6.
Natasha.
Las luces de neón, acompañadas del limón y las cervezas. Supongo que no puedo aspirar a nada más después del escándalo de la noche.
-Nat. - Kate entró al privado con una sonrisa. - Un par de chicas preguntan por tu autógrafo, ¿quieres dárselo? Podría invitarlas aquí. - movió sus cejas indicando provocación.
Suspiré mientras veía mis tragos, me acerqué a un espejo para ver mi mejilla aún enrojecida por el golpe de la pelinegra hace un rato. Su mano era bastante fuerte.
-No lo sé, no tengo muchas ganas de conocer a alguien con esta cara. Mira como me han dejado.
-Se bajará, no hay problema.
-Pero quizá vieron la bofetada y sólo quieren información. No le daré de qué hablar a los periódicos. Seguramente se viralizará el vídeo y al menos yo, no daré declaraciones hasta hablar con Stark.
-Son fans. Estaban emocionadas al vernos a Yelena y a mí, le preguntaron de inmediato por ti y sé que te animaría. Vamos, Nat. - trató de animarme.
Kate parecía mucho más mi hermana que mi propia hermana, no de mala manera, entiendo que Yelena sea algo apática, pero en ocasiones creo que le importo más a Kate...
-Okay, de acuerdo. Me convenciste.
La pelinegra sonrió, elevó los pulgares y salió lo más rápido que pudo. Me levanté para ir al bar, preparé un par de tragos más para no tener que levantarme otra vez. Cerré los ojos dejándome caer sobre el sofá mientras me repetía una y otra vez que yo no cometería el mismo error que Denzel, de ninguna manera, no estoy cayendo en ninguna especie de adicción, incluso si en ocasiones mis padres lo piensan...
Ellos sólo se preocupan por mí, incluso estando algo ocupados. Extraño verlos, iré en el primer descanso que tenga, necesito despejarme un poco de todo.
Sentí el golpeteo de la entrada y dejé ir un suspiro antes de sonreí sin mirar.
-Adelante... - la puerta fue abierta. - Creí que les tomaría más tiempo venir hasta aquí. - me giré y al encontrarme con Wanda Maximoff no supe como reaccionar.
-Hola... Lamento interrumpir, solamente quería charlar sobre algo de lo que...
-¿Quién te ha dicho que podías entrar aquí? ¿Quieres que llame a seguridad? - pregunté molesta. Me puse de pie y ella se alejó un poco. - ¡Seguridad!
-¡Hey, hey, cálmate! Sólo quiero hablar, yo no voy a golpearte como Mariah.
Mariah, con que así se llama la pelinegra agresiva.
-¡Deja de fingir ser amable conmigo, Maximoff! No quiero ser tu amiga.
-No es como que yo quiera ser la tuya, simplemente quiero saber, cuál es tu puto problema conmigo.
Enarqué una ceja. No la había oído insultar y debo admitir que con ese dulce acento británico, tuvo un leve efecto en mí. Tal vez tengo una manía por los acentos, alguna vez estuve con una mujer argentina, fue un buen momento en mi vida, lo admito.
-Anda, que hasta insultas. No sabía. ¿Con esa boquita besas a tu madre? - pregunté burlona mientras volvía a mi sofá y comenzaba a beber una de mis cervezas.
La castaña señaló el sofá delante del mío, la observé meditando si decir que no o que sí, sinceramente si desea hablar, lo maduro sería decir que adelante, pero me gustar hacerla esperar.
-Okay. - dijo ella antes de comenzar a sentarse, puse mis pies en el asiento y se detuvo. - ¿Podemos charlar o no?
-Claro, pero no has esperado mi respuesta, eso ha sido descortés de tu parte, ¿no lo notas?
-¿Cuándo comenzaste a notar lo que es "ser descortés"? Pensé que no lo notabas y por eso actúas como lo haces. - dijo burlona. Sonreí de costado. Observó mis pies y los palmeó para tratar de quitarlos. Negué. - ¿Quieres que me siente en tu regazo?
-Me gustan las chicas que hacen lo que digo. - dije con sinceridad y toqué mis muslos. Ella tragó saliva mientras bajaba la mirada a mis jeans.
-A mi también. - dijo segura. Quité mis pies y se sentó en el sofá. - ¿Eso ya no te gustó?
-No soy pasiva, Wanda. No me interesan tus cosas raras, pensé que hablabas en serio.
-Hace un rato estabas queriendo golpearme en la pista de baile y ahora me invitas a follar.
-Eres linda, no voy a negarlo. No soy ciega, todos notamos lo atractiva que eres al verte, creo que eso es obvio.
-¿Soy linda? - movió sus pestañas de forma exagerada mientras apoyaba su mentón en sus manos.
-Dije que si querías follar, no que si querías casarte conmigo. Sé que para alguien como tú, casarse con una estrella como yo, sería una ventaja. - murmuré acercándole una cerveza.
-Claro... No bebo, pero gracias. - dijo apartando el vaso. Me encogí de hombros. - Una leyenda como tú... ¿Cuántos años tienes? ¿Ochenta?
-Veintiocho.
-Ya, toda una señora. Lo noto. - murmuró burlona. Giré los ojos. - ¿Te molesta que mencione eso? ¿Te duele el ego?
-¿Por ti mencionando mi edad? Para nada. No me avergüenzo. Soy un éxito con sólo veintinueve años. Tú estás comenzando en esto, no entiendes lo que es seguir siendo un éxito con casi treinta, no pasar a ser del montón, desde que mi carrera comenzó, he buscado oportunidades donde no las había y sigo aquí, no lo entenderías.
-Explícame. - murmuró ella.
-¿No querías hablar algo conmigo antes?
-Ah, sí, claro. Eso. No me gusta la forma en que me tratas, no entiendo qué te hice. Lo del partido no tiene que influir en nosotras...
-¿Nosotras? Niña, luego de esto no volveré a verte. No te emociones.
-¿Emocionarme por verte? No para nada. Es lo que menos se me pasaría por la cabeza, ¿crees que es algo por lo que debería emocionarme? Por Dios. - se burló. - Todas corren tras de ti por ser Natasha Romanoff, yo no soy como las demás chicas. Admiro tu trabajo, lo admito, pero no eres más que otra pelirroja con aires de grandeza, ni siquiera me pareces linda con todo ese ego.
-¿Me llamaste prostituta, egocéntrica y fea en un mismo diálogo? - fingí ofenderme. - Jamás he sido fea, quiero que lo tengas claro.
-¿Es lo único que te afecta? Que superficial.
-Por eso me veo como me veo, muñeca. - le guiñé un ojo. Wanda sonrió. - Quizá para ti el fútbol no lo es todo, pero para mí sí, lo es, es importante. Es mi vida, mis fanáticos y el balón, me he dedicado muchísimo a ello, me he esforzado por estar donde estoy, si tu conseguiste esto de forma fácil, no es mi problema.
-¿De qué hablas?
-Charles Xavier. Tu padrino, ¿no? Uno de los inversionistas más grande de la FIFA. - murmuré. - También te investigué, tarde... Porque no te tenía demasiada fe, pero aquí estamos.
-¿Crees que un partido amistoso estaba arreglado a mi favor? ¡¿Por mi tío?!
-Creo que en definitiva, entraste al mundo del fútbol con ayuda, lo que ocurrió en ese amistoso que parece no importarte, es diferente. Ganaste justamente, no soy imbécil, pero no mereces estar en una selección tan grande e importante. Debiste quedarte jugando en ligas menores, Maximoff. No te esforzaste lo mismo que los demás, y no me refiero a mí, me refiero a que juego en una familia con chicas que huyeron de sus casas siendo maltratadas para perseguir sus putos sueños y luego vas tú, con tus contactos y tu puta cara de ángel a ganarte un lugar que no mereces. - dije molesta.
La castaña se quedó callada. No dijo absolutamente nada por unos segundos en los que parecía tratar de adivinar lo que sea que pasara por mi cabeza en ese preciso momento, ¿qué iba a decirle además de que no quería verla porque me parecía desagradable la actitud de pensarse que todos la veríamos siempre como alguien buena cuando no lo era realmente?
-Yo...
-No digas nada, Maximoff. Supongo que no todos siempre van a verte de la forma inocente en que te ven. Deberías aprender eso.
Ella simplemente salió de allí, sin decir absolutamente nada. Aunque una parte de mí se arrepentía de haberla expuesto tanto, por otro lado, estaba feliz de ya saber donde le dolía, he notado que al final de todo, o es ella o soy yo, pero jamás podremos entendernos así dentro de la cancha ni fuera de ella, no es la clase de persona que pueda llegar a agradarme, no me gustan las mentiras ni mucho menos los trepadores, y parece ser que Wanda Maximoff tiene ambas cualidades dentro de ella.
[•••]
Wanda.
Sequé mis lágrimas mientras bajaba por la escalera de los servicios privados de la fiesta. Podía sentir las luces pegarme directamente en la cara, es molesto, no es mi ambiente del todo, no cuando estoy lejos de casa y me siento tan desgraciada.
Llegué al auto con Mariah quién comenzaba a dispersar el humo de todo lo que se había fumado.
-Hey, hey... ¿Hablaste con ella?
-Vamos al hotel. - susurré secando la última lagrimilla que corrió por mi mejilla. Odio el sabor a las lágrimas.
-¿Qué ocurrió? ¿Te hizo algo? ¿Por qué lloras? ¡Voy a matarla, me va a oír!
-¡No, no hagas nada! No ha hecho absolutamente nada, he sido yo, yo y nadie más que yo.
-¿La besaste?
Negué mientras reía.
-¿Por qué haría eso?
-¿La viste? Es una imbécil, si no te hubiese tratado de aquella forma, yo estaría en su cama gritando y no precisamente por una discusión como hace rato.
-No se me hace linda. Es demasiado tosca, es narcisista, egocéntrica y muy agresiva a la hora de decir las cosas. No estoy acostumbrada al conflicto y ella siempre parece querer hacerme chocar, hemos interactuado dos veces y ha salido fatal.
-Bueno, técnicamente tres y tienes razón, siempre resulta fatal. ¿Por qué crees que sea? ¿Tensión sexual?
-Que no me gusta, Mariah.
-Pero quizá y tú si le gustas a ella, ¿por qué no se te pasó por la mente? Ya sabes que eres sexy.
-Porque me odia. Acaba de confirmarlo, insinuó cosas horribles y sentí que me culpaba por unos malditos inventos sobre mí de hace años, no es que yo no los hubiese creído viéndolos desde fuera, pero por amor a Dios. ¡No ingresé por Charles! Pietro me acompañaba a entrenar diario, y me duele, no por mí, sino porque borra una parte importante de lo que fue mi vida con Pietro pre accidente.
Mariah me dedicó una mirada lastimera, y extendió sus brazos para acariciar mi espalda mientras susurraba que todos los que me amaban sabían quién era realmente Wanda Maximoff.
-Te conocemos... No creeríamos en cosas tan absurdas.
-Hay miles de documentos que probarían algo que no es cierto, que yo no sabía que Charles era mi tío antes de entrar a jugar, joder.
-Yo sé, cariño. Yo sé, pero Romanoff está herida por un puto partido de niños, ella es la inmadura y tiene casi treinta años, ¿crees que eso te vuelve la mala? ¡Claro que no! Es una idiota, pero no la veremos en meses, así que debes estar tranquila, vas a librarte de ella.
Suspiré. Mariah tiene razón, no veremos a Romanoff en meses y eso me llena de paz, tengo demasiado con aguantar los tratos de mis compañeras como para además tener que soportar la insinuaciones ridículas y dolorosas de una mujer inmadura.
Es que eso es lo que es Romanoff. Una pelirroja inmadura, egocéntrica y narcisista. No puedo permitir que me dañe de la manera en que lo hace, porque ella no significa nada en mi vida.
Nota de autor:
¡Hey! Si no estoy demasiado cansadx al salir del trabajo, subiré capítulo en her (aprox 2 de la mañana, ya que salgo a la 1), sino, será hasta mañana.
-Codito.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top