🍒Capítulo 9🍒 [Editado]
N.
- Omnisciente -
Mientras caminaba serenamente por los pasillos, vió a Kageyama y Hinata merodear por la puerta del aula de tercero, el más pequeño temblaba como una hoja y Kageyama parecía que estaba a punto de perder la paciencia.
- ¡P-pasa tu primero!
- ¡Pero si tú eras quien quería ver a la estrella!
-¡Pero el salón de tercero da miedo!
- ¿Se puede saber por qué hay tanto ruido tan temprano? - preguntó llamando su atención y ambos voltearon, compungidos.
- Es que Hinata quiere hablar con él As de Karasuno pero no tiene valor para entrar allí - Explicó Kageyama, con expresión de hartazgo.
- ¡L-los de tercero dan mucho miedo! - Chilló él, con un rubor vergonzoso ocupando sus mejillas.
No podía dejar a su amigo solo, para algo existían los mayores.
- Ya veo~ bueno, anda yo te acompañaré - afirmó tomando su mano con una sonrisa confiable - A mi no me intimidan los de tercero, te llevaré.
- ¿Enserio lo harás? - Kageyama pestañeó varias veces, impresionado - Son dos años al menos más grandes que tú.
- No tengo complejos como para avergonzarme de algo, ternurita, la edad es solo un número en la escuela - respondió, tomando su mano también y este se sonrojó notoriamente, pero al contrario de lo que parecía, no la soltó - Vamos, caminen.
Un paso más adelante que ellos, caminó dentro del salón como si se tratara del suyo, no era muy distinto en realidad, era todo psicológico.
Kageyama la observaba con una sonrisa dulce de admiración, su personalidad siempre lo dejaba consternado para bien.
Al acercarse los tres al chico de cabello café largo que estaba tranquilamente sentado, este los observó algo sorprendido.
- Buenos días - Saludó ella y ambos la soltaron escondiéndose tras su espalda - Me llamo Jazmín Atsuki, es un placer.
- H-hola..- dijo tímidamente observándola de pies a cabeza, intentando averiguar si alguna vez la había visto- Soy Asahi...azumane.
- Eres bastante tímido para ser de tercero - dijo ella con una risita y este se sonrojó desviando la mirada.
- Jazmín...- Kageyama tocó su hombro con su mano, intentando recordarle para que venían.
- ¡Oh! ¡Cierto! - Exclamó llevando una mano a su nuca - Sé que no soy quien para pedirte esto, pero ¿podrías darles un minuto a mis bobos compañeros?, te prometo que si se ponen molestos me los llevaré por donde vinieron.
- ¡Jazmín!
- Lo digo por qué los conozco - mirando sobre su hombro, ambos chicos parecían bastante avergonzados.
- Pues..quizás no sea lo mejor...- Dijo en un hilo de voz rascando su mejilla con su dedo índice.
- ¡Por favor! Solo será un minuto, te prometo que no molestaran - inclinándose un poco para estar a su altura en el banco, tomó sus manos con ternura y confianza, dedicándole una sonrisa que pareció conmoverlo por completo, pues sus mejillas se acaloraron de una manera indescriptible.
Shoyo sonrió, sabía que lo iba a convencer, y también que esas muestras de afecto, quizás poco ortodoxas para la tierra donde estaba, eran algo común de ella.
Por el contrario, su compañero, el cual arrugaba el puente de la nariz con molestia, no parecía muy contento.
- ¡E-está bien! - Dijo bajando la mirada al suelo con su rostro del color de los tomates.
- ¡Que amable, te lo agradezco mucho! - soltando sus manos con cuidado, caminó donde sus compañeros colocando sus manos en los hombros de cada uno - Tienen un minuto, los espero afuera - volteando su mirada hacia el chico que te observaba con curiosidad, sonreíste agitando tu mano en señal de saludo- ¡Nos vemos después, Azumane!
- Realmente ella conquista corazones, como si nada...- Comentó Shoyo entre risas, aunque a Kageyama parecía no hacerle ni pizca de gracia la situación.
» ¿Por qué se acercó de esa manera tan confiada a él?..es tan extraño, pero se siente muy fastidioso..« pensó, ahora molesto por no comprender, una vez más, sus propios pesares.
° ° °
Una vez ambos chicos salieron, los tres comenzaron a caminar por los pasillos hasta llegar al patio.
- Vaya, así que el As está tan deprimido que no quiere jugar...- suspiró, apretando la caja de jugo entre sus dedos - Supongo que lo entiendo, ya me ha sucedido, aunque nunca he dejado lo que amo. Pero supongo que perder la motivación es algo común.
- Y sin él, Nishinoya tampoco quiere jugar - Shoyo parecía muy frustrado- No creo que odie el Voleyball, pero no quiere ni acercarse al gimnasio.
- ¡Bueno!, no se puede forzar a nadie a hacer algo que odia, por qué inevitablemente las cosas que no se hacen con pasión terminan haciéndose peor que mal.
Dejando la cajita de jugo en el cesto de la basura, los tres se sentaron en las bancas.
- Pero necesitamos a Azumane, ¡Es el As!
- ¿De qué te sirve un As que no quiere jugar? - preguntó ella, arqueando una ceja - es una pieza rota, así que déjenlo, a su tiempo...si el realmente ama lo que hacía, volverá.
Los tres se quedaron en silencio por varios segundos, y tu mirada fue hasta Kageyama quien no decía nada hace un largo rato.
- Oye, Kageyama ¿Te sientes bien?
Este levantó la vista rápidamente para luego asentir, aunque esto no te dió mucha confianza.
- Déjalo, está en las nubes quien sabe por qué.
Como una pequeña lámpara que se enciende por una voluntad mayor, un recuerdo que había olvidado por completo vino a su cabeza, haciéndola levantarse de sopetón y pararse frente a ellos a modo de regaño.
- ¡Eso me recuerda! - Cruzándose de brazos, los observó con gesto inquisidor- Un pajarito me dijo que ayer estuvieron espiando nuestra práctica, ¿Puedo saber que tanto miraban ustedes, chismosos?
Ambos chicos temblaron sintiendo una corriente eléctrica por sus columnas vertebrales. Habían sido atrapados.
- ¡Y-yo solo seguía a Noya y Tanaka, te lo juro! - Shoyo levantó las manos como si le estuvieran por disparar.
- Ajá claro, también regañaré a esos dos cuando los vea - dijo tamborileando sus dedos sobre sus brazos cruzados - ¿Qué tanto querían ver?, ¡Asustan a las chicas!
Viendo que el pelinegro no decía nada, se puso en cuclillas directamente frente a él, obligándolo a mirarla.
- Tu también estabas ahí, ¿Puedes responderme que diablos hacías allí?, No te veía cara de hacer ese tipo de travesuras con el tonto de mí amigo, parecías más serio.
Este sintió que la tierra absorbía todo su valor enterrándolo lejos de él, al ver esos ojos cristalinos un tanto decepcionados que lo veían directamente. Tragó en seco sintiendo como el rubor se apoderaba de su rostro, sin la capacidad de pensar al sentirse tan intimidado.
- Y-yo...- Intentó articular las palabras pero ninguna salió en aquellos momentos. La verdad es que había ido siguiendo a los demás por curiosidad, pero había terminado completamente encandilado de una imagen que ahora no podía quitar de su cabeza.
Y si debía de explicar ello, que además todavía estaba tratando de entender, estaba seguro de que prefería morir en ese mismo instante.
- Vaaaaya ~ ¡Kageyama estás avergonzado!
Hinata reía a sus espaldas y este sintió como aquel rubor delator sobre su piel se encendía aún más mezclando su profunda vergüenza con una intensa furia.
Esto no podía ponerse peor. O eso creía él joven Tobio.
- Lo que sucede, es que él solo quería verte bailar junto a los demás chicos, sentía mucha curiosidad por verte Jaz, debiste ver su cara de tonto cuando-
Sin esperar bajo ninguna circunstancia esa respuesta, su expresión se desconcertó, atónita y tímidamente sorprendida, sintiendo sus cachetes color rosado más tibios de lo normal.
- K-kageyama no-
Sin poder contar los exactos segundos que tardó Kageyama en salir disparado a corretear a Hinata dispuesto a arrancarle la cabeza y lanzarla a un lago profundo, ambos corrieron alrededor suyo vociferando insultos al aire y sin que Hinata pudiera dejar de reír, aún cuando también temía por su vida.
Ella los observaste ciertamente quieta, se habías quedado muy desconcertada, y con mucho para digerir a la vez, no sabía por dónde empezar.
¿Por qué se avergonzaba tanto? ¿Acaso era cierto? ¿O una mera coincidencia?
No sabía que pensar.
- ¡Jazmín ayudameee!
La voz del pequeño Hinata la hizo reaccionar, este estaba siendo perseguido alrededor de ella, en una carrera por su vida.
- ¡Y-ya basta los dos! - Dijo entonces, tomando del brazo a ambos chicos haciendo que se detuvieran de un tirón y por la fuerza.
Kageyama recuperaba el aliento con dificultad, y Hinata parecía sentir que iba a morir en cualquier segundo.
- ¡No tengo por qué soportar sus peleas, y más si alguien sale herido! ¡Cálmense ya!
Aceptando el regaño con vergüenza, los soltó suavemente y ambos chicos se miraron con expresiones distintas, Hinata aún reía y Kageyama aún se le notaba el rojo brillante en su pálida piel.
- ¡Ya ves! - volvió a hablar el más pequeño escondiéndose tras de ella - ¡Y todo por no querer admitir que querías verla practicar! ¡Apuesto a que no estabas mirando sus ojos! ¡Kageyama, perverso!
Sintiendo como el calor y la vergüenza inundaba el cuerpo de ambos, antes de que el pelinegro pudiera mover un dedo sentenciando la vida de su amigo, tomó al pequeño con fuerza cruzando su brazo delante de su cuello,
- ¡Y-ya callate! ¡Nada de eso es cierto!
Tu mirada fue hasta Kageyama, a quien parecía que su alma se le había ido del cuerpo, dejando un cascarón vacío tras de si
Arqueaste una ceja y este pareció notarlo. ambos desviaron la mirada rápidamente, era una situación demasiado embarazosa, sin embargo, te tenía consternada el hecho de que el pelinegro no haya hecho nada para negar lo dicho.
Su silencio lo incriminaba.
Hinata se había puesto de un color azul para cuando lo dejó en libertad, soltando un suspiro agotador mientras el pequeño abría y cerraba la boca como un pez fuera del agua, en busca de recuperar el aire.
La campana sonó y los tres comenzaron a caminar de regreso al edificio, Kageyama la observaba de forma extraña, y no llegó a comprender si era por eso o por el miedo de que al separar caminos, Tobio lo golpeara sin César hasta convertirlo en polvo, que Hinata salió corriendo derrepente y sin oportunidad de ser seguido.
- ¡Me adelantaré, los dejo solos!
- ¡Hinata hijo de..- escuchó como maldijo para sus adentros y le dedicó una mirada confusa, a lo que el pareció temblar - ¿Q-qué?
- No sabía que te molestaba tanto mi compañía~
Tobio sintió que su cuerpo se convertía en piedra en unos segundos, estaba tomando todas las decisiones equivocadas por no saber manejar las cosas.
Sintiéndose derrotado para sus adentros, vio que ella comenzó a caminar sin él, y sin dudarlo, apuró el paso para poder seguirla.
- ¡N-no enserio que no es eso! - Dijo derrepente poniéndose de lleno frente a ella, sorprendida, se detuvo en seco con los ojos abiertos de par en par - E-eh..yo..¡Lo que dijo Hinata no es para nada cierto! ¡Enserio! ¡Yo jamás te miraría de esa manera, s-si no fuera por los chicos de hecho jamás te habría mirado!
Al ver su expresión, la cual no podía poner en palabras sin sentirse miserable, Kageyama supo que había elegido las palabras equivocadas.
Y la había herido, sin querer. Bajando la mirada, esta pareció derretirse entre sus dedos, y desaparecer.
- Esta bien.. lo sé, no tienes que decirlo - Dijo mirándolo con una expresión vacía, tan triste como la lluvia - Sé que jamás mirarías a alguien como yo, no te preocupes.
Su risa sonó tan falsa que cualquiera se daría cuenta de ello, Kageyama se quedó paralizado sin saber que hacer, siempre era muy espontáneo pero ahora parecía que ese don suyo había desaparecido, o por el contrario, en vez de ayudarlo le jugaba en contra.
Sus palabras secas cortaron por la mitad al pelinegro que se sintió una basura al verla pasar a su lado con la mirada baja, había sonado pésimo lo que dijo, no sabía como explicarse, y ya lo había arruinado.
Sin saber que hacer y en su desesperación, este corrió detrás de ella tomándola de la mano y girándola bruscamente para poder mirarla, quedando frente a frente de un segundo a otro, cosa que jamás estuvo en sus planes, y que ahora no sabía cómo manejar.
Ambos sintieron sus rostros arder y su cuerpo detenerse en seco por la sorpresa, la cercanía estrepitosa que manejaban les paralizó el mundo a su alrededor por unos momentos, y sus miradas se invadieron con ferocidad, buscando respuestas entre sí.
Los ojos azules que la atravesaban como estacas cada vez que los observaba la tenían congelada, esos ojos maravillosos llenos de emoción constante y una energía que podría llevarse todo por delante, incluida a ella.
Su cabello negro despeinado por la corrida caía por su rostro de una manera raramente atractiva, combinando a la perfección con el.
Nunca lo había observado de la misma manera que ahora, tan desesperado, en búsqueda de respuestas que ella no sabía si podía darle.
Era un chico muy bello, tan rara y agresivamente hermoso como el mar, tan calmo y tan propenso a explotar con sus olas arrasando con todo a su paso.
Sus perlas azules observaron con detenimiento a la chica frente a él mientras su cabeza se revolvía como un tornado, su cabello rizado color rojizo gastado caía sobre su rostro y sus hombros de una manera naturalmente bonita que lo tenía absorto, mientras notaba el rubor proliferar por su cara en esos escasos segundos que parecieron durar una eternidad para ambos. Su piel relucía junto al sol, y sus ojos parecían brillar de la misma manera que el cristal de sus lentes que ahora estaban bajos, resbalando por el puente de su pequeña nariz.
No pudo evitar sonrojarse aún más al tenerla a aquella distancia tan cercana, tan hermosa como indudablemente era.
Ninguno de los dos podía emitir palabra, todos los días sacaban a relucir aquella energía que los caracterizaba, y ahora, esa misma energía parecía haberse esfumado por completo, dejando detrás a dos personas incapaces de comunicarse entre nervios y confusiones.
- N-no tienes que disculparte - sus labios se apretaron con fuerza, desviando la mirada al suelo para luego esbozar una sonrisa que quería pasar por alegre, pero que se notaba a leguas era forzada - S-se que Hinata solo lo hace para molestarte~ ¡Enserio, tampoco es como que creí que querrías ver a alguien como yo!
Algo en Kageyama pareció romperse extrañamente, como si hubiera sentido que esta vez, sus palabras lo habían condenado.
Ella retrocedió unos cuantos centímetros, colocando una mano en su hombro dando unas palmaditas en un intento de cortar el ambiente con una risa fingida.
- ¡Tranquilo! ¿Si?, luego me encargaré de regañar a los demás.. solo intenten no mirar a mis alumnas por qué las intimidan bastante, y necesitan acostumbrarse a ustedes.. solo eso.
Con un hilo de voz que se cortaba de a momentos, esta se dió la vuelta comenzando a caminar lejos de allí, Kageyama no pudo moverse aún mientras la veía alejarse, no por que no quisiera hacerlo, si no por qué simplemente su cuerpo lo ignoraba por completo en aquellos momentos.
Su cerebro parecía haberse desconectado para ahorrar energía en el peor momento. Al perderla de vista, sus piernas volvieron a responderle, pero ya era tarde.
° ° °
La campanita de la puerta sonó y Ukai abandonó la lectura llevando su vista hacia la puerta.
- Bienveni- Oh, hola pequeña - Saludó animadamente y ella hizo esfuerzos por sonreírle como siempre lo hacía, sin buenos resultados.
- Buenas tardes, Ukai. Mi mamá te envía esto - cruzando el mostrador, dejó una bolsa sobre la superficie - Dice que cuando esté con menos trabajo vendrá a visitarte.
- Oh, gracias - Sonrió algo avergonzado, para luego volver a observarla con duda, algo no andaba bien - ¿Estás bien?, Te noto desanimada.
Esta sintió un escalofrío hacerla temblar mientras dejaba su mochila colgando del perchero.
- Claro que lo estoy, ¿por qué lo dices?
Su intento de sonrisa alegre pareció no convencer a Ukai, quien se acercó inclinándose para verla directamente a los ojos.
- Te conozco lo suficiente como para darme cuenta cuando te sucede algo - Dijo firme cruzándose de brazos - ¿Qué sucedió?
Ella suspiró pesadamente, no podía mentirle, el la conocía tan bien como su propia madre y era inútil tratar de ocultarle cosas. Sentándose junto a él , esta pareció analizar bien sus palabras antes de proseguir.
Ukai escuchó atentamente el relato sobre cómo Daichi había sorprendido a los chicos husmeando la coreografía que ejecutaba por la ventana del gimnasio, y lo que te había dicho Kageyama sobre eso. Este puso una mueca confusa al escuchar todo, como si no entendiera del todo bien la situación.
- Ya veo..- dijo apagando el cigarrillo en el cenicero sobre el mostrador - Pero si soy sincero, no se cual es el problema, el chico dijo que no te estaba mirando.
- ¡Lo sé! - interrumpiste pegando tu frente al mostrador, sin comprender muy bien sus propios pensamientos - ¡No se nisiquiera por qué me siento mal! ¡Kageyama dijo que jamás me miraría así y debería estar feliz de que no volvera a husmear, es lo correcto!.. pero..extrañamente..me hace sentir decepcionada, siento como si esa respuesta no fuera lo que yo quería.
Ukai pareció entender por fin y acarició su cabello con cariño, revolviendo sus hebras rojizas con sus dedos.
- Quizás por qué en el fondo esperabas que Hinata tuviera razón, ¿no crees?
Unos minutos después de dicho eso, esta pareció caer al fin en lo que sucedía y, obstinada, se levantó de golpe.
- ¡Que ridículo! Jamás me han importado los chicos, ni que la gente me observara - dijo ella para luego apoyar su cabeza en el hombro de Ukai.
Por su mente volvía a pasar una y otra vez la manera en la que Kageyama se había puesto al escuchar a Hinata decir todas esas cosas, algo en ella no se sintió mal al pensar por un segundo que él se había puesto así por qué sabía que lo que Shoyo decía era verdad.
- Pues, yo que tú lo ignoraría, como tú dijiste, jamás te ha importado lo que los demás piensan de ti, mucho menos lo que piensa un mocoso.
- Si, tienes razón - suspiró pesadamente para luego levantarse de allí, y ponerse el delantal dispuesta a ponerse a trabajar - solo lo ignoraré.
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