🍒Capítulo 30🍒
- ¿Te sientes más tranquilo? - Consultó tomando lugar en el suelo junto a él. Ambos compartían una bebida al rayo solar de la tarde, en un silencio que les proporcionó una comodidad adecuada para digerir los problemas que sabían que debían afrontar inevitablemente.
- Si, te lo agradezco mucho..- Murmuró, aún podía sentirse tímido frente a ella. Y más aún después de haberse dejado fluir de esa manera tan explícita entre sus brazos.
No sé arrepentía, estaba seguro de que fue algo necesario, más se sentía muy vulnerable, y en consecuencia le costaba mirarla a la cara.
- No hay por qué, es importante estar hidratado, sobre todo si lloras..- Comentó con una sonrisa amigable, jugando con la lata entre sus delgados dedos - No te imaginas cuántas veces sentí que se me partía la cabeza del dolor, todo por no beber suficiente agua luego de llorar. Es de lo peor.
- ¿Lloras seguido? - Inquirió, llevando la bebida a sus labios y ella se tomó unos segundos para reflexionar.
- Ahora no, pero antes si, bastante - concluyó en un suspiro - Mí psicóloga me había dicho que soy de personalidad sensible, aunque lo sabía antes de que me lo dijera.
Asombrado, pronto sintió como la curiosidad y a la vez el repelús le picaban la nuca, y jugueteando nerviosamente con sus manos sobre su regazo, se atrevió a preguntar.
- ¿I-ibas al psicólogo?
Al contrario de cohibirse por la pregunta, la joven parecía de lo más tranquila y confiada, la salud mental para mucha gente aún era tabú, más ella no era el caso.
- Me derivaron cuando era más joven, creo que tenía..¿13...14?, no recuerdo con exactitud. El punto es que asistí hasta hace no mucho, me dieron el alta poco antes de venir a Karasuno -Explicó, dejando su rostro descansar en su mano derecha - pero fue muy bueno para mí, quizás debería volver.
- Ya veo..- Murmuró, acariciando el borde de la lata con su dedo anular, con cierto nerviosismo pululando por su ser - pero, ¿A ese lugar no es donde va la gente con..problemas?, ¿Tú por qué fuiste?
Tobio no recordaba haber conocido a nadie que fuera a terapia, si era más exacto nisiquiera había escuchado de ella en todos esos años, su mente solo pudo atizar a recordar gente muy mal de la cabeza que era obligada a ir allí por el bien de la salud pública, lo cual era el mismo problema de muchísima gente igual de ignorante.
Sabía lo que era un psicólogo, y para que servía, pero hablar de cerca con alguien que hubiera ido, era toda una novedad. Tenía muchas preguntas que quería hacerle, y al mismo tiempo tenía mucho miedo por la única percepción que tenía sobre este servicio a la salud pública.
Viendo por dónde iba el asunto con su compañero, ella arrugó la nariz, sintiéndose fastidiosa. No recordaba nisiquiera una ocasión en la que la gente no reaccionara igual que Tobio al averiguar qué asistía al psicólogo.
Y es que la palabra "terapia" y "psicólogo" no eran agradables de escuchar. Lo atribuido a las personas que asistían a ese lugar en búsqueda de ayuda para llevar una vida mejor, eran puros estigmas negativos creados por la sociedad.
- Kageyama, ¿Tú que te imaginas cuando te digo el término psicólogo?
Su pregunta lo tomó por sorpresa, y dándose unos segundos para pensarlo con claridad, este bajó la mirada.
- Pues..un lugar donde va la gente que tiene problemas mentales - Espetó, ya no tan confiado- Al menos eso es lo que sé.
Ella sonrió compasivamente, se esperaba esa respuesta, no era la primera vez que la oía. Más dispuesta a abrir la mente de su compañero, se tomó el tiempo para explicarlo.
- Todos piensan lo mismo, pero está bastante alejado de la realidad - Sentenció, a lo que él mucho la observó con ojos de desconcierto - Mira, te lo voy a explicar así; ¿Tú naciste sabiendo caminar, beber o comer?
Rápidamente este se apresuró a negar, a lo que ella replicó.
- ¿Y tú naciste sabiendo leer, sumar o restar? - el negó nuevamente, a lo que ella le sonrió - bien, ahora dime, ¿tú naciste sabiendo controlar tus emociones, tu ira, o tu nerviosismo?
El desconcierto iba en creciente, más aún a pesar de su incertidumbre, este negó. Ella asintió, jugando con uno de sus rizos enredados en su dedo anular.
- Bien, pues hay todo un personal para ello, una profesional que estudió para enseñarte a controlar todo eso que no sabes hacer y que te hace difícil vivir tranquilo - Sentenció, con una sonrisa comprensiva. Ella no era ese tipo de persona que te ofendía por no entender, si no por el contrario, quién buscaba enseñar sin ofender - La gente que asiste allí no solo son desequilibrados mentales de esos que ves en la televisión, si no gente que tiene un problema para controlar y entender algún aspecto de sus emociones o su capacidad cognitiva, ¿Entiendes?
Sintiéndose ajeno a lo que oía, este terminó por asentir aún con cierta timidez. Dicho así, tenía más sentido de lo que pensaba.
- Hay muchas situaciones por las que podrías ir al psicólogo, una de cada diez personas tiene alguna razón para acudir a él, y eso no es para nada anormal - Concluyó, encogiéndose de hombros - En mí opinión personal, creo que todos los seres humanos deberíamos ir alguna vez.
- Creo que entiendo, vaya - Bufó, sintiéndose muy ajeno a todo lo que creía que sabía- Wow, no tenía ni idea.
El ambiente se tornó silencioso, había una pregunta en el aire que él deseaba hacer, pero no quería incordiarla, ya se sentía bastante tonto al percatarse de las tantas cosas que ignoraba sobre el mundo, sobre otras personas, sobre aspectos de la vida.
Y sobre ella.
Poco se había puesto a reflexionar sobre lo poco que conocía en realidad a la muchacha, las cosas que seguían tomándolo por sorpresa al profundizar en su persona no dejaban de azotarlo y dejarle mucha curiosidad en sus manos, las cuales ante la ansiedad de este pensamiento, sudaban y se movían con torpeza.
Quería saber más sobre ella, mucho más, tanto como pudiera.
- P-puedo preguntar, ¿Por qué fuiste?
Su mirada pareció buscar el origen de la curiosidad masculina, más este evitaba mirarla a la cara desde hace un rato. Lo cual estaba empezando a preocuparla.
Profiriendo un suspiro de resignación, ella buscó las palabras adecuadas para consolar su curiosidad insistente.
Sabía que debía ser cuidadosa con como le explicaba las cosas a Tobio, pues al ser tan grave su desconocimiento por esas cuestiones, no le extrañaría que este se asustara o que tuviera alguna reacción negativa hacía ella.
- Bueno, digamos que tenía problemas para adaptarme con el resto - Confesó al fin, más fue bastante palpable para el joven que no estaba siendo muy sincera, y ante ello, le dedicó una mirada de confusión que se sintió un tanto acusadora - Oye no me mires así, no se cómo explicarlo, no es tan fácil.
Su mano nerviosa buscó su cabello, consolando su necesidad de desviar su atención hacia algo que la ayudara a condensar sus palabras y su nerviosismo.
Nunca había sido buena para hablar del asunto que la acongojaba desde que tenía conciencia de ello, y no por qué se avergonzara, una de las cosas que había aprendido en la terapia justamente era que no tenía por qué avergonzarse de sincerarse sobre los problemas que acompañaban su estancia en la tierra.
Pero explicar la ansiedad, no era nada sencillo.
A ella misma le había costado mucho aceptar que la padecía, pues visto desde la perspectiva de quién no lo sufría, no era posible entender que una persona, sin motivo alguno que la respaldara, podía por ejemplo, perder la capacidad del correcto descanso que necesitaba para vivir por los pensamientos intrusivos que bailaban dentro su cabeza en un incansable zapateo que le impedía conciliar la tranquilidad que cualquier otra persona tenía por naturaleza.
Pensamientos catastróficos, preocupación excesiva y repentina, disociación por el constante distraer de los pensamientos dentro de la psiquis propia, entre otras características.
¿Había alguna manera de explicarlo de forma sencilla?
Dudaba que pudiera explicárselo de modo que lo entendiera, mientras más nerviosa se ponía, más difícil le resultaba expresarse.
Quizás, lo mejor era simplemente dejar de darle vueltas a las cosas, como siempre lo hacía, aún en contra de su voluntad.
- El caso es que tengo un trastorno - Admitió al fin- no me gusta hablar de ello por qué la palabra es chocante, y la gente..mal piensa mucho las cosas.
La expresión masculina no pudo si no sorprenderse, era la primera vez que escuchaba de ese tema, por lo que su capacidad de entendimiento estaba muy lejos de ayudar a la situación.
Más no hizo falta que entendiera mucho sobre el tema para saber que su compañera no estaba sintiéndose bien al hablar de ello, y lejos de querer verla incómoda, había aprendido que aveces era mejor callar.
- Entiendo - Concluyó, consiguiendo al fin el valor para dirigirle la mirada - Siendo honesto, jamás había escuchado sobre eso, por lo que no entiendo muy bien de lo que hablas..
Dejando la lata de gaseosa a un lado, este reanudó su contacto visual con ella, estirando su mano para acariciar el hombro femenino en búsqueda de brindarle paz, tranquilidad, apoyo.
Ella lo observó con atención, sin rechazar el cuidadoso tacto sobre su brazo.
Su mirada brillosa que lo observaba vigilando cada uno de sus movimientos; lo cautivaba. Tanto que sostenerle la mirada, había dejado de ser un asunto sencillo.
- Pero no pienses que eso va a cambiar lo que pienso de ti, aún si supiera lo que te sucede, tú no dejarías de ser tú, al menos..para mí - Prometió, intentando ablandar su tono de voz naturalmente pesado. La mirada femenina se iluminó cual cielo estrellado, como si anhelara creer en lo que oía y él sintió como su garganta se cerraba.
Un solo vistazo de su maravilloso mundo de ilusiones hacia él, era suficiente para hacer que todo su estado nervioso se colapsara, subiendo la sangre a sus mejillas y aumentando su temperatura considerablemente.
Sintiéndose incapaz de sostenerle la visión, dejó que está cayera nuevamente a sus pies, en un intento por poder terminar de expresarse frente a ella, quién hundía su corazón en un mundo de emociones que le era difícil controlar.
- Y-yo quiero saber más sobre ti, Jazmín, quiero poder conocerte, que confíes en mí y poder apoyarte en lo que necesites..- Admitió en lo que fue apenas un murmullo, únicamente audible para ambos- P-pero no quiero que te sientas incómoda conmigo, todo lo que quieras contarme..puedes hacerlo cuando gustes y lo creas correcto..yo siempre estaré para oírte.
En lo que fueron unos segundos de dulce tranquilidad, ella sintió como las palabras ajenas abrazaban su alma, brindándole una calidez que rara vez sentía, y que necesitaba.
Aveces solo necesitamos ser comprendidos y respetados para que nuestra coraza se ablande y se caiga con el resto, dejando ver detrás de nuestros problemas y nuestro duro exterior; un dulce y maravilloso interior.
Bajando sus manos ahora quietas, ella se relajó poco a poco, dedicándole una sonrisa serena y agradecida.
- Gracias, Tobio.
Las nubes cruzaron el cielo, y casi como si ambos estuvieran conectados, sintieron que necesitaban perderse en su inmensidad para reflexionar, para pensar correctamente.
Una vibración ajena hizo que ambos se sobresaltaran y ella tomó su teléfono, descubriendo que tenía varios mensajes sin contestar. Casi todos de Hinata.
¿Dónde estás?, todos aquí estamos preocupados.
15:35 AM.
El entrenador Ukai estuvo hablando con nosotros, dice que lo que sucedió fue un pleito entre nuestros compañeros, que no debemos mezclar las cosas, ni mucho menos meternos.
16:10 AM
Un último mensaje proveniente esta vez de su jefe y entrenador, hizo que su corazón se encogiera, llevando su mano a su pecho en una angustia que no podía controlar.
Tsukishima despertó.
Está muy golpeado, pero nada grave.
Estará bien.
16:15 AM
Una alegría que no podía describir con palabras había hecho que sus pestañas revolotearan dolorosamente, como si las lágrimas que antes hubiera contenido quisieran aflorar y escaparse por fin de su prisión.
Su mano se mantuvo en su pecho, estrujando su uniforme con firmeza.
» Gracias al cielo, está bien..«
El muchacho no pudo si no observar por encima lo que ella leía, comprendiendo su angustia y sintiendo que el mundo volvía a caerse a sus pies.
La tristeza que ella intentaba ocultar de él al girar su rostro hacía un costado, le había dado un vuelco en el estómago. Había olvidado por unos momentos él gran problema en el que estaba.
Y ahora que volvía a ser consciente de ello, y peor, de como la situación hacía sentir a la querida mujer a su lado, todo el peso de sus actos se sentía como el ser enterrado vivo bajo la arena.
- Deberías ir a verlo..- Espetó repentinamente, escondiendo su rostro entre sus brazos. Ella no pudo si no alertarse, observándolo expectante y desorientada- Estoy seguro que él no te lo dirá, pero quiere que lo hagas.
Atónita ante las repentinas declaraciones del azabache sobre la persona que probablemente, el más repudiaba, en ella solo cabía preguntarse; ¿Cómo podía el saberlo?
Vista la situación, estaba claro que él odio y el desprecio era mutuo entre ellos, no se conocían ni tenían intenciones de hacerlo, eso era lo que probablemente los había llevado a casi matarse entre ellos.
¿De qué se estaba perdiendo?
Más la desazón y la responsabilidad de la razón inicial por la cual había llegado allí en búsqueda del joven colocador, la condensó devolviéndola a la realidad como el caer de una helada cascada sobre sus hombros.
Sus manos se acomodaron sobre sus rodillas, él no quería mirarla, se escondía con sus brazos sobre sus piernas, como si buscara refugio de un terror para el que ya estaba preparado, el mismo que lo angustiaba, lo corroía por dentro.
El nerviosismo pronto se apoderó de ella, abriendo sus labios en un atisbo de explayarse, de resolver sus dudas, más el valor del que creía gozar en su trayecto aquí, se había desbordado completamente al encontrarse con la situación que la esperaba aquí, sobre la azotea, goteante y dolorosa al caer de sus ojos azules, heridos.
Esperaba encontrar una furia incontenible, algo por lo cual tener cuidado, una persona completamente ida y probablemente peligrosa.
Jamás había estado tan equivocada.
Sin embargo y aunque esto la descolocó, y ahora le dificultaba el mostrarse del todo firme por miedo a herirlo más de lo que ya estaba.
Había algo que tenía que resolver con él, y no debía evitarlo, o sería peor para todos.
- ¿Qué fue lo que pasó entre ustedes, Kageyama?
Su repentina pregunta tomó por sorpresa a su compañero.
Casi al instante, su corazón se acongojó de recuerdos, de imágenes llenas de culpa que no podía aguantar sin sentir que sus lágrimas llenaban de líquido sus pulmones, impidiendole respirar correctamente.
Tenía miedo, mucho miedo.
Pero mentirle era tan absurdo como intentar huir.
Por lo que aún sintiendo como su voz se achicharraba y perdía como al fondo de un oscuro pozo, se sinceró.
- No es tan sencillo de decir, Jazmín..creo que sabes que.. él y yo jamás nos hemos llevado bien, desde que nos conocimos que hemos estado al borde de..de la violencia - Explicó, escondiendo su rostro de la luz, y de su mirada que lo abrumaba hasta el ahogo- pero últimamente..
De pronto su mente se quedó en blanco.
¿Era prudente decírselo?
No había pensado en como explicárselo, no podía simplemente decirle que el conflicto que los había cercado a la violencia tenía su origen en nada más ni nada menos que ella misma.
Decírselo conllevaba un peso muy grande, pues en ello entraba no solo el confesar de sus propios sentimientos, si no, también exponer los de Kei.
¿Quién era él para decidir por alguien más, y hacer público algo que no le correspondía?
¿Y si él no quería decírselo?, No podía ser responsable por tal confesión, lo menos que podía hacer por su magullado amigo, era darle la oportunidad de, si es que así lo quería, sincerarse con ella cuando él quisiera.
Pero entonces, ¿Qué decirle?
La falta de opciones lo mantuvo en silencio, preocupando a la muchacha, la cual comenzaba a impacientarse.
El silencio que estaba recibiendo como respuesta, le daba muchas más incógnitas que soluciones.
- ¿Últimamente que? - Insistió al final, con su rostro delatando su preocupación y desconcierto. Más nada recibió como respuesta- Tobio, puedes ser sincero conmigo, no ganas nada con mentirme.
- No es que quiera mentirte, Jazmín - Confesó, cohibido por el miedo, tamborileando sus dedos sobre su brazo- Es que no puedo decirte.
Frunciendo el ceño, ella insistió.
- ¿Por qué no?
» Por qué si te digo que te quiero, también tendré que decirte que él te quiere..« pensó, aturdido.
Estaba comenzando a sentirse acorralado, atrapado sin salida.
- S-simplemente no puedo, ¿De acuerdo? - Insistió, llevándose una mano al rostro con excedente frustración- Si te dijera la verdad..estaría violando la privacidad de Tsukishima, y..y no quiero hacerlo.
Absorta en el análisis de lo que oía, ella se mantuvo en silencio por unos minutos, aceptando aquella excusa, pero intentando calmar su corazón preocupado.
Esto no la ayudaba en nada, pero si era verdad lo que el azabache le planteaba, era algo que debía entender, pues si fuera ella, también querría que se respetara su integridad.
- El punto es..que él hizo algo que me molestó mucho, así que discutimos.. no estábamos de acuerdo, gritamos, nos enfadamos mucho..pero..yo fui quien tuvo la culpa de que nos hayamos lastimado así, él solo se defendió de mí..- Admitió, pegando su frente a sus rodillas deseando poder encogerse más y más hasta desaparecer.
No había como explicar la vergüenza que sentía en esos instantes; imaginándose a si mismo como un condenado a muerte que confiesa sus crimenes antes de poner un pie en la tumba.
Se sentía devastado, culpable, casi desnudo ante su verdugo.
No tenía valor para levantar la mirada y encontrarse con su consecuencia, con su karma. Temía mucho perder su último vestigio de estabilidad si ella lo miraba como quién teme, quién desprecia.
Podía sentirse odiado por todos, pero si ella también lo hacía; todo lo que le quedaba podría terminar de desmoronarse y volverlo cenizas.
- Perdóname...lo lamento..enserio que nunca quise lastimarlo de esa manera, yo..yo no sabía lo que hacía..estaba demasiado enojado como para pensar con claridad..- Confesó en un fino hilo de voz, perdido en los rincones de su ya herida garganta, ahogada en un llanto que estaba expectante a poder desbordarlo nuevamente- Si pudiera regresar atrás..jamás lo lastimaría..nisiquiera lo pensaría...Y-yo-
Para cuando su cabeza advirtió que se había desbordado, las lágrimas habían comenzado a caer por su piel, humedeciendola y recordándole cual indefenso podía volverse cuando se trataba de sus problemas de ira: de lo que se le escapaba de las manos y no podía controlar.
Compadeciendose en la débil privacidad que le daba ocultar su rostro cual niño arrepentido de romper un juguete, se permitió derramar esas lágrimas que estaba conteniendo y que le empujaban el pecho.
¿Qué sentido tenía intentar ser fuerte, si de todas maneras ya estaba todo perdido?
Entregándose a un dolor muy oscuro que lo perseguía y seguiría tras el por un tiempo que le resultaba indeterminado, este se mantuvo en silencio, con sus ojos apretados mientras el líquido salado quemaba su piel y le encogía el corazón.
No había ni un solo sonido a su alrededor que lo acompañara y lo hiciera sentir menos abandonado a la deriva, incluso la brisa parecía haberse apartado de él y de su compañía.
Se sentía tan solo.
» Jazmín, estoy tan seguro de que ahora me odias..y tienes toda la razón en hacerlo..no soy una buena persona..«
Más como una afilada hacha que corta su burbuja por la mitad, devolviéndolo a la realidad de un firme sacudón, toda su oscuridad se vió disipada en un esperanzador segundo que se sintió en cámara lenta.
Sus brazos fueron apartados con una suavidad casi mágica, y pronto en su opaca visión, aún nublada y tormentosa por sus persistentes lágrimas, una cálida luz tan nítida y pacífica como el sol asomó entre sus nubes mentales, destellante y compasiva.
Iluminando su cielo nocturno cual amanecer, su rostro asomó frente a él, desarmandolo sin que esté se resistiera a ello. Ella contempló su herida expresión por unos segundos y el tembló al hacer contacto visual, temía tanto a sus represalias que se sentía capaz de vomitar, más pronto entendió que en su corazón no había rastro de malas intenciones, de ganas de juzgarlo o de condenarlo al abismo al que él tanto le temía.
Esos ojos; ese mundo de dimensiones sepia que lo observaban a cada segundo, acercándose peligrosamente a su persona e invadiendo su alma sin remora alguna que la hiciese titubear o dar un paso al costado, no tenían oscuridad o maldad en sus iris.
Los ojos eran el reflejo del alma, y en quién tenía frente a él, sin importar cuánto buscara podía jurar que no había vestigio alguno de esa maldad humana que incluso aveces nos es involuntaria, como otro de los defectos del ser humano común, lleno de errores y de problemas.
Inundado por esa calidez que lo abrumaba y acortaba sus sentidos, su cuerpo se paralizó de inmediato, dejándose manipular casi como un títere; inerte y flexible. Fue un corto y dulce segundo que marcó un antes y un después en su corazón, cuando se sintió sostenido por un cuerpo ajeno al suyo.
Los brazos ajenos lo rodearon con una sinceridad casi inocente, sosteniéndolo con la firmeza de quién sostiene un gran y agrietado cristal a punto de volverse trizas.
Su moreno y entristecido rostro tomó lugar en su hombro, y su cabello danzó frente a su nariz, ondeando su perfume como una estela carmesí que lo hacía sentir adormecido.
No pudo si no temblar al reaccionar y percatarse del peso de otro cuerpo sobre el suyo. Los latidos del pecho ajeno resonaron en su propia caja torácica como el eco de un tambor, y el calor que emanaba lo despertó, compensando su helada existencia, regresándole la vitalidad y haciéndolo sentir algo que hasta entonces no se había dado cuenta que le faltaba.
Volvía a sentirse vivo.
Sus manos reposaron en el suelo a los lados de su cuerpo, inertes, sin saber cómo responder. Todo su ser se sintió dormido, ese contacto tan cálido y dulce lo hacía sentirse flotar en el cielo, sometido por una anestesia emocional que lo sacaba de órbita.
Pronto sintió como todo su cuerpo temblaba, y ella lo sostuvo con firmeza, aferrándose más a él, como si quisiera hacerle sentir que no tenía a qué temer, que todo estaba bajo control mientras ella estuviera ahí, calmando su corazón con un solemne y honesto cariño que lo arrullaba, meciendo su alma dentro de ese tan necesitado y ansiado abrazo.
Sus labios se acercaron a su oído, congelando todo su ser con su dulce y melódica voz, en una frase que contrajo su corazón, entregándolo por completo a ella y solo ella, quién derretía todas sus emociones y las fundía en un solo sentimiento que no tenía lugar si no era con ella.
- Tranquilo, Tobio. Lo entiendo.. está bien, no tienes por qué temer - Murmuró, tan tenue y delicada como la brisa, haciendolo perder el aire y el control sobre todo su cuerpo y mente, que se sometían voluntariamente a todo lo que la dueña de sus penas y sus alegrías - Todo estará bien, estoy contigo.
Envuelto por una mezcla de sentimientos que no lograba entender, su cuerpo salió del trance y sus labios temblaron mientras sentía sus ojos perder la visión por la lluvia que destilaba en su rostro enrojecido.
Sus manos temblaron mientras se alzaban a sus lados buscando sostenerla, aferrarse a aquel sueño encantador que un día había llegado a su vida sin precio aviso, para volverla un completo desastre, mostrándole todo un mundo de colores que no conocía y para el que muy probablemente, no estaba preparado, pero en el cual hundiría la cabeza una y otra vez, por ver tan solo el asomo de su luz reflejarse en el espejismo de su corazón.
Sus amplias y masculinas manos descansaron en su espalda, sosteniéndola como si el miedo a perderla fuera a reventar sus neuronas. Agobiado del mal que lo aguardaba al final del túnel, sus temblorosos labios susurraron algo que solo ella había alcanzado a entender en ese roto y deprimente vestigio de lo que alguna vez fue una voz.
- Tengo tanto miedo..miedo a no entender lo que me sucede..a no poder resolver los problemas..a sentirme un peligro para los demás..- Musitó, ahogado en su propia angustia- miedo a perderte..a perderlo todo.
- Todo estará bien, yo te ayudaré, lo resolveremos juntos - Murmuró, haciéndolo temblar de lumbar a la nuca- Lo recuerdas, ¿Cierto?, Ya no estás solo en esto, yo estaré para ayudarte y todo saldrá como deba salir, confía en mí.
Quizás estaba equivocado, y el sufrimiento que le esperaba era demasiado grande para resistirlo.
Más la base de su ilusión no le daba lugar a dudas, ella tenía el poder de despejar su corazón con unas simples palabras, de devolverle la confianza y hacer que se entregará por completo a una esperanza que le diera fuerzas para seguir.
Entonces, decidió hacerse ignorante de todo y todos, menos de ella.
Eligiendo perderse en el dulce aroma de su cabello, dejó que aquella felicidad que había obtenido fluyera por la corriente del azar, lanzandose así mismo al abismo en el cual elegía meterse una y otra vez, con tal de contemplar la suavidad de su corazón una vez más.
Por ella ignoraría el miedo, la ansiedad, el pánico e incluso el destino. Pues todo parecía pequeño en comparación a ese dulce y adictivo sentir que le devolvía el pulso al sentirla a su lado.
» Jazmín, así pudiera volver una y otra vez al pasado y tener el poder de elegir seguir con mí vida rutinaria y pacífica..elegiría una y mil veces volver a derramar cada lágrima que lloré al conocerte «
Con el descansar de su frente en su hombro, dejó que sus lágrimas fluyeran, sin control alguno que pudiera detenerlas.
Con ella ahí, no sentía miedo. Su oscuridad cedía y desaparecía con la fortaleza de su corazón protegiéndolo cual escudo imbatible, y aún si su dolor decidía escapar por sus ojos y vaciar su corazón, mientras fuera entre sus brazos, todo estaría bien.
Todo dolía un poco menos, si la tenía a ella.
Todo resultaba menos oscuro y deprimente, si podía verla sonreír.
Por qué nada era tan duro como antes lo parecía, por qué ya no estaba solo, por qué había conocido esa sensación tan esquiva y dolorosamente dulce que punza y duele, tanto como te acaricia y sana.
En ella había descubierto algo ansiado por todos y encontrado por pocos, algo tan valioso que era capaz de romper hasta la más dura de las corazas y disipar hasta la más lugubre situación.
Genuino e invaluable amor.
Todo transcurrió sobre sus cabeza sin un ritmo preciso, el mundo entero se había detenido para ellos en búsqueda de compensar el dolor y el vacío de sus corazones.
Sus cuerpos reposaron juntos por un tiempo indeterminado, hasta que las lágrimas se secaron y su pulso se regularizó, devolviéndoles la tranquilidad y la capacidad de respirar con normalidad.
Con sutileza, ella tomó valor para separarse unos centímetros, quedando frente a frente con el muchacho de ojos azules, apagados y enrojecidos por el llanto. Avergonzado, este pronto bajó la mirada al suelo, sintiéndose vulnerable.
Dedicándole una sonrisa compasiva, ella alzó sus manos, tomando su rostro cuidadosamente y observándolo con una ternura que caló hasta el fondo del sensible corazón masculino, coloreando sus mejillas de un bello color salmón.
- ¿Por qué no me sostienes la mirada, Kageyama? - Inquirió suavemente, a lo que esté arrugó el ceño con ternura, sintiéndose tímido.
- E-es que, me pone muy nervioso tenerte cerca..- Admitió, haciéndola reír- ¡O-oye no te rías, no es gracioso!
- ¡Lo lamento!, es que me pareces muy tierno cuando te avergüenzas..- Exclamó sin una pizca de vergüenza, cubriendo su boca con una de sus manos mientras contenía la risa.
Él la contempló reír, sintiéndose completamente perdido en cada uno de sus rincones, en su alegría y su espontaneidad.
Se sentía absorto, hechizado completamente por ella.
» Ojalá siempre pudiera verte sonreír de esa manera, no sabes lo hermosa que eres..« pensó, sin poder contener una cariñosa y honesta sonrisa mientras la observaba tan cerca suyo, tan real y tan mágica a la vez.
Ella posó uno de sus pulgares sobre su mejilla, quitando los rastros de unas ya secas lágrimas sobre su piel.
- Kageyama - Llamó y este le concedió su atención, pronto su expresión se tornó serenamente preocupada - Sé que eres consciente de que hay mucho que tienes que resolver, ¿Verdad?, tienes un gran problema y debes ocuparte de él pronto, si no quieres que este te haga daño.
Sus ojos titilaron con un deje de tristeza coloreando su expresión derrotada, y el asintió.
Debía afrontar la realidad, tarde o temprano.
- Lo sé, pero si te digo la verdad..no se por donde empezar..o que hacer..todo es tan confuso - Confesó en un suspiro de agobio, debía acomodar las piezas de su rompecabezas pronto, si no quería que esté siguiera haciéndose más difícil de entender.
- Bueno, es muy común sentir confusión cuando tenemos muchos problemas, es como jugar un gran puzzle, jamás sabes por qué lugar empezar y por eso no puedes ver la solución a simple vista - Explicó, acariciando su mejilla con una suavidad envolvente que lo hacía cerrar los ojos por unos segundos - Pero debes saber, que jamás armaras el rompecabezas si no elijes una orilla donde comenzar a moldear.
Asintiendo, este no pudo si no reflexionar en silencio. Ella tenía razón.
Pronto el recuerdo de su charla anterior encendió la luz en su cabeza.
- Jazmín - Llamó, provocando su atención- ¿Tú..crees que yo debería ir al lugar donde fuiste?
- ¿Al psicólogo? - Inquirió ella y el asintió temeroso. Ella puso un gesto pensativo, para luego sonreír - Bueno, es poco acertado decir que tienes algo sin diagnóstico, pero creo que te ayudará mucho y te hará sentir mejor.
- Entonces iré - Afirmó, sintiéndose decidido.
Contenta por su prójimo, ella sonrió, sin saber lo mucho que significaba para él. Buscando sus manos amorosamente, entrelazó sus dedos con los ajenos, haciendo que el más alto ahogara un respiro.
- Ya verás que todo mejorará, ¿Si? - Murmuró, dirigiendo la mirada al cielo sobre sus cabezas, el cual ya se estaba comenzando a notar anaranjado con el llegar de la tarde- Ahora..creo que lo mejor que puedes hacer es bajar, y ser honesto con los demás para que puedan volver a confiar en ti.
Su garganta se cerró y sintió como sudaba frío con la sola idea de mirar a la cara a sus compañeros. El bajó la mirada, sintiéndose ahogado, asfixiado por la situación.
- No sé que decirles..- Confesó- aún si me disculpo, no creo que ellos quieran volver a estar cerca de mí.
En busca de darle seguridad, ella sostuvo su mano con firmeza, acariciando su mejilla con la que aún tenía libre y guiando su mirada hasta ella.
- Tobio, lo único que puedes hacer es abrirles tu corazón y explicarles lo que me dijiste a mí, ellos lo entenderán, no puedo prometer que esto será sencillo, pero con el tiempo, todo volverá a su lugar, ¿De acuerdo? - Aseguró y este la observó buscando seguridad y confianza en sus ojos cafés, para luego asentir, sonriéndole de igual manera- Yo estaré contigo en todo momento, todo saldrá bien.
Dicho esto, ella se incorporó rápidamente para ayudarlo a levantarse de igual manera. Ambos se limpiaron los uniformes con las manos, para luego dirigirse con tranquilidad a la puerta.
Antes de que ella girara el pomo, él tomó su mano con necesidad, y ella entrelazó sus dedos en respuesta, mientras sus miradas se perdían en las infinidades ajenas, diciendo tantas cosas y callando otras tantas.
- Gracias por todo, Jazmín - Murmuró él, con sus mejillas brillando en tonalidades rosadas. La morena le sonrió, acercándose rápidamente para dejar un tímido beso en la mejilla del azabache, haciéndolo temblar y ahogar un suspiro.
- No tienes nada que agradecerme, siempre te ayudaré, no lo olvides - Prometió como última palabra, para luego finalmente abrir la dichosa puerta e inhalar profundamente antes de animarse a cruzar, siendo seguida por el más alto.
Sintiendo que el corazón se le salía del pecho al latir en todas direcciones, sostuvo con firmeza la mano femenina, juntando fuerzas para lo que le esperaba al encontrarse con sus compañeros.
Lo que iba a enfrentar sería más que difícil, pero debía soportarlo sin dejar que lo destruyeran, para que el sol pudiera salir en el futuro.
El miedo le hacía temblar el pulso, sin embargo, su alma estaba tranquila, sabía que al lado de la persona que quería, no había nada que pudiera detenerlo.
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Buenas buenas!
🇦🇷ARGENTINA SALIÓ CAMPEÓN
DEL MUNDO🇦🇷
Hace un tiempo muy largo que no vengo por acá, tomó un tiempo que no esperaba, podemos decir que el milagro nacional de mí escaloneta querida y mí corazón de arroz Messi me trajeron devuelta.
Aún asi, más que felicitaciones a todos los equipos que participaron, menos el de Qtar, todos fueron partidos INCREÍBLES.
Pero bueno, regresando a lo importante.
Como verán, edité la historia de principio a fin.
Tranquilxs, no borré absolutamente nada.
Corregí detalles y agregué mucha información que quizás, hubiera evitado muchos inconvenientes (por no decir insultos totalmente desubicados y faltos de cualquier tipo de educación) hacía mí persona y mí personaje.
Les pido encarecidamente que le den una oportunidad de que mí historia los atrape una vez más desde el primer capítulo, van a ver qué valió la pena 💘
Por otro lado, estoy pensando seriamente (frente a otra catarata de muuuuchas críticas e insultos injustificados) cambiar el clásico "Tn" (osea, Tu nombre- Yn= your name) y ponerle un nombre a nuestra querida damisela.
Tengo casi decidido ponerle "Jazmín"
Puesto que, como casi nadie sabe, ese es el origen etimológico de mí nombre.
Sin embargo, estoy abierta a sugerencias, están más que invitadxs a comentar nombres que les gustaría ponerle a nuestra muchacha, y yo para el próximo capítulo seguramente ya lo tenga elegido.💘
También estoy pensando cambiarle el nombre a mí historia, pero para eso todavía no pensé en nada.
Espero que alguien lea todavía esto, los quiero mucho!
🫂
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