LIX. La coreografía del delito
Con algo de esfuerzo estiró el brazo y cogió de la mesita de noche el calendario, marcó con una equis la fecha de ese nuevo día, dándose cuenta al contar que habían pasado seis días desde que Shinichi había desaparecido.
De repente, Kaito sintió unos golpes en la puerta y sin dar la autorización los dos detectives entraron a la habitación.
-Buenos días -lo saludó Hakuba acercándole una bandeja a la cama ya que el ladrón no se podía levantar por cuenta propia –Intenta comer algo hoy, por favor.
-¿Alguna novedad? -le preguntó Kaito con impaciencia como todos los días.
-No -respondió avergonzado, como si la culpa fuese suya –Pero Hattori-kun y yo iremos nuevamente al lugar –como el chico no le recibió la bandeja se la dejó encima.
-¿Y los otros dos no han conseguido nada? -insistió refiriéndose a Amuro y Akai.
-Si, ellos se están encargando de lo demás -habló Heiji –No han dado específicamente con él, pero su ayuda está beneficiando baste –le explicó para intentar tranquilizarlo –Termínate el desayuno primero y luego hablamos.
¿Terminarse el desayuno y hablar? Repitió el mago en su cabeza repasando la frase y creyendo que lo estaban tratando de manipular como si fuese un niño. Y tal vez no estaban tan equivocados al tratarlo de esa manera ya que su respuesta fue lanzar la bandeja lejos, generando un gran ruido al romperse la losa contra el suelo.
-¡Kuroba tienes que calmarte! -le gritó Heiji.
-¡No puedes seguir reaccionando de esa manera! -le regañó Saguru .
-¿Qué me calme? -repitió con ingenuidad -¡¿Qué me calme?! ¡Llevamos días buscándolo y no tenemos pista alguna! -comenzó a sentir que la desesperación lo invadía -¡Y yo estoy postrado en esta maldita cama sin poder hacer nada!
-Lo vamos a encontrar –Hattori se acercó a él apoyándole las manos en los hombros para mirarlo fijamente a los ojos –Se trata de Kudō, debe estar bien.
Kaito vio a Hakuba agacharse y comenzar a recoger el desastre del suelo y sintió como Heiji lo atrajo torpemente hacia su cuerpo para medio abrazarlo y dejar que apoyase la cabeza sobre su hombro.
-Kudō va a matarme cuando vea en el estado que estás -se preocupó cuando rodeó su cuerpo y sintió lo delgado que estaba.
-¿Dónde está? -le preguntó una vez más casi llorando y sintiendo que liberaría toda la angustia que llevaba guardándose esos días.
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Kaito estaba cansado de tener que depender de los demás para lo poco que lo dejaban hacer, cansado de no tener noticias, de sentir que los otros no hacían lo suficiente, de tener que orinar en una botella, de que lo estuviesen obligando a comer cuando no tenía hambre, de estar en casa de Shinichi y que él no estuviera ahí, cansado de no poder caminar incluso cuando no sentía dolor.
Ahí estaban nuevamente en la sala, rodeados de platos sucios y latas vacías, mirando los papeles regados por la mesa junto a los ordenadores portátiles conectados a otros aparatos con muchos cables que estorbaban en el piso.
-Esto no debería haber pasado –el mago fue el primero en hablar –Debiste haberlo seguido en lugar de llevarme al hospital -miró a Akai, luego a Amuro y finalmente a los otros dos -Tú debiste haber actuado más rápido y ustedes debieron haber estado más atentos.
-Estuvimos atentos en todo momento esperando por su llegada –se defendió Hakuba –Tampoco nos consta que Kudō-kun haya entrado al lugar.
-O puede que ese haya sido su principal objetivo –dijo Amuro sin intenciones de desalentarlos -Qué ustedes creyeran que no había ido.
Al escuchar el comentario tan pesimista haciendo pasar al detective como una especie de traidor, Kaito no se resistió de hacer un comentario despectivo.
-Nadie pidió tu opinión, camarero –lo miró con odio -¿Por qué mejor no vuelves a dedicarte a eso en lugar de hacer tu trabajo como el culo? ¡Se te daba bastante bien!
-Está intentando ayudar –lo defendió Akai –Es agente de la Seguridad Pública. Puede aportar mucho más él solo que ustedes cuatro juntos. Y ustedes se metieron en un lío -les hizo saber lo mal que habían actuado- De pedir nuestra ayuda antes podríamos haber evitado todo esto.
-De ser así ¿por qué no fue capaz de dar con él? -volvió a hablarle con rencor enfocado en el paradero de Shinichi –Mejor hagan algo útil y consíganme una puta silla de ruedas.
-¿Y qué es lo que vas a hacer? -Akai comenzó a hartarse de sus berrinches -¿Salir a buscarlo?
-Ustedes pueden seguir jugando a los agentes incompetentes –soltó molesto y se dirigió a Heiji –Hattori-kun, sácame de aquí, no quiero estar con estos tres. Y llévame a casa.
El moreno miró al grupo sin ganas de querer hacerle caso, pero sabía que en ese momento Kuroba no sería ningún aporte ya que estaba empeñado en encontrar a Shinichi y lo único que haría sería interrumpirlos con comentarios irritantes desconcentrándolos. Cabreado, lo cargó en su espalda y lo dejó sentado en los escalones.
-Sabes que no puedes marcharte solo –le recordó.
-Tú te vienes conmigo –no fue una sugerencia –Y lo que dije fue en serio. Consígueme una silla de ruedas y acompáñame, tengo una idea.
Lo miró con duda y sintiendo un mal presentimiento, pero lo veía tan desesperado por hacer algo que a regañadientes accedió a ayudarlo, sintiendo también que se lo debía a Kudō ya que, ahora él no estaba para cuidarlo.
Para su suerte, el profesor le facilitó lo que necesitaba y tal como le pidió lo llevó a casa. El mago parecía manejarse con facilidad en la silla pese a que el lugar no estaba diseñado para las ruedas. Lo veía moverse de aquí para allá mientras le hacía preguntas a las que Kuroba no respondía y comenzando a pensar que solo lo estaba haciendo perder el tiempo. Quería dejarlo ahí y marcharse a cooperar con los demás, pero nuevamente lo atacó el sentimiento del compromiso que tenía con Shinichi de no dejarlo solo.
Heiji no creía realmente que Kaito hiciera algo que significara algún riesgo, pero era preferible vigilarlo ya que si le pasaba algo tampoco se lo perdonaría.
-Ayúdame a preparar la sala –le dijo Kaito a Heiji –Tendremos un invitado esta noche.
-¿Un invitado? -preguntó confundido creyendo que le estaba tomando el pelo o que se le habían cruzado algunos cables -¿A quién te refieres?
-Lo sabrás cuando llegue –fue lo único que se limitó a decir.
En un principio Heiji no quería hacer nada sin que Kaito le diera una explicación coherente de lo que le estaba ordenando hacer, hasta que no le quedó de otra que ceder. El mago le dio instrucciones de como mover algunos muebles para dejar ciertas áreas despejadas y él siguió preparando todo lo demás. La persona había aceptado su invitación por mensaje de texto mientras ellos terminaban de arreglar la sala, en un momento, al no poder ayudar a Hattori por su condición, Kaito se fue a hacer lo suyo para no retrasarse.
Y cuando apareció nuevamente, Heiji se llevó una gran sorpresa adivinando sus intenciones.
-¡¿Te volviste loco?! -exclamó mirando su nueva apariencia.
-Será mejor que te marches –se acercó a donde se encontraba ahora el sofá y con algo de dificultad logró pasar de la silla a este mismo –Y deja la puerta abierta al salir.
Heiji se paró bruscamente en frente de él con los brazos cruzados mirándolo seriamente desde aquella altura intentando concentrarse para que la vista no se le desviara al pronunciado corte del vestido del disfraz que se había puesto y que le hacía ver los pechos falsos aún más grandes de lo que ya eran.
-¿Ese es tu plan? -espetó arrepintiéndose de inmediato de haberle hecho caso –Traer a ese sujeto aquí y sacarle información exhibiéndote -volvió a observarlo con rubor –Ya estuvo aquí, sabe quién eres, no va a funcionar.
-En eso tienes razón -admitió confiado -Pero está tan obsesionado con estar conmigo que le tomará un rato darse cuenta de ese detalle.
Con un control remoto fue bajándole la intensidad a las luces para generar un ambiente mucho más íntimo, miró la botella de whisky, los dos vasos de boca ancha y los hielos que estaban encima de la mesa de centro con aprobación.
-Lo siento, pero me quedaré -le dijo Hattori con honestidad –No confió en que no harás alguna tontería y en que él se controle y no te haga nada. En tu condición no te puedes defender.
-No –lo cortó de inmediato -Sé manejarlo y por supuesto que puedo defenderme solo –estaba empeñado en que el moreno se marchara pronto.
-Me comprometo a no intervenir -insistió con testarudez -Siempre y cuando ninguno haga nada que lo requiera.
-Hattori-kun, te lo pediré por última vez –lo nombró serio sacudiéndose el llamativo vestido de color lila –Vete con los demás.
Mientras más lo expulsaba, más inquietud sentía por quedarse. Heiji tenía razón al desconfiar, no sabía de qué manera podía actuar Kuroba y que intenciones tenía el otro hombre al ir hasta allí, podía estar fingiendo todo eso y entrar en grupo a patearles la casa.
-Me quedo –dijo decidido sin importarle que Kaito se molestara con él.
Tampoco tuvieron mucho tiempo más de discutir, sintieron pasos en la entrada, Heiji se asomó a mirar por la ventana y se dio cuenta de que el invitado había llegado. A simple vista la situación parecía tal como Kaito la había descrito, el hombre rechoncho no dejaba de acomodarse la ropa y el cabello sin percatarse de donde estaba.
Hattori abrió la puerta tal como Kaito le pidió y corrió a esconderse al segundo piso antes de que el hombre notara su presencia.
-Con permiso -pidió distraído mientras abría la puerta y se quitaba los zapatos -¿Akemi?
-Señor Hitoshi –saludó la nombrada desde su asiento con una amable sonrisa–Pase por favor.
Dio unos pasos cortos hacia ella admirando sutilmente la decoración y recibiendo la invitación a tomar asiento.
-Qué casa más bonita tiene –soltó por simple cortesía ya que realmente no se fijaba en ese tipo de cosas mucho menos teniéndola en frente –Me sorprendió su repentina invitación ¡Tuvo suerte de que me encontrara en Tokio estos días!
-Si –le dedicó una sonrisa amplia y perdida –Que suerte la mía -comenzó a ponerle ojos coquetos desde ya para seducirlo y no perder el tiempo, ya que el simple hecho de tenerlo cerca apestando a tabaco mezclado con ese perfume asqueroso le provocaba arcadas -¿Whisky? -apuntó con los ojos hacia la mesa.
-Por favor -tomó uno de los vasos sin apartarle los ojos de encima y dejó que le sirviera.
Comenzaron a beber dando sorbos cortos adornados por una conversación banal que en ese tipo de situaciones solo sirve para intentar apurar la introducción y pasar rápidamente a otro tipo de asuntos. Kaito se aprovechó de eso, lanzando miradas cargadas de segundas intenciones, con movimientos y risas coquetas, acortando la distancia en el asiento con cada movimiento logrando que el otro perdiera de a poco la cuenta de cuánto estaba bebiendo.
-¿Puedo preguntarle algo? -movió los labios de tal manera que era imposible no concentrarse en ellos. El hombre asintió dando un trago a su vaso -¿Por qué me ayudó el otro día en el hotel? -realmente quería saber la respuesta –Yo era más sospechosa que la otra chica.
Kaito vio como miraba inmediatamente hacia otro lado arrugando la nariz y entrecerrando los ojos dudando de su respuesta. Apoyó el codo en el respalda y ladeó la cabeza apoyando el puño en la mejilla para escucharlo.
-Porque... -estaba tan serio que se calló generando un silencio misterioso -Sí sospecho de usted, siempre se aparece en la mayoría de los lugares donde tengo que hacer algo importante. Sé que intenta emborracharme la mayor parte del tiempo ya que usted a penas toca sus vasos –la miró esperando alguna reacción de su parte, pero se mantenía en la misma postura –Pero no puedo evitarlo, me gusta -admitió, aunque era algo obvio –Me gusta mucho. Y soy tan ingenuo para pensar que en uno de esos encuentros podamos dejar eso de lado y hacer algo más.
Kaito se concentró en mirarlo directamente a los ojos, sin inmutarse y sin echarse atrás. Sabía que Hattori debía estar escuchando atento toda su conversación y en su plan ideal el detective no tenía que formar por ninguno motivo parte de el, ya que lo que estaba a punto de hacer iba en contra de todos los principios que ambos consideraban correctos.
-¿Qué es lo que más le gusta de mí? -habló despacio y acercó de a poco la mano a su cuello para acariciarle la nunca, ante esto el hombre pestañeó excitado -¿Mi pelo, mi boca? -inició un juego de preguntas al mismo tiempo que con el dedo pulgar le acariciaba los labios -¿Mi cuerpo? -el otro asintió dos veces -¿Mis pechos? -lo vio observar el área nombrada.
-Sí -admitió intentando no titubear tanto.
Volvió a pestañear de manera seductora dejando que se acercara más a su cuerpo.
-¿Quieres tocarlos? -musitó acercando el rostro al suyo. El sujeto asintió elevando las manos para acercarlas de a poco, pero lo detuvo –Pero primero...bésame.
Sin creerse lo que le pedía, Hitoshi le puso las manos en las mejillas conectando sus ojos por unos instantes y la atrajo bruscamente introduciendo su lengua con hambre moviéndola para poder recorrer todos sus rincones.
Para torturarlo, Kaito gimió de manera aguda sin apartarlo, levantó los brazos de a poco para pasarlos por detrás de su cuello intentando frenar su brusquedad al acercarse ya que como no podía mover demasiado las piernas temía que se diera cuenta antes de tiempo.
Lo obligó a separarse jalándolo del cabello cuando ya no podía seguir conteniendo el aire.
-Dime ¿Te gustaría dormir aquí? -le preguntó en un jadeo con ojos serios. Como si fuese una marioneta volvió a asentir con desesperación -Si así lo deseas...
Aún con las manos detrás de su cabeza hizo aparecer el reloj de dardo anestesiante que Shinichi utilizaba cuando era Conan y disparó en su nunca. El hombre cerró los ojos al instante y dejó caer el peso de su cabeza hacia adelante.
-Asqueroso de mierda, te saliste con la tuya –le dijo Kaito con asco y sabiendo que no podía oírlo, viendo como la cara de él había caído sobre sus pechos.
Sintió como Heiji bajaba apresuradamente las escaleras e iba junto a él.
-¡¿Qué pretendes?! -le preguntó enfadado -¡Y eso fue asqueroso!
Kaito empujó al sujeto hacia atrás para poder respirar un poco, beber un poco del licor para hacer gárgaras y escupir sin cuidado en el piso para sacarse el sabor desagradable de la boca.
-Qué me diga donde está Shinichi.
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Lo había atado de pies y manos, despojado de su teléfono móvil y el resto de las pocas pertenencias que llevaba. Kaito volvió a pedirle a Heiji que se fuera para no involucrarlo en eso, pero él nuevamente se negó y ahora con más razón.
-Cuando despierte estaremos perdidos -comenzó a desesperarse. No estaba de acuerdo con lo que Kaito estaba haciendo –Lo llevaré lo más lejos de aquí para hacerle creer que fue un sueño o algo.
-No -negó el mago con gesto serio –Es ahora o nunca. Y no dejaré que lo toques, no quiero que te involucres en esto.
-Demasiado tarde, idiota –le recordó molesto –Ya me metiste en esto.
-¡Te dije que te largaras antes de que él llegara!
-¡Porque no pensé que harías algo como esto! -le gritó de vuelta.
Ante los gritos, el hombre comenzó a moverse lentamente intentando despertar.
-Entonces ayúdame a cargarlo -pidió apretando los dientes.
Con bastante dificultad lograron llevarlo al cuarto secreto, Kaito volvió a amarrarlo de los pies y de las manos, solo que esta vez a una silla. No quería cubrirle la boca todavía y aunque no había pasado tanto tiempo ya comenzaba a desesperarse por despertarlo. Sonando como un disco rayado le pidió a Heiji que no estuviese presente en el interrogatorio, pero el otro no lo iba a dejar sin supervición, así que la mejor opción que Kaito encontró fue de obligarlo a usar una máscara blanca.
-Me aburro -exclamó dando vueltas en su silla -¡Bien! ¡Hora de despertar!
Comenzó a aplaudir en su oreja izquierda y le lanzó agua a la cara con una botella, el hombre comenzó a despegar de a poco los ojos intentando controlar el mareo que sentía e intentando adivinar donde estaba. Al darse cuenta de que se hallaba atado en un lugar que no conocía abrió los ojos de golpe con la respiración acelerada.
-¡¿Dónde estoy?! -intentó liberarse -¡¿Quién eres tú?!
-Hasta que, al fin despiertas, dormilón -eso último se lo dijo con la misma voz que utilizaba cuando era Akemi. El hombre abrió los ojos reconociéndolo y sintiéndose completamente estúpido al haber caído en su trampa -¡Ah! ¡Me recuerdas!
Le dio un puñetazo en la mejilla que le torció la cara.
-¡¿A qué ha venido eso?! ¿Qué mierda quieres? -recibió el mismo golpe en la otra mejilla.
-¡Imbécil! -le gritó Heiji acercándose a ellos, ya que había permanecido en una esquina, pero Kaito alargó el brazo haciéndole una seña para que no se acercara más -Primero explícale lo que quieres, luego lo golpeas.
-Es que tenía muchas ganas guardadas desde hace un tiempo –quiso dar la explicación -Por todas las veces que me toqueteaste sin permiso.
-¡Ayuda! -comenzó a gritar a todo pulmón -¡Necesito ayuda! -miró hacia el rincón donde estaba Hattori y le imploró -¡Ayúdame por favor!
-¡Tiene razón! ¡Hay que ayudarlo! -lo apoyó Kaito con voz sarcástica y luego se puso serio –No gastes tu energía, aquí nadie va a oírte.
-Ya verás cuando me libere –lo miró furioso y amenazante -Estás muerto.
-Yo no utilizaría ese tono si fuera tú -le respondió Kaito frunciendo el ceño –Ya que depende de ti si hacemos esto de la manera fácil o no... -puso una sonrisa tan sádica que el hombre cambió la actitud –La pregunta es muy sencilla ¿Dónde está el niño?
-¿Niño? ¿Qué niño? -preguntó intentando seguirle el hilo.
Kaito lo miraba fijamente con las manos juntas evaluándolo para que no se le ocurriera tomarlo por tonto al intentar mentirle.
-El niño que entró el otro día a la mansión -se sacó del bolsillo un objeto que parecía un pincho metálico -¿O necesitas que te ayude a hacer memoria?
-¡Yo no vi a ningún niño! -aseguró asustado –Te estábamos esperando a ti, pero te nos escapaste.
Kaito no le creyó, negó con la cabeza como si de verdad lo estuviese lamentando y le clavó el objeto en el muslo arrancándole un grito demasiado molesto para sus oídos, tanto así que prefirió cubrirle la boca con la mano hasta que logró calmarse un poco.
-No estoy jugando, así que te lo preguntaré de nuevo –le habló serio y quitándole la mano de la boca echándose levemente hacia atrás -¿Dónde tienen al niño? -al ver como Hitoshi guardaba silencio con una actitud que demostraba que no iba a cooperar, Kaito volvió a amenazarlo –Me estoy comenzando a cansar y créeme que desde que estoy así -apuntó sus pies mostrando que estaba sin poder caminar –Tengo menos paciencia que antes.
-No pienso decirte una sola palabra –le respondió con osadía y mirándolo con odio –No tienes idea en el lío en que te metiste.
-¿No? -repitió Kaito imitando un gesto inocente -Qué lástima...
Heiji intentó detenerlo antes de que fuese demasiado tarde, pero ya habían pasado más de tres días desde que Kuroba mantenía a Hitoshi encerrado en ese cuarto, tampoco supo cómo reaccionar y terminó ocultándoles el hecho a los demás. Se sentía contrariado, como si todo lo que una vez fue hubiese perdido su base, no estaba por ningún motivo a favor de mantener cautivo y torturar a un hombre por muy delincuente que fuese, pero por otra parte las horas seguían avanzando y no tenían señales de Shinichi, llegando a pensar que para cuando lo encontraran ya sería demasiado tarde.
Tampoco podía largarse de allí e ignorar todo, ya que el mago estaba cada vez perdiendo más la paciencia y sus métodos de tortura se habían intensificado notoriamente. Fue testigo de cómo Kaito lo quemó con cigarrillos, lo ahogaba con una bolsa plástica, lo golpeaba en las partes que más dolían y le tenía prohibida la ingesta de cualquier comida o líquido.
-¡Ya, déjalo! -lo obligó a quitarle la bolsa de la cabeza, el hombre dio una fuerte bocanada de aire intentando no toser tanto y mantener la cabeza derecha.
-P-por favor... -pidió con la cara morada y los labios agrietados –N-necesito agua...
-¿Agua? -Kaito elevó las cejas -¿Qué piensas? ¿Qué este es un hotel de cinco estrellas? -se tocó el mentón teatralmente como si estuviese pensando seriamente en ello -Está bien, te daré agua, pero primero deberás cantarme una canción.
Lo molestó sin creer que el hombre fue capaz de humillarse de esa manera y comenzó a tararear una canción que no reconocía, para martirizarlo un poco más le exigió que cantara otra canción ya que dijo que esa no le gustaba.
Cuando creyó que había sido suficiente hizo aparecer dos vasos con agua encima de la mesa que tenían a un lado.
-Puedes beber, pero uno de los vasos tiene laxantes ¿Prefieres probar suerte o responderme lo que te pregunté?
-Ya te dije...que yo no fui el que lo capturó -hablaba con dificultad –No sé a dónde se lo llevaron.
-¡Bien! -le acercó los vasos a la cara -Más te vale que escojas el correcto, porque no tengo intención de limpiar tu mierda.
-¡Kuroba ya fue suficiente! -Heiji se acercó a ellos y le quitó los vasos.
-¡Tú no te entrometas! -le reclamó como si le estuviese arruinando la diversión.
Heiji lo sujetó del brazo y a pesar de que estaba utilizando la máscara Kaito sintió que lo estaba mirando con completo desapruebo.
-Lo dejaremos por ahora –les habló a ambos.
Le amordazaron bien la boca y ayudó al ladrón a salir de allí esquivando las múltiples trampas de caza que este último había colocado por casi todo el suelo por si al sujeto se le pasaba por la cabeza la idea de intentar escapar.
Pasaron la entrada giratoria y sin delicadeza lo lanzó a la cama. Aprovechó también de quitarse la máscara que le cubría el rostro.
-No deberías defenderlo tanto –le cuestionó apoyando la espalda en la pared –La idea es hacer que hable.
-¡Ya no me interesa lo que diga! - explotó Hattori -¡No quiero que sigas torturándolo!
-Si tanto te molesta verlo así entonces deberías largarte –lo miró con rencor desde la misma posición.
-¡No es solo por él! ¡También es por ti! -elevó aún más la voz para ver si así lograba entrar en razón -¿No te has puesto a pensar en las repercusiones que esto te traerá? ¿Qué piensas que hará él cuando lo sueltes?
-No creo que tenga intenciones de hablar, así que por el momento no lo soltaré.
-¿Y si se muere? -le recordó la posibilidad –Sin comida y sin agua no creo que dure demasiado tiempo ¿Qué harás con un cadáver?
-¡Es por eso que te pedí que te fueras el otro día! -le lanzó con ira un cojín a la cara -¡Ahora serás cómplice de secuestro! ¡Imbécil!
-¡Kid, bastardo! -le devolvió el mismo golpe que Kaito alcanzó a cubrir con el antebrazo.
-¡Tú no entiendes! -explotó de repente -¡Necesito encontrarlo! Yo...yo no puedo permitir que le pase nada -agachó la cabeza para que el moreno no viera que los ojos se le habían puesto llorosos –No como perdí a mi padre...
El rostro de Shinichi le perturbó la mente, vio su apariencia de Conan en sus múltiples encuentros, recordó cuando comenzaron a acercarse, sus primeros besos, su olor, su sonrisa y como vivieron momentos únicos cuando estuvieron en Estados Unidos. Recordó también los momentos difíciles en ese último tiempo, hasta llegar a esa tarde donde lo abordó en las escaleras para pedirse ambos una nueva oportunidad para seguir juntos. Se llevó una mano al cuello sintiendo la calidez de sus labios, reviviendo las caricias que le había dado y como sentía que se despedía de él cuando estaban haciendo el amor, lamentando no haberse dado cuenta antes.
Luego había venido lo demás, cuando lo esposó y le fracturó los tobillos. Inhaló hondo para no odiarlo tanto y dándose cuenta qué de haber cambiado de lugar, él hubiese hecho lo mismo.
Repentinamente sintieron unos golpes en la puerta de la habitación que los descolocaron.
-¡Kaito! -gritó Aoko sin dejar de golpear desde el otro lado.
-Es Aoko –se preocupó Kaito al reconocer su voz chillona, miró a Hattori con temor y le pidió apretando la voz -¡Dile que se vaya!
-¡Pero si yo ni siquiera la conozco!
-¡Kaito! -golpeó con más fuerza -¡Aquí hay alguien que te busca!
Se miraron confundidos y Heiji fue a abrir la puerta, miró a la chica y luego miró a la niña que estaba junto a ella.
-¿Qué estás haciendo aquí? -le preguntó a Haibara.
La nombrada miró al detective y luego miró a Kaito entendiendo que ya llevaba demasiado tiempo conviviendo con el par para saber que estaban tramando algo.
-Los echaba de menos -fingió una voz inocente para que Aoko no sospechase nada y ante esto, los otros dos entendieron que se había dado cuenta de que algo habían hecho.
-Estaba hace rato llamando a tu puerta –le dijo apenada Aoko mirando a la niña y luego a Kaito -Así que preferí ayudarla.
-S-sí, gracias Aoko –Kaito intentó ocultar que se había puesto nervioso –Puedes retirarte.
De haber podido caminar la hubiese echado él mismo a empujones, pero ya que las circunstancias no le favorecían y la chica parecía no tener intenciones de marcharse tuvo que hacerle gestos sutiles a la castaña para que ella se encargara.
Ai-chan rodó los ojos antes de intentar actuar.
-¡Hattori-san! -se abrazó a su pierna provocándole a él un escalofrío y ella sintiendo vergüenza ajena -¡Quiero jugar con ustedes! -miró a Kuroba –Los tres...solos -recalcó ya que la otra chica no se inmutaba.
-¡C-claro A-Ai-kun! -fingió tan mal que le dieron ganas de que lo enterraran vivo.
-¡Bueno, Aoko! ¡Gracias por traerla! -le agradeció Kaito desde la cama con la misma voz media nerviosa y se despidió con una mano -¡Nos vemos!
Haibara comenzó a empujarla sintiéndose fatal por dentro, logrando llevarla hasta el primer piso y sacarla de la casa. Volvió a la habitación, pero solo encontró al mago intentando sentarse en la orilla de la cama.
-¿Y Hattori-kun? -le preguntó al no verlo por ningún lado.
-Fue al baño -mintió.
Se cruzó de brazos y lo miró seriamente antes de añadir.
-¿Qué es lo que han estado haciendo aquí? -notó el desorden y como unos ruidos provenientes de ahí mismo la hicieron sospechar aún más -¿Qué fue eso? -miró a todas partes intentando descubrir de dónde provenía.
-Hemos estado haciendo lo mismo que ustedes -elevó la voz para que los sonidos pasaran un poco más desapercibidos –Y ese ruido es de una televisión que está encendida en el otro cuarto.
-¿Y han encontrado algo? -caminó por la habitación observando todo y le siguió el juego para ver hasta donde era capaz de llegar.
-No -agachó la mirada apretando los labios -¿Y ustedes?
-De Kudō-kun nada, pero lograron dar con la ubicación de varios miembros de la misma banda. En estos momentos deben estar siendo arrestados –sus ojos se clavaron en la mesita que había a un lado de la cama –Lindo teléfono ¿Es nuevo?
Dirigió la mirada hacia donde la niña estaba apuntando, el móvil del hombre que tenían encerrado estaba encima.
-Es el que utilizaba para los trabajos de la señora Majime -volvió a mentir.
-No recordaba que era este modelo –lo miró más de cerca –Supongo que como ya no trabajas para ella no tendrás problema en que lo revise.
-Déjalo dónde está -Kaito le habló de manera seca y se acercó para apartarla de un manotazo.
-Kuroba-kun, dime lo que está pasando o llamaré a los demás -lo amenazó con un semblante que demostraba que no estaba bromeando -¿En qué lío se metieron?
Heiji salió sorpresivamente de la entrada giratoria en la pared con la respiración agitada y la camisa con pequeñas salpicaduras de sangre.
-Ese estúpido intentó escapar y una de las trampas se le encajó en la pierna –se llevó las manos temblorosas a la frente sintiendo que todo estaba yendo de mal en peor y sin importarle que Haibara estuviese ahí agregó –Necesito algo para poder curarlo.
Kaito exhaló aire pesadamente, notó la expresión de horror que Ai-chan tenía creyendo que lo primero que haría sería dar aviso a los demás o incluso a la policía, pero ella cerró los ojos apoyando la espalda en la pared dudando de lo que tenía que hacer y tomando en cuenta el nivel de urgencia accedió a prestarles su ayuda.
Heiji ayudó a Kaito llevándolo en su espalda, Haibara iba detrás de ellos, notó el ambiente encerrado y en el fondo vio una figura sentada y atada a una silla. Se acercaron con precaución y ella en seguida vio la herida a la altura del gemelo izquierdo ya que el pantalón que el hombre llevaba puesto se había teñido de un feo color rojo, se percató también de las condiciones en la que estaba y no dudó en hacerles saber lo preocupante de la situación.
-¡¿Desde hace cuánto lo tienen aquí?! ¡¿En qué estaban pensando?! -chilló mirando a ambos.
-¡Yo tampoco tenía idea de lo que este tramaba! -movió al chico en su espalda y lo sentó sin mucho cuidado en una silla -¡Cuándo me di cuenta ya la había cagado!
Con algo de miedo, Haibara lo tomó del rostro con ambas manos para evaluarlo mejor, el hombre lucía moribundo, luchaba por mantener abiertos los ojos, su presión era baja, sus labios estaban secos y cuando le abrió la boca vio como su lengua se encontraba hinchada producto de la deshidratación, tenía varios hematomas en la cara, quemaduras en los brazos y si no se atendía pronto esa herida corría riesgo de infectarse.
-¿Se dan cuenta de que puede entrar en coma si sigue así? -volvió a explicarles sin una gota amabilidad y les exigió proveerlo de agua en ese mismo instante.
Le facilitaron una botella y ella se la acercó de a poco a los labios inclinándola para ayudarlo a beber pequeños sorbos. El hombre abrió un poco más los ojos, confundido por ver a una niña en medio de toda esa situación, aun le quedaba un poco de cordura por lo que sabía que intentaba ayudarlo solo para no tener que cargar con su muerte. Su respuesta fue volver a intentar zafarse y asustarla dándole un cabezazo.
-¡No sé te ocurra ponerle un dedo encima! -Heiji se acercó para gritarle y quitó rápidamente a la niña de en medio -¡Está intentando ayudarte así que cuidado con lo que haces!
-También te voy a matar a ti –no le quitó los ojos de encima a la castaña.
Pero ella no se dejó intimidar, les pidió a los chicos todo lo necesario y comenzó a atenderlo, llegó un punto en que el sujeto no dejaba de maldecir, así que volvieron a cubrirle la boca para dejar de escuchar amenazas e insultos que iban dirigidos a los tres.
Estuvieron una cantidad de tiempo importante encerrados allí, habían logrado estabilizarlo, pero lucía más furioso que antes. Kaito volvió a interrogarlo de todas las maneras que le fue posible sin involucrar la violencia física y ya hartándose de su actitud reacia.
-¡Responde lo que te pregunté! -le gritó el mago cada vez más furioso.
Hitoshi solo lo miraba con desprecio y sin separar los labios, evitando incluso hacer movimiento al respirar ganándose una bofetada por parte de Kuroba como castigo.
-Olvídalo, muchacho -habló haciendo un esfuerzo –No te diré una palabra más.
-Lo harás -aseguró en un susurro. Cogió una pinza mecánica, luego le quitó los zapatos con los calcetines y acercó la herramienta a los dedos de un pie -¿Dónde tienen al niño?
El hombre miró tembloroso su pie con el objeto a punto de ser usado contra uno de sus dedos dudando de si el otro sería o no capaz. Kaito se dio cuenta de cómo lo retaba, así que sin perder más el tiempo presionó fuertemente la pinza en el dedo más pequeño. Hitoshi se quejó de dolor y mientras más alzaba la voz con más fuerza le presionaban el dedo.
-¡Kuroba-kun! -exclamó Haibara asustada intentando quitarle la pinza de las manos.
-Quiero que salgas de aquí -le pidió pretendiendo calma.
-¿Qué es lo que vas a hacer? -por su expresión lo pudo deducir.
-Voy a hacer que confiese de una vez -apretó la mandíbula y compartió una mirada con el detective.
-Kuroba, por favor... -le pidió el moreno lamentándose una vez más todo eso.
El nombrado miró a sus dos amigos quienes luchaban por contenerse y no caer en desesperación y solo por ellos optó por intentarlo una vez más.
-Última oportunidad -miró a Hitoshi –Luego de esta no respondo y ellos no estarán aquí para interrumpirme. Depende de ti -tragó saliva rogando para que cediera y les permitiera acabar con eso de una vez -¿Dónde se lo llevaron?
Un silencio de varios segundos fue la respuesta suficiente para que la respiración del ladrón aumentara y debido a la rabia cogió un bate de hierro que tenía junto a los demás elementos en la mesa y le dio vuelta la cara de un solo golpe.
-Hattori-kun, sácala de aquí -le ordenó dándoles la espalda.
Kaito no esperó nada más y volvió a golpearlo con la misma fuerza solo que esta vez en una rodilla. Horrorizado, Heiji tomó a Haibara en brazos para sacarla del lugar y evitar que fuese testigo de lo siguiente, ella pataleó sin dejar de gritar, pero fue inútil.
Muy a su pesar y siguiendo en contra de todo eso, Hattori entendió que la información del paradero de su amigo tendría que ser sacada a la fuerza. Dejó a la niña fuera del cuarto arriesgándose a que ella hiciera el llamado incluso a las autoridades y volvió junto a Kuroba para intentar detenerlo si es que veía que estaba llegando demasiado lejos.
Los gritos, las súplicas y toda clase de violencia estremecieron esas cuatro paredes durante horas.
-Vamos, necesitas tomar algo de aire –el moreno cargó a Kaito en su espalda sin dejar de temblar y sintiendo como él estaba en las mismas o peores condiciones.
Al salir vieron a Ai-chan sentada en la cama completamente dormida abrazándose las rodillas y con marcas de lágrimas secas en las mejillas. Al sentirlos, ella levantó de a poco la vista, en lo primero que se fijó fue en las ropas de ambos salpicadas de sangre, ambos lucían pálidos, temblorosos y con mirada perturbada.
-Lo tienen aquí -intentó modular Kaito una vez que Heiji lo sentó en la cama. Sacó su teléfono intentando controlar la sacudida de su mano y apuntó una parte del mapa -Está a las afueras de Osaka.
Haibara miró la marca en la pantalla y asintió.
-Bien –sus rodillas comenzaron a temblar y volvió a sentir la garganta apretada –Enviaremos a un equipo especial a buscarlo, ahora intenta esperar con calma.
-Y por favor, toma una ducha –Heiji le habló quitándose el sudor de la frente con la camiseta que lo único que hizo fue marcharlo –Hueles horrible.
Heiji ayudó a Kaito a quitarse toda la suciedad de encima y luego él hizo lo mismo. Se ducharon en silencio intentando borrar con el agua todas las imágenes de como habían torturado a ese hombre y teniendo en claro que se habían metido en graves problemas.
Una vez listos, salieron de allí para volver a la sala para reunirse con Ai-chan. Estaban a punto de enviar la ubicación a los otros tres, obviando como la habían obtenido cuando la puerta se abrió escandalosamente de golpe.
Los tres miraron al mismo tiempo en esa dirección, con miedo y poniéndose en guardia al creer que estaban bajo amenaza, pero de a poco sintieron como el pecho se les encogía dolorosamente al ver a Shinichi en su cuerpo de niño parado en la entrada.
El mago fue el primero en reaccionar, intentó ponerse de pie, pero cayó con brusquedad al suelo. El pequeño detective se acercó a él con tal velocidad que era perfectamente comparable a la de dos imanes cuando se unen.
Ni siquiera sintió dolor al caer, Kaito solo se preocupó de mirarlo bien para convencerse de que no estaba alucinando. Pasó las manos por su cara y su cuerpo asegurándose de que no tuviera ningún rasguño, se fijó en que el niño tenía la ropa sucia, rasgada y sangre seca en las rodillas.
-Estás herido –le hizo saber intentando reconocer que clase de lesiones tenía.
-Kaito... -le susurró Shinichi.
-Vas a estar bien –lo interrumpió intentando controlar el temblor en su voz –Yo te voy a cuidar ahora –giró el rostro para dirigirse a Heiji, quien tampoco podía reaccionar y tenía la boca ligeramente abierta –Hattori-kun, ¿me puedes traer algo para curarlo?
-Kaito -volvió a nombrarlo con voz casi inaudible y se fijó en sus tobillos vendados –Kaito, yo...
Abatido, levantó la vista obligándolos a tener una conversación entre miradas y fue en ese entonces que Kaito no pudo más, sus ojos se nublaron a causa de las lágrimas que amenazaban con salir desde que el detective había hecho acto de presencia. Con fuerza se aferró a él en un abrazo que era imposible de deshacer y se desahogó hasta empaparle la ropa sintiendo como él, con sus pequeñas manos le acariciaba el cabello para demostrarle que todo era real y que desde ahora en adelante no volvería a apartarse de su lado.
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Una bofetada por parte de Haibara le dejó la mejilla sintiendo como mil agujas en la piel.
-¡Podrías haber avisado que estabas bien! -lo regañó y le recordó el trato que tenían con respecto a su ingesta de prototipos -¡Y ya hablaremos del otro asunto!
-Yo también te extrañé -no alcanzó a sobarse el pómulo cuando un nuevo golpe le abofeteó la otra mejilla solo que con un poco más de suavidad -¡Hattori! ¡¿A qué ha venido eso?!
-¡Ella tiene razón! -le gritó de vuelta -¿Por qué no intentaste avisarnos que estabas bien? ¡Llevamos días buscándote!
-Lo siento, sucedieron muchas cosas y me quedé sin batería -inconscientemente se cubrió la cara creyendo que Kaito tomaría su turno e imitaría a los demás, pero no fue así.
-Eres un egoísta -le hizo saber ahora un poco más calmado y quitándose la rabia que traía encima –Primero me llevas a la cama, luego me fracturas los tobillos, te haces pasar por mí y te pierdes por días sin dar señales de vida solo para no ponernos en peligro.
Al mismo tiempo, recordaron lo que había sucedido hace poco rato, se miraron intentando ser sutiles y Heiji, quién era el más apto para ir a echar un vistazo, fue el que se ofreció.
-Iré...a lavarme la cara –dijo al grupo –Esto fue demasiado.
Lo vieron marcharse en silencio, pero por supuesto que Shinichi no terminó de creerse el cuento.
-¿Está todo bien? -arrugó las cejas mirando a los otros dos –Los noto preocupados.
-¿Cómo no estarlo? -se apresuró Kaito a hablarle sintiendo que sus emociones subían y bajaban –Pensamos que estabas muerto ¡Y de repente te apareces, así como si nada en la puerta de mi casa! -avanzó en la silla hacia la cocina y lo llamó para que le siguiera –Ven, necesitas comer algo.
Aunque no tenía apetito lo obligaron a comer algo liviano, él intentó explicarles rápidamente todo lo que había sucedido desde que salió de casa esa tarde. Tal como ellos sabían, por lo poco que les había dicho Hitoshi, Kaitō Kid había aparecido en la mansión logrando escapar de ellos, luego de eso esperó hasta volver a convertirse en niño y ocultarse otra vez para poder escuchar lo que la banda hablaba con respecto a atrapar a Kid y el futuro que les esperaba en los delitos que cometían.
-Oí que ellos habían sido los responsables de que pudieras realizar el último atraco -le recordó el robo de la sortija -Querían asegurarse de que eras el verdadero Kaitō Kid, ya que cuando me hice pasar por ti hace unos meses quedaron confundidos, pero tu descubrimiento de que la piedra era en realidad un rubí les hizo darse cuenta de que realmente eras tú -negó con la cabeza, hizo una pausa para beber agua y prosiguió –Luego de eso el dueño de la propiedad anunció que viajaría hasta Osaka para reunirse con su líder, fue en ese entonces que me dejé capturar.
-Ya veo, no podías simplemente retirarte para pedir apoyo a los demás o avisar que te irías de viaje por unos días -le dijo Ai-chan sin aprobar todo eso y entregándole un cargador para su teléfono.
-Gracias –le sonrió Shinichi y conectó el móvil -Sí, no podía dejar pasar la oportunidad y sabía que si les daba mi ubicación... -miró de reojo a Kaito recalcando el hecho de que hubiese armado un lío y habría salido a buscarlo –Y entonces me quedé sin batería.
Kaito vio como la pantalla del teléfono se encendía, mostrando la imagen de fondo y recordando aquel momento. Era la fotografía que él mismo había tomado cuando salió de compras con Ai-chan y la madre de Shinichi y se habían sentado para tomar helado. Al notar que Kaito la estaba viendo, Kudō, apenado dio vuelta el móvil de modo que la pantalla quedara pegada a la mesa.
-Aun así, fueron muchas horas -le recordó con rencor el mago.
-Ya lo sé y realmente quería avisarles, pero... -recordó cómo había estado cautivo en aquel lugar y cómo había llegado a sentir miedo de verdad cuando algunos individuos hablaban refiriéndose a él como una mercancía.
-¿Te hicieron algo? -Kaito expandió los ojos al ver su expresión y colocó la mano encima de la suya.
-N-no -aseguró volviendo a revivir momentos –No alcanzaron, porque ella me ayudó a escapar ¿recuerdas a la niña que siempre anda con ese hombre? -hizo memoria para intentar no equivocarse en el nombre –El de siempre, ese tal Hitoshi.
Kruoba tragó saliva y miró por un segundo a Haibara, quien intentó poner la espalda recta.
-S-sí, claro que la recuerdo –le dijo –Pero ella no es hija de él. Es hija de su jefe.
-Si -asintió el pequeño -De no ser por ella no tal vez no lo hubiera logrado -reconoció y para concluir resumió el resto –Luego logré trasladarme hasta Tokio, pero cuando volví a casa tú no estabas y me dijeron que estabas aquí con Hattori.
Con solo decir su nombre fue como si lo hubiese invocado. Heiji llegó corriendo junto a ellos con gesto horrorizado y apenas podía modular bien.
-N-no está...n-no está r-respirando -cerró los ojos con actitud de que se estaba lamentando incluso su propia existencia.
-¡¿Quién no está respirando?! -Shinichi apoyó las manos en la mesa para darse impulso de correr la silla hacia atrás y ponerse de pie.
Les exigió a los tres una explicación a base de gritos y amenazas, pero estaban tan atónitos sin saber que hacer que ninguno era capaz de decir algo. Shinichi entendió entonces que debía averiguarlo por sí mismo.
Fue rápidamente hacia el único lugar dónde sabía podían tener escondido a alguien, se deslizó por la pintura en la pared y sin mucha precaución caminó por el cuarto. Notó en seguida las trampas de caza en el piso, el olor a encierro, mezclado con humo de tabaco y sangre. Fijó su mirada en un rincón dónde se encontraba una silla que en el espacio que ocupaba estaba rodeada de manchas de sangre junto con una cadena y varios restos de cuerda que yacían esparcidos en el piso.
Eran señales claras de que habían mantenido cautivo a alguien ahí por varios días, se giró lentamente hacia atrás para mirar a sus amigos sin ocultar su rostro de estupor.
-¿Dónde está? -Haibara miró hacia todas partes, pero no había rastros del hombre.
-Aquí estaba -aseguró Heiji también mirando hacia todos lados y cargando al mago en su espalda -Fue hace a penas un momento.
-¡No me digas que dejaste la entrada sin seguro! -Kaito miró aterrado en esa dirección y notó como las pisadas de sangre dejaron un camino en esa misma dirección.
-¡¿Qué fue lo que hicieron?! -el pequeño Shinichi dio unos pasos hacia atrás con completa desconfianza acusándolos y adivinando a quién habían encerrado.
Al principio Shinichi se enfureció con ellos como nunca antes lo había hecho con nadie, luego intentó pensar con claridad y aunque seguía desaprobando totalmente el actuar de los tres, entendió que todo se les había ido de las manos al no saber lidiar con la preocupación que sintieron al no tener señales de vida por parte de él, lo cual también lo hacía sentir responsable.
Seis semanas transcurrieron desde que el hombre había escapado y no sabían dónde. Sabían que lo más probable es que siguiera vivo, ya que de no estarlo se hubiesen enterado. Sin estar orgullosos de aquello omitieron el detalle a los otros tres cuando regresaron a casa de Shinichi ya que corrían menos riesgo de ser tomados por sorpresa, se encerraron y evitaron poner los pie fuera de la casa por varios días, de los cuatro los únicos que salieron fueron Hattori y Hakuba, quienes tuvieron que viajar hasta Osaka para atender mejor una parte del caso desde allá.
Kaito sabía que en cualquier momento le podría caer una denuncia por secuestro y no sabía si el sujeto no había dado anuncio a la policía porque realmente no tenía pruebas suficientes, porque tenía más que perder o ganar si lo investigaba o porque tramaba algo más, esta vez una venganza mucho mayor.
Al estar casi completamente recuperado, el mago decidió actuar y retomar lo que había dejado inconcluso hace varias semanas atrás.
-Ella me dijo que lo encontraría por estos barrios –indicó Kaito en el mapa impreso –Con todo lo que ha sucedido no se si realmente siga rondando por ese sector, pero logré dar con su número gracias a esto -agitó el teléfono que le había robado a Hitoshi –Creo que puedo llamar su atención.
-¿Te refieres a actuar como carnada? -le preguntó preocupado Shinichi.
-Exacto -chasqueó los dedos y le dedicó una sonrisa tranquilizadora –Descuida, ahora que puedo volver a caminar tengo más ventaja.
-¿Crees que sería prudente hablarle respecto a....ya sabes, a la bebé? -desvío un poco el tema –Digo, después de todo sigue siendo su hija.
-¿Me estás diciendo que le confiarías a la niña a un violador? -vio al niño negar energéticamente con la cabeza –No, Shin-chan, no creo que sea buena idea. No tiene ningún derecho ¿Qué piensas? ¿Qué le vas a contar que es padre y que la chica a la que violó está muerta y qué mágicamente borrará la huella de sus errores y que le nacerá el sentimiento de que su deber es criarla? -se asqueó de solo pensarlo.
-No. De ninguna manera, pero creo que de igual modo debería saberlo -insistió esperando que se entendiera a lo que se refería -Yo sería el primero en negarme a que se atreviese incluso a mirarla, pero es complicado ¿No crees que sería lo más apropiado que te hicieran saber que tienes un hijo incluso aunque no lo quisieras?
-En este caso, no creo que valga la pena -reforzó su postura -Podría incluso poner en riesgo la seguridad de la niña.
-Puede que tengas razón -le dijo replanteándose el asunto –De todas maneras, me gustaría acompañarte, la idea es atraparle y alguien debe dar aviso a la policía -soltó una pequeña risa –Si saben que estás allí llegarán incluso más rápido.
-Está bien –le sonrió de vuelta y estiró la mano encima de la mesa, el detective posó de inmediato su pequeña mano encima de la de él -Podemos hacerlo juntos.
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Tenían todo listo, habían quedado con el hombre en un barrio no tan lejano. La idea era fingir comprar heroína, Kaito intentaría atraparlo conociendo a la perfección su modo de actuar ya que lo había estudiado y vivido todo ese tiempo. El resto de su grupo llegaría de inmediato y sería justo en ese entonces que Shinichi daría aviso a la policía de que Kaitō Kid se encontraba allí, ellos rodearían el lugar y los otros no tendrían tanta oportunidad de escapar. Una vez siendo arrestados, era más fácil que en los interrogatorios confesaran todo lo que sabían.
Kaito caminaba tranquilo con el pequeño detective a su lado, en un punto cercano al de encuentro se separaron dirigiéndose una última mirada de seguridad. El mago avanzó a paso normal hacia el edificio a medio construir, vio a lo lejos una figura apoyada en una pared fumando, reconociendo de inmediato a su objetivo.
Cuando estaba a pocos metros de él, le hizo un gesto con la mano. El hombre miró hacia todos lados asegurándose de que no había nadie más e ingresó a la construcción seguido de Kaito. Subieron las escaleras en silencio, con varios pasos de diferencia entre ellos y llegaron hasta al segundo piso.
Parecía que el sujeto no quería perder demasiado tiempo, sin dejar de fumar se sacó una pequeña bolsa del bolsillo y se la acercó.
-Lo que acordamos –le recalcó aburrido.
La luz que alumbraba desde los focos del exterior era suficiente para ver su rostro con claridad, Kaito lo miró notando su físico, se fijó primero en su cabello de color claro, después bajó los ojos a su cara, tenía bastantes años más que él, sus ojos y facciones demostraban que era extranjero, pero a pesar de eso se notaba que dominaba el acento a la perfección.
Kaito alargó la mano para tomar la mercancía, pero antes de posar los dedos en ella le hizo una llave para reducirlo y quedar detrás de él.
-¿Creíste que te saldrías con la tuya? -lo encaró de manera brusca e intentó controlar la rabia que traía guardada -¿Sabes que esa chica está muerta por tu culpa?
-¿Qué chica? -quiso saber intentando liberarse.
-La chica de la cual abusaste –le presionó el brazo sin piedad arrancándole una queja de dolor y siguió haciendo tiempo ya que sabía que Shinichi ya había dado aviso a la policía -Por tu culpa la niña quedó huérfana.
-¿Qué te asegura que realmente es mía? -se defendió miserablemente entendiendo a la perfección a lo que se refería.
Sintieron unos pasos cercanos, así que Kaito aprovechó para soltarlo y de un movimiento rápido cambió sus ropas por el característico traje blanco de Kaitō Kid.
-Parece que tus amigos vinieron a hacernos compañía.
-Ah, cierto –le habló con desprecio y recalcando que sabía quién era realmente y lo que había estado haciendo–Has estado todas estas semanas fuera, por lo que aún no te enteras que estamos trabajando de manera diferente para adaptarnos a este nuevo ritmo –se sacó un arma del bolsillo y lo apuntó -Qué gracias a ti y tu grupito de niños detectives se nos ha hecho cada vez más difícil.
-¡Kid! -Shinichi llegó corriendo a su lado para darle aviso de que el hombre andaba solo y de ser así era claro que podía estar bien armado.
Kaito se apresuró en dar un salto y colocarse a su lado para protegerlo de cualquier ataque, pero al estar cerca de las escaleras el hombre arremetió contra ellos para intentar tirarlos hacia abajo. El detective perdió el equilibrio y cayó unos cuantos escalones abajo.
-¡Vete de aquí! -le gritó Kaito al notar como el hombre seguía con el arma en la mano.
Shinichi subió para intentar estar más cerca y apuntarle con su reloj un dardo anestesiante, pero cuando quiso disparar la aguja no salió. Ya le había sucedido antes, a causa del golpe que se dio, el aparato se había averiado.
Estaba por patearle un balón cuando el otro comenzó a descargar el arma en su dirección mientras daba pasos hacia atrás para salir corriendo escaleras arriba. Los chicos lo siguieron, esquivando balas e intentar no tropezar con los diferentes utensilios y escombros que había tirados por el suelo.
Con precaución se quedaron con la espalda pegada al concreto antes de llegar al cuarto piso, Kaito le lanzó su pistola de cartas a Shinichi por el aire.
-¿Y tú? -le preguntó preocupado.
-Yo tengo otra –dio un disparo de aviso en dirección al escurridizo -¡No vale la pena esconderse! ¡Somos dos contra uno y la policía viene en camino!
-¡Veo que conservas bien lo que nos robaste aquella vez! -le dijo el hombre reconociendo el modelo de la pistola.
Kudō vio el arma de fuego que se sacó de la parte trasera del pantalón, la misma con la que le había disparado en el hotel y fue entonces que recayó en cuenta de que Kaito había estado diciendo la verdad con respecto a que alguien más estaba en aquella habitación y que realmente él no había sido quien le había disparado.
-¡Así es! -le respondió con osadía dando unos pasos al frente para mirar dónde se escondía -¡Moría de ganas por vaciarte el cargador en las bolas!
Un disparo llegó directo en el espacio de sus pies dando la ubicación del atacante. Sin miedo y conociendo el dolor de un disparo, Kaito avanzó en su dirección esquivando otras dos balas. El detective se encontraba contra su espalda también apuntando y mirando en dirección esperando a que hombre diera la cara.
-Será mejor que salgas -habló Shinichi -Estás acorralado y no sacas nada con -
Se vio bruscamente interrumpido ya que un proyectil le dio en la mano con la que estaba sujetando el arma, la cual salió disparada y su vez, la parte del dorso hasta la muñeca le comenzaba a sangrar. Al ver eso, Kaito no contuvo la ira y soltando disparos a lo loco llegó junto al hombre para desamarlo y comenzar a forcejear.
Cayeron al suelo y comenzaron a rodar, dándose puñetazos, intercambiando palabras bruscas y todo tipo de golpe luchando por quien tenía más fuerza. En un movimiento brusco, Kaito logró quitárselo de encima, pero el otro, en lugar de volver a atacarlo inmovilizó al niño apuntándole directamente a la cabeza y pidiéndole que se acercara, por lo que el detective tuvo que ceder.
-Me han dicho que este pequeño es tu punto débil -se burló intentando sujetar con fuerza al menor que no dejaba de retorcerse -Te queda una sola bala, más te vale que la utilices con sabiduría, porque si das un paso más le pego un tiro.
Sin hacer caso a su advertencia, dio unos pequeños pasos al frente, el hombre sujetó a Shinichi del cuello con el antebrazo para poder cargarlo y le colocó la punta de la pistola en la cien.
Kaito levantó del suelo el arma que se le había caído y lo apuntó amenazante.
-Suéltalo -lo amenazó sin demostrar vacilación con la mano en el gatillo y avanzó hacia ellos con la voz llena de rabia -¡Te he dicho que lo sueltes!
-Si das un paso más, le disparo -aseguró el sujeto sin despegar la pistola de su cabeza. Ante eso, Kaito se quedó quieto –No eres tan valiente ahora ¿Verdad?
-Déjalo ir, es a mí a quién quieres.
-Suelta el arma -volvió a pedir apretando los dientes.
Shinichi le asintió con los ojos, Kaito entendió que era mejor ceder a su petición, pero parecía que el sujeto quería a toda costa salirse con la suya. Caminó hacia atrás aun sosteniendo al detective en brazos, demostrando una vez más que la debilidad del ladrón era esa.
-Es solo un niño...por favor –le suplicó levantando ambas manos.
-No me interesa quien sea -escupió sin deshacer la posición -Lo liberaré, pero solo si tú te vienes conmigo.
Kaito vio a lo lejos las luces de los vehículos de la policía y las sirenas comenzaban a escucharse cada vez más cerca.
-La policía ya está aquí -hizo el alcance -Libéralo ahora antes de que sea demasiado tarde. Te doy mi palabra de que no intentaré resistirme, pero por favor, déjalo ir.
Volvió a dar un paso hacia ellos y vio como el sujeto se despojaba del último rastro de humanidad que le quedaba. Con una sonrisa retorcida puso su dedo directo en el gatillo sin dejar de apuntar directamente a la cien del niño.
Fue justo en ese momento en que Kaito no se permitió temblar, apuntó al sujeto con el dedo listo en el disparador. En cosa de segundos el hombre cambió de dirección apuntándolo a él, pero el mago fue más rápido y disparó la última bala del arma a la altura del corazón justo antes de que el otro le disparara a él.
Vio como Shinichi caía al suelo junto al cuerpo de su atacante. La policía llegó en ese instante subiendo las escaleras escandalosamente, mientras un charco de sangre cada vez más grande comenzaba a teñir de rojo el suelo.
Al estar en el suelo, el detective comenzó a mancharse la ropa, expandió horrorizado sus ojos dirigió su vista hacia el mago, quien permanecía inmóvil y con una expresión vacía en su rostro.
-¡¿Qué fue lo que hiciste?! -le gritó consternado.
-Oye –se acercó lentamente llamando al hombre tumbado inmóvil en el suelo -Levántate -le dijo con voz desconectada y notando que la sangre seguía escurriendo a montones. Abrió mucho los ojos y sintió como se le desencajaba la cara –L-lo siento, y-yo te ayudo...levántate, por favor...perdóname -pidió afligido buscando ayuda y comenzando a temblar.
Soltó de inmediato el arma y miró a Shinichi, él le devolvía una mirada llena de tormento por lo que acababa de suceder. Dando pasos temblorosos se acercó al cuerpo, el hombre seguía con los ojos abiertos por lo que creyó que seguía con vida e intentó frenar la hemorragia, pero el inspector Nakamori hizo su aparición.
-Kid... -exclamó mirándolo a él y al cadáver sin creerse lo que veía. Su escuadrón se sumó quedando igual de sorprendidos.
El miedo y el desbarajuste del momento lo hizo dar unos pasos atrás, miró al inspector, luego a sus manos cubiertas de sangre, al cuerpo sin vida y finalmente le dedicó una última mirada perdida a Shinichi para abandonar corriendo el lugar.
Lo último que escuchó antes de salir volando por la azotea fue al detective llamándolo a gritos de vuelta. Voló lo más rápido que pudo dejando a los helicópteros atrás, sintiendo que avanzaba ciegamente sin quitarse de la cabeza la espantosa imagen del crimen que acababa de cometer.
HALLOOOOO!!
¿Cómo están?
Quería actualizar el viernes, pero Wattpad estuvo caído hasta la tarde de ayer y no me dejaba u.u
Desde ahora no creo que pueda actualizar tan seguido ya que mi tiempo de reposo por la operación concluyó y tengo que volver a trabajar 😭
Pero como ya quedan al rededor de 6 capítulos solamente intentaré no tardarme tanto uwu
Recuerden tomar awa y que los amo 🥰
Abrazos
;DD
💙 💚 💖 💛 💜
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