🍒Capítulo 7🍒 [Editado]
N.
- Omnisciente-
Dejando caer sus auriculares, caminó llegando al gimnasio de Karasuno. Estaba algo estresada realmente.
Había sido un largo día intentando sobrevivir en matemática, para lo cual no era muy buena, además de que haber entregado varios formularios a chicas que venían a buscarla para unirse, pero sus padres debían firmar positivamente el formulario o todo sería en vano.
Sin duda, llevar todo eso era un trabajo muy duro para una estudiante.
- Al menos ahora tengo un momento para bailar y relajarme un poco..- suspiró, prosiguiendo hasta la entrada para abrir la puerta del gimnasio.
Casi como un relámpago al caer súbitamente sobre la tierra, ahogó un grito de sorpresa al detener con sus manos una pelota que iba en dirección certera a su infortunado rostro, apenas haber pisado el lugar.
- ¡Chicos tengan más cuidado! - se escuchó la voz de Daichi retumbar con enfado. El día largo, no era solo suyo.
- ¡Jazmín, por dios!, ¡lo siento!
Bajando la pelota sintiendo el picor en sus enrojecidas palmas, buscó a Shoyo con la mirada. Este corrió hacia ella, seguido de otro chico de masomenos la misma altura, con el cabello café totalmente revuelto hacia arriba y un mechón rubio cayendo sobre su frente.
Un desconocido.
- Estoy bien, tranquilos..pero oigan, no es justo apuntarle a alguien que usa lentes - bromeó, hiciendo botar la pelota frente a si, observando al anónimo- buenos días.
- ¡Oh nishinoya-san! - habló Shoyo y este lo observó, algo desconcertado - Ella es Jazmín, mí mejor amiga - luego retornó a ella para señalar al chico con su mano - Jaz, es el Nishinoya-san, nuestro líbero.
- Vaya, hola -sonrió cordialmente. Él le devolvió la sonrisa con un brillo ensordecedor en sus bonitos ojos que la recorrió de la cabeza a los pies. Cómo si hubiera encontrado algo genial.
Tenebroso.
- Nishinoya Yuu, ¡Para lo que necesites! - dijo haciendo una reverencia exageradamente energética que la hizo suspirar, ya conocía esa energía muy bien en tu amigo, y ahora también en sus compañeros de equipo.
¿Será parte esencial del voley esa característica?
- Un placer conocerte, Nishinoya, igualmente a tu servicio - rió, más alegre que como llegó. Sin casi remoras o disimulos, este se acercó a Shoyo en tono de confidencia, susurrándole en el oído.
- Shoyo, ¿Esta chica hermosa que hace por aquí?, ¿Viene a verte entrenar? - preguntó con un leve sonrojo en sus mejillas. Su voz era estridente naturalmente, y aún cuando intentaba ser discreto, aún podía oirsele.
- Puedo oírte, ¿Sabes?, pero gracias por el cumplido ~ - Sin poder reprimir una risita, ajustó sus lentes - Soy la fundadora y líder del club de baile de Karasuno, y su animadora oficial.
Este pareció quedarse sin aire por unos momentos, asimilando una información de la cual al parecer, nadie lo había puesto al tanto.
Repentinamente, este tomó de la camiseta a Shoyo y comenzó a sacudirlo con fuerza.
- ¡¿Cómo no me contaste esto?! - gritó sarandeándolo con una furia indescriptible - ¡¡Me voy un tiempo y cuando vuelvo tenemos una hermosa chica como animadora!!
- ¡C-cálmate Noya-san, se me olvidó, de todas maneras tú mismo lo hubieras visto! - chilló Shoyo intentando que lo soltara. Perdonandolo en silencio, lo soltó con más suavidad, dejando salir un suspiro de resignación.
- Que chico tan enérgico..- Murmuró entonces, ladeando la cabeza hacia los lados para luego acercarse a él y dedicarle una sonrisa dulce - Me agrada la gente como tú, espero podamos llevarnos bien.
Sonrojado por demás, este comenzó a sonreír y asentir fervientemente.
Haciendo girar la pelota entre sus manos, la dejó caer sobre las del chico rebelde para luego acariciar una de sus mejillas con suavidad y sonreírle alegremente.
- Si me disculpan, debo ir a cambiarme y a calentar. Un gusto verlos.
Dicho esto, se retiró rápidamente, caminando por la zona libre hacia los vestidores, saludando a Kiyoko y a los capitanes en el camino.
- Ella es genial, ¿no crees Noya-san? - Shoyo sonrió y volteó a ver a su amigo con tranquilidad, cuando un ruido seco sonó estruendosamente por el gimnasio y este cayó al suelo semi inconsciente - ¡N-noya san!
° ° °
Los chicos estaban juntando sus cosas para irse mientras ella estiraba tranquilamente en el piso del gimnasio, tocando la punta de sus pies con sus dedos.
Descaradas, podía sentír las miradas en su espalda y empezaba a molestarte de cierta manera, quizás era por qué venía de un día muy cargado, pero le resultaba un tanto más abrumador que de costumbre.
Enderezándose con sus brazos hacia arriba, suspiró, antes de voltear y sorprenderlos en el acto.
- ¿Se puede saber que tanto miran?
Estos les dio un cierto escalofrío y desviaron la mirada algo avergonzados.
- Es que aún me sorprende mucho que tengamos a una hermosa chica como animadora.. - Declaró Noya con una sonrisa - ¡Jamás habíamos tenido una!
- ¡Eso eso! - agregó Tanaka asintiendo con fervor. Parecían ser cercanos.
- Pues les agradezco mucho eso..pero no soy para nada impresionante - rió cruzándose de brazos frente a ellos - sería mejor si solo pudieran tratarme como a otro de ustedes, no soy un extraterrestre, estaría muy feliz de poder ser su amiga, si lo consideran correcto.
Estos se observaron entre sí para luego asentir con una sonrisa. Mucho mejor.
La puerta sonó derrepente y su mirada fue hasta las dos chicas que pedían permiso con la mirada para entrar al lugar, hasta ahora desconocido para ellas.
- ¡Oh, chicas, por fin llegan! - con su mano en alto, corrió hasta ellas abrazándolas sin dudarlo, todos los presentes las observaron con duda, ambas parecían de primero, y también muy temerosas.
- L-lamento la tardanza.. - se excusó una de ellas - tuvimos problemas para encontrar el gimnasio correcto y nos dio algo de vergüenza entrar.
- No hay problema, es algo normal con tanto barullo aquí dentro - Las tomó de la muñeca con cuidado, invitándolas a pasar, y ellas correspondieron, un poco más seguras- Ahora las presentaré, vengan.
Haciendo ademanes con la mano para que todos se acercaran un momento, todo el equipo se fue acercado y una vez todos estuvieron allí, se colocó a un lado de ambas chicas con una sonrisa alegre, y las mejillas relucientes de un rosado de pura emoción y felicidad por tener sus primeras compañeras.
- ¡Bueno chicos, es un gran placer para mí presentarles a mis compañeras y pequeñas aprendices! - explicó mientras ellas alzaban su mano con timidez- Les pido encarecidamente que las traten con mucho respeto, y que sean cuidadosos con los balones, por sobre todas las cosas.
- ¡Q-qué bellezas! - escuchó decir a Noya y Tanaka quienes se ruborizaron notoriamente al darse cuenta que hablaban más alto de la cuenta, llevándose una mirada de regaño de su capitán.
- Por ahora el grupo de animadoras está conformado por nosotras tres - cruzando sus manos tras su espalda, todos los chicos hicieron una reverencia amablemente, saludado con calidez - Espero puedan llevarse bien, y seamos un gran equipo en conjunto.
Dándoles una mirada de aprobación, ambas chicas respiraron profundo antes de hablar.
- Soy Akane, e-espero podamos llevarnos bien..- se presentó tímidamente una de ellas, la cual tenía una altura considerable, una bella piel pálida, ojos claros y una melena negra que le llegaba hasta la cintura.
- Y yo soy Matsurika - sonrió junto a ella, la más bajita de la fila que habían formado, de pelo rubio corto y lacio que ondeaba por sobre sus hombros, y unos bellos ojos oscuros - U-un placer conocerlos.
Dadas las coordiales presentaciones de parte de ambos lados, y con el muro de hielo comenzando a quebrarse como buen primer paso, era hora de trabajar.
- ¡Bueno!, ¡Si nos disculpan tenemos mucho que hacer por ahora! - dando un sonoro aplauso, tomó a ambas chicas suavemente de las manos, inclinandose en una rápida reverencia - Chicas, es mejor que vayan a cambiarse de ropa para ponerse a calentar rápido.
Señalando los vestidores, ambas chicas asintieron corriendo hacia allí con sus mochilas en mano, y unas sonrisas más confiadas en su rostro.
- ¡¿Tú sola vas a entrenarlas?! - preguntó Noya con gesto de sorpresa, acercándose con curiosidad - ¿No es mucho trabajo?
- No me subestimes, pequeño - sonrió con confianza, inclinándose un poco a su altura - Puedo hacer más de lo que crees.
El rostro de Noya se tiñó de un rojo apasionado por la cercanía, y no pudo evitar reír.
- Ella puede hacerlo, no sería la primera vez - explicó Shoyo mientras se colocaba la chaqueta - Además es habilidosa.
- Yo también creo que puede - añadió Suga - Jazmín tiene una presencia abrumadoramente extrovertida, yo creo que alguien como ella puede sacar a relucir el talento de cualquiera.
Con una presión en el pecho, cual mariposas de orgullo, sintió el rubor subir como pocas veces a su rostro, cohibiéndola. Tímidamente, bajó un poco la mirada.
La hacia inconmensurablemente feliz el saber que sus amigos confiaban en ella ciegamente.
- Es..realmente halagador saber que confían en mí, muchachos. De verdad se los agradezco - Murmuró con las mejillas coloradas, para luego colocar sus manos en su cintura con firmeza - ¡Ya verán que su confianza no es en vano!, ¡Superaré sus expectativas! ¡Estas chicas aplastarán a las animadoras de los otros equipos como insectos!
El brillo que naturalmente emanaba su orgullo y fortaleza lograba cautivar los ojos de los más extrovertidos del grupo, quienes la observaban como si estuviera sobre un pilar sagrado guiando a los soldados hacia la Victoria, cual diosa de la antigua Grecia.
- ¡Jazmín~~ !- chillaron ambos para luego correr hacia ella con sus ojos brillando ferozmente de emociones entremezcladas.
Oh-oh, eso no podía terminar bien.
Haciéndose a un lado rápidamente por instinto, ambos muchachos chocaron de lleno contra la pared contraria, haciendo un estruendoso ruido y provocando una mueca de dolor en los que observaron el momento con preocupación.
- Idiotas..- susurró entonces Tsukishima con una mano en su rostro, agotado.
- ¡Auch! - dijo ella con una mano en su nuca, no quería que se lastimaran, pero si no se quitaba, iban a ser tres los heridos - ¡L-Lo lamento!~ ¿Están bien?
- Tranquila, siempre hacen eso, es más usual de lo que crees - Explicó Suga encogiéndose de hombros - Solo ignóralos.
- Estoy acostumbrada a tanta energía, de donde vengo eso es más que normal.. - sonrió tímidamente, observando en dirección a los muchachos con preocupación, aunque estos parecieron levantarse cómo si nada- pero estos chicos.. son incluso peores que yo.
- No hay nadie peor que tú, aunque ellos te pisan los talones.
La voz de Tsukishima le dió un escalofrío desagradable.
Con cada vez que sucedía, la sensación de amargura que acompañaba su presencia iba haciéndose más palpable.
- ¿Cómo es que siempre estás ahí para decir el comentario más agrio posible?
- ¡Tsukishima!, ¡imbécil! ¡No te atrevas a decir eso de una chica como ella!
Regresando intacto, Noya fue sostenido por Suga en el aire dando manotazos a la nada en esperanza de que alguno fuera para Tsukishima.
- Nisiquiera te gastes, pequeño - acercándose a su posición, acarició su cabeza con dulzura - Es muy tierno de tu parte defenderme, enserio, pero estoy acostumbrada a la presencia de cierta gente horrible...
Observó de reojo a Tsukishima, a quien la más que directa acusación parecía realmente importarle un bledo.
- Así que no te preocupes que me se defender sola.
- ¡Es cierto! - irrumpió Tanaka derrepente, tan intacto como su compañero - ¡tendrías que haberla visto! ¡le pateó el trasero a Tsukishima!
Jamás se olvidarían de ello.
Tsukishima pareció recordar vívidamente el golpe para poner ese gesto de asco y dolor indescriptibles con simples palabras.
Una risa general desbordó el ambiente y no pudiste evitar seguirla, ¿Es que a excepción de Yamaguchi, a nadie le caía bien ese muchacho?
- R-realmente eres..maravillosa - Exclamó noya, suspirando para luego esperar unos segundos de gracia y soltar cual cachetada- ¡T-te invito a una cita!
Hubo expresiones varias, entre ellas, la suya era de atónita sorpresa, la muchacha había logrado concluir que se podía esperar de todo de ese joven.
Literalmente, de todo.
- ¡Noya! - chilló Shoyo con enfado, remotamente ofendido.
- No pierde el tiempo...- Suga no pudo evitar reír cubriéndose la boca, la situación era demasiado para no reír.
Todos observaron lo acontecido, algunos riéndose, otros deseando que fuera mejor jugador de lo que era con las decisiones.
Pero en especial, destacando aún en su lejanía totalmente anónima, unos ojos azules observaban atentamente, esperando una respuesta con mucho interés.
- Eres realmente una dulzura, Noya..- meditando su respuesta con cuidado, no pudo reprimir una sonrisa, la libertad y valentía con la que él hablaba le resultaba encantadora y por mucho honesta. Colocando ambas manos en sus mejillas, negó con la cabeza - Pero lastimosamente, tendré que decir que no, por ahora.
- Ya me lo imaginaba yo.. - Shoyo rió botando la pelota entre sus dedos.
- Era algo obvio - la voz de Tsukishima pronosticaba un comentario agrio que le hizo hervir la sangre de las mejillas de solo escucharlo - De todos modos, ¿Quién estaría tan loco como para querer una cita contigo?
Un silencio un tanto incómodo se formó en el ambiente producto de esa declaración.
- Creo que ahora sí, te pasaste - Advirtió Suga con expresión preocupada.
Sintiendo que todo su cuerpo comenzaba a echar vapor cual locomotora que va a toda velocidad a punto de estrellarse, y que su paciencia se había extinguido por completo, pese a todos sus esfuerzos por ser amable y por ignorarlo, se preguntó;
¿Por qué?, ¿Qué necesidad tenía de ser tan dañino?
¿Cuando iba a parar?, ¿Qué debía de hacer o decir para que entendiera que era suficiente, que había llegado demasiado lejos?
¿A qué extremo debía llegar para que dejara de molestarla?
Con el autoestima herida, y sus puños apretados de importancia a sus costados, se enderezó, apretando los labios en un esfuerzo por tranquilizarse.
- Ahora si, está muerto - Shoyo retrocedió varios pasos y los demás lo siguieron cómo si entendieran al segundo la situación, dejando solo a su rubio compañero en medio del amplio gimnasio.
Dando varios hasta él con paso firme, levantó una mirada que no transmitía nada en absoluto, era como paz antes de la tormenta más ruidosa y dañina que pudieran imaginar.
Y no saber que iba a hacer, era más aterrador que saberlo.
Quedando únicamente frente a él, Tsukishima tragó en seco al sentir como su vacío contemplar perforaba todo su ser.
Presentía algo terrible, pero sin titubear, se mantuvo ahí.
- Eres.. realmente desagradable.. - Murmuró entonces por lo bajo y este arqueó una ceja esbozando una sonrisa triunfadora.
Quizás temía en vano, no se iba a dejar intimidar por ella.
- ¿Huh?~ ¿solo eso? - comentó altivo, la situación no dejaba de empeorar, y los demás retrocedieron otro paso alejándose más de ellos - Qué autoestima tan débil tienes, fastidio-
Sin poder terminar la frase, súbitamente tomó su brazo con fuerza colocándolo sobre su hombro en un movimiento ágil y limpio, levantando el cuerpo del rubio sobre su espalda para luego dejarlo carr de bruces al suelo haciendo un ruido seco que dejó a todos boquiabiertos.
Fue tan solo un segundo, y nisiquiera lo empujó con fuerza, su propio peso era lo que determinó la intensidad de su caída y por consiguiente, su golpe.
Sus lentes cayeron a unos metros de él, y todos hicieron una mueca de dolor al unísono.
- ¡¡Tsukki!! - chilló Yamaguchi con su rostro que se coloreaba de azul por los nervios.
- Vaya..eso dolerá mañana - Suga se pasó la mano por el rostro- Le pasa por boca floja.
- Q-que fuerza tan impresionante.. - artículo Noya con dificultad - es..¡Increíble!
- Siento que mi cuerpo duele solo de verlo..- Shoyo tembló como si se le hubiera congelado la espina dorsal por unos segundos.
- ¿C-cómo es que tiene tanta fuerza...?- preguntó Kageyama temblando al igual que su pequeño amigo- ¿Habías visto esto ya?
- ¡Q-que lo haya visto antes no significa que deje de sorprenderme! - se excusó titubeante - Hay más de una razón para no hacerla enojar..además de saber bailar...e-ella...
Todos lo observaron esperando una respuesta a la par que veían como el rubio intentaba recuperarse del impacto de espaldas al suelo sin éxito.
Daba que pensar, no era para nada sencillo levantar en el aire a alguien de esa estatura, y menos acomodarlo para hacerlo caer de esa manera. Pensándolo con claridad, era imposible que eso fuera casualidad.
- ¡H-habla Hinata, imbécil! -Kageyama se impacientó al igual que todos allí.
- Ella sabe Karate - explicó abrazando la pelota con temor- Es cinturón azul.
- ¡¿K-karate?! - chillaron todos al mismo tiempo.
Sus miradas volvieron hacia adelante escuchando los pasos de la pelirroja avanzar por el piso del gimnasio, se había inclinado tomando los lentes del más alto, para luego caminar varios pasos hasta él con una aterradora mirada.
- ¿Qué tal sabe el suelo, Tsukki? - Murmuró en tono tranquilo, colocándose en cuclillas a su lado.
- M-maldita...eres una..-
- ¿Huh?~ ¿Solo eso? - rió imitando su tono de voz y dejando sus lentes frente a su rostro - Está es mí última advertencia, guardate tus asquerosos comentarios para alguien que tenga ganas de escucharte, que no me conoces lo suficiente, idiota.
Dicho esto se levantó de allí acomodándose el sweater color crema con las manos y revolviendo su cabello con un aire sereno como si aquello nunca hubiera sucedido.
- Bueno, lamento el inconveniente - esbozando una dulce sonrisa, observaste a los chicos que ahora te analizaban con temor de esquina a esquina - Oigan, tranquilos..no le sucederá nada, no lo hice con intención de causarle heridas, me encargué de que caiga por su propio peso, si hubiera puesto fuerza, ya estaría más que fracturado. A lo sumo le dolerá un poco la espalda mañana, no pasará más de ello.
Pero al contrario de calmarlos, todos parecieron palidecer más. Menos Shoyo, quien se había despreocupado del asunto, sabía que si ella hubiera querido herirlo, así hubiera sido, así que confiaba en su palabra.
- Bueno..si me disculpan, tengo mucho que hacer~
Ciertamente tranquila, se alejó rumbo a los vestidores donde recién habían salido sus pequeñas compañeras con su ropa de deporte lista.
- Creo que su carácter es peor que el de Kageyama.. - Comentó suga riendo, ya más despreocupado.
- ¡O-oye! - se quejó este con cierto rubor en las mejillas.
- ¡A mí me parece maravillosa! - Noya la observó con una sonrisa reluciente- ¡No podría ser mejor el tenerla en el equipo!
- Intenta no hacerla enojar si aprendiste algo de lo que acabas de ver - Reiteró Daichi con voz firme - Aunque es bastante impresionante, si lo miras bien, nisiquiera tuvo que usar fuerza, simplemente acomodó a Tsukishima para que cayera solo.
- Es verdad - insistió Hinata - Yo no querría ser Tsukishima para nada, se está buscando un enemigo muy aterrador, pero eso le pasa por molestarla desde que llegó.
- Hermosa pero con peligrosas espinas - Añadió Suga - Resulta ser como las rosas.
- ¡Le voy a pedir que me enseñe esas técnicas! - Dijo Tanaka con un aire de emoción rodeándolo.
Mientras estos reían, Kageyama estaba algo apartado, sus ojos habían sido completamente cautivados por el brillo que destilaba su joven compañera.
No entendía bien y eso lo consternaba, pero no podía dejar de observarla, en silencio, solo admirandola a lo lejos.
Algo de ella lo tenía engatuzado, creía firmemente que era admiración, pues lo merecía, la verdad es que su belleza iba acompañada de varios talentos, en su análisis, era más que digna de admirar. Todo eso acompañado de una personalidad extrovertida, carismática y grácil, tan dulce y ruda a la vez, una mezcla que le sorprendía mucho.
Pero, algo en él le decía que era distintoz que había algo más que estaba olvidando, o que todavía no descubría. Una virtud que su capacidad de análisis no lograba dilucidar.
Y eso lo ponía de un mal humor tremendo, por no darse cuenta de qué era.
° ° °
- ¡¿No podemos quedarnos a ver?!
Tanaka y Noya se quejaban por igual , frustrados de no poder quedarse a ver entrenar a sus animadoras, ya afuera del gimnasio, Daichi los regañó.
- Su entrenamiento terminó por hoy, y ellas necesitan su espacio para practicar tranquilas - explicó con gesto serio - Así que, es hora de irnos.
Ambos asintieron de mala gana, caminando hasta la salida de la escuela junto con los demás. En cierto punto, Shoyo los vió retroceder con lentitud de regreso por donde habían venido.
Curioso del plan de los sempais que comenzaba a admirar, los siguió, Kageyama al ver que este se iba, no pudiendo resistir la curiosidad por igual, también fue tras él, mientras los demás caminaban por la calle platicando sin darse cuenta de nada.
- ¡Oye! ¿Se puede saber dónde diablos vas, idiota? - preguntó alcanzándolo al fin y este se encogió de hombros.
- Quiero saber dónde van Noya-San y Tanaka-San, ¿Tú no? - explicó y Kageyama ladeó la cabeza hacia un lado confundido. Ambos siguieron caminando con sigilo tras esos dos, muertos de la curiosidad.
- Allí est- ¡¿Que diablos están haciendo?! - Se interrumpió a sí mismo.
Sus compañeros habían vuelto sobre sus pasos hacia el gimnasio, para luego colar sus cabezas por las pequeñas ventanas que les daban una visión cubierta hacia dentro del lugar.
- ¿Están.. espiando? - exclamó Kageyama hacia su amigo sin recibir respuesta, al voltear notó que no estaba y ahora el también se había acercado a la ventana junto a los otros dos chicos - Hinata..¡imbécil!
Acercándose junto a ellos, fue callado con anticipación por los tres chicos que observaban por la ventana enrejada con una expresión maravillada reflejada en sus rostros, una música alegre llegó hasta sus oídos, venía de adentro.
- ¿Que tanto están mirando? - cuestionó y Tanaka le señaló hacia dentro del lugar sin dejar de observar en completo silencio.
Este guió su mirada junto a la de ellos sin mucha expectativa, para sentir como una sensación extraña subia por su cuerpo y se atoraba en su garganta cual nudo al segundo.
Era una sensación maravillosa, similar a la adrenalina que sentía en sus partidos, que tanto le gustaban.
Junto con la canción que rebotaba por las paredes del gimnasio, su cuerpo se movía con gracia bailando al compás de la música, sus caderas se menearon de un lado a otro como si hubieran estado hechas para ello, sus gestos alegres contagiaban aquel sentimiento tan hermoso a los chicos. Su pelo danzaba junto con ella moviéndose a su par, con sus rizos brillantes cayendo sobre su espalda.
Sus brazos se contorneaban con delicadeza acompañando sus movimientos a la perfección, viajando desde su cintura hasta sus piernas, subiendo y bajando de una manera tan delicada que todos los presentes sintieron que el calor subía por sus cuerpo hasta su rostro, tiñiendolo de un rojo apasionado que hacía brotar vapor por su piel.
La manera en la que se movía era maravillosa, determinada, alegre y delicada pero a la vez tan ruda y con tanta seguridad y hasta sensualidad, era simplemente única.
- T-tanaka san..- murmuró el más bajo con dificultad - C-creo que estoy en el cielo.
- Ella es...increíble - continuó Tanaka sin poder dejar de observarla con detenimiento.
- Jaz es genial...- Agregó Shoyo con una sonrisa de orgullo remoto- ¿No crees, Kageyama?
Sin recibir respuesta por varios segundos, la mirada de este fue sobre su amigo, que parecía estar completamente en trance.
Kageyama no podía emitir palabra, estaba encandilado por sus movimientos de una manera que jamás había estado por nada, sus dedos arañaron la pared sin darse cuenta, a la par que sus ojos azules brillaron fervientemente mientras la observaba moverse al compás de la música cual perfecto espiral, sus caderas y sus piernas moviéndose de esa manera hicieron que se sintiera paralizado, la serotonina circulaba por su cuerpo mientras la observaba sonreír y soltó un suspiro sin darse cuenta al verla guiñar un ojo con dulzura, a la par que su cabello cayó por su piel morena, como una agradable cortina.
Estaba tan encandilado que no notó como sus tres compañeros lo observaban sin poder creerlo, jamás lo habían visto de esa manera, tan tranquilo y concentrado, nisiquiera cuando jugaba, y no pudieron evitar reír cubriéndose la boca para luego seguir observando.
- ¡¿Se puede saber que diablos están haciendo ahí?!
Los cuatro chicos sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas que los devolvió a la realidad, y al voltear todos ellos se llevaron un coscorrón de parte de su capitán que estaba muy avergonzado y entre regaños, prácticamente los arrastró fuera de allí.
Sin embargo, al ojiazul no parecía importarle nada de ello, ni el regaño, ni sus compañeros.
Aún mientras caminaba hacia su casa con auriculares en sus oídos, estos se encontraban pausados, la música que lo había envuelto hace unos minutos no dejaba de sonar en su cabeza y junto a ella, la imagen de la pelirroja de sonrisa radiante, que sin darse cuenta y cual morfina, lo tenía totalmente atontado.
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