#011 𝐌𝐀𝐓𝐄

❛⤹⎗ะ։ミ💦˖ ( yunhongmin ) ⿻⌢',⌇💦:ˋ∙˖͛

꒰ ❛˖ ♯ ( don't leave ) ೄ

♯011 ꒰ 𝖉𝖆𝖓𝖌𝖊𝖗 ˚ ꒱ 爱 ◞ ˑ ˒ ◜

╰──➢ en donde mingi encuentra a su alfa destinado
pero ya está marcado por otro alfa

Hongjoong dejó un beso en la cicatriz de su Omega, enterrando la nariz en su cuello y pegándose a este, buscando más que solo un abrazo, teniendo que hacer puntitas para lograrlo. Mingi jadeó soltando una risa, negó y se apartó de él, alzando su dedo índice frente a los ojos grandes del mayor para que este le oyese con atención.

―Tengo que irme ―se quejó Mingi, a duras penas.

Song Mingi era profesor de lenguas extranjeras en la universidad de Seúl, tenía muchísimo trabajo que revisar y pasar otro día en casa de su pareja como si fueran vacaciones no era lo apropiado. Con pesar, Hongjoong despidió a su novio en la puerta de la casa después de varias negativas a su propuesta de quedarse.

―Te amo ―murmuró Mingi sobre los labios de su Alfa―. Nos vemos mañana, cariño.

Mingi tomó el primer tren rumbo a su departamento, habían dos horas de distancia entre su distrito y el de su novio, pero usualmente no tenía inconvenientes con ello. Nunca se iba tan tarde después de todo, excepto por hoy.

Apretó el paralizante en el bolsillo de su abrigo y frunció las cejas tratando de recordar si tenía su permiso de portación en el bolso.

Miró hacia los costados, no habían muchas personas viajando a esa hora. Quizás debió aceptar la compañía de Hongjoong, quizás debió invitarlo a pasar la noche en su casa, así no habría vuelto solo. Una sensación de paranoia se extendió por su cuerpo.

Mingi suspiró cuando el tren hizo su parada y bajó con tanta rapidez que casi tropezó. Reajustó el agarre en las correas de su bolso y caminó más rápido; no sentía miedo precisamente, pero su corazón latía tan rápido que podría notarse alguna protuberancia en su pecho en cualquier momento.

Mingi mordió sus labios, subiendo las escaleras que lo sacarían de la estación de tren, un poco más temeroso cuando notó que las luces no funcionaban muy bien en la dirección que él debía tomar. Frenó en seco y procesó la idea de llamar a un taxi, sólo eran siete cuadras de todos modos.

Sin embargo, de un momento a otro todos sus planes se fueron a la basura cuando sintió la fuerza del impacto de un cuerpo chocando contra el suyo, aunque no lo suficiente como para tumbarlo al suelo. Unos brazos grandes le rodearon por la cintura y Mingi estuvo a punto de gritar si no fuera porque se paralizó.

El Alfa frente a él sollozaba con miedo y un intenso aroma a pena le inundó las fosas nasales. Mingi trató de apartarlo, pero el Alfa de grandes proporciones sólo le apretaba entre sus brazos y lloraba soltando balbuceos que Mingi no podía entender del todo.

Song caminó lentamente hacia la estación, una vez alumbrados por las luces del edificio, Mingi vio al sujeto que se sujetaba a él con tristeza.

―Oye, amigo ―dijo Mingi, pero sus piernas flaquearon, casi cayéndose de bruces cuando los ojos rojos del Alfa se posaron sobre él―. ¿Necesitas ayuda?

Mingi sabía que aquel Alfa no lo atacaría, y su corazón era débil, no podía sólo dejarlo así y marcharse.

―Mi Omega, mi Omega ―seguía repitiendo el sujeto con voz suave, pero más entendible―. Mi dulce Omega ―lloriqueó, llevando una mano a la mejilla de Mingi.

Mingi mordió su labio inferior con fuerza, contagiado por la pena y tristeza que desprendía el Alfa. Mingi sobó su espalda, arullándolo con cuidado, dejando que el sujeto se desahogara con paciencia. No fue hasta que aquellas manos grandes se posaron sobre su glándula Omega, que Mingi sintió un pinchazo en el pecho, doblegándolo por completo.

Mingi había encontrado a su compañero destinado.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos y un picor desagradable en su nariz le hizo sollozar, tomando también las mejillas ajenas, acunándolas con pesar. Mingi negó, reacio a aceptarlo; pero, el dolor era real, el dolor en su cuello se extendía por toda su espalda, porque no había sido reclamado por quien debía.

―Corrí tan rápido como pude... ―dijo el Alfa, sorbiendo su nariz, separándose de él, sin soltarle del todo―. Un fuerte aroma... me arrastró hasta aquí, estaba a veinte cuadras cuando lo sentí... Mientras más me acercaba, más me dolía... ―relató con algo de dificultad, una mano en su pecho, apretando su ropa.

―Tú... ―Mingi frunció el ceño, tan confundido―, pero yo... ―murmuró perdiendo la voz, llevando una mano a la marca de su Alfa.

―Llegué tarde... ―murmuró Yunho, de igual manera.

Él sabía que su Omega estaba marcado por otro Alfa, lo había sentido hacía rato, cuando comenzó a doler de forma inaguantable. Aun así, no había querido parar de correr.

Mingi no supo cómo o porqué lo hizo, pero tenía a un desconocido en la sala de su departamento, durmiendo en el sillón. El Alfa de veintiocho años, Jeong Yunho, le había seguido los pasos alegando temer perderle de vista.

Mingi sabía que era un tanto espeluznante, pero no sentía miedo con ese sujeto a su al rededor. Así que le dejó pasar después de que este hiciera campaña en su pasillo.

Preparó su desayuno y lo dejó sobre la mesa ratona esperando a que el Alfa despertara, debía llamar a Hongjoong para explicarle la situación. No sabía qué sucedería ahora que lo había encontrado, debía ser un maldito chiste.

El llamado a su puerta le sorprendió, sacándolo de su ensoñación. Hongjoong se le había adelantado.

―Lamento haber tardado, amor, es sólo que el maldi... ―Hongjoong se quedó mudo cuando vio a un desconocido durmiendo en la sala de su novio.

Mingi le siguió después de cerrar la puerta. Hongjoong volteó a verle con el ceño fruncido y los labios abultados.

―No tenía el corazón para dejarlo afuera ―explicó Mingi con rapidez, tímido―. Se quedó en mi puerta por una hora, y hacía frío anoche.

―¿Cómo que...? ―aterrado, Hongjoong se acercó a su pareja―. ¿Es un desconocido? ¿Cómo o por qué le dejaste entrar? ―recorrió todo su rostro en busca de alguna señal―. ¿Acaso no tienes sentido de supervivencia, Song Mingi?

Hongjoong habló apresuradamente, alterado porque algo hubiera pasado con su compañero en su ausencia. Ante sus preguntas y su intenso aroma territorial, el Alfa en el sofá despertó, levantándose rápidamente para colocarse entre ambos.

Mingi supo que nada bueno saldría de esa discusión. Apartó a Yunho lo más que pudo de su Alfa emanando sus feromonas tranquilizadoras, temiendo que este pudiera lastimarlo. La enorme diferencia de tamaño entre ambos podría definir fácilmente a un ganador y Mingi no iba a permitir que Hongjoong saliera herido.

En cualquier momento Hongjoong saltaría sobre Yunho, viéndolo tan cerca de su Omega. Sin embargo, el aroma de Mingi lo hizo entrar en razón. Como un perro pateado, se acercó con temor, esperando no ser rechazado.

Mingi no sabía qué hacer, Hongjoong había llegado antes de que él lo llamara, antes de que pudiera planear algo. Sentía tanta pena por Yunho, pero no podía hacer nada por él.

―Joongie, ven ―llamó Mingi, abriendo los brazos, pero Yunho lloriqueó ante la acción―. Encontré a Yunho ayer... por la noche, es mi compañero destinado ―artuculó, temeroso.

Mingi jamás creyó que diría algo como eso, jamás había creído que esos cuentos fueran reales. Parejas destinadas y lazos, no eran parte de él.

Yunho rasguñó sus propios brazos para no atacar al Alfa que sostenía a su Omega celosamente, él debería ser quien hiciera eso, pero no podía mover un sólo músculo. El lazo dolía como el demonio.

―¿No se supone que el lazo se rompería? Eres mi compañero ahora ―preguntó Hongjoong unos minutos después, viendo al depresivo Alfa en el sillón.

Hongjoong aún sostenía a su Omega en brazos. Temía soltarle y que este escapara a los brazos de su destinado, él amaba a Mingi y no quería que nadie se lo arrebatara. A la mierda el destino y sus patrañas.

―No sé... Me duele la nuca, pero a él parece dolerle más ―susurró, apenado por causar tanto daño―. Su Alfa interior cree que lo rechacé, supongo.

―¿Morirá? ―preguntó Hongjoong, con temor, viéndole retorcerse mínimamente en el sillón―. Si eso...

―Podrían meterme a la cárcel por homicidio culposo, por negligencia... No se debe rechazar a un destinado, Joongie. ―Mingi sintió sus ojos llenarse de lágrimas.

―Pero, no me dejes. ―El más bajo pidió con temor rápidamente, tomando sus mejillas―. No me dejes... no rompas nuestro lazo ―gruñó, lleno de dolor, aferrándose al Omega.

Mingi jadeó bajo, sintiendo sus piernas flaquear. La fuerza de ambos lazos estaba debilitándolo, ambos Alfas estaban sufriendo por su causa y su Omega no podía resistir tanto.

―Mingi... Mingi... ―Hongjoong le llamó, pero Mingi no podía reaccionar.

El Omega en su interior lloraba de pena, angustia. Mingi se arrastró sobre Hongjoong, pidiendo ser acariciado, ser consentido por su Alfa. Sus intensas feromonas llamaron la atención del Alfa más alto, quien rápidamente alzó la vista hacia su dirección.

―Amor... ―Mingi lloriqueó abrazándose al cuello de su pareja, necesitaba a su Alfa, a ambos.

―¿Mingi? ―Yunho se acercó a ellos, no estaba mejor que Mingi.

Mingi estaba encerrado en su cuarto, había echado a ambos Alfas a la calle luego de despertar de una laguna mental tan espantosa que se sintió desfallecer cuando descubrió todo lo que había sucedido. En la sala de su departamento, Mingi se había entregado a dos Alfas al mismo tiempo.

Confundido por lo que estaba sintiendo y aterrado por la creciente necesidad de protección, inyectó una dosis más alta de supresores.

Por otro lado, Yunho y Hongjoong estaban sentados fuera de un bar, sobre la vereda. Yunho tenía las manos en sus rodillas y Hongjoong le miraba como si acabase de asaltar un banco.

―No sé qué debería decir, señor ―dijo Yunho, apartando la vista del fulminante bajito.

Yunho aún estaba sorprendido de no haber muerto en el coito, cualquiera sabría que un Alfa le arrancaría la cabeza a quien intentara algo con su Omega en su presencia. Sorprendentemente, ambos se habían hecho uno con Mingi.

Yunho estaba asustado. Su Omega estaba tan triste que él sólo quería abrazarlo y lamer su herida cuantas veces fueran necesarias. Por otro lado, también estaba inmensamente feliz, pero no era momento de alardear por eso.

―Si muerdes a Mingi, ¿mi lazo con él se rompería?

La pregunta tomó a Yunho desprevenido. Él jamás había tenido la intención de romper una relación, pero había sido arrastrado hacía su destino de forma tan repentina que ahora ya no podía ignorarlo.

―No lo sé ―Yunho contestó seriamente―. Si Mingi me rechaza, quizás yo pueda sobrevivir. Los Alfa son más fuertes, agradezco que no haya sido al revés...

―¿A él no le pasará nada si lo hace? ―preguntó Hongjoong con preocupación, mostrando desinterés por fuera.

―Probablemente no. Lo superará.

Hongjoong rio sin gracia, mirando hacia el cielo por un momento antes de devolver la vista a sus propios pies.

―Él es tan bueno que rompería nuestro lazo sólo para que tú no sufrieras. ¿Por qué tuviste que aparecer?

Yunho mordió sus labios, sin saber qué decir por un momento. Él no era el culpable de nada.

―¿Y qué hay de ti? Si él rompe su lazo, te lastimará ―dijo Yunho, inquieto.

―Pero sobreviviría. No hay garantía de que tú sí.

Yunho asintió y ambos esperaron allí un par de minutos, en completo silencio. Hasta que una pregunta dejó la cabeza de Yunho en blanco por un momento.

―¿Cómo es Mingi?

Si no podía tenerlo, al menos quería saber qué maravilloso ser era su destinado.

Dos meses después, Yunho estaba listo para dejar a la pareja en paz. Aunque su propósito no estaba cumplido, todo lo contrario, se había enamorado aún más de ese reluciente Omega de bonitos ojos gatunos. Había conocido cada detalle que este tenía para con su Alfa, Hongjoong, y su interior se retorcía esperando poder obtener lo mismo de él. Sabiendo que sería imposible.

Mingi le acompañó hasta la puerta, habían sido dos meses llenos de emociones y situaciones totalmente desacostumbradas. Yunho no quería irse, sabía que dolía, era desgarrador, pero no quería apartar a su Omega del hombre a quien amaba.

Yunho se iba sabiendo que lo había dejado en buenas manos. Miró por última vez al chico frente a él y le sonrió, no era su mejor cara, pero tampoco podía seguir ahí.

Tomó la correa de su pequeña mochila y dio media vuelta, caminó con lentitud hasta el elevador, esperando, muy en el fondo, ser perseguido, sin embargo, al oír la puerta cerrarse, huyó. Tan rápido como sus piernas podían correr.

Mingi jadeó asustado después de cerrar la puerta, Hongjoong le miró, detrás de él. Sentía que se caía, que no podía sostener su propio cuerpo, se sujetó a Hongjoong y le miró, triste y perdido. Hongjoong se soltó, echó un fugaz vistazo a la puerta por donde el Alfa se había ido, y se marchó también. Dejando a Mingi desolado.

Su cuerpo entero dolió, sintiendo el rechazo de sus Alfas. El dolor de la pérdida. Se quejó en voz baja, una mano en su pecho, el escozor en su nuca.

Hongjoong corrió tan rápido como sus cortas piernas podían permitirle, gritando con fuerza el nombre del Alfa que estaba a punto de irse para siempre tras subirse a ese taxi.

―¡Yunho! ―Su voz salió ahogada, su lazo dolía―. No te vayas ―pidió en una súplica, sosteniendo el brazo de Yunho.

Ante la confusión del más alto, Hongjoong lo arrastró para que quitara la mitad de su cuerpo del taxi, logrando así que este se marchara. Yunho miró a Hongjoong, perdido.

―Él te quiere, y te necesita ―dijo Kim, con tanto pesar.

―Pero él te ama ―refutó Yunho, dispuesto a renunciar.

―Sólo regresa, estúpido ―harto, Hongjoong sujetó con más fuerza el brazo de Yunho y ambos regresaron al departamento de Mingi.

Para Hongjoong, como Alfa, había sido difícil aceptar que otro Alfa se acercara a su Omega, pero su lazo seguía intacto a pesar de que el destino parecía querer separarlos. Mingi se había aferrado a él con fuerza indispuesto a despedirse, no quería que se fuera aun cuando él le llevó a Yunho, a su destinado.

Mingi había suplicado, con mucho miedo, que ambos se quedaran, sentía tanto dolor que casi no podía hablar. Entonces, Yunho simplemente tomó las ropas del armario, vació la que había en su mochila, y con ese pequeño nido, plantó a su Omega en el centro. Hongjoong se encontraba llorando para ese instante, en donde su lazo le pedía a gritos que se colara en ese nido y abrazara a Mingi.

Poco tardó el Omega en llamarlos a ambos, en pedir sus mimos. Hongjoong se rodeó a su cintura, abrazándole desde frente; Yunho enterró el rostro en el cuello de Mingi, abrazándole por detrás.

Mingi por fin se sintió completo, lleno, imperturbable.

A las seis semanas Yunho ya estaba viviendo oficialmente con ellos otra vez. Hongjoong no podía decir que lo odiaba, Yunho le caía cada vez mejor. Sobretodo porque dos Alfas protegían mejor a un Omega en cinta que sólo uno, sobretodo si ese otro Alfa media casi dos metros.

Hongjoong había tenido miedo cuando supieron que Mingi tenía un pequeño cachorro creciendo en su interior, creyó que Yunho se volvería loco, que podría atacarlos, que su sentido de la razón se iría a la mierda; sin embargo, Yunho sólo lloró en la habitación por un momento, luego, abrazó a Hongjoong, incluso felicitándolo.

Todo estaba de maravilla en su pequeña familia, su nido comenzaba a crecer. Cuando Hongjoong y Yunho estaban en el trabajo, Mingi se acurrucaba con mucho cuidado entre las pertenencias de sus Alfas y acariciaba su vientre.

No fue hasta las veinte semanas de embarazo que Yunho sintió la imperiosa necesidad de hacerse uno con él por tercera vez.

―M... Mingi... ―Yunho no despegó la vista del abultado vientre de su Omega―. ¿Puedes... venir aquí? ―pidió, señalando sus piernas.

Mingi dejó su taza vacía sobre la mesa ratona y se acercó a Yunho en el sillón, sentándose sobre sus piernas, restregando su espalda y cabeza en el pecho ajeno. Miró con curiosidad la marca en el cuello de Mingi, suya, que se enteponía ante la marca de Hongjoong. Se veían tan hermosas sobre ese cuello acanelado.

Yunho relamió las cicatrices de Mingi, la marca que él había dejado apenas estaba curándose pero se veía y sentía tan preciosa.

Mingi se dejó abrazar y consentir, riendo bajito cuando la nariz ajena le causó cosquillas detrás de la oreja. La mano de Yunho se coló debajo de la camiseta que el Omega usaba, perteneciente a él mismo.

―¿Puedo tocar...? ―preguntó Yunho, subiendo lentamente su mano hasta los pequeños pechos del Omega, que habían comenzado a crecer hacía poco.

Mingi asintió automáticamente, suspirando. Hacía mucho tiempo quería ser tocado por Yunho.

━ ˏˋ esto tendrá una continuación, quizás más pronto de lo que parece.

se me voló la cabeza haciendo esto. pero no quería alargarlo más.

olvidé mencionar que la idea me la dio Minki1117

© 𝘈𝘙𝘚𝘌𝘕𝘒𝘌𝘠 | ateez
Mar., 12 de mayo 2020

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