•XXII•
Pasaron dos horas, y se aburrió. Así que saco una cubeta con agua de su oficina, tomo el mapo, y a trapear el suelo se obligó. Trapeo de lado a lado casi brincando en las suelas de sus zapatos. Tararea de manera callada mientras trapea.
Mew va subiendo las escaleras de la iglesia con pequeños brincos. Una sonrisa de labios en su rostro. Sus manos cruzadas contra su espalda. Llega a las puertas pausando su caminar en sus zapatos para ver al padre de espaldas trapeando. Su sonrisa de labios creció de oreja a oreja con sus pequeños ojos haciendo el tamaño de dos medias lunas. Él entra a la iglesia. Lentamente caminando hacia él. Llega hasta él para darle toques en un hombro.
El padre se da la vuelta y se perpleja, parpadeando rápido.
—Mew.— Él tartamudea. Los nervios lo traicionan así que al dar dos pasos para atrás, su zapato da con la cubeta. La cubeta cae hacia enfrente desbordando toda su agua bajo los pies del piel dorada quién se resbala al querer mirar hacia atrás. Mew lo toma de los brazos para protegerlo de caerse. Gulf se agarra a sus brazos (tal vez demasiado) estrujando la chaqueta del pelinegro con fuerza.
Gulf mira hacia abajo cómo todo el agua moja los zapatos de ambos y se detiene justamente bajo los zapatos del contrario, desbordándose. El agua se hace un gran charco bajo las suelas del contrario y sigue corriéndose. Ambos miran detenidamente el agua antes de volverse a ver a la cara.
—Dios, qué descuidado soy. Perdón, Mew.— El padre se disculpa por su error.
—Como que, te mojaste mucho, padre.— Mew le dice con una sonrisa. Brincando una ceja. Gulf agranda sus ojos por ese comentario pervertido.
—Dios, pero qué pervertido eres.— Gulf le dice en un tono que suena realmente tímido aunque su rostro grita a vientos: «¡Qué atrevido!». Lo mira todo indignado en su sitio.
—Tendré que secar esto.— El padre dice saliendo del agarre del pelinegro para ir a buscar un pañuelo en la oficina. Pero justo cuando se dio la vuelta, Mew suavemente le toca un brazo.
—No lo hagas, padre. Yo lo hago.— Mew asiente repetidas veces con lo que ha dicho para llegar hacia el padre poniendo un pie en una área seca para cruzar su otro pie sobre el charco. Se posiciona frente al padre con una sonrisa. —¿Dónde está el paño?
«Siempre se esfuerza por mí. Yo que iba a limpiarlo porque, él me pone nervioso. No quería que él se pusiera a limpiar.»
Gulf piensa alzando sus cejas con una mirada de perrito perdido excepto que sus labios no están entreabiertos.
—En la oficina, el armario.— El padre dice.
—Ahí voy.
Mew dice antes de ir hacia la oficina caminando todo motivado a limpiar una vez tomase su objetivo. El padre mira abajo al suelo para ver todo el agua. —Cómo pudo decir eso... Qué atrevido.— Gulf murmura todo serio primero. Una sonrisa se cuela en sus labios y él debe cubrirla con una mano para reír en ella. Sus labios brincando un poco. —Es un payaso.— Él murmura como último en una silenciosa carcajada.
Mew sale de la oficina sosteniendo un pañuelo blanco. —Ya lo tengo. Comenzaré a limpiar.— Él informa.
Gulf deja de cubrirse la boca y de reír, enderezando su espalda para unir los dedos de sus manos con los unos a otros. Reposa ambas de sus manos (unidas) más abajo de su abdomen para alzar su mentón con una sonrisa de labios por más que trato de permanecer serio. —Bien.— Él dice. Eso hace sonreír al pelinegro, quién se pone de rodillas para secar el agua del nítido suelo. Pone el pañuelo sobre el charco de agua. Creando una gran sombra húmeda en el pañuelo. Lo reposa por unos segundos antes de seguir deslizando el pañuelo para otra cantidad de agua del charco.
Gulf observa cómo su novio hace el trabajo y endereza la cubeta del trapeador. Toma el trapeador y se detiene en sus pies para mirar a su novio.
—Gracias por, la ayuda. Mew.— Gulf agradece todo tímido con una sonrisa de labios aunque trata de ser su serio usual.
—De nada, Gulf.— Mew le da su más honesta sonrisa de labios, mirándolo sobre su hombro. El padre cede a la sonrisa de labios que no pudo evitar desde que reía hace unos minutos. Con eso, caminó hacia su oficina.
Su teléfono sonó.
Él coloca el trapeador con la cubeta al lado del armario para rápidamente ir al teléfono y tomarlo.
—Dios lo bendiga, Iglesia Bendición al habla.
—Señor Kanawut, habrá una fiesta de navidad para este año y usted está invitado. Será una fiesta con donaciones a los niños con cáncer. Esperamos, por favor, que usted acepte.
—¿De parte de qué iglesia?
—La Iglesia Santa de la calle 87.
—Suena maravilloso. ¿Sería el día de Navidad?
—Exacto.
—Estaré gratificado y plenamente feliz de asistir. Gracias. Tenga buena tarde.
Gulf cuelga el teléfono con una sonrisa de labios muy feliz. Cuando, de repente , se le cruza una buena idea a la mente. Brinca sus cejas inclusive. —Mejor no...— Niega su cabeza ante la temible idea. —O bueno,...— Vuelve a pensar en la temible idea que se le cruza por la mente. Después de pensarlo un buen rato, salió de la oficina.
—Mew, vamos a la heladería.— Gulf dice todo decidido.
Mew se pone de pie rápidamente en sus zapatos todo confundido. —Pero pensé que no querías ir porque no estaba Aokbab.
—Lo sé, y de hecho, sigo queriendo sin ir.— Gulf murmura poniéndose cabizbajo de manera tierna. Sus flequillos moviéndose a los lados de su cabeza. —Pero tengo una idea.— Él dice alzando su rostro con una tímida sonrisa de labios.
—Dios nos salve cada que los creyentes tienen ideas.
Mew murmura algo traumado antes de ir hacia el padre. Cuando llega a él, el padre lo toma de la mano para que juntos bajen las escaleras.
👄
H
ay bastantes personas tomando frappé dentro de la heledaría, pero la pareja había manejado conseguir al dueño del lugar así que ahora este se encontraba fuera del sitio frente a la pareja de dos.
—Dios lo bendiga, queríamos pedirle que por favor le devolviera el trabajo a una empleada suya llamada, ¿Aokbab? Es que pelió con aquella chica porque aquella chica iba a publicar algo muy privado sobre mí. Pero, aparte de eso, ella es muy buena empleada. No hemos venido a este lugar porque ella no está. Preparaba los mejores frappé. Deberían despedir al hombre lobo en su lugar.— Para los momentos en que el padre dijo eso, el "hombre lobo" que en realidad era un chico barbudo estaba tirando una bolsa de basura al gigante basurero. Este los miro a todos.
Gulf carraspeo su garganta con incómodo. Mew brinco sus cejas.
—Como sea, la cuestión es: que ella es muy buena y sentimos que fue despedida por nuestra culpa.— Mew termina. Mirando al dueño. Gulf asiente con las palabras de su novio.
—Así que por eso fue,...— El hombre de mayor edad asiente la cabeza con eso, luciendo pensativo. Mew y Gulf se miran a los rostros con sonrisas de labios. De alguna manera saben que ya lo han logrado sin necesidad de confirmación.
Cuando iban caminando por el pasillo oscuro al lado de la heladería para ir al auto del padre, Mew lo toma de los brazos en un abrazo contra su pecho para darles vueltas en su sitio.
—¡Lograste convencerlo con simples palabras!— Mew dice todo orgulloso de su novio. Los hace girar hasta que termina, teniendo al padre posicionado frente a él y abrazado. El padre lo mira con las cejas alzadas y una pequeña sonrisa. —Eres glorioso.
—No es para tanto.— Gulf vuelve a ponerse tímido bajando la mirada por un segundo sin borrar su leve sonrisa.
Mew lo toma del mentón para alzarle la mirada. El pasillo sólo es oscuro porque la luz del sol crea sombra en ella. Los carros son visibles al principio del final del túnel; corriendo con normalidad. Hay un pequeño humo tras el túnel por una tubería de la parte trasera de la heladería. Se ven a los ojos.
—Dios nos habrá hecho a todos perfectos; a su imagen y semejanza, pero sus creaciones piensan tener defectos o no los aceptan... Esos defectos son la perfección en primer lugar. Se pueden arreglar y seguir amando o se pueden simplemente amar.
—Eso sí me hizo mojar, Jane Poe.— Gulf bromea con una sonrisa antes de besarlo con una sonrisa en sus labios. Mew le devuelve el beso. Gulf rompe el beso rápidamente, mordiéndose su labio inferior.
—Te quiero... Regalar algo.
—¿Tú? ¿A mí?
—No me hagas sentir más peor de lo que ya me siento.
Ambos ríen. —Aunque lo dije bromeando.— Mew dice con una sonrisa.
—Tus palabras tienen subtítulos y claramente puedo leerlos.— Gulf le replica en una risa.
—A veces no necesitan subtítulos.— Mew dice todo coqueto brincando sus cejas.
—Vamos al supermercado.— Gulf ignora su coqueteo saliendo rápidamente de sus brazos para alejarse de Mew con una caminata muy rápida. El nerviosismo se le podía denotar. Al igual el sonrojo.
Mew permanece con sus brazos aún en el aire como si sujetara la figura invisible del padre. Brinco sus cejas.
—Supongo que está muy decidido a comprarme un regalo.
Mew dice como último antes de devolver sus manos a los lados de su cuerpo, viendo al padre partir, con ojos entrecerrados.
—Él no sabe que Papa Noel ya cumplió con dármelo a él antes del 25 de diciembre.— Mew dice con una sonrisita bien linda toda cuadrada antes de correr hacia él con una sonrisa como un niño pequeño.
En el supermercado, Mew seguía al padre. El pelinegro llevaba un carrito mientras pasaban por el área de árboles de Navidad. Gulf los miraba con mucha intriga. Eran pequeños. Aunque bonitos.
—Ya sé. Me vas a regalar un árbol de Navidad, padre.
—¡Shh! Debería ser ilegal decir spoilers.— Gulf regaña sin dejar de mirar los árboles.
Mew ríe tiernamente con el padre.
—¿Qué crees de este?— Gulf toma uno que se ve como si estuviese plantado en una vasija mostrándoselo frente a él con ambos brazos como un niño pequeño. El arbolito de Navidad era frondoso pero extra pequeño.
—Está bien. Elijamos ese.— Mew accede. Gulf lo pone en el carro de compras entonces. Se va a dar la vuelta cuando escucha a una chica llamar «Papi» a su padre. Él mira enfrente suyo para ver a una adolescente compartiendo con su padre en un pasillo más lejos del que están. Claramente son desconocidos para Gulf, pero este se les queda viendo con algo de simpatía. Nostalgia inclusive. Mew mira a las personas también.
—Tal vez sea porque no tuve un bueno padre, pero ¿que no odias cuando las chicas grandes aún llaman a sus padres "Papi"?
—Eso sólo sirve para el Sugar Daddy. Deberías llamarme así.— Mew le dice a Gulf con una sonrisa. El padre lo mira sin expresión alguna más que sus labios entreabiertos.
—Dios es mi Sugar Daddy.— Gulf dice como último antes de retirarse por el pasillo.
Mew se le queda viendo. —Bastante justo.— Él acepta su derrota con el de allá arriba y vuelve a seguir a su novio.
EN ALGUNA PARTE DE BANGKOK
Un hombre de cabello negro peinado hacia atrás vistiendo un traje elegante, está sentado en un mueble (en una habitación a oscuras) dónde la única iluminación es la pantalla de una tableta que sostiene. Está leyendo el artículo de Gulf y su iglesia.
—Juh. El chico de la fiesta se ha superado y incluso tiene una iglesia.— El hombre sonríe todo malvado. —Le dije a su mejor amigo que no hablara.
El hombre cree que la noticia salió por el mejor amigo de Gulf. Con eso en mente, coloca el dispositivo electrónico contra la mesa enfrente suyo para sacar un arma de uno de sus bolsillos. Él es bastante apuesto, ojos algo grandes pero con bolsas bajo estos. Cejas gruesas pero no tan bordadas, nariz ancha con labios finos.
—Si el hombre sigue siendo aquel chico con el que me divertí en la fiesta, entonces podrá darme todo el dinero que ha ganado en su iglesia.
Dice todo confiado el hombre cuya habitación era mejor dejar a oscuras porque en la luz se podía ver la pobreza de esta: las paredes despintadas, al igual el suelo sucio y varias ratas corriendo por ahí. Esa ropa la tenía de milagro.
Algunos demonios del pasado vuelven.
En la casa de Mew, Chopper no dejaba de ladrar. Y era que estaba frente a la pareja. Estaban sentados con sus piernas cruzadas, (Mew con una bata azúl oscura porque ese era su color favorito) porque el pelinegro había atrapado la cabeza de Gulf bajo su camisa. Gulf gruñía tratando de zafarse, pero no podía.
—Mew, suelta.
—Quiero que me digas "papi".
—Al único al que llamaría "papi" es a Dios. Ahora suelta.
—No quiero.
—Mew.
—¿Qué?
—¡Mew!— Gulf gruñe cuando el pelinegro se hizo el loco. Ante ese alto gruñido, el pelinegro ríe.
—Papi...
Mew deja de reír para abrir sus ojos en grande. Gulf aprovecha que el agarre del mayor se ha aflojado en los lados de su camisa para rápidamente sacar su cabeza de ahí.
—Lo dijiste.— Mew recalca.
—No me oirás decirlo más.
—Eso ya lo veremos.
Ambos ríen. Chopper se sube al regazo de Mew para ladrarle a Gulf.
—Ya me amarás, perrito. Estoy seguro.
Gulf le dice con los ojos entrecerrados. Chopper sigue ladrandole.
—Gracias por el regalo, padre. Me encanta.— Mew menciona porque, frente a ellos, tenían el arbolito de Navidad que su novio compro. Ambos miraron al árbol con sonrisas. Estaba encima de una gaveta luciendo luces de Navidad que venían con el árbol además de un enchufe.
Incluso Chopper mira y, ladra diciendo en sus subtítulos:
«Deberé amarlo si le compro un regalo a mi dueño.»
*N/A: 😂Este Chopper. Llevaba semanitas queriendo hacer la idea sobre el tipo de la fiesta volviendo. 🙀 Espero les haya gustado y, el primer regalito de Gulf para Mew: un árbolito de Navidad💖🦋 No sé ustedes pero, la parte del "hombre lobo" me mató jajajaja*
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