#068 𝐀𝐌 𝐈 𝐃𝐎𝐈𝐍' 𝐈𝐓 𝐖𝐄𝐋𝐋? IV

___ Gi ☁︎
Las heridas más profundas.

068 ⟩ 4 ☠︎︎ 𝙙𝙖𝙣𝙜𝙚𝙧.
little space, hurt/comfort,
mpreg, self harm
mingi baby - ateez caregivers

―¿Quién va a ver una película de princesas? ―preguntó Seonghwa viendo al bebé sentado en la cama.

Minki dio unos pequeños saltitos y aplaudió, muy concentrado en lo que Seonghwa hacía, mientras se terminaba el contenido de la mamadera.

―Gigi... ―Minki susurró bajito.

―Así es, eres tú.

Seonghwa sonrió y terminó de acomodar la pantalla. Se sentó junto a Minki y este inmediatamente se apegó a él y se aferró a su mantita, descansó la cabeza en su hombro y prestó suma atención a la película que apenas daba inicio.

La puerta fue tocada suavemente y la voz de Yunho se oyó, bajita.

―Gongju, ¿estás ahí? Compré helado de tu favorito.

La relación de Mingi con Yunho había mejorado un poco, pero el tema de Minki era aparte.

Minki alzó la cabeza inmediatamente, sobresaltado. Era apenas un bebé de cuatro años, pero en el fondo de su corazón sabía que no debía estar ahí, y menos así, por lo que se aterró de que alguien más pudiera darse cuenta. Dirigió su mirada hacia la puerta completamente asustado y su cuerpo tembló.

―Tranquilo.

Seonghwa tomó sus manos y las apretó suavemente, atrayéndolo a su cuerpo en un abrazo. Suspiró de alivio al recordar que había trabado la puerta con la cerradura y besó la frente de Minki tratando de menguar su miedo.

―No va a entrar ―le susurró al pequeño antes de alzar la voz para dirigirse a Yunho―. ¿Qué pasa, Yunho? Estamos viendo una película.

Hubo un corto silencio.

―Oh, hyung ―dijo Yunho en un tono bajo―. No quiero molestar. ¿Quie- quieren helado?

Minki negó rápidamente con la cabeza.

―No, no ahora, Yunho. Gracias de todas formas.

Yunho soltó un chasquido con la boca y se marchó.

Minki miró a Seonghwa con sus pequeños ojos bien abiertos. Su cuerpo sudaba y temblaba ligeramente aunque Yunho no lo hubiese siquiera visto; Seonghwa se preocupó. El llanto y aquellas imágenes de esos tres días de tortura llegaron a él como un escupitajo y tuvo que apartar la mirada para no echarse a llorar.

Seonghwa estaba harto de echar culpas, pero estaba seguro de que habían lastimado a Minki de una manera horrible. Seonghwa se lamentaba por aquellas veces donde Minki despertaba con pesadillas o donde ni siquiera podía dormir, Seonghwa odiaba lo que había pasado ya que los había distanciado tanto. Porque aunque todos tratasen de disimular, Mingi no era el mismo desde entonces, era difícil para él mirarlos a la cara y seguir como si nada.

―¿Ddeonghwa? ―llamó Minki sorbiendo su nariz.

Seonghwa devolvió sus ojos a la cara risueña del menor.

―¿Mmm?

―Te quiero.

Pero eso fue lo único que Seonghwa necesitó.

―Yo también te quiero, mucho mucho ―susurró tomando la mejilla del menor con sus dedos en pinzas.

Minki rio bajito y luego volvió a centrar su atención en la película.

(...)

Yunho y Hongjoong lo intentaban. Claro que sí, fueron desde el principio las personas que más cudiaron de Minki y quizás por eso estaban tan abrumados en ese entonces. No habían tenido descanso, no habían sabido cómo manejarlo.

Minki era un niño caprichoso, llorón y muy molesto, pero lo amaban con todo el corazón y simplemente se resignaban. Ahora que no estaba, aunque había pasado ya un tiempo, lo extrañaban demasiado.

Yunho vislumbró la silueta musculosa de Mingi entrar a la cocina y le vio con una sonrisa pequeña en sus labios, siguió todos los movimientos del menor hasta que este se sentó a su lado en el sofá, con un postre en la mano.

―No te había visto mostrando tanta piel antes ―Yunho rio bajito, aunque no era cierto lo que decía.

Mingi usaba una camiseta sin mangas, apretada. Se veía realmente bien. Su cintura era estrecha y su pecho amplio, un perfecto triángulo invertido. A Yunho siempre le había gustado su cuerpo.

―Oh, sí ―Mingi alargó con algo de sueño―. Debo acostumbrarme. Me harán usar cosas así en el escenario.

Yunho miró con melancolía cómo el menor comía masticando lentamente su postre. Lucía tan somnoliento y adorable, lucía como Minki. Yunho no dijo nada más, creyendo que, en cualquier momento, Mingi caería dormido. Lo que estaba en televisión hacia rato había pasado a segundo plano y sólo estaban allí en un silencio agradable.

Yunho estiró la mano hacia el postre de Mingi y este se lo entregó, acurrucándose casi instantáneamente contra un cojín con la cara de San en él. Yunho dejó el postre sobre la mesa ratona y lentamente, sin hacer movimientos bruscos, se acercó al menor. Mingi descansó la cabeza en su hombro.

Yunho lo descubrió rápidamente. Luego fue el resto. Aunque Mingi trataba de ocultarlo, en algún punto fue demasiado evidente. Yeosang y Seonghwa eran demasiado evidentes también.

Fue un pacto silencioso, fue un acuerdo que se desarrolló con lentitud. Nadie intervino, pero tampoco eran indiferentes. Y, poco a poco, uno a uno, fueron naturalizando la presencia de Minki.

Mingi no lo sabía, pero cada vez que estaba en su espacio seguro, se “aseguraba” (vaya ironía) de que nadie se diera cuenta, aunque todos lo sabían y fingían que no estaban enterados, sólo para seguirle la corriente al más pequeño.

―Tengo que bañarte, Princesa. ―Seonghwa tomó la camiseta de Minki e intentó quitársela, pero el menor tensó los brazos sobre su estómago―. Estás todo sucio, fuchi ―dijo arrugando la nariz.

Minki negó con la cabeza y se hizo una bonita.

―Ayer no te bañaste y hoy jugaste descalzo en el jardín ―murmuró Seonghwa mostrándole sus pies llenos de tierra.

Minki volvió a negar.

―Llamaré a Yeosangie ―retó colocando las manos sobre sus caderas en un gesto muy maternal―. ¡Yeosang, ven aquí, por favor!

Minki lo miró con sus ojos bien abieros y comenzó a sacudirse para alejarse del mayor.

―¡No, baño no!

―¡Pero qué niño tan cochino eres, Song Minki! ―le regañó ya frustrado por sus nulos intentos―. Ven aquí, sólo voy a lavarte. Ni siquiera tienes que quitarte la ropa interior.

Minki negó con la cabeza nuevamente, pero se exaltó cuando Yeosang ingresó a la habitación. Desde que Minki había regresado, nunca había sido bañado por los miembros, aunque antes era una práctica común. Seonghwa creía que el menor se sentía pudoroso ya que hace mucho tiempo que no lo hacía, pero no sabía cómo explicarle que no había nada de malo.

―Vamos, corazón, hazme caso.

Yeosang tomó los bordes de sus pantalones sin bajarlos hasta que el menor le diera una afirmación, sin embargo, Minki comenzó a sollozar de la impotencia. Yeosang se inclinó frente a él y secó sus lágrimas con mucho cuidado, comenzando a preocuparse por el temor que esos pequeños ojitos le enseñaban.

―Bebé, ¿por qué estás así? ―preguntó Seonghwa dulcemente, tomando las manitas de Minki que habían estado aferradas a sus pantalones de dormir.

―¡Es un secreto! ―Minki gritó cerrando los ojos con fuerza―. ¡Es el secreto de Mingi!

―¿Un secreto de Mingi? ―preguntó Yeosang mirando por un segundo a Seonghwa―. Bebé, si es un secreto que te lastima, puedes decirnos, vamos a ayudar a Mingi ―susurró al ver la mueca angustiada en esas tiernas facciones―. Cualquier cosa que te deje en este estado, podremos solucionarla... Pero ya no llores, bebito.

Minki sorbió su naricita y los miró a ambos con precaución, sus piernitas dolían y todo porque Mingi hacía cosas feas en las noches, cuando estaba solo. Minki ya no quería que eso continuara, pero Mingi se molestaría mucho y él no sabía qué hacer.

―¿Confías en nosotros? ―preguntó Seonghwa en un tono bajo y tranquilo.

Minki asintió lentamente.

―También en Wooni hyung y en Hoho hyung ―apuntó Minki llevando los dedos a su boca, apoyando su carita en las manos de Yeosang que acariciaban sus mejillitas. 

―Nosotros también confiamos en ti, mi amor. ¿Puedes decirnos el secreto de Mingi?

Minki miró sus piernas y movió sus piesitos de lado a lado antes de asentir. Si le decía a sus hyungs, ellos curarían sus heridas y le darían caramelos como cuando se caía y se raspaba las rodillas.

―Mingi hizo auch auch en- en- aquí, en mi piernita ―Minki señaló apuntando su muslo con su dedo ensalivado.

Yeosang y Seonghwa fruncieron el ceño al mismo tiempo, sin comprender. Minki se bajó de la cama y tímidamente bajó sus pantaloncillos, mostrando muchas heridas en sus muslos, algunas estaban rojas e hinchadas y otras ya cicatrizaban.

Seonghwa jadeó cubriendo su boca con la mano y Yeosang sólo apartó la mirada.

―Me duele... ―murmuró Minki pocos segundos después, apretando una almohada entre sus brazos, moviendo sus piesitos sobre la pequeña alfombra junto a la cama.

―¿De- desde cuándo Mingi hace esto, dulzura? ―murmuró Yeosang subiendo los pantalones de Minki y tomando al pequeño en un abrazo cálido.

Minki no tenía una clara percepción del tiempo, así que no sabía.

―Cuando pap- cuando todos se fueron y dejaron a Minki solito... Mingi se sintió muy malito... Después de eso, Mingi hizo auch aquí... ―murmuró formulando su oración con lentitud, señalando una cicatriz en su pierna izquierda.

Seonghwa sollozó sin poder contenerse y Minki, sorprendido, se abrazó a él con fuerza.

―¡No llores, no llores! ―Minki abultó sus labios y se acercó a Seonghwa rápidamente para limpiar su rostro con sus torpes manitas―. Voy a limpiarte las lágrimas, papi.

Seonghwa continuó llorando sin poder contenerse, pero las suaves manitos de Minki intentando limpiar sus lágrimas hicieron que sonriera en medio del llanto.

―La sonrisa de Ddeongwa es la más bonita ―murmuró el pequeño little de seis añitos.

Yeosang soltó una risilla y tomó en brazos al pequeño, dejándole un sonoro beso en la mejilla.

―Vamos a bañarte y luego vamos a pasarle desinfectante a esas heridas, bebé.

Minki asintió sin deshacer el pucherito de sus labios pomposos.

(...)

Minki se había dejado bañar sin hacer un gran escándalo, aunque sus muslos ardían un poco y soltó algunas lagrimitas por eso. Yeosang lavó muy bien sus piesitos y su espalda y Seonghwa se encargó de vestirlo y ponerle las cremitas que usaba para la piel reseca.

―Vamos a buscar el botiquín, ven ―Seonghwa le estiró la mano y Minki tomó uno de sus dedos en su manita hecha puño.

―... Joongie y Hoho se van a enterar ―murmuró Minki cuando vio que los mayores estaban en la sala.

Seonghwa suspiró mirando a los dos hablándole a la pantalla de la laptop.

―Es un secreto que no se puede guardar por mucho tiempo, bebé. Necesitan ayuda.

Minki frunció sus labios y asintió.

Seonghwa sentó a Minki en la sillita de la cocina y Minki volvió a bajar sus pantalones de pijama, dejando al descubierto las decenas de marcas en su piel.

―Vamos a hablar con Mingi para que ya no les haga auch-auch, ¿sí, bebé? ―inquirió tomando un poco de algodón y la botella de desinfectante―. Va a arder un poquito...

Minki hizo pucheros y se aferró al peluche de pingüino, el lindo Rumie. Cuando Seonghwa acercó el algodón e hizo contacto con su piel, Minki soltó quejiditos y sus ojitos se llenaron de lágrimas otra vez.

―Ay, ay ―Minki apartó sus piernitas, pero Seonghwa enseguida volvió a limpiarle las heridas con el algodón.

Yunho escuchó los quejidos del menor en la cocina y se asomó, viéndoles con enorme confusión, seguido de él fue Hongjoong. El menor apretaba su peluchito contra su pecho y lloriqueaba, pero Seonghwa no dejaba de limpiarle con el algodón.

―Amor, ya falta poquito. ―Seonghwa consoló dándole un besito en la mano―. Si no lloras mucho, te daré helado de chocomenta.

Minki apretó sus labios y cerró los ojos con fuerza, fingiendo que era fuerte, pero en realidad él era muy sensible. No toleraba fácilmente el dolor; por esa razón, Seonghwa estaba realmente sorprendido de que Mingi decidiera lastimarse de esa manera.

―Gongju... ¿Qué son esas- qué es? ―Yunho detivo su pregunta al darse cuenta de que las marcas en sus muslos eran heridas.

Yunho se agachó enfrente de Minki y miró sus muslos, titubeante, perturbado.

Minki cubrió su carita con Rumie.

18102022

Fin ahre no

Yyyy qué tal, cómo está la gente? todo bien?

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