Oh, Fuck!

Yoongi no era fan de ningún tipo de celebración que requiriera justarse con más de dos personas. Odiaba los cumpleaños, las fiestas, las reuniones, incluso odiaba tener que entrar todos los días a un salón con treinta seres humanos más, pero al menos en el último caso, le recompensaba el ser la autoridad y poder hacer sufrir a sus alumnos.

Amaba su trabajo.

Claro, así era antes de conocer a Taehyung, Taehyung era sin duda su opuesto, él amaba las fiestas, las reuniones, festejar por cualquier pequeña cosa y le encantaba relacionarse con otros seres humanos.

Y Yoongi siempre debia acompañarlo, no podía dejar que su Taehyung saliera sólo habiendo tanta Omega hambrienta afuera, listas para clavarle el diente a su rollito de canela.

En fin, Yoongi no festejaba antes de conocer a Taehyung.

Sin dudas una de las fiestas que más odiaba era Navidad, el no era religioso, y tampoco le causaba gran emoción salir de su casa en pleno invierno sólo para festejar el nacimiento de un niño y la llegada de un viejo gordo vestido de rojo que entraba a tu casa a dejar regalos.

Cuando era pequeño, Santa le daba miedo.

¿Acaso no era aterrador la idea de un viejo entrando a tu casa de noche?

En fin, Taehyung era amante de la Navidad, amaba armar el árbol navideño, decorar la casa, preparar los regalos y ponerse horrendos suéteres de colores chillones.

Y Yoongi, bueno, Yoongi le daba el gustó.

Sus navidades siempre eran íntimas, la mañana de navidad se la pasaba juntos, intercambiaban regalos, tomaban chocolate caliente y Taehyung lo obligaba a que se sacaran una foto vistiendo con espantosos suéteres navideños de pareja, foto que luego era utilizada como postal.

Yoongi ya no odiaba la navidad, pero tampoco la amaba, la toleraba.

Todo cambió cuándo tuvo a su primer hija.

Kim Yoonji nació el 10 de diciembre, hacía un frío asqueroso, Yoongi estaba constipado y encima el doctor que trajo a su hija al mundo bromeó diciendo que su pequeña era Blancanieves.

Su hija no era una jodida princesa, era la maldita reina.

Yoonji no tuvo que esperar mucho para su primera Navidad, Taehyung se empeñó en hacer de Santa (a pesar de que Yoongi le dijo que no era necesario por que su hija no tenía ni un mes de nacida y por consecuencia no recordaría nada). Pero Taehyung habia estado esperando toda su vida para ese momento, así que lleno el árbol de regalos, muchos de los juguetes que compró esa primer Navidad Yoonji ni siquiera podía usarlos hasta tener tres o cuatro años.

¡Pero Hey! Taehyung estaba feliz, y si Taehyung estaba feliz entonces el mundo de Yoongi se iluminaba por completo.

Siete años más tarde, Yoongi veía a su esposo armar el árbol junto a Yoonji, Yeonjun y Yitaek. Ahora no sólo el sufría del terrible gusto de Taehyung por los suéteres navideños, si no que sus hijos también pagaban.

Nadie se salvaba, si Yoongi lo hacía, todos lo harían.

El árbol que era más alto que el mismo Taehyung estaba casi listo, sólo faltaba la estrella. Los niños no tardaron en pelearse por ver quién la pondría ese año. Yoongi los miraba pelear, apostando mentalmente por quién ganaría.

–¡Niños! No es necesario pelear... -dijo Taehyung, con esa paciencia que Yoongi nunca tuvo- Que tal si... -Taehyung lo miró, y Yoongi entré cerró los ojos- ¿Qué tal si este año la pone papá?

Los niños instintivamente miraron a Yoongi, Yoongi los miró de vuelta, fue una batalla silenciosa, de la cuál Yoongi terminó cediendo, con un suspiró se levantó y camino hasta su familia, abultando los labios tomó la estrella de manos de Taehyung, el cual le sonrió con inocencia, una que Yoongi sabía bien que tenía sólo cuando le convenía.

Yoongi levantó los brazos, sin mayor esfuerzo para llegar a la punta, porque incluso haciendo puntitas de pie no llegaría.

–Que pena, no llego, que la ponga alguien ma...waAaAAh! ¡Kim TaeHyung bajame!

Taehyung hizo un ruidito de negación.

–Ahora llegas, pon la estrella.

Yoongi, con una timidez que ni los años lograron borrar, obedeció, Taehyung lentamente lo bajó, y sin quitar las manos de su cintura le beso la mejilla a la par que deslizaba sus manos hasta abrazarlo.

–Princesa, prende las luces -habló a su hija, que no tardó en obedecer.

El árbol se iluminó, viéndose precioso, los niños chillaron, discutiendo entré sí que regalos le pedirían a Santa, organizándose para hacer sus cartas luego de la cena.

–¿Que me vas a regalar este años, Hyung?

Yoongi entré cerró los ojos de nuevo, observando un adorno de cartón con purpurina que su hijo menor hizo en la escuela.

–¿Acaso no es sufiente regalo el tenerme como esposo?

Taehyung rió, hundiendo su rostro en la curvatura del cuello pálido del mayor, tomándose un momento para llenarse del olor de su Omega.

–Eres sin duda un regalo, Min Yoongi... -Yoongi sonrió poquito- ¿Qué tal si te envuelve solo en un lazo y festejamos la navidad en nuestra habitación? -Yoongi borro su sonrisa.

–¿Que sigue? ¿Te viste de rojo, te pones una barba blanca y gimes entré "jo, jo, jo"?

Taehyung lanzó una carcajada al aire, Yoongi rodo los ojos sin sentirse realmente molesto.

–¿Qué tal? Sería uno de mis más oscuros fetiches...

Yoongi fue el que rió esta vez, frotando su naricita con la de su Alfa.

–Tonto.

Taehyung se inclino, dándole un beso.

–¡Papi, deja de besar a papá y ven, es hora de hacer las galletas!
Chillo Yeonjun molesto, lo ponía terriblemente celoso cuando su papi besaba a su papá.

"Papá Yoongi es mío, pero Papi Tae no lo entiende" Pensaba el niño de cinco años, unos 12 años más tarde conocería a su Omega y descubriría para su horror que era peor y más meloso que su papá Alfa.

Taehyung rió, sacándole la lengua al menor, abrazando más a Yoongi contra su cuerpo, Yeonjun hizo una mini rabieta.

Yoongi observó en silencio y con los ojos llenos de amor a su familia.

La Navidad regresaba como cada año, aunque la euforia de los niños correteando por toda la casa no existía. Yoonji tenía quince años, y no sólo había heredado la cara y la personalidad de su padre Omega, si no que su espíritu navideño se había ido evaporando con los años, para ella era otro día más. Yeonjun estaba en una etapa rebelde, se había pintado el pelo de verde y era una mezcla rara entre emo y gótico, pero fallaba totalmente en serlo, porque era igual a Taehyung. Y Yitaek... Yitaek se la pasaba en el ordenador jugando videojuegos.

Yoongi miró a Taehyung, que triste armaba el arbolito de navidad.

–¿Por qué tienen que crecer tan rápido? ¿No podían quedarse chiquitos y enanos para siempre?

Yoongi le hizo piojito, Taehyung cómo un cachorrito se recostó en su toqué, casi que sollozando. Ciertamente, sus hijos eran adolescentes, naturalmente perdían el interés en esas cosas, y aunque fuese temporal, Taehyung estaba triste.

Normalmen durante esas fechas tenía un cronograma ya hecho para disfrutar en familia, desde hacer maratones de películas temanicas, hasta ir a patinar. Desde hacer galletas con formas, hasta jugar guerras de nieve en el jardín. Pero no, Yoonji pasaba el tiempo en su habitación pegada al celular, Yeonjun estaba muy ocupado fingiendo odiarlos y Yitaek tenía un reino que construir en un juego con un nombre que Taehyung no lograba pronunciar.

–Ya, cachorro, el año próximo seguro que se ponen ansiosos por volver a hacer galletas contigo.

Taehyung hizo puchero.

–¿Y si no lo hacen?

–Bueno, en algún momento tendremos nietos, ¿No?

Taehyung se horrorizo, no podía imaginarse a sus hijos teniendo hijos, era una aberración, ellos eran sus bebés, ¿Cómo sus bebés iban a tener bebés?

Yoongi rió por la expresión del menor, y apretando le los cachetes le beso los labios abultados.

Taehyung suspiró, volviendo a acurrucar su gran cuerpo contra el pequeño de Yoongi.

Otra vez volvió a su cabeza cierto asunto, un año atrás habían discutido, Yitaek ya tenía doce años, y Taehyung tenía energía de sobra para pasar horas jugando con otro niño pequeño.

En pocas palabras, Taehyung quería otro hijo, desde siempre había adorado a los niños, y cuando se presentó cómo Alfa deseó poder tener con su Omega cinco hijos. Cuándo se caso con Yoongi fue un poco más realista y se convenció asu mismo que con tres niños estaría bien, pero el deseaba uno más al menos, sentía que aún no lo había dado todo como padre.

Pero Yoongi, bueno, Yoongi no es que no quisiera otro hijo, incluso si creyó aborrecer a los niños, amaba con cada célula de su ser a sus hijos, y había disfrutado (y aún disfrutaba) él ser padre, pero Yoongi ya era mayor para tener hijos, los Omegas no eran tan fértiles cómo las Omegas, y Yoongi ya había pasó su etapa fértil, incluso aunque quisiera, ya no podría.

Y odiaba, porque Taehyung quería otro cachorro, y él en el fondo, también lo deseaba.

–Te amo.

Dijo Taehyung de repente, bien, no importaba si Yoongi no podía darle otro bebé, estaba feliz de tener a sus tres hijos (cinco contando a los ya viejitos Yeontan y Holly) y tenía a Yoongi, sus hijos crecerian, se irían y formarían cada uno su familia, pero Yoongi siempre estaría allí a su lado, entonces, estaría bien.

Si estaban juntos, incluso la tormenta más terrible se convertía en un ligero rocío mañanero.

–Yo te amo más, Cachorro.

La mañana de navidad llegó, Taehyung se sintió feliz al ver a sus hijos allí, en pijama y abrigados con los suéteres familiares, él y Yoongi estaban acurrucado en el sofá, viendo a sus hijos abrir los regalos, que ya siendo niños grandes, sabían que eran de parte de sus padre y no de un viejo feo y gordo (cómo se refería su padre Yoongi a Santa).

Yoonji recibió ropa y maquillaje, Yeonjun un celular nuevo y unas zapatillas y Yitaek juegos para su computadora y unos cascos nuevos.

Sus hijos estaban felices, y Taehyung también, Yoongi desapareció un momento y los niños se miraron entré sí para luego sentarse rodeando a su padre.

–¿Esperan más regalos? -Taehyung murmuró divertido- Aún no revisan sus medias, ¿Por qué no van a ver que les dejó Santa Claus?

–Taehyung...

El castaño miró a su esposo, que se acercaba con un sobre colorido con un gran moño rojo en un extremo. Observó el rostro ruborizado de Yoongi, Taehyung no entendía, él ya había recibido su regalo durante la madrugada. Miró a Yoongi con una ceja levantada, y Yoongi lo miró feito, sabiendo bien en lo que él menor pensaba.

–¿Más regalos para papi?

Yoonji frunció el ceño asqueada.

Yoongi rodo los ojos sentándose de nuevo junto a Taehyung, en silencio le extendió el sobre.

–Feliz navidad.

Taehyung le respondió con un beso.

–¡Qué emoción! ¿Son fotos tuyas? Quiero poner más fotos tuyas en mi oficina, así no te extraño tanto.

Yoonji rió, Yeonjun intento esconder su sonrisa y Yi no entendía a que se refería su papá.

Taehyung siguió parloteando hasta finalmente abrir el sobre y ver los papeles dentro de él.

–U-Uh... -miró a Yoongi y luego de nuevo a los papeles- Yoongi... ¿Es... Es una broma?

Yoongi sonrió, acariciandole los pelitos de la nuca.

–No podemos tener otro bebé, pero podes darle una familia a uno que la necesite.

Taehyung sollozo, sintiéndose sensible, feliz, emocionado, eran muchas emociones y todas de golpe. Yoongi viendo lo vulnerable que se veía Taehyung en ese momento lo abrazó tratando de también retener sus lágrimas, porque él también etaba terriblemente emocionado.

Yeonjun fue el primero en unirse al abrazo, siendo seguido por sus hermanos.

Yoongi se sintió pequeño e indefenso, pero a la vez protegido, amado y cálido, allí, con su familia, con Taehyung, en su hogar, y en la jodida Navidad, se sintió en el cielo, se sintió como si hubiera estado allí por mucho tiempo, pero recién se percataba de ello.

Joder, amaba la Navidad, amaba a Taehyung por pegarle sus gustos y amaba tener a la familia que tenía.

Su alma, su lobo, su pequeño e indefenso cuerpo humano, estaban en su casa, en su hogar y estaba seguro que ni todo el dinero del mundo podría hacerlo sentir tan rico.

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