Epílogo
A pesar de lo exhausto que se sentía ahí seguía de pie junto a la ventana, a altas horas de la madrugada mirando la brillante luna llena que no dejaba de hipnotizarlo y llenarle la mente de recuerdos que poco a poco había podido ir superando.
Un pequeño quejido lo desconcentró, se acercó hacia la cuna y tomó a la pequeña niña en brazos.
-¿Tampoco puedes dormir? -le preguntó buscando una postura para que estuviese más cómoda y volvió a concentrarse en el brillo de la luna. Ante esto, la bebé estiró sus manos como queriendo alcanzarla -Sí, yo también lo espero -admitió sabiendo que ella compartía el mismo sentimiento.
Mantuvo esa posición por un largo rato más, acunando a su hija quien parecía igual de reacia a pegar ojo. Creyó haber oído mal cuando un casi imperceptible ruido proveniente del primer piso perturbó el silencio de la gran vivienda.
Con algo de dificultad, el joven de cabellos oscuros descendió descalzo por las escaleras, sintiendo el frío suelo picarle los pies. Se tomó su tiempo al pisar cada escalón con el suficiente cuidado de no soltar a la bebé.
Caminó con paso firme hacia la entrada y vislumbró una figura bastante similar a la suya.
-¿Qué hacen despiertos a estas horas? -le preguntó Shinichi a ambos mientras terminaba de quitarse los zapatos y aflojarse la ropa.
-Vi las noticias y me preocupé al ver que no llegabas –admitió sintiendo un gran alivio al verlo sano y salvo.
El detective se acercó a ambos y antes de que le pusiera una mano encima a la bebé, que no dejaba de mirarlo demandando sus cotidianos mimos, Kaito le advirtió.
-Primero lávate las manos –le devolvió una sonrisa.
Antes de partir a hacer lo que le pidió, se dejó llevar por sus impulsos y lo besó tiernamente.
Una vez que Shinichi terminó de asearse fue al reencuentro con Kaito al cuarto que compartían y al entrar lo vio luchando por hacer dormir a la pequeña que presentaba resistencia, así que fue a ayudarlo.
-Dámela -se acercó a ellos y con delicadeza la cargó en sus brazos llevándola a la cama grande donde ellos dos dormían -Has estado todo el día cuidando de ella, ahora me toca a mí.
-Pero vienes cansado –se sentó junto a ellos –Y la estás mal acostumbrando al permitir que duerman noche por medio con nosotros -sonrió negando con la cabeza.
-Prefiero eso a que llore y tengamos que levantarnos cada una hora –le acarició la punta de la nariz sin ningún sentimiento de reproche. Notó también que la niña tenía en las manos su placa de detective -¿En qué momento me quitaste esto?
Le preguntó sorprendido como si ella supiera hablar. Kaito soltó una risa nasal y se encogió de hombros.
-Cuando me saludaste abajo, no te diste cuenta.
-Tenía que ser hija de ladrón... -lo miró elevando una ceja acusándolo
La acomodaron entremedio de ambos sin apagar las luces para poder charlar un rato más y disfrutar de ver el rostro del otro convenciéndose de que aquella vida nueva era real y que al fin, después de tantos obstáculos podían llevar un ritmo de vida más calmado sin exponerse al peligro.
-¿Te dio mucho trabajo? -Shinichi le preguntó mirando a la pequeña que comenzó de a poco a cerrar los ojos al sentir la presencia de ambos –No debería moverte tanto, ya sabes, por tu pierna.
-Ya estoy mejor –con una media sonrisa aseguró en voz baja para mantener el ambiente –Y Ai-kun vino otra vez a ayudarme.
-Le preguntaré a Akai si puede cuidarla por un par de horas el sábado que viene –dijo el detective con timidez –Me gustaría pasar un rato a solas contigo y que puedas salir para cambiar de ambiente. Necesitas aire fresco de vez en cuando.
-Me parece bien... -realmente le gustaba la idea, pero al mirar a la bebé volvió a llenarse de inquietudes –Solo me inquieta una cosa –su estado de ánimo se apagó -¿Qué le voy a decir cuando crezca y me pregunte por sus...
-Si sabemos explicarle, ella sabrá entender –lo tranquilizó Shinichi tomando su mano.
Les fui inevitable recordar la pesadilla que habían vivido meses atrás.
Luego del enfrentamiento en el que Kaito cayó al agua, estuvieron sin saber de su existencia por semanas convenciéndose todos de que definitivamente lo habían perdido para siempre, pero el destino no lo quiso así.
Milagrosamente y en el último momento, la señora Majime había logrado sacarlo del agua. El mago había caído en coma, pero ella gracias a su poder e influencias logró expiarlo de la muerte, así que procuró mantenerlo bien oculto mientras todo el alboroto pasaba.
Cuando Kuroba volvió a estar medianamente lúcido, aceptó y entendió los términos de que era mejor mantenerse escondido mientras todo eso pasaba para no meter en líos a los demás. Al mismo tiempo, intentaba recuperarse de sus heridas, los impactos de bala fueron los menos graves y el golpe en la cabeza no dejó ningún tipo de secuela.
Lo realmente complicado fue el desastre que le quedó en la rodilla izquierda, porque a pesar de la avanzada medicina que consiguieron para él, la lesión le generó una cojera permanente, por lo que sería difícil volver a llevar un ritmo de vida agitado como antes.
Y en cuanto a lo de Kaitō Kid...
Esa noche el Inspector Nakamori se encontraba más que nunca con sentimientos encontrados, era más que obvio que Kuroba era Kid y lo más fuerte de todo, había puesto el pecho para recibir las balas por él y luego lo había sacado del edificio para alejarlo del peligro. Le había salvado la vida.
Por iniciativa propia se acercó a los tres detectives cuando no pudieron encontrar su cuerpo en el agua, les dio sus condolencias, dándoles a entender que ya no había nada más que hacer.
Shinichi temía por las consecuencias que eso podía traer, pero el inspector les dedicó unas palabras que casi los sacaron de la realidad.
-Ni siquiera estaba de servicio y de no ser por él esta gente seguiría suelta–su rostro se veía triste y cansado -Quedará entre ustedes y yo.
Les dio la espalda y caminó hacia su escuadrón pensando en cómo Aoko se tomaría la noticia ya que ni él estaba siendo capaz de procesarla.
Eso era lo que más le seguía doliendo a Kaito, que, aunque, sabía que era mejor así, el hecho de que su amiga sufriera para el resto de sus días por su muerte cuando él seguía con vida.
El día en que se apareció frente a Shinichi, este otro casi se desmayó. No fue un momento bonito ni mucho menos romántico, el daño existente era demasiado grande y había creado una molesta distancia entre ellos, pero supieron sobrellevarlo. Y sin amenazas ni conversación de por medio con respecto al crimen que Kaito había cometido, una nueva puerta se les abrió a ambos, una que los necesitaría a ambos por lo menos por los siguientes dieciocho años.
Lo más sorprendente de todo es que la iniciativa había nacido por parte del detective. Si esa bebé había nacido en el momento donde sus vidas estaban unidas, era por algo.
Dieron a los demás las noticias de golpe; Kaito estaba vivo y ahora eran padres de una linda niña.
Y aunque su vida marchaba mejor de lo que podían pedir, Kaito no se sentía tranquilo de dejar todas las cosas, así como así.
-Piensas en volver ¿no es así? -preguntó el detective leyéndole la mente.
-Si -admitió -No me agacharé ante la mirada de mi público...Por mucho que pueda haber cambiado, volveré y ... limpiaré el nombre de Kaitō Kid.
Primero vio a su bebé y luego a Shinichi, este último asintió tranquilo, después de todo era algo que daba por hecho, lo conocía demasiado bien.
Pero por el momento no era algo de lo que preocuparse, ahora su vida giraba torno a cambiar pañales e intentar llevar un equilibrio con el mundo y su innegable amor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top