LIV. El precio de la verdad


🌟Advertencias: contenido +18  muy poco explícito (pero aviso por si acaso) y también se toca la muerte por suicidio. 


Incluso antes de que alguno se atreviera a decir algo sus labios, por primera vez en sus cuerpos de adultos estaban juntos. Él pudo notar las ganas que ella tenía guardadas, le exigía que no dejara de comprimirle la boca, a lo que él con duda aceptó por fin cerrando los ojos, profundizando el contacto, notando su inexperiencia al intentar no chocar demasiado sus dientes.

En momento así no era fácil pensar con claridad, no se les pasó por la cabeza que a pesar de la hora Kaito o alguno de los chicos podía entrar. Se convirtió en una mezcla extraña de no querer seguir ni parar con aquello, una sensación de caer con los ojos vendados por un rascacielos sabiendo que se estrellarían y que uno saldría más lastimado que el otro.

La indiscreción pasó de a poco a segundo plano, ahondando en ese algo que había quedado pendiente hace mucho tiempo y sabiendo que ambos tenían percepciones completamente diferentes.

Al no ser una sensación desagradable ninguno puso barreras. Shinichi no rechazó cuando Shiho trepó por su torso buscando comodidad, la dejó experimentar sintiendo que estaba devolviendo todas las deudas que tenía con ella.

Al sentir como el muslo se apoyó en su entrepierna la imagen del rostro de Kaito le perturbó repentinamente en la cabeza. Con la excusa de respirar le apartó el rostro con la mano logrando dejarla boca arriba en la cama.

-No vuelvas a dejar que haga eso –le reclamó la castaña dándole la espalda por largos minutos en silencio hasta que agregó -Apaga la luz si vas a quedarte.

Hizo caso a su orden y se levantó a apagar la luz, pero al dar un paso sintió su cuerpo extraño. Se llevó las manos a la frente con culpa y mirando su pantalón. Afortunadamente para él no se notaba. Aun así, se apresuró en dejar el cuarto a oscuras y salir de allí.

-Esto está muy mal –se convenció.

Optó por ir a darse una ducha bien fría, con la espalda apoyada en la pared cerró los ojos para perderse bajo la lluvia helada que le caló los huesos al mismo tiempo que los recuerdos de momentos entre Kaito y él no lo dejaban en paz, sintiendo que su corazón le pedía a gritos que lo fuera a buscar.

Como sabía que eso era poco probable salió del agua para vestirse e ir él a buscarlo. Para ahorrar tiempo, fue directo a la habitación de Hakuba, ingresó intentando hacer el menos ruido posible. Como supuso estaba todo apagado y en calma, salvo por un sonido que conocía de memoria.

Apegó la oreja a la puerta del cuarto y pudo jurar que escuchó los ronquidos de Hattori, lo que provocó que inevitablemente se hiciera una imagen mental sobre exagerada.

Volvió a concentrarse en lo suyo, encendió el ordenador y devolvió las grabaciones hasta que vio al ladrón por última vez. Lo vio salir echo una furia por el pasillo y a los pocos instantes Hattori salió tras él, notó como intercambiaron palabras con actitud alterada hasta que el moreno se dio por vencido.

Siguió aquella figura por la película volviendo a sentir el cargo de conciencia como punzadas por todo el pecho. La imagen se perdió cuando ingresó al elevador, lo buscó por diferentes áreas y al no dar con él supuso que se había quedado en la azotea.

Volvió a adelantar las grabaciones, el mago pasó dos horas allá arriba hasta que finalmente apareció por el vestíbulo. Según la dirección que tomaba parecía que iba directo al pub, pero en medio del camino se encontró con Ran.

Ella ladeó su cabeza diciéndole algo y este al verse atrapado se acomodó rápidamente el cabello para que se viera idéntico al suyo, entendió entonces que le estaba dando una explicación del porqué ahora llevaba otra ropa.

Los siguió con la misma sensación de desagrado de antes, molestándose por cada gesto y acercamiento que tenían incluso cuando Sonoko estaba con ellos. Al transcurrir el tiempo notó que Kaito no se esforzaba en actuar como su persona y para evitar torturase más volvió a adelantar el video hasta el momento en que el tío se puso tan borracho que tuvieron que llevarlo entre ambos a la habitación, tal como había dicho Heiji.

-Ahora veré donde te escondes –dijo en voz baja.

Sabía que se había quedado un rato dentro con ellos, seguramente ayudando a tumbar al tío y para charlar con Ran. Esperó lo suficiente para volver a preocuparse, adelantó el video y sintió su estómago subir hasta su garganta al verse golpeado por la realidad de que Kaito jamás abandonó la habitación.

Cerró el ordenador portátil con brusquedad creyendo que la cámara apuntando hacia las puertas le mostraría algo que no quería ver. En un momento cotidiano no se hubiese hecho esas ideas, pero con todo lo que había pasado ya no sabía que pensar, con Kaito despechado, Ran confundida y el tío Kogoro completamente dormido todo era posible.

Su cuerpo fue recorrido por un escalofrío, miró por la ventana notando que todavía quedaban unas dos horas para que el sol comenzara a salir y él no podía esperar tanto.

Sacó su móvil del bolsillo y le marcó insistiendo una y otra vez, infelizmente el teléfono del mago indicaba que había sido apagado. Ante eso se vio tentado de llamar a Ran, pero eso podía meterlo en serios problemas.

Aceptando que todo iba mal se marchó de vuelta a su habitación, se sentó en la sala a mirar un punto fijo y al estar a oscuras se golpeó la canilla izquierda con la punta de la mesa de centro generando un gran ruido.

-¡¿Me vas a dejar dormir?! -la silueta de Shiho se asomó apoyando las manos en el umbral de la puerta mirando al detective dando saltos de dolor.

-Lo lamento –le pidió volviendo a sentarse sin dejar de sostener su pierna.

Ella encendió la luz dejando ciegos a ambos por unos segundos y se acercó a su lado. Él se levantó el pantalón y evaluó la pequeña herida causada por el borde de vidrio de la mesa.

Para ayudarlo buscó un pañuelo y le limpió sin mucho cuidado la sangre.

-Eres un tonto –le dijo sin quitar la vista de la herida –Realmente eres un tonto... -se le fue quebrando la voz.

-Ya lo sé -cerró los ojos con fuerza inclinando su cuello hacia atrás.

-¿Estás llorando? -se sorprendió ella.

-No –le demostró mirándola y ella arqueó una ceja, poniéndose sorpresivamente de pie y tendiéndole una mano para que dejase de comportarse como un bebé.

La recibió y quedó frente a ella, dándose cuenta de la diferencia de altura que tenían se abrazó a su delgado cuerpo dejándola perpleja por su acción, sobre todo por lo que había pasado hace un rato.

-Kudō-kun, detente –le pidió rompiendo el contacto –Solo quieres-

No se esperó jamás que él mezclara sus labios de golpe para hacerla guardar silencio. No le dio tiempo ni de pestañear, el joven detective se encontraba rodeando sus hombros con las manos y cerraba los ojos con fuerza. Y ella pudo sentir el fuerte deseo de él de encontrar consuelo en su sensación de soledad imaginándose los labios del ladrón.

A pesar de que aquello le dañaba no lo frenó, se engañaban al hacerse creer que lo necesitaban. Sus besos eran torpes y solo se limitaban a seguir con ese impulso de deseo que había explotado de repente.

Dando tras pies cayeron a la cama con Shinichi arriba de ella, gesticulando expresiones de desespero acelerado combinado con culpa y topando las manos por todas partes sintiendo el roce de sus ropas.

-Haibara... -la nombró Kudō con un nudo en la garganta y sin dejar de temblar.

Ella negó y le cubrió la boca para que no dijera nada, aguantando las lágrimas enredó las piernas en su cintura y lo atrajo hacia su cuerpo, quitó su mano y volvió a unir sus labios. Él pasó las yemas de los dedos por su rostro sin poder negar lo linda que era.

La ayudó a deshacerse de a poco de su ropa e hizo lo mismo con la suya, le sentía retorcerse incómoda debajo suyo por cada caricia y contacto desconocido que le daba.

-Si sigues así de inquieta se me va a bajar -agregó desconcentrándose con una risa.

-Es que yo nunca... -admitió apenada dándose a entender.

-Eso ya lo sabía -la tranquilizó -Pero es instintivo, se dará solo.

-¿Estás seguro de esto? -se cubrió la parte superior del rostro con el antebrazo para que no se notara tanto que sus ojos se habían puesto vidriosos.

-Eso debería preguntártelo yo a ti -ocultó un suspiro cobarde –Porque no te haré nada si estás llorando.

-No estoy llorando –se limpió la cara e intentó poner expresión seria –Es solo una reacción corporal -logró curvar una sonrisa y sintió las manos del chico acariciar sus muslos -¿Sabías que el detective de Londres tuvo su cara entre ellos?

-¡¿Qué?! -detuvo de inmediato la acción.

-Había lugares que no alcanzaba y tuve que subirme en sus hombros -aguantó una risa al relatar como instalaron las cámaras y esperó a que el otro agregara algo –Esta es la parte donde tú te pones celoso- bromeó.

Logró sacarle una sonrisa y volvió a acomodarse entre sus piernas hasta rozar los labios contra su oreja. Sentía su cuerpo más caliente que el de ella, buscó uno de sus pechos desnudos y lo acarició con la palma sintiendo la suavidad de su piel, la escuchó gemir delicadamente debajo suyo y esperando que no lo rechazara la ayudó a deshacerse de su última tela. No quiso mirar hacia abajo para no intimidarla tanto.

Ella se mordió el dedo pulgar ahogando un ruido e intentado no hacer contacto visual, volvieron a rozarse y ella terminó por mojar la ropa interior del detective.

-Espera –le pidió separándose yendo a buscar un pequeño sobre entre sus cosas y volvió a su lado -Sé que no va a pasar nada, pero...explicó.

Asintió apoyándolo y miró hacia otro lado cuando Shinichi se quitó la ropa interior para colocarse el preservativo.

-¿Qué? -la molestó intentando no avergonzarse tanto –Ahora no eres tan osada.

-No es nada que no haya visto ya –le contestó.

-Nunca lo habías visto así -dijo haciéndose el orgulloso y una vez listo volvió a recostarse encima suyo para volver a besarla.

-No cambia demasiado la vista -le respondió para bajarlo de aquella nube.

Rodo los ojos y al mismo tiempo una sonrisa se dibujó en su rostro. Con algo de torpeza estrechó la distancia entre sus caderas y sus piernas, ella soltó un sonido de dolor.

-Todavía no entro –le aclaró con una mueca confundida.

-Es que me estás jalando el pelo –se quejó intentando quitar el codo de Kudō de una parte de su cabello y recibiendo una disculpa de su parte.

-Si te sientes mal me avisas y paramos –le prometió con voz dulce para transmitirle toda la confianza posible.

Lo cayó con otro beso esperando que si eso ocurría él fuese capaz de detenerse y bajó de a poco para saborear su cuello. Él volvió a dejarse llevar por la calentura y encajar de a poco para que sus cuerpos se acostumbraran a estar acoplados.

Como había explicado era puro instinto, ella le concedió la entrada y aunque la sensación era desconocida lograron acostumbrarse.

Sus actos podían ser bajo un parámetro bastante conflictivo, pero había sido decisión de ambos entregarse. Kudō fue moviéndose de a poco intentando concentrarse en ella y quitando las imágenes de Kaito de su mente para no dar oscilaciones tan bruscas. Miró a su compañera presa debajo suyo con las mejillas rosáceas, la respiración entre cortada y con su cuerpo de mujer adulta brillante por la transpiración. Le apartó unos cabellos de la cara para poder admirarla mejor y tomó sus manos elevándolas para dejarlas al lado de su cabeza, haciendo que así la fusión fuese mucho más cómoda y placentera provocando que ambos se atrevieran a jadear y a llenarse de aquella sensación de goce.

Se corrió al poco tiempo sin ser capaz de avisar y Shiho se dio cuenta de ello cuando lo escuchó liberar un ronco clamor.

-Lo siento –le pidió intentando respirar con normalidad y apoyando sin fuerzas la frente en su pecho –Cuanto lo siento...

-Shhh –le acarició el cabello sintiendo el revoltijo de sentimientos que brotaba del cuerpo de ambos -Está bien –fue su turno de transmitirle calma.

Buscaron una posición más cómoda con ella recostada con la cabeza sobre su atlético torso desnudo, pegajoso por el sudor y que tardó un rato en no subir y bajar aceleradamente.

Una leve luz de día se asomaba de a poco por las ventanas dejando una vista mucho menos borrosa dentro de la habitación. La castaña comenzó a recorrer la aureola del pezón de Shinichi con el dedo buscando relajo.

-Haibara -susurró su nombre en medio del silencio. Por su tono ella adivinó lo que iba a decir y no quería que arruinara el momento con su comentario, así que le dio un pequeño pellizco en la zona –A mí me gustaría quererte de la manera en la que tú lo haces... -la ignoró y soltó lo que tenía que decir.

Volvieron a callarse por otro eterno momento.

-Es mejor que no –le respondió finalmente y con la resignación que había albergado desde siempre.

Dormitaron entre el silencio y la incomodidad hasta que el deber llamó. Al ver la luz del sol bien instalada en el cielo, ella fue la primera en recoger su ropa y marcharse.

Shinichi por su parte exhaló aire con frustración esperando impaciente por ducharse e intentar borrar todo rastro de debilidad para enfrentar la nueva jornada.

-Puedes ir adelantándote –le habló la joven sentada desde el sofá abrazándose las rodillas –Antes de ir con ustedes necesito trabajar en algo relacionado con el APTX.

-Está bien –le respondió intentando hablar con normalidad.

Dio unos pasos hacia la puerta y antes de llegar a mirar el pomo esta se abrió.

-Buenos días -lo saludó el mago dando de frente con él -¿Podemos hablar?

-¿Hablar? -logró articular con inocencia y desconcierto, sintiéndose completamente desprevenido -¿Acerca de qué?

Le devolvió la mirada incrédula dándole unos segundos antes de responder con su tono relajado y animado de siempre.

-Creo que nos exaltamos más de lo debido ayer. Fui impulsivo lo que te dije estuvo mal... -se detuvo de repente al ver el temblor en sus ojos -¿Qué te pasa?

Shinichi tragó saliva, se acomodó la ropa creyendo que así omitiría evidencia de lo ocurrido y dio una fugaz mirada hacia donde se encontraba Miyano.

-¿Se encuentran bien? -al ver que la chica tenía el mismo gesto sorprendido creyó que había ocurrido algo relacionado con lo que habían ido a hacer –Los noto extraños.

-¿Pasaste la noche en la habitación de Ran? -le preguntó sorpresivamente el detective intentando equilibrar la culpa y conociendo la respuesta.

-Si... -se rascó la nuca y sin que se lo pidieran accedió a relatar lo ocurrido –Se suponía que habías quedado con ella y la chica Suzuki así que tuve que fingir. Luego su padre se pasó con el alcohol y tuvimos que llevarlo hasta tenderlo en la cama y ella mi pidió que me quedara...-miró con nervios a la chica sentada. No quería decir cosas sin el consentimiento de Kudō -Charlamos por un buen rato... Shinichi ella me confesó muchas cosas que no me correspondía oír.

-¿Y luego? -interrogó con pavor.

-¿Y luego qué? -seguía sin entender su estado.

-¿Solo hablaron? -volvió a preguntar y al ver como el mago asentía su corazón comenzó a dar vueltas como un remolino.

-Cuando nos dimos cuenta ya era tan tarde que se durmió poco a poco apoyada en mí. Ya sabes cómo es –le recordó soltando con ternura una risa nasal -No quise despertarla luego de lo anterior. Y yo también terminé por caer dormido.

Shinichi se dio cuenta de que su inseguridad lo hizo actuar como la definición con la que él mismo había sentenciado a Kuroba la tarde anterior. Escuchó a Haibara soltar maldiciones a su espalda y capturando la atención del ladrón.

-¿Entonces? -volvió a insistir Kaito obviando un poco lo anterior -¿Van a decirme lo que ocurre?

Tanto Shinihi como Shiho fijaron su vista en el suelo llenos de duda, de sentimientos encontrados y de asco hasta que ella tomó la palabra. La verdad se sabría tarde o temprano y no se quedaría con esa sensación en el cuerpo, asumiría la responsabilidad de su actuar.

-Me acosté con Kudō -liberó sin anestesia.

Kaito miró seriamente a ambos, evaluándolos y soltando una sonora carcajada que duró demasiado tiempo para convertirse en una risa nerviosa.

Volvió a concentrarse en ellos sin dejar de reír, pero al ver que Ai-chan tenía su rostro serio y Shinichi no levantaba la vista avergonzada del suelo fue apagando de a poco su risa viendo la situación con más claridad. No se trataba de ninguna broma.

Inhalo profundo y con los nudillos apretados se dio unos golpecitos en la cara. Volvió a buscar los ojos de Shinichi quien se atrevió a corresponderle por un breve instante antes de volver a mirar hacia abajo.

-¿Qué es lo que está diciendo? -Kaito se dirigió al detective esperando que le diera una explicación.

-Fue una tontería -Miyano volvió a tomar la palabra –Una cagada por nuestra parte.

-Una tontería... -repitió Kaito acumulando malestar en su garganta y volviendo a encarar a Shinichi -¿Ese es el amor y respeto que sientes por mí y que todo este tiempo me juraste? -el nombrado no se inmutaba y eso lo enfadó demasiado- ¡Dime algo!

-No sé qué decirte –juntó fuerza para responderle –Es lo que ella dijo. Y tú habías puesto fin a lo nuestro.

Kaito tuvo que tomar asiento para intentar calmarse un poco y volver a hablar.

-Para ella no es una tontería y lo sabes –le dijo y ahora miró a Shiho -¿Si sabes que se acostó contigo por despecho? -comenzó a sentir rabia hacia ambos -Creí que tenías más dignidad y amor propio.

-Si, yo también -le dijo.

-Mínimo hubiesen esperado un par de días -les reclamó pensando en muchas cosas -Sabía que algo no estaba resuelto entre ustedes y aunque no lo crean pude imaginar que alguna vez podía pasar algo así, pero...-comenzó a sentirse muy pasado a llevar –Pero no así, no a la primera oportunidad...no a la primera pelea que... -no se vio capaz de continuar.

-Kaito... -Shinichi lo nombró con una voz deformada y pudo notar como los alrededores de sus ojos se pusieron rojos.

-Lo arruinaron -soltó el mago con la garganta apretada –Lo arruinaron todo.

-Kuroba-kun, sé que que -pero la cayó con brusquedad.

-¿Puedes irte, por favor? Quiero hablar en privado con el detective –le pidió seco sin dejar de clavarle los ojos a Shinichi.

No fue hasta que sintieron la puerta cerrarse y esperar que el nudo de la garganta se les aflojara un poco que Kudō se atrevió a hablar.

-No sabes cuanto me arrepiento. Me invadió una sensación de abandono que no conocía.

-¿Y eso de que sirve? -le preguntó sintiendo que sus ojos ardían -Sé que te di a entender una cosa ¡Pero yo no quería! -estaba a punto de romper a llorar. Lo apuntó con el dedo –¡Estaba tan enojado contigo y tú también conmigo! No queríamos tratarnos así -lo vio cubrir su rostro con las manos –No me lo puedo creer...Prefiero que me digas que esos prototipos te provocan actuar como un animal que ver como demuestras lo inseguro que estás con lo nuestro.

-No -negó con la cabeza –Yo te quiero de verdad y nunca he tenido dudas de lo que sentimos, pero es tan difícil estar juntos de manera normal que me estaba empezando a agobiar.

-¿Por qué siempre tienes que buscar una excusa? -comenzó a aburrirse de su actitud –Deja de mentir por una maldita vez -recordó la conversación Ran -¿Sabes lo que me dijo Mōri anoche? Me pidió sinceridad, sabía que algo andaba mal y me rogó que por una vez y por todo lo que había significado lo de ustedes le dijera la verdad de tus desapariciones espontáneas, de tu actuar tan extraño.

-¿Y qué le respondiste? -preguntó aumentando el desprecio por sí mismo.

-Ahí fui yo como un tonto a no intentar ensuciar más tu imagen. Le prometí que algún día recibiría explicaciones sinceras, que ahora no estabas listo -suspiró con malestar –De verdad quería que lo nuestro funcionara, pero no estás listo. Lo siento Shin-chan, pero no voy a seguir actuando por ti. Ya verás tú como te las arreglas, no seguiré mintiéndole a Mōri ni al inspector Megure ni al resto –se lo dejó bien claro –Y no me mal entiendas, no es por venganza ni por rencor.

-Está bien -aceptó apresurado sin querer escuchar nada más -No te voy a pedir que me perdones. Lo que hice estuvo horrible y tienes razón, siempre busco una excusa –se mordió el labio inferior al sentir que las lágrimas se le arrancaban de los ojos –Pero no pongas en duda lo que siento por ti –las ganas de llorar estaban venciéndole –Yo quiero estar contigo.

-Yo también Shinichi...pero no así -le tembló la boca y vio que la mandíbula del otro hacia lo mismo. Sin poder aguantar más tuvo que salir de allí–No puedo.

Se puso de pie antes de que lo alcanzara y abandonó el lugar.  

Perdió la cuenta de cuantos vasos había bebido y cuánto tiempo llevaba en la barra del bar, la garganta ya no le quemaba comenzando de a poco a ver borroso y a pesar de eso, volvió a pedir otro trago más. Agradecía que ninguno de los chicos haya ido a buscarlo para darle un sermón y al estar tan ofuscado tenía la intención de tomar sus cosas y marcharse.

-Kuroba-kun –la castaña llegó a su lado.

Kaito inspiró con fuerza al notar la presencia de la persona a la que menos quería ver en esos momentos, había apoyado la mano en su hombro y él de un manotazo se la apartó.

-Lárgate -escupió con asco y le dio otro sorbo largo a su vaso.

-Necesito darte una explicación -le insistió.

-No me interesa. Ya está hecho, ahora por favor déjame en paz, no quiero verle la cara a ninguno.

Ella no quería irse sin ser escuchada así que le giró la silla y apoyó su brazo en la barra para quedar frente a él. Enfocó sus ojos y lo que vio no le gustó nada.

-¿Qué tomaste? -le preguntó asustada -¡Se suponía que no volverías a eso o puedes sufrir una recaída grave!

Le tomó la cara con las dos manos para evaluarlo mejor, pero Kaito perdió el control y le lanzó el contenido del vaso a la cara.

-¡No me toques! -elevó la voz llamando la atención de las personas que estaban en el lugar -¿Ahora te importa cómo me siento? ¡Eres una puta! -sin dejar de mirarla a los ojos apuntó con un gesto de cabeza hacia la salida y agregó -Piérdete para siempre.

Completamente ebrio le dio la espalda y pidió otra bebida tomándole el peso a lo que había dicho, pero sin arrepentirse demasiado, esperó un par de segundos y torció el rostro en dirección hacia la puerta viendo como la chica abandonaba el lugar a paso apresurado.

Kaito sabía que Haibara daría aviso y alguno de los muchachos iría a buscarlo, así que dentro de su poca claridad mental y como ya había llamado demasiado la atención, optó por salir del bar y deambular por los alrededores. Dada la hora, las personas sentían mucha más libertad de visitar las diversas comodidades que brindaba el hotel, se mezcló entre la multitud sin buscar nada en específico y esperando no encontrarse con Ran y Sonoko. 

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Shinichi al contrario de Kaito intentó concentrarse en lo suyo. Por supuesto que su estado anímico no pasó desapercibido por ninguno de los otros dos detectives, Heiji fue tan insistente al preguntar lo que había pasado que terminó por decirle que tuvo una fuerte discusión con Kaito, más no entró en detalles.

Ambos, para intentar apoyarlo lo tranquilizaron diciéndole que todo se arreglaría y para distraerlo le llenaron la cabeza con información respecto a la investigación que estaban llevando a cabo.

-No lo he visto salir de la habitación -habló Heiji mirando a las pequeñas imágenes en el ordenador separadas que mostraban los ángulos de las cámaras instaladas –Debe sentir desconfianza al saber que la policía anda cerca.

-Podemos volver a colarnos en su habitación e instalar un dispositivo de escucha -sugirió Shinichi.

-Pero para eso necesitamos que se asome de alguna manera -apoyó Hakuba.

Trataron de trazar un plan eficiente para ese mismo instante ya que el tiempo se les estaba agotando, pero incluso antes de poner ideas sobre la mesa, Shiho entró por la puerta.

-Sé que no es el momento -miró a Kudō -Y que tú no quieres verme, pero necesito de su ayuda. Se trata de Kuroba-kun.

-¿Le ha pasado algo? -se asustó Shinichi.

-Está bebiendo demasiado y está drogado –ahora miró al rubio con gesto compasivo -Tú eres su amigo ¿Puedes sacarlo de allí e intentar razonar con él? A mí no quiere escucharme y a Kudō-kun tampoco.

-¿De dónde la sacó? Se supone que tuvimos un control minucioso al entrar –se puso de pie y tomó su saco con intenciones de ir hacia donde se encontraba –Y creí que había dejado eso por completo... -lamentó.

-Y me consta –le aseguró y miró con debilidad a Shinichi, quien le corrió la cara y miró con melancolía hacia otra parte –Pero esto fue demasiado para él.

-Chicos ¿Qué fue lo que ocurrió realmente? -Heiji se encontraba confundido –Entiendo que no quiera ver a Kudō ¿Pero que le has hecho tú para que no quiera verte? Se habían vuelto bastante cercanos.

Volvieron a hacer contacto visual entre los cuatro, el moreno elevó una ceja con gesto inocente esperando una respuesta, Shinichi tragó saliva y suspiró dolido sintiendo una clavada en el pecho que estaba lejos de ser un efecto del prototipo consumido.

-Te acompaño -le dijo a Saguru.

-¿No me oíste? -le refutó la castaña -No quiere verte. A mí me lanzó un vaso de alcohol –se tocó la ropa –Contigo no creo que sea diferente, puede que incluso peor –se acarició un brazo queriendo devolver el tiempo –Dale espacio y estoy segura que terminará por perdonarte.

-¿Ah sí? ¿Cuándo? -le preguntó ansiosamente sabiendo que eso era realmente difícil.

-No lo sé, pero lo hará -instintivamente cambió de posición cruzando los brazos algo molesta por el tono que había usado con ella –Recuerda que todo esto es por culpa de tu comportamiento inmaduro.

Aquel comentario le irritó demasiado, sabía que en parte tenía mucha razón, pero el resto de los acontecimientos también eran en parte carga de ella.

-Yo no te obligué a nada –se acercó a ella con el gesto fruncido poniéndose a la defensiva –Tú sola te me abriste de piernas.

Ella le propinó una bofetada tan fuerte que el ruido rebotó por todo el lugar.

Hattori y Hakuba ensancharon los ojos atónitos ante aquella información, tanto así que hubiesen preferido no enterarse nunca. Shinichi se llevó la mano a la mejilla intentando apaciguar el dolor del golpe que se sentía como mil agujas clavándose en esa parte de su piel y notando como los ojos de su amiga se habían llenado de lágrimas.

-Voy a buscar al idiota de Kaito -anunció el rubio y saliendo lo antes posible de la escena.

-¿Podemos tratar esto como adultos? Por favor –Heiji les pidió a ambos.

El detective cedió para tomar asiento y dialogar, pero Miyano abandonó una vez más la habitación para que no la vieran en ese estado tan vulnerable.

-Realmente actuaste mal esta vez –Heiji se sentó junto a él y apoyó una de sus manos encima de su hombro, demostrándole que le decía eso porque era su amigo y le importaba.  

En algún punto de esa misma tarde la casi inexistente estabilidad terminó por desmoronarse por completo. Hakuba buscó a Kaito por todas partes sin éxito, Shinichi intentó llamar a Shiho para disculparse, pero tampoco pudo dar con ella a lo que Heiji le sugirió no seguir insistiendo.

Él y Hattori en medio de latas de refresco y platos sucios estaban a punto de crear una distracción para sacar a su objetivo de lo que ahora parecía ser su guarida, pero una pelea en uno de los salones principales los hizo concentrarse en las cámaras.

-¿Quiénes son? -Shinichi apoyó su mano a un costado de la mesa para intentar ver con más claridad.

-No logro distinguirlos si se están moviendo tanto.

Heiji presionaba las teclas con gran velocidad para enfocar los rostros de los involucrados. Gracias al programa mejorado por el profesor pudieron identificarlos cuando uno de ellos golpeó tan fuerte al otro que lo mandó de cara al piso e inmediatamente los guardias y los policías que merodeaban por allí llegaron para intervenir.

-Deberíamos ir nosotros también -dijo Kudō recogiendo su móvil seguido de Hattori que se tocó los bolsillos buscando la llave de la suite.

Descendieron por las escaleras de emergencia para ahorrar tiempo y llegar a la primera planta. La ansiedad les recorrió el cuerpo cuando al acercarse la luz de todo el lugar se apagó, oyeron un grito unísono y desesperado proveniente de la aglomeración que obstruía la entrada del mismo sector.

-¡Con permiso! ¡Déjenme pasar! -pedía Heiji intentando abrirse paso -¿Qué está sucediendo ahí adentro? -le preguntó a la mujer que estaba al lado suyo.

-¡Una persona se colgó desde la barandilla del piso de arriba!

Asustados esquivaron como pudieron a la gente encendiendo linternas oyendo como los encargados hablaban por radio pidiendo que activaran el generador de emergencia, mezclado con murmullos, llantos asustadizos e incluso insultos hacia la persona involucrada.

" Creo que es una chica joven".

" Te equivocas, es un hombre".

" ¡Estaba ebrio!".

" Debió haber estado pasando por un momento muy difícil".

El detective comenzó a aterrarse considerablemente al oír toda esa información y aunque sabía que era muy poco probable, imploró al cielo para que sus deducciones estuvieran equivocadas esta vez.

Lograron llegar adelante del resto y subieron la escalinata que estaba ubicada a un costado y que daba justo hacia una terraza bien decorada. El escuadrón que había ido con Heiji ya se encontraba allí junto a un par de empleados intentando descolgar el cadáver.

-Llamen a una ambulancia -pidió uno.

-Ya es tarde. Se partió el cuello -informó el que logró desatar el cuerpo.

Tendieron a la persona en el suelo pidiendo que nadie lo tocara, Shinichi se acercó con la respiración agitada y observó de quien se trataba. Se llevó la mano al pecho al notar que no era ninguno de los dos en quienes había pensado, pero eso no disminuyó demasiado la sensación que traía encima.

-¡Abran paso! ¡Soy detective! -oyó una voz familiar a sus espaldas y al girarse vio al mago completamente desaliñado, pero lo importante es que estaba en una sola pieza.

Kaito tuvo la misma reacción que Shinichi al verlo con vida y como pudo comprobó el rostro del cuerpo que yacía en el piso. Pero si se llevó una gran sorpresa al notar que era la misma chica a quien había amenazado el día anterior.

-¡Ey! ¡No puedes pasar! -le dijo el policía que estaba resguardando la entrada a alguien.

-Tranquilo, viene conmigo –Hakuba enseñó su placa y siguió a la castaña que había ignorado las indicaciones del oficial.

Los tres sintieron un alivio impagable al notar la presencia de los otros.

-¡¿Por qué se perdieron por tanto tiempo?! -los regañó Shinichi acercándose a ellos y le fue imposible no rodear a cada uno con un brazo para acercarlos por unos cortos segundos a su cuerpo y sentir que sus corazones latían. 

Kaito soltó una risa nerviosa y se limpió el sudor de la frente.

-¡Que imbécil! También creí que alguno de ustedes... -volvió a reír de la misma manera y a causa del mareo mezclado que sentía tuvo que sentarse en el suelo hundiendo su rostro entre las rodillas para no vomitar.

Haibara no dijo nada, pero la expresión que tenía demostraba el mismo sentimiento que el de ellos dos. Los presentes los observaron sin decir nada y volvieron a concentrarse en el cadáver de la chica. En ese mismo instante, para concluir el escenario habitual, el tío Kogoro llegó junto a Ran.

A los breves momentos las luces de todo el recinto volvieron a funcionar con normalidad. Se aseguraron de que no hubo involucración de terceros, realizaron los llamados correspondientes a los servicios que se llevarían el cuerpo y aunque tomó tiempo tomaron declaraciones a todos los presentes. A simple vista parecía lo que todas las señales indicaban, que se trataba de un suicidio por lo que no pudieron hacer mucho, la joven se había envuelto un cinturón al cuello.

-Hattori, esto está extraño -le habló Shinichi -Esta es la chica estuvo con Kaito la tarde de ayer, en la habitación de ese sujeto.

-Si, también pienso que algo no cuadra –lo apoyó -Aunque todos vieron como ella misma se colgó.

-Que se haya ido la luz tampoco es coincidencia –Hakuba se acercó a ellos.

-Ya enviaron a un oficial a revisar las cámaras de seguridad –El inspector Otaki, quien había llegado hasta el lugar cooperó con ellos –Pero alguien colocó imanes en la sala de vigilancia unos quince minutos antes de que el sistema eléctrico colapsara por completo.

Recordaron entonces la identidad de los sujetos que habían generado el alboroto previo.

-¿Por qué habrán estado discutiendo? Se supone que son del mismo bando –dijo Kudō en voz alta apoyando los dedos en el mentón -¿Dónde se metió Kaito?

Sabía que seguía ebrio y evitando que Ran notase su presencia para no generar otro problema, pero hace un rato que se había marchado y no sabían dónde. Shinichi vislumbró muy a lo lejos en el primer piso la silueta del viejo Hitoshi irse entre los demás. Tenía intenciones de seguirlo, pero en ese mismo instante Kaito llegó a su lado y les pidió alejarse de los oficiales para hacer grupo aparte.

-¡Esto es grave! -se encontraba igual de agitado que antes y aun traía restos de maquillaje en la cara –Descubrieron que entraron a hurgar a sus habitaciones.

-¡Pero no dejé ningún rastro! -exclamó Heiji por lo bajo.

-Ya. Y aun así lo descubrieron, no saben quién fue, pero no son estúpidos para saber que fue alguien que tiene relación con la policía. El otro idiota –se refirió a Hitoshi y continuó explicando -Por miedo no fue capaz de confesar que llevó a alguien ajeno a la habitación -ladeó la cabeza para resaltar que se trataba de él y su disfraz –Y uniendo cabos, se dieron cuenta de que coincidía con la hora a la que habían enviado a la muchacha a dejar las cosas -suspiró sintiéndose culpable –No sé por qué, pero prefirió amenazar a la chica para que no dijera nada y ella al verse atrapada terminó soltando algo de información a uno de los cabecillas, que era uno de los que estaba peleando abajo. Seguramente estaban discutiendo por eso.

-Ya entiendo -concluyó Hakuba hastiado –Deben tener a alguien entre la policía que les está pasando información, porque no había manera que descubrieran que habíamos entrado.

-Y lo otro -siguió Kudō -Hay testigos que afirman haber visto a la chica correr, como si estuviese huyendo. Él debe haberlo descubierto y salió tras ella para silenciarla -lamentó con pesar -Prefirió ponerle fin a todo por cuenta propia.

El mago se sentía culpable y el revoltijo de emociones y sustancias que traía en la sangre no lo ayudaban a sentirse mejor.

-Sigo sin entender como descubrieron y corroboraron que entramos –maldijo Heiji sacudiendo la cabeza –Me preocupé incluso de dejar los jabones bien cerrados.

-¿Jabones? -preguntó Shinichi de repente.

-Si. Recuerda que busqué droga entre los artículos de aseo personal–lo ayudó a hacer memoria –Cremas, recipientes de champú y esas cosas con contenido líquido.

Su cabeza dio un vuelco y comenzó a actuar a inmensa velocidad. Se dirigió con brusquedad a Kuroba para que le corroborara la información.

-¡Kaito! ¡¿De qué estaban fabricados los que viste tú?!

Perdió levemente el equilibrio debido a la impresión y los cuatro, al mismo tiempo se echaron a correr al darse cuenta de lo que estaba por suceder, pero por más rápido que corrieron, no alcanzaron a llegar. Una fuerte explosión proveniente del sector de las habitaciones de la última planta iluminó y retumbó todo el lugar.  





¿Cómo sabremos cuál es el komodo 3000?   ok sin referencias xD 

HALLO! ¿Cómo están? 

Prometo que la próxima actualización será doble n.n 

Fue re loco porque cuando estaba editando la primera parte del cap mis vecinos estaban escuchando canciones de Luis Miguel y yo aquí escribiendo el drama 🤣

Espero poder actualizar pronto, los quiero mucho, tomen awa 

Abrazos

;DD

💙💚💖💛💜


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