💜~15~❤
No actualizo desde hace mil años por actualizar los otros Fics, pero aquí he vuelto. (?)
~La dichosa cinta~
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Había ciertas cosas que a Licorice le quedaban claras luego de empezar a acostumbrarse a su nueva forma adulta obtenida hace unos días.
...Casi todo era genial.
No solo le daba la sensación de ser mayor, aunque fuese falso, sino que en ese estado podía formar lanzas de luz, las cuales hasta el día de la semana pasada no sabía que podía hacer.
Tenía suerte de que Ivlis, intrigado e impresionado por ese extraño poder, se dedicara unos minutos cada vez que él se lo pedía, para instruirlo en cosas básicas de manejo de armas blancas.
Ay... Amaba cuando pasaba eso. Podía fangirlear internamente viendo a su madre emocionada en explicar y enseñar mientras en cada indicación adoptaba alguna pose de pelea.
...No podía con eso, ayúdenlo.
Otra enorme ventaja de la cual se terminó riendo... Era más alto que su padre.
Eso al principio le resultó extraño, el diablo de Pitch Black medía según tenía entendido 1.90...
Descubrir que medía como dos metros en su forma adulta lo hizo sentir un poste de luz andante y le llenó de orgullo, echándoselo en cara a todos, menos a su madre, claro.
A él le tenía un comentario más especial, en el cual resaltaba que era adorable poder verlo desde arriba.
La primera vez que se lo dijo Ivlis por primera vez le golpeó el brazo, aunque lo que lo dejó estupefacto fue verlo apenado.
Murió apenas lo vio. Tan lindo.~
Aunque... Claro... No todo era bonito cuando tenía esa forma.
Para empezar, a veces hasta le daba vértigo por su altura... En más de una ocasión casi se dió contra el marco de una puerta gracias a sus condenados cuernos que le sumaban más altura, la basura accidentalmente le había pisado la cola, cual había crecido en longitud también, y...
...No terminaba de explicarse por qué diablos el traje formal y la corbata.
¡Maldecía esa prenda del demonio! ¡Era imposible quitarla!
Si esto era un adelanto a cómo luciría de adulto, ese detalle lo dejaba pensativo sobre si aprendería a anudar la prenda de los mil dolores de cabeza.
Esas eran cosas que podía pasar por alto pero... Recientemente tenía un problema mayor.
–¡Cucaracha!~ ¡Ya te ví! ¡No huyas! ¡Eso sólo me hace desearte más!
Otro día igual, Satanick correteaba a Ivlis por la sala. Había llegado de malas de una reunión y le urgía jugueteo con la cucaracha, en especial ahora que andaba más difícil que de costumbre y era más rápido.
–¡Vales verdura, puto! ¡Aléjate! ¡Shu Shu!
Oh, sí... Y desde el primer rescate de su hijo cómo que Ivlis empezaba a ser más respondón y ya no era fácil asustarlo.
¡No importa! ¡Así era más divertido!
De cualquier manera, rato después el diablo azabache logró acorralarlo en uno de los rincones de la sala tratando de darle besos forzados.
Le costaba, el desgraciado no solo tenía valor para empezar a responderle, sino que ya hasta comenzaba a tratar de librarse solo.
–¡Qué asco! ¡Te huele la boca! ¡Piérdete!
–¡O-oye! ¡¿Qué dices?! ¡Si me lavé los dientes hace poco!
–¡Para tí hace poco es un año! ¡Asco!
Justo en el orgullo...
Ya como que le hartaba tanta hostilidad.
–¡¿Por qué últimamente eres tan cruel?! ¡Trae al Ivlis llorón de nuevo!
–Me encantaría pero... –Pausó paulatinamente con una sonrisa maliciosa señalando detrás de él.
–¡AHÍ ESTÁS, BASURA! ¡ALÉJATE DE MADRE!
Oh, y hablando de costumbres diarias... Licorice aún no empalaba a Satanick, sin embargo el momento no tardó en llegar cuando Ivlis se apartó en medio de la distracción del otro día lo adulto para evitar las lanzas también.
Ah, cierto... No solo andaba más hostil. Se notaba que disfrutaba ver este tipo de cosas.
–¡Muere, muere, muere, muere!
–Erh... Cielo, creo que si sigues vas a volverlo queso. –Comentó el de mechas rojas apenas mirando al azabache lloriquear en el suelo. –No sé ¿Tú qué dices, Satanick? ¿Te sientes un queso?
–...J-Jódete.
–¡TE VOY A COSER LOS LABIOS, IMBÉCIL!
Ivlis, risueño, detuvo el brazo de su hijo antes de que lo volviese a atacar.
¡Hijo de fruta! ¡En su guardia no iban a insultar a su madre de esa manera! Ya tenía bastante ventaja sobre la basura, quería desquitarse mucho por los últimos años.
–Mejor déjalo así, cariño. No aprenderá mucho de cualquier forma.
–Sí, madre. Lo que tú digas, madre. –Concordó sin chistar, sonriendo al adulto mientras se alejaban.
Esto de poder ser adulto le gustaba. En especial cuando podía rescatar a su madre como siempre había querido hacer.
No podía hacerlo en forma definitiva y llevarse a Ivlis lejos como había soñado pero... Podía hacer un mini rescate por día y animarle el día a su progenitor, como tanto alegaba él que pasaba cuando veía a la basura siendo atacado.
No lo culpaba, era como tener venganzas pequeñas. A él le gustaba también, sobre todo al notar que desde aprendió a hacerse adulto él ya no estaba tan paranoico a cada instante.
Incluso podía verlo sonreír más.
Cómo ahora, que estaba tratando de ocultar unas risas mientras lo miraba de soslayo.
–Uh... ¿Pasa algo, madre?
Sin responder verbalmente, Ivlis señaló su propia cabeza, su cabello para ser exactos y dejó que su hijo adivinara solo chillando de miedo al notar que se le había soltado la cinta.
...Un minuto ¿Cinta?
¡Un minuto! ¡¿Desde cuándo tenía el cabello largo?!
–¡Q-qué...! ¡¿Cuándo...?! ¡¿QUÉ?!
–O-Oh cielos... Este... Creo que se te soltó la cinta del cabello, cariño. –Aun no paraba de reírse momentáneamente. La imagen de Licorice agarrándose el cabello y observando como si estuviese viendo a un alíen lo superaba.
–¡¿Desde cuándo yo...?!
–¿Nunca te diste cuenta de eso?
El menor negó apenadamente.
Siendo sinceros, apenas llevaba una semana aprendiendo a usar esa forma y no es que se haya visto mucho a sí mismo. Solo la primera vez, y fue de frente.
Esa vez no notó un detalle. Tenía el cabello largo y atado al igual que lo tenía Ivlis, salvo que el suyo era menos lacio y aparentaba ser más corto que el suyo gracias a su altura.
Bueno... En algo se sentía pleno. Así se parecía más a su madre.
–N-No... No se me dió por verme mucho ¿Sabes?
–Entonces supongo que no sabes atártelo.
De nuevo tuvo que negarle.
Genial, primero la corbata y ahora esto ¿Qué podía ser peor?
Casi sollozaba de la vergüenza de no ser porque visualizó sorprendido cómo su madre se desataba su cinta y se acercaba detrás suyo, deduciblemente para atarle el cabello a él.
...Con su propia cinta.
–¿M-Madre...?
–Por favor quédate quieto. No quiero enredártelo.
–U-Uh... De acuerdo.
No podía ni quería oponerse. De cierto modo que Ivlis hiciera eso era relajante y le causaba ternura. Él solía peinarlo a veces, pero eran más detalles mimosos que necesarios y esto no era para nada similar.
–Y... ¡Listo! ¡Ya te ves guapo de nuevo, cielo!
No, Licorice, no te mueras. Recuerda que es un halago materno... ¡NO TE DESMAYES! ¡CONTRÓLATE!
–G-Gracias. –Justo ahora notaba algo. –P-Pero... Tu cinta ¿No te molesta?
–Para nada. –Negó él tomando su brazo suavemente para llevarlo con él hasta el baño. –Considéralo un regalo y una ayudita. Es lo mínimo que puedo hacer por mi pequeño héroe después de todo.
Ni siquiera podía decir algo. Su mente seguía divagando y su corazón juraba salirse de su pecho con tantos elogios.
Ténganle piedad, sigue siendo un niño y no sobrevivirá así.
Logró reaccionar finalmente, y fue gracias a la voz de su progenitor y el gesto que hizo al lanzarle un cepillo.
–Además, si me ayudas con esto podrías aprender a atártelo tú.
–No lo sé... No quiero hacer un desastre.
–No me importa ser un sujeto de pruebas. Puedes equivocarte cuanto quieras, recuerda que sé cómo lidiar con esto.
Licorice no dijo más, solo le devolvió a su madre la misma sonrisa mientras se acomodaba detrás de él.
–Dime si te tira mucho en cabello ¿Bien?
Ser adulto le trajo muchas ventajas... Y una de ellas llegó gracias a una desventaja.
Incluso si era una simple cinta de cabello, era de Ivlis, pensaba atesorar ese regalo.
Qué curioso... Años después sí la conservó, y todavía guardaba ese día en su memoria con cariño.
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Son casi las 6, debería dormir, jajaja... :D
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