💜~17~❤

~Felices por siempre~

Es raro que te inspires luego de haberte inspirado ya para un dibujo ¿No creen?

Pero, en fin, vamos allá >:v Me urgen jotos.
-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

Nervios, nervios... No dejaban de torturarlo y revolverle a vuelcos el estómago, casi haciéndole desear que la tierra lo tragara.

Casi, porque... No, en realidad no dejaría su puesto por nada del mundo.

Había esperado años por esto, había pasado muchas cosas para conseguirlo, y ahora que estaba a unos minutos de finalmente alcanzar aquel sueño infantil que perduró hasta su adultez, no pensaba huir por estúpidos nervios momentáneos.

En unos minutos estaría por fin casado...

Casado... R-Realmente...

No sabía muy bien cómo dar tregua a las miles de emociones alborotándose en su interior, pero lo más seguro era que estaba infinitamente feliz, y nada podría borrarlo.

Es que... ¿En serio podría ser mejor? Sus familiares y amigos emocionados observando, la hermosa decoración a la cual por cierto su prometido dedicó muchas horas y gritos... Porque no salía como quería... Simplemente todo se veía tal cual lo había idealizado alguna vez, pero quizá mejor.

No dejaba de observar desde lejos, a través de la puerta entrecerrada, impaciente y ansioso, preguntándose si sería tan bobo como para arruinarlo todo y caer al momento de caminar hacia al altar.

¡No, no! Ivlis, deja de pensar cosas malas ¡Este es un gran día! Nada debería arruinarlo, nada podría arruinarlo.

Porque... La verdad es que no importaba el vestuario, los invitados entre conocidos y aristócratas, lo supuestamente "trascendental" que sería esta unión para su mundo... Nada de eso le podía importar menos que la persona que lo estaba esperando en el altar, aparentemente igual de nervioso que él o quizás peor.

No era difícil notarlo cuando observaba su rostro, la forma en la que revisaba unos papeles en su mano y cómo Emalf trataba de tranquilizarlo solo para que eso lo alterara aún más.

Rió por lo bajo ante ello. Sin dudas su amado no dejaba de ser el mismo infantil de siempre en estas situaciones. No sabía por qué estaba tan concentrado en aquellas notitas, pero quería creer que eran sus votos.

Ay... Y él que no pensó en escribirlos.

Bueno, ya no había nada que hacer. Él estaría más que conforme y feliz con solo poder declararse un hombre casado.

Casado...

Tomó tiempo, tomó esfuerzo... Pero el día era hoy.

¿Alguna vez se había visto a sí mismo con ese tipo de ropa elegante? No estaba del todo seguro por no tener la costumbre de vestir así. Era tal vez lo único diferente que notaba al verse en el espejo cercano, además de las flores y el velo, porque esa sonrisa... Y ese brillo en sus ojos... Era algo normal en él desde hace años.

No podía digerirlo del todo aunque rememorara su vida desde el momento en que se dio el primer beso... La primera cita... Los pequeños inconvenientes que trajo su relación... Los muchos años a su lado... Y hace unos pocos días él arrodillado ante él para hacerle la muy importante pregunta que nunca llegó a imaginar que le haría.

Siempre lo había soñado, aunque, a simple vista él no era el más romántico de todos. De cualquier forma, no se debía mucho a la fiesta en sí, sino que... Tan solo deseaba pasar la eternidad al lado de una persona que amara con todo el corazón.

Licorice, cariño...

El tiempo había pasado tan de prisa que no lo notó.

Parecía que un día era un miserable sin remedio deseando la muerte y al otro el ser más feliz por existir en los mundos. Se sentía tan extraño... Todo se sentía tan irreal que podría pensar que en cualquier instante despertaría, pero no pasaría.

Como dicen por ahí "demasiado bueno para ser verdad".

Tantos pensamientos lo abarrotaban, como los nostálgicos que le recordaban que el diablo esperando a unos metros de sí, alguna vez fue un ingenuo niño que descansaba entre sus brazos ¿Rozaba lo increíble? No demasiado, al menos no para el resto, pero él... Estaba seguro que de haber considerado la idea de terminar siendo el esposo de su hijo habría negado cualquier posibilidad alegando locura.

¿Y lo era? No, porque éste no solo terminó de ganarse su corazón, sino que además de eso correspondía sus sentimientos y fue capaz de hacerlo infinitamente feliz como nunca creyó que volvería a ser.

En algún momento hubiera pensado que no merecía nada de esto, o que no era digno de estar con Licorice luego de todo... Sin embargo ya no caería en esas estúpidas ideas ¡Sí! Es verdad, quizá su prometido le llevaba ventaja en muchas cosas, pero como él había dicho... Lo amaba más que nada, con defectos, virtudes y todo.

No se martirizaría creyendo que era insuficiente, solo agradecería sin parar la enorme suerte que le había tocado y diría "Acepto".

Lo adoraba tanto, lo amaba tanto... La idea de unirse de esta forma era más que un sueño cumplido.

De solo recordarlo... No podía evitar apretujar sin notarlo el ramo de rosas entre sus manos.

"...Y s-sé que es egoísta decirlo así pero... ¿Aceptarías ser mío por toda la eternidad?"

-Acepto... -Susurró inconscientemente, rozando con profundo cariño un pétalo de rosa en el ramo.

Claro, no lo había dicho tan tranquilamente, pero se entendía la idea.

-¿Ivlis? Ya estoy aquí, hermanito. -La voz de la dulce ángel lo hizo voltear hacia la puerta. Ella sonreía dulcemente, esperando que se acercara para darle un cálido abrazo.

Igls lograba sentir toda la alegría en su hermano, y le fascinaba.

-O-Oh, Ivlis... No llores ¡Ya es hora! Él no querrá verte así.

No lo había notado antes, pero ya que Igls lo mencionaba, sus ojos se habían aguado entre tantas emociones.

-L-Lo sé... Es solo que... Estoy feliz.

Igls entendió, rozando sus lágrimas para quitarlas y dale un último abrazo.

-Yo también... Ven, ya te están esperando.

Un suspiro de valor... E Ivlis entrelazó su brazo al de su hermana listo para encaminarse al altar, escuchando ya la música.

Bueno... Aquí voy.

Le sería tan útil saber que no era el único que estaba sumamente nervioso.

-¡E-Estoy jodido, Emalf! ¡Tengo miedo!

-¡No empieces con eso! ¡Eres un macho y te casarás con tu otro macho!

-¡L-Lo voy a arruinar, Emalf! ¡Ya puedo sentirlo! ¡B-Bwaaah! ¡Haré el ridículo!

-¡DEJA DE MATAR AL MACHO, DIABLOS!

Y sí, Ivlis no era el único que podía ponerse nervioso, aunque en el caso de Licorice era más de... Entrar en pánico.

No lo malentiendan, estaba más que feliz, finalmente se iba a casar con aquel que fue dueño de su corazón desde que tenía memoria. El problema irradicaba en que mezclar la importancia de este momento junto a su paranoia para hacer todo perfectamente era causante de esos ataques suyos de miedo.

De por sí no le ayudaba en nada ser consciente de que Adauchi estaba presente y de que no podía ir a echarlo como quería, porque le gustara o no... Eran familia.

Resultaba tonto considerar que podría arruinarlo, lo peor que podría hacer ahora es dejar el altar, lo cual no estaba en sus opciones.

Deseaba tanto esto... Pero quería que saliera bien... ¡Y aún no se sabía sus estúpidos votos!

Maldita inspiración enamoradiza que le hizo escribir una biblia sobre cuánto amaba a Ivlis... ¡¿Por qué pensar en él tenía que inspirarlo tanto?!

Tenía suerte de contar con Emalf a su lado como su padrino de bodas para tranquilizarlo o sería hombre muerto.

Suspiró contando hasta diez, tratando de autoconvencerse de las palabras de su amigo. De que todo saldría bien y solo estaba imaginando cada peor escenario posible por su miedo del momento.

Cómo se notaba que planificarlo todo no era igual a vivirlo, eh...

De cualquier modo... No estaba arrepentido de nada. Esto le hacía demasiada ilusión, por no decir que era un sueño que seguía latente desde el primer momento en el que su corazón latió desbocado por el diablo de flamas.

No sé arrepentiría jamás de haberle pedido su mano.

"T-Tú... ¡S-Sí! ¡Si, sí, sí, sí! ¡Un millón de veces sí! ¡Sí quiero, acepto! ¡Te amo, te amo, te amo!"

Nunca había visto a su madre tan feliz y eufórica como aquella vez. Era simplemente hermoso saber que se debió a una simple pregunta.

Aunque... Aún se preguntaba tantas cosas... ¿Sería buen esposo para él? ¿Podría darle todo lo necesario? ¿Sería suficiente para él? ¿Realmente serían felices por siempre? No podía asegurar nada. Habían pasado tantos momentos desagradables antes de ser completamente felices... Odiarla que algo así ocurriera.

Casarse con Ivlis siempre fue su mayor anhelo, pero reconocía que un simple sueño de niños era diferente a la realidad. Había tanto que le preocupaba... Había tanto de su futuro que era incierto...

De cualquier forma, no pudo seguir lamentándose o lloriqueando mucho tiempo más, porque la marcha nupcial había iniciado al fin junto a los muchos murmullos ajenos y ¿Por qué no? Llantos de parte de su tía Rieta.

Con solo fijar la vista en él, todo miedo se esfumó por completo, al igual que casi podía decir que se detuvo su corazón.

En el segundo en que su mirar dorado se cruzó, el resto dejó de existir, solo eran ellos dos.

No había dudas, temores, preocupaciones, invitados... Absolutamente nada, solo su amado y su dulce sonrisa al subir al altar luego de soltarse de su hermana y tomar una de sus manos, sujetando el ramo con la otra.

-T-Te ves muy... Muy...

-Tú t-también, cielo.

Justim, soltando una corta risa, puso su atención en su trabajo y comenzó lo cual todos ya estaban esperando.

-Queridos seres de la creación. Dioses, diablos, demonios, ángeles, animales, brujas... Y Mogekos. -Agregó a lo último, notablemente incómodo. -Nos reunimos todos aquí para celebrar la primera unión entre un diablo puro y un diablo híbrido, ejem, y mi primera boda incestuosa si me permiten decirlo. -Rió por lo bajo, conteniendo sus ganas de mirar a Vicers de forma insinuante. -Pero, déjenme decirles que esos títulos no importan. No vine a ser cura en una boda importante, sino en una donde los novios se amen con todo el corazón. Para desgracia de todos, debo leer este largo y aburrido libro acerca del amor.

Y ahí las quejas y abucheos dieron lugar, aunque al par de diablos no pudo importarle menos.

Ni habían escuchado a Justim.

Solo seguían viéndose con amor, ajenos al resto mientras entrelazaban sus dedos.

Algo quedaba muy claro... No importaba qué les pusiera por delante el destino... O qué tanto tardaría Justim en ese monólogo... Al final, sabían que solo estando juntos serían felices para siempre.

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-
NO ESTOY LLORANDO, TÚ SÍ

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top