L. Alto voltaje


🌟Advertencias: no lo puse en el título pero hay una escena subida de tono


Efectivamente, era un grupo reducido, de solamente doce personas, entre ellos hombres, en su mayoría y un par de mujeres. Había coincidido con unos cuantos de ellos antes y es que, en todo ese tiempo, le estuvieron presentando a personas de diferentes oficios; todos cometiendo algún tipo de delito.

Y los chicos también le habían mostrado fotografías e informes de algunos individuos que podían estar relacionados con aquellos rostros.

Fue memorizando cada nombre y rostro nuevo, a pesar de que no tenía necesidad, ya que poseía un imperceptible micrófono oculto entre su ropa y sabía que los detectives estaban oyendo todo y trabajando desde el otro lado.

Se sentía como un accesorio nuevo, la señora lo presentaba, o más bien, lo presumía ante todos y él se presentaba resaltando sus habilidades de mago. Toda la atención recayó en él hasta la hora de la cena.

Los invitados fueron guiados hasta una pintoresca sala, con una gran mesa central rodeada de sillas con el número exacto de invitados. Se fueron sentando uno a uno.

Agradecía tener conocimientos para mantener la etiqueta. Miró la comida, se veía apetitosa, pero se llenó de sospecha al recordar el comentario de camino allí.

-Descuida, esto no tiene nada, pero no pierdas de vista ni tu plato ni tu copa –le aseguró ella.

Kaito se vio tentado de colocar una servilleta encima de su vaso y recordó sucesos del pasado.

La conversación tomó inicio girando en torno a negocios, escuchó atento y dejó que la mujer que lo acompañaba hiciera las preguntas. Le pidieron la opinión un par de veces, sus respuestas eran cautelosas y ensayadas, por lo que recibió completa aprobación y una que otra risa a cambio de ciertos comentarios con el objetivo de alivianar el ambiente.

Todo parecía ir normal, hasta que la hora de comida finalizó. El grupo se esparció nuevamente por la sala y fue en ese entonces cuando la mujer aprovechó para darle instrucciones.

-Ten –por debajo y susurrante, le entregó en la mano un pequeño dispositivo de almacenamiento –Camina por el pasillo y abandona la sala disimuladamente. Busca el despacho, en el interior debería haber un ordenador, intenta sacar todo lo que puedas. Yo intentaré distraer al resto -explicó frívolamente –Si alguien te descubre por allí, inventa una excusa –vio al joven asentir y moverse para dar un paso, pero lo detuvo -Aún no. Espera un rato más, cuando el alcohol haya hecho efecto.

Así lo hicieron, convivieron con el resto un tiempo más, siendo unos de los pocos que no bebieron alcohol. Al percatarse de que a algunos comenzaban a elevar las risas y las conversaciones pasaban a ser un poco menos formales, entendió que era el tiempo de actuar.

-Con permiso –se disculpó con el dueño de casa con quien llevaba un rato hablando –Voy un momento al servicio.

-Está al fondo del pasillo doblando a la derecha –indicó el hombre, de edad mayor y siguió su charla con la mujer, que no le quitaba la atención de encima.

Abandonó la sala y comenzó a trazar un mapa mental. No era una casa tan grande a comparación de otras, por lo que no le fue difícil ubicarse. Naturalmente, las habitaciones permanecían cerradas, se aseguró antes, de que no hubiera cámaras de seguridad y comenzó a abrir una por una.

Comenzaba a sospechar que el despacho que buscaba se encontraba en el piso de arriba. Sin mucho cuidado y pensando que seguiría sin obtener suerte, abrió otra puerta, encontrándose con la sorpresa de que en el interior había dos invitados.

-¡Lo siento! -se disculpó tarde. Ya había observado lo que tenían encima de la mesa –Estaba buscando el baño.

-Es la última puerta –dijo uno de los hombres. Vio como Kaito asentía con la cabeza y cuando se movió para marcharse, lo detuvo -¿Quieres un poco?

Kaito lo vio apuntar a unas líneas blancas sobre la mesa. Cerró la puerta con cuidado y se acercó a ellos.

El otro sujeto a su lado se apresuró a inhalar una raya.

-Aprovecha –lo incitó moviendo la nariz y pegándole un brusco empujón -Es de buena calidad.

Sintió su teléfono vibrar en el bolsillo y se imaginó la escena que debían estar montando en casa de Shinichi. Tenía la certeza de quien estaba llamando era Saguru.

-No debería -arrugó la frente y se defendió por el empujón -Me pone un poco violento.

El sujeto lo ignoró, sacó unos cuantos billetes del bolsillo y se los entregó al otro.

-Más rato te pido otra.

El contrario, se guardó el dinero en el bolsillo y volvió a sugerirle a que probara un poco.

-Invita la casa –se concentró al escuchar lo que comenzaba a hablarle su acompañante.

-De ser así...

El mago tomó un papel de los que estaban encima y lo enrolló. Acercó de a poco su nariz, aprovechó la distracción de los dos y sopló el polvillo hacía sí mismo. Imitó el gesto de toquetearse la punta de la nariz y se quedó unos breves instantes compartiendo con ellos hasta que logró separarse y retomar su objetivo.

Solo que primero, se ocultó en el baño y atendió la llamada.

-¿Qué? -se apresuró a preguntar. No le sobraba el tiempo.

-Por tu bien espero que no te hayas metido nada –la pesada voz de su amigo se escuchó preocupada desde el otro lado.

-¿Para eso me llamas? -se molestó.

Escuchó como él y el pequeño detective forcejeaban por el dominio del teléfono y este último salía victorioso.

-Kaito –la inconfundible voz de Shinichi lo llamo –Intenta buscar alguna caja fuerte. Normalmente ocultan documentos importantes allí dentro.

-Entendido –dijo y colgó la llamada rápidamente.

Salió del baño, aprovechó que nadie andaba cerca y se colocó los anteojos mejorados para acortar tiempo y dar con su objetivo. Tardó escasos segundos en dar en el blanco.

Avanzó hacia la alejada puerta, volvió a vigilar que nadie lo seguía, logrando forzar la cerradura e ingresó de una vez.

Encima de un escritorio ubicado en una esquina de la habitación, había un ordenador.

Se colocó los guantes y la encendió para comenzar a fisgonear. Entre que se encendía, hizo una evaluación panorámica del espacio.

Parecía una oficina de trabajo bien equipada, supuso que era utilizada solamente por su dueño. Hizo caso a la petición de Shinichi y sospechaba que detrás de un cuadro colgado en la pared contraria podía encontrar lo que buscaba.

Supo adivinar la contraseña de ingreso y comenzó a transferir información y archivos a la memoria USB. No le fue nada difícil y le tomó unos pocos minutos volver a dejar todo como estaba.

Se dirigió ahora a la pintura en la pared, la quitó dando de frente con el sistema de cierre. Sacó las herramientas necesarias y con total concentración comenzó a girarla para abrir. Había hecho eso tantas veces que no era más que otro puzle para él.

Escuchó como el "click" casi inaudible avisaba que el candado había sido abierto y metió con cuidado la mano dentro.

Les echó una mirada rápida a los papeles y comenzó a enviar fotografías de los mismos al móvil del detective y con una rapidez asombrosa, regresó todo a su lugar.

No tenía nada más que hacer ahí dentro, giró el pomo de la puerta, tropezando con el desconcierto de que alguien la estaba girando al mismo tiempo desde el otro lado.

-¿Papá? ¿Eres tú? -dijo una voz masculina.

-Sí, soy yo -imitó habilidosamente la voz. Con algo de tensión, esperó que el hombre un poco más adulto que él se marchara del lugar.

-¿Por qué no estás con los invitados? -comenzó a sospechar y volvió a empujar la puerta de su lado -¿Está todo bien? ¿Puedo pasar?

-Solo vine a buscar algo. Dame un momento -intentó hacer tiempo para poder disfrazarse del sujeto. Apoyando un pie contra la puerta, utilizó su don para suplantar la identidad del solicitado.

En un par de segundos estaba listo, abrió él mismo la puerta, viendo de frente al hijo del hombre, quién lucía de lo más impaciente.

-¿Qué quieres? -preguntó con prisa –Me están esperando.

-Necesito las llaves -apuntó a un cajón del escritorio.

-Claro -respondió dando unos pasos hacia el compartimiento y lo abrió con cuidado.

Al estar de espaldas no vio cuando el tipo sacó una delgada soga y se la amarró en el cuello, jalándolo con fuerza y logrando que comenzara a ahogarse.

Iniciaron un forcejeo, su contrincante poseía una gran fuerza bruta y al estar aparentemente cegado por el odio y la adrenalina que sentía en ese momento le ayudaba a cumplir su cometido.

Fue en ese momento en que Kuroba recordó la navaja. Se la sacó del bolsillo y logró cortar la cuerda.

Tosió intentando recuperar el aliento, mientras el hombre volvió a atacarlo sin dudar reflejando unos ojos de bestia hambrienta, a medias logró esquivar un golpe y darle un cabezazo.

Una cosa era que intentaran capturarlo, pero otra muy distinta era que atentaran contra su vida y aquello se estaba volviendo una costumbre. Ya harto de eso, estampó la cara del sujeto contra la pared y logró inmovilizarlo.

Para hacer su amenaza más real, colocó el filo del cuchillo contra su cuello.

-Escúchame bien –le avisó con rabia al oído al mismo tiempo que le jalaba el pelo –No sé qué motivos tienes para matar al desgraciado de tu padre, pero no vuelvas a acercarte a mí.

-¡¿Quién mierda eres?! -se dio cuenta enseguida que era un impostor -¡Socorro! -gritó, pero Kaito le tapó la boca y volvió a hacer presión con la navaja.

-Yo que tú no le diría nada a nadie -amenazó -Estoy al tanto de todo lo que hace tu padre y si cae él, caes tú -comenzó a transformar su tono a uno mucho más horrible y retorcido que lo llevó a sentir desprecio por sí mismo -Así que vuelve a intentar algo y habrás deseado que te abra la garganta.

Volvió a propinarle un codazo en la espalda y lo vio caer al suelo casi inconsciente.

Al ver que ese sentimiento tan desgraciado se había apoderado de él, le provocó una punzada de resentimiento. Se estaba dejando llevar por un camino que no era nada cercano al suyo verdadero.

Pero no tenía tiempo para remordimientos en ese momento. Fue una vez más en dirección al baño, se quitó el disfraz y ocultó las marcas de forcejeo para regresar a la sala.

El resto del tiempo, a pesar de que no fue tanto, se le hizo eterno. Tuvo que fingir amabilidad y una sonrisa que no sentía real. Tuvo una vez más, que ahogar sus sentimientos, como si fuese un simple agujero de arena.

No fue hasta que subieron al auto para ir de vuelta a la residencia de la señora Majime que Kaito le contó de su exitosa labor, ocultando el inconveniente vivido.

Una vez que llegaron, ella le ofreció que pasara allí la noche, tal como lo había hecho un par de veces, pero esta vez se negó. Quería estar con Shinichi y el resto de su grupito, estaba deseando volver a casa y sacarse ese hedor a maleante al que comenzaba a desprender. 

No le dio tiempo ni de quitarse los zapatos cuando los demás llegaron a la entrada y comenzaron a asaltarlo con preguntas.

-¿Qué más conseguiste? ¿Sacaste una copia de la información del ordenador?

-¿Qué averiguaste sobre el sujeto que te atacó? ¿Limpiaste todas las huellas? ¿Seguro que no te vio nadie más?

Parecía que solo les importaba aquello y no su estado.

-Kuroba-kun –Haibara se acercó a él -¿Estás herido?

-¡Por fin alguien con algo de tacto! -exclamó exageradamente –Gracias por preguntar, Ai-chan, intentaron ahorcarme, pero estoy bien.

Subió directamente a la habitación y comenzó a sacarse la ropa.

-Déjame ver –ella se acercó y evaluó su cuello.

Le había quedado una marca roja, delgada, pero con separaciones entre sí. Sin embargo, no era algo grave, solo le dolería al tragar por un par de días. No se quedó conforme hasta asegurarse de que no le traería repercusiones graves.

-Debió haber sido con una cadenilla de cortina enrollable –dedujo Hakuba.

Kaito no estaba con buena cara y agradecía que a ninguno se le haya ocurrido hacer una broma al respecto, fuera de lo que fuera. Vio a Shinichi mirar la marca, pero al ver que no se trataba de nada grave, se relajó aún más.

-Aquí tienes–le entregó un dispositivo de almacenamiento, sabía que ahora debía estar impaciente por averiguar todo –Si no les importa, prefiero descansar un rato.

Se recostó en la cama mirando al techo y los tres entendieron el mensaje de dejarlo a solas.

Mientras tanto, ellos aprovecharon para hacer su parte del trabajo, Kaito se merecía un descanso. 

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.

El rubio dio un largo bostezo y se frotó los ojos, llevaban casi dos horas añadiendo información nueva al expediente que llevaban, por la hora, Haibara se había retirado y Kudō también comenzaba a dar una serie de involuntarias bostezadas que comenzaban a hacer que le lloraran los ojos.

-Sigamos mañana -propuso Saguru estirando los brazos y poniéndose de pie.

El niño lo imitó, dieron por concluida esa jornada y subió a su habitación. Dio pasos cuidadosos, suponiendo que el mago se había quedado dormido, más cuando abrió la puerta, lo vio sentado en una esquina de la cama con los pantalones desabrochados y con gesto concentrando subiendo y bajando su mano dominante sobre su falo.

-¡Toca la puerta! -bramó y detuvo lo que estaba haciendo.

-Perdona, creí que estabas durmiendo -giró su avergonzado rostro -¡Ve a hacer eso al baño!

-Da igual –se subió la ropa interior y se levantó -No me estaba dando resultados. Necesito sentirte.

Se miró los zapatos sin saber que responder. Sabía que no le estaba reclamando, pero en cierto modo no dejaba de sentirse culpable, en todo ese tiempo no se habían dado ese tipo de atenciones, por motivos claros y eso no cambiaría.

Él se llevaba la parte fácil, al estar en su estado de niño, era casi imposible que sintiera ese tipo de deseos e instintos físicos, en cambio el mago si llegaba a sentirlos de vez en cuando y la única manera que tenía para librarse de aquello era auto complaciéndose y como había dicho, tampoco era completamente satisfactorio. La mezcla de vivir en constante estrés le afectaba por ese lado y aunque lograse sentir placer y liberación al masturbarse, lo estaba haciendo más que nada para poder nublar su mente, aunque fuese un instante.

-Lo siento –se disculpó de todas maneras.

-Detective, no es tu culpa –esta vez ablandó el tono –No podía dormir y quería ver si el orgasmo me cansaba un poco.

Verlo en ese estado tan deplorable le hizo darse cuenta de lo insensato que estaba siendo con él. Kaito no estaba solo sintiendo desgaste físico, el emocional también lo estaba consumiendo de a poco por dentro.

Pensó en alguna manera de poder ayudarlo y ya que estaban bordeando por ese lado, se le ocurrió una idea. Se acercó para susurrarle al oído y que no le apenara tanto su sugerencia.

En un principio, Kaito lo escuchó sin expresión alguna, pero al imaginarse aquello, fue abriendo de a poco los ojos con gran asombro.

-¡Eres un pervertido! -exclamó nervioso.

-¡¿Si o no?! -preguntó con las mejillas rojas –No me obligues a preguntártelo de nuevo.

Lo meditó. Jamás había hecho algo similar, miró con duda a Shinichi, sabía que no estaba tratando con un niño, pero imaginarlo hacer cualquier cosa similar en ese cuerpo, lo frenaba de inmediato, aunque...Si lo hacía como él decía.

-Podemos intentarlo, pero esta noche dormimos en cuartos separados -aceptó solo con esa condición.

-Iba a decir lo mismo.

Para evitar tener que seguir viéndose a la cara, se fue directamente a la habitación que Kaito solía utilizar el primer tiempo. Inspiró y soltó el aire varias veces para disminuir los nervios y con el móvil en mano, marcó el número del ladrón.

-Estoy listo –lo escuchó decir desde el otro lado. También se notaba algo inquieto.

Se sacó la pajarita modificadora de voz del bolsillo, le hizo los ajustes necesarios y se la acercó a los labios.

-También yo –le respondió con la voz que correspondía a su cuerpo de adulto –Esto es...algo extraño.

-Bueno, fuiste tú el que propuso la idea –le recordó con un tono de suficiencia -No puedes echarte para atrás ahora.

-No pensaba hacerlo -comentó seguro de sí mismo –Ehh... ¿Qué debería preguntar? -pensó en voz alta.

Escuchó la carcajada de Kaito atravesar las paredes. Si seguían así no resultaría y realmente pensó que era más sencillo.

-A ver -habló el mago formulando alguna interrogante –Supongo que comenzaré yo. ¿Qué parte de tu cuerpo te gusta que toque más?

Agradecía el impulso, pero sintió que la pregunta fue demasiado directa, intentó volver a hacer funcionar su mente y pensó en lo que le había preguntado.

-Me gusta cuando entierras tus dedos en mi cintura -admitió -Generas la presión perfecta.

Kaito esperó que le preguntara algo similar. Incluso se conformaba con la misma pregunta, y reparó en que debía darle un empujoncito más para que comenzara a seguirle el ritmo.

-Ahora es cuando tú me preguntas algo a mí -intentó no reír.

-¡Ah, lo sé! Lo siento -comenzó a ponerse ansioso –Esto... ¿Cada cuánto te...tocas pensando en mí?

Pensó unos momentos y se le ocurrieron un par de bromas al respecto, pero no quería cortar el hilo, por lo que tuvo que responder con honestidad.

-En un principio, varias veces a la semana. Incluso había días que lo hacía más de una vez -recordó imaginándose aquellas veces –Ahora con el estrés que llevamos lo he hecho como una vez por semana, pero te advierto, si un día de estos vuelves a pasar unas horas en tu cuerpo normal... Voy a cobrar cada una de ellas.

-Adelante. Tienes mi permiso -respondió intentando apaciguar su timidez.

Para poder avivar el asunto, le pidió que encendiera la cámara. Por supuesto que la suya la mantendría apagada en todo momento. Lo vio recostado en su cama, así que para poder inspirarse, le pidió que se quitara la camiseta.

Vio su torso desnudo y no dudó en comenzar a dar instrucciones.

-Pasa tus dedos suavemente por tu clavícula -le pidió y lo vio obedecer –Cierra los ojos e imagina que son mis manos las que pasan por encima de tu piel.

El chico cerró sus ojos y siguió sus órdenes, imaginando que su querido detective palpaba su cuello, su pecho, sus abdominales y comenzaba a descender hasta la cadera. Se deshizo del pantalón para quedar en ropa interior.

-¿Lo estoy haciendo bien? -preguntó medio jadeante y utilizando un tono casi inocente.

Al verlo deshacerse de la ropa, sintió que el de a poco comenzaba a sacarse las preocupaciones y la vergüenza de encima. Se puso lo más serio que pudo para poder ayudarlo a alcanzar la gloria.

-Sí, sigue así -le dijo tornando su voz a una mucho más seria.

Kaito seguía pasando sus manos, esta vez, a pocos milímetros del elástico de la ropa interior. Lo escuchó jadear y entendió que era su turno, comenzó a expulsar gemidos roncos hasta que el otro no pudo más y tuvo que llevar su mano dentro del bóxer.

-Quiero sentir tu interior –se mordió el labio –Se siente tan cálido...tan apretado -inhaló y soltó un suspiro de clamor –Voy a correrme rápido si sigo pensando en ti de esa manera.

-Calma –le pidió -Tenemos tiempo de sobra.

No alcanzaba a ver más que la cara y el pecho del ladrón, el pulso, por razones obvias le estaba fallando, así que veía la cámara desenfocarse de vez en cuando, pero estaba seguro de que se había quitado la última prenda que le quedaba, ya que los movimientos de su mano parecían coreografiados con total libertad.

-Véndate los ojos -exigió el detective y vio al chico cubrirse con un pañuelo de color rubí -Ahora piensa en el ritmo que llevarías si lo estuvieras haciendo conmigo.

Lo vio incrementar el ritmo y la cámara enseñó por unos pocos segundos su cuerpo desnudo. Parecía estar perdiendo el control motriz de la mano con la que sujetaba el móvil, respiraba de manera agitada, abría la boca exigiendo aire, liberando sonidos orgásmicos que pasaron de ser tímidos a unos completamente insolentes, los cuales se mezclaban con los suyos.

-Detective...no pares –le rogó siendo preso de su propia imaginación -¡No pares!

-¡Mierda, cariño! ¡Se siente tan bien! -exclamó casi gritando por el teléfono.

Ambos, cada vez comenzaron a gemir con una expresión cada vez más aguda sin importarles la posibilidad de que los oyeran los otros habitantes de la casa. Fue testigo de cómo el orgasmo del acalorado ladrón ascendía por su garganta y salpicaba su pecho con su propia semilla.

Ver que lo había logrado lo hizo sentirse conforme, asimiló que salió bastante bien. Ya que lo único que le importaba era poder ayudar a su pareja.

-Shin-chan -susurró quitándose la venda de los ojos intentando recomponerse –Gracias.

Sonrió a pesar de lo avergonzado que se sentía.

-Descansa, Kaito –A pesar de que podía haber sonado algo cortante, le dio las buenas noches ya que tampoco tenían mucho más que agregar y no quería que se volviera algo incómodo.

Sonrió para sí mismo bajo las sábanas, meditando por un largo rato lo que acababa de suceder hasta que los párpados se le hicieron pesados y cayó finalmente dormido. 

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.

No entendió el significado de aquello. Se suponía que su yo consciente estaba en paz, más entendió que en el fondo algo le estaba comenzando a preocupar.

En un principio no entendía que se trataba de un sueño, ya que el escenario era completamente normal. Estaba en su formal adulta y se encontraba resolviendo un caso de asesinato, el Inspector Megure y el resto de la policía también se encontraba allí. Orgullosamente pudo delatar al culpable, a quien se llevaron detenido.

El escenario cambió de repente, ahora volvía a ser un niño y se encontraba al borde de un acantilado, estaba huyendo de un gran y feroz cánido que no dejaba de enseñar sus colmillos amarillentos de los cuales babeaba un líquido rojo, que supuso, era sangre.

Miró haciendo equilibrio en el borde. Vislumbró las olas del mar chocar contra unas grandes rocas que le darían la bienvenida si caía.

Intentó buscar otra salida, hurgó en sus bolsillos buscando algo que le fuera útil, pero estaban vacíos. Volvió a considerar saltar cuando la distancia entre él y el animal se acortó considerablemente.

Tomó vuelo y sin pensarlo se lanzó al vació, la luz de la luna llena le dio en la cara y de ella salió una mano del mismo color albino. La luz lo obligó a cerrar los ojos y cuando logró abrirlos, se dio cuenta de que se encontraba en los brazos de Kaitō Kid, quien le sonreía con su característica sonrisa.

Llegaron hasta la azotea de un edificio y bajaron con cuidado. Abrió la boca para hablar, pero cuando quiso darle las gracias, las palabras no le salían. Movió las manos y se llevó una a la garganta, gritando inútilmente en silencio.

El suelo en sus pies tembló, abriendo un gran agujero que se lo tragó.

Cayó de espaldas de una manera tan brusca que le fue imposible ponerse de pie. El interior del edificio parecía viejo, con las paredes manchadas y cubiertas de moho, sus manos se aferraron al suelo, el cual estaba mojado con una sustancia viscosa.

Miró sus manos, ahora vueltas al tamaño de su forma adulta, manchadas con una mezcla de tierra y de esa mucosidad grisácea. De repente, la figura de Kid apareció flotando como un fantasma al fondo del gran pasillo.

Gritó su nombre y esta vez sí le salió algo de voz, más la figura seguía flotando a lo lejos asemejándose a la de un espectro. Una vez más, volvió a pedirle auxilio, sin éxito.

Miró su muñeca, buscando su reloj para encender la linterna y alumbrarlo para darle señales de que se encontraba tirado en el suelo sin poder levantarse.

Fue como en una película de terror, miró la silueta a varios metros de él y cuando encendió la luz de la linterna, Kaitō Kid apareció pegado a su rostro. Miró sus ojos, parecían acechantes como los de la fiera que lo perseguía anteriormente. Volvió a pronunciar su nombre y los guantes blancos se envolvieron alrededor de su cuello levantándolo bruscamente del piso.

Intentó zafarse, pero la fuerza del otro no era normal. Le dedicó una sonrisa de lo más siniestra y lo vio levantar mecánicamente su pistola de cartas. Sintió la boquilla del arma apoyada en el lado izquierdo de su pecho, parte exacta donde se encontraba su corazón.

-¿Qué estás haciendo? -le preguntó casi sin aliento y sintiendo su garganta rasposa.

Era una sensación de lo más peculiar, estaba seguro de que aquel Kaitō Kid era Kaito, por muy diferente que actuase, ya que sabía que su Kaito jamás le haría daño.

Abrió la boca para volver a preguntarle algo, pero el gatillo se disparó y en lugar de que una carta le golpeara el pecho, una bala ardiente atravesó su corazón.

Despertó casi gritando y se sentó de golpe en la cama. Miró por la ventana encontrándose con luz de día e intentando asimilar si acaso seguía soñando o no. Se palpó la frente, al parecer tenía algo de fiebre y afortunadamente, luego de varios pellizcos en su brazo, se convenció de que solo había tenido una pesadilla. Una horrible y perturbadora pesadilla. 

-Ilumíname –Haibara le susurró a Conan acercándose a su oído -¿Por qué me arrastraron hasta aquí? -preguntó viendo la fachada de la respetable mansión que ahora parecía ser un escenario recurrente.

-Porque la mocosa se empeñó en que, si le presentaba a alguna niña de nuestra edad para poder jugar, me desvelaría un secreto -explicó poniendo mala cara al tener que ceder a los caprichos de una menor.

-¡¿Qué?! ¿Sólo por eso me hiciste venir? -lo encaró sin ocultar su molestia -¿Acaso piensas que tengo tiempo para tus tonterías?

Él iba a añadir algo más, pero Kuroba les habló.

-¡A ver ustedes dos! -Kaito apretó los dientes llamándoles la atención -Quiero que se comporten y no me dejen ridículo. Tú, arréglate esa camisa -ayudó al pequeño detective a acomodarse el cuello de esta y luego apuntó a Ai-chan –Y tú, cambia esa cara y actúa como una niña normal –se sobó la sien sintiendo que perdería la paciencia en cualquier momento.

Afortunadamente una de las encargadas fue a abrirle la puerta. Los hicieron pasar y la señorita le explicó a Kaito que la señora Majime se encontraba atendiendo otros asuntos en esos momentos, pero que por favor esperara. Él, explicó que como había ido a sus encuentros habituales y aprovechó para llevar a los otros dos.

Según le había explicado Shinichi, sospechaba que la pequeña Gina tenía más información de la que debería tener un niño común. Y como al parecer, ella había puesto las condiciones, dejó que el detective arrastrara a la pobre Haibara a eso.

-¿Los pequeños quieren algo para beber? -ofreció gentilmente la señorita mirándolos a ambos.

-¡No, ellos están bien! -se apresuró a contestar con una sonrisa, antes de arriesgarse a que alguno de los dos dijera alguna tontería -¿Los puedo llevar a jugar con la pequeña? -hizo referencia a la niña y apuntó hacia la planta de arriba.

Los autorizaron a subir y los tres fueron en dirección a la habitación de la menor. Como era costumbre, Kaito tocó la puerta, la pelinegra les abrió la puerta y los dejó pasar.

-¡Conan-kun! -le voz chillona de la pequeña les atravesó los oídos a todos.

Dejó sus juguetes a un lado y corrió a saludarlo, luego posó sus ojos en Haibara y preguntó.

-¿Quién eres tú? -al parecer no se acordaba de que se habían conocido hace un tiempo atrás.

-¡Ella es la amiga de la que te hablé! -habló Conan con su tono infantil y las presentó.

Haibara hizo un esfuerzo, la saludó e intentó parecer interesada.

-Me gusta tener otra amiga –dijo Gina –Conan-kun a veces es demasiado aburrido y no sabe jugar con mis juguetes.

Kaito y Ai intentaron aguantar la risa, el comentario había liberado un poco el ambiente. La menor comenzó a enseñarle cada rincón de su cuarto a su nueva invitada, mientras los mayores se sentaban a un lado para tratar sus propios asuntos.

-Adivino -habló la pelinegra –Vienes a tratar lo de la reunión del otro día.

-Adivinaste -confirmó Kaito levantando un conejo de peluche para no tener las manos vacías -Dijiste que querías contarme algo ¿Qué era?

Ella levantó una media sonrisa nerviosa y miró hacia otro lado.

-El hijo del cocinero me confesó sus sentimientos –al terminar de decirlo, lo miró para ver su reacción.

Kaito pestañeó un par de veces y aunque se sintió intrigado, no pareció mostrar mayor interés.

-¿Ah sí? Creo que se tardó bastante –dijo algo aguzado -¿Y qué le respondiste?

-Le expliqué que no estaba pasando por un buen momento, pero que apreciaba su amistad.

-¡Vaya! -levantó una ceja sintiendo algo de lastima por el muchacho –Básicamente los friendzoneaste, pecosa -miró de reojo como el trío discutía de algo y se atrevió a preguntar -¿Sabe de lo tuyo?

-No. No sabe -agachó la mirada.

Conan llegó para pausarles la conversación.

-Kaito. Gina quiere que vayamos a jugar afuera –dijo como si le estuviera pidiendo permiso.

-Bueno, vayan –le autorizó el mago, pero la muchacha refutó.

-No. Lo siento, pero Gina se está recuperando de la gripe y es preferible que se quede dentro de casa.

-No seas mala –Kuroba hizo un puchero -¿No ves que los niños quieren jugar? Y así aprovechamos que nos dejen un rato a solas -agregó sugerentemente para molestar a ambos. Y por parte de ella, se ganó una patada en la canilla.

-¡Ay! -exclamó ella de repente apoyando la mano en un costado de su vientre.

-Eso te pasa por violenta -soltó Kaito sin inmutarse.

-No es por eso -explicó ella –No sé por qué, pero se pone muy inquieto cuando escucha la voz de Conan-kun.

La pareja se miró con confusión y el detective esperó que Kaito hiciera alguno de sus comentarios bromistas, pero pareció querer evitar su mirada, ocultando su imperceptible incomodidad.

-¿Quieres sentir? -le preguntó tomándolo por sorpresa.

Él, se echó un poco hacia atrás y buscó los ojos de Kuroba, este separó ligeramente los labios y se encogió de hombros, diciéndole telepáticamente que aceptara el gesto y no fuese desatento.

Asintió y la joven se levantó la blusa ancha que ahora acostumbraba a usar y se soltó con cuidado la faja que le ayudaba ocultar el abultado vientre de seis meses que cargaba.

-No deberías fajarte -soltó el detective con algo de preocupación. Ella le devolvió una sonrisa lastimera, dándole a entender que no tenía otra opción.

Con timidez, apoyó su pequeña mano en el vientre de la chica. En un principio no sentía nada, pero de repente, un movimiento suave, muy parecido al de un pez chocando contra una pecera lo saludó. Al nunca haber experimentado una situación similar, tendió a quitar su mano rápidamente creyendo que corría algún tipo de peligro.

-No tengas miedo. No va a hacerte daño -soltó una risa de simpatía y ayudó a colocar nuevamente su mano –Háblale.

-¿Hola? -saludó sabiendo que no obtendría respuesta de manera similar. Y, aun así, la pequeña criatura que estaba por llegar al mundo, le respondió a su manera.

No ocultó su sonrisa al sentir nuevamente el movimiento, con ojos iluminados miró a la pelinegra y ella le sonrió de vuelta. A pesar de que el futuro no se veía nada prometedor, prefirió aferrarse a ese momento y buscar algo de esperanza, prometiéndose que encontraría la forma de ayudar a ambos.

El mago, quien era un espectador, le hizo una disimulada señal de ojos apuntando a las niñas, quienes acababan de abandonar la habitación a escondidas. Entendió que tenía que seguirlas.

Pero él no quería irse, quería quedarse con ellos sin un fin en concreto. Miró a la joven, quien parecía dudosa de preguntarle a Kaito si quería imitar el gesto, y él, solo se concentró en el conejo de peluche que tenía en las manos.

-¿Quieres sentirlo tú también? -rompió finalmente el silencio y él levantó la vista de golpe.

En un principio no quería aceptar, pero la curiosidad fue más grande. Y al ver la expresión de ellos, fue que el detective prefirió darles su espacio y salir a buscar a las chicas.

-¿No te molesta? -preguntó él y ella negó. No quería obligarla a nada.

Imitó el gesto de Shinichi, con mucho cuidado acercó la mano y la apoyó de manera suave como si estuviese tocando un cristal. Su mano estaba algo helada, por lo que Isabelle dio un respingo.

-No siento nada.

Ella le movió la mano al lugar donde sentía el peso y fue en ese entonces cuando el mago sintió como su hijo se movía.

No se atrevió a hablar, aunque tenía entendido que los gestantes podían oír voces. Soltó una risa nasal al sentir como volvía a moverse, le dio unos suaves golpecitos con el dedo como respuesta y luego conectó sus ojos con los de ella en una inevitable sonrisa de cariño.

-Isabelle ¿Por qué Gina está jugando afuera si te pedí que no la dejaras sal...

La señora Majime invadió abruptamente la habitación topándose de frente con el escenario. 



Halo! 

¿Cómo están? 😊

Bueno, como les dije, volví a trabajar y tengo re poco tiempo :cc 

❗❗❗ IMPORTANTE: 

Espero no se haya mal entendido la escena de la llamada. Prácticamente Shinichi no hizo más que hablar y montar el escenario, como se explica ahí mismo, tiene cuerpo de niño, por lo que no puede sentir cosas que no están relacionadas a su edad. 

En un principio dudé con la escena, porque podía ser un poco polémica si se mal entiende, pero me parece un concepto interesante, igual pido disculpas si a alguien le incomodó :c 

No les quiero prometer nada, porque como dije, tengo poco tiempo

Pero si les puedo prometer que cuando actualice, van a ser capítulos dobles como ahora 👀

Y como bonus track les puedo dejar los nombres de los siguientes 4 capítulos por si quieren hacer sus teorías o kese yo

(a quien le importa? a nadie pero me gusta el drama lol) 

-Apuntar en colores

-Delirio Concúbito

-Pusilánime

-El precio de la verdad


Abrazos 

;DD

💙  💚 💖 💛 💜

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