadie –le dijo Shinichi sosteniéndolo por detrás y aguantando el dolor del proyectil que le había rozado el brazo.

-Estás herido –le susurró Kaito sintiendo como el miedo lo comía por dentro y confiando en lo que le había dicho, entiendo que, de ser así, había estado cerca de herirlo incluso mortalmente. Se apresuró entonces en ocultar bien el arma.

El resto del escuadrón llegó junto a ellos buscando heridos, evaluando la magnitud de los daños, la posible causa de la explosión y la explicación a todo lo que estaba ocurriendo.

Los tres detectives hicieron cuanto estuvo a su alcance, pero por más que intentaron encontrar algo que les fuera de ayuda solo llegaron a la misma conclusión y era que habían hecho explotar el lugar para eliminar cualquier rastro de evidencia que los inculpara por el suicidio de la chica y la manipulación de las cámaras de vigilancia.

La noticia del suceso comenzó a correr por todos los medios de comunicación y los cuatro por mucha más información que manejaban optaron por omitir bastantes detalles para la policía y los que tomaron el cargo del caso.

Afortunadamente no hubo heridos, las autoridades lograron controlar la situación, acomodaron a los afectados para permitirles descansar un poco hasta el amanecer y luego no les quedó de otra que ordenar evacuar por completo el lugar.

-¿Estás mejor? -Hakuba se sentó junto a Shinichi y le evaluó el brazo.

-Fue solo un rasguño -miró a Kaito que dormía plácidamente en posición fetal en el suelo.

-Unos cuantos centímetros más y puede que no la cuentes -imitó el gesto de mirar al mago –Vamos a tener que estar más atentos con él.

-¿Estás seguro de que realmente no había nadie más en el lugar? -preguntó sin creerse que Kuroba le había disparado. Por muy fuera de si que haya estado lo veía incapaz de hacerle daño, a él y a cualquier persona. No quería desmoronar la confianza que depositaba en él.

-Ahora que lo mencionas -recordó reemplazando la interrogante -¿Dónde quedó el arma?

Se preocuparon ya que si la policía o alguien más la encontraba hallaría sus huellas digitales en ella y sobraba decir que eso significaba un problema mayor. Sin embargo, no había rastro y por más que le cachearon la ropa no encontraron nada. De todos modos, tuvieron que ponerse de acuerdo en inventar una historia en caso de que los superiores dieran con algo relacionado a eso.  

Una vez que todos evacuaron el recinto, los cinco se vieron en la nueva situación de escoger sus siguientes movimientos.

-Creo poder conseguir la identidad del huésped de la habitación -prometió Heiji –Pero me tomará algo de tiempo si no queremos levantar sospechas.

-¿Cuánto sería eso? -se impacientó el rubio.

-Un par de horas. Unos dos días -admitió -No sabría decirte con exactitud.

-Bien –habló Shinichi –Comienza cuanto antes, mientras yo-

Fue interrumpido abruptamente.

-Lo lamento, chicos, pero yo debo volver a Tokio -anunció Kaito ahora en mucho mejor estado y mirando su teléfono sin demasiada expresión -Tengo algo urgente que hacer. Y seguramente lo que obtenga sea de utilidad.

Shinichi lo miró buscando, aunque fuese una ligera nota de su presencia, pero el mago se apresuró en guardar el móvil en el bolsillo e ir por sus cosas.

-Yo tampoco tengo mucho más que hacer aquí -habló Shiho –Necesito seguir avanzando con lo tuyo -miró a Kudō y este asintió -Si vas a quedarte, necesito hacer unas pruebas antes de irme.

El detective volvió a mirar en dirección a Kaito, luego miró a Miyano y finalmente a los otros dos para terminar de convencerse. No iba a dejar las cosas así porque no sabía en cuánto tiempo más los volvería a ver y lo que había pasado no era para hacerlo a un lado.

-Me voy con ustedes –les dijo generando una sorpresa en ellos y se dirigió a Hattori –A penas termine con esto vuelvo con ustedes.

En señal de entendimiento y apoyo, el moreno asintió y le dio un ligero apretón en el hombro hasta que él y Hakuba, apresuradamente se fueron en dirección contraria dejando a los otros dos solos en una atmosfera algo incómoda.

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.·

Si para Kaito el aire que respiraba ya era desagradable al lado de Shinichi, la presencia de la castaña terminaba de ponerlo mucho peor.

Sin decirse absolutamente nada, pero entendiendo que los tres tenían que volver juntos viajaron en silencio hacia la estación de trenes. Y al tener que comprar los boletos les parecía algo demasiado infantil escoger asientos separados, sobre todo teniendo en cuenta que hacer eso no solucionaría ningún problema.

El mago se apresuró en subir primero para no tener que escoger al lado de quien sentarse ya que sabían que uno de los cuatro asientos de esa hilera iría desocupado. Shiho hizo lo mismo y rápidamente se sentó junto a la ventana. Shinichi al ser el más lento miró ambos asientos, Kuroba se había colocado los auriculares y unos lentes oscuros para evitar cualquier contacto que lo interrumpiera de su aislamiento, luego miró a Miyano, quien miraba distraída por la venta con el brazo apoyado en el borde.

Suspiró cansado y para evitarse numeritos en el transporte público se sentó junto a quien emanaba menos rechazo. Ella al notar el peso del cuerpo del joven sentarse a su lado prefirió a toda costa ignorar su existencia.

Aunque el tren bala era uno de los medios más rápidos para viajar de una ciudad a otra el camino se les hizo eterno. Ninguno dejaba de darle vueltas a todo lo sucedido, buscando las palabras acertadas para la inevitable conversación que se avecinaba cada vez que el tren avanzaba. También tenían que tener en cuenta que el efecto del prototipo iba contra reloj, por lo que debían administrar muy bien el tiempo.

Cuando finalmente llegaron a destino, ellos junto a los pasajeros comenzaron a recoger sus cosas.

Shiho, para dejar al par a solas se levantó rápidamente de su asiento y se puso de puntitas para sacar sus pertenencias del porta equipaje de la parte superior. En ese mismo momento, alguien pasó apresuradamente a su lado y la empujó sin intención, ella perdió el equilibrio y Shinichi para evitar que se cayera la sujetó de la cintura también tambaleándose por el peso del equipaje que cayó de arriba provocando que ella cayera sentada arriba de él.

Gracias a la incomodidad se separaron al instante y nerviosos miraron al asiento de al lado, pero Kaito había preferido hacerse el tonto y salir rápidamente de allí.

Volvieron a coincidir una vez que bajaron del tren.

-¿Vas a llamar al profesor para que nos venga a buscar? -le preguntó Shinichi a la castaña y esta asintió marcando el teléfono haciéndose a un lado para oír con más claridad.

-Yo... -habló Kaito al detective con clara incomodidad –Voy hacia otro lado –se rascó la parte de atrás de la cabeza sin saber que más agregar.

-¿Tiene que ser ahora? -le preguntó de vuelta con pesadumbre recalcándole implícitamente que tenían una conversación pendiente.

-Ya viene, pero le tomará un rato... -Shiho volvió a su lado notando la tensión entre ambos.

Kaito miró a Shinichi intentando que no se le notara lo afectado que estaba y aunque no quería irse no tenía mucha más opción. Prefería concentrarse en algo mientras tomaba valor para la decisión que tomaría después.

-Nos vemos –se despidió de ambos enterrando las manos en los bolsillos y se perdió entre la masa arrastrando los pies.

Al verlo al borde de la frustración emocional, ella no pudo evitar compadecerse de él una vez más.

-Te ves horrible –le dijo posicionándose a su lado y cruzándose de brazos –Y deberías comer algo, recuerda que tengo que hacerte varias pruebas.

Se giró para mirarla levemente hacia abajo sin terminar de acostumbrarse a la poca diferencia de altura que ahora tenían.

-¿Eso es una invitación a comer? -desconfió por el repentino gesto.

Dio unos pasos adelante y le hizo un gesto con la cabeza asintiendo indicándole que la siguiera.

-Y no se te olvide que me debes una disculpa.

Salieron de la estación y caminaron unas pocas cuadras hasta encontrar algo para echarle al estómago. Como ya llevaban tanto tiempo de conocerse, ella sabía de su gusto por el pastel de limón y dadas las circunstancias le compró tres trozos.

Eso sí, prefirieron salir de la cafetería e ir a sentarse fuera en un lugar que les permitiera tener más privacidad.

-Gracias –le agradeció desganado mirando la bolsa –Y no lo dije con reproche o mala intención -le recalcó por cómo se había expresado la noche anterior –Fue lo primero que pude formular.

Ella con los ojos cerrados le dio un sorbo al café antes de responder.

-Lo sé -respondió sin recelo –Pero fue eso lo que me molestó. A veces te falta tacto, deberías escoger mejor tus palabras.

Entre tragos de café y probadas de los dulces que estaban comiendo volvieron a guardar silencio, solo que esta vez parecían haberse alivianado bastante.

-¿Qué sigue ahora? -se atrevió a preguntarle sintiéndose algo perdido –La cagué demasiado y no te ofendas, pero... -tampoco era la idea hacerla sentir más culpable de lo que sabía se sentía y estaba tomando su consejo de pensar bien sus palabras.

-No fue el momento -concluyó por él sintiendo lo mismo –Y quizá nunca hubiese sido -suspiró  liberándose -Tú y yo congeniamos de otra manera.

-Tampoco es tan así -la frenó -¿Puedes por una vez no poner una barrera tan grande entre lo que sientes y los demás? -le pidió frunciendo el ceño -Sé honesta conmigo esta vez.

Volvió a suspirar con pesadez intentando ceder a su petición y maldiciendo que fuese tan ciego.

-¿Para qué quieres que te recalque lo que ya sabes? -dejó el café a un lado y sintiéndose vulnerable se abrazó inconscientemente los brazos desnudos por no llevar nada más puesto que vestido –Siempre tuve claro que mi relación contigo no llegaría nunca más allá de lo que ya existe –le aclaró con tranquilidad y sintiéndose cómoda con la madurez con la que estaban sobrellevando el asunto –Por eso nunca intenté nada y nunca lo haré.

-¿Por qué? -preguntó sin entender e imaginando el escenario diferente a ese –Ni yo sé si con el tiempo podría quererte de esa manera. Puede que en algún punto lleguemos a sincronizarnos.

Al verla abrazarse así, le fue inevitable no quitarse el saco y colocárselo a ella por encima de los hombros para abrigarla.

-Porque...hay cosas que no se deben forzar –le sonrió y se acomodó mejor la prenda del detective.

-¿Y estás bien con eso?

-Si –respondió completamente segura.

Shinichi pensó por unos instantes todo el trasfondo de aquello.

-Y fallaría porque no priorizaría nuestros sentimientos -comenzó a entender y la vio asentir –Y tú eres demasiado buena para merecer menos que eso –su semblante se nubló.

-Podríamos incluso limitarnos en lo de ayer, seguramente funcionaría un tiempo, pero terminaríamos haciéndonos daño de todas maneras -siguió con la explicación recordando el contacto íntimo que habían tenido y para evitar sentir más vergüenza prefiero molestarlo –Aunque no seas ninguna maravilla.

Sin ver venir esa burla la miró retraído con los pómulos rosados.

-Eso fue porque no quería lastimarte –se defendió.

-Duraste extremadamente poco –recordó con tono burlón -Pero fue grato que no te contuvieras al gemir -le dedicó una mirada tierna y divertida.

-¡Ya te he dicho que me pasa siempre la primera vez cuando vuelvo a mi cuerpo normal! -gruñó resignado dejándola ganar y explayándose en su explicación con suma confianza –Es como si me hubiese aguantado demasiado. Luego de eso puedo durar un promedio común de tiempo.

-Hmm –se palpó el mentón fingiendo que pensaba –Lo añadiré a tu expediente -continuaron dando sorbos de café y dejando el tiempo pasar hasta que se atrevió ella a preguntar -¿Puedo pedirte una última cosa?

-Si está a mi alcance –le ofreció.

-Sé que puede ser pedir demasiado, pero ¿podemos volver a la misma dinámica de antes?

Aunque pensó que eso no sería lo que le pediría se alegró de oírlo.

-¿A la de tú intentando regresarme a mi cuerpo normal tratándome como un conejillo de indias? -elevó una ceja con gesto casquivano y la miró a los ojos.

Ella que estaba por dar un trago al vaso le fue inevitable no soltar una pequeña risa y tambalear el líquido.

-Si, eso mismo -asintió conforme y prefirió aclararle –Y si, puedes seguir confiándome tus problemas, yo estaré ahí para aburrirme mientras te escucho.

Ante su honestidad dio una pequeña risotada y añadió con franqueza lo que sabía le gustaría saber.

-Sabes que dependo de ti –le recordó y la obligó a chocar los vasos de café como cerrando un pacto.

Estuvieron un rato más aprovechando la compañía mutua hasta que el inconfundible beetle amarillo del profesor se estacionó cerca de ellos. Les hizo una seña con la mano para saludarlos e indicarles que subieran.

Como le había dicho al detective, al volver a casa necesitaba hacerle un par de pruebas, así que para no hacerle perder más tiempo y considerando que llevaban horas sin dormir pasando por diferentes emociones fuertes, los dos se perdieron en el laboratorio.

No fue nada muy diferente a las otras veces, con ella extrayéndole muestras de sangre, evaluándolo minuciosamente, haciendo lo mismo consigo misma y anotando todo lo que era importante para lograr un avance efectivo.

El cansancio comenzaba a apoderarse de ellos a ritmo veloz limitándolos a seguir realizando algo más. A Shinichi la cabeza le daba vueltas de tanto pensar en todo y las ganas que tenía de estar junto a Kaito. Y sentir a Miyano tan cerca de él no hacía más que ponerlo más ansioso.

-Estoy muy cansado -soltó sentándose en la mesa -¿Dejamos el resto para después? -peguntó y ella se apresuró en asentir ordenando un poco el lugar. Realmente sin ninguna intención de por medio le preguntó -¿Vamos a dormir?

La castaña se quedó inmóvil analizando la pregunta del detective generando un silencio en el lugar que era imposible de interpretar. Y sabiendo que, si aceptaba bajo la interpretación inconclusa volando por el aire podía generar un vicio que no tardaría en esclavizarlos de manera nociva.

-Sí -le respondió con voz desgarrada -Tú a tu cama y yo a la mía.

Kudō le correspondió una sonrisa conforme por los límites que había puesto y salieron juntos de cuarto. Por pura amabilidad y para asegurarse de que realmente se fuera, ella lo acompañó hasta la puerta.

-¿Tienes algo más que agregar? -le preguntó asegurándose de que no se le olvidara nada.

-No hagas más tonterías por hoy –le aconsejó quitándose el saco que aun llevaba puesto para devolvérselo a su dueño.

La miró de arriba abajo sabiendo que pasaría mucho tiempo antes de volver a verla de esa manera.

-Mi madre tenía razón -soltó volviendo a dejarla confundida –Ese vestido te hace ver más... ¡Digo! Te queda muy bien –dijo inocente.

Levantó una ceja intentando obviar su desvergüenza y notando como se le estaban pegando ciertas cosas de Kuroba.

-Lo sé -esta vez optó por aceptar su cumplido sobrando en ego –Y ella me lo obsequió para lucirlo, no para que me lo quites – logrando hacerlo sonrojar, hizo a un lado su victoria y volvió a comportarse con humildad –Pero gracias.

Con un Buenas noches de parte de ambos se despidieron y el detective comenzó a caminar lentamente hacia su casa sabiendo que a quien más quería ver no se encontraría allí.

Como si a propósito quisiera torturarse comenzó a recordar momentos con él, podían considerarse incluso sencillos y cotidianos, pero no dejaban de ser completamente especiales. Una vez más las ganas de llamarlo e ir a su encuentro comenzaron a dominarlo, pero la sensatez fue más fuerte convenciéndose de no agobiarlo y darle un poco de espacio.

Reflexionó hasta altas horas de la madrugada intentando que la sensación de desasosiego se fuese para siempre, acostumbrarse a la ausencia de calor en la cama intentando reemplazar la necesidad de abrazarse a su cuerpo moviendo la almohada por todo el colchón para generar ese ambiente de paz que solo él y Kaito sabían crear únicamente para ellos dos.

Y la única sensación familiar que se hizo presente en el cuarto a oscuras fue la de sus huesos derritiéndose acompañados de un intenso dolor acabando una incontable vez más en su cuerpo de Conan.  

Shinichi pasó todo el día contemplando impaciente por la ventana a que Kaito regresara, miraba su teléfono constantemente para ver si había leído sus mensajes o le había devuelto alguna llamada, planteándose incluso escenarios horribles, pero no tuvo señales de él hasta que el cielo se salpicó de brillantes estrellas.

-¿Estás bien? -lo miró de arriba abajo cuando le abrió la puerta. Se alivió al verlo lucir igual que siempre.

-Si –le respondió con demasiada tranquilidad y arrepintiéndose de no haber vuelto antes cuando el detective aún seguía en su cuerpo de adulto -¿Cómo está tu brazo?

Debido a la confusión del día anterior con el revoltijo de sustancias que se había metido al cuerpo y confiando en las palabras de sus amigos, realmente terminó por creerse que había sido él quien había disparado a Shinichi y eso sería algo que no se perdonaría nunca.

-Ya está curado –se apresuró a decir tocándose el área con la palma viendo cómo se quitaba los zapatos.

-¿Hay alguien más aparte de ti? -le preguntó mirando hacia la sala. El niño negó y eso lo relajó un poco, necesitaba hablar con él sin interrupciones –Vamos.

Lo siguió hasta la habitación del detective y cerraron la puerta con llave. Con el nudo en la garganta se sentaron en la cama para quedar de frente, les costó un poco tomar el valor para atreverse a hablar, ni siquiera tenían la fuerza para mirarse por más de tres segundos a la cara.

Se sentía como algo había sido dañado, podían darle mil definiciones y el ejemplo que más se asemejaba era la de un tren que en lugar de seguir de largo había dado una brusca frenada en medio de la oscuridad.

-¿Por qué tardaste tanto en volver? -quiso saber a pesar de que era un poco obvio.

-Estuve ocupado todas estas horas y antes de venir aquí Ai-chan me buscó para hablar.

-¿Y qué te dijo? -le preguntó sabiendo que no debía entrometerse.

-Ya no estoy molesto con ninguno si es lo que te preocupa. Dejamos las cosas aclaradas –finalmente Kaito se atrevió a romper con esa amarga sensación –Preferirá no hacernos pasar por esto, pero hay muchas cosas que tengo que decir, espero que tengas tiempo para escucharme.

-Dilas -asintió sujetándose los pies para no sentirse tan inquieto –No me iré de aquí hasta que terminemos de hablar.

-Gracias –le dijo considerando que era importante para él saber que valoraba el tiempo que le estaba dando –Siempre fui demasiado transparente con lo que sentía por ti y te mentiría si te dijera que ya no siento lo mismo -inspiró mucho aire para poder seguir de manera calmada –Pero me agoté un poco de notar que dejaste de sentir lo mismo. Un día me juras amor y al otro te veo tan inseguro que no sé qué pensar. Puede que te estuviera pidiendo un imposible entonces me gustaría saber ¿En qué parte me equivoqué? ¿Me faltó o me sobró algo? ¿O fue simplemente que no lo supe dosificar? -su garganta se apretó aún más cuando vio los ojos tristes del detective.

-No hiciste nada mal, fui yo el que se equivocó demasiado y no tengo excusas.

Shinichi recordó como Kaito en la fiesta de año nuevo estando ebrio y drogado se le presentó la oportunidad de cometer la misma falta que él cometió estando completamente sano. Y todas las otras veces que exageraba ciertas cosas. 

-Es que no me estoy refiriendo solo al hecho de que te acostaste con alguien más porque tenías razón, corté contigo por impulso -sintió envidia al recordar como sus besos y caricias estuvieron en un cuerpo que no era suyo –Me refiero a todo lo demás ¿O es que a ti el amor te dura por un tiempo corto? ¡Y no te juzgo! Pero necesito que me lo expliques para poder entenderte.

-¡No es nada de eso! -dio un susurro agitado –Deja de hacerme creer que no te quiero ¿Recuerdas cuando en el hospital me preguntaste cuánto te quería? Al día de hoy puedo decir que es tanto que no puedo cifrarlo–su corazón comenzó a latir de manera agitada temiendo que no le creyera.

Y Kaito le creía, pero algo faltaba, quererse así no era suficiente porque si seguían todo como si nada hubiese pasado sería como caminar por un campo minado y había veces como esa en que las ganas de seguir juntos debían reprimirse.

-Lo sé, Shin-chan -expulsó aire antes de sentir que saltaría al vacío ya que realmente creía no tener pretextos para dejarlo –Gracias por hacer posible todo esto, pero...respetemos nuestro espacio desde ahora en adelante.

-Vale –se apresuró en comprometerse con la respiración algo agitada por el miedo que sentía ya que sabía lo que el mago iba a decir, así que prefirió dar soluciones –Prometo no importunarte con comentarios como los que te he hecho y tampoco es necesario que estos días nos obliguemos a dormir en la misma cama. De la manera en que te sientas cómodo así actuaré.

-¿En serio no lo entiendes? -negó con la cabeza –Te estoy diciendo que me voy a ir.

-¿Cómo que te vas? -clavó los ojos en los suyos -¿Por cuánto tiempo? ¡Ni siquiera entiendo por qué tienes que irte! -fue inevitable que le temblara la voz –Te dije que no es necesario que interactuemos, si quieres puedes ocupar la habitación más alejada de la casa, pero no te vayas...

Incrédulo por su respuesta tan infantil y viendo que se había alterado notoriamente lo tomó de las mejillas y unió sus frentes para transmitirle toda la calma que le era posible en ese momento.

-¿Y qué sentido tiene quedarme entonces?

-Bien -se zafó y comenzó juntar todas las pertenencias de Kuroba, se preocupó incluso de meterse bajo la cama sabiendo que muchos de sus calcetines terminaban perdidos ahí -Procura que no se quede nada tuyo en mi casa.

-¡Espera! -se levantó y con facilidad le detuvo las muñecas para frenar su arrebato -¡Así no!

-¡¿Entonces cómo?! ¡¿No te das cuenta de que no quiero que te vayas?! -espetó sin ocultar cuanto le afectaba –Entiendo, yo soy el culpable de que quieras irte ¡Pero no puedes! ¡No ahora! -decidió relajar un poco el tono de voz al ver que el ladrón tenía una expresión demasiado adolorida como para no hacer algo –Es peligroso, sobre todo ahora que estás involucrado directamente con ellos -cerró los puños agachando la mirada –Y tampoco confío en que no hagas alguna estupidez...Deja el orgullo a un lado y quédate, no es tan difícil.

-No es orgullo –esta vez se agachó hasta quedar a su altura y volvió a sujetarle las mejillas, pero el pequeño detective estaba reacio en mirarlo a los ojos -¡Escúchame! No me parece justo que tengamos que obligarnos a vivir bajo circunstancias que no nos hacen sentir cómodos. Yo tampoco estoy bien –sintió un vago mareo provocado por el estrés -Necesito poner mi vida un poco más en orden.

Fue entonces que Shinichi recordó lo que le había dicho Haibara la noche anterior, que había cosas que no se debían forzar y en ese momento él lo estaba forzando a quedarse actuando de manera injusta y egoísta.

-¿Significa que no nos veremos más? -preguntó nervioso sin ser completamente capaz de ver que eso no era así y que tal vez necesitaban un poco de tiempo para meditar todo.

-Dada la situación en la que nos vimos metidos me temo que eso es imposible –eso era un alivio para ambos –Y recuerda que sigo siendo Kaitō Kid -logró dibujar una pequeña sonrisa –No me mires así mi amor –le fue imposible seguir conteniendo la compostura y se permitió a liberar las horribles lágrimas que no habían dejado de quemarle los ojos –Que con esa cara de niño lo haces más difícil.

-Debería sumar esto a tu lista de delitos –suspiró pesadamente –Solo no me pidas que nos despidamos porque no sé cómo hacer eso.

-¿Prefieres que me marche cuando no te des cuenta? -sugirió dispuesto a hacer un último esfuerzo por él.

-No creo que sea posible -respondió comenzando ya a echarlo de menos.

-Ven aquí -Kaito abrió los brazos y lo atrajo para pegarlo contra su pecho sin dejar de sorber la nariz, dichosamente el detective no lo rechazó.

Posiblemente se estaban pidiendo algo imposible bajo la condición afectiva en la que vivían. Casi todo el tiempo cuando se comienza una relación nunca se piensa en el momento de decir adiós, los sentimientos y el amor se moldean únicamente para esa persona por lo que al momento de terminar con todo eso queda una sensación de vacío, de sentir la consciencia intranquila al saber que tienes mucho más que dar. Y ellos no eran la excepción, creyeron que todo sería eterno y que incluso juramentos que jamás fueron dichos se habían quebrajado y ya no tenían arreglo.

El mago se quedó junto a él sin volver a pronunciar una palabra, se recostaron en la cama permitiéndose acurrucarse para sentir el calor del otro una última vez. Y aunque el detective luchó por mantenerse despierto, la presencia del ladrón lo relajó tanto que lentamente cayó dormido.

Como prometió, Kaito se marchó sin que el pequeño Kudō se diera cuenta cuando los primeros rayos de sol aparecieron. Se preocupó de no dejar nada que le hiciera recordarlo y se apresuró en abandonar la morada ya que, aunque haya sido él el dueño de la decisión no dejaba de dolerle.

Tanto como el abatimiento le permitía se fue caminando lentamente hasta llegar a su antiguo hogar. Miró la casa por fuera sintiendo que había sido hace una eternidad la última vez que estuvo allí. Realmente veía difícil que alguien estuviera esperándolo dentro para atacarlo y a esas alturas ya ni siquiera le importaba.

Dio un largo suspiro intentando respirar con algo de calma y dio un paso al frente para entrar, solo que una presencia un poco más pequeña que él lo tomó por sorpresa.

-Kaito –lo nombró con algo de duda.

Se dio vuelta a mirar reconociendo esa voz a la perfección.

-Aoko -saludó de vuelta secándose apresuradamente debajo de los ojos, pero no pasó tan desapercibido como quería.

-Has vuelto –dijo mirando sus posesiones. Se preocupó al verlo tan desanimado y en lugar de incordiarlo con las muchas preguntas que tenía prefirió mostrarse amable -¿Quieres desayunar?

-Sí, por favor –le sonrió agradecido apretando los labios para no volver a llorar, comenzando a hacerse la idea de volver de a poco y dentro de lo que se podía, a su antigua vida.  




JELOOOOUU

¿Cómo están? 

Ya sé, dije que iba a actualizar doble, pero me operaron y la verdad no me he sentido muy bien 😞

Aunque ya estoy mejor n.n  por lo no quería dejar tanto tiempo sin subir cap y si todo sigue bien voy a actualizar el miércoles 

Los quiero, tomen awa, gracias por leerme y quedo atenta a sus comentarios

Abrazos

;DD

💙 💚 💖 💛 💜

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