🍒Capítulo 1🍒 [Editado]
En la estruendosa escuela Yukigaoka todo era ruido por donde lo vieras, el final de un ciclo que se cerraba frente a las abrumadas caras de los estudiantes era algo digno de admirarse como un evento natural.
Entre toda esa multitud agitada, dos amigos paseaban cálidamente, manteniendo el paso tranquilo y compartiendo una agradable conversación ajena a todo el barullo del exterior.
- ¿Estas seguro de ir allí?, creo que hay mejores escuelas que pueden recibirte, enano.
Este le dedico una sonrisa a la muchacha a modo de respuesta y ajustándose la mochila al hombro, miro al techo con desdén.
- Allí es donde el pequeño gigante comenzó, y allí es donde iré - Alzó su mirada hacia ella - ¿Y tu que harás, Sempai?
- Pues..- esta dudo unos segundos para luego cruzar su brazo sobre el hombro del más bajo y sonreír despreocupadamente - si allí es donde vas, allí te seguiré, necesitaras de alguien que te cuide la espalda y haga porras para ti cuando seas el campeón.
Cruzando el umbral de salida del edificio, sus pasos se encaminaron hacia la máquina expendedora que aguardaba solidariamente en una esquina.
- No tienes que venir conmigo, Jaz..- Masculló algo avergonzado mientras tomaba un dulce entre sus dedos - De verdad, tienes mucho talento en lo que haces y creo que te iría bien en cualquier lugar.
- ¿Y quien dijo que te estaba pidiendo tu aprobación?- sonrió de lado con la pajilla de plástico entre sus labios - Eres mi mejor amigo, y a mi realmente me da igual, ya sabes que mis amigas irán a Shiratorizawa y eso esta muy lejos para mi, soy demasiado floja para ello.
Ambos se sentaron en la banqueta compartiendo un lindo momento juntos, de ahora en adelante tendrían que despedirse de aquellos rincones risueños que solían compartir todos los días hasta ese momento.
Sus piernas se cruzaron suavemente la una sobre la otra adornadas por la tenue luz de la tarde y el contorno de su falda contra sus amplios muslos, destacando su pequeña cintura que solo parecía reducirse más en comparación al ancho considerable de sus pronunciadas caderas.
Su cabello rojo cereza flotó reluciente y pomposo sobre su espalda, danzando sobre sus hombros y su cintura en unos exóticos y peculiares rizos bien marcados que caían como aros de fuego sobre su cuerpo.
Bajo el suave y dulce abrazo del tenue sol que asomaba por sobre sus cabezas, su piel de tonos más bien morenos destacaba entre los tonos crema de su uniforme escolar, brillando bajo el cristalino reflejo de sus delicados lentes de marco rosado.
Ella era, en toda regla para las condiciones que la rodeaban, exótica.
- Entonces, supongo que seguiremos viéndonos un tiempo mas - sonrió tiernamente el menor - espero que no te olvides de mi cuando hagas nuevos amigos allí.
- Jamás te olvidaría, tonto, eres el único amigo verdadero que he tenido, y espero que tu tampoco me apartes de tu lado cuando hagas nuevos amigos en tu equipo de Voleyball - le devolvió la sonrisa aplastando el cartón vacío de su bebida entre sus delgados dedos - Ten por seguro que iré a verte a cada uno de tus partidos, y desde las tribunas haré que sepan quien eres, Shoyo.
- ¡No tengo dudas de ello! - Exclamó entre risas- Siempre causas un alboroto social donde quiera que vas, Sempai! por eso me agradas mucho, ¿Planeas integrarte a algún club de deporte?
- ¡Nah! - Replicó, haciendo ademanes con la mano, un mal hábito característico de ella- Ya sabes que exceptuando las artes marciales ningún otro deporte me interesa, no estoy hecha para esas cosas.
- Pero lo dejaste el año pasado - Insistió, arqueando una ceja - Quizás debas intentar algo más, eres rápida, fuerte y tienes unas excelentes piernas, podrías ser buena en cualquier deporte con esos atributos.
- ¡Pero lo dejé por que no tenía el dinero suficiente para las clases y todo lo que conllevan, enano!, es un deporte maravilloso pero costoso, tardé mucho en poder comprar el uniforme, aunque sigo usándolo para practicar de vez en cuando y no perder la costumbre, así que no puedo quejarme de ello- Suspiró, un tanto triste - Por lo pronto seguiré bailando, es otra cosa que adoro hacer y me mantiene en bastante forma.
- ¡Oh!, ¡Es cierto!, Y eres buenísima en ello, siempre me impresiona verte bailar, ¡incluso pudiste enseñarme a mi!, eso no lo hace cualquiera - Sinceró entre risas pero con honestidad - ¡Bien!, entonces iré a cada uno de tus shows mientras tu no te olvides de ir a mis entrenamientos y partidos.
- Dalo por hecho - Levantó su puño hacia él y este la imitó chocando nudillos con ella, mientras un contundente sonido anunciaba el fin del descanso cerca de ellos - Parece que es hora de volver a clases..el último día aquí, ¡vaya!.. mejor ya camina, enano, antes que me ponga nostálgica.
Entre conversaciones triviales, ambos se levantaron caminando con tranquilidad de regreso a los pasillos que los acompañarían por última vez.
- Cielos..¡Es increíble que ya estemos por entrar a Karasuno!, ¡El tiempo pasa volando! - Planteó con cierta melancolía - Siento que fue ayer cuando me escabullí de la sala de detención para ayudarte y levantar el balón para ti en el patio.
- ¡Ese fue un gran día! - replicó el pequeño entre risas - ¿Y recuerdas cuando te teñiste el cabello por primera vez?, ¡Casi te echan de la escuela!, fue muy divertido ver la cara de asombro de nuestros compañeros.
Entre sonoras carcajadas, ambos se regocijaron de sus buenos momentos, con el tinte melancólico que solo el cerrar un ciclo puede provocar.
- Fuera de las bromas..- Inició derrepente ella, suavizando el tono de su voz junto con la seriedad de sus palabras- Haz sido mi alegría y apoyo en todo este tiempo que compartimos juntos, enano, gracias por estar conmigo siempre.
Con cierto rubor vergonzoso en sus mejillas, este sonrió nerviosamente, a la par que ella le revolvía el cabello cobrizo con dulzura.
- ¿Sabes, sempai?, un día creceré y ya no podrás decirme así, ¡seré más alto que tú! - Planteó derrepente inflando los cachetes con molestia y esta soltó una risita, ajustándose los lentes con el dedo índice con expresión de seguridad.
- ¡Quizá lo hagas, pero seguiré siendo mayor que tú!
▪ ▪ ▪
El despertador sonó temprano por la mañana, siendo ignorado olímpicamente por tercera vez.
La chica que dormía cómodamente entre cobijas rosadas babeaba sumida en un sueño profundo, del cual parecía no tener intenciones de despertar.
Transcurrida otra hora, el ruidoso aparato volvió a sonar, y el vibrato fue tal, que este se deslizó poco a poco hasta dar con el borde de la mesilla. Al volver a vibrar, un sonido estruendoso que retumbó por toda la habitación indicó que este se hizo añicos en el suelo.
Levantando la cabeza en un sobresalto repentino, esta se limpió la boca con el dorso de su mano y se despojó el rostro de sus tupidos rizos colorados con total tranquilidad, la misma que al ver el reluciente sol brillar por su ventana, se esfumó por completo siendo reemplazada con un susto abrumador que la hizo levantarse de un salto, tropezando con todo a su paso en un intento de colocarse el uniforme con los ojos medio cerrados.
- ¡Por un demonio! ese despistado de Shoyo se olvido de pasar por mi ..- chilló mientras se ajustaba la camisa dentro de la falda y se peinaba un poco su rizado cabello rojizo. Con aproximadamente un mes de haberse retocado el tinte, ya estaban surgiendo las delatoras raíces en el inicio de su cuero cabelludo naturalmente negro.
Una vez se hubo higienizado a los tumbos, esta se colocó sus lentes y un sutil brillo labial rosado, antes de proseguir a ajustarse los lentes y darle una última sonrisa al espejo.
》 ¡Muy bien!, ¡A sonreír, que el día es largo y pinta muy pesado! 《 Se dijo a sí misma antes de salir de su habitación.
Ya lista para iniciar el día que ya de por sí era tardío, se calzó los zapatos en el recibidor, colgó su mochila al hombro y trotó hacia afuera, donde su bicicleta aguardaba junto a la puerta.
Por lo que tardaba en llegar a Karasuno, la cual quedaba en la ciudad vecina, debería haber salido antes que amanezca, pero para confirmar su franja horaria y sus temores, el sol brillaba en todo su esplendor, recordándole que en efecto; era más que tarde.
Prácticamente volando partió entre las montañas montada en su bicicleta, ya iba una hora tarde de lo que tendría que haber partido originalmente, y para aumentar su malestar, ni siquiera había conseguido desayunar.
Si llegaba entera, sería de milagro.
- Maldita...sea..- soltó con la respiración entrecortada, prácticamente lanzando su bicicleta al suelo con apenas unos segundos de haber llegado.
Tomándose un momento para recobrar el aliento que se había dejado junto con la vitalidad en la carrera. Esta apoyó su bicicleta con las demás torpemente para luego trotar en los ya vacíos pasillos de la escuela con todo lo que le daban las piernas.
》¡Que vergüenza!, ¡Tarde el primer día!, ¡Y justo cuando me había propuesto intentar pasar inadvertida! 《
Con la vergüenza carcomiendole sus nervios que, gracias al cielo, le habían sido dotados de una compostura de acero, esta corrió leyendo rápidamente el número de los salones, buscando con prisa el que le correspondía según la lista que se le había sido entregada con anterioridad.
Todos estaban en sus respectivas clases, por lo que el silencio era una burla natural hacia quien aún corría por los solitarios pasillos. Observando el dichoso papel entre sus dedos en busca de su aula, esta frenó en seco al encontrarla justo al mitad del corredor.
Dando un profundo respiro, recobró el aliento y se arregló un poco el agitado cabello con los dedos intentando cobrar el suficiente valor para golpear con suavidad la puerta.
》 Que no sea un amargado..que no sea un amargado..¡Por amor al cielo! 《 Rogó internamente, cerrando los ojos con fuerza y abriendolos de sopetón al sentir el ruido de la puerta abrirse y develar al que sin dudas, era lo opuesto a lo que deseaba con tanta celeridad, convertido en su tutor.
Dedicándole un ceño fruncido y una expresión de genuina amargura con el universo, este la observó de pies a cabeza antes de incordiar.
- ¿Qué se le ofrece?, estoy en plena clase, jovenzuela.
Incómoda con el tono en el que se hablaba, pero sin mucho más que hacer más que ablandarse, su cuerpo se inclinó en una media reverencia a modo de disculpa.
- Disculpe la tardanza por favor, acabo de ingresar a esta escuela y se me hizo un poco tarde.
Recibiendo una incordiosa mirada que le recorrió todo el cuerpo sin rémoras de parte del matusalén frente a ella, este se tomó unos segundos antes de hablar nuevamente.
- Muchachita, este es un establecimiento escolar Japonés decente, y por si no lo sabe aún, no se permiten esas indecencias que lleva aquí - Acusó impetuoso, alzando un dedo despreciativo hacia su esponjoso cabello rojizo - Hay un código de vestimenta, y este también rige sobre eso.
Sosteniendo su rizo como si no entendiera lo malo en ello, esta soltó un suspiro, frunciendo ligeramente el ceño ante las acusadoras miradas que la observaban con burla y diversión desde el interior del salón.
- Pues aunque le moleste, señor, no hay nada que yo pueda hacer en estos momentos con mi cabello - Cortó, tan apacible como el agua de la orilla del océano - Lamento la tardanza de corazón, pero por favor, déjeme ingresar a mi clase.
》¡Lo único que falta sería que me eche por un simple tinte!《 pensó, y lo peor era que en esos momentos, la posibilidad no parecía para nada lejana.
Más bien, vista la situación, se veía como algo más que posible.
- Disculpe, pero no voy dejar que alguien así asista a mi clase - Sentenció entonces, haciendo énfasis en aquel obvio hecho que intentaba intimidarla - Creo que te confundiste de escuela, Karasuno no permitiría que alguien como tú asistiera a un aula decente.
》¿ Y este pretende que me rape la cabeza por arte de magia..?, ¡Que asqueroso resultó!, ¡Lo que uno tiene que ver aveces! 《 Se dijo en su mente, y si era honesta consigo misma, eso era lo que debía de decir ante tanta impetuosidad y mala educación de parte de quien se supone debía de instruirla.
Más todo pensamiento nacido de su fuerte y punzante carácter pasaba por un proceso de condensación necesario para evitar contestarle a cuanto ridículo se le paraba en el camino.
Y ahora, se podía decir que repetía ese proceso, varias veces..
Haciendo esfuerzos colosales por no mandarlo a freír espárragos, esta no esperó a que dijera algo más y se adelantó, extendiéndole el papel que adjuntaba por escrito toda su documentación escolar validada con el sello del propio director.
- Aquí tiene los documentos que validan mi estadía en este establecimiento, por si aún necesita algo más para comprobar que también soy una estudiante - Cortó, cordial pero tajante - ahora, si considera que es correcto impedirme entrar a la clase por mi cabello, le pido encarecidamente que tome las medidas que crea necesarias cuando acabe la clase, pues tengo tanto derecho a estudiar como ellos, y no quiero perder más tiempo de estudio parada en el umbral de la puerta.
Sin poder ocultar su seria expresión de rotundo desagrado, el vejete de mal Agüero se vió rodeado frente a lo obvio. Pues, muy a pesar de que lo deseaba ansiosamente, se podía meter en un gran embrollo si corría a una estudiante que tenía con que defenderse frente a la autoridad escolar, si lo hacía y lo descubrían, sería expulsado sin dudarlo.
Seguramente por ello fue que, a regañadientes, se llevó aquellos papeles al escritorio para luego dejar pasar inevitablemente a quien ahora sería su alumna al aula.
Claro, no sin antes proferir alguna indecencia que le hacía hervir la sangre a la pelirroja, la cual se enervó en amargo silencio al escuchar 》¡Tch..!, otra asquerosa extranjera..《
Seguramente el anciano no pensaba que lo escucharía, pero claro, frente al lamentablemente normal rechazo que, cabe aclarar, no era la primera vez que recibía de parte de un adulto, un oído biónico era casi un método de defensa desarrollado por instinto.
》 Cálmate e ignóralos, simplemente ignóralos..《
Aguantándose lo que pensaba en realidad al escuchar los murmullos ofensivos de quien sería su maestro, esta respiró hondo antes de pararse derecha junto al escritorio, donde un disgustado y sin duda desganado maestro tomaba su lugar a regañadientes.
- Bueno muchachos.. a pesar de haber llegado muy tarde y en circunstancias... poco ortodoxas.. - Comentó con malicia cruzándose de brazos y mirándola con gesto de desaprobación, sin duda había aprovechado a descargarse en esa sola frase- Ella es Atsuki Jazmín, y será su compañera a partir de ahora.
Haciendo completamente verídico aquel dicho tan remoto.." de tal palo tal astilla " , los alumnos no parecían ser mucho más tolerantes que el maestro, y en unas poco disimuladas miradas llenas de burla y juicio, estos la recorrieron como si de un patito feo se tratara, murmurando sin contención alguna mientras el docente parecía regocijarse con aquella situación como una venganza personal hacia quien, en definitiva, no le había hecho nada.
Viendo que este parecía no tener intenciones de frenar la situación, esta cerró los ojos por un momento que le parecieron instantes psicológicamente necesarios.
》 Solo ignóralos, no tienen idea 《
Esbozando una amplia y dulce sonrisa en sus labios rojizos brillantes de gloss sabor cereza, esta alzó su mano grácilmente en gesto de saludo condescendiente mientras sus ojos, fríos de indiferencia como el ártico, les emitían una señal de clara advertencia que logró callar la mayoría de los murmullos del aula.
- Un placer conocerlos a todos, espero podamos llevarnos bien.
Sin nada más que aquello por pura cordialidad, esta se giró sobre sus talones en dirección al docente, quien tenía una expresión de perro regañado a quien se le había quitado su hueso favorito.
- ¿Puedo sentarme ya?
Protestando por lo bajo, este se limitó a hacerle un ademán con la mano para que se fuera, antes de tomar una tiza con desgano y disponerse a continuar con la clase como si nada.
Soltando un suspiro por lo bajo y ajustando su mochila caída al hombro, ella rastreó un asiento con la mirada, para luego encaminarse hacia allí si gana que le alcance.
- Que buena manera de comenzar el año - Murmuró entonces, tan rayada como la pizarra - Maldito shoyo, espero que tengas una buena razón para haberte olvidado de mi..
Ajustándose los lentes con el dedo índice, está divisó el único asiento disponible del lado derecho de la pared, en el cual dos chicos le iban detrás y adelante.
Dejándose derretir en el asiento, está sacó sus cosas con desgano, dispuesta a ponerse al corriente de la dichosa clase cuando antes para pasar el mal trago.
》 Que día más horrible.. nisiquiera alcancé a mirar en qué clase estoy ahora..《 dijo entonces, sacando un bolígrafo de su estuche y ojeando de costado hacia la pizarra en busca de alguna pista de la identidad de su clase.
Con el título ya borrado y los primeros textos siendo escritos con prisa por el anciano amargado, esta supuso que la introducción ya había pasado y que intentar buscarle la vuelta a su incógnita en la pizarra a esta altura, era inútil.
Algo perdida y ajustando sus lentes para intentar ver mejor, está se removió en su asiento un tanto incómoda, antes de atreverse a tocar cuidadosamente el hombro del chico frente a ella, en busca de llamar su atención.
- Disculpa.. - Murmuró al tiempo que el muchacho se giraba tímidamente en su asiento para poder verla - Lamento molestarte..pero estoy algo mareada, ¿Podrías decirme en que clase estamos?
Con la sorpresa titilando en sus orbes oliva y su rostro manchado de tiernas pecas, este se tornó un tanto nervioso antes de responderle con cordialidad.
- Es..literatura - Murmuró entonces, dedicándole una dulce y tímida sonrisa - Tranquila, no te has perdido de mucho, ha hablado más de el mismo y de lo exigente que es como docente de lo que ha dicho sobre la clase en sí.
Aliviada ante la aparentemente honesta amabilidad del muchacho de hebras verdosas, esta soltó un suspiro de alivio antes de anotar su nuevo conocimiento al margen de la hoja y levantar la mirada hacia el chico con una genuina mirada de agradecimiento.
- Te lo agradezco mucho..tú...em.. - sonrió un tanto nerviosa, haciendo ademanes con la mano en señal de buscar el paradero del muchacho, el cual no pudo evitar reír ante la situación antes de contestar.
- Tadashi - respondió algo titubeante - Yamaguchi tadashi.
Guiñandole un ojo con complicidad, esta le dedicó una sonrisa cordial que logró ruborizarlo.
- ¡Muy bien!, entonces, un placer conocerte Tadashi, espero seamos buenos compañeros!
Devolviéndole el gesto con timidez, ambos regresaron su atención a la pizarra, dejando su conversación para más tarde.
La clase transcurrió sin que se le prestara mucha atención, las miradas de todos tenían algo mejor que hacer. Casi con descaro, crueles y juzgadores ojos iban y venían hacia ella en vaivén, sin importarles ni un poco lo muy incómodo que aquello podía ser para ella.
Más para sorpresa de nadie, la pelirroja se mantenía estoica aún ante el molesto picor de las miradas puestas en su nuca, miradas malintencionadas que no tenían otro objetivo más que murmurar y murmurar despectivamente sobre todo lo que veían mal en ella, sobre toda su superficie que para ellos era como el cruzar de un meteorito rojizo en el discordante azul de sus mañanas; no la aceptaban, nada de ella encajaba en sus estándares asiáticos, y se lo daban a entender.
Pero, ¿qué más daba?, tristemente, ya estaba acostumbrada a ello.
Como algo que odiaba profundamente, su presencia era llamativa de manera natural e involuntaria entre la belleza pulcra y obediente reflejada en los valores genéticos intocables japoneses que, por obvias razones biológicas, ella no acataba ni podía acatar para nada.
Ya fuera su extravagante cabello teñido como la más brillosa de las cerezas, delatado por sus raíces negras que afloraban en su cuero cabelludo como muestra de un origen, la forma indefinida de sus hebras circundantes y pobladas de rizos, el color de tonos café con leche de su piel de orígenes latinoamericanos, la redondez imperfecta de las curvas de su amplio y alto cuerpo que les resultaban abrumadoras a la mayoría de los recatados asiáticos, o incluso, ese sutil acento escondido en la pronunciación semi perfecta que inevitablemente se escapaba en descuidos vocales que delataba la falta de un idioma inculcado de nacimiento en su educación.
Siempre había algo evitaba que ella pasara desapercibida, incluso a los ojos tras su espalda que la miraban en mezcla de burla y curiosidad y la atosigaban como púas firmes y punzantes que buscaban herir su cuello sin escrúpulo o vergüenza alguno en su ser.
Todos sus días eran así, desde que llegó a esa nación.
Una vez el timbre finalizó la clase, todos salieron disparados casi en manada a los pasillos y el salón quedo semi vacío en cuestión de minutos.
Juntando sus cosas dentro de su mochila sin prisa alguna que la acelere, a sus oídos logró llegar aquella marea inevitable que la perseguía allá donde fuera, una vez más.
Unas cuantas chicas agrupadas en una esquina, murmuraban tajantes soltando veneno a diestra y siniestra, escudadas entre risas y susurros que no cumplían los requisitos para recibirse de siquiera un intento de disimulo.
Arqueando una ceja en su aguda mirada que las contemplaba de reojo, se limitó a seguir con aquello que la competía, no valía la pena amargarse por algo que ocurría casi con religiosidad en su vida.
- Que no te intimide, esas chicas hacen comentarios sobre todo lo que se mueve - Extrañada por la voz de la razón, volteó su mirada hacia el muchacho de dulces pecas que buscaba su atención con la delicadeza de la timidez.
El mismo se había sentado de espaldas a la pizarra en su asiento para apoyar los codos en su mesa, extendiendo su mano hacia ella con una sonrisa cordial en la que no pudo encontrar hueco malintencionado alguno que se escondiera tras la amabilidad y por el cual debiera ser precavida.
Tras pasar el examen visual que hacía con todos los que la rodeaban, su tensión se relajó y aceptó su mano condescendientemente, ofreciéndole una dulce sonrisa que correspondiera la que él le ofrecía.
- Estoy acostumbrada a ello, no te preocupes - Respondió entonces, estrechando su mano con suavidad - No he tenido tiempo de presentarme, por favor discúlpame, Soy Jazmín Atsuki, es un placer conocerte, Tadashi.
- El gusto es mío - Respondió con amabilidad, sin poder evitar el observarla con remota curiosidad- Por cierto..quizás sea una pregunta un poco obvia, pero, ¿No eres de por aquí, verdad?
- Podría decirse - Bromeó en tono risueño, inclinando su cabeza sobre sus manos para observar con más cuidado al muchacho frente a ella.
Un pequeño fragmento de luz iluminó sus orbes al prestarle atención a aquella serie de detalles cafés que decoraban el rostro del joven en sus pómulos y sobre su nariz.
- ¡Oyee!, Que bonitas pecas - Exclamó entonces, haciendo ruborizar al ahora escrutado muchacho que se sonrojo casi al instante, colocando sus manos en su rostro notoriamente avergonzado.
- ¿E-eso crees? - Titubeó, para luego encogerse como una pequeña hormiga, nunca recibía halagos sobre la que era una gran inseguridad para él - yo las odio..
- ¿Bromeas?- Rió ella, colocando ambas manos cerca de su rostro en busca de aprobación para proseguir con el contacto físico, la cual recibió y pudo proseguir a tocar sus mejillas suavemente, con un brillo de genuina alegría en sus ojos - ¡Por Dios!, ¡Son realmente lindas!..personalmente, las adoro, jamás había visto a alguien que las tuviera.
Sintiendose conmovido y halagado por primera vez en su vida por lo que consideraba su mayor inseguridad, sus labios temblaron al tiempo que un cosquilleo de felicidad invadía su pecho y lo hacía reír.
- Que amable eres, Jazmín - Dedicándole una mirada que la escrutó de arriba a abajo de manera recíproca a como ella lo había hecho, y con cierto rubor pintando su rostro, añadió - T-tu.. también eres muy bonita, enserio, tu cabello es realmente hermoso, tiene una forma muy poco usual.
Honestamente sorprendida por el cumplido al que no estaba acostumbrada, una sonrisa nerviosa apareció en su rostro, al tiempo que llevaba una de sus manos a su nuca.
- ¿Enserio lo crees?, no suelen decirme eso sobre mi cabello, en realidad la mayoría cree que es de mal gusto, que lindo eres, Tadashi, es extraño oírlo de un Japonés.
Curioso, este Inquirió, ciertamente intrigado.
- ¿Puedo saber por qué?
Soltando un suspiro tardío que analizaba lo que iba a decir a detalle, cruzó sus brazos sobre la mesa antes de proseguir, como si estuviera ciertamente cansada de ello.
- Creo que es más que obvio..pero no soy realmente japonesa - Explicó con serenidad, y viendo que el muchacho no parecía rechazar la noticia, prosiguió un tanto más confiada- mi madre es latinoamericana y mi padre es japonés, nací y crecí lejos de aquí, aunque vivo y también estudio en Japón desde los diez años.
Con sus orbes brillando de admiración e interés por lo desconocido, este exclamó, observándola con una curiosidad honesta y expectante, totalmente opuesto a lo que ella esperaba y estaba acostumbrada a recibir.
- ¡Wow! ¡eso es increíble, Jaz!, ¡Nunca había visto a alguien de un lugar tan lejano!, pero ahora entiendo por que eres tan.. - Con cierta cautela, este se detuvo por un segundo antes de proseguir, meditando sus palabras con cuidado- diferente.
Enternecida por el cuidado del muchacho al manejar sus términos para no ser grosero con ella, esta rió ladeando la cabeza, era la primera vez en mucho tiempo que alguien era así de amable para con su persona, y eso la hacía sentir muy cómoda y en confianza.
Haciendo ademanes con la mano en señal de que le restaba importancia al asunto, una risita calmó la tensión que parecía incordiar el vocabulario del menor.
- Tranquilo Tadashi, han pasado años largos y tendidos, no tengo inseguridades tales como para avergonzarme de mi nacionalidad, estoy bien con ello - Sonrió, acomodando un travieso rizo travieso detrás de su oreja- esto puede sonar raro..pero, gracias por ser respetuoso conmigo, no es algo que deba agradecer realmente, pero no es algo que me suela pasar con la gente cotidianamente, y por eso lo aprecio mucho.
Un poco más calmado y en confianza con quien había capturado de lleno su interés, este dejó fluir su curiosidad sin miramientos en un interrogatorio que pintaba interminable, aunque por el contrario de lo que ella pensaba inicialmente, aquel chico no parecía tener ninguna mala intención en sus fervientes preguntas rebosantes de curiosidad y admiración, por el contrario que otras personas que la interrogaban despectivamente y para burlarse de todo lo que significaba algo en su vida, el muchacho se encontraba remotamente impresionado por el espécimen raro que había encontrado tras de él, y con un brillo natural que acompasaba la dulzura que ella no tardó en notar rodeando el iris de sus ojos olivas, la conversación fluyó con calma y buen aire.
- ¿Y que tal Japón?, ¿Te fue difícil adaptarte aquí?, ¡Oh, espera!, ¿Hablas dos idiomas? - Preguntó, con brillo titilando en su mirada - ¿Cómo es Latinoamérica?, ¿hace más calor allí, verdad?
- Espera un poco, ¡respira! - Pidió entre risas, alzando ambas manos frente a ella en señal de parar - ¿Tienes mucho que preguntar no?, una pregunta a la vez, que me mareo.
Sonrojado y ladeando la cabeza para recuperar la compostura, este se inclinó levemente- ¡L-lo lamento!, soy muy curioso, pero iré más despacio.
Ambos chicos siguieron hablando por un rato largo pero que a su parecer temporal se esfumó en un instante.
Había logrado sembrar buenas migas con aquel dulce jovencito, y eso se debía a que, a diferencia de los otros chicos que había conocido durante su estadía en Japón, este no la miraba mal por las diferencias físicas que la separaban del resto de la gente, como las demás personas en su aula.
Justamente por ello, una luz de esperanza entre tanta mala actitud, le había sido regalado como un gran respiro de alivio que precisaba con urgencia.
Pero todo lo bueno, se corta tarde o temprano.
Una gran y evidente presencia, imposible de ignorar, cruzó junto a ellos en un instante, cortando su buen rollo de lleno.
Observándolo por el rabillo del ojo como quien se mantiene siempre imperturbable pero alerta, se percató de que aquel chico los observó pesadamente a ambos al pasar.
Más pronto que tarde, comprendió por qué.
- ¡Tsukki! - Lo llamó el jovenzuelo peliverde, emocionado y luminoso - ¿Ya te irás a almorzar?
Limitándose a mirarlo con una frialdad digna del ártico y el desinterés mas notorio que había visto en un solo par de ojos, ella pudo deducir fácilmente que ese chico de presencia tan desagradable, no era precisamente el alegre en la amistad que se ve, compartía de alguna manera con Tadashi.
》Bueno.. tal parece que lo conoce, aunque la cara de pocos amigos que se trae ese rubio te la regalo.. 《 Concluyó en su mente, observando con curiosidad la situación.
- ¿Tú que crees? - respondió al fin, con un sarcasmo desagradable que no parecía fruto de la confianza digna de una amistad.
Viendo como su tímido amigo se desarmaba con disimulo por la tajante contestación a la que sin duda, estaba desgraciadamente acostumbrado, el muchacho desconocido levantó la vista hacia ella en un agudo segundo, exclamando con descaro y total desfachatez - ¿Y tú que tanto estas mirándome?, ¿Tienes algún problema conmigo?
Con la mala espina ya irremediablemente clavada en su garganta, no tardó mucho en dejar fluir la mala impresión que el rubio de mal Agüero había calado en ella hacia afuera, respirando hondo antes de contestar.
- ¿Además de impresionarme por tu altura y tu arrogancia?, creo que nada importante - Sonrió apaciblemente, ajustándose los lentes con el dedo índice.
Este no contestó y se limitó a observarla con una mala intención visible a la legua, apenas habían sido unos segundos, pero con un aire tan desprovisto de buenas energías no era muy difícil dilucidar lo que pensaba.
Esa mirada ya la conocía a la perfección, una mirada llena de superioridad, de critica solo de verla, esa mirada que había enfrentado prácticamente toda su vida mientras iba y venía por las calles japonesas, rompiendo con el balance visual que tanto privilegiaban los asiáticos, el mismo en el cual no había lugar para alguien como ella.
》Y ahí va otra vez..¿es que acaso no pueden mirarme como a todos los demás?, ya me tienen cansada《
La mirada que juzga se presentaba una vez más, y lamentablemente para el rubio malhumorado, había superado su stock de admisión por un día.
Acostumbrada a ello pero sin intenciones de dejarse intimidar, su espalda sintió el escalofrío de una mirada tan llena de desprecio, y en reacción se levantó cuidadosamente de su asiento, dando unos cuantos pasos hasta el dichoso muchacho, al cual su presencia parecía desagradarle rotundamente.
Hoy no era el día con más tolerancia, y en la mala suerte del rubio, el había sido quien terminó de rebasar la taza de paciencia de la joven.
Colocando sus manos en sus caderas y parada justo frente al rubio de lentes que arqueó una ceja disconforme con su sola existencia, lo observó de pies a cabeza, tal y como el lo había hecho, con el mismo aire de desprecio que ella tanto odiaba, escrutandolo con celeridad hasta el más pequeño rincón de su ser.
- ¿Tienes algún problema conmigo que quieras discutir? - Inquirió, levantando su mano frente a él y empujando sus lentes suavemente con su dedo índice, haciéndolos chocar con su frente al subir por su tabique - No te conozco, y no me gusta para nada la forma en la que me estás observando, si intentas intimidarme al menos ten el valor de hablarme en vez de mirarme de esa forma tan despectiva.
Sin poder creer lo que veía frente a él, Yamaguchi se mantuvo estático viéndolos a ambos, conocía perfectamente el carácter tan agrio y exasperante de su mejor amigo, pero no conocía para nada lo que podía llegar a decir o hacer su nueva compañera, aunque viéndolos de esa manera: estaba seguro que no terminaría bien.
Tenían tales caras de disgusto pintadas en sus caras, que un rayo fulminante parecía cruzar entre las miradas de ambos constantemente, en busca de ver quién cedía primero.
- Eres muy arrogante para tener ese comportamiento frente a tus superiores, mirándome desde allí abajo - Señaló, tan agudo y venenoso como la sonrisa que llevaba en sus labios - ¿Por qué no creces lo suficiente como para que pueda escucharte desde aquí arriba?
Chasqueando la lengua despreocupadamente, soltó una risita antes de proseguir.
- Es la primera vez que alguien me dice algo así, y lamento reventar tu burbuja pero te aseguro que no es de las peores cosas que he escuchado, que mal, ¿No? - Imperturbable, agregó- En cambio lo que yo veo, es que tomándote de ejemplo, confirmo que parecer serio, no asegura que seas del todo inteligente..
Tomándose a reto el ser lo más desagradable en las vivencias de la joven, con un chasqueo, el siguió.
- Repítelo si puedes, ilusa - Tomando sus lentes en un movimiento rápido y levantándolos en el aire, con al menos una ventaja de 12 centímetros de su altura a la suya, lejos de su alcance - No tienes la posición ni el carácter para hablarme así, en ningún sentido.
Previniendo que la situación se estaba saliendo de control con ese último descaro, el peliverde avanzó hasta ellos tan rápido como un rayo, en un intento por calmar las aguas.
- O-oigan, creo que deberían parar aquí.. - Pidió, dirigiéndose ahora en específico a su mejor amigo - Tsukki no seas grosero con ella, por favor, ¡Apenas llego hoy y-! - Balbuceó Yamaguchi acercándose a ambos y extendiste tu mano frente a él, cortándolo de lleno en señal de que no avanzara e interfiriera, o podría salir perjudicado por accidente.
Con tal ausencia de cualquier brillo en sus ojos oscuros, este no tuvo el valor de mover un solo músculo, a pesar de recién haberla conocido, su instinto le dijo que no era prudente cruzar ese límite.
- Déjalo, no te acerques - Pidió fríamente y sin mirarlo - Esto es asunto entre él y yo. Sé como resolver las cosas con gente como él.
Sin una pizca de preocupación por ello, el rubio rió con tranquilidad con sus lentes aún flotando en el aire, siquiera previniendo el peligro en el cual lo podían poner sus palabras, ya fuera con ella o con cualquier persona.
- Es cierto, este asunto es entre nosotros - Exclamó impasible , esbozando una sonrisa que helaría a cualquiera hasta los huesos, pero al parecer, con ella no surtía ese efecto- Así que pídeme disculpas y quizás te los devuelva sin humillarte más..aunque.. ya te ridiculizas por voluntad propia con ese raro cabello, ¿crees que eres muy atrevida y especial?, por favor, no te creas más de lo que eres en realidad, tus actitudes te pueden poner en aprietos.
Cubriéndose la boca con una mano en señal de preocupación por la filosa lengua sin filtro de su amigo, el peliverde volvió a intervenir.
- ¡Tsukki no seas así!- Chilló intentando persuadir a su amigo inútilmente, más sin necesidad de que hiciera nada, la situación se resolvió en un mágico y casi imperceptible segundo.
Los hurtados lentes que antes se encontraron flotando lejos de su alcance terminaron en el suelo, y su bravucón doblegado en silencioso dolor.
En un movimiento rápido, limpio y seguro como el viento de tormenta, ella había tomado la muñeca del más alto doblándola con la fuerza suficiente para ejercer presión y asegurar que se doblegara, pero no la suficiente como lastimarlo, y frente a ello, este no había tenido de otra más que soltar los dichosos anteojos de inmediato y ceder su agarre, inclinándose a la altura de la que tanto se había burlado por el dolor, junto con una mueca de disgusto pintando su rostro que se había mantenido orgulloso hace apenas un momento atrás.
- Odio a la gente como tú, van por la vida mirando con cara de asco a la gente pensando que nunca se defenderán y se limitarán a ser intimidados por grandulones inmaduros como tú - Dijo ella, acercándose a su rostro - Bájate de la nube, rubiecita , madura y entiende que no eres más que nadie porque hieras los sentimientos ajenos o porque toques el cielo con la cabeza.
Dicho esto y con un movimiento previsor de otro arranque, lo soltó lo más suave que le permitió el orgullo, recuperando la compostura mientras el rubio se sostenía la muñeca con expresión dolorida.
Arreglándose el cabello y alisándose la falda con las manos, observó a Yamaguchi con una dulce sonrisa, el cual se mantenía tan atónito con lo ocurrido que apenas se movía.
- ¿Este idiota en verdad es tu amigo? - Preguntó incrédula, a lo que este asintió con cierta timidez. Colocando una mano en el hombro del más bajo, ella suspiró - Que admirable, ojalá no sea así todos los dias, debes ser un chico de mucha paciencia, espero que no esté intimidándote - inclinándose un poco a modo de confidencialidad, murmuró - Y si lo hace, me avisas con confianza, yo te ayudaré a ponerlo en su lugar para que no te moleste, ¿sí?
Asintiendo, este extendió los lentes que momentos antes había recogido del suelo, con un gesto entre sorpresa y preocupación, sin duda no pensó que fuera a reaccionar así, y la sorpresa de ver el cambio rotundo de la chica amable y dulce que había hablado con él hace un momento, aún lo tenía impresionado.
》Ella..ella es realmente fuerte.. que increíble《 pensó entonces, sin poder contener una sonrisa tímida.
Frente al gesto amable de recoger sus gafas, ella sonrió al colocárselas, para luego acercarse y dejar un cálido beso en su mejilla que lo tomó por sorpresa, ruborizando su pecoso rostro.
- Muchas gracias por todo, ternurita, en cuanto a tu..amigo - Dudó, observando sobre su hombro la punzante mirada del mencionado, quien parecía odiarla en todos los idiomas silenciosamente- Hazme el favor de ponerle una correa, o la próxima vez lo voy a lastimar de verdad.
Sin mucho más que hacer allí, se inclinó para tomar su mochila colgándola rápidamente de su hombro, dispuesta a retirarse del lugar.
Volteando hacia los dos chicos en un último mirar tras su espalda, ella levantó su mano en forma de saludo y sonrió de manera inesperadamente cálida.
- Un placer conocerte Tadashi, almuerza con él con mucho cuidado, no dejes que te haga sentir mal, ¡te veo después!
Y dicho esto, se retiró rápidamente con una sonrisa dejando detrás de ella a ambos chicos. Uno de ellos sonreía ampliamente y el otro la observó irse con cierto aire de curiosidad flotando a su alrededor mientras se sostenía la delgada muñeca algo adolorida, y mucha intriga a la par de gran molestia.
》¿Y quién diablos es ella? 《
▪ ▪ ▪
- Maldita sea, será de dios que Shoyo desapareció de la faz de la tierra - Exclamó con fastidio, soltando un suspiro mientras bebía jugo de una cajita blanca para pasar el mal trago anterior.
Caminando pacíficamente por los pasillos en busca de pasar el tiempo del receso, su paso se detuvo frente a la inmensa cuadrícula en la pared que había captado su atención.
La misma estaba a rebosar de papeles que anunciaban los clubes que reclutaban sus respectivos miembros como cada año, los mismos habían dejado la respectiva ficha de aptitud a completar también colgada allí.
Intrigada, observó detenidamente las listas de posibles clubes a su disposición, había olvidado pensar en ello con lo agitado que ya estaba siendo su día, pero debía buscar algo para hacer ella también, o de lo contrario la ingresarían en algún club por descarte y eso sería peor que no elegir.
- Veamos..- Murmuró, pasando sus dedos frente a las listas, deteniéndose de sopetón en el ítem del club de volleyball de Karasuno- ¡Oh!, Voleyball, ese es el club de Shoyo..según esto deben estar entrenando ahora, iré luego por él, aunque seguro está muy ocupado.
Luego de recorrer arduamente cada lista sin concluir ninguna decisión, un suspiro abrumado ante la ausencia de algo que le interesara escapó de sus labios en absoluta rendición.
- Al parecer no hay un club ni de baile ni de canto, ¡Qué aburrido!, me dejan sin opciones.
Mientras se removía en su decepción, un carraspeo cercano llamó su atención, haciendo voltear la vista hacia su derecha.
- D-disculpa.. - una chica un tanto temblorosa de cabello castaño corto por los hombros, tocó su hombro con sutileza - ¿Eres de primero, verdad?
- Así es - sonrió cordial - ¿En qué puedo ayudarte?
- Soy parte del consejo estudiantil, más bien de la parte que asesora la unión de los interesantes a una actividad extra curricular, y quería saber s-si ya conseguiste un club al cual unirte -Explicó entonces, con sus brazos agotados llenos de cuadernillos que parecían estar volviéndola loca- Si tienes problemas para decidir, podemos conseguir a alguien que te asesore para ver que club coincide más con tus aptitudes.
- Hm, pues no realmente.. - suspiró, guiando su mirada hacia ella con una nueva idea flotando por su cabeza- Oye, ¿Habrá alguna posibilidad de añadir otro club a la lista?
- ¿E-eh? - Dijo revisando entre sus papeles - P-pues habría que hablar con el director y con los encargados del consejo estudiantil p-pero quizás, ¿No te interesa ninguno de los que hay allí?
- No lo suficiente como para aceptar pasar tanto tiempo allí - rió suavemente - Quiero crear un club de baile, en mi anterior escuela había uno, así que si puedes ser tan amable de guiarme allí te lo agradeceré mucho - Tomando las pequeñas manos de la muchacha con calidez y una sonrisa sumamente convincente, esta titubeó ante su mirada, mientras sus mejillas tomaban el color del rubor.
- ¡C-claro!
▪ ▪ ▪
- Diablos, estoy agotada y aun así tengo que trabajar..- dejando la caja en el suelo, se limpió las manos con el delantal- Estúpida economía.
- Siempre puedes renunciar - una voz amable se acercó a su lado extendiéndole un dulce a modo de reconforte - Aunque eso no sería común en ti.
- Olvídalo, Ukai - Rió, tomando el dulce - Y ni toques el tema, hoy ha sido un día realmente largo, parece que todo estaba empeñado en hacer difíciles las cosas.
- ¿Hiciste algún amigo al menos? -Inquirió arqueando una ceja.
- Solo uno, un chico muy dulce llamado Tadashi, lo malo fue su desagradable amigo de ¿1.80?..no, definitivamente era más alto - Pensó en voz alta, midiéndose con su mano intentando recordar- Pero en fin, ese chico entrará en mi lista de la gente más desagradable que he visto, como si no tuviera suficientes ya..
- ¿Te molestó mucho?
- Sí, pero sabes que siempre me han molestado, desde el primer día en que mis padres me trajeron aquí ha sido igual - Comentó con desdén tirando al cesto el empaque de la golosina - Los latinos no son precisamente bien tratados entre tanto japonés perfecto, pero aun así, nunca deja de sorprenderme lo crueles que pueden ser.
Meneando la cabeza con disconformidad pero sin sorprenderse, este le dedicó una mirada compasiva.
- Es triste saber que siempre tienes el mismo mal trago en este lugar de mierda..- Tomando un cigarro de su bolsillo, continuó - Lo único que me deja tranquilo es que siempre has sabido defenderte a la perfección de los abusivos.
Ella se quitó el delantal doblándolo entre sus manos y soltó un suspiro agotado. En sus ojos, un tibio brillo de tristeza no podía evitar asomar cada vez que caía en cuenta de su realidad.
Aunque estes acostumbrado al daño y hayas aprendido a sobrellevarlo, no quiere decir que este no duela.
- Eso no quiere decir que sus miradas sean menos hirientes o fastidiosas, Ukai..No todos son como tú o como Shoyo, la mayoría cuando paso me miran riéndose al ver que soy un poco diferente a lo que suelen ver siempre, entre medio de japonesas que parecen muñecas de porcelana, delgadas y de cabello lacio perfecto..- Replicó con ese pequeño nudo de angustia en su garganta- Es extraño como a veces logro olvidar todo esto por costumbre, pero al estar en un lugar nuevo y estar en posición de querer adaptarme.. cielos, es cuando recuerdo en donde estoy, y lo que me rodea.
Él lo sabía. Tan solo se necesita un segundo de realidad para desmoronar incluso años de fortaleza.
- Hey...vamos, tranquila - Murmuró en todo compasivo acariciando su cabeza- Fue un primer día difícil, ya se acabó, no te preocupes, además, ¿desde cuando te dejas intimidar por los idiotas que te cruzas?
Asintiendo con una represión de lágrimas solemne, que él pudo notar pero decidió negarlo para no exponerla más a su vulnerabilidad, ella le dedicó una sonrisa cansada.
- Ya lo sabes, no eres un extraterrestre, solo eres un poco diferente y ya, y el que no lo acepte que se vaya al demonio.
Ella le agradeció en silencio, asintiendo suavemente. La campanita de la puerta sonó y, desconectados, ambos miraron en su dirección.
- Bienvenid- PERO MIRÁ QUIÉN SE ACORDÓ DE SU AMIGA! - Chilló con su expresión contraída de molestia al ver sus cabellos anaranjados asomar tímidamente por el umbral - ¡¿Sé puede saber donde demonios has estado todo el día?!
- ¡L-lo lamento, Jaz! - se excuso rápidamente poniendo sus manos frente a si mismo - ¡no fue mi intención, lo juro! ¡Tuve muchos problemas en el club de voleyball, ni te lo imaginas!
- ¡Me importa un rábano que excusa tengas! - Exclamó- ¡No pasaste por mi en la mañana y siempre vamos juntos! ¡Te busque todo el día y no estabas por ningún sitio, parecías desaparecido en acción!
-Ya, ya, ya - Interrumpió Ukai acercándose a ambos para intentar calmar el ambiente - Jazmín, él tendrá sus razones, primero escúchalo, además, sobreviviste por tu cuenta, y eso es lo importante.
Inflando las mejillas molesta, caminó a tomar su mochila para irse, dejando el delantal donde correspondía. Más calmados, ambos salieron de la tienda.
- ¡Y no peleen en el camino! - amenazó Ukai desde la tienda y ambos rieron caminando llevando sus bicicletas a la par bajo el cielo ya nocturno.
- Enserio lamento haberme desaparecido, Jaz, fue un día muy largo, pero..- hizo una pausa, dejando salir un suspiro pesado antes de contarle parte por parte todo lo ocurrido con su nuevo compañero y rival, Kageyama, el partido y los chicos del equipo de karasuno.
- ¡Pero que egocéntrico! - Opinó molesta- ¿Quién se ha creído ese Kageyama para hablar como si fuera el centro del universo? ¡Odio a los tipos así!
- Aun así, da mucho miedo - Un escalofrío recorrió al más pequeño- El sábado será el partido contra los senpai, ¿vendrás a verme?, Por favor, te necesito allí por si Kageyama intenta matarme.
Entre risas, ella le comentó.
- Intentaré ir, pero tengo varias cosas que resolver, ¿Te he dicho que estoy creando un club de baile aquí en Karasuno?
- ¡Wooow! ¡¿Enserio?! Que genial! - Sonrió con ojos brillosos - Seguro entrarán muchas chicas y serán muy amigas, espero no me dejes de lado por ellas.
- Eso no pasará, no me dicen Hinata Shoyo - Acusó con ojos entrecerrados, más pronto un recuerdo repentino desvío su molestia hacía otra dirección - ¡Ah!, no tienes idea el día que tuve hoy, casi asesino a un rubio del tamaño de un congelador, ¡Si lo hubieras visto! , un total arrogante y egocéntrico por decir poco, ¿es que no hay chicos normales en esta escuela?
- Parece que en Karasuno hay mucha gente de carácter difícil - Pensó, para luego sonreír- compadezco a la pobre víctima que intente hacerte algo. Según Parece los chicos de esta escuela no son muy agradables, pero aun así, debes admitir que tu tampoco tienes un carácter precisamente sutil.
- ¿De que hablas, enano? - arqueó una ceja, susceptible - soy una dulzura si así lo quiero, pero odio a los chicos guapos que están subidos a su nube y se creen que pueden pasar sobre todo el mundo como si el resto fuera escoria.
- ¿hm? - Rió el muchacho, y observó el umbral de la casa de la muchacha - Bueno, hay que reconocer que aunque era una horrible persona, al menos reconociste que era guapo, ¡mira en lo que te fijas, eres extraña!
Avergonzada, golpeó suavemente su nuca, sacándole los un quejido - Fue un comentario aislado, idiota, una observación. Pero.. era un lindo chico rubio y con bonita voz.. - Recordando el horrible momento,volvió a fruncir el ceño, frustrada - pero lamentablemente ser apuesto no te salva de ser un imbécil, y preferiría no volver a tener que hablar con él nunca mas en lo que quede de mí vida.
Divertido con el proceso de reflexión de su amiga, no pudo evitar que se le escapase una risita.
- Como digas, Jaz - Se sostuvo el estomago riendo sin poder detenerse - ¡No te preocupes, si fue tan desagradable para sacar el lado de tu caracter que no es dulce y maravilloso, dudo mucho que quiera volver a molestarte!
Avergonzada de si misma por imaginarse a si misma con cuernos y cola diabólica, no pudo evitar inclinar la cabeza, ocultándose.
- ¡Cierra la boca, Shoyo!, ¡Que yo no soy así!
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