_ One _
Aquel látigo cortando el aire resonó, luego aquella agua con sal chocando contra el suelo y la espalda pálida con sangre del pobre muchacho quien soltó un grito totalmente adolorido, su garganta sentía que se desgarraba y el dolor en sus heridas era insoportable.
-- ¡Señor Mío!¡Dios Mío!¡Saca esos demonios de mi hijos que lo incitan a realizar cosas indebidas que no están en tu palabra!¡Aleja esa enfermedad llamada celo de él!¡Que le hace tener fantasías morbosas indebidas, Señor! --Gritaba aquel hombre mayor con ojo cerrados mientras le tiraba más agua bendita ligada con sal a sus heridas.
HeeSeung solo lloró y gritó, sus manos encadenadas a una vieja viga de su sótano donde una vez cada mes era azotado y torturado cuando su celo llegaba.
Según su padre, ser Alfa o ser parte de una casta no Beta era tener demonios dentro que te incitaban a realizar acciones en contra de la palabra del Señor.
Aunque bueno, viniendo de un pastor respetado en aquel viejo y pequeño pueblo, realmente no era de sorprenderse mucho.
Sus manos temblaban, su vista era borrosa, su cuerpo ardía a causa del celo y ahora se sumaba el dolor por su tortura mensual. Él solamente cerró sus ojos con fuerza a causa de otro azote y el sentir el agua salada filtrarse en sus heridas abiertas, buscando distraer su mente de ese lugar, de su dolor; de su miserable vida.
*
-- Quedan despedidos, que el señor los bendiga --La fuerte voz de su padre terminando el culto resonó en aquella pequeña y vieja capilla, él solo reverenció viendo a todos los Betas despedirse ignorando mayormente su presencia.
Suspiró, claramente no había nadie más que él con casta no Beta allí, era contra la voluntad del señor según su padre, claramente él era una excepción por ser hijo del pastor, pero aquello lo veía injusto.
Siempre que iba al pueblo de compras solía ver a personas orando, algunos les enseñaban la biblia a sus hijos, otros cantaban en sus puestos de ventas las canciones que usualmente cantaban en el culto.
HeeSeung sabía que veía el mundo distinto a su padre, para él, la palabra era para todos, indistintamente sea cual sea su casta, no solamente los Betas podían ir, para él todos tenían derecho de ir a la capilla a escuchar la palabra.
Suspiró y vio a su padre asentir hacía él, sonrió leve y reverenció para así salir cual bala del lugar.
Y ahí, su momento favorito del día comenzaba.
Luego de cada culto los domingos, luego de cada día de largo trabajo con su padre en la capilla en el confesionario, su padre le daba permiso para ir a caminar por el pueblo, a veces le daba algunos wones para que se comprara algo de merendar.
Tenía dos horas al día para ser libre, eran sus dos horas en el paraíso según él.
Con aquella sonrisa que encantaba a muchos, corrió hacía el mercado lleno de personas que buscaban comprar con las ofertas de los domingos, trató de pasar entre la multitud lo más rápido que podía hasta llegar a la panadería del pueblo.
-- Buenas tardes señor Kim, Dios lo bendiga --Sonrió reverenciando, aquel hombre mayor de edad sonrió tranquilo y saludó.
-- Amén HeeSeung, y buenas tardes, ¿Lo mismo de siempre? --Sonrió viendo al joven asentir eufórico.
Tomó los wones que le entregó el muchacho y tranquilamente fue a guardarle aquellos bombones dulces que siempre hacía cada domingo, tomó los tres que exclusivamente guardaba para aquel chico que iba cada domingo puntual luego del culto y los guardó para así entregárselo.
-- Muchas gracias, pase linda tarde --Sonrió Lee y salió de allí rápido.
El hombre mayor solo suspiró con pena hacía aquel muchacho, todos los del pueblo conocían a los Lee, conocían su estatus y conocían todo lo que hacían por la comunidad religiosa del pueblo, claro, solo los Betas.
Pero también conocían la triste historia de como la esposa de Lee JungKwan murió en el parto a la hora de traer a la vida a HeeSeung, de como la vida de aquel muchacho se volvió un infierno cuando se presentó como Alfa.
Solo esperaba que un día Dios escuchara las oraciones de todos por aquel joven tan amable y que lo liberara de su infierno.
Mientras tanto, en otro lugar del pueblo, tras los graneros de los campesinos que importaban la leche, queso, víveres y charcutería del pueblo, HeeSeung corrió y sonrió soltando un suspiro feliz viendo la bonita figura que regaba las flores de aquel pequeño pero bonito jardín escondido.
Su padre anhelaba que se casara y formara una familia con una hermosa Beta para así tratar de cortar todo lazo de casta en la familia ya que claro, estaba demás decir que su amado padre era homofobico.
HeeSeung sabía que su progenitor moriría de un infarto si se enterara que él estaba completamente perdido por aquellos lindos ojos azules de un Omega, y peor aún, un Omega varón, el cual apenas le miró, sonrió y no tardó en ir a abrazarle para robarle un beso el cual fue correspondido gustoso.
Nunca le enseñaron a mentir, pero cuando tu felicidad depende de aquello, esta se volvía tu única escapatoria, o eso sentía HeeSeung cada vez que iba a ver a su amante en aquel lugar lejano de cualquier ojo que le llegara con el chisme a su padre.
El chisme de que su único descendiente era homosexual y para colmo, estaba enlazado ya con un Omega, los cuales a palabras de su padre, eran los peores pecadores de la casta, con el poder de seducir y traer al mundo a más pecadores producto de este mismo.
Dejó un pequeño beso en el cuello de aquel joven pelinegro, sobre aquella marca de unión que hacía unos meses había hecho durante el celo de Park JongSeong o Park Jay, un joven Omega hijo de un campesino Beta humilde que ayudaba con todo lo que podía al pueblo.
Enserio que su padre se moriría de un infarto al ver todo lo que hacía a sus espaldas.
-- ¿Cómo estás hoy? --Sonrió entregándole los panes a su amante quien sonrió y asintió.
-- Estoy bien, ya me siento mejor a como estaba ayer --Tomó la mano del mayor-- Ven, vamos adentro, Alfa --Le jaló, Lee rió y se dejó llevar.
Apenas entró, el aroma a jugo natural y galletas llegó a su nariz, sonrió leve y reverenció apenas vio a su suegro allí dejando las galletas recién horneadas en la mesa redonda del comedor.
Saludó a este amablemente siendo recibido gustoso por su mayor, su hijo intercambió miradas con su padre y este sonrió para así avisar que estaría afuera dejando a ambos jóvenes solos.
-- Ambos están raros hoy, ¿pasa algo Jonggie-ah? --Le miró el Alfa, el más bajo solo sonrió.
-- Creo que es mejor que te sientes Seunggie...
Mientras tanto, Park SeongYu suspiró leve y miró por la ventana a la cocina y comedor como su único hijo le mostraba a su yerno un bonito recorte de la silueta de un bebé, este abrió sus ojos sorprendido y casi cayó desmayado de su silla cuando el Omega abrió la silueta dejando otra más a la vista.
Rió leve y dejó que estos tuvieran su momento, su hijo desde el día anterior en la noche había estado emocionado con contarle a su Alfa de que tendrían cachorros luego de notar que su celo no había llegado en dos meses y tras una revisión con el doctor del pueblo pudo confirmar sus sospechas.
Suspiró leve al escuchar el alarido emocionado de Lee adentro, sentía lastima de su yerno, el como básicamente tenía una doble vida, tratando de ser el hijo perfecto en un lado del pueblo y en el otro ya hasta tendría hijos.
Reconocía que HeeSeung no era un mal muchacho, claro que no, más bien sentía que no había alguien mejor para su cachorro que Lee, era alguien educado que a pesar de ser criado con odio hacía las demás castas, aún así respetaba a los Alfas y Omegas por igual, trataba a su Jay como un príncipe y sabía que si este le pedía la luna, HeeSeung haría hasta lo imposible por dársela en aquellas dos horas al día que estaban juntos.
Solamente le daba lastima por la vida que llevaba, a igual que todos en el pueblo fuera de la comunidad Beta que asistía a la capilla de los Lee. Como un joven tan amable y bondadoso que buscaba ayudar a los demás y daba su bien antes que el propio, fuera tratado por su propia sangre como la mierda más grande del mundo tan solo por su casta.
Desde joven a él se le inculcó la religión, tanto antes como después de presentarse y en ningún lado encontraba dicho que los Alfas y Omegas eran demonios, si bien muchos trataron de cambiar la biblia luego de la aparición de las castas siglos atrás, él siempre fue regido por la original, donde todos eran amados tal y como eran.
Así mismo también enseñó a su hijo, realmente le hubiera gustado llevarle a la capilla, él sabía que si fuera por su JongSeong, cada domingo estuvieran yendo a culto, pero lamentablemente no podían, o bueno, su precioso hijo no.
SeongYu desde la noche anterior, luego de ver a su hijo dormirse en sus brazos como cuando era un cachorro con sus manos en su vientre y una pequeña sonrisa en labios, pensaba en como podía mantener aquella sonrisa en su rostro, en como mantener aquella brillante sonrisa que HeeSeung había de tener en esos momentos también al enterarse que sería papá, que habían dos frutos de su amor con su destinado creciendo desde hacía dos meses en su Omega.
Ahora todo sería distinto, un Omega en cinta necesita a su Alfa lo más cerca posible, necesitaba más cuidados y aún más cuando entraban en etapa sensible y protectora, si bien era claro que ayudaría a su hijo y yerno en todo lo que podía, no podía arriesgar así a su Jay y a sus nietos en camino, sabía que el solo ver a HeeSeung y tenerlo dos horas al día con ellos no bastaría y les haría mal a los cuatro en cierto modo.
A JongSeong por sentirse desprotegido y abandonado, a los cachorros por la falta del aroma del padre y el sentir al lobo de este, y a HeeSeung por tener a su lobo herido por dejar a su pequeña manada desprotegida a merced de otros Alfas.
Si JungKwan se llegaba a enterar de todo lo que HeeSeung tenía ahora, de su Omega, de sus hijos, simplemente la felicidad de ambos se iría al caño, estaba seguro que Lee no se volvería a aparecer y sufriría las consecuencia de pecar con la mentira, JongSeong simplemente entraría en depresión por ser alejado de su destinado estando en cinta.
Un escalofríos recorrió por toda su espina dorsal con pensar tan solo en aquello, en como tan solo con descubrir una mentira podría acabar con la vida de cuatro personas inocentes.
Al entrar el Omega en depresión, claramente los cachorros se verán afectados y al no tener al Alfa cerca simplemente morirían, el Omega se deprimiría más hasta el punto de morir por depresión o acudir al suicidio por no soportar el dolor, y debido al lazo, el lobo Alfa moriría de tristeza al perder a su destinado, por ende, su lado humano de igual modo.
Era aterrador el tan solo pensar las consecuencias del separar a una pareja destinada, era como una especie de Ley de Murphy, la cual decía que ''todo lo que puede salir mal, saldrá mal''.
Otro suspiro junto a una mueca salió de sus labios, debía pensar y actuar rápido antes de que todo se saliera de control.
*
-- Prefiero más un nombre coreano --Habló HeeSeung mientras le tendía un trozo de mandarina a su Omega quien la aceptó gustoso y comió tranquilamente recostado en el pecho de su Alfa a gusto con su aroma mientras veían el cielo bajo un árbol de cerezo que estaba algo lejos de su hogar, desde allí podían ver la finca y su gran casa, incluso a su padre correteando a sus ovejas.
-- Pero quiero que uno al menos lleve un nombre Americano --Puchereó el menor, el Alfa solo sonrió y besó su puchero tiernamente sacandole una risa al Omega.
-- Bien, ¿Te parece dejarle a uno de ellos dos nombres? --Le miró al chico entre sus piernas quien sonrió asintiendo cual niño pequeño al obtener lo que quería.
HeeSeung rió ante aquello, él no era un Alfa normal, lo sabía, era demasiado blando y cumplía cada capricho de su amado, no tenía corazón para negarle nada a nadie y odiaba con toda su alma el usar su voz de mando o su casta para obtener algo, ya sea material o respeto.
-- ¿Te gusta Jake si uno es niño? --Le miró el Omega tras un rato de charla sobre nombres para sus cachorros, HeeSeung rió enternecido y asintió, la verdad era que le gustaba bastante.
Ya que a pesar de que su Omega aún tuviera cuatro meses gestando, ambos preferían ir eligiendo nombres y buscando todo lo necesario.
-- Sí, está precioso --Sonrió-- Entonces, si son niñas, HeeNa y EunChae, y una de ellas tendrá como nombre Americano Rose --Mencionó, el menor asintió sonriente.
-- Y si son niños, JaeYoon y SungHoon --Señaló el Omega-- Y JaeYoon será quien lleve el nombre Americano, será Jake.
-- Hey, eso no lo hablamos --Rió el Alfa con fingida indignación.
-- Ya te gané --Le sacó la lengua divertido, Lee rió negando y miró a su suegro cuando este les gritó que ya casi era la hora de cenar.
Lee borró su sonrisa y suspiró leve apenas vio el puchero de su amado junto a su mirada triste y ojos lagrimosos.
Y ahí comenzaba su batalla de cada día desde que JongSeong entró en su etapa sentimental.
-- ¿No te puedes quedar? --Soltó con aquel hilo de voz que rompía el corazón de Lee cada que lo escuchaba.
-- Sabes que no mi amor, es por nuestro bien --Suspiró abrazando al Omega cortamente antes de levantarse y ayudar a su pareja a levantarse, recogió la manta y el envase vacío donde estuvo la merienda de esa tarde.
Jay hizo ademán de decir algo más, pero solamente suspiró roto y se quedó callado para así caminar cuando su mayor le tomó de la mano y le guió hacía su hogar donde su padre los esperaba.
-- Cuídate amor, nos vemos mañana... --HeeSeung besó la coronilla del Omega quien solo asintió y caminó dentro de su hogar sin decir nada más mientras restregaba uno de sus ojos en un intento nulo de alejar sus ganas de llorar.
Lee miró con dolor aquello y suspiró para despedirse de su suegro y comenzar a caminar rumbo al pueblo para así dirigirse a su hogar.
SeongYu mientras, negó suspirando y entró a su hogar escuchando los leves sollozos de su cachorro en su habitación como casi cada día luego de que el Alfa se fuera.
Ya no encontraba que hacer, cada idea que se le ocurría terminaba en fracaso, y su única opción era totalmente una locura pero era la única que no los dejaría morir.
O al menos no de tristeza.
*
-- Hijo, ¿A dónde vas cada tarde? --La voz de su padre le hizo casi ahogarse con su cena, tomó agua para pasar la comida mientras trataba de evitar que su padre viera sus manos temblar.
-- Uh, em, solo camino por el pueblo padre --Soltó tratando de no tartamudear nervioso, su lobo rasguñaba en su interior por estar negando a su Omega y a sus hijos, por ocultar a su manada.
-- ¿Cada día? --Alzó una ceja el hombre, el menor asintió-- Bueno... entonces debería comenzar a acompañarte --Sonrió, HeeSeung casi sintió su alma irse de su cuerpo.
-- ¡No! --Chilló y cubrió su boca cuando cayó en cuenta que su padre le miró sorprendido-- D-digo, no hace falta padre, u-usted ha de estar ocupado y cansado luego de los cultos y el trabajo, no hace falta --Sonrió lo mejor que pudo y tomó su plato vacío junto al del mayor-- Uh, mire la hora, ya es algo tarde y mañana debo limpiar la capilla y hacer las compras, debo madrugar, con permiso --Soltó rápido y salió cual bala a la cocina.
JungKwan alzó una ceja extrañado ante el comportamiento de su hijo y le miró mientras caminaba por la cocina.
Había algo raro en su hijo junto al leve aroma dulce que cargaba ese día encima.
*
SeongYu tenía un muy mal presentimiento ese día, era tan fuerte que no podía concentrarse en casi nada de lo que hacía ese día.
Vio a lo lejos a su hijo, este comía unas galletas mientras leía un libro que le regaló hace unos días para que se entretuviera cuando HeeSeung se iba en las tardes, su mano acariciaba con suma delicadeza su vientre de cinco meses de gestación recién cumplidos mientras su vista se paseaba a través de las hojas de aquel libro totalmente concentrado en su lectura.
Un suspiro salió de sus labios, él no contaba con un lobo interno como su hijo, pero estaba seguro que si tuviera, este estaría inquieto y a la defensiva, ya que no estaba cómodo y sentía que algo iba mal.
Su vista fue a la hora que marcaba el reloj de la cocina y negó leve para así tomar su sombrero junto a un pequeño termo con jugo y salió a llevárselo a su hijo para que tomara la merienda y se hidratara.
Cerca de allí, mientras, JungKwan cubrió más su cara mientras seguía desde lejos a su hijo, HeeSeung saludaba felizmente a todas las personas que se cruzaba, cosa que le hizo fruncir el ceño ya que saludaba a, literalmente, todos, fueran Alfas, Betas u Omegas.
Llevaba alrededor de media hora caminando, se sorprendía que verdaderamente su hijo caminara cada día el pueblo entero saludando a las personas, incluso se cuestionó por un momento su desconfianza a HeeSeung.
Aunque aquella duda así como llegó, se fue cuando vio al menor acelerar el paso y sonreír al llegar a la casa más alejada del pueblo. Claro que conocía quien vivía allí, aquel viejo Beta que a su momento llegó a ser un amigo suyo hasta que este decidió ''desviarse'' al comenzar una relación con una Omega.
¿Será que su hijo estaba tratando de que su amigo abriera sus ojos?, oh, sintió orgullo, muchas veces le contó al menor sobre su amistad con aquel hombre, el como le hubiera gustado que su amistad se hubiera mantenido de no ser por aquella pecadora que decidió interponerse entre la gran amistad de ambos Betas.
Sonrió y le siguió al menor sin que le notara, escondiéndose entre arbustos de fresas que decoraban la entrada de la puerta al jardín enorme de Park SeongYu.
Solo que aquella sonrisa poco a poco se fue desvaneciendo a medida que vio a su hijo acercarse a aquel muchacho que descansaba bajo un árbol, sus ojos fueron testigos de ver como su hijo, su HeeSeung, besaba a aquel muchacho con tanto cariño para seguidamente dejar un beso en aquel vientre abultado con una sonrisa que hacía años no veía en el rostro de su hijo; una sonrisa totalmente sincera.
Su mundo se cayó, su sangre hervía de la rabia que comenzaba a sentir junto al dolor en su pecho por la ''traición'' de su sangre, de su único descendiente.
SeongYu estaba terminando de secar un plato cuando un griterío se formó en su patio, las voces de HeeSeung y Jay sonaban junto a una que no reconoció al instante, más apenas su mente conectó al recuerdo de quien era el dueño de esta, dejó caer el plato al suelo mientras corría afuera sin importarle el sonido de la porcelana romperse en mil pedazos.
-- ¡¿Cómo pudiste hacerme esto Lee HeeSeung!?¡Tanto que te he cuidado y criado para evitar esto y te has dejado llevar por las tentaciones del diablo!¡Te has dejado llevar por la carne y la lujuria cubierta de pecado de este cualquiera! --Su dedo señalaba con enojo y en forma de acusar al Omega allí quien se encogió en su lugar con miedo detrás de HeeSeung soltando pequeños lloriqueos y sonidos lastimeros mientras cubría su pancita con sus manos, como si ello fuera a salvar a sus cachorros de todo mal en el mundo.
-- ¡¿Qué está pasando acá!? --Gritó el otro Beta allí viendo como su yerno cubría a su hijo, su mirada mostraba el terror y miedo que sentía en esos momentos, sus emociones sin saber que poder hacer.
HeeSeung nunca creyó que ese día llegaría.
-- Tú... --JungKwan miró a SeongYu quien tembló leve más mantuvo su porte recto-- Park SeongYu... Tuviste un hijo con aquella mujer, ¡Multiplicaste a estas escorias que solo traen al mundo engendros llenos de pecado!¡Mira como tu hijo ha hecho a mi hijo caer en ello! --Gritó con rabia.
-- ¡A mi JongSeong no lo metas en esto!¡Tú eres quien tiene una mentalidad cerrada!¡Yo seguí el ciclo de la vida actual! --Defendió-- ¡Abre los ojos JungKwan!¡HeeSeung no es feliz!¡Vive como un esclavo a tus pies, no puede ni mirarte a los ojos!¡Él solo ha seguido a su corazón y a su destino!
Oh, fue como si una bomba que hacía mucho estuviera en espera finalmente hubiera explotado.
-- HeeSeung, camina a casa, ahora --Luego de unos infernales minutos de silencio, finalmente el Lee mayor habló, miró a su hijo con seriedad, este se encogió en su lugar aun escondiendo al Omega tras él de la vista de su padre-- Te ordené algo, Lee HeeSeung.
El Alfa allí tembló y con cuidado se levantó, sus manos temblaban, su lobo aullaba y gruñía en negación a alejarse del Omega que llevaba a sus hijos, pero su mente y cuerpo decían que acatara las ordenes de su padre.
Caminó temblando hasta el hombre quien le tomó del brazo con fuerza hasta el punto de sacarle un quejido, este miró de reojo como SeongYu corrió donde su hijo y le abrazó al verle romper a llorar queriendo ir con el Alfa.
-- Me aseguraré que nunca más veas a ese niñato, también me encargaré de que esos engendros no nazcan, mi sangre no será parte de un linaje de pecadores.
Fueron las últimas palabras que proporcionó Lee JungKwan antes de irse de allí arrastrando a su hijo quien se dejó llevar mirando al suelo, temblando y mentalizándose su posible tortura.
*
HeeSeung en esos puntos de su vida se preguntaba si seguir respirando valía la pena.
Su cuerpo ardía, sus heridas apenas sanaban, tenía hambre por no comer en días y moría de sed ya que no tenía permitido tomar agua más que dos veces al día.
Su padre le miraba con desdén, como si fuese un criminal que cometió el peor crimen del mundo.
Él solo quería ser feliz, solo quiso poder amar y tener el control de su vida al menos una vez, y a consecuencia de todo ello, ahora estaba encerrado en su habitación, sin poder salir, herido, sin poder ver a su Omega y con la reciente noticia de que su padre había enviado a unos matones a golpear a JongSeong para evitar que sus cachorros nacieran y él estaba allí, encerrado, sin poder hacer nada más que llorar y cuestionarse la idea de finalmente acabar con su vida.
Las lágrimas caían en el piso de madera humedeciendo este, ya había perdido la cuenta de cuantas veces había llorado en esos días allí, solo, en sus cuatro paredes. Su corazón dolía más que sus heridas abiertas en su espalda pecho, dolía más que todas esas largas y profundas cortaduras hechas con látigo y fueron bañadas en sal y agua bendita con algo de limón.
Su llanto fue interrumpido por leves toques al vidrio de su ventana, como si fuesen piedras chocando contra esta, lo que sería lógico ya que él dormía en un segundo piso, miró esta aun con el agua salada deslizándose por sus mejillas, trató de apartar un pocos estas para así levantarse con dificultad y caminar tembloroso a la ventana abriéndola con cuidado, tenía prohibido el contacto con alguna otra persona que no fuera su padre.
Sus ojos se abrieron con sorpresa al ver a su suegro ahí, sonriendo bajo y con dejes de preocupación hacía él.
-- ¿Q-qué h-hace acá?, d-debe irse, m-mi p-papá puede despertarse... --Tartamudeó con terror en susurros.
-- HeeSeung, alista una mochila, te irás del pueblo --Soltó de igual manera susurrando, Lee abrió sus ojos en grande.
-- ¿Q-qué?
-- No hay tiempo para explicar, solo toma tus cosas importantes, yo te ayudo a salir --Dijo-- Rápido Lee, no tenemos mucho tiempo.
HeeSeung, con pequeñas esperanzas crecientes, corrió a acatar lo dicho, guardando parte de su ropa, sus productos de higiene personal y su muy apreciada biblia, la versión actualizada con las casta, la cual mantuvo oculta de su padre desde que logró comprarla.
Apenas se asomó por la ventana, sus ojos brillaron viendo a Lee sostener la escalera con la que él solía pintar la capilla junto a otro Beta que reconoció como integrante de la iglesia y uno de los matones que su papá envió para acabar con su descendencia.
Tiró su mochila siendo atrapada para no hacer algún sonido y con cuidado salió y cerró su ventana dando una última mirada a su habitación para así bajar.
Park sonrió y rápidamente dejaron la escalera en su lugar para tomar las cosas de Lee y correr de allí ayudando a HeeSeung debido a sus heridas.
-- ¿C-como..?¿J-jay está bien? --Miró al otro Beta quien rió bajo y asintió ayudandole a caminar hacía el pueblo.
-- Somos amigos de SeongYu, nos ofrecimos como matones para así saber sus planes, nos encargamos de contar todo lo que el padre Lee hacía contigo HeeSeung-ah y lo que tenía en planes con JongSeong-ag, créeme que tienes a casi todo el pueblo de tu lado, como siempre fue --Sonrió, Lee sintió su lobo aullar sin creer nada de lo que pasaba.
¿Acaso era un sueño?¿Acaso los golpes le mataron y estaba en cielo?, porque nada parecía ser real.
Apenas llegaron al pueblo, cruzaron el mercado y miró con sorpresa como en la carreta que era del hombre que exportaba las cosechas del pueblo a otros más grande, estaban reunidos la mayoría del pueblo junto a su Omega, quien apenas le miró, no dudó en acercarse y abrazarle, siendo correspondido al instante.
-- E-estás b-bien... E-están bien los tres... --Susurró roto, el Omega asintió y tomó su mano para jalarle con cuidado.
-- V-vamonos Alfa, antes de que tu papá se de cuenta de esto... --JongSeong pareció rogarle, todos allí le miraron.
-- HeeSeung, todos colaboraron para esto... Todos quieren tu felicidad --SeongYu le miró con una sonrisa bastante leve-- Cuida bien de mi bebé, por favor, todo ya está planeado y el señor Kang les guiará en su nueva vida juntos, nosotros nos encargaremos de tu padre y créeme cuando te digo que nunca más se interpondrá en tu vida.
Lee le miró sin creer, todos allí sonrieron y le apoyaron para así ayudarle a caminar y subir a la carreta tras el conductor, una parte que habían acolchado y acomodado para que ambos muchachos fueran cómodos hacía su nuevo hogar, Jay fue ayudado a subir luego de despedirse de su padre, atrás fueron puestas las dos mochilas de los chicos junto a una extra con cosas para los cachorros en camino, bastante comida y el cargamento de la carreta para así todos despedirse cuando aquel viejo Beta con el apellido Kang subió de chófer y les sonrió a ambos jóvenes que vio crecer para así encender el motor y arrancar de allí.
HeeSeung temblaba leve, aun sin creer lo que estaba pasando, su mente parecía estar en otro mundo, más unas manos suaves tomaron las suyas heridas y acariciaron estas con cariño.
Aquellos ojos azules y pequeña sonrisa le hizo volver en sí y saber que todo iría bien de ahora en adelante, aun más cuando acarició aquel vientre del cual estaba enamorado y sintió el pequeño movimiento por parte de sus hijos.
*
-- ¡Park SeongYu! --Aquel grito hizo al Beta mirar a la entrada de su patio dejando de lado el pequeño jardín de flores que perteneció a su cachorro y prometió cuidar en su ausencia.
Alzó una ceja y se levantó para ver bien a Lee JungKwan mirarle con rabia, sentía sus ojos casi tirar fuego al verle mientras se acercaba.
Su cabello estaba alborotado, respiraba errático por la rabia que tenía seguramente, aunque lo que le alarmó fue la navaja que tenía en una de sus manos y empuñaba fuertemente.
Vaya, no parecía ser el aclamado padre de la comunidad Beta.
-- ¡¿Dónde está HeeSeung?!¡Y no me mientas desgraciado!¡Sé que vino por tu maldito hijo y esos engendros! --Gritó, vio como personas detrás se asomaban y otras corrían a buscar ayuda al ver la navaja en manos del padre.
-- ¿Quieres la verdad? --Alzó una ceja-- Tu hijo ahora es feliz, igual que el mío, juntos, y créeme cuando te digo que ni yo mismo sé donde han de estar ahora, pero estoy tranquilo sabiendo que están lejos de tí --Su sonrisa salió ladina, casi mostrando burla ante el Beta quien le miró peor que antes y se alistaba para atacarle-- Quien te viera así JungKwan... Pareces un demonio.
Y eso bastó para que gritos de escucharan en aquel hermoso patio que fue testigo de muchos momentos a lo largo de la historia de los descendientes de ambos hombres, ahora, se sumaba otro recuerdo más a él.
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