🍒Capítulo 12🍒 [Editado]
- ¡Al fin buenas noticias! ~- Su aliviado suspiró se extendió por por el salón mientras exponía con orgullo su examen en su mano derecha, había sacado una excelente nota de 80 puntos.
- ¡Vaaaya!~ - sonrió Yamaguchi, observándola con ojos brillosos - ¡Felicitaciones, Jaz!
- Gracias - sonrió, complacida - Ahora podré dormir tranquila, no he dormido mucho para sacar buenas notas.
- Ni yo tampoco - suspiró levantando su hoja con algo de desilusión - pero yo no he tenido tanta suerte - su expresión desilusionada observó su propia hoja de exámenes como si esta no pareciera valer nada.
Compasiva, acarició sus mejillas con dulzura y este pareció sentirse más aliviado.
- No pongas esa carita que me haces daño, Ya vendrán tiempos mejores, no te angusties, pusiste tu mejor esfuerzo y es lo que importa, ¿si? - sus manos tiraron con suavidad de sus mejillas y este se sonrojó de manera fugaz, asintiendo mucho más tranquilo.
- Me esforzaré más para la próxima, aunque es algo difícil de entender..- Angustiado, observó nuevamente su hoja intentando ver en qué se había equivocado.
- Si necesitas apoyo, podemos estudiar juntos para la próxima. Tu avísame, seguro que dos cabezas piensan mejor que una.
Con ojitos de ilusión, este asintió sin dudarlo, con una sonrisa de pleno agradecimiento.
Una risita no muy simpática los interrumpió y ambos giraron la vista hacia el rubio que se quitaba los auriculares acercándose a ambos con aires altivos.
- Haces mucho escándalo, pero tu nota no es la mejor de todas - Extendiendo su examen hacia adelante, este sonrió.
Sin poder contener una expresión de fastidio, pudo visualizar lo escrito en la hoja que el muchacho sostenía entre sus manos, 100 excelentes e impecables puntos.
Una verdadera maravilla del intelecto asiático.
- ¡Waaah!~ ¡Felicitaciones Tsukki! - Chilló Yamaguchi con sus ojos brillosos observándolo con esa admiración que lo caracterizaba.
- Felicitaciones Tsukishima - Expresó con indiferencia, descansando sus brazos cruzados sobre sus costillas - Oficialmente eres un nerd.
- Di lo que quieras pero las calificaciones hablan por sí solas - Cortó secamente, guardando su exámen - Y yo, mocosa fastidiosa, acabo de aplastarte.
- Las notas no definen el grado de inteligencia de una persona, deberías saber al menos eso, es básico, idiota - Dijo arqueando una ceja y este chasqueó la lengua, irritado.
Las discusiones con ese muchacho se habían convertido en el pan de cada día para ella, pero aunque se divertía y en parte ya se había acostumbrado a la inevitable naturaleza conflictiva de Tsukishima, que había llegado a sacarle más de un sonrisa, la verdad era que la agotaba.
Odiaba los conflictos, fuera cual fuera su naturaleza, no la ayudaban con su situación ansiosa.
Sus respuestas hacia él se limitaban a dejarle en claro que no podía lastimarla, por qué así eran las cosas, pero no le gustaba tener que llevarse así.
Por lo que, inhalando pacientemente, como si contara hasta mil cada vez que el rubio abría la boca y se decidía a destilar veneno, apoyó su mano en su hombro con suavidad, dando unas palmaditas cariñosas y dedicándole una sonrisa.
- ¿Sabes algo?, realmente no importa - Murmuró y este la observó muy confundido - Felicitaciones por tu nota, Tsukki, te la mereces.
Completamente desconcertado, sus ojos la miraron como si no la reconocieran, y sin nada que objetar por primera vez en todo este tiempo, se mantuvo en silencio.
La sorpresa fue también para Tadashi, quien soltó un suspiro de profundo alivio.
- ¡Menos mal..!~ - Murmuró, viéndola juntar sus cosas dispuesta irse.
Muy a pesar de que lo mucho que podían llegar a chocar lograba sacarle una sonrisa a ambos, antes que proseguir peleando, aunque sea por hoy, era mejor simplemente respirar y reír.
- Jazmín - llamó y ella levantó la vista hacia él mientras se colgaba la mochila al hombro- Felicidades a ti también...por sobrevivir a los exámenes.
Sin poder evitarlo, ella rió al ver la expresión mezclada de molestia y vergüenza en él.
Sus pálidas mejillas se rebelaron contra sus deseos, pintándose de un tierno rosado que seguramente, le pesaba. Mientras, sus labios se apretaban como si quisieran evitar soltar un solo sonido de más.
Él era una cucharada de cal y otra de arena.
Era intrigante el modo en el que este funcionaba, como sucedían las cosas dentro de su cabeza era todo un misterio para la mayoría, incluso para ella.
Cruzando el umbral de la puerta, fue interceptada por un suave toque en su hombro, al voltear se encontró con nada menos que Kiyoko.
- Oh, buenos días Kiyoko - saludó con una sonrisa alegre y ella le devolvió el gesto cordialmente.
- Disculpa por molestarte en tu descanso, pero..quería pedirte algo - Dijo sin rodeos ajustándose los lentes con el dedo índice. Era una chica directa.
- Te escucho.
Ambas caminaron por los pasillos de la escuela hablando serenamente. Le explicó, entre otras cosas, que irían en autobús a una concentración para el partido de práctica con Nekoma, y que necesitaba algo de ayuda con sus deberes de mánager, pues todo ello estaba siendo demasiado para ella sola.
- Así que quieres que vaya como asistente, ¿Es correcto? - Concluyó, juntando sus manos en su espalda y esta pareció avergonzarse, pues bajó la mirada, apenada.
- S-se que suena mal..y entendería perfectamente si no quieres..- Murmuró, parecía afligida - Honestamente, jamás había pedido ayuda a nadie, no confío en mucha gente, y lo que hago por el equipo es especial para mí, además, la verdad es que jamás había habido otra chica a parte de mi, y tú..realmente me inspiras confianza, Jazmín. Por eso, siento que eres la única a la que puedo pedírselo.
Ladeando la cabeza hacia los lados, ella extendió su mano hacia su cabeza, revolviendo su cabello con ternura para luego sonreír alegremente llenando los ojos de la tímida joven de brillo.
- Oye tranquila, no me ofende que me pidas eso, al contrario, me hace feliz que puedas confiar en mí, y desde luego que puedes contar con mí ayuda en lo que necesites- Declaró y ella le sonrió en agradecimiento- ¿Cuando partirán?
- Pasado mañana partiremos en autobús - Revolviendo en sus bolsillos, sacó un papel en forma de lista y se lo extendió - Aquí es donde nos quedaremos, supongo que tus padres querrán saberlo, de todas formas, pueden hablar conmigo si los hace estar más tranquilos de que seremos dos.
- De acuerdo, te lo agradezco - Dijo tomando el papel y guardandolo con cuidado en su bolsillo - Con un poco de suerte, mañana partiré con ustedes y no estarás sola con esos atolondrados.
Ambas rieron y, con una alegría compartida de las que empezaban a ser buenas amigas, las campañas sonaron.
- Tengo que irme, nos vemos después - Dijo soltando un suspiro y dando varios pasos para detenerse y girar sobre sus tobillos - Jazmín
Extrañada, levantó su vista nuevamente hacia ella.
- ¿Si?
- Gracias por considerarlo, eres muy amable..y espero podamos pasar más tiempo juntas.
Su sonrisa se vio tan dulcemente sincera junto con sus palabras, que no pudo evitar sonreír a la par suya.
- Así será.
Dando varios pasos, se puso a la par suya, para comenzar a caminar hacia adentro de la escuela juntas. En el camino, charlaron agradablemente antes de separarse y en el rostro de la joven morena se formó una sonrisa mientras retornaba a su salón.
Era muy agradable tener una nueva amiga.
° ° °
- ¿Entonces puedo ir?- preguntó ella, bajando la taza de sus labios a la mesa - Será poco tiempo.
- ¡Con que poca anticipación me avisas!, ¿Cómo se que nada va a sucederte allá? - Cuestionó con gesto serio cruzando sus brazos sobre sus costillas- No me inspira confianza.
- ¡Pero Ukai es el entrenador, estará allí, nada sucederá! - replicó, persistente- ¡Y es para ayudar al equipo!, por favor, déjame ir, mamá.
- No se diga más, dije que no - Firme, se dió la vuelta prosiguiendo con su cocina y ella soltó un gruñido de molestia. Nada había por hacer frente a la inamovible decisión de su madre.
El celular vibró y lo abrió sin ganas, era un mensaje de Hinata.
¿Te dejó ir?
Recibido.
Observando de reojo a su mamá, que no parecía moversele un solo pelo con la frustración de su hija, tecleó una respuesta.
Claro que no, le avisé con poca anticipación y está molesta, aveces olvido de donde saqué mi mal carácter.
Enviado
El timbre de la puerta sonó estruendosamente y se levantó para ir a abrir, ¿Quién podía ser a esas horas de la noche?
Dudosa al abrir la puerta, una gran sorpresa desarmó su expresión. Era Ukai, que traía varias bolsas a sus costados.
- Buenas noches - Saludó apagando el cigarrillo de su boca dejándolo caer en el suelo - Lamento la hora, no quiero importunar, ¿puedo pasar?
- ¡No preguntes esas cosas, sabes que eres bienvenido!, vamos pasa - Sonrió con alegría, haciéndose a un lado y este obedeció.
Ambos caminaron a la cocina y su madre soltó un grito de alegría para luego correr a abrazar al rubio, quien correspondió el abrazo con una sonrisa alegre.
- ¡Pero por dios!, ¿Qué haces por aquí a estas horas?, debes estar cansado - preguntó, casi regañandolo mientras lo invitaba a sentarse y ambos se acomodaban en la mesa.
- Bueno..- suspiró, llevando su mano a su nuca algo avergonzado - la verdad es que, como sabrá ahora entreno al equipo de Voley de Karasuno, y como mañana saldremos en una concentración y Jazmín iba a venir, creí correcto venir a hablar contigo y de paso pasar a saludar.
Esta observó sobre su hombro a su hija buscando respuestas con una expresión no muy contenta, más desligando toda culpabilidad sobre ella, esta se limitó a encogerse de hombros, dándole a entender que ella no tenía nada que ver.
Con semblante severo, retornó su vista hacia el mayor.
- Claro..- suspiró - Sabes, Jaz estaba justo hablándome de eso, y no estoy muy segura de dejarla ir, jamás ha salido de esa manera, no creo que sea lo correcto.
Espiando y oyendo disimuladamente todo lo que decían, sirvió té a ambos sin entrometerse.
Si había alguien capaz de convencer a su mamá, ese era Ukai, ella no podía hacer más que tener fé.
- Lo sé y lo entiendo, por eso vine - Explicó sacando unos papeles y colocándolos sobre la mesa - Mira, aquí está toda la información, en este lugar nos quedaremos, estos son los horarios del partido, el autobús en el que iremos, la hora y el lugar donde partiremos..
Ella observó el papel con suma atención, bebiendo el té sin dejar de escuchar a Ukai. Sentándose junto a ella, la mirada curiosa de la muchacha fue la seguía, escudriñando los renglones.
- Traje todo esto para que puedas quedarte tranquila, sé como eres de protectora con ella, pero puedes confiar, ella estará más que bien bajo mí tutela - sonrió, transmitiendole una rotunda confianza a la mujer, la cual pareció repensarlo unos cuantos segundos.
Percatándose de la presencia de la joven en cuestión, un pequeño correctivo en su frente la hizo reaccionar, mientras le señalaba su habitación con el dedo índice.
- Estamos hablando los adultos, te llamaré para cenar, ve y ordena tu ropa, he lavado casi toda la que dejaste en el cesto y esta esperando ser doblada en tu cama.
- Tch, que mala - se quejó, tomando un bollo de carne de la bolsa de Ukai - ¡Qué delicioso!
Este rió y alzó su mano saludando en silencio mientras la veía alejarse rumbo a su habitación.
Allí la esperaba la pila de ropa, a la cual miró con desdén, la deprimía solo de saber que tenía que doblar todo eso.
Con paciencia, se ocupó de todo, metiéndolo en los cajones. Justo al final de la pila, se percató del sweater crema que no le pertenecía reposando allí, era el que le había prestado Kageyama.
Sonriendo, lo tomó entre sus manos, acercando su nariz e inhalando el perfume que no había desaparecido del todo de la prenda a pesar del lavado.
- ..Es muy agradable.
Dejándose caer en la cama, abrazó aquella prenda, impregnándose de su aroma y de su calidez.
Podía recordar perfectamente al ojiazul usándola. La verdad es que se le veía bien, la tela se contraía en sus brazos y su espalda cada vez que este saltaba, recordándole a las obras escultóricas más antiguas, con los finos trazos de la tela unidos a la piel, de una forma delicadamente masculina y artística.
Un rubor creció en sus mejillas percatándose de ello. Soltando un suspiro, se levantó de la cama metiendo la prenda en una bolsa de Hello kitty que tenía, era la más decente que guardaba, probablemente en su mochila se arrugaría.
- No debo olvidar devolvérsela.. - Murmuró, viendo la prenda entre sus dedos - pero..voy a extrañarla.
Dejando la bolsa a un lado, tomó asiento en la silla del escritorio, dando vueltas con sus pequeñas ruedas, mientras se perdía en sus pensamientos.
- Vaya complicado es ese colocador - concluyó mirando al techo - Pero...realmente me agrada.
Mordiéndose el labio inferior con frustración, la cabeza no dejaba de reproducirle imágenes sobre el joven.
Sus ojos azules brillaban en lo interno de su psiquis con una poco peculiar persistencia, pero sin un motivo claro. Más allá de eso, y sin darse cuenta, se coloreó con una dulce sonrisa mientras recordaba con fervor el rostro del frío muchacho que, sin permiso, estaba desordenando sus pensamientos.
° ° °
- ¡Todos estén listos para subir, que ya partimos! - Avisó Daichi mientras todos se preparaban todos para subir al autobús.
- ¡Que emoción! ¡Jamás había estado en una concentración! - chilló Hinata dando saltitos a su lado.
- Tranquilo, pequeño - Relajó, intentando calmarlo con una sonrisa - Tampoco es una gran aventura, mejor prepárate a convivir con todos por que.. va a ser duro.
Sus mirada saltó sobre su hombro mirando a Tsukishima con disgusto y este le devolvió el gesto como usualmente lo hacía.
- Tampoco es grato para mí convivir con tanta gente ruidosa - Replicó sin titubear- La verdad es fastidioso.
- Haré lo posible para hacer tu estancia conmigo una tortura - Sarcástica en su juego compartido, le dedicó una confiada sonrisa, dando unas palmadas en su espalda que lo hicieron sobre saltar- ¡Bien! ¿Ya estamos todos listos?
- Creo que si - Respondió Daichi visualizando a todos como si los contara- A ver..
Mientras esperaban, su mirada fue hasta Kageyama, quien recién estaba llegando.
Una vez saludó generalmente a todos con expresión tranquila, ella alzó la mano en saludo y este la imitó, acercándose con cierta duda en sus pasos.
- Buenos días - saludó, poniendo una mano en su cintura - ¿Te quedaste dormido?
Este se sobresaltó algo avergonzado.
- Estaba algo cansado..- se explicó sin mirarla. Entre risas, le extendió la bolsa de hello kitty y este la observó algo confundido.
- Te lo regreso, lo lavé - sonrió y este tomó la bolsa, viendo el sweater crema que usualmente usaba para entrenar- Gracias por prestarmelo.
Asintiendo, se tomó unos segundos para observarla de pies a cabeza; las vacaciones habían comenzado y ella se había despojado de su uniforme ahora que tenía la oportunidad, reemplazándolo con ropa más cómoda.
Al notarlo, una sonrisa delató su timidez, y ella bajó la mirada, colocando sus manos delante de ella sutilmente, como reacción inmediata al sentirse ciertamente observada.
- Además del partido con el que tú y Hinata se unieron, creo que es la primera vez que me ven en ropa casual - comentó, intentando romper su nerviosismo- ¿Me veo tan mal?
Este titubeó sintiendo como el rubor asomaba por sus mejillas, se había ensimismado en su propia nube, sin notar que estaba poniéndola nerviosa.
Era algo que le sucedía a menudo.
- ¡Claro que no! - Exclamó apresuradamente y al notar que llamaba la atención, bajó la voz- Te ves bien.
Sintiendo la vergüenza subir por sus mejillas en nubecillas rosadas, su cabeza se quedó en blanco, sin saber que decir.
Pronto una risita tras de ella llamó su atención, ambos miraron en dirección al pequeño de hebras anaranjadas que reía con malicia, observándolos.
- ¿Qué es lo gracioso, Shoyo? - preguntó entonces, desconfiada.
- Nada, nada - Dijo quitándole importancia y ambos se miraron confundidos- Mejor dejo solos a los enamorados~
Con su paciencia destrozándose en mil pedazos, ambos sintieron como se convertían de inmediato en puntos rojizos corroídos por la vergüenza.
Cómo reacción instantánea, el azabache lo atrapó antes de que escapara, sarandeándolo sin piedad, entre insultos.
Al final el pequeño se llevó unos buenos coscorrones por su inocente broma.
- ¡Ve a decir estupideces a otro sitio, idiota! - Exclamó Kageyama soltándolo y este salió corriendo, buscando asilo tras de ella.
- A mí ni me mires - Cruzándose de brazos, desvió la mirada del pequeño que con sus ojos le suplicaba protección- Si quiere golpearte esta vez te lo mereces, por hacerte él gracioso.
Los dos avergonzados chicos se miraron por unos segundos y, sintiendo que aquello no podía ponerse más incómodo, la ansiedad comenzó a ganarle, impidiendole contener su pequeño mal hábito.
- Y-yo.. mejor me voy con Kiyoko, ya me aburrí de ustedes dos - Cohibida, sus manos se movieron casi involuntariamente en confusos ademanes que se le escaparon, y utilizando aquello como pie para retirarse, se alejó sin mirar por sobre su hombro.
La vergüenza no se iba, por el contrario, ahora era peor.
Acercándose donde la muchacha de lentes repasaba la lista de cosas por hacer, esta le dedicó una sonrisa típica de quién había visto todo.
- ¿Huyes?- preguntó, haciéndola temblar- eso no es usual en ti.
- No digas idioteces - interrumpió bruscamente, recargando su espalda contra el autobús- Shoyo dice cualquier cosa.
Analizando su respuesta con cuidado, no pudo evitar reír.
- ¡Kiyokoooo, Jazmínnn!
Invadidas por un escalofrío en su espalda, sintieron el peligro con el que ambos chicos se acercaban corriendo hacia ellas.
Corriéndose instintivamente unos centímetros de lugar mientras los chicos pasaban de largo de ellas, chocando contra una pila de cosas, ambas soltaron un quejido de molestia.
- Tan temprano en la mañana y estos dos ya están tan llenos de energía.. - murmuró con incomodidad y Kiyoko liberó un suspiro de resignación.
- Siempre es así, anda sigamos con lo nuestro - Concluyó y ella asintió, alejándose de ambos chicos que intentaban ser espabilados por Sugawara y Asahi.
Una vez todos estuvieron listos, los chicos subieron primero al autobús, ocupando sus respectivos asientos. Kiyoko se había sentado junto a Ukai y al estar al final de la fila, sin darse cuenta, cuando logró subir ya no había mucho lugar para ella.
Kageyama observó con ilusión el asiento libre junto al suyo. Deseoso de que lo notara también, tambolireó sus dedos en sus muslos por el nerviosismo.
En búsqueda de un lugar, vislumbró el dichoso asiento, encaminándose en su dirección cuando Hinata la reemplazó con la velocidad de un ninja, causando un gruñido de molestia en el más alto, que vió como está se alejaba sin más remedio, para luego apoyar su rostro contra el vidrio, ignorando todo lo demás a su alrededor, incluyendo al pequeño que no dejaba de hablarle de cosas que en definitiva, no le interesaban.
Divisando un pequeño asiento del lado derecho, se acercó como última opción. Para su sorpresa, vió que se trataba de Tsukishima, quien estaba sentado solo mirando por la ventana.
Instintivamente, buscó a su amigo de pecas por el autobús, era muy extraño que no estuviera sentado junto a él, pero al parecer, había sido secuestrado por los revoltosos del fondo, donde Suga, el único brote de paz entre tanto alboroto, trataba de ayudarlo con consejos que él anotaba en una libreta.
- Ya vamos a arrancar - Escuchó desde más adelante y sin más remedio, tomó asiento junto al rubio, que al percatarse de su presencia, la observó con gesto inquisidor.
- Lamento molestarte, pero no hay más asientos disponibles y el bús ya va a arrancar, en la vuelta cambiaré con Tadashi, pero ahora tendrás que soportarme - Explicó de manera tranquila, bajando su mochila a sus pies, intentando no hacer contacto con su compañero para que esté no se molestara.
- Da igual, de todos modos siempre tengo audífonos para evitar que el ruido de los demás me irrite - Explicó buscando sus auriculares entre sus cosas y colgándoselos del cuello.
- Te entiendo, es terapéutico realmente, creo que yo no podría vivir tranquila sin audífonos - Rió, tomando los suyos propios que, a diferencia de los de Tsukki que eran de una sola pieza , estos eran de cable extenso, ideales para sus idas y vueltas en bicicleta- Bueno, tendremos al menos cuarenta minutos por delante, buen viaje limón agrio.
Dicho esto, se colocó los auriculares dispuesta a poner algo en su celular, cuando notó que el rubio luchaba fastidiado con el cable conectado a su celular, entrando y saliendo sin ningún resultado aparente.
Quitándose un audífono de la oreja, observó la frustración del más alto, intentando comprender que sucedía.
- Mierda..que pésimo momento - Maldijo entre gruñidos mientras movía el cable de un lado al otro, probando y fallando.
- ¿Fallecieron? - preguntó por lo bajo - Vaya mala suerte la tuya.
- Créeme que estar sin audífonos justo ahora luce como el infierno mismo...- Se resignó, quitándose los lentes y acariciando el puente de su nariz con frustración- No soportaré el viaje oyendo el escándalo de esos idiotas.
Dudando por unos segundos, desprendió más el cable sobrante y extendió un audífono hacia él sin mirarlo. Confundido, este la miró con desconfianza.
- ¿Qué es lo que quieres?
- Te estoy prestando uno, idiota - Explicó entre dientes- no es mucho, pero es preferible eso a nada, al menos hasta que bajemos y puedas ir a comprar otros.
Este pareció dudar unos segundos, para luego tomar finalmente el audífono y colocarlo en su oreja sin mirarla.
- Bueno..tengo de todo aquí, elije una tú y déjalo que siga a partir de esa - Acercándose un poco a él, abrió su lista de reproducción mostrándosela al joven, que dió una mirada rápida sin mucho interés.
Para suerte de ambos, algo pareció llamar su atención y sus dedos seleccionaron Cry baby de The Neighbourhood.
- Parece que tienes buen gusto musical al menos - Comentó con una pequeña sonrisa y ella le sonrió de igual manera.
- Esa banda me encanta, tiene canciones realmente hermosas - Dijo guiando su mirada hasta él - Esa es una de mis favoritas.
- Si..- respondió en un suspiro - También la mía.
Ambos se acomodaron escuchando con un audífono cada uno la dichosa canción, este observó por la ventana viendo el camino moverse como si el tiempo pasara volando.
Creo que hablo demasiado,
Necesito escuchar, cariño.
Los labios de ambos se movían tarareando la canción en voz baja.
Creo que me esfuerzo demasiado,
En como me visto, que digo, que hago.
Empleo mucho tiempo explicando lo que soy, espero haya tiempo para cambiarlo.
Los ojos color miel del rubio se fijaron en ella mientras tarareaba, sus rojizos labios se movían a la par de la música y el sonrió.
Puedo saborearlo, mi corazón se está rompiendo, por favor no digas que lo sabes cuando lo sabes.
No lo soporto, soy impaciente, dime cariño, ahora lo sé, deberías irte.
Esa personalidad hiperactiva y ansiosa que tanto lo irritaba y le ponía los nervios de punta, ahora lucía tan irreal junto a la imagen tranquila y pacífica que veían sus ojos dorados.
Se que me enamoraré de ti cariño, y no es algo que quiera hacer, espero que nunca me mientas, y si lo haces se que no seré tu bebé llorón.
Con sus desordenados rizos rojizos cayendo por sus hombros y algunos rebeldes deslizándose por su mejilla, este observó con atención cada detalle, admirandola con celeridad, sin ser consciente de ello.
Creo que me preocupo demasiado, tengo que tomármelo con calma.
Tengo este sentimiento de ansiedad, pero se va por un minuto cuando estoy respirando contigo.
Sus ojos cafés voltearon de igual manera viendo la dulce y calmada expresión del rubio, aquella paz que siempre emitía, de algún modo lograba contagiarse hacia ella cuando estaban cerca, calmando sus nervios y tensión con ese aire sereno, su silencio sepulcral y la mirada de esos ojos dorados.
Todo de él, lograba transmitirle una paz maravillosa que agradecía mucho.
El sol está saliendo, pero me siento cada vez más frío, no puedo esperar a que acabe la sequía.
Se que me enamoraré de ti cariño, si, eso es justo lo que haré.
Espero nunca me mientas, y si lo haces, se que no seré tu bebé llorón.
Sus miradas se cruzaron por varios segundos y ambos se sobresaltaron al notarlo. Más desviando la mirada hacia lados opuestos, sonrieron.
Necesito llorar, cariño.
Llorón.
Necesitas llorar, cariño.
Llora bebé.
Sus labios se movieron en sintonía cantando la canción como si la profundizarán en ellos mismos.
Sintiendo como la tranquilidad le aflojaba el cuerpo, tomó un respiro profundo, acomodándose justo en el hombro del rubio. Tomado por sorpresa, él se giró suavemente, para poder observarla con serenidad sin que esta se asustara.
Necesitamos llorar, cariño.
Y si lo hacemos, se que estará bien.
Sin intenciones de quitarla y viendo como poco a poco sus pestañas revoloteaban, cayendo ante un sueño inevitable hasta cerrar completamente sus ojos, acarició su cabeza con su mano libre, observándola pacíficamente con una sonrisa dulce, mientras el fondo de la canción seguía sonando.
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