05
No sabía cómo reaccionar, Lo único que lograba escucharse en la habitación, no era nada más que los pequeños jadeos de la mujer cada vez que pasaba sus manos por aquellas zonas tan sensibles, estaba encantado con la mujer debajo suya, devorándola con la mirada.
Sus manos recorrían tanto como podían la blanquecina piel de la fémina, realmente no sabía que estaba haciendo, pero estaba tentándose a seguir gracias a su voz, quien llamaba su nombre en pequeños gemidos ocasionales, eso enserio le encantaba, no quería que se detuviera, jamás había estado de esa manera con una chica y el tenerla ahora mismo sobre el completamente desnuda, era todo un sueño para él.
Aunque tomo en cuenta que todo había sido más que un sueño cuando despertó de repente debido al azote de la puerta de su habitación siendo su hermano menor quién había entrado de tal forma, se le veía realmente preocupado, bueno sus estúpidos sueños húmedos deberían esperar, ya que no era la primera vez que los tenía y aunque le gustaría volver a dormir lo que su hermano le había dicho fue razón suficiente para levantarse y tomar una camisa y portar su armadura y correr en descenso al templo inferior, ofiuco.
<...>
Se encontraba mirando fijamente al techo, llevaba más de dos semanas en cama y bueno tenia a cierto caballero alado que no le permitía moverse para nada, entendía que había sido su error, pero él no tenía por qué estar todo el tiempo a su lado cuidándola como si fuera una niña pequeña, aunque agradecía que cuidara de ella los primeros días luego se volvió tedioso y hasta fastidioso, realmente ya no soportaba que el la estuviera tratando como una niña todo el tiempo, podría curarse a sí misma pero su cosmos seguía débil aun, bueno eso también había sido su culpa por excederse ese día.
Dirigió su mirada a su derecha donde Aioros se encontraba dormido en una silla, eso realmente le pareció incomodo, ¿Cómo podía dormir así?, se levantó con cuidado de su cama para acercarse a él, no le gustaba la idea de que estuviera allí y menos dormido de esa forma tan incomoda solo por cuidar de ella, movió suavemente el cuerpo de Aioros quien abrió sus ojos viéndola.
Aunque volvió a cerrar sus ojos quedando dormido nuevamente, bien eso era suficiente, salió lentamente de la habitación, ya se había hartado de estar todo el día acostada, y Aioros tenía deberes de los cuales encargarse, aunque todos esos pensamientos se desvanecieron cuando vio el exterior , estaba lloviendo y demasiado, incluso para ser una lluvia normal, empezó a sentir frio, más del que debería hacer, vio a las pequeñas serpientes que rondaban por el templo moverse de un lado a otro inquietas y hasta llego a escucharlas soltar pequeños quejidos, tenían dolor ellas necesitaban calor y estaba haciendo mucho frio para sus cuerpos.
No podía hacer nada por ellas en ese momento, pero realmente le dolía tener que verlas sufrir de esa manera, volvió su vista al cielo llovía con tal fuerza, que parecía que aquello no era por causa naturales, de inmediato volvió su vista a los peldaños de su templo, nuevamente allí se encontraba aquella niña tarareando la misma melodía, tan hermosa como la última vez.
—No crees que es algo hermoso? —la niña la observo expectante— tienes razón esto no es algo natural señorita, es culpa del señor del Océano, él quiere eliminar a los mortales —declaró la niña, Kaia se sentía desconcertada, como una niña podía saber eso, y más con eso del señor del Océano se refería al mismísimo Dios Poseidón.
En tan solo un segundo de distracción la niña había desaparecido nuevamente, si lo que dijo era verdad, entonces Poseidón era el culpable de todo aquello, entonces deberían detenerlo, y ella no podía hacer nada, por su imprudencia estaba débil, todo por tratar de conseguir su objetivo... traer a su maestro de regreso a la vida, fallo y termino debilitando se de tal manera que casi pudo haber muerto de no ser porque Milo estaba allí solo para hablar con ella mientras hacía aquello.
Pero claramente eso no sería suficiente para detenerla, con el poco cosmos que aún tenía llamó a su armadura que cubrió su cuerpo en segundos, y por supuesto eso fue suficiente para despertar a Sagitario y alertar lo de que algo no estaba bien, pero fue demasiado tarde, cuando salió de la habitación solo pudo ver a la mujer yéndose del lugar y sin poder hacer nada para detenerla, no sabía a dónde iba tampoco, a Kaia no le importaba mucho convivir con sus compañeros, ya que considera que es una pérdida de tiempo, pero últimamente lo hacía mucho, no por voluntad propia pero no se quejaba, pero justo en ese momento, todo eso era un estorbo para ella, su único pensamiento era el de ayudar a Athena a detener a Poseidón, después de todo para eso estaban ellos, no?, eran su élite, los más cercanos a ella, debían protegerla y luchar a su lado.
Tan rápido como podía se dirigió a Asgard, sabía que Milo y Aioria estaban allí se suponía que estaban acompañando a Athena y los jóvenes caballeros de bronce, con la velocidad en la que se movían los caballeros dorados no le fue difícil llegar pronto, aunque inmediatamente se arrepintió de hacer eso, puesto que era un lugar demasiado frío, y quizás ella era muy sensible a las temperaturas frías, pero no le importo menos en ese momento, dirigiéndose a donde sentía el cosmos de sus camaradas, un palacio.
Apenas llego parecieron reconocerla por la armadura así que la llevaron directamente a donde se encontraban sus compañeros, aunque apenas ingreso a la habitación, observo a los dos Santos dorados discutiendo entre ellos, sobre Athena.
—y que fue lo que pasó con Athena? —acotó llamando la atención de los dos hombres quienes guardaron silencio de inmediato y observaron con cierto deje de decepción a la mujer— y bien estoy esperando una respuesta.
Los dos aun guardaban silencio no es que fuera por miedo, sino por el hecho de haber decepcionado a su Diosa y permitir aquello que ocurrió.
—la señorita Athena fue secuestrada por Poseidón y no sabemos cómo llegar hasta el! —todos observaron al santo de Pegaso que se había atrevido a decir lo que ninguno de los presentes podía, Si pudieran ver debajo de la máscara podrían ver el rostro de enfado de más fémina quien fijo su atención en los Santos Dorados.
—y ustedes dos qué demonios han estado haciendo! —y allí estaba lo que ambos deseaban que no pasará, el hacer enojar a la única mujer de la orden Dorada, la decepción de haber fracasado en su misión y ser reprendidos por ella, al ser la única mujer entre ellos, y la más joven entre ellos la mayoría solía tenerle cierto afecto de hermandad, la mayoría de ellos eran huérfanos, así que el considerarse familia entre ellos era algo normal en ese punto.
Por supuesto pasaron al menos cinco o diez minutos siendo reprendidos por ella, los demás observaban aquella insólita escena donde los dos hombres se encogían ante la mujer de cabellos dorados, finalmente un suspiro escapo de los labios de la mujer quien extendió su mano hacia el ya reprendido santo de Escorpio, quien pareció no entender esa acción, ¿qué era lo que quería?
—el brazalete que de ti milo, estoy segura de que aún lo tienes, si no es así espero que sea a Athena a quien se lo has dado —declaro llamando más la atención de los presentes, que tenía que ver ese brazalete?
—sí, se lo eh dado a Athena, ella quiso tenerlo en cuanto lo vio —incluso el desconocía la razón de por qué Athena insistió en llevar ese brazalete ella, por su puesto su cara de desconcierto no pasó desapercibida luego de escuchar la risa de la rubia.
—niña astuta, entonces poder encontrarla más fácilmente si ella lo tiene.
—a que te refieres? —y allí estaba el santo de Pegaso, ese niño parecía tener una conexión con Athena, por supuesto el parecía el más intranquilo ante la desaparición de Athena.
—el brazalete es especial, así que mientras ella lo tenga, podre saber dónde está el brazalete, por ende, Athena estará allí...ahora mismo está en el mar —declaro y observo a Hilda de Polaris— si lo que dicen es cierto y ha sido Poseidón quien se ha llevado a la señorita Athena, lo más probable es que se encuentren en el Templo Submarino —la mujer hablo sin pensar, llevo su mano a su cabeza, tratando de recordar y así tal y como decía en los libros de Odysseus.
—y cuál es el pero en eso Kaia? —ella fijo su vista en el santo de Escorpio— te conozco lo suficiente para saber que cuando haces eso, es porque hay algo mal en toda la situación —declaro haciendo que todos se fijasen en el de nuevo, y tenía razón, la conocía bastante bien.
—la entrada fue sellada hace 243 años, en la anterior guerra santa por el caballero de Acuario de ese entonces, antes eh estado allí, pero ese hielo no se romperá sin importar cuanto lo intentemos, existen dos entradas más, pero una de ellas está a mitad del mar así que tardaríamos en llegar y desconozco el paradero de la última entrada —explico haciendo que de un momento a otro el ambiente se sintiera tenso y un poco desanimado.
<...>
—el cielo está realmente molesto, no lo crees Rhadamanthys? —el hombre de cabellos Rubios observo el cielo, de pie al lado de la jovencita de cabellos negros y ojos aguamarina, en ese momento se encontraban en el jardín de aquella mansión, aun con esa fuerte lluvia, el hombre usaba una de las alas de su imponente armadura para cubrir a la jovencita, sin importarle que el mismo se estuviese mojando— parece que Poseidón decidió despertar de mal humor esta vez —una pequeña risa escapo de sus labios al observar al Espectro a su lado, El ceño del varón se frunció ante la mención del Dios— Aun duele tu corazón querido Wyvern? —El varón observo a la fémina quien se incorporó de su asiento para posarse frente a él, quien no dudo en mover el ala de la armadura para cubrirla a ella.
—ya no duele tanto, puedo soportarlo —declaro inclinando un poco su cuerpo dejando su rostro frente al de la fémina— no debes preocuparse por eso, Princesa —su rostro fue acunado por las delicadas manos de la jovencita causando una sensación de calma en su cuerpo.
—cómo puedes decir que no me preocupe?, la guerra santa de Hades y Athena está cerca, deberás volver a luchar —tan pronto termino su oración no dudo en dejar un suave beso sobre sus labios, el cual fue correspondido por el varón.
Por un momento el antes cielo nublado desapareció dejando por unos minutos la calma de haber cesado aquellas violentas lluvias.
<...>
Un fuerte cosmos podía sentirse, junto a la bella melodía que era cantada por la misma Athena, en honra a que sus caballeros no se rindiesen en aquel momento, ellos habían logrado llegar hasta el templo de Poseidón gracias a Hilda de Polaris, quien les había dicho de la ubicación de la entrada, al fin estaban allí, aunque al entrar habían perdido la conciencia gracias a la presión cósmica, cuando despertó se encontraba en una habitación bastante elegante, donde solo podía sentir el cosmos de Athena y su voz al cantar, no sabía porque estaba allí cuando se suponía que debía estar con sus camaradas yendo a detener a Poseidón.
Se fijo bien en la habitación, demasiado lujosa para su gusto, la puerta fue abierta y por este paso un hombre de largos cabellos azules y ojos verdosos supo de inmediato que aquel hombre no era otro más que Poseidón gracias a su cosmos, pero, aunque se trataba de su enemigo, por alguna razón se sentía bastante en calma estando frente a él, instintivamente cerro sus ojos cuando el hombre acaricio su mejilla, aunque le pareció extraño que aquel que era su enemigo la tratara de una forma tan delicada.
—has regresado Asclepios, Mi querido Sobrino, ha pasado tanto tiempo —acoto el varón provocando que la mujer abriese sus ojos ante la sorpresa de aquellas palabras, por supuesto eso no pasó desapercibido para el Dios— ¿acaso ya no me recuerdas?, eh estado esperando a que regresaras por más de una era, pero no pensé que volverías a estar junto a ella, esa mujer te traiciono —Sabía que se refería a Athena ya lo había leído en los libros.
Athena que era en quien más confiaba el Dios Asclepios, descendió del olimpo cuando nadie más quiso apoyar a Athena a salvar a los humanos, el que era el Dios de la Medicina y la Curación, no dudo en darle su apoyo para que los mortales que habían jurado lealtad a ella vivieran sin complicaciones de salud, salvándolos de la mismísima muerte, aunque en ese entonces Hades se molestó y Zeus temió que el inframundo quedase desolado, él se mantuvo firme al lado de Athena, y le juro lealtad, Hades quien era el gobernante del inframundo, hablo con Zeus, y le pidió que aquel niño divino fuese llevado a su reino, no por matarlo, no por apartarlo de su camino, era todo lo contrario, Hades quería aquello que Athena tenía, la cálida luz del hijo del sol, el que podía curar todo y devolver la vida, tenía la esperanza de que lo liberara de su maldición.
Sin embargo, su petición fue algo contradictorio, Zeus cambio sus palabras y ante todo el olimpo tacho a Asclepios de Traidor, el Dios sin esperanza alguna acudió a Athena, se arrodillo ante ella y suplico su ayuda, pues aquello de lo que lo culpaban no era real.
—acaso aun no has recordado? —salió de sus pensamientos ante la voz del Dios de los mares, por un momento se había olvidado de la situación en la que se encontraban— supongo que aún no has despertado, querido sobrino...no ahora es sobrina?, nunca habías tomado una forma así, ¿qué es lo que tiene de diferente ahora? —un fuerte estruendo se escuchó seguido de un gran temblor, no sabía que había sido eso, pero por alguna razón se sentía preocupada, miro con sorpresa al señor de los mares cuando deposito un beso en su frente— ya es hora de que regreses a casa, te estaré esperando el día en que regreses —declaro para posteriormente salir de la habitación dejándola completamente sola, solo unos minutos después decidió salir, no tenía su armadura ni su mascara, así que no tenia de otra más que caminar alerta de su entorno, quizás por eso se dio cuenta de aquel hombre que la observaba en la oscuridad, pero aquello que más llamo su atención fue su cosmos un cosmos muy conocido para ella, se preparó mentalmente para lo que estaba a punto de hacer, pero no tenía más opciones, quería confirmar si lo que pensaba era cierto.
—sé que estas allí sal —declaro dirigiendo su vista al lugar en el que se encontraba aquel hombre, por supuesto él se acercó, llevando una armadura que nunca había visto antes, se sentía nerviosa, algo que antes nunca le había pasado, pero ese hombre la hacía sentir así, ¿por qué? — quién eres? —Eso fue suficiente para que el hombre se quitara el casco dejando ver su cabello de color azul marino y ojos turquesa.
—cuanto tiempo sin verte pequeño solecito —especto el hombre mientras una sonrisa se formaba en su rostro.
—eres tú...Kanon.
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eh vuelto!, y con mas ideas jajja
por si se lo pregunta, la historia de lo que le paso a Asclepios no esta completa en este capitulo, y si Kanon esta vivo, no es un darado porque antes de que le dieran su armadura ocurrio lo de Arles, y en ese entonces la armadura estaba en la cueva aun, y como Knaon fue encerado en cabo sunion por Arles, no la recibio :p
en fin preguntas?
quien sera esa personita que esta con Rhadamantys y por que la menciono aqui?
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