LI. Apuntar en colores (Parte 1)


Ninguna de las veces que una situación los había tomado por sorpresa podía compararse con aquella. Los tres hicieron una pausa esperando que alguno reaccionara antes. La mujer no sabía ni sospechaba nada del estado de la chica y ella nunca quiso contarlo por temor a las represalias y porque se suponía que todo se arreglaría en poco tiempo, ya que Kaito se estaba encargando de eso.

-¿A qué han estado jugando ustedes dos? -preguntó la mujer mirando a ambos jóvenes. Una de las cosas que más odiaba era que la tomara por ingenua -¿Qué es todo esto? ¿Qué fue lo que hicieron?

Cerró la puerta y le puso llave, cosa de que fuese imposible que alguno saliera huyendo.

Olfateó el ambiente esperando con impaciencia una respuesta. Los dos se miraban entre sí, pero a ninguno le salía la voz.

-Siento mucho todo esto –Kaito se atrevió a hablar -Jamás fue mi intención que se hiciera ideas equivocadas. Yo acepté trabajar para usted por cuenta propia -miró a la chica a su lado –Lo nuestro no tiene nada que ver.

-¿Por qué debería creerte? -lo encaró -Te metes en mi casa, abusas de mi confianza, ocultas  esto por todo este tiempo... ¿Y tú te vas a quedar callada?

La nombrada estaba siendo consumida por unos nervios que le era imposible controlar. No quería que Kaito que llevara todo el peso de la situación, pero no sabía ni por donde comenzar.

Intentó mantener la compostura, pero por primera vez en mucho tiempo, la carga de sus circunstancias le cayó como un balde de agua. Comenzó a temblar y a respirar de manera agitada a causa de los sollozos que le fueron imposibles de contener.

-¡Se lo pido, por favor! -Kaito se levantó asustado al verla –La culpa es mía. Asumiré toda la responsabilidad, pero por favor... No le haga nada a ella.

-Muchacho... ¿Qué clase de persona crees que soy? -se sintió completamente ofendida -¿Realmente piensas que sería capaz de hacerle algo en ese estado?

Dio pasos lentos y firmes hacia la pelinegra. Prefería acercarse de a poco para que comprendiera que no tenía intenciones de hacerle daño.

-¡Discúlpeme, señora! -habló de repente –Todo fue mi culpa. Siempre intenté hacer mi trabajo de la manera en la que me ordenaban –se pasó las manos por las mejillas para secarse las lágrimas -Voy a aceptar su castigo o lo que quiera hacer conmigo.

-Primero que todo, tranquilízate, por favor -recuperó su tono autoritario –No voy a hacer nada que te perjudique –giró sus ojos hacia el mago –Pero agradecería que me contaran la historia competa. Y sin mentiras -advirtió.

Pactaron para no agredirse de manera verbal y abordaron el asunto como los tres adultos que eran.

-Nos conocimos por casualidad -afirmó la joven mirando a Kuroba –Conectamos de inmediato y... -recordó su primer encuentro y con vergüenza miró al suelo.

El mago tomó la palabra.

-Y charlamos por un largo rato.

-Si que conectaron bien -soltó la mujer con ironía entendiendo todo.

-Luego todo se dio de manera natural. Usted necesitaba un mago para la fiesta y yo le dije que conocía a uno. Que resultó ser Kaito.

-Y todo siguió igual que siempre -él retomó la palabra –Llegaron las fiestas de fin de año y cuando regresé al país usted me contactó. El resto de la historia usted la conoce. Hemos estado trabajando y he aprovechado para verla a ella cada vez que vengo.

A vista de la mayoría, era una historia creíble. Lo que, en realidad, así era, salvo que se estaban saltando un detalle.

-¿Y qué es lo que piensan hacer? -les preguntó -¿Cuál era su plan? ¿Huir o algo por estilo? -miró a la joven -¿Tú crees que mi esposo va a dejar esto pasar? -La señora Majime suspiró agotada. La situación era delicada.

Kaito miró a la pelinegra, insistiéndole con la mirada de que era ahora o nunca. Debía contar aquello, pero como lo habían discutido una infinidad de veces antes, ella tenía miedo.

-Voy a intentar interceder por ustedes –se compadeció finalmente –Pero no puedo prometerles nada. Mi marido es un hombre rencoroso y con ideas retorcidas –se dirigió a Isabelle –Por el momento voy a intentar brindarte todos los cuidados necesarios. Así que necesito que pongas de tu parte –ahora se fijó en Kuroba –Y nosotros seguiremos con lo nuestro, pero intenta no meterte en problemas. Ahora tienes a alguien más que cuidar.

-Si... -suspiró Kaito agradecido y volvió a echarle una mirada a la chica.

-¿Va a contarle a su esposo acerca de Kaito? -miró con susto y ella le explicó que tenía que hacerlo –P-pero él es capaz de hacerle daño -su nerviosismo comenzó a delatarla.

-¿Tanto te preocupa? -la interrogó casi de manera fría.

Kaito se dio cuenta de la preocupación que ella estaba sintiendo por él, así que aceptó dejarlo pasar.

-No te preocupes –intentó transmitirle confianza –Todo va a estar bien.

Y ante eso, prefirió no seguir poniéndolo en peligro.

-Es que... -dio un último sollozo para ponerse firme –Kaito se ha preocupado mucho por mí, pero él no... -se palpó el vientre instintivamente y volvió a llorar –Es que fue mi culpa... Yo no debí...

-¡Ya deja de culparte! -explotó el chico a su lado de repente -¡No fue tu culpa! ¡Y no creo que exista alguien tan insensato que piense que inventas algo así! -miró a la señora Majime quien nuevamente parecía desentendida –Escuche, por favor. Ella tiene que contarle algo -suspiró tomando aire -Había optado por seguir apoyándola de la manera en que ella quería y la verdad es que por ella no me importa tomar un papel que no me corresponde –dijo con seguridad –Pero no veo por qué debería callarse.

Intentando no ahogarse en su malestar físico y mental, le contó toda la historia a su señora. De cómo en una de las constantes reuniones otro de los secuaces de su marido había abusado de ella.

-¿Y por qué no me lo dijiste? -se espantó la mujer -Podríamos haberlo solucionado...

-Porque...me arriesgaba a que no me creyera y porque yo fui una tonta al haberme acercado y confiado en él...Y porque no quería que me obligara a abortar.

Kaito y la señora volvieron a intentar hacerla entrar en razón.

No era su culpa, nunca lo había sido y nunca lo sería.

La joven intentó entender y en parte, se convenció, pero había sido tanto en tan poco tiempo, que ellos prefirieron no agobiarla más.

-No te iba a obligar a hacerlo si no querías -confirmó y por primera vez, la chica se sintió respaldada por ella.

-¿Ves? -habló el mago –Ya pasó lo peor. Ahora concéntrate en tu salud.

Vieron que la señora Majime sacó su teléfono móvil y comenzaba a llamar. Lo primero que hizo fue pedir una cita médica y luego le marcó a su marido.

-Querido –lo saludó de manera gélida -Sé que estás ocupado, pero necesito que vengas lo antes posible a casa –se quedó en silencio unos segundos escuchando la respuesta de él -Si, ocurrió una situación grave.

Al cabo de otros segundos más, ella colgó dando todo por concluido. Esperarían un par de horas a que su marido volviera a casa y mientras tanto, le dio permiso al par de despejarse.

Prefirió dejarlos a solas y cuando abrió la puerta para abandonar la habitación, tres figuras pequeñas cayeron al suelo.

-¿Qué hacen ustedes aquí? -los regañó -Es de mala educación escuchar conversaciones ajenas.

Kaito miró a sus niños, negando con el entrecejo fruncido en señal de desaprobación y ellos le devolvieron una mirada nerviosa que intentaron ablandar con una sonrisa.  

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.

Conan y las niñas decidieron matar el tiempo armando un rompecabezas en la mitad de la habitación, Haibara esperó un rato para poder al fin hacerse a un lado e ir en dirección de los otros dos. Se acercó sutilmente a su lado y ellos aceptaron su compañía.

Kuroba se distraía con un pequeño autito de carreras utilizando el abdomen de la chica como un tobogán, haciendo que cayera de un lado a otro una y otra vez. Ella parecía no inmutarse.

Hasta que, obligadamente tuvo que ponerse de pie, ya que Gina comenzó a llamarla para solicitar su ayuda con una de las piezas que no terminaba de encajar.

-Ten –Haibara le ofreció el fármaco para tratar el estrés que estaba consumiendo de forma habitual desde hace un tiempo.

Él lo aceptó e ingirió la píldora rápidamente.

-¿La pequeña te ha dicho algo? -la interrogó con algo de impaciencia. Quería irse a casa.

-Aún no, pero quiere enseñarnos algo -expresó sin mucho interés -Solo que sin ustedes cerca.

-¿Crees que se trate de algo importante? -preguntó casi sintiéndose ofendido -Está armando demasiado misterio. Incluso el detective parece obstinado en saber.

-Ya lo averiguaremos –se encogió de hombros –Aunque, estoy casi segura de que es algo que robó -pegó un largo bostezo dando a entender que ella también quería marcharse de ese lugar.

La puerta, una vez más volvió a abrirse de manera inoportuna. Una de las encargadas entró buscando a la pelinegra, informándole que la esperaban en el despacho del señor de la morada.

Ella buscó inmediatamente la mirada del mago, quien le devolvió el gesto con algo de preocupación, pero insistiéndole una vez más que todo estaría bien.

Ante esto, Ai-chan miró a ambos, luego buscó la aprobación de Kudō y este asintió.

Rodó los ojos e intentó adoptar una actitud infantil y se acercó corriendo hacia la joven que caminaba hacia la puerta.

-Quiero ir contigo –se aferró a sus piernas con gesto lastimero.

-No puedo llevarte. Es una charla de adultos –se compadeció apoyando la mano en su cabeza –Luego regreso para jugar contigo.

La miró por última vez y con gesto inocente la dejó marchar. Al verla salir, volvió a relajar el rostro al aburrido de siempre, miró nuevamente al pequeño Shinichi asintiendo con la cabeza y se fue a sentar junto a Kaito.

-¿Y eso a qué vino? -preguntó tomándole el pelo -¿Acaso te enamoraste de ella?

-Ya me lo agradecerás -garantizó sacando un pequeño dispositivo de escucha y se lo colocó en el oído, ahora ambos podían escuchar la conversación.

Como siempre, el metiche de Shinichi Kudō quería participar.

-Dame –dijo estirando la palma de su mano –Yo también quiero saber que hablan.

-Tú tienes que sacarle información a la enana –le recordó Kaito.

-¡Ya estuve jugando con ella mucho tiempo y no quiere decirme nada! -alegó casi inflando los cachetes -Ahora le toca a Haibara.

Ella arrugó los labios y se quitó el auricular de la oreja. Se lo entregó de mala gana y fue a hacer su mayor esfuerzo para que la niña hablara de una vez por todas.

En un gesto repentino, Kaito tomó al niño de la cintura y lo sentó en sus piernas. Ambos se colocaron bien el dispositivo y agudizaron el oído con toda atención.

En un principio no se escuchaba nada, pero en el transcurso de unos minutos, oyeron como le daban la instrucción a ella para que ingresara al despacho.

-Buenas tardes, señor -lo saludó con voz temblorosa.

-Si –dijo él de manera cortante -¿Qué sucede? ¿Para qué me llamaron tan urgente?

Hubo otra pausa corta y la señora Majime, quien también se encontraba allí, comenzó a hablar.

-Es un asunto muy delicado, esposo -sonó impostada –Así que por favor te voy a pedir que no te alteres y escuchas lo que tiene que decir hasta el final.

El nerviosismo de la joven era tanto, que los chicos podían oír su respiración agitada y el roce de la ropa por el micrófono.

Comenzaron el relato intercalando información. Se dieron algunos nombres, fechas y lugares que los chicos desconocían.

Tal como le habían pedido, el hombre no pronunciaba palabra alguna, solo emitía sonidos que respondían a que estaba siguiendo el hilo de la conversación. Se dieron cuenta de que Isabelle en varios puntos de su relato hacia pausas para poder mantenerse firme.

-Y fue entonces cuando... -se le volvió a quebrar la voz.

-¿Cuándo qué? -escupió el hombre impaciente.

-Él abusó de mí -una nueva pausa se formó hasta que terminó de acumular la última parte en su boca –Y no dije nada porque, conozco mi lugar y no puedo quejarme de la vida que me ha dado, pero salió peor de lo que tenía que haber salido –se descubrió el suéter que era de varias tallas más grandes y enseñó el vientre para darse a entender.

Ni Kuroba, ni el detective se atrevieron a pronunciar palabra alguna, estaban expectantes por oír con claridad lo que sucedería luego de tal confesión.

-Esposo, esto no puede quedar así -habló la señora -Sugiero que tomes las medidas necesarias contra ese hombre y...

La interrumpió.

-¿Qué estupideces estás balbuceando, mujer? -su actitud tosca y agresiva salió a flote -¿Es que no te das cuenta de lo que ha hecho esta inútil?

Naturalmente no se hubiese tomado la molestia de contradecirlo, pero la situación lo ameritaba.

-P-pero querido -intentó sonar sumisa –Ella te está diciendo que fue pasada a llevar contra su voluntad –la apuntó -Y hay pruebas claras de que lo que dice es verdad.

-¡Ella lo provocó! -volvió a interrumpirla y se paró bruscamente del asiento generando ruido -¿Por qué no habló antes? ¿Por qué lo ocultó todo este tiempo?

-Estaba asustada -explicó su mujer -Pensó que no le creeríamos y no supo cómo reaccionar.

Se escuchó como el hombre daba grandes zancadas hacia la joven y le propinó una bofetada tan fuerte que la tiró al suelo.

Conan y Kaito se pusieron instintivamente de pie en un brinco.

-¡Quiero que solucionen esto ya! -gritó a ambas -¡No te permito que sigas en ese estado!

-Querido, por favor, tomemos esto con calma. Eso que sugieres no es posible.

-¡Tenemos dinero de sobra para pagarle a alguien!

-¡No, por favor! -le rogó abrazándose la cintura para protegerse de nuevo golpe. Que la señora Majime logró detener -Haré lo que quiera, pero por favor... -pidió casi sin fuerzas - No me obligue a hacer eso.

-Desde hoy, tienes prohibido salir de esta casa –le advirtió -Me vas a dar tu teléfono móvil y solo te dedicarás a cuidar a mi hija -volvió a amenazarla –Y cuando esa cosa nazca, ya veré que hacer con él y contigo -escupió con ira y le dio una patada cerca de un brazo para abandonar la habitación con un sonoro portazo.

Shinichi empuño el puño, sintiendo impotencia y Kaito le presionó el hombro para evitar que saliera corriendo hacia ellos.

-Tenemos que solucionar esto pronto -soltó el detective más que nada hacía sí mismo.

-Ya lo sé -coincidió cansado.  

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.

La voz de lo ocurrido recorrió toda la mansión y llegó a oídos de todos. Al conocer el temperamento de sus empleadores, ninguno se atrevió a decir mucho, pero todos estaban igual de atónitos con la noticia.

El grupo siguió a la espera de la chica en el cuarto de Gina. Tardó un rato, ya que la señora Majime la obligó a tomarse algo en la cocina para intentar que se calmara un poco. Y cuando finalmente volvió con ellos, los tres le dedicaron una mirada de lastima al ver que el golpe en la cara había sido más fuerte de lo que creían.

-Es un maldito... -exclamó Kaito examinando el pómulo hinchado y que comenzaba a tornarse morado.

-Deberías ir a descansar –le sugirió Conan.

-No puedo -intentó esbozar una sonrisa y apuntó a Gina que se acercaba a su lado sin entender que pasaba –Tengo que ayudarla a terminar el rompecabezas.

-Nosotros nos quedamos con ella –dijo Ai.

Tardaron un poco en convencerla y la tarea se hizo más complicada al ver que la hija de sus señores había notado su mal estado y quería quedarse junto a ella. Pero entre todos lograron explicarle que su amiga debía descansar ya que no se sentía bien.

El cielo se tornó oscuro indicando que era hora de marcharse. La preocupación no había disminuido y temían dejar a la joven sola en aquel lugar.

-¿Por qué no te quedas con ella esta noche? -incitó el detective al mago -Así te aseguras de que no le hagan más daño.

-Está bien -aceptó de manera cansada –Les pediré un taxi para que vuelvan a casa.

Kudō observó a las niñas hablando en un rincón y a pesar de que estaban algo lejos, vio como Gina le enseñaba un trozo de papel a Haibara.

-¿Y esto? -le preguntó mirando un sobre por ambos lados.

-¡Es un boleto! -exclamó emocionada -¡Papá va a llevarme de viaje! ¡Lo prometió!

Ai-chan lo abrió con cuidado esperando encontrarse con un billete de avión, pero para su sorpresa, se trataba de una invitación. La leyó rápidamente por encima y optó por seguirle el juego.

-Eso es genial -curvó sus labios en una sonrisa –No olvides traerme un souvenir.

Creyendo que había hecho una amiga nueva, se mostró cálida y le dio un abrazo fugaz, dejando a la pequeña de melena castaña algo extrañada.

Se reunió con los chicos cuando el taxi finalmente llegó a buscarlos, obligó a Kaito a agacharse hasta alcanzar su altura y le susurró al oído lo que había descubierto, dándole la clara indicación de que averiguase de que trataba todo eso.

Se despidieron y se quedó a solas con la pequeña Gina, miró el reloj, era algo temprano para que se fuera a la cama, así que no le quedó de otra que jugar con ella un rato más, logrando cansarla y que cayera profundamente dormida. Visto que Isabelle se encontraba ausente, tuvo que cumplir con su rol y llevarla a la cama él mismo.

Para asegurase de que Isabelle estaba bien, se dirigió a su cuarto.

Giró con cuidado el pomo de la puerta para no despertarla. Adivinaba, la chica se encontraba durmiendo en posición fetal en la cama. Con sigilo y habilidad, le robó un par de cojines para lanzarlos al suelo, fue en ese entonces, que la chicha despertó.

-¡Estoy despierta! -se excusó agitada y miró hacia la ventana con preocupación notando que la luz de día era inexistente -¿Sigues aquí? -miró a Kaito intentando ubicarse -¡Mierda! Debo acostar a Gina.

-Ya lo hice yo –le informó improvisando una cama en el piso.

-¿Qué haces? -se pasó la mano por el cabello para intentar peinarlo.

-¿Qué no ves? Me voy a quedar a dormir.

-¿Aquí? -levantó una ceja y el mago asintió -¿Por qué aquí? Ya fue suficiente jaleo por hoy –se preocupó -Si alguien te ve puede que tengas problemas. Además... el piso no parece muy cómodo.

-Está bien –le sonrió de manera cálida y esponjó una almohada -He dormido en lugares peores.

No quería hacerse ideas equivocadas y también comenzó a sentirse culpable.

-Ya, dime ¿Por qué estás aquí?

Él, por su parte, no quería hacerla sentir responsable, así que intentó ser lo más suave posible, pero su naturaleza pícara salió un poco a flote.

-Porque... Seré tu ángel guardián por esta noche.

Entonces ella entendió todo, se abrazó las rodillas dentro de lo que su cuerpo le permitía y lo siguió observando desde la altura de la cama. Esperó que Kaito reposara su espalda en el sitio para dormir improvisado y le pidió.

-Ven. Súbete a la cama –le hizo un espacio y dio una palmada como indicación.

-¡Qué atrevida! -bromeó sin evitar sonrojarse y ella le dio un almohadazo como respuesta –Te lo agradezco, pero no quiero dejarlos sin espacio.

-Bueno, dicen que donde caben dos, caben tres –le restó importancia.

Lo meditó por unos momentos y terminó aceptando, diciéndose para sus adentros que a lo que la muchacha se quedara dormida él volvería al piso. Ella volvió a hacerle un poco más de espacio en lo que él iba a apagar la luz y se acostaba a su lado.

Quedaron con sus ojos de frente y a pesar de que la luz de la iluminación de la calle se colaba muy poco por la ventana, al mago le fue inevitable no concentrar su atención en el golpe. Sin poder controlar su mano, la llevó hasta su mejilla y la acarició con cuidado.

-Lo siento –se disculpó como si fuese su culpa -Quizás tenías razón y era mejor no contarlo.

-Kaito... -susurró ella sin dejar de mirarlo –Tienes que parar con esto. Vas a acabar mal... No quiero que sigas teniendo problemas con esta gente -suspiró acortando la distancia -No me perdonaría si algo te llega a suceder.

El ladrón unió sus pies bajo la sábana.

-Intenta no pensar en eso –la tomó de la nuca para que apoyara la cabeza en su pecho.

Le dio una última orden, pidiéndole que descansara y ambos cerraron los ojos. Ninguno deshizo la posición hasta que los primeros rayos de sol comenzaron a salir. Kaito fue el primero en despertar, se quedó mirando el techo por unos largos minutos y cuando decidió que ya era tiempo de irse, se separó con cuidado de la pelinegra que seguía plácidamente dormida. 

Al llegar a casa, esperó encontrarse con alguno de los detectives como de costumbre. Se fue directo hacia el ruido de las risas que provenían desde la sala, pero al entrar, no vio a ninguno de ellos.

-Buenos días -saludó a los tres personajes que lucían de lo más cómodos.

-Hasta que al fin llegas –lo saludó Haibara.

Se quedó algo desentendido mirando a la niña, recostada en el sofá. Y a cada uno de sus lados, de la misma manera, a Akai y al joven rubio, a quien conocía por el nombre de Amuro. No conocía muchos detalles acerca del pasado de ellos tres, salvo que habían tenido un vínculo complicado que rodeaba lo peligroso, pero que ahora parecía algo que quedó atrás.

-Tengo lo que me pediste –le dijo Kaito sacándose del bolsillo el mismo sobre que había visto la noche anterior.

-Bien. Kudō-kun y los demás te está esperando –con la cabeza indicó la vivienda contigua –Al parecer lograron descubrir algo antes que tú.

Pudo jurar que existía una pizca de reproche en su comentario.

-¿Tú no vienes? -prefirió preguntarle sintiendo que parte de su naturaleza protectora se hacia presente. Se le hacía extraño verla tan a gusto con ellos, y no parecía agradarle demasiado la idea de dejarlos a solas con ella, sobre todo teniendo en cuenta de que era una niña. 

-No. Es cosa de ustedes, por el momento no tengo mucho que aportar –concluyó y esperó a que el mago se marchara para continuar en lo que estaban.

Luego de refrescarse un poco y cambiarse de ropa, salió de la casa para reunirse con los detectives.

Era exactamente como siempre, los chicos reunidos alrededor de la mesa, concentrados leyendo y ordenando una gran cantidad de papeles. Fue directo al grano, los saludó y depositó el sobre encima de todo el desorden para darse a entender.

-¿Es una de las invitaciones? -Hattori se apresuró en abrirlo, dando a entender que estaba al tanto de todo.

-Sí -aseguró -La niña la tenía entre sus cosas. Espero no la eche demasiado de menos –se sentó junto a ellos alrededor de la mesa y pidió que lo pusieran al día -¿Qué es todo esto?

-Es una invitación para la inauguración de un hotel en Osaka -explicó el pequeño Shinichi, quien le quitó de las manos el sobre a Hattori.

-Coincidentemente Kudō-kun fue invitado -continuó Hakuba y Kaito ladeó un poco su rostro en modo de pregunta –Resulta que el grupo Suzuki es uno de los invitados y la señorita Sonoko, quien también invitó a Ran Mōri, sugirió invitar a nuestro amigo.

-¿Por qué? -se extrañó Kuroba -¿Qué pinta él en un lugar como ese? -miró a Shinichi.

-¿Y eso que más da? -le restó importancia –Tenemos un acceso más y lo vamos a aprovechar.

-¿Y supongo que quieres que me haga pasar por ti otra vez? -levantó una ceja sin demasiado entusiasmo.

-Sí -respondió de manera seca, dando por hecho que el otro aceptaría -Iría como Conan, pero la entrada a los niños está restringida. Así que no hagas planes para mañana.

-Entonces ¿No irás? -No se creía aquello. Lo conocía demasiado para saber que buscaría la forma de escabullirse sin ser descubierto.

-¡Por supuesto que sí! -se apresuró a decir –Utilizaremos la influencia de Hattori para entrar. Y Hakuba utilizará la invitación para acompañarte.

Parecían estar organizándose bien. Terminaron de trazar más de un plan en caso de que tuvieran inconvenientes, solicitaron un par de herramientas que el Profesor Agasa les proporcionó y finalmente regresaron los cuatro a casa de Shinichi.

Por mera curiosidad, Kaito se asomó nuevamente por la sala, logrando que los demás lo siguieran.

Haibara, Akai y Amuro seguían en la misma situación, charlando entre ellos como si se estuvieran contando mil cosas a la vez. Ellos, al ver al grupo invadir su espacio, guardaron silencio e intentaron sonar de manera casual, saludándolos e incorporándolos a una nueva conversación relacionada con el evento que se avecinaba.

-¿No creen que levantaría un poco de sospecha que un detective vaya solo? -habló Furuya asimilando la situación por encima.

-¿Es que acaso tienes ganas de ir? -le preguntó Kaito con toda la confianza del mundo a pesar de que solo habían tenido dos breves encuentros.

-Me refiero a que es mejor que su presencia sea bajo una excusa creíble o que vaya de invitado con alguien más.

Ese aporte les hizo replantearse su plan y entre el temperamento de Hattori y de Kuroba lo único que consiguieron fue que comenzaran a alzar la voz y dejar al detective de Londres sin demasiada paciencia. Fue tanto rato de aquello, que Shuichi y Rei se marcharon al ver que no tenían nada más que hacer allí.

Fue en ese entonces, que Haibara aprovechó para hacerse a un lado junto con Shinichi.

-Ya sé lo que me vas a pedir -expresó adivinando que él le pediría un prototipo de "por si acaso llegara a necesitarlo" -Y por esta vez voy a ceder a tu petición, pero solo si lo veo necesario -vio la sonrisa precipitada formarse en sus labios –Y además de eso, quiero comentarte otra cosa.

-¿Qué sucede? -se preocupó al notar que su actitud se tornó más seria de lo normal.

-Digamos que en todo este tiempo logré hacer un avance –suspiró sin alardear –Pero no voy a probarlo contigo hasta estar bien segura.

Creyó entender a que se refería, pero era tanta su sorpresa que le preguntó de todas maneras.

-¿Estás diciendo qué...

-Sí -le interrumpió y dirigió sus ojos fugazmente hacia una esquina y volvió a clavarlos en los del muchacho -Tú madre tenía razón, encontraría una oportunidad para utilizar su obsequio -Kudō tragó saliva expectante por lo que ella estaba a punto de soltar -Seré la acompañante de nuestro amigo el detective de Londres.  



Volí, tarde como siempre, pero volví 😎

Oiiigan ¿Recuerdan que les dije que TAL VEZ me estaba guardando una escena para otra ocasión? Se alarmaron y yo nunca di nombres xdxd 

Pero calma, que saben que siempre aviso antes de algún tipo de contenido sensible

En breve les traigo la siguiente parte, denme un momento

 ;DDD 

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