💜~14~❤

~Lo que sí importa~

Genderbend/Cambio de sexo en los personajes.

Esta nena divina es Fem Licorice, yes.

Algunos nombres fueron cambiados, pero al leer se darán cuenta de quienes son(?)

Basado en "Unhappy Man"

:^) Eso ya dice mucho. (?)
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Solo hubo una cosa que le importó desde que era niña y tenía memoria hasta su adulta actualidad.

Ivlin, su madre.

¿Era algo sorprendente? No en realidad. Todo aquel que conoció de pequeña a la diablesa tenía entendido que le profesaba a su progenitora todo su cariño, y en conocimiento de cercanos; Un amor más fuerte que el acostumbrado a ver en una hija a su madre.

Años y años lo había dejado más que claro. Estaba dispuesta a todo por Ivlin y siempre estaría a su lado para protegerla de quien sea que se atreviera a ponerle un dedo encima.

Aún no se olvidaba de esa excepción que seguía carcomiendo con culpa su ser.

Te fallé... Y eso te costó más a ti que a mí.

Su madre una vez se le fue arrebatada sin poder hacer nada. Jamás lo olvidaría.

Fueron años y años en los que la buscó en todo Pitch Black World hasta dar con ella.

Se le estrujaba el corazón de solo recordar el estado en el que estaba.

El odio hacia Satanica aún la hacía apretar los dientes de rabia. No le importaba si actualmente ella se había recuperado de su estúpida locura, no permitiría que siquiera viese a su madre.

No solo porque deseara mantenerla lo más lejos posible, sino porque a la de mechas rojas aún le daba un instante temor escuchar sobre la oji violeta.

No la culpaba... No tenía detalles sobre lo que ocurrió esos años, pero se hacía una idea bastante dolorosa tras ver sus heridas y el comportamiento tan cambiado que adoptó por ese trauma.

¿De la temperamental Ivlin?... No quedaba nada.

Su actitud era un constante recordatorio de su imperdonable fallo, y aunque ella le insistiera en que no era su culpa, no evitaba pensar que era así.

Pero... ¡Hey! No todo era malo. A pesar de todo Ivlin parecía ser feliz ahora que era libre. Era un poco tímida y paranoica en un modo bastante gracioso, pero sin embargo se notaba que esa sonrisa habitual en su rostro no tenía una pizca de falsedad.

Eso la calmaba.

Había prometido realzar su espíritu a como diera lugar desde el inicio y funcionó. Tomó tiempo y dedicación, en especial por los primeros días, pero no había nada que no estuviese dispuesta a hacer por ella. Los esfuerzos habían rendido frutos al final...

Y hasta le habían traido la agradable sorpresa de que Ivlin terminara correspondiendo sus sentimientos.

Ah, qué lindos recuerdos... No los olvidaría por nada. Tenían mucho valor así allan pasado años desde ese momento. Nada la hacía sentirse más plena que su madre poniendo esa mirada perdida para después reaccionar y decir "Oh, no pasa nada... Sólo estaba recordando el día en que empezamos a estar juntas."

Con solo eso podía chillar enamorada. Se veía que no era la única que atesoraba tal momento con tanto cariño.

Ay, a veces no se creía que oficialmente podía llamarse a sí misma "Esposa de la diablesa de flamas".

Sí, esposa. Hace un tiempo que estaban casadas.

No podía pedir más de su relación, pues tenía todo lo que siempre había anhelado y soñado cuando no era más que una niña, incluso era más que eso. Cada segundo a su lado, ya sea tomándose de las manos, acurrucándose juntas o besándose con inocencia, era invaluable y lleno de dicha. Nada la hacía más feliz que finalmente después de tantos años; su madre la viera de la misma forma.

Aunque... No le importaba si era su esposa, novia, o simplemente su hija... Su promesa seguía vigente. La cuidaría de todo riesgo.

De las pesadillas, de la tristeza, de los malos recuerdos, de cualquier cosa. Si era necesario enfrentaría a las mismísimas July y Vicers.

De todo... La protegería de todo... Hasta de sí misma.

-¿Me lo dices otra vez...? -La tímida voz de la diablesa roja hizo relevo antes de unir labios, interrumpiendo aquel futuro contacto casto el cual llevaban repitiendo constantemente desde que habían salido de la ducha. Apenas las cubría una toalla en la cintura, pues si bien ya estaban secas, habían olvidado cambiarse en el momento en que se dejaron llevar y cayeron en la cama.

La más joven sonrío cariñosa rozando entre sus dedos los rojos mechones de su esposa, con una mirada profundamente amorosa.

-Te amé, te amo y siempre te amaré... Hasta toda la eternidad. -No se cansaría nunca de poder decírselo. Era lejos de ser una molestia como Ivlin ta vez pensaba.

¿Cómo serlo? Si adoraba cuan brillosos y ensoñadores se veían sus ojos al oirla, atenuando en sus mejillas un rojo que le daba una apariencia aun más adorable que de costumbre.

No se cansaba de repetirlo, no se cansaba de recordarle cuanto lo amaba, y por supuesto... No se cansaba de poder mimarla en ese presiso momento que también quedaría guardado para siempre en sus corazones, como todos los que vivían juntas.

Aunque sentían que particularmente, este sería diferente. Al menos eso pareció cuando la toalla de Ivlin comenzó a desprenderse.

-Mhn...

¿Podría ser este el momento en que avanzaran más?

Licoricess no estaba muy segura de la respuesta, simplemente había dejado de dar uso a la razón y dejó que el tenue aroma natural de su madre junto al calor de su suave piel la guiara a dejar unos sutiles besos en su cuello, tan delicados que ni su labial llegaba a marcar por completo, y unas caricias tan delicadas en el contorno de su figura que no alcanzaban a sentirse como caricias de manos, sino como roces de una pluma.

No daba pena admitirlo. Llevaban años juntas, y ni siquiera en los que estuvieron casadas habían pasado a "segunda base" o como sea le dijeran. Ivlin no lo mencionaba nunca y si bien Licoricess recibía una que otra pregunta al respecto del asunto, contestaba sin mostrar interés y dejaba olvidado el asunto.

Nunca se habían detenido a pensar en ello y tampoco es como si les importara.

Es que... No importaba. No lo necesitaron nunca para saber cuan devoto era su amor. Les gustaba así como era, puro, inocente y sin prisas. Tenían toda la eternidad ¿No?

Simplemente esta vez, se estaban dejando llevar.

Bueno... Eso había creido Licoricess al sentirla temblar, relacionándolo a una reacción ante sus atenciones...

Porque luego de unos segundos la sintió tensa y demasiado temblorosa para algo así, y se fijó en cómo enterraba las garras en las sábanas.

Y luego... Luego la escuchó, no reaccionó hasta que por estar aun entre el espacio de su hombro y cuello sintió que algo la mojaba.

-¿Uh...? ¿Ivlin...?

-N-No... Ugh... N-No más... Satanica... N-no más...

...¿Satanica?

-¿Q-qu...? -No necesitó más que eso para entender qué pasaba, así reincorporarse y agitar un poco los hombros de Ivlin para sacarla de los recuerdos a los cuales cayó al cerrar los ojos. -¡M-madre! ¡Tranquila! ¡Soy yo! ¿L-Lo ves? ¡Soy Licoricess...! Reacciona, por favor...

Sentía que podría llorar con ella también.

-¿...? ¡U-uhm! ¡C-cariño! -La diablesa por fin habia abierto los ojos de repente, sobresaltándose un segundo antes de percatarse de la tremenda estupidez que acababa de cometer. No tenía ni el valor para poder verla a los ojos tras haber desviado la mirada, pues lo había hecho apenas despertó.

Angustia, culpa, dolor... Todo eso vio en su dorado mirar y eso mismo estaba inundándola.

-L-Lo siento... Y-Yo no quería... N-No quise d-decir... -No encontraba excusa que borrara eso, lo cual solo la hacía sentir aun peor ¿Comparar a su hija con esa maniática? ¡Ni su tonta maginación debería permitir eso! ¿Cómo se podía ser tan idiota? ¡Idiota, idiota! Estaba a punto de lanzarse a las disculpas atropeyadas, de no ser porque su hija se retiró de arriba sin decir palaba, para ir hasta el ropero, rebuscar hasta encontrar los camisones de ambas y colocarle el suyo cuidadosamente.

Estaba muda, y el silencio le parecía tan incómodo que le atormentaba.

Una vez que estuvieron bajo las sábanas, Ivlin se encogió en su sitio.

-P-Perdóname... Tú no...

-Está bien. -Fue todo lo que pudo decirle con un tono calmo, atrayéndola hacia sí para rodearla afectuosamente con sus brazos y acurrucarla mimosamente. -Sé que no es tu culpa.

-P-Pero... -Su hija siempre había sido tan dulce y gentil, era tan frustrante presumir que estaban casadas hace tanto y ella seguía siendo tan cobarde como el primer día. Tan solo... ¿No podía superarlo? No le temía para nada a Licoricess, pero... ¿Entonces por qué? No tuvo la oportunidad de seguir pensando en ello, pues las tiernas caricias en su cabeza y la calidez de estar tan acurrucada con ella le hicieron callar.

-No tienes por qué presionarte... Sabes que yo no quiero obligarte a nada. -Entendía a su madre a pesar de no haber pasado por las mismas cosas. Es más, sin entenderla, de todos modos no podía hacerle sentir remordimiento.

-E-es solo que... Ya estamos casadas... ¿No? ¿Qué clase de pareja somos...?

-Una que no requiere tanto para ser feliz, más que solo amarse. Incluso si no pudiera besarte... No me molestaría con tal de estar a tu lado. -Había soñado tanto por obtener su corazón, que hasta la más simple mirada bastaba para hacerla infinitamente dichosa. No pedía más que eso. -Si tienes miedo todavía... Entonces está bien.

-N-no te tengo miedo, no creas que yo...

-No hablaba de eso, tranquila. Sé que no me temes... -Nunca dudaría de una cosa así, incluso con la ligera culpa que sintió tras haber visto la reacción de la diablesa de llamas.

-Lo siento... S-sé que para ti es importante...

Tal alegación hizo a la oji dorada detener un instante sus mimos en lo que re calculaba lo dicho.

-Bueno... Importante... Importante... Es un concepto cambiante para este caso. -Suspiró bajando la mirada hacia ella, desviando su mano hasta su mejilla. -Es importante para mí que sea contigo... Pero si te refieres a que me importa tanto como para creer que no me sentiré completa con lo nuestro hasta hacerlo, entonces no. Realmente... Eso nunca me importó... Siempre soñé con el día en que pudiera hacerte feliz, así no dejaras de verme como tu hija. Ya es bastante bueno para ser verdad decir que me amas igual que yo lo hago... -Pausó un instante, no por grandes razones, solo una simple contemplación a los acuosos y destellantes ojos dorados de Ivlin, que desprendían cierto toque de confusión y sorpresa. Tan tierna... -Los demás pueden decir lo que se les dé la gana, no me interesa. Me da igual cuanto tiempo estamos juntas, me da igual que estemos casadas... Mi título de "esposa" no me da ningún derecho a pasarme sobre tus emociones. A ti es a quien amo... Y por eso mismo, no me importa que tanto "progresemos" o el tiempo que haya que esperar, tú eres la que me importa. -Sentenció con tanta seguridad y devoción, sellando un dulce beso sobre los labios ajenos.

Tan frágil y delicado, cómo sentía a Ivlin entre sus brazos.

-Tenemos toda la eternidad, y no me importaría gastarla en solo abrazarte... Lo haría.

No se requirió decir más para que la más baja asintiera tímidamente. La forma en la que correspondió el abrazo y se apegó a su esposa dijo más que mil palabras.

-No sé qué hice para merecerte... ¿Sabes?

-Existir, tal vez... Para mí eso es más que suficiente.

Ella la amaba.

Tanto que tales banalidades como "el paso del tiempo y sus acciones" no tenían peso en ella.

Solo el profundo amor hacia la de mechas rojas y el anhelar su felicidad sobre todo.

Eso era lo que más importaba.

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Me puse cursi por escuchar "Safe and sound", déjenme :^)

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