64. [FINAL]
Natasha.
—¡Más adelante, Gwen! — grité viendo al equipo avanzar. Wanda se encontraba cercana a la portería. —¡Rápido!
El empate de dos a dos, podía cambiar dándole un buen triunfo al equipo. Nos encontrábamos delante de uno de los rivales más potentes del equipo, y definitivamente hablaría bien de mi trabajo que lograran marcar la diferencia.
Otro gol de Wanda me hacía recobrar el aliento.
El ruido del silbato indicaba el final.
—¡Bien! — gritó Tony quién se encontraba sentado a mi lado.
Él ha venido hasta aquí sólo para darme aliento, Steve ha ido por café.
—Excelente...
Mis chicas se acercaron hasta donde me encontraba. Wanda me sonrió, sin embargo pasó directo a la ducha, algo extraño, pero lo aceptaba.
—Gran trabajo en cancha, chicas. Han hecho increíble todo esto. Nos merecemos una cena, déjenme coordinarlo. — dije rápidamente. Ellas festejaron mientras se alejaban a camerinos.
—¿Por qué tu novia no parece tu novia?
—Hey, silencio. — le hice callar. — no es público... No he dicho estar con ella, ni ella conmigo. Aquí no hay periodistas que me sigan, prefiero quedarme así.
—¿Acaso no sería más simple que todos supieran que están juntas? Evitas que la gente hable de más.
—Aquí no son así. Además intento limpiar mi nombre y no quiero que se hable sobre mi vida privada.
—¿Y qué tiene de malo que te relacionen con Wanda? Ya fueron "novias" — hizo comillas.
—Que no me apetece manchar su reputación con una relación falsa que traemos a cuestas. Mientras menos hable de ello, menos posibilidades tiene la gente de saberlo, y eso en lo que a mi concierne, me pone de mejor humor.
Él se encogió de hombros.
—No es necesario que se sepa.
—La verdad siempre acaba por salir a la luz.
—No fue una mentira mala. Ha surgido un lindo amor de allí...
—Y miles de monentos que tal vez pudieron ser de otra manera... — suspiré recordando a Rachel.
—¿Qué pasa?
—¿Por qué?
—Ese suspiro.
—Yo...
—Dilo.
—Nada.
—Te conozco como si hubieses nacido de mi útero. — tocó su estómago. — si es que lo tuviese claro.
—Okay... Bueno, yo... Pensaba en Rachel y... El hecho de que me acosté con ella... No sé. He avanzado muchísimo en mi terapia, también creo que encontré la forma de respetar mi dolor sin prohibirme vivir, pero... Pienso en la gente que no puede superarlo de la manera en que yo... No tienen una red de apoyo, no tienen la posibilidad de decirlo... Gente que se guarda esas cosas para siempre... Rachel tiene un problema, y está pagando, pero... ¿Sabes cuántas Rachel existen en el mundo?
—Millones. Billones. No lo sé. — susurró Tony. Me quedé observando como la gente se iba poco a poco del estadio, algunas luces comenzaban a apagarse. — Cuando estaba en la universidad... Una chica. — habló él y lo observé. Parecía ver a la nada. — Ella me... No lo sé, ¿no aceptaba un no? No sé como explicarlo... Creía que era una gran chica para ser honestos, solían bromear muchísimo acerca de ambos. Ella era la chica más linda del salón y yo el chico más lindo ante los ojos de mis compañeras. — sonrió algo entristecido. — yo soy bisexual, lo sabes, pero... Luego de que esta chica... No entendiera que todo lo que pasaba era un chiste, me encerrara en un salón y me besara en contra de mi voluntad mientras subía su mano sobre mi pierna... No volví a acercarme a una chica, porque temía. — acabó su relato y levantó la mirada. Sus ojos de cachorro parecían apagados. — me sentí... Asqueado, tardé semanas en... Lograr decirlo a alguien... Sentía vergüenza, creía que yo había dado paso a eso y que... Era mi culpa, porque tengo personalidad...
—Coqueta... — susurré recordando las justificaciones de algunos periodistas sobre mi caso.
—Gracias por... Hacer tu parte, Natasha. Yo... Hasta el día de hoy sigo pensando que tal vez fue mi culpa, y cada vez que la veía sentía que se me revolvía el estómago, intenté fingir que no me molestó... Pero me hizo sentir absurdo por tanto.
—¿Steve lo sabe?
—Ese... Maldito rubio desesperante es la razón por la que dejé de sentir que yo provocaba a los demás. Fue tan lento... Me hizo sentir desesperado, pero... También amado de verdad... No sentía que sólo era un trozo de carne para él.
—¿Qué ocurrió con Strange? — pregunté recordando que Wanda creía que ellos...
—Le dije que no cuando intentó sobrepasar los límites. — sonrió. — me tomó más de veinte años... Pero lo logré, y... ¿Sabes? Hoy puedo verle la cara a Stephen y me agrada saber que no soy yo quién se avergüenza.
—Oh, Tony... No debías avergonzarte con aquella chica... Ella intentó...
—Se lo dije a mi madre luego de tu entrevista, Nat. Ella me confesó que en un bar, un sujeto intentó aprovecharse de ella... De no ser por papá... — suspiró. — existe gente malvada, Nat... Pero yo jamás culparía a mi madre... Ni ella a mi, ni yo a ti... Porque quiénes tienen la culpa son aquellos que muchas veces caminan por la calle sin ningún tipo de resguardo, porque la justicia y la vida no es justa, por eso las mujeres, las asociaciones y tanta gente se mata luchando... Levantando la voz por quiénes temíamos, por quienes aún temen... Gracias, Nat. Porque nunca te rendiste, porque quieres ayudar a quienes se sintieron como tú y porque... Tu asociación con aquella doctora logró tanto... Eres la primera bandita en las heridas de tantas personas en el mundo...
Mis ojos se cristalizaron. Lo abracé.
—Gracias a ti por atreverte a decirlo... El Tony de veinte años no se merecía eso... Y tu tampoco debes cargar una cruz por la maldad que existe en el corazón del resto, no debes cambiar tu personalidad o actitud porque crees que le das al resto señales mixtas. Déjalos irse a la mierda. No nos merecen.
—No nos merecen.
Las luces se apagaron totalmente y vi a mi novia aparecer por la entrada con el cabello húmedo.
—Nat... Oh, hola, Tony... — dijo nerviosa.
—¿Ocurre algo, cielo? — pregunté secando las lágrimas de mis mejillas.
—No... Yo... Dejaste unos documentos sin revisar en tu oficina y creí que... Olvídalo, yo...
—Eso mismo solía decirle a Steve. — rió Tony. Me sonrojé. — Anda, ya hasta te sonrojas y todo cuando mencionan el sexo. Mejor vete antes de que este clima congele a tu candente británica. Nos veremos.
Sonreí.
—Te quiero, Tony. Gracias por todo.
—Gracias a ti. Siempre.
El pelinegro se alejó con un caminar diferente. ¿Algo más relajado? Tal vez.
—¿Entonces? — preguntó Wanda algo desesperada.
—¿Sabes? A mi también me excitaba salir de un partido. — dije tomando su mano para jalarla escaleras arriba.
[•••]
—¡¿Que dijiste qué?! — grité a Luka.
El croata peinó su cabellera rubia y se encogió de hombros nervioso.
—No fue mi intención o algo, simplemente me preguntaban por ti, y dije algo como...
—¡Algo como "con su chica de Londres"! — bufé.
—¡Se me escapó, Natasha!
—¡Modrić!
—¡Romanoff!
Suspiré. Por la puerta entró mi novia con las compras del mes.
—Hey... Hola. — se acercó hasta Luka para darle dos besos. — ¿Reunión social?
—¡Modrić nos delató!
Wanda abrió los ojos ampliamente. ¡Ella lo sabe, estamos perdidas!
—¿Y eso te asusta?
Esperen... No se suponía que diría eso.
—¡¿Qué?! Wanda, él...
—Nat, vamos a todos lados juntas. Te tomó de la mano y te beso cada vez que puedo, la gente no suele besarse demasiado en la calle por aquí, sin embargo... Yo me acostumbré mucho a tu calidez, y pretendes que no sepan.
Avanzó hasta la cocina con Sherlock tras ella.
—¡Pero, pero, pero...!
—Pero nada. Deja a Luka. ¿Te quedas a comer? — preguntó a nuestro amigo.
—Sí, señora Maximoff Romanoff.
—¡¿Por qué lo invitas a quedarse?!
—Nat.
—¡Nos vendió en América!
—En primer lugar, no eres americana, ya lo hemos charlado. Eres estadounidense. En segundo lugar... Ya no vives allí, vives aquí, y la gente te ama, te respeta... Te tratan bien.
Suspiré.
Ella tiene razón. Mi experiencia aquí ha sido mucho más ligera que la fama americana.
—No quiero exponerte, eres lo más bonito que tengo...
—Y tú lo más bonito que tengo, pero... ¿Qué haremos? ¿Esconder algo tan lindo para siempre esperando que la sociedad no lo arruine? Nat, sólo me importa quedarme a tu lado... Casarme contigo, tener una vida a tu lado... Que seamos felices... Ser mejor... A tu lado... — tomó mi rostro. — no importa lo que las personas crean. Aquí te aman. — bajó la voz. — y eres mejor que Stephen Strange...
Sonreí.
—Gracias, princesa... Tienes razón. Tal vez ya sea hora de... Dejar ir el temor.
—Un día a la vez...
—Sí... Tienes razón. Gracias. — me giré a ver a mi amigo. — puedes quedarte, rubio. Ya te perdoné. Juguemos fifa.
Salí de la cocina y Wanda habló.
—¡No toques mi control, Romanoff! Usa los tuyos.
—Sí, mi amor. — me quejé tomando su mando.
Es lindo. Se lo dio un fanático. Es una fotografía suya en todo el mando. Sexy, ¿no?
—De nada. Si te casas, espero que tu primer bebé lleve mi nombre, porque te he ayudado.
—Indiscreto.
[•••]
—¡Felicidades por la copa, Natasha! ¿Qué puedes decirnos sobre eso? ¿Está feliz? ¿Planeas festejarlo?
Avancé hasta el auto mientras sentía algunos flashes. Respiré profundamente, Bruce dijo que puedo con esto.
Y la verdad no mentía. Es realmente efectivo, o tal vez conoce los procesos traumáticos y sus procesos. Claro, es psicólogo.
Tiene sentido para mí.
—Cada vez mejor. Feliz con los resultados. — dije abriendo la puerta del auto e ingresando.
—¿Cómo va tu corazón?
Suspiré.
—Enamorada de la misma chica que me robó el corazón hace bastante. Ya saben. — sonreí.
Cerré la puerta y encendí el motor. Condujé por media hora hasta llegar a la tienda en donde vendían el helado que Wanda amaba.
Irina me dio aquél dato hace unas semanas. Solía llevar a mi mujer hasta ese sitio luego de la escuela...
Bajé del auto y me metí en la heladería, busqué la mayor parte de esos helados y le pedí que metan las cajas en el auto.
—Gracias por todo, señor. Espero volver pronto.
—Cuando guste, señorita Romanoff. Estaremos felices de atenderla. Irina me comentó que tal vez vendría, por lo que preparamos el doble de helado.
Sonreí.
Grandioso.
Helado para mi princesa.
—Genial. Lo agradezco. Nos veremos pronto. Le diré a mi suegra sobre eso.
Me despedí y conduje hasta nuestra casa. Abrí la puerta a duras penas cargando ambas cajas, una sobre otra, mi chica llegó desde la cocina con el cabello recogido en un rodete mal hecho.
—¿Qué has comprado?
—Helado para ti.
—Natalia, son dos cajas.
—Se dice gracias amor de mi vida. — me quejé cerrando la puerta a duras penas.
Ella rió.
Avancé hasta la despensa en donde busqué el jodido congelador que he comprado con Erik hace una semana.
—Eres muy dulce, amor, pero creo que exageras, no podremos comer tanto helado sin...
—Wanda me importa una mierda si debo ponerme helado por el cuerpo para que te lo comas. Lo he comprado para ti.
Se quedó callada. Lo agradezco.
—Eso me da una muy buena idea. — susurró tomando mi cintura. — muy buena idea...
—Wanda, debemos... No, basta. — me quejé apartándome. — comerás ese helado.
—Sí, vete a duchar, y luego espérame en la cama con uno de estos. — susurró tomando el helado. — acabaré de ordenar dentro de la nevera. No te tardes. No quiero tardar en comer... Te. — besó mi mejilla.
Es una... Adictiva y seductora mujer.
Sonreí.
Me giré y la vi avanzar hasta la cocina junto a nuestros masco–hijos.
—No te tardes. — pedí y ella volteó para sonreírme y luego seguir su camino.
Me tiene bastante idiotizada, no voy a esconderlo, y es lindo.
Es la primera vez que me siento de esta forma. Wanda me hace bien.
Mi vida ya tiene un rumbo tan distinto... Tan calmado.
Es justo lo que quería, creo...
Al fin tengo lo que buscaba, todo encajó justo como debía.
Por primera vez siento que las cosas no están fuera de línea.
Ese empujoncito extra sirvió.
Ahora debo ponerme helado por el cuerpo. Con su permiso.
Nota de autor:
¡Y llegamos al finaaal! Lamento la tardanza, me han puesto una cosa sobre otra de un día para otro, y como actualmente hago los capítulos más largos que antes, me toma mucho más escribirlos 😭, juro que poco a poco las cosas se irán acomodando y sus capítulos diarios no faltaran.
Falta el epílogo.
—Codito.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top