Diciembre en París


Su vuelo arribó a Orly, una noche helada de diciembre, hacía frío y se encontraba agotado, había trabajado todo el día previo al viaje para dejar cada detalle en orden porque él era un obsesivo del trabajo.

Por anticipado se preocupó por cómo sería su comunicación con el taxista ya que su limitadísimo francés lo vivía como una barrera, a duras penas podía decir, bon voyage, bonjour, merci beaucoup, sabía que si le decían “ça va?”, él debía responder “ça va bien” y claro, ninguna de esas palabras eran útiles para ese momento. Por suerte todo sus temores se disiparon cuando se dió a entender en inglés con el taxista, que también era extranjero y tampoco hablaba un francés fluido, pero comprendió perfectamente cuando él le solicitó que diera unas vueltas por el centro del París nocturno antes de llegar al hotel.

Todo cansancio y nervios se diluyeron ante el espectáculo mágico de la Ciudad de la Luz. Tuvo la sensación que las luces de la ciudad se expresaban en algún código secreto y que se valían del reflejo del río Sena para brillar arrogantes y en dorado.

¡Qué impacto!

¡Qué belleza!

Jungkook había viajado por todo el mundo, pero esta era su primera vez en París y se enamoró de ella a primera vista, le había quitado el aliento y agregado el deseo de conocer más.

Llegó extasiado al bonito hotel boutique que su amigo le había reservado el día anterior. Todo su cansancio regresó de golpe y el jet lag empezaba a hacerse notar. Necesitó un relajante baño de inmersión y se quedó dormido entre burbujas cuando su teléfono comenzó a demandar atención.

—Hola, Yoongi.

—¿Qué tal tu viaje, amigo? ¿El hotel es bonito?

—El hotel es hermoso, París aún más.

—¿Mañana es tu cita con el perfumista?

—Sí, estoy nervioso.

—Todo saldrá bien, amigo, las referencias sobre él son impecables.

—Sí, sí, lo sé, confío.

—Descansa ahora, mañana te llamo para saber cómo te fue.


Salió del hotel, abrigado hasta los dientes. Bufanda, guantes, gorro, sobretodo, debajo de toda esa ropa, estaba Jungkook. No había descansado pensando en la cita con el perfumista, había generado tantas expectativas que le costó conciliar el sueño.
Llegó quince minutos antes fiel a sus actitudes obsesivas y la puntualidad era una de ellas. La dirección "Campo de Marte" le sonaba conocida, google map le corroboró que era la zona de la Torre Eiffel.

«¡Por supuesto!» —Pensó, era obvio que semejante celebridad viviría en una de las zonas más exclusivas de París. Había imaginado que el anciano perfumista tendría un consultorio lujoso, moderno, que una asistente lo recibiría y tomaría sus datos, pero en lugar de eso, cuando el taxi lo dejó a la orilla del Sena, en una zona poblada de barcos, se sintió confundido.
¿Donde estaba el edificio lujoso que él imaginó?
Ubicó la numeración y frente a él se encontraba un hermoso barco bohemio de colores tierra, anclado en el río frente a la torre.

—Tú debes ser Jeon Jungkook.

Giró para ver al dueño de la voz.

—Bonjour ¿Ça va? Je suis, Park Jimin.

Jungkook debió tragarse todas las conjeturas que él había recreado en su mente en torno a cómo se vería el perfumista y en dónde viviría, porque ese barco que parecía salido de una pintura impresionista de Monet y el joven omega frente a él, eran de las cosas más hermosas que él hubiera visto en toda su vida.

¿Cómo era posible que con tan solo pocas horas en París él hubiera contemplado, juntas, todas las maravillas del mundo?

¡Rayos! Y él enfundado con diez mil trapos encima y para empeorar… con feromonas inoloras. Se sintió apocado pero igual estiró su brazo y estrechó la mano de Jimin con un saludo firme y seguro..

—Ça va bien, merci —devolvió el saludo el alfa y se sintió bendito por tener la maldita suerte de poder decir las cuatro palabras que sabe en francés— sí, soy Jungkook.

—Ven, entremos, estaba esperándote con café.

Cuando terminó de quitarse todo el abrigo que llevaba encima, a Jimin le brillaron los ojos al descubrir a ese hombre bello y masculino debajo de tanta ropa.

—Vaya, te abrigaste como para ir al polo —sonrió con sus ojos y Jungkook se quedó en ellos sin poder emitir sonido.

Pudo percibir que algo latía entre ellos, era palpable, le pareció genial hasta que recordó que él era un alfa sin olor... maldita vida.

¿Cómo era posible?

Lo vio preparar el café y cada tanto levantaba sus ojos, hacía contacto visual con él y le sonreía. Tocaron los temas superfluos que correspondían a ese momento, tales como, condiciones del vuelo, procedencia del alfa, hotel donde se alojaba y por supuesto, a través de quién se había enterado de su trabajo como perfumista.

—¿Cuéntame Jungkook, cuando perdiste tu aroma?

—Hace un mes. Noté que cada día era más tenue y estoy muy preocupado porque mis celos se sienten distintos.

—Es obvio, Jungkook, sin perfume no somos nada.

Esa afirmación le dolió al “desperfumado” lobo, pero lamentablemente, Jimin tenía toda la razón.

—Cuéntame más de ti ¿a qué edad te presentaste y qué olores te atraen?

—Me gustan los omegas dulces y me presenté como alfa a los dieciséis, mi olor es…

—No, no —Lo interrumpió— No me digas a qué olías, por favor, necesito descubrirlo yo. No me des pistas ni te delates, el éxito de mi trabajo depende de que yo sea capaz de encontrar por mí mismo, tu olor perdido.

El alfa aceptó con un sí, moviendo su cabeza.

Jimin lo hizo ingresar a una especie de laboratorio impecable y regresó vistiendo una bata blanca y guantes de látex, llevaba en sus manos una caja de cristal y pequeños trozos de papel tisú que frotó con delicadeza sobre las muñecas y el cuello de Jungkook.

—Detrás de tus orejas se encuentra la glándula más poderosa, Jungkook, si logro concentrarme y que ella emita, aunque sea el más mínimo brote de perfume, yo lo oleré, créeme, no por algo soy la mejor “nariz” de París.

—Naricita —Jungkook susurró para sí mismo pero Jimin lo escuchó, levantó su mirada y recorrió el rostro del alfa para detenerse en sus labios y relamer los propios. Jungkook estaba seguro que esa jugosa boca merecía ser venerada por todos los Dioses del Olimpo.
Estaba allí frente al omega más hermoso que había visto en su vida y él no era capaz de emitir ni un maldito olor que le demostrara al Omega cuánto le gustaba.

—¿Puedes dejar de hacer lo que haces? me desconcentras y necesito hacer bien mi trabajo, soy el mejor en esto confía en mí, Jungkook.

—Confío en ti, Jimin, lo siento, yo también me desconcentro frente a ti.

Lo dijo, no debía decirlo, debía callar y guardar sensaciones que no podía apoyar con feromonas. Se sentía en desventaja pero le costaba dominar lo que Jimin le estaba provocando.

—No estoy seguro de qué es lo que estás sintiendo pero usaremos eso a tu favor.

Jungkook sonrió y se sintió con luz verde para avanzar, pero Jimin lo paró en seco.

—Deja de mirarme de esa manera, Jungkook o lo único que sucederá es que fracase en el intento de fabricar tu olor especial.

Era la primera vez que Jimin se sentía intimidado en su espacio de trabajo, su sagrado lugar donde hacía la magia.
Él era un artista de renombre, había creado tantos perfumes que ya había perdido la cuenta.
Alfas y omegas llegaban a él desahuciados y salían de su barco con la felicidad en estado líquido, envasada en un frasquito de cristal.

Pero algo era distinto con Jungkook, él lo supo desde el primer segundo en que vio al hombre debajo de bufandas, gorro y abrigos. Intentó obviar con la mente lo que el cuerpo le gritaba a gritos, le gustaba ese alfa sin aroma, su piel reaccionaba aunque no pudiera olerlo. Su lobo estaba loco aunque no quisiera reconocerlo porque él era un profesional. Jungkook había llegado a que él le hiciera el perfume especial que sustituyera sus feromonas, Jimin haría esa alquimia como miles de veces lo había hecho y el alfa se iría por donde vino, con sus gotas felices en envase de vidrio.

Luego de haber estado trabajando con los papeles que contenían la esencia y las células de Jungkook, Jimin le comunicó cuál era su diagnóstico y qué ocurriría a partir de ahora.

—Llegaste a mí porque necesitas recuperar tu perfume, Jungkook, eres un alfa hermoso y necesitas que tus feromonas emanen el olor que represente tu belleza, tu masculinidad. No quiero crear un perfume para ti, quiero encontrar el tuyo, quiero mezclar las esencias exactas para que cuando esas notas salgan de tu cuello, cada omega bese el piso por el que camines.

Jimin se refería a los Omega en tercera persona pero él sabía perfectamente que se estaba refiriendo a sí mismo, él quería ser ese Omega que besara las huellas que dejara este hermoso macho alfa que lo tenía subyugado. Creyó que no podría cumplir con su trabajo…

Se despidieron, la jornada de hoy entre ellos había concluido y Jimin debía ponerse a trabajar. Él tenía lo necesario para comenzar con el proceso de elaboración de la fragancia, paciencia, su exclusiva nariz y los saberes especiales sobre la proporción perfecta de esencias y componentes.

Él ya se sentía en condiciones de determinar de entre las siete familias olfativas, cuál era la del perfume de Jungkook. Aún le quedaban horas de trabajo identificando cuáles serían las notas de salida, de corazón y de fondo.
Llevaba agotadoras horas de labores cuando recibió una llamada de Jungkook.

—Bonsoir, monsieur —dijo Jungkook.

—¿Bonsoir, monsieur? —repitió Jimin —Ya casi suenas como un francés, qué lindo  —sonrió el omega del otro lado.

—Ja, ja, ja, hola, Jimin, me preguntaba si quieres desayunar conmigo, mañana…

—Y yo me preguntaba si quieres cenar conmigo, esta noche.

Los dos respondieron que sí a ambas invitaciones.

El sol cayó y Jimin esperó a Jungkook con una copa de champagne rosado y una de agua para él, subieron a la terraza vidriada del barco donde había montado una mesa, velas y rosas, salieron al exterior a observar la Torre Eiffel que iluminada se asemejaba a la respiración brillante de un colosal faro de hierro que se erige entre el cielo negro y un Sena de hielos. Y Jungkook se declaró absolutamente conquistado. Había empezado a grabar con su teléfono pero bajó la cámara y se obligó a mirar, a disfrutar, a colmar sus pupilas de luces y lo embargó una emoción abrumadora ante tanta belleza.

—Jimin, tú vives en un cuento de hadas, este barco, esta vista, estas luces… qué privilegiado eres.

Se limpió las lágrimas de su rostro que no podía contener.

—Soy muy feliz aquí, Jungkook. Brindemos.

—¿Tú, con agua?

—No bebo alcohol, ya sabes, mis sentidos de olfato y gusto deben estar limpios.

Jungkook abandonó la suya con champagne y también bebió agua.
A Jimin ese simple acto le pareció tan géneros que no pudo dejar de admitir que Jungkook no sólo era bello por fuera, por dentro era un tesoro por descubrir.

—Jungkook, te invité porque necesito decirte algo importante, tengo una buena y una mala noticia.

Jungkook temió escuchar lo que tenía que decirle, tuvo mucho miedo de que Jimin le dijera que no había podido recuperar su olor…

—Dime la buena, primero.

De su bolsillo, Jimin extrajo un pequeño frasco de cristal facetado.

Encontré tu aroma —sonrió pero su sonrisa no era feliz.

—¡Oh, oh, Jimin, e-e-eso es fantástico! Gracias! Pero ¿Cuál es la mala?

—Que encontré tu aroma.

—Pero no entiendo, ¿Que crearas mi aroma es bueno y es malo?

—Así es.

Le entregó el frasquito y cuando Jungkook intentó abrirlo, Jimin le pidió que no lo hiciera aún. El alfa respetó el pedido.

—Explícame, Jimin, por favor.

—Es simple. Tienes frente a ti, el aroma inherente a tu naturaleza, encerrado en este frasco, cuando comiences a usarlo, tu olor original regresará, poco a poco.  

—Eso es maravilloso, Jimin, eres un alquimista, pero ¿cuál es la parte mala? No lo comprendo.

—Ya tienes tu perfume, Jungkook, ahora puedes regresar a tu hogar y ser feliz. ¿Entiendes?

—No.

—Soy el creador del motivo que te alejará de mí.

—Jimin, yo…

—Está bien Jungkook, así debe ser. Tú y tu lobo podrán encontrar a su destinado y ...

No pudo continuar porque Jungkook gruñó cerca de su boca y lo besó.

—A ti te elijo, Jimin, no me importa el perfume, no me iré de aquí si me lo pides.

Tomó el frasco y levantó el brazo con intenciones de arrojarlo al río.

—Noo, no, no hagas eso, ¡Es oro en polvo! Allí está tu destino.

—Si esto me aleja de ti, no lo quiero.

Jimin destapó el pequeño recipiente, untó su dedo índice con el líquido translúcido y lo frotó detrás de las orejas del Alfa. 

Sus ojos se encontraron.

—Tú sabes a qué olías, Jungkook. Lo perdiste pero ahora regresará y tú eres el único que podrá confirmar sí hice bien mi trabajo.

—Huelo a lluvia, Jimin, ese era mi olor. Petricor.

Jimin sonrió porque las palabras del Alfa confirmaban que una vez más él había creado arte.

—Si me concedes el honor quiero ser el primero en sentirlo directamente de tu cuello.

El olor del Alfa comenzó a manifestarse, un intenso aroma como el que se percibe cuando la lluvia cae sobre tierra seca, llenó el ambiente y Jimin no pudo evitar contener sus propios efluvios hormonales, cálidos y cítricos del azahar

Lluvia y azahares, el olor del paraíso.

—Jimin, gracias. Gracias.

—Jungkook, quédate conmigo.

Él lo tomó entre sus brazos y por toda respuesta, lo besó, lo arrinconó contra la pared y gruñó.

—Sé mío, Jimin.
Se amaron durante toda la noche y sus lobos se reconocieron.

Jimin le entregó a Jungkook un certificado escrito en letras de oro con sello de lacre, registrado ante organismo notarial que validaba de manera oficial que el aroma lycan dentro del frasquito era “Petricor”.
Así de importante y serio era el trabajo del joven perfumista, de la nariz más famosa de París.

En ese pequeño frasco se encerraba la esencia misma del destino de dos lobos solitarios que se encontraron porque uno encontró lo que él otro perdió.

Jimin y su lobo blanco abrieron las puertas de su vida a su Alfa destinado que se quedó con ellos en ese bello barco quieto sobre el Sena, para siempre.

FIN


DATA:

Azahar: delicada flor blanca, que brota de los naranjos, limoneros y otros cítricos.

Petricor: Es el aroma distintivo que se libera cuando la lluvia cae sobre suelos secos, conocido popularmente como "olor a tierra mojada" u "olor a lluvia".
La palabra "petricor" proviene del griego "petra" (piedra) e "ichor" (el fluido que corre por las venas de los dioses en la mitología griega), evocando la esencia misma de la lluvia cuando toca la tierra.

Holaaa. Nueva historia!!

Cortita pero pintoresca 🤭

Les cuento que siempre me ha fascinado cómo los perfumes pueden transportarme a momentos específicos de mi vida.
Creo que es algo que nos pasa a todas/os. ¿No?
En mí la memoria olfativa es tan poderosa que puede almacenar esos perfumes en recuerdos que permanecen conmigo, a veces más vívidos que las propias imágenes.

Así fue que ayer, volví a oler el perfume que usé en el viaje más significativo de mi vida y fue increíble cómo ese simple olor me desencadenó una cascada de recuerdos y emociones... y me senté a escribir.
Este fue el resultado de mi "Muse" olfativa. ¡Ojalá les haya gustado!

Ya saben, i purple U muchoooo 💜

Lola/ Caracola

Córdoba 31 de julio de 2024





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