#048 𝐑𝐈𝐃𝐈𝐂𝐔𝐋𝐎𝐔𝐒 𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄

☾︎⸙͎.' yun gi ☁︎☽︎

048 ☠︎︎ 𝙙𝙖𝙣𝙜𝙚𝙧.
Mingi sólo quería pasar tiempo con su novio.

Mingi estaba sentado sobre una banca en el parque, con un tallo de rosa en la mano y la mirada baja. Llevaba esperando tanto tiempo a su novio que había arrancado todos los pétalos, con enojo y malestar.

Yunho y él vivían juntos, sin embargo, con el trabajo del mayor, casi no tenían mucho tiempo libre entre semana. Y Yunho le había prometido que saldría más temprano esta vez, por lo que Mingi debía esperarlo en el parque frente a su edificio.

Había pasado más de una hora desde la hora acordada y Mingi estaba comenzando a sentirse nervioso. En un principio, Mingi se había puesto a jugar con un perrito, pero el perrito y su dueño se habían marchado hacía rato, por lo que se sentía la soledad y el abandono.

No era la primera vez que Yunho llegaba tarde, y Mingi se sentía cada vez menos interesante. Parecía ser el único emocionado cada vez que hacían algo o el único dispuesto a escuchar al otro por horas, Yunho casi no escuchaba lo que tenía para decir y siempre se dormía muy temprano.

―¡Mingi! ¡Mingi! ―Unos gritos se oyeron a lo lejos.

Mingi se quitó los audífonos con los que estaba escuchando Beethoven y alzó la cabeza; Yunho corría hacia él con rapidez. Su cabello estaba todo enredado producto del viento al correr y su cuello y rostro estaban empapados de sudor.

Yunho tomó una fuerte bocanada de aire al llegar junto a su novio, sin embargo, su mirada seria heló la sangre de Yunho por unos segundos.

Las facciones de Mingi se deformaron en molestia.

―¡Mal, mal, mal! ―gritó Mingi parándose de su asiento, con su rostro rojo de la furia y sus ojos comenzando a humedecerse.

Yunho retrocedió un paso y alzó las manos a la altura de su pecho.

―Lo siento, cariño... ―Fue lo primero que atinó a decir, sintiendose culpable al ver la rojez en los ojos del menor―. Moon y yo tuvimos que quedarnos para terminar...

Mingi abrió la boca con indignación al oír el nombre de su compañera de trabajo. Yunho suspiró, no debió empezar por ahí. Los celos de Mingi últimamente estaban por las nubes.

―¡Cambiaste a Min por Moon! ―chilló Mingi, haciendo una pataleta―. Es la segunda vez en la semana que la eliges a ella... Ya no te quiero más. ―Mingi se cruzó de brazos y le dio la espalda.

Yunho suspiró, un poco cansado de las pataletas de su novio, este actuaba como un niño caprichoso todo el tiempo y en lo más profundo de su corazón quería darle una buena bofetada.

―Pero, corazón... ―Yunho rodó los ojos y estuvo a punto de zarandear a su novio―. Lo siento, no puedo dejar de hacer mi trabajo por tus caprichos.

Mingi sufrió un pequeño espasmo tras escuchar esa tosca voz y respiró hondo, las lágrimas bajaban por sus mejillas como si una presa hubiera sido abierta.

―¡Ya no quiero ser tu novio! ―Volteó con enojo, apuntando a su novio con el dedo y dándole piquetes en el pecho―. ¡No eres mi príncipe, no te quiero más! ¡Malo Yunho! Los príncipes no hacen llorar a las princesas... ―Con enojo, Mingi comenzó a caminar hacia su departamento, dando fuertes zancadas.

Yunho abrió la boca sorprendido y tardó varios segundos en seguir a su novio. Sí, quizás lo había descuidado un poco, pero Mingi tenía que encontrar otras cosas que hacer cuando él trabajaba, Yunho no podía dividirse en dos.

―Amor, cálmate...

Mingi sollozó y, con las mejillas infladas y los ojos humedecidos, volteó a ver a Yunho. Ya no veía al lindo príncipe de siempre, sólo a un hombre adulto cansado de sus berrinches. Mingi jamás esperó ver ese gesto de agotamiento en el rostro de Yunho y se sintió completamente mediocre; fue entonces que se dio cuenta de que algo había hecho para que su príncipe se convietiera en... eso.

―El príncipe volvió a su fase de sapo feo ―dijo Mingi con molestia, limpiando las lágrimas de su rostro―. Eso pasa cuando dejas de querer a la princesa.

Yunho negó con la cabeza varias veces sin entender qué era lo que el menor decía. Estaban armando una gran escena en la calle y no se sentía cómodo siendo observado por esos cotillas; sobretodo por aquellos que miraban mal a su novio.

―No pienses en esas ridiculeces ―dijo Yunho, molesto, dándose media vuelta―, vamos a nuestra cita; todavía es temprano.

Mingi negó con la cabeza soltando sonidos negativos.

―¡No! ―Mingi dio un pisotón y lo apuntó―. Ya no eres mi príncipe.

Yunho bufó exasperado, su rostro ardía en vergüenza y molestia.

―¡Nunca fui un ridículo príncipe, Mingi! ¡Y tú no eres una princesa! ¡Y ese no es nuestro castillo, ni nuestra iguana un dragón! ―gritó Yunho, apuntándolo mientras se acercaba a él―. Madura de una vez.

Mingi mordió sus labios asustado cuando Yunho se acercó a él, y dio dos pasos hacia atrás. Su cuerpo enteró tembló del miedo y su pecho se sacudió, doloroso.

Yunho abrió la boca sorprendido luego de estallar; su respiración estaba agitada y su mandíbula tensa. Tan pronto como esas palabras habían salido de su boca, se dio cuenta de que se había pasado.

Las pupilas de Mingi temblaban y se había quedado estático, presa del pánico.

―M... Min... Lo sien...

Tras el titubeo de Yunho, Mingi pegó media vuelta y corrió rápidamente hacia el edificio donde vivían. No quería escuchar nada más.

Mingi despertó en la madrugada. Se había dormido sobre el sillón en la sala de estar luego de haber discutido con Yunho y se encontraba un poco desorientado.

Aún con las luces apagadas, Mingi caminó hasta la cocina y se sirvió un vaso de leche fría, subió sobre la alacena para buscar las galletas que Yunho escondía y tomó la caja. No sabía si el mayor estaba en casa o sólo se trataba de él, aunque no le importaba ya.

―Shen Long, ahora sólo somos tú y yo. ―Mingi llegó al hábitat de su iguana y la miró por un momento antes de sonreírle―. Me gustaría que Yuyu sí fuera un príncipe de verdad, vivir en un lindo castillo y que tú fueras nuestro dragón, para salir a pasear sobre tu lomo y ver qué hay dentro de las nubes... Mamá dice que hay azúcar.

Mingi suspiró y se sentó en el sillón de la sala, con su taza de leche y la caja de galletas que Yunho escondía celosamente en la alacena, encendió la televisión y pasó el resto de la noche en vela, esperando por la llegada de Yunho; sin embargo, cuando el sol salió, no hubo rastros de él.

(...)

Mingi despertó tras sentir calor en el rostro y destellos molestos en los ojos. Se removió buscando una manta con la cual taparse la cara, pero no obtuvo éxito en ello. Sacudió sus pies con irritación y abrió los ojos, dándose cuenta de que no estaba en la sala de su departamento de novecientos dólares mensuales.

―¿Huh? ¿Dónde es esto? ―Mingi miró todo a su alrededor, confuso y desorientado, sin embargo, la suavidad de las sábanas lo distrajo―. Qué suevecitas.

Las grandes ventanas de esa habitación estaban abiertas, dejando ver árboles con flores que dejaban descansar aves en sus ramas, quienes cantaban una canción de buenos días.

Mingi se levantó, sus piernas temblaban ligeramente.

―Un auténtico castillo... ―susurró Mingi todavía sin poder procesar esa habitación―. Estaré soñando... ―murmuró convencido, caminando hasta la puerta, en búsqueda de una salida de ese sitio.

Mingi no alcanzó a salir que escuchó unos pasos dirigirse hacia él, con pánico, saltó hacia la cama y se tapó hasta la cabeza con las mantas fingiendo estar dormido. Respiraba agitado cuando la puerta se abrió y la cantarina voz de su Yunho se escuchó.

Con asombro, Mingi se destapó y se sentó en la cama, encontrándose a Yunho parado junto a él. La sonrisa enorme en el rostro de Yunho causó un latido sorpresivo en su pecho.

―Un... Un príncipe... ―Mingi boqueó sorprendido, ladeando la cabeza.

La vestimenta de Yunho correspondía al traje del Príncipe Enrique, de las películas de Disney. Mingi frunció el ceño, el saco color blanco antiguo quedaba perfecto con el tono de piel de Yunho y esos pantalones rojizos eran chistosos.

―Despertaste, amado mío.

08102021

viaje, sueño, brote psicótico, deseo de iguana-dragón, qué será??

yo voto por viaje interdimensional ahre HSHSHWG

¿Adónde fue yunho, we? A pensar en porqué se enoja si él ya sabe cómo es su novio sisisi

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