06
La mujer retrocedió algunos pasos mientras el hombre se acercaba más a ella, había pasado mucho tiempo, en aquel entonces Kanon fue encerado en Cabo Sounion por Saga, o quizás por Arles, no lo sabía bien, apenas sabía que él estaba allí porque fue a verle un par de veces antes de que este desapareciera, pensó que había muerto.
Trato de hablar, pero no podía, pronto otro temblor se hizo presente, y eso fue señal para que Kanon dejara de tratar de acercarse a ella y se fuera del lugar, después de todo aquellos caballeros de Athena estaban destruyendo los pilares que sostenían el océano, ella solo se quedó allí parada, no sabía que hacer, esto estaba siendo tan confuso, sentía que debía ayudar a Athena quien seguía cantando para ellos, pero a la vez sentía una extraña y legitima preocupación...por el señor del océano.
Dejo aquellos pensamientos atrás cuando sintió un nuevo temblor, era el tercero y pronto se encontró corriendo por el recinto, no sabía dónde estaba, pero se guiaba por los cosmos de sus compañeros dorados, podía sentirlos más cercanos a ella, sin embargo, bastante débiles, se detuvo cuando entro a una gran sala donde se encontraba un trono en el cual el señor del océano se encontraba sentado, con sus ojos cerrados, parecía tan tranquilo en comparación a lo que ocurría en el exterior del templo, a su lado había una mujer que lucía un largo cabello rubio, sus azules ojos se fijaron en la amazona y la ira se hizo presente en su rostro, como era posible que aquella mujer que seguía a Athena estuviera ante su señor, sin embargo antes de que pudiera hacer algo la voz de Poseidón resonó en la sala haciéndole callar y mirar a su señor, quien había abierto sus ojos para ver a la amazona.
–ya has llegado –declaro antes de incorporarse y bajar las escaleras que los separaban bajo la mirada de Thetis quien parecía molesta por aquello, aunque sabía que Poseidón era su enemigo, por alguna razón sentía que debía confiar en él, y siendo sincera consigo misma, sus instintos nunca le habían fallado, así que no retrocedió cuando el hombre poso su mano en su mejilla dejando suaves caricias con su pulgar, aquello se le hacía extraño, pues podía ver que el recipiente de Poseidón era claramente más joven que ella– Asclepio –volvió a llamarle por ese nombre, y quizás por la forma en que dejo ver una mueca de desagrado en su rostro el dios comprendió que no le agradaba que la llamara así– Cual es tu nombre? –pregunto apartando su mano, un nuevo temblor se hizo presente, era el cuarto, sin embargo eso no pareció importarle más que a Thetis quien abandonó la sala.
–Kaia –respondió en un bajo susurro sin apartar la vista del Dios recibiendo una pequeña sonrisa del mismo, aparto su vista del cuándo este dejo algo en su cabeza, pudo reconocer de inmediato aquel objeto, era una corona de olivo echa de oro, por un segundo perdió todas sus fuerzas sus piernas temblaron hasta que cedió ante ello y callo de rodillas, allí arrodillada frente a Poseidón, por primera vez en toda su vida aquella mujer que siempre se guardó todo para ella misma que no parecía importarle nada más que cumplir con su deber, se permitió que aquella pared de indiferencia fuera destruida, una por una las lágrimas cayeron en el mármol bajo suya, sentía una absoluta tristeza al ver la corona de olivo, que permitió ver al Dios del Océano verla llorar por primera vez, sintió como el mismo se arrodillaba a su lado, y pronto se encontraba oculta entre sus brazos, llorando sin parar.
Se escucho otro temblor, era el quinto, pero ella no le prestó atención pues seguía llorando en brazos del Dios, le dolía la cabeza y su llanto no aprecia disminuir, ¿eso era lo que él quería?, que ella recordara?, pues lo había logrado.
A los caballeros dorados no se les permitió abandonar el santuario durante aquello, a excepción de Leo y Escorpio quienes originalmente ya estaban con Athena, el único que desobedeció fue Ofiuco, pero ahora todo había terminado y les permitieron moverse, amazonas y caballeros todos reunidos en aquella playa recibiendo a su Diosa, a los dos santos dorados y los cinco de bronce, la amazona de plata y más el pequeño aprendiz de aries quien se había arriesgado a llevarles la armadura de Libra, sin embargo faltaba algo, o mejor dicho alguien.
–Donde esta Kaia? –para sorpresa de varios aquello no había salido de sagitario como muchas esperarían, sino del santo de Acuario– creí que había ido con ustedes –acoto señalando lo que en realidad ya todos sabían, sin embargo, tanto Aioria y Milo solo se miraron entre ellos y luego a los santos de bronce a sus espaldas junto a la joven Diosa, ninguno lo sabía.
–No lo sabemos –declaro al fin el santo de Escorpio– no la volví a ver después de entrar al templo de Poseidón –agrego ante la fulmínate mirada del acuariano, de alguna forma habían perdido a la mujer después de pasar por la entrada, la presión cósmica provoco que cayeran inconscientes y cuando despertaron siguieron adelante para rescatar a Athena, en ningún momento se percataron de la ausencia de la mujer, pues podían sentir su cosmos cercano a ellos y no parecía que estuviera en problemas por lo calmado que se encontraba, más allá de una pequeña fluctuación en lo que milo pudo descartar como algo imposible en su única compañera.
Los murmullos no se hicieron esperar, los caballeros daban pequeñas teorías, no muy buenas y eso molestaba a las amazonas pues también las incluían a ellas, pero pronto todos callaron ante la severa mirada de Sagitario y Géminis, todos regresaron al santuario, debían saber que había pasado y donde se encontraba la única mujer de la orden dorada, sin embargo la no muy grata sorpresa llego cuando llegaron al templo de la serpiente dorada, pues sus guardianes viperinos no les permitieron la entrada, ni siquiera a la misma Athena!, no sabían que estaba pasando.
Sus ojos naranjas se abrieron mientras tomaba aire con fuerza, permitiendo que este entrara en sus pulmones con la necesidad que sentía, sintió unos brazos en sus hombros alterándolo, pero se calmó de inmediato al ver los grandes ojos rosas de su compañero quien le ayudo a sentarse, su respiración se calmaba lentamente observo a su alrededor sus demás compañeros se encontraban en el mismo estado que él, y finalmente se fijó frente a ellos.
Poseidón se encontraba frente a ellos arrodillado sosteniendo el cuerpo de la mujer de cabellos dorados y naranjas, quien respiraba de forma agitada, un fino hilo salía de su boca, el Dios los miro levantado se para salir de forma apresurada de la habitación con la mujer en sus brazos, no comprendía que estaba pasando, volvió en si cuando el chico de cabellos Lilas le hizo mirarle, parecía hablar pero no podía escucharlo, o entenderlo, sus ojos se movieron entre él y sus demás compañeros quienes eran ayudados por algunas marinas, Sorrento le agarro de las mejillas haciendo que lo viera una vez más, esta vez ya no hablaba, solo regreso en si cuando el de cabellos lilas unió sus labios y sintió un liquido bajar por su garganta, el le estaba obligando a beberlo todo, cuando se separo pudo verle limpiarse los labios, los cuales estaban cubiertos de sangre, al igual que los suyos, se limpio y miro a los otros a quienes también estaban haciendo beber aquello, era sangre, no comprendía que estaba pasando, él estaba muerto, ¡había muerto!
–Se los explicare todo después –aclaro Sorrento cuando los demás volvieron en sí, solo le miraron sin comprender, les hizo seguirlo otra vez de la mansión del recipiente de su señor, ingresaron a una de las tantas habitaciones, en ella se encontraba el señor del Océano recostada sobre una gran cama se encontraba la mujer que habían visto antes, parecía inconsciente, Poseidón usaba su cosmos sobre ella para mantenerla con vida– Mi Señor Poseidón –llamo Sorrento, el hombre les dirigió la mirada antes de regresarla a la mujer.
–ya la bebieron? –pregunto el de cabellos azules solo recibiendo una respuesta afirmativa de parte del general marino, el aun miraba todo con confusión, el Dios volvió su mirada a ellos una vez más– si murieron, si eso es lo que se preguntan, solo están aquí de nuevo gracias a ella –declaro apartándose del lado de la mujer– así que tengo una nueva misión para ustedes –acoto mientras una pequeña sonrisa aparecía en su rostro.
<...>
Abrió sus ojos, sentado se sobresaltada, observo su alrededor, una habitación bastante lujosa, retiro las mantas que la cubrían y se levantó, sus pies tocaron el frio piso de mármol, no sabía cómo había llegado allí, lo ultimo que recordaba era estar en el templo marino junto a un inconsciente Poseidón, no regreso con Athena, mientras el Océano caía sobre ellos tomo la vasija del Dios y rompió el recién puesto sello de Athena liberándolo una vez más, como pudo logro llevarse al Dios y al adolescente que le seguía y con ayuda de el lograron llegar a la orilla y de allí ya no recordaba nada más, observo su cuerpo, ya no llevaba la ropa que usualmente usaban las amazonas bajo sus armaduras, en su lugar llevaba una cómoda Pijama de dos piezas de un suave color pastel, algo que le molesto pero no podía hacer nada por eso en ese momento.
Con un suspiro escapando de sus labios salió de la habitación, no había nadie en el pasillo, sintió una leve presión cósmica, camino por los pasillos siguiendo aquel cosmos que ahora se le hacia tan conocido, finalmente termino en el gran comedor, allí se encontraba sentado el hombre de cabellos azules, quien le miro tan pronto ingreso, en su rostro se reflejo la sorpresa mientras se incorporaba rápidamente para acercarse a ella.
–¡Pero que estás haciendo! –acoto exaltado tomado la por los hombros– no deberías estar de pie aun, esta débil! –declaro en un preocupado tono de voz, llamando la atención de los cercanos a la habitación, pronto Sorrento estuvo allí ante la voz de su señor detrás suya se encontraba Io de Scylla, ambos vieron sorprendidos a la mujer, aunque solo pudieran ver su espalda, era esto lo que les sorprendía, una gran serpiente dorada marcada en su piel, no era un simple tatuaje pues la serpiente se movía a través de su espalda y se perdía en su pecho, volvieron en si cuando la mujer los miro, sus ojos como zafiros los miraban fríamente, como si los examinara– Sorrento –el mencionado volvió su atención a su Dios– prepara lo que te pedí ahora! –exclamo con ese tono exaltado, el ya mencionado salió rápidamente para cumplir con las órdenes del Dios.
Io solo pudo observar a su señor irse llevándose con él a la mujer, aun no sabía quién era ella, solo sabía que, por órdenes de Poseidón, ella era intocable, que debían protegerla sin importar nada, finalmente se dirigió a la sala de la mansión a donde se dirigía originalmente junto a Sorrento, los demás Generales estaban allí, todos menos Sirena quien estaba completando el pedido de Poseidón, y Dragon Marino, quien ya se les había notificado de su traición, ellos apenas y podían comprender como habían regresado de la muerte, pues no les dieron demasiada información más allá de que había sido aquella mujer la responsable de su regreso.
Se fijo en medio de la sala, había una Pandora Box Dorada, sobre ella se encontraban grabados patrones de serpientes, no reconocía el símbolo que representaba, sobre ella parecía descansar una serpiente de escamas doradas, se acercó un poco arrodillándose al lado de la Pandora Box, cuando hizo esto la serpiente levanto su cabeza, los demás le miraron, ellos también habían tratado de acercarse, apenas y pudieron recuperar la armadura como Poseidón les había pedido gracias a esa serpiente, algo en ella le decía que era peligroso, pero no le importo y tendió su mano hacia el animal, Krishna trato de hablarle pero se calló a si mismo cuando la serpiente se movió, a ellos trato de atacarlos, pero con Io simplemente se enredó en su brazo, mirándole fijamente con aquellos rojizos ojos antes de acomodarse de mejor forma en su brazo y cerrar sus ojos, confiaba en él, Io se incorporó y tomo la Pandora Box para regresar por donde había llegado, los demás se miraron entre sí y le siguieron, no es como si tuvieran algo mejor que hacer, pronto llegaron a la habitación en la que se encontraba la mujer, aun no sabían quién era ella.
–Si Hades se entera de esto no va a esperar a que su ejercito despierte para venir aquí –se detuvieron fuera de la puerta al escuchar una voz femenina hablar, se miraron entre ellos sin entender, por que mencionar al señor del inframundo.
–Hades no tiene por que enterarse de esto –esa era la voz de Poseidón– no necesitamos otra guerra Olímpica Asclepio –agrego la voz, se escuchaba preocupado.
–pero la habrá, mira donde estamos, te libere del sello de Athena, mi simple existencia ya es una amenaza para el olimpo, de no ser por ti hubiera tenido la misma suerte que mis anteriores encarnaciones –volvió a hablar la voz femenina, aunque esta se comenzaba a escuchar cada vez mas masculina con cada palabra.
–es suficiente, yo me encargo de esto, ya déjala, Kaia aun no tiene la capacidad de usar tu poder aun –Poseidón se acercó a la puerta– casi muere por traerlos a ellos –declaro abriendo la puerta dejando ver a las marinas, dentro de la habitación se encontraba Poseidón, Sorrento y la mujer, aunque su apariencia ahora era diferente, su cabello era completamente blanco y sus ojos tan rojos como la sangre.
–Con el sello de Athena seguirá pasando esto –declaro la mujer y señalo a los Generales mientras Poseidón se acercaba una vez más a ella– Hades es el único con la capacidad de quitarlo –agrego cruzando sus brazos sobre su pecho– búscalo o lo hare yo mismo
–Asclepios –le llamo pero no sirvió de nada pues solo pudo ver a Sorrento aproximarse rápidamente al cuerpo de la mujer antes de que callera debido a la inconciencia, Asclepios había desaparecido, sus cabellos rubios regresaron, aquello sería un problema, él había podido tomar el control del cuerpo de su ahora sobrina, lo que significaba que estaba recuperando su poder, aunque en un futuro ambos serian uno mismo, mientras aun fueran dos almas separadas ella sufriría las consecuencias, Sorrento le miro, los demás se acercaron, Io dejo la Pandora Box frente a el y se fijo en su brazo donde la serpiente dormía– dime que esa cosa no te mordió –dijo acercándose al cuerpo de la mujer, solo recibió la negativa por parte de él, aunque al hacer esto la serpiente despertó fijándose en la mujer mientras Poseidón usaba su cosmos para darle la energía suficiente para que despertara, y así lo hizo despertó, pero parecía bastante cansada.
Con ayuda de Sorrento pudo sentarse en la cama, ella miro la serpiente y extendió su mano provocando que esta fuera hasta su brazo, pero a diferencia de Io, esta vez clavo sus afilados colmillos en el brazo de la mujer antes de volver a dormir.
–Cuanto tiempo fue? –ella miro a Poseidón, su voz había vuelto a la normalidad.
–un par de minutos, lo suficiente como para que él no se dé cuenta –respondió volvió su mirada a la Pandora Box– fuera –tan pronto aquella palabra salió de sus labios los generales marinos abandonaron la habitación y dirigió su mirada a ella, parecía molesto– no iremos con Hades, si se entera de todo lo que Asclepio me dijo va a ir en contra del olimpo, no necesitamos otra guerra Olímpica, yo me encargare de que vuelvan a ser como antes, pero no lo involucraremos a el –declaro acercándose a ella– escucha, hace un par de eones los recuerdos de Hades fueron manipulados para que no recordara nada de Neheia, estoy seguro que eso no fue lo único que hicieron, así que no podemos estar seguros de que él nos ayude –agrego recibiendo una expresión de molestia y confusión de la mujer– ...iré yo, si realmente aun esta dispuesto a ayudarnos te lo hare saber, sino no quiero que te acerques a él, menos a Athena, entendido?
Ella asintió y el salió de la habitación, varias mujeres ingresaron para ayudarle, aunque eso la hizo sentir incomoda, solía hacer todo por ella misma, que alguien mas lo hiciera le parecía extraño, pues en el santuario no recibía la ayuda de las doncellas a diferencia de sus compañeros dorados, cuando terminaron le permitieron salir, aunque antes de hacerlo miro por unos minutos su Pandora Box, no la uso esa vez, pensaba que usar una de las armaduras de Athena en los dominios de Poseidón sería una ofensa para el mismo, así que se paseó por la mansión sin ella, solo habían marinas que se hacían aun lado cuando pasaba, algunos le miraba mas tiempo del que le gustaría, ya comenzaba a extrañar su mascara, pero Poseidón le había pedido que no la usara nunca mas y ella lo haría, aunque termino en uno de los balcones de la mansión que dejaba ver el extenso mar, sintió una presencia detrás suya, pero no se movió hasta que el Hombre se detuvo a su lado, solo le miro durante unos segundos antes de dejar que su cabeza descansara en su hombro.
–ah pasado mucho tiempo desde la ultima vez que te vi –acoto ella cerrando sus ojos estaba tranquila a su lado– te Extrañe –declaro ella, hacía mucho tiempo había sido la ultima vez que vio a aquel hombre.
<...>
Un ruido sordo se escuchó, las personas alrededor se detuvieron, la mujer de cabellos negros miro al hombre arrodillado frente a ella, había dejado caer la taza en sus manos solo por las palabras de aquel soldado.
–Que el hizo qué? –preguntó sorprendida– ¡búsquenlo, encuentren a Hades!
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