🍒Capítulo 21🍒 [Editado]
Kageyama Tobio
-Inside mind-
- ¡Uno más!
Todos se encontraban muy animados en el gimnasio, el entusiasmo por las preeliminares se palpaba a cien kilómetros de distancia, y yo no era la excepción, realmente no podía esperar y quería esforzarme con todo lo que tengo para mejorar mis pases y darle la victoria a Karasuno.
Sin embargo..
Había algo que me impedía concentrarme, ocupando todos mis pensamientos sin mi consentimiento y con la suavidad y tacto de una patada en el trasero.
Mientras me sentaba a descansar en una esquina mis ojos la buscaron desesperados en la lejanía de algún rincón del gimnasio y allí la encontré.
Se ve magnífica cuando sonríe, y verla tan feliz me produce una sensación de tranquilidad que no podría comparar con nada en el mundo.
Ojalá pudiera decírselo, lo perfecto que le queda ese uniforme, y como acentúa su radiante presencia.
Ojalá..pero está claro que eso no sucederá después de lo que ocurrió ayer.
• • •
Mientras todos se retiraron a sus respectivos hogares, yo me quedé cerca del gimnasio juntando valor y repensando todas y cada una de mis palabras cuidadosamente quien sabe cuanta cantidad de veces, perdí la cuenta realmente, mis manos temblaron en los bolsillos de mi chaqueta y el nerviosismo hizo que me arrancara la piel de los labios.
Quería hablarle, necesitaba hacerlo.
Pero ¡Carajo!, es tan difícil estar frente a ella cuando hay que llevarle la contra.
Derrepente la música comenzó a sonar sacándome de mis pensamientos, ¿Ya había comenzado a practicar? , ¡Pero si Akane y Matsurika aún están en el baño!
La música era un tanto rara, empezando por qué estaba en un idioma que no logro entender, pero asumía era inglés, pues se me hacen conocidas alguna palabras y a ella le encantaba la música en ese idioma.
Sin poder contener la curiosidad, asomé por la puerta entreabierta, me avergonzaba de mi mismo por ser tan chismoso en estos momentos, pero ya no había vuelta atrás.
Es el principio del fin, el auto subió la colina y desapareció en la esquina.
Ella tenía su cabello suelto y rizado cayendo sobre su espalda, moviéndose a la par de su cuerpo de manera envolvente. Para mí sorpresa, noté que estaba descalza, que extraño, ¿por qué será?
Pregúntale a cualquiera y te dirá lo mismo, que estos son los momentos que tienden a terminar las cosas.
Algo llamó mi atención mientras la veía bailar de esa manera tan maravillosa que solo ella sabe mostrar, con esa estela natural de carisma y brillo, y sus pasos precisos danzando su esbelto cuerpo.
Su expresión está vez era distinta, no sonreía como cuando bailaba con sus amigas y sus ojos se veían opacos y algo vacíos.
Mí pecho se encogió al verla sin sus lentes de por medio, pocas veces tuve la oportunidad de ver su rostro tras esos cristales, y es aun más hermosa que con ellos puestos.
A empezar la separación, oh~ aférrate a tu corazón.
Su expresión de adolorida serenidad me causó un escozor, ¿se encontraba triste?
Ella se marchó con sus zapatos desatados y tenía los ojos rojos, se notaba que habíamos llorado.
Para alguien que siempre pone alma y corazón en lo que hace, guiándose de los latidos de su sentir y reflejando su estado emocional en cada paso que da, era preocupante.
Realmente me ponía nervioso pensar en que ella pudiera haber llorado o algo por el estilo.
La miré y esperé que ella entre, con una sonrisa forzada y despidiéndose.
Mis manos temblaron mientras oía la canción a la par que observaba sus pasos, parecía realmente sentir lo que estaba bailando con cada parte de su cuerpo, de repente sentí una gran curiosidad por comprender la canción, quizás eso me daría una pista.
La curiosidad se convirtió en una carga pesada, demasiado pesada para cargar.
Algo torpe, tomé mi teléfono de mi bolsillo e intente grabarla, pero la luz incandescente de la pantalla podría delatarme y claudiqué. Más antes de eso, logré tomarle una foto, estaba seguro que la atesoraría.
Que te forzará a ser fría.
Con el grabador de audio, capturé una parte de la canción, quizás Google me ayudaría a encontrarla si me esforzaba, así que guardé mi teléfono en mi bolsillo mientras asomaba nuevamente por la rendija de la puerta.
Hazme un favor y dime si necesitas ayuda.
Ensimismado, no podía evitar acostumbrarme al sonido de la canción, era bastante pegadiza, aunque no tenía ni la más remota idea de que decía.
Ella dijo, "hazme un favor y deja de halagarte a ti mismo"
Sus pies resbalaron por el suelo del gimnasio haciendo un chirrido de vez en cuando y sonreí, no podía evitarlo al verla bailar, todo de ella me transmitía una sensación de tranquilidad y felicidad inigualable, agitando mi corazón y mi pulso cardiaco con solo verla sonreír.
¿Cómo destrozar los vínculos
que nos enlazan?
Mi cuerpo entero parecía relajarse al observarla, aunque esa expresión en su rostro jamás la había visto y me preocupaba mucho, nuevamente me percaté de algo y tragué en seco al ver sus manos completamente heridas.
Tal vez un "vete a la mierda"
sea muy amable.
Una sensación de pánico abrumó mi ser al notar heridas en toda la zona de sus nudillos, acompañadas de tonos rojos y violetas, ¡¿Qué demonios le había sucedido?!
Hazme un favor, rómpeme la nariz, ¡dime que
me vaya!
Hazme un favor, deja de hacer preguntas.
La canción terminó con ella de piernas abiertas en el suelo respirando agitadamente y ahogué un quejido, sus manos me preocupaban demasiado, parecía haberse peleado recientemente.
Sus ojos se encontraron con los míos cuando levantó la vista y su expresión de serenidad se esfumó siendo reemplazada por una completamente gélida.
Era aterradora, incluso más que yo.
- ¿Qué rayos haces ahí? - preguntó, intentando sonar neutral - Ya deberías haberte ido a casa a descansar.
Incorporándome en tiempo y espacio, ladee la cabeza y abrí la puerta entrando completamente al gimnasio, cerrándola detrás de mi.
Ella me observó como si me analizara intentando deducir mis intenciones con mucha cautela y sentí un escalofrío recorrer mi espina, adoptando mi expresión serena de siempre en un intento de mantener la compostura y no molestarla, hablé.
- Me gusta mucho verte bailar..- confesé casi en un susurro - lamento ser impertinente.
Mis ojos se percataron de como un suave rubor rosado asomó por sus mejillas, era casi imperceptible pero lo noté, era preciosa.
- No te preocupes, pero por favor ve a casa, Akane y Matsurika volverán en cualquier momento y no quiero a nadie aquí, por eso fijamos un horario.
Su voz era tan seria e inerte que una nueva y deprimente sensación me abrumó como un yunque sobre mis hombros, se notaba en su mirada que no estaba feliz con mi presencia y ansiaba mi salida con desesperación.
Pero no podía irme sin hablar con ella como debí de hacerlo antes.
- ¿Qué te sucedió en las manos? - pregunté acercándome a ella y esta retrocedió a modo de defensiva. Estaba muy alerta.
- No es asunto tuyo, por favor, vete, Kageyama.
Una pequeña molestia comenzó a cosquillearme la nuca y mordí mi labio inferior, intentando contener lo que pensaba y sentía realmente.
Verla alejarse de mí cómo si me temiera, era espantoso.
- Quizás no lo sea pero me preocupas, y eso es suficiente, Jazmín - Afirmé y está soltó una pequeña risita que se notaba, se le escapó sin querer.
- Claro..digamos que si - murmuró en tono risueño y apreté los puños a mis costados.
¿Me estaba tomando el pelo?
- ¿Qué..dijiste? - Pregunté involuntariamente y está se levantó del suelo casi de un salto limpiándose las manos en el uniforme.
- Nada, me equivoqué, lo siento. Ahora vete, yo no interrumpo tus prácticas, por favor no interrumpas las mías.
- No, no me iré - interrumpí bruscamente y esta detuvo su paso, arrugando el ceño ante mí intromisión - Quiero que hablemos.
- Perdón, pero ahora no tengo tiempo, estoy en medio de una práctica, hasta mañana - insistió sin mirarme y caminó en dirección a las bancas, sin darle importancia alguna a mí presencia.
Una sensación de vacío y confusión me dejó estático, ¿realmente iba a limitarse a tratarme así?
No, no estoy dispuesto a aceptarlo.
- Creo que puedes brindarme cinco minutos de tu precioso tiempo, Jazmín - Exclamé tratando de mantenerme en calma como podía, persiguiendo su paso.
- ¿Y tú quién te crees que eres para decidir sobre mis tiempos?
Repentinamente, esta se giró mientras se colocaba unas vendas, su mirada digna de las temperaturas del ártico, congeló mi paso al instante.
- No es lo que quise decir..yo-
- ¿Y entonces qué quisiste decir?..¿sabes que?, mejor ni me respondas - interrumpió nuevamente en tono molesto, ya había perdido los estribos - Tobio, ya te he pedido repetidas veces que te retires de manera educada, estás impidiendo mis funciones y tengo mucho que hacer, te lo pido una última vez; vete antes de que olvide mis modales básicos.
Dicho esto y, emanando un aura roja a modo de advertencia, retomó la tarea de colocarse las vendas en las manos con total tranquilidad.
El enojo comenzó a invadirme corriendo por todos los rincones de mi cuerpo e intenté respirar profundamente para evitarlo, la desesperación estaba poniéndome histérico, Jazmín había forjado una fortaleza que impedía que me acercara bajo ningún concepto.
Pero aunque me aterraba, no voy a rendirme, ya llegué hasta aquí, ahora es mi turno de ser sincero.
- Sé que me he equivocado pero no creo que sea excusa para que me trates de esa manera.
Me acerqué a paso firme hasta ella pero no se molestó en mirarme.
Estaba poniéndome histérico.
Viendo que no daba ninguna respuesta y que se había limitado a ignorarme, proseguí.
- Sé por qué estás molesta, me equivoqué, te decepcioné y ahora no quieres verme, pero-
- ¿Y si estas consciente de eso por qué vienes derrepente a molestarme? - interrumpió mientras se colocaba un guante sobre las vendas- Ya fue suficiente, esta es la última vez que te lo pido con serenidad, vete.
Y sin más, cruzó caminando por mi lado con una altiva expresión dispuesta a seguir estirando como si nada.
No puedo creerlo...
¡A la mierda la serenidad! ¡Ya fue suficiente paciencia!
- ¡¿Podrías escucharme al menos?! - Dije casi en un grito siguiéndola- Desde que llegué no haz hecho más que despreciarme y echarme de tu lado, ¡Al menos escúchame, maldita sea!
- ¡Primero que nada baja el tono!
Esta detuvo su actividad abruptamente girandose hacia mi con una expresión de total enojo que me causó estupor.
Esa mirada que me dedicó, llena de furia, de desprecio, puso alerta todos mis sentidos.
- ¡A ver! ¿Quién te crees que eres para creer que puedes venir y levantarme la voz de esa manera? - Exclamó, con una expresión de enojo que nunca había visto antes- ¡He sido suficientemente paciente por qué a pesar de todo somos y seguiremos siendo compañeros y no voy a mezclar mis asuntos personales con el equipo!, ¡Pero ya me tienes harta y como no aceptas un "no" por respuesta, puedes irte al demonio, Kageyama Tobio!
- ¡¿Por qué derrepente te comportas así conmigo?! - repliqué perdiendo los estribos, quizá peor que ella- ¡Lo único que quería era hablar contigo y todo lo que has hecho es alejarme sin siquiera escuchar nada de lo que te digo!
Tragué en seco y mordí mi labio fuertemente, mierda, sabía que me estaba excediendo, era obvio que me estaba volviendo a equivocar pero no pude controlar mi carácter, lo cual parecía haber encendido la mecha para que todo terminara de reventar en ella.
- Eres un desgraciado...- Espetó, con una expresión de indignación que daba a entender que no podía creer lo que escuchaba - ¡Encima tienes el tupé de reclamarme!
Sus pasos que parecían derretir el suelo bajo sus pies, se acercaron a mí rápidamente hasta quedar frente a frente con mi rostro y sus ojos café me perforaron haciéndome dar, por primera vez en la vida frente a alguien, un paso atrás.
Se veía tan molesta que me aterraba, sentía que podía matarme en cualquier momento.
- ¿Qué ha sido de ti para conmigo todo este tiempo? - preguntó dándome un ligero empujón con la palma de su mano contra mi pecho- Tienes el descaro de venir a reclamarme por mis actitudes, pero ni te has fijado en las tuyas, ¿Acaso te olvidaste de lo que hablamos el otro día?
Sus manos se posaron en su cadera y se enderezó sin que se le moviera un pelo a pesar de su notoria furia, juntando valor, hablé entre titubeos.
- Claro que me he fijado, por eso vine a hablarte, quiero disculparme por que he sido un imbécil todo este tiempo y te he lastimado.
- ¡Pues vaya hora de percatarte de ello, Tobio! - exclamó, llevándose ambas manos al rostro - Ya tuve suficiente de esto, ¿sabes?, no soy un juguete para que me uses cuando me encuentro bien sin siquiera saber lo que quieres, y que cuando estoy deshecha ni te acuerdes que existo, eso no lo hacen las buenas personas.
Mi corazón dio una sacudida, ¿de verdad sentía eso?
- ¡Yo era quien más preocupado estaba por ti, Jazmín! - insistí pero su expresión denotaba que parecía recibir un martillazo en el cráneo cada vez que hablaba.
- Si, no me digas, Hinata me dijo que no te molestaste en averiguar por mí, nisiquiera te tomaste la molestia de enviarme un jodido mensaje para ver como estaba, así que no me mientas en la cara por qué no soy estúpida.
Sentí como mi mundo se derrumbaba lentamente y algo dentro de mi se partía en pedazos haciendo un ruido solo audible para mí, maldecí por dentro por haber sido tan estúpido, mi timidez volvió a tomar ventaja en mi y terminó dañándola, sentía el odio hacia mi mismo comenzar a asomar por mi ser como una nube negra y apreté los dientes cargado de furia.
- Yo..lo lamento..Jaz- articulé sintiendo como mi voz temblaba y mí pulso se perdía - no se que más decirte, realmente lo lamento...nunca quise lastimarte de esta forma.
Mis piernas comenzaron a perder su fuerza y mis uñas lastimaron las palmas de mis manos por la fuerza que ejercía, pero no me importaba, me sentía un imbécil.
Un perdedor que había dejado lo que más había querido por su maldita timidez e inseguridad.
- Pero lo hiciste de todos modos.. - murmuró y noté que su mirada se encontraba en el suelo, tan rota, tan triste - aunque quiera, no puedo olvidar lo que sucedió, te encargaste de demostrarme que no te importo lo suficiente cómo debería, que solo te divertiste conmigo, así que no me pidas que te perdone por qué no estoy dispuesta a hacerlo y permitir que solo te acerques y juegues conmigo denuevo, no me hace bien, no es bueno.
Mi labio inferior tembló, ella se alejaba más y más plantando un gran muro entre los dos que cada vez era más impenetrable, y yo estaba perdido y estático, sin la capacidad de pronunciar las palabras que quería, de decirle lo preocupado que estaba por ella y lo mucho que la quería.
Todo lo que sentía y no podía expresar, se ahogaba en mi garganta llevándome consigo.
- Jamás jugué contigo intencionalmente, Jazmín..- articulé en un tembloroso hilo de voz- todos mis errores fueron producto de una equivocación.. yo..yo simplemente no entendía, me acobardé...y estoy dispuesto a hacer lo que sea por que me perdones.
Un profundo silencio de unos segundos se plantó en lugar siendo cortado bruscamente por el ruido de sus pasos acercándose a mi, sin la capacidad de levantar la vista temblé en mi lugar.
Sentí como su presencia se alejó quedando a un lado de mi, cerré los ojos con fuerza y tragué en seco esperando un fuerte golpe de su mano que seguramente merecía.
Pero este nunca llegó y en su lugar, el suave tacto de su mano en mi brazo me hizo abrir los ojos derrepente.
En su rostro pude ver cómo unas finas lagrimas asomaban por sus pestañas en una expresión de tristeza, de dolor.
Y todo producto de mí propia obra.
- Lo siento, Tobio. Pero aunque lo intento una y otra vez, no te creo una sola palabra.. - murmuró, y pude apreciar como sus labios temblaron - Lo que sucedió, no se arregla así como así, no puedo..no me siento con la capacidad de perdonarte, el juego se acabó.
Un fuerte pitido comenzó a aturdir mis oídos y sus palabras rebotaron por todo mi ser desvaneciendo lo que quedaba de mi y dejándome como un cuerpo inerte que ahora era arrastrado con fuerza hacia el tormentoso vacío.
» No puedo perdonarte..«
Esas palabras me aturdieron y anularon mis sentidos, ¿realmente lo había dicho..?
¿Realmente... todo solo quedó allí?
Un fuerte empujón me devolvió a la realidad y sentí como era arrastrado por ella siendo escoltado de manera obligatoria en dirección a la puerta.
Mis ojos se nublaron mientras bajaba torpemente el escalón de espaldas saliendo fuera del gimnasio, me sostuve de la pared para evitar caerme y levanté la vista hacia la puerta.
Mi alma se desmoronó al verla a los ojos, esos redondeles amarronados que siempre brillaban acompañando una radiante sonrisa, ahora lucían opacos, sin vida y tan vacíos que me ahogaban.
¿Yo.. era quién había exterminado su sonrisa?
Sus labios se movieron queriendo decir algo pero se detuvieron a medio camino, resignandose a olvidarse por completo de mi presencia mientras esta cerraba la puerta en mi cara, abandonándome en el tortuoso silencio del exterior.
Sin remedio, mi espalda se recargó en la pared y cerré mis ojos con fuerza mientras me deslizaba lentamente hasta dar con el suelo.
No podía creerlo, nada de lo que había sucedido parecía real, me sentía devastado, sentía que la había perdido por completo, ella a quien quise, parecía haberse esfumado entre mis dedos sin que me percatara de ello.
Abracé mis piernas con mi cabeza sobre mis rodillas y respiré profundamente intentando calmar a mi corazón que se deshacía dentro de mi pecho, deseaba que la tierra me tragara y se llevara mi dolor, esa sensación de felicidad que sentí junto a ella y que añoraba con tanta insistencia, ahora era un recuerdo constante de que..
Lo había arruinado todo.
• • •
Dejé mi cabeza caer sobre mis rodillas de recordar lo que tanto me atormentaba, no había podido dormir bien producto de eso, había tenido constantes pesadillas y me sentía una basura.
Ella no quería verme, me había echado de su vida de una corta, rápida y dolorosa patada sin darme chance a evitarlo.
La había cagado demasiado, sabía muy bien que la había cagado con mi maldita forma de ser, y ahora ese dolor me carcomía el pecho de manera horrenda cada vez que yo inconscientemente la buscaba en algún rincón y mis ojos la encontraban.
Verla sonreír me hacía feliz, pero esa sensación era aplastada por el hecho de tenerla tan cerca y aún así, saber que no puedo y probablemente jamás podré alcanzarla.
- Oye, ¿estás bien?
Me sobresalté y dejé caer mi botella de agua del susto, suga se sentó a mi lado imitando mi posición y lo observé aliviado.
- Si, gracias por preguntar..- respondí en un suspiro.
- Pues avísale a tu cara, por qué se nota a kilómetros que no estás bien.
Un sonrojo invadió mis mejillas y oculté mi rostro tras los brazos que tenía apoyados sobre mis rodillas.
Maldita sea...debo verme patético, espero nadie más lo haya notado.
- Oye Kageyama - habló nuevamente viendo que no respondía, lucía muy serio - Sé que aún no confías mucho en mi, pero conozco la situación que atraviesas con Jazmín, y si necesitas hablar, sabes que puedes confiar en mí.
El nerviosismo me invadió como un virus y clavé mis uñas en mi piel sin darme cuenta, estaba estresado, cansado, dolido, y...solo.
Suga respetó mi silencio y se limitó a quedarse a mi lado observando a los demás, no parecía querer interrogarme o tener segundas intenciones escondidas, era como si quisiera que supiera que podía contar con él, no lo sé con exactitud pero..
Creo que eso fue lo que hizo que sintiera que podía confiar en él.
Luego de un largo rato en silencio, tomé un respiro para hablar con cautela.
- ¿Ella..te ha dicho algo?
- No, pero me he dado cuenta en su cara que algo malo sucedió, está claro que no es la Jazmín de siempre aunque quiera ocultarlo - explicó sin mirarme- Hinata no ha querido decirme nada, me preocupa, pero no quiero ser impertinente, sé que si lo necesitara vendría por su cuenta y me lo contaría.
¿Así que...ella también se encuentra mal por lo que pasó?
- Ya veo..- respondí sin mucho ánimo y hundí mi cara en mis piernas, avergonzado de mi mismo por ser quien le haya causado ese dolor tan grande - ..soy un perdedor.
- Ey ey, no digas eso.
Suga cruzó su brazo sobre mi hombro en un intento de consolarme, pero realmente me sentía una basura.
- Todos podemos equivocarnos, lo que marca la diferencia es con que intención lo hacemos y como lo resolvemos, Tobio.
Sintiendo un extraño cosquilleo de esperanza, levanté la vista hacia Suga quien me ofreció una cálida sonrisa.
- ¿Por qué no salimos por un momento a respirar?
• • •
Caminando sin un rumbo fijo, ambos paseamos por los terrenos de la escuela entre charlas.
Suga me había convencido y había terminado por contarle todo lo que había sucedido lo mejor que pude, él me escuchó con atención a pesar de que me frenaba de a ratos por mi propio remordimiento que me impedía continuar.
- Vaya..si que pasaron cosas..- Admitió como primera reacción al finalizar el relato- Dame unos segundos, necesito digerir todo esto.
Sin mucho que hacer al respecto, me limité a seguir caminando con las manos en los bolsillos mientras rememoraba las imágenes en mi cabeza con o sin intención, cuando no pensaba en ello, las escenas se repetían por su propia voluntad para atormentarme.
- Ahora entiendo por qué tienes esa cara de funeral desde que llegaste..- habló al fin, con expresión preocupada- bueno...tengo que decir que no voy a ponerme del lado de ninguno.
- ¿Qué quieres decir, Sugawara? - pregunté sin entender.
- Quiero decir que entiendo a los dos por igual..- explicó - sé que eres más que consciente de que la cagaste muy feo, ¿verdad?, no creo que necesites que te lo diga.
La verdad es que no, no lo necesitaba, venía pensando en ello cada maldito segundo y cada vez que lo pensaba solo encontraba más motivos para odiarme.
- Pero entiendo que, lo que sucedió, es por qué eres un gran e irresponsable idiota, no por qué seas un mal chico o por qué hayas querido jugar con ella.
Vaya manera de decir las cosas...pero no puedo quejarme, aunque su síntesis fuera algo dura, era sincera.
- ¡Bueno!, ahora que sabemos el problema, vayamos a la solución.
Su paso se cruzó colocándose frente a mi con gesto inquisidor.
- Dime Tobio, ¿Qué sientes por ella?
No me esperaba para nada esa pregunta, mis mejillas comenzaron a hervir en sobre manera y desvié la mirada, resguardandome en mi silencio.
- Vaya..¿A ésta altura del partido y aún no lo sabes? - Suga parecía leerme como un libro abierto- Bueno, creo que ese es otro motivo por el cual metiste la pata y lo seguiste haciendo sin parar, nisiquiera sabes lo que sientes.
Una ligera rabia comenzó a picarme y di un paso al costado dispuesto a seguir caminando.
No niego que había pensado en ello, pero cada vez que lo hacía terminaba más confundido y avergonzado.
- Yo..no se que decir - admití- jamás me había sucedido esto, no se que se siente cuando eso que esperas que te responda sucede.
Suga se tomó unos segundos de silencio para pensar siguiendo mi paso.
- Entiendo, pero creo que podemos averiguarlo. Dime Tobio, ¿qué sientes cuando estás con ella? - Atónito, le dediqué una mirada de confusión - Ya sabes, ¿Qué te hace querer estar cerca de ella?, ¿Qué la hace especial?
Como si hubiera perdido toda sabiduría básica sobre el lenguaje, mi mente se quedó en blanco y no me salió una sola palabra.
Histérico, patee una pequeña piedrita que se interponía en el camino y solté un suspiro intentando concentrarme.
Los bonitos recuerdos de antes de la oscuridad, buscaron hacerme recordar esa agradable sensación tan indescriptible que me colmaba por completo cuando estaba con ella.
Mi mente rememoró la primera vez que me sonrió, aquella vez que Tsukishima estaba intentando deprimirme por mi pasado y lo hubiera conseguido, si no fuera por ella.
Su voz logró empujarme del hoyo al exterior haciéndome reaccionar y, cuando la vi sonreír hacia mí de esa manera tan sincera, una corriente eléctrica cruzó todo mi cuerpo como un rayo, como si me hubieran devuelto la vida.
- No se como poner en palabras la mayoría de las cosas que siento, y creo que eso fue lo que arruinó todo en parte..- suspiré, tomando impulso para explayar lo que había en mí corazón- pero, cuando estoy con ella, siento... como si lo mejor del mundo estuviera frente a mis ojos, como si nada pudiera hacerme más feliz que el momento que comparto con ella, aún si solo cruzamos miradas, o si nos saludamos desde extremos distintos de algún lugar, me hace sentir muy feliz.
Otro recuerdo hizo que perdiera mi vista en la nada; recuerdo aquella sensación tan maravillosa cuando dormimos en la misma cama, yo me comporté como todo un idiota, y sin embargo ella tuvo la paciencia para aceptarme y brindarme su calor sin duda o titubeo.
- Ella es..tan cálida y dulce.. tan alegre, es como si cada vez que sonriera alegrara mi torpe ser - continué, sintiéndome ensimismado - jamás me había sentido así con alguien, siempre la gente se aleja de mi sin darme oportunidad alguna, pero ella me brindó su alegría sin juzgarme por mi exterior o mi pasado, sacudió mi corazón como si lo tuviera entre sus dedos, haciéndola inolvidable en cada uno de los rincones de mi mente.
La verdad es que jamás me había abierto así con alguien, pero en aquellos momentos, realmente no me importaba nada, ni que Suga me oyera, ni el hecho de haberme sincerado sobre todo lo que sentía, nada me importaba.
Solo quería fundirme en los recuerdos que me quedaban.
- Me siento tan seguro..tan feliz cuando estoy cerca de ella..- murmuré mirando al suelo, y mí corazón se ahuecó al volver a sentir lo lejos que estaba ahora - no se cómo seguir ahora que la conocí y que ya no la tengo, es como si me faltara algo fundamental.
Una sensación de melancolía me cayó sobre los hombros ahora que todo ello brillaba por su ausencia, causándome una sensación digna del quemar del fuego sobre mi piel.
Viendo que Suga no decía nada, me digné a observarlo, para mí sorpresa, este esbozaba una sonrisa tan tranquila que me dio escalofríos.
- ¿P-por qué me miras así? - pregunté algo avergonzado y este soltó una risita.
- ¿Sabes Kageyama?, creo que eres muy dulce a pesar de que parezcas tan sombrío e inaccesible - comentó entre risas, juntando sus manos tras su espalda- uno realmente nunca puede ponerle palabras al amor, por qué es algo que solo sucede y que cada uno lo siente de manera única.
Refugiado en el silencio, digerí todo con cuidado mientras este parecía buscar las palabras correctas para proseguir.
- Pero si te soy sincero, creo que tu realmente la quieres más de lo que imaginas, Tobio.
Mi pulso se agitó, tragué en seco y me incorporé de repente llevando mi mirada hasta él, me sentía tan confundido.
¿Así que esto se siente querer a alguien..?
De alguna manera, fue como si fuera más consciente de mis propios sentimientos y una leve sensación de tranquilidad acarició mi corazón de pensar en ello.
Los bonitos recuerdos me ablandaron la psiquis y llevé una mano a mí pecho, sintiendo mí corazón latir.
Querer a alguien, se había sentido realmente bien.
Pero una nueva incógnita cortó mi momentánea felicidad haciéndome temblar, como podía, levanté la vista hacia Suga y hablé.
- ¿Y tú crees que..ella también me quiera? - titubeé y este pareció sorprenderse.
Su respuesta, como imaginaba, no llegó de inmediato, parecía pensar mucho en lo que iba a decir, poniéndome aún más nervioso de lo que estaba, incluso sentí como una pequeña gota de sudor resbaló por el contorno de mi rostro en consecuencia de su silencio.
- Si te soy sincero, creo que ella te quiso, pero no estoy seguro que te quiera ahora..- expresó intentando sonar lo más sutil que podía.
Me lo imaginaba, desgraciadamente me lo esperaba, pero eso no lo hacía para nada menos hiriente.
La sensación de depresión que me embargaba creció en sobremanera y sentí que mi mundo se venía abajo nuevamente, ahora me encontraba peor que antes.
- Ey ey pero no te desanimes - Dijo tocando mi hombro cálidamente- ¿Ella te quiso, verdad?, eso es lo importante, lamentablemente el dolor es un veneno muy efectivo para aniquilar los sentimientos, pero creo que aún no es tarde, debe haber algo que puedas hacer.
Un pequeño cosquilleo de esperanza asomó en mi y apreté los puños a mis costados.
¿Lo decía en serio?
- ¡¿Y que puedo hacer para que ella me quiera denuevo, Sugawara?! - pregunté sintiendo mi labio inferior temblar.
- Pues..aunque quisiera, no puedo asegurarte nada, solo ella puede decidir si perdonarte o no - Explicó y solté un suspiro de tristeza - pero, puedo ayudarte a intentarlo si estás seguro de que la quieres.
Mi mente poco tardó en formular una respuesta, pues ahora lo sabía, no iba a cometer el mismo error que nos trajo hasta aquí.
Me rehúso a aceptar perder a la única persona que ha llegado a mi corazón.
- Por favor, ayúdame a recuperar a Jazmín, Sugawara - afirmé inclinándome en una reverencia y este dió un paso atrás algo asustado.
- De acuerdo de acuerdo, te daré una mano, pero primero quiero que me escuches con atención.
Me incorporé de inmediato dispuesto a aceptar cualquier tipo de cláusula, ya nada más me importaba.
- Voy a dar todo de mi para ayudarte a intentar recuperar a Jazmín, pero, si veo que ella no te desea cerca en lo más mínimo y que esto puede hacerle daño, voy a retroceder, por qué aunque eres mi amigo y desearía que ambos fueran felices, yo no voy a exponerla a más dolor del que ya sufrió, ¿entiendes?
Asentí sin dudarlo, entendía perfectamente a lo que se refería, y aunque me doliera imaginarlo, acepté aquella condición a riesgo de sufrir.
No iba a irme de aquí sin intentar todo lo que pudiera por ella.
- Bien, ahora que somos claros, prometo que seré vuestro pequeño cupido - Sonrió extendiendo su mano hacia mi y la estreché firmemente.
Esto apenas comenzaba.
• • •
Estoy agotado... tanto entrenamiento hace que me duelan todos los músculos del cuerpo, estoy descansando muy poco, el solo hecho de pensar en las preeliminares y en el maldito de Oikawa...me pone de un humor peligroso.
Agotado, dejé el agua caer por mi cuerpo intentando que el cansancio y estrés se fuera con ella, pero era inútil, mi cuello dolía por la mala postura al dormir y ni hablar de mis manos o espalda.
Siento que me arrolló un enorme camión y yo no hice nada para evitarlo.
En fin..de todas formas no puedo hacer nada, no hay tiempo para descansar, hay mucho que hacer para las preeliminares.
Luego de salir del baño, froté mi cabello con la toalla para secarlo y coloqué otra en mi cintura, para luego entrar a mi habitación rápidamente, lo único que quería era dormir un poco para no desfallecer.
Mi pie chocó contra algo en medio del paso y solté un quejido, al estar descalzo el golpe me había dolido aún más.
¡Maldita sea!
Me incliné para recoger la bolsa que me había hecho tropezar y tragué en seco al percatarme de lo que era.
Tomé mi sweater claro de la bolsa color rosado y me senté en mi cama sintiéndome aturdido, había olvidado por completo desempacar la mayoría de cosas de la concentración, incluso esto.
Un conocido aroma invadió mis fosas nasales y acerqué el sweater a mi nariz cerrando los ojos lentamente y dejándome envolver por su aroma.
Este perfume.. era de Jazmín.
Mi corazón latió con fuerza dentro de mi pecho y solté un suspiro, ahora esto era lo único que tenía para sentirla cercana, su dulce perfume en mi prenda me sacó una sonrisa melancólica y me dejé caer de espaldas sobre el colchón con el sweater entre mis brazos.
Jazmín~ no te das una idea cuanto te extraño, desearía poder decírtelo, decirte cuanto te quiero y lo mucho que me haces falta en estos momentos donde brillas por tu ausencia.
El dolor de su frialdad me rompía en mil pedazos cada vez que pensaba en ello, los recuerdos de su sonrisa eran lo único que me consolaba ahora que me deseaba lejos.
Quererla y no tenerla es una puñalada constante que me atormenta a cada segundo y me recuerda lo idiota que fui al dejarme acobardar por mi timidez, el temor a sentimientos que no había conocido nunca antes hicieron que la lastimara cuando todo lo que quiero es su felicidad.
Mis manos se aferraron fuertemente a la prenda y la estreché contra mi pecho desnudo mientras sentía como mi cuerpo claudicaba ante el cansancio y me entregaba a los brazos de morfeo.
Mientras mis ojos se cerraban, juraba que podía verla junto a mi como aquella noche que tuve la dicha de poder abrazarla, su perfume me hacía creer que ella estaba allí, su ilusión me hacía tan feliz y tan triste a la vez, que sentí mi pulso temblar mientras un líquido cristalino resbalaba por mis pestañas deslizándose hasta llegar a mi nariz.
Jazmín, no importa que suceda, no voy a permitirme perderte jamás.
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