#024 𝐋𝐎𝐒𝐓

❁ཻུ۪۪⸙͎.' yungi

024 ꒰ 𝙙𝙖𝙣𝙜𝙚𝙧.
Feel Bad Pt. 2

Yunho despertó sobresaltado debido a los constantes golpes que alguien le estaba dando a su puerta, bajó corriendo al primer piso sin percatarse de si estaba o no bien vestido. Con unos pantalones chandal y una sola media en su pie, fue como recibió al oficial de policía.

Un poco dormido y con un ojo pegado, carraspeó la garganta.

―¿Buenos días? ―dijo con algo de confusión, pues no tenía idea de qué hacía la policía en su casa a las seis de la tarde.

Le echó un vistazo a la patrulla y luego miró nuevamente al policía.

—Buenos días, soy el oficial Kim Hongjoong. Estoy investigando un caso. Tengo algunas preguntas para usted.

Yunho ladeó la cabeza confundido y asintió varias veces sin comprender qué tenía aquello que ver con él. Asintió dispuesto a ayudar y se alejó de la puerta para que el oficial ingresara a su casa.

—¿Cuándo fue la última vez que vio a Song Mingi? ―preguntó el oficial siguiendo a Yunho hasta la sala.

Yunho se colocó una camiseta que halló en el sillón e invitó al oficial a sentarse allí, sin embargo alzó la cabeza preocupado cuando escuchó la primera pregunta. Tratando de recomponerse del sueño rápidamente, tartamudeó.

—¿Mingki? —murmuró fregando su cara con ambas manos―. ¿Qué le pasó a Min?

Yunho tragó seco, tratando de recordar cuándo fue la última vez que lo había visto, cuando unos pequeños flashes de la madrugada hicieron que se sintiera aún más preocupado.

—Anoche ―balbuceó Yunho, sirviéndose un vaso de agua natural de la cual también ofreció al oficial Kim―. Él estaba aquí a eso de las cuatro de la madrugada, me pidió dinero y se fue... ¿Por qué? ¿Qué sucede?

Yunho tragó todo el contenido del vaso luego de hablar, sus manos empezaron a temblar y tuvo que frotarlas para mantenerlas ocupadas.

—Su padre se entregó a la policía esta mañana. —El oficial Kim tardó varios segundos en responder―. Pude rastrearlo desde que salió de su casa a media noche, vino hacia aquí, estuvo unas seis horas hasta que usted llegó, luego Mingi tomó un taxi y le perdí el rastro.

Yunho jadeó sorprendido sin poder creerse que Mingi hubiera estado tanto tiempo en su porche. Boqueó como un pez fuera del agua.

Hacía tanto frío, y ni siquiera le invitó a pasar...

―Si tiene alguna idea de cuál pueda ser el paradero de Song Mingi, comuníquese con el departamento. —Se levantó dispuesto a irse, dándole primero una tarjeta de presentación.

El oficial no estaba muy seguro de que el muchacho pudiera ayudarle a resolver el misterio del sujeto ebrio que se entregó sin siquiera la denuncia de una víctima.

—¿El Señor Song? ¿Ese bastardo mal nacido? ―Yunho siguió al oficial hasta la puerta, cada vez más y más confundido―. ¿Qué fue lo que hizo?

Yunho mordió el interior de sus mejillas, incapaz de recordar cómo estaba Mingi en la madrugada, sólo recuerda haber estado tan apresurado para meterse en los pantalones de Kyungsoo como para prestar atención en su pequeño Minmin.

El oficial dio media vuelta interesado en el tono que joven utilizó para referirse al señor Song.

—Atacó a su hijo... —dijo Kim sin más, pues odiaba a los abusadores—. Detalló la violación y la golpiza, pero debemos encontrar a su hijo para corroborarlo y así proceder a encerrarlo.

Yunho mordió sus labios con impotencia viendo al oficial marcharse en su patrulla, demasiado angustiado como para siquiera moverse de donde estaba. Tardó varios minutos en procesar lo que había dicho acerca del Señor Song.

Yunho apenas podía recordar a Mingi la noche anterior, tan pequeñito y tembloroso. Sólo tiene frío, fue lo que pensó en ese momento, pero su pequeño sólo necesitaba dinero para volver a casa, y cuando lo vio tan tapadito... lo dejó ir.

Yunho ni siquiera estaba tan sobrio, no pudo darse cuenta de nada.

Sintiendo un hueco en el pecho que se hacía cada vez más hondo, corrió hacia su habitación para vestirse. Debía salir a buscar a su pequeño Mingi.

Tras arreglarse con lo primero que encontró, salió de la casa con una rosca en la boca, una taza de café y un termo con más del mismo, eran casi las siete de la tarde y ya empezaba a oscurecer, pero Yunho debía encontrar a su Mingi.

Condujo por varias horas por todos los sitios que sabía que Mingi frecuentaba, recorrió zonas aisladas, callejones, albergues, la vieja casa de sus padres, pero no estaba por ninguna parte, casi como si Mingi se hubiera evaporado en el aire. No pudo encontrarlo por ningún lado, y en la desesperación del momento, se detuvo a mitad de la calle y bajó por el canal del río, sitio que varios vagabundos solían frecuentar.

Fue entonces cuando lo vio, a un chico alto y de movimientos torpes que discutía con un sujeto más bajo que él. Quizás fue el momento justo.

―¡Estás malditamente loco!

Yunho corrió rápidamente hasta que estuvo a escasos metros y pudo ver la tristeza y profundo vacío en los ojitos tan lindos de su Mingi.

―¡Sólo tienes que golpearme! ―Mingi le volvió a gritar, tan enojado y angustiado.

―¡No soy un asesino!

Yunho trató de acercarse, Mingi ahora estaba de espaldas a él y no podía verle, el pequeño perseguía al otro sujeto con desesperación.

—Si me golpeas y me desmayo, no sentiré dolor cuando me ahogue... ―dijo con tal desolación, que los ojos de Yunho se cristalizaron—. No sentiré dolor nunca más.

—¿Min? —murmuró Yunho, deteniendo la discusión de los otros dos.

Mingi se volteó asustado, petrificado hacia él, con sus manitos sobre su boca como si él no fuera aquel que dijo todas esas cosas.

Mingi parpadeó asustado, el vagabundo ya se había ido corriendo dejando el fuego que le había costado horas encender, y Mingi trató de irse también. Empero, sus piernas estaban fatigadas aún, rotas y sin fuerza. Yunho se acercó con lentitud, temeroso de que su Mingi se fuera de su lado y se causara el daño que ansiaba.

No obstante, Mingi se dejó atrapar en los brazos fuertes y cálidos de Yunho. Yunho lo sostuvo suavemente, acariciando su espalda, dejando susurros tranquilizantes, lo cargó cariñosamente. Mientras los sollozos de Mingi se hacían más fuertes, y su cuerpo temblaba, Yunho lo condujo hacia su auto.

Fueron a casa en silencio, tan sólo oyéndose ligeros quejidos del menor. Al llegar, Yunho volvió a cargar en brazos a Mingi hasta su habitación y se acurrucó a su lado, prometiendo en más de un beso y caricia que allí estaba y allí se quedaría.

―No intentes irte otra vez... ―rogó asustado, aferrado a la delgada cintura del menor.

Mingi se aferró a Yunho, a un ancla.

Jue., 22 de octubre 2020

Ya rompí hiatus, ¿cómo están? después de tanto tiempo... ¿qué me traen de buenas?💕

Voy a tratar de actualizar otros libros, sisi. Los extrañé, aaa.

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