🍒Capítulo 18🍒 [Editado]
N.
-Omnisciente-
A paso silencioso y pesado cual ganado, todos subieron al autobús. En ámbito general, se encontraban aún demasiado agotados para decir algo, y además..
Ya habían tenido suficiente ruido por la mañana.
° ° °
Los dos atolondrados muchachos dormían junto al resto pacíficamente, con expresiones de paz dignas de una estatua religiosa.
Los rayos del sol asomaron levemente por la cortina, irrumpiendo en la habitación y una alarma comenzó a vibrar de forma persistente bajo una de las almohadas de los dueños de los ronquidos.
El más pequeño, despertó frotándose los ojos con sus pequeñas manos y, apenas tuvo noción de tiempo y espacio, se levantó de un brinco dispuesto a comenzar el día al máximo.
- ¡Es hora del partido! - Canturreó con voz tierna y sus compañeros se limitaron a removerse en sus camas, demasiado cansados para hacerle caso - ¡Oigan ya fue suficiente sueño, es hora de levantarse! ¡Tenemos un partido que jugar!
Dando saltitos por alrededor de ellos, este iluminó la habitación separando las cortinas de un solo tirón que le abrió paso a los fugaces rayos del sol.
Sus compañeros dieron un sonoro quejido de fastidio cubriéndose las cabezas con las cobijas, dispuestos a quedarse allí otros conocidos cinco minutos más.
- ¡No sean holgazanes! - Regañó con su estridente voz y fue acercándose uno por uno a sus compañeros intentando despertarlos sin éxito, sus ojos buscaron al temible colocador en esperanza de levantarlo y que en consecuencia, los demás lo siguieran.
Al encontrarlo y acercarse, el más pequeño ahogó un grito de sorpresa al ver como el temible y gruñón compañero al que todos temían, el del peor carácter y más difícil de tratar después de él mismo; se encontraba durmiendo cómodamente entre los brazos de la bonita muchacha de rizos colorados que él intentaba conquistar todos los días persistente como un tornado, sin éxito alguno
- ¡¡Kageyama!! ¡¡Maldito, como te atreves!! - gritó lleno de furia, su rostro se había teñido de bordó mientras vociferaba a plena mañana alertando a todos sus compañeros y causando que la mayoría se levantara rápidamente de la cama por el susto.
Pues la voz de Noya no pasaba desapercibida y menos cuando este se encontraba molesto.
- Noya ya te dije que no grites tan temprano...- murmuró Suga mientras se frotaba su ojo derecho intentando aclarar su mirada. Una vez se incorporó, captó la escena que molestaba a su compañero y este no pudo evitar reír - ¡Oh, vaya..!
- ¿Qué sucede Noya-San? - Tanaka se levantó rápidamente a apoyar a su amigo en lo que fuera que estuviera molestándolo.
Aún medio adormilado y con la almohada siendo estrujada entre sus brazos, al contemplar la escena, este pareció digerirla por unos segundos para luego dar comienzo al ataque de furia usual en Noya pero que ahora, se presentaba en el cual copia de mármol- ¡Kageyama, maldito desgraciado!
La pelirroja se alertó por el grito y abrió los ojos de repente, observando a los lados buscando algún tipo de explicación a tanto lío.
- ¿Por qué demonios gritan tan temprano? - preguntó con su mano buscando en tanteo sus lentes por el suelo.
- ¡¿Como qué por qué?! - Chilló Ryu, con expresión dramática- Encima lo preguntas.
- ¡Jazmín eso no es justo!, ¿Por qué estás con él? ¡Voy a matarlo!, ¡¿Por qué el y yo no?!- Vociferó Noya dando saltitos casi expulsando vapor por las orejas y esta los observó sin comprender.
El disputado azabache no lograba salir de su profunda ensoñación. Casi como gota que derramó el vaso; la luz pareció molestarle, y se removió a la altura su clavícula, frotándose la mejilla contra su piel y sus manos se aferraron a su cintura mientras esté aún dormía, parecía que no tenia intención alguna de salir de la comodidad que le brindaba un cálido y profundo sueño en tan dulce compañía.
- ¡Hijo de- ambos chicos fueron sostenidos por el cuello de la camiseta por nada menos que Daichi, quien tenía su típica cara de seriedad, un poco más oscurecida por haber sido despertado de su sueño tan ruidosamente.
- ¡Ustedes dos, ya dejen de hacer tanto escándalo tan temprano por la mañana! - Los regañó, pero estos parecían no tomarlo en cuenta e intentaban por todos los medios posibles soltarse para ir a atacar como bestias salvajes al distraído muchacho que se mantenía ajeno a todo.
Comprendiendo lentamente el contexto que la rodeaba tan pronto como lograba despertarse por completo, las quejas y los gritos hirieron sus oídos. Sus dientes se apretaron con fuerza involuntariamente, mientras sentía sus dedos contraerse en espasmos, producto de los nervios.
La ansiedad tocaba las puertas de su sistema nervioso temprano por la mañana.
Su mirada bajó mientras se tapaba las orejas e intentaba distraerse, »¿Qué les pasa a esos chicos?, ¿Por qué son tan posesivos conmigo?, ¡Es el colmo!«
En su cabeza solo le cabía preguntarse si Kiyoko soportaba eso desde hacía mucho tiempo, probablemente fue allí donde se dio cuenta de la diferencia de temperamentos que las separaba, pues a pesar de que su amiga era una persona de amplia calma y tolerancia.
Ella no podía darse esos lujos, no con sus problemas ansiosos, no con su forma de pensar, no con su temperamento.
Debió regañarlos antes, cuando comenzaron a disputarse un lugar a su lado sin tener en cuenta su opinión, y esa excesiva protección y necesidad de estar cerca de ella la dejó sin poder dormir bien.
Más hizo muchas excepciones, el tiempo no le alcanzó para replantearse el por qué; suponía que lo había hecho por qué en muchos años, no había tenido algún amigo que no fuera Shoyo, y quería cuidarlos tanto como no quería perderlos.
No se había parado a pensar en lo mal que estaban algunos comportamientos de sus amigos, y en lo mucho que podían hacerle daño, sin quererlo, en su condición.
Debía poner límites, pero hubiera deseado que no tuviera que ser de esa manera, en ese estado de crisis, sofocada por los gritos y los reclamos de algo que no entendía en otras personas.
Con sus dedos apretándose en dolorosos crujidos para contener sus nervios, alzó la vista hacia sus compañeros, con una severa mirada que pareció darles a entender todo lo que necesitaban saber.
- ¡Ustedes dos, ya fue suficiente! - Exclamó, intentando modular su enojo, sin mucho éxito - ¿No ven que algunos de sus compañeros recién se despiertan?, ¿Qué clase de día esperan que tengan si los despiertan de esa manera?, ¡Deberían ser más considerados!
Tanto los dos enérgicos chicos, como Daichi, Suga, y el resto de los muchachos que observaban la escena en silencio, se quedaron de piedra ante el agudo regaño de la joven.
Estaba molesta, muy molesta, y todos lo habían entendido.
- Además, ¿Qué creen que soy yo?, ¡Soy su compañera, no su esposa o un animalito para que quieran protegerme del aire, o me reclamen por lo que hago o dejo de hacer!
Su estridente y molesto tono, causó que ambos chicos bajaran las cabezas, totalmente avergonzados por su comportamiento.
Daichi la observó desde atrás de ellos con gesto de aprobación, necesitaban ese regaño de ella más que de él.
Viendo su propia mano temblar, supo que no estaba en un buen momento, necesitaba silencio y soledad, pronto.
- No puedo creer que me hagan levantar la voz a esta hora de la mañana, con lo que odio que me despierten..- Murmuró sosteniendose el puente de la nariz con los dedos en gesto de frustración.
Le dolía la cabeza, estaba nerviosa, y su pulso temblaba. Muy mala mañana.
Compungidos, ambos chicos se pusieron de de rodillas frente a ella, en tristes expresiones de disculpa.
Sintiéndose culpable pero sabiendo que había hecho lo mejor, ella se mantuvo firme.
- Lo lamentamos, Jaz...- Exclamaron ambos al unísono, haciendo una reverencia hacia ella, con sus manos unidas frente a si mismos- No queríamos molestarte ni hacerte sentir incómoda, no volverá a suceder, lo prometemos.
Un poco más tranquila de que se lo hayan tomado bien, dejó salir un suspiro de alivio mientras subía y bajaba su mano, restándole importancia al asunto con un intento de sonrisa que los tranquilizara.
- Esta bien, acepto sus disculpas, pero déjenme iniciar la mañana en paz...ya me dio migraña de tanto grito.
Un cosquilleo le hizo bajar la mirada y pronto recordó que aún estaba en compañía del azabache. Una sonrisa pintó su rostro observándolo dormir tan cómodamente junto a ella; pacífico y tranquilo, era algo digno de admirar.
En una dulce caricia, enredó sus dedos cuidadosamente en las lacias y oscuras hebras de Tobio, dando suaves caricias.
- Alguien está muy cómodo.. - Tomando lugar a su lado con una almohada entre sus brazos, Suga parecía divertirse lejos de preocuparse por la presente situación.
- Eso parece, no tengo el coraje para despertarlo..- Su dedo pulgar acarició su mejilla y este se movió ligeramente.
- ¿Puedo preguntar qué hacen ustedes dos durmiendo juntos? - preguntó con ojitos de curiosidad - Si quieres compartirlo, por supuesto.
- Un enano atolondrado me desalojó de mi propia cama a las patadas durante la madrugada..- Explicó señalando a Hinata, quien dormía completamente desarmado sobre ambas camas. No se le había movido un solo pelo por el escándalo- No tenía donde dormir y era muy tarde, así que Kageyama me ofreció un lugar y acepté.
- Bueno, suena lógico, yo hubiera hecho lo mismo, aunque no te desharás de eso fácilmente.. - Las miradas de ambos fueron hasta Noya y Tanaka, quien se encontraban sentados en sus camas con aire depresivo y con ojos de furia observando como el pelinegro dormía tranquilamente entre sus brazos.
- Me lo imaginaba, pero en algún momento se les pasará - Afirmó con un bostezo- O a mi se me acabará la paciencia y los patearé, lo que suceda primero.
- ¡Que mala!, aunque te entiendo, son muy pesados cuando se lo proponen, dan ganas de patearlos - Comentó entre risas, contagiandole el buen humor. El azabache comenzó a removerse y frotarse los nudillos contra los ojos, en busca de despejar su vista, ya estaba despertando.
Poco a poco este abrió los ojos, incorporándose con mucha fatiga, totalmente despreocupado y ajeno a las acusaciones, a pesar de que tenía las miradas de todos sus compañeros encima.
- ¿Qué hora es? ¿De qué me perdí? - preguntó con voz ronca, aún se encontraba adormilado y prácticamente medio segundo después; volvió a su posición de origen, casi negándose a despertar.
Sin más remedio, ambos rieron contemplando a Tobio, mientras ella dejaba caricias sobre su cabello y este se acomodaba; parecía disfrutarlas mucho.
- Es hora de desayunar, tienes que prepararte para el partido, Tobio - murmuró en tono suave y este gruñó, como si se negara a considerar siquiera la idea de moverse de allí.
De pronto, este se incorporó bruscamente y se giró para mirar por encima de su hombro con el ceño fruncido.
- Oigan, ustedes dos, ya déjenme en paz, sus miradas no me dejan despertar tranquilamente.
Un frío recorrió rápidamente su nuca al escuchar su voz, si ya de por sí era grave e intimidante, ahora se oía mucho más ronca por el estado de recién levantado.
Era estridente y de por sí sonaba como una peligrosa advertencia.
Noya y Tanaka soltaron un gruñido devolviéndole la mirada, era obvio que los tres chicos tenían un carácter muy pesado.
- Vaya que dormiste bien, Kageyama - Comentó Suga en tono burlón y este pareció recobrar consciencia de tiempo y espacio.
Él la observó rápidamente y ella le dedicó una sonrisa tranquila, mientras la sangre le subía al rostro, hirviéndolo al rojo vivo, como si se calcinara por dentro.
No había pensando en lo que sucedería cuando despertara, mucho menos si hubiera sabido que sería el centro de atención de todo tipo de miradas.
- ¿T-todos vieron eso?, no puede ser..que vergüenza- preguntó titubeante observando a la muchacha en busca de consuelo y la expresión femenina se desarmó, en plena y abrupta confusión- ¿P-por qué no me despertaste?
- ¿Y por qué te haces tanto problema? - preguntó ella, arqueando una ceja con molestia.
El azabache se mantuvo estático, no sabía que responder o como proseguir, se sentía expuesto, burlado, y eso lo asustaba.
- Es que, ellos no debían..esto es tan embarazoso - Murmuró vagamente, sin captar como la sonrisa ajena que antes se le dedicó, poco a poco se había borrado. Pronto se topó con varias miradas que lo incordiaron, alterándolo- No es lo que piensan.
Sin darle tiempo a responder por completo a lo que se le preguntaba, una nueva queja se presentó en el ambiente producto del enfadado pelinaranja que había visto la escena apenas levantarse, llevándose una poco grata sorpresa que le caló profundo.
- ¡K-kageyama como te atreves, eres un patán! - artículó con dificultad y, sin piedad, comenzó a lanzarle almohadas- ¡Idiota!
- Maldita sea...- murmuró bajando la cabeza intentando esquivar los almohadazos, con una vena de histeria creciéndole en la cien- ¡Dejame en paz, Hinata, imbécil!
Contemplando la escena sin palabra alguna que pudiera ayudar, los gritos se le enterraron en los oídos y quedarse allí se le hizo imposible.
» ¿Cuál es el maldito problema de los hombres?«
La pregunta se repetía en su mente a medida que sentía los tics contraer sus dedos. Ya no sabía que hacer con ellos.
Un trago amargo había quedado en su garganta por la repentina y poco agradable reacción de Tobio hacia lo sucedido, y para peor, su único mejor amigo, el cual sabía muchas cosas de ella, pero al parecer no tantas como para saber dónde detenerse, también se había empeñado en protegerla, pero más que protegerla, había terminado fastidiándola, e invadiendo su espacio personal sin su consentimiento, impidiendo su sueño y su privacidad, por miedo a lo que otros pudieran hacerle, sin pensar en lo que él le estaba haciendo.
Propagaba su ansiedad, acaba con su paciencia, dudaba de su capacidad de decisión y no la estaba dejando respirar.
Estaba Harta.
Ambos se levantaron rápidamente de sus camas enfadados, dispuestos a pelear como siempre lo hacían, siendo separados de cuajo bruscamente por su enfadada compañera, a la cual una molesta hiperventilación le estaba oprimiendo el pecho, necesitaba salir de allí.
- Ya estoy hasta la mierda de sus disputas, quedense quietos.. - Ordenó con voz firme, separando a ambos chicos con una mano en la cabeza de Hinata y otra en el pecho de Kageyama.
Cortando su furia por un centro de atención en común, su preocupación los tomó por sorpresa cuando contemplaron como sus palabras eran cortadas por la falta de aire; estaba muy agitada, más luego de unos segundos, se incorporó nuevamente, soltándolos y llevándose una mano sobre las costillas.
- Díganme, ¿Qué diablos les sucede?, ¡parecería que son niños!
Ambos chicos la observaron sintiéndose acongojados por la dura mirada de su compañera, la cual parecía suplicarles paz. Habían enloquecido su mañana.
- Hinata, literalmente me echaste de mi propia cama, tú y esos dos no me han dejado dormir bien en días - explicó observando al más pequeño con tristeza, a lo que este se sobresaltó- No iba a dormir en el suelo por capricho tuyo o de ellos, Kageyama solo estaba despierto y me ofreció un lugar para que no me congelara en el suelo, y eso es todo, ¡No hay nada de malo en ello, nada por lo cual hacer este bendito escándalo!
Su aguda mirada fue hasta Kageyama en esa última frase, y pronto el entendió que había metido la pata con sus palabras, otra vez.
Todo el ambiente se volvió muy tenso en aquellos momentos, todos los chicos bajaron la cabeza avergonzados y reinó el completo silencio.
Tanto Hinata como Kageyama querían decir algo, más fueron interrumpidos por un casi imperceptible movimiento involuntario en las manos de la fémina que les llamó la atención. Estaba temblando nuevamente, tenía tics, y el aire le faltaba en los pulmones.
Se habían pasado, definitivamente lo habían hecho.
Llevándose una mano a las costillas con disimulo, ella tomó un profundo respiro, intentando ocultar su estado nervioso.
- Estoy muy cansada, y no hay razón por la cual yo deba escuchar todas estas tonterías suyas. No soy ni quiero sentirme un objeto que deban proteger, o por el cual se tengan que pelear, tampoco tengo la paciencia de Kiyoko, así que háganme el favor, paren con todo esto, están.. están haciéndome mal.
Sin poder aguantar un segundo más de esa manera y dejando dos muchachos totalmente anonadados, ella tomó su mochila con sus cosas y se retiró de allí dando un portazo, rumbo a buscar un refugio donde tomarse su tiempo para tranquilizarse.
El pánico, era tortuoso. Ella no sabía resolver los múltiples conflictos cuando así se presentaban, escapándose de sus manos y corriendo por doquier, su condición no se lo permitía, y el miedo pronto la hizo derrumbarse.
Sin duda, esa no era manera de despertar.
Tan consternados como tristes, el silencio se impregnó en la habitación que ahora se sentía inmensa sin ella.
- Ya la oyeron, espero estén conformes - Dijo Daichi en tono de severa represalia - Tiene toda la razón del mundo en molestarse, lo único que hacen es medirse ustedes mismos viendo quien llega más lejos con ella, es lógico que la hagan sentir de ese modo, debería darles vergüenza.
Todos guardaron silencio aceptando los regaños, Kageyama y Hinata parecían en especial perdidos en su propia cabeza, y en sus propias culpas.
- Se nota que son solo niños..- Opinó Suga tomando sus cosas con tranquilidad y dedicándole una mirada decepcionada - Eso de andar creyendo que tienen algún tipo de autoridad sobre ella para hacer este escándalo, solo por que Kageyama y ella durmieron juntos, es vergonzoso, ella vino hasta aquí para ofrecernos apoyo y nos ha brindado toda su alegría, y ustedes solo le han exterminado la paciencia, más vale se disculpen con ella si no quieren que se vaya.
- Bien dicho Suga, ahora a prepararse, tenemos mucho por delante hoy - Anunció dando un aplauso sonoro y todos comenzaron a juntar sus cosas en silencio absoluto.
- Yo iré a hablar con ella, no te preocupes - Suga dio unas palmaditas en el hombro de Daichi, quien lucia preocupado por lo acontecido- Va a estar bien.
° ° °
Los chicos subieron al dichoso autobús y el viaje transcurrió con suma tranquilidad.
La joven se encontraba sentada con Kiyoko, para su suerte y gracias a haberle contado la situación que había padecido y la angustiaba, ella que usualmente se sentaba con los capitanes, decidió que era lo correcto hacerle compañía, pues era quien mejor la entendía, y sabía que juntas estarían bien.
- Enserio lamento que hayas tenido que pasar por esto, por eso insistí en que vinieras conmigo - Exclamó la angustiada muchacha, la cual era quien más avergonzada se sentía por la actitud de sus compañeros- Debí quedarme contigo
- No tienes por qué disculparte, cariño, yo me quedé por voluntad propia, no pensé que los chicos fueran a comportarse.. así - Explicó, sosteniendo su mano con dulzura, a lo que ella aún parecía sentirse culpable.
- Creo que yo estoy acostumbrada, pero no está bien, tu no tienes por qué soportarlo, y más sabiendo que..- Se detuvo, buscando las palabras adecuadas- Bueno, que tú tienes un problema.
En su interior, ella apreciaba profundamente los esfuerzos de su amiga por cuidarla, y más aún, por respetarla.
La admiraba más de lo que la quería.
Pronto una mirada incordió a Kiyoko, la cual observó de reojo como unos brillos azulados se dirigían hacia ambas cada tanto, desde su lugar.
- Jazmín - Llamó y ella le sonrió amablemente - Discúlpame, pero, ¿Qué piensas hacer respecto a nuestro compañero?
Atónita ante la repentina y tan característicamente directa pregunta como lo era su amiga azabache, ella soltó un suspiro de tristeza.
- A decir verdad, nisiquiera yo lo sé -Admitió, con las últimas palabras que escuchó de la boca del mencionado, repitiéndose en su cabeza - Estoy confundida, creí que nos entendíamos, que yo le agradaba.. pero su reacción me tiene desconcertada, ¿Tú crees que se avergüenza de que..lo vean conmigo?
Ella se tomó unos segundos para pensarlo, parecía difícil contestar, pues no quería ser ella quien le diera la respuesta a su pregunta.
Juntando amabilidad en los rincones más profundos de su ser, sostuvo sus manos con ternura.
- Es un chico muy extraño, no es malo, pero creo que aún le falta crecer - Explicó, intentando suavizar su voz - si quieres que sea honesta, nadie que esté seguro de lo que hace reacciona de esa manera, quizás es algo..inmaduro para ti.
Su garganta se cerró y una creciente decepción abrumó sus interiores dejando humo de algo que se quema; sus sentimientos.
Kiyoko era su amiga, si, pero más allá de eso, era la persona más sincera que conocía, jamás podría darle un mal consejo, o mentirle aunque le doliera. Si había alguien en quién podía confiar, era ella.
Hay una famosa creencia de madre, que reza que los hombres, en general, suelen madurar mucho después que las mujeres.
Quizás, ese era su caso. Su lindo y dulce compañero, por buenas intenciones que tuviera, era nublado por una gruesa capa de inmadurez e inexperiencia que no lo dejaba tomar buenas decisiones.
Y lamentablemente, eso la estaba lastimando.
Una punzada de realidad pinchó su corazón, dejando restos de lo que alguna vez fue una hermosa burbuja en la que se mantuvo ensimismada entre sonrisas y bellos momentos con él.
Quizás, esa burbuja fue la que le impidió ver la tormenta más allá del arcoiris, y por ende, caer ante los embriagadores brazos de alguien que aún le faltaba crecer y aprender a querer.
Abrumada ante una realidad inevitable, inhaló profundamente, dejando reposar su espalda en el asiento.
- Si, creo que tienes razón - Murmuró con tristeza, llevándose una mano a los labios - pero, ¿qué debería hacer?, me gustaría hablar con él para que me diga de una vez lo que le sucede conmigo.
- No creo que debas - Interrumpió, firme como el roble - tú no tienes que madurar, él debe hacerlo. Déjalo que actúe por su cuenta, si de verdad le importa lo que hay entre ustedes, reflexionará y cuando tenga las ideas claras vendrá a disculparse y aclararte las cosas sin que tú se lo pidas. Al fin y al cabo, él es quien se equivocó, no tú.
Con un nerviosismo atroz, su mente divagó por diversos rincones, buscando algo que le diera tranquilidad. La mayor le sonrió, en un intento de darle apoyo.
- No puedes manejar las acciones o los sentimientos de los demás. Deja que él se encargue de entender lo que siente, y cuando lo sepa, te lo dirá. Hasta entonces, intenta mantener tu distancia, ¿Si?
Aceptando muy a su pesar que era lo más razonable, y positivo para su salud, ella suspiró, devolviéndole la sonrisa.
- Gracias, eso haré.
° ° °
Todos los chicos tenían el ánimo encendido por el dichoso partido contra Nekoma, sus cuerpos eran como latas de refresco sacudidas a punto de reventar, no les costó demasiado recuperar el ánimo al ir hablando del tema que los esperaba.
Pronto bajaron del autobús; los primeros en salir corriendo fueron los más enérgicos del grupo, que ya se encontraban frente a frente con los de Nekoma, con todo tipo de reacciones.
- Creo que ya estamos listas para bajar - Anunció, colgando el bolso de la más alta en su hombro, a lo que ella le dedicó una mirada confusa - Tranquila, yo lo llevo, no es pesado.
Ella asintió con una sonrisa agradecida y ambas bajaron caminando tranquilamente hacia el gimnasio, uniéndose a la ya abultada masa de muchachos de uniforme que charlaban y discutían con fervor.
Siendo las únicas mujeres entre tanta masculinidad, su presencia no pasó desapercibida, y las miradas de los presentes no tardaron en recorrer a ambas con fascinación.
- ¡¿Quieres pelear, City boy?! - Tanaka soltaba chispas contra uno de los jugadores de Nekoma y Suga parecía estar teniendo problemas para controlar a todos sus compañeros a la vez.
- ¿Problemas tan temprano? - preguntó aún con el bolso en el hombro, acercándose donde Suga y este dejó salir un suspiro de pesadez.
- Parece que no puede haber un solo minuto de paz..- Comentó agotado, llevando su mirada hasta la escena, ella se dispuso a ayudarlo y a paso firme, se interpuso entre ambos chicos, tirando levemente de la oreja de Ryu.
- A ver a ver, basta ya - Reprochó y este se quejó removiéndose con fastidio bajo su agarre- Perdone a mi compañero, es algo buscapleito.
Los ojos del chico de chaqueta al rojo vivo, característica de Nekoma, la observaron con unos ojos que ella, lamentablemente ya conocía a la perfección.
- ¡N-no tiene por qué disculparse! - Titubeó con las mejillas rosadas.
- Pero tú sí, Yamamoto, a ver si dejas de actuar como un niño - Un chico de cabello claro y baja estatura lo regañó y este cambió su expresión rápidamente al dirigirse hacia ella - Lamento que cause problemas.
- No hay problema - Devolvió una sonrisa amable, moviendo su mano de arriba a abajo restándole importancia- Si me disculpan, me retiro.
- ¡Gracias por la ayuda, belleza! - Le agradeció Suga en voz alta mientras controlaba a Noya para que no comience una pelea y ella asintió con una sonrisa.
Dándole un golpecito corto en la nuca a modo de advertencia a Tanaka, quien ya parecía estar planeando atacar de nuevo, se retiró de allí sin más, regresando al lado de Kiyoko quien estaba completamente en su burbuja, con unos papeles en mano.
- ¿No estabas enfadada con ellos? - preguntó ajustándose la mochila al hombro, sin despegar su vista de lo que leía.
- Claro que lo estoy, pero no por eso dejan de ser mis amigos, y no puedo dejar que sigan causando problemas, acabamos de llegar y al profesor Takeda le costó mucho conseguir un partido como este como para que lo echen a perder.
El mal humor cosquilleó su cuello y, en una resignación que la mantenía nerviosa, comenzó a morderse la piel de los labios
Otro de sus malos hábitos, consecuentes de su problema.
Aún no olvidaba lo de la mañana, ¿pero qué podía hacer?, por más cosas que le molestaran, abandonar a sus amigos a medio viaje no era una opción, lo único que la consolaba, era el hecho de saber que ninguno de ellos había tenido algún tipo de maldad en sus acciones, si no que era producto de su estupidez o inmadurez, como gusten llamarle.
Una vez todos entraron al gimnasio, cada equipo comenzó a prepararse para el partido, los enfrentamientos y roces entre jugadores parecían no terminar, y esto le ponía los pelos de punta a los capitanes de ambos lados.
Unos ojos azules la observaron a la distancia con cierta melancolía mientras charlaba animadamente con Ukai, el cual había sido puesto al tanto de lo sucedido por Daichi, y ahora se sentía afligido por ser el tutor responsable de esos problemáticos chicos.
- ¡El techo es realmente alto! - Exclamó Hinata con cierta emoción, sin recibir respuesta, su vista fue hasta su compañero al notar que este era ausente en su totalidad para el resto del mundo mientras la observaba - ¿Por qué la miras de esa manera, Kageyama?
Volviendo a la realidad, se sobresaltó hundiendo sus manos en sus bolsillos y agachando la mirada.
- ¡Cállate!, solo me tiene de mal humor el hecho de que se haya molestado tanto.. - Dijo sin pensar y Hinata suspiró- Ahora nisiquiera me habla.
- Creía que la entendías un poco mejor que yo y que por eso llevabas buena relación con ella, pero veo que estoy equivocado..- Replicó con desánimo, guiando su mirada hasta la mencionada- Yo aún debo disculparme con ella por lo que sucedió, estuve muy mal, me asusté pensando que alguno de los chicos podría dañarla, y por mi culpa es que sucedió todo en primer lugar.
Una profunda tristeza invadía los ojos del más pequeño, el cual daba vueltas un balón entre sus dedos en busca de distraerse.
- Creo que estoy tan acostumbrado a que seamos solo nosotros dos, que al ver qué todos comenzaban a acercársele, no pude evitar asustarme y hacer todo más incómodo para ella - Admitió, compungido- La subestimé como si no la conociera, olvidé que ella es mucho más fuerte que yo, no me necesita para cuidarla.
Aún a pesar de la sinceridad con la que hablaba su compañero, Kageyama parecía escuchar sus palabras a la mitad, su atención estaba fija en ella, no podía evitar pensar una y otra vez que había hecho mal.
Estaba consternado, no lo entendía, y eso le molestaba mucho.
- ¿Y tú qué vas a hacer Kageyama? - preguntó este derrepente, llamando su atención- Tú también tuviste parte de la culpa, deberías hablar con ella.
Sus manos tomaron al pequeño de la camiseta levantandolo del suelo como un tornado de furia, mientras que esté temblaba del susto.
- ¡¿Y yo por qué?!
- ¡Pues por qué te lavaste las manos de todo!, ¿Por qué más? - Sentenció, intentando librarse de su agarre y este se mantuvo estático- Dime, ¿Cómo te sentirías tu si estás con la persona que te gusta, y sin mayor explicación, esa persona entrara en pánico si la ven contigo?, ¡Fuiste muy hiriente!
Su cabeza comenzó a atar cabos y a entender el por qué su enojo se redirigía hacia él tambien.
Recordó sus palabras, y como pronto su expresión se desvaneció en un pestañeo cuando este comenzó a ponerse nervioso y a negar algo que no sabía bien que era, pero que lo ponía en una vulnerabilidad que rechazaba a toda costa.
» ¿Piensa que me dio vergüenza que me vieran junto a ella?«
Si era honesto consigo mismo, debía admitir que estaba muy confundido. No lograba entender que era lo que sentía, lo que le sucedía con ella.
Disfrutaba mucho de todo lo que les había ocurrido, deseaba que se repitiera, pero todo eso era nuevo y no conocía su significado, lo que conllevaba querer a una persona.
Mucho más difícil le resultaba pensar en algo mucho más importante;
¿Ella le gustaba?
No sé lo había planteado, jamás había cruzado un pensamiento similar por su cabeza, nisiquiera sabía la diferencia entre gustar, amar, querer o estar enamorado.
¿Cómo podría hacerlo?, jamás había sido así de cercano con alguien, todo esto le había ocurrido de sopetón.
Y al parecer, había sido más de lo que podía manejar, por qué su falta de responsabilidad, había terminado hiriendo a alguien.
Con un poco más de claridad, logró entender a lo que se refería. Pero aún así, seguía molesto, y en consecuencia, siguió zarandeando al pequeño y mareado muchacho.
- ¿Y q-qué se supone que debería haber hecho? - Chasqueó la lengua con enfado y bajó a Shoyo bruscamente, sintiéndose pequeño e invadido. Casi en un murmullo, admitió- No estoy seguro de lo que me pasa con ella..
Pestañeando varias veces, este se mantuvo incrédulo, preguntándose si había escuchado bien.
- ¿A qué te refieres? - Incordió, sin poder creerlo, con una expresión de indignamiento atroz- No me digas que no sabes si ella te gusta o..
Un repentino coscorrón hizo callar al de hebras cobrizas y este se quejó entre pequeñas lagrimas.
- ¡¿Cómo voy a saberlo?! - Exclamó, al Rojo vivo de la vergüenza - ¡S-siento muchas cosas que no entiendo, y no quería que pensaran algo que no es, eso es todo!
Aún con el golpe latiendo en su cabeza y sus manos acariciando la zona, el más pequeño comenzó a regalarlo, estaba indignado por lo que oía.
- ¡¿Pero tú eres tonto?! - Reclamó, haciendo que el mayor se acongojara - ¡¿Por qué la ilusionas de esa manera si nisiquiera sabes qué es lo que quieres?!, ¡Deberías habérselo dicho antes! ¡¿Qué tal si a ella si le gustas?!, ¡Eso es muy cruel de tu parte!
Sintiéndose completamente acusado, su cabeza comenzó a dar vueltas y las palabras del menor rebotaron en su ya sobrecargada psiquis.
Consternado ante la idea, su garganta se secó y el aire se le hizo escaso.
¿Ella lo quería?
No sé había parado a considerarlo, por qué no sabía que sucedía cuando alguien te gustaba, como reconocer esa situación.
Pero más allá de los mil cruces en su cabeza que no podía resolver, una idea si se aclaró como un rayo de luz.
Si era cierto lo que se decía, había metido la pata hasta el fondo con ella.
- ¡Déjame en paz, imbécil!, ¡No fue mi intención! - Se defendió, furioso como una tormenta a punto de arremeter nuevamente contra el inocente muchacho- ¡Por un demonio, no es mí culpa no poder entender que mierda me sucede, ojalá lo supiera!
- Creo que ella lo sabe, pero aún así espera que te des cuenta - La voz de Suga llamó la atención de ambos y logró detener el tifón con su calma presencia. Botella en mano, este le dirigió una mirada de reproche al azabache- Kageyama, lo que a ella le molestó fue que tú no te hiciste cargo de la situación, no sé bien qué clase de relación tienen ustedes dos, pero lo que es obvio, es que tienen ideas diferentes sobre lo que hacen y lo que sienten, y si no quieres herirla más, debes aclararle las cosas.
- ¿Q-qué quieres decir? - Titubeó, sobrecargado de información y de preguntas, y Suga soltó un suspiro de pesadez.
- Que difícil es hablar con ustedes..- sus pasos se acercaron aún más a ellos y Kageyama tragó en seco - ¿Por qué no vas y hablas directamente con ella?, yo ya lo hice pero no puedo disculparme por todos ustedes, tienen que hacerlo por su cuenta, y tú, le debes la explicación que acabas de darle a Shoyo.
Kageyama pareció pensarlo a profundidad, ¿Le haría bien si le explicaba lo que acababa de confesarle a su compañero?
Seguramente así sería, pero pronto una idea lo acongojó y acobardó, haciéndolo temer las represalias.
¿Ella se alejaría si le confesaba que no sabía bien lo que sentía?
Sus ojos la buscaron pero ya no estaba dónde la había visto por última vez.
¿Qué haría si ella se iba?
En busca de darle consuelo, el mayor le dió unas palmaditas en el hombro, junto con una sonrisa tranquilizadora.
- ¿Sabes tobio?, Jazmín es bastante impredescible, pero..- Él se detuvo unos segundos, acercándose al oído del más alto a modo de confidencia - estoy seguro que a ella le importas mucho, así que si no quieres arruinarlo y que ella se aleje, ve y habla con ella, explícale lo que te sucede antes de que la situación empeore. No hay nada peor que el hueco que deja en alguien cuando no da una explicación.
Su corazón dió un brinco y sus labios se entreabrieron para decir algo, pero nada salió de allí.
No había nada que pudiera hacer para resistirse, sabía que su superior tenía razón, y si bien no sabía lo que quería o sentía, estaba seguro de que no quería que ella se alejara.
La única manera de evitarlo, era ser sincero, y que todo se resolviera de la mejor manera posible.
Suga le dedicó una sonrisa alegre para inspirarle confianza y señaló la posición de la muchacha animadamente. Tobio tragó en seco y, juntando voluntad de donde no la tenía e impulsado por un golpecito en la espalda de Suga, caminó en dirección a ella.
Él apretó sus puños a sus costados, las palabras de Suga lo habían perturbado a un nivel catastrófico, sentía que todo podría derrumbarse en un segundo.
¡Qué difíciles eran las personas!
Tomando una bocanada de aire, se abrió paso entre los jugadores de Nekoma en busca de llegar a ella, una vez el muro de personas se disipó, sus mirada la encontró.
Pero, no estaba sola.
Al entrar en su campo de visión, ella lo observó con un rostro bastante indiferente, parecía estar hablando con Yamaguchi y Tsukishima de lo más a gusto, pues sonreía y reía con tranquilidad.
» Vaya compañía.. « pensó con una incomodidad tal que le hizo arrugar la nariz, pero decidido a disculparse, caminó hacia ella con determinación.
Anunciando su presencia, un carraspeo hizo que los tres miraran en su dirección.
- Jazmín, quiero hablar contigo - Exclamó sin más, sintiendo como una gota de sudor corría por su nuca y esta pestañeo varias veces, un tanto incrédula.
» Mierda, sigue molesta « pensó
- Está bien, ¿Puedo saber de qué? - Preguntó, manteniéndose indiferente, y trazando distancia al cruzarse de brazos.
No sé la pondría fácil, eso seguro.
Su boca se abrió dispuesto a decir lo que Suga le sugirió, más como si su temor atara su garganta, ni una sola palabra salió de allí.
Su cerebro dejó de responder, no encontraba las palabras adecuadas, todo lo que pensó y preparó se había borrado en un instante.
Los segundos pasaron sin que esté pudiera emitir más que un balbuceo y ella parecía impacientarse. Para aumentar su mal humor y nerviosismo, sentía la mirada punzante de Tsukishima sobre él, como si todo se hubiera decidido para hacer difíciles las cosas.
- Bueno..si me disculpas, me retiro, tengo algunas cosas que hacer..hablamos más tarde..- Cerrando el tema sin más, se dió la vuelta dispuesta a irse y, en un reflejo impulsivo, este la tomó de la mano sin importar que estuvieran aquellos dos delante y la detuvo.
- ¡E-espera! - Pidió alzando la voz y ella se detuvo, subiendo su mirada desde su agarre hasta su rostro, exigiendo una explicación - ¿Podemos hablar en privado?
Ella no alcanzó a responder, pues sin precio aviso y con una impunidad criminal, una gran presencia se interpuso entre los dos, soltando el agarre que los mantenía unidos sin ningún tipo de escrúpulo y alejando con sutileza a la muchacha de él.
- ¡Vaya! ¡Quién diría que el rey baja aveces a juntarse con los plebeyos! - Su voz burlona era algo que ponía de un mal humor tremendo a Kageyama, tanto que el repelús le hervía la sangre.
Sus miradas chocaron de manera aplastante, imponiéndose la una sobre la otra, ver a esos dos chicos juntos era ser testigo de como el infierno se desataba en la tierra, abriendo la tierra por la mitad y desatando toda clase de males sobre el resto de los seres humanos.
Esos dos juntos, eran la caja de Pandora.
- Muévete, nadie está hablando contigo..- Sentenció con un tono abrumador, la diferencia de actitud cuando hablaba con ella se hacía más notoria que nunca.
Sus ojos azules se oscurecieron observando al rubio cómo si quisiera exterminarlo, pero al contrario de otros, este no se dejaba intimidar para nada por su compañero, y su aplastante presencia, chocaba con la suya pisándole los talones.
- ¿Enserio?, por qué yo creo que ella ya te ha dicho que está ocupada, ¿Qué acaso el único tiempo que importa para el rey es el suyo?, siempre tan desconsiderado.. - Su mirada tan helada como la de Kageyama, lo atravesó como una flecha, parecía escupir cada una de sus palabras con la mayor maldad que podía.
Definitivamente, había pocas cosas más dañinas que Tsukishima, cuando quería podía calar hasta lo más profundo de cualquier persona para decir lo suficiente y con la mayor calma posible, como para herir a profundidad.
Y Kageyama, por desgracia, era a quien más le gustaba fastidiar.
Todo lo contrario a Kei, el azabache era en simples palabras; una tormenta de ira en su estado más puro e incontrolable, capaz de llevarse todo por delante en un ataque de furia.
No era capaz de regular en absoluto su temperamento, y aunque su honestidad era brutal, era una bomba de tiempo pendiente a estallar con un simple chasquido.
Eran dos chicos totalmente difíciles de tratar, la diferencia allí la marcaba el hecho de que el pelinegro, perdía los estribos con absoluta facilidad, mientras que Kei, se mantenía constantemente sereno pero letal.
El resultado estaba claro.
- ¡Oigan, ya basta los dos!
La voz de la muchacha pareció marcar un empate a sus costados, bajando un poco los muros que se imponían entre ellos. Kei se limitó a sonreír triunfante, sabía que había conseguido su cometido y con eso le bastaba, pero por el contrario y con un humor asesino, Kageyama claudicó, retirándose de allí con el fuego de los mil infiernos pesando sobre sus hombros.
Yamaguchi se limitaba a reír, era como el pequeño cómplice de las maldades de Tsukishima, y con una mirada de regaño, ella frunció el ceño en dirección al rubio.
- Supongo que ganaste esta batalla, Kei - Comentó con las manos en la cintura, viendo con cierta decepción como Tobio se alejaba sin siquiera esperar por ella.
No había mucho más que hacer con el muchacho en ese estado, era mejor dejarlo ir.
- Agradeceme, te salvé el día evitándote compañías desagradables - exclamó con una sonrisa de victoria, observando como el colocador descargaba su ira con el pobre Shoyo que pasaba por allí de casualidad.
- ¿Y desde cuándo te preocupa con quién me junte, guardabosques ? - Arqueó una ceja soltando una risita y este borró su sonrisa de inmediato, cohibido, con un ligero rubor asomando por sus pálidas mejillas.
- Desde que te juntas con personas como él, es asqueroso - Murmuró sin mirarla, hundiendo sus manos en sus bolsillos.
- ¿Es eso o acaso estas celoso? - preguntó copiando su expresión de malicia y este desvió la mirada rápidamente, limitándose al silencio.
El que calla otorga.
Sus ojos dorados fueron nuevamente hasta Tobio, que ahora lo observaba con una mirada asesina desde el otro extremo de la cancha, cómo si le deseara lo peor del mundo.
Al ver los magníficos resultados de su obra, una sonrisa diabólica asomó por su rostro y, sin poder resistirse a terminar de hacerlo reventar, mientras ella hablaba con Yamaguchi, este se acercó por su espalda, rodeándola con sus brazos por la cintura con una suavidad y delicadeza inusuales; en un cálido abrazo que dejó helado a Yamaguchi, quien sabía muy bien que ese tipo de actitudes, no eran nada comunes en su compañero y, casi al instante sospechó tenía un motivo escondido detrás.
Bingo.
Sin sospechar nada, ella aceptó el abrazo con una sonrisa, dejando una caricia en sus manos y aceptando la calidez de su cuerpo contra el propio, la verdad era que no la disgustaba.
El apoyó su rostro en su hombro con una expresión de tranquilidad sin igual y, por el rabillo del ojo, observó como Kageyama parecía incendiarse de furia en una esquina del gimnasio, saliendo de este completamente fuera de si y dando un portazo llamando la atención de sus compañeros.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top