28.

Wanda.

Los llantos de Natasha eran bastante altos, cuando pasaron cinco minutos y notaba que no se calmaba, tomé la decisión de intervenir.

Me sentía muy culpable. No quería hacerla sentir mal, y mucho menos deseaba que pasara tanto frío o algo así. No creí que acabaría tan mal.

Claro que me he molestado en nuestra discusión, pero avancé por cinco minutos y me devolví

—¿Nat? — hablé en voz alta. La pelirroja no contestó. — Nat, ¿estás bien?

Sus llantos se cortaron, pero no contestó, eso me alarmó bastante, por lo que decidí empujar la puerta sin aviso, la vi aferrada a la pared y casi sin poder mantenerse en pie.

—Hey, Nat... — tomé su cintura. Ella se aferró a mi cuello. — Hey... Hey... ¿Qué ocurrió?

—Yo... No lo sé, no puedo dejar de llorar. — admitió abrumada. No sabía que decirle, pero recordé que mi madre solía abrazarme en la época en que la ansiedad se volvió mi mejor amiga.

Recuerdo lo mucho que la pubertad me afectó emocionalmente, de no ser porque mi familia era increíble e inteligente de forma emocional, mi vida habría ido a peor.

Sus llantos se detuvieron en cuanto la rodeé con mis brazos y la pegué a mi pecho de forma casi asfixiante.

Ella sólo se aferró a mí, me permitió meterla dentro de la ducha. La ayudé a calentar su cuerpo con el agua caliente, aquello pareció relajarla.

Masajeé su cabello incluso, usé su shampoo de lavanda, espero que aquello la relaje. Debí encender una vela.

Sólo quiero ayudar a Natasha, creo que el silencio, la compañía y cuidar de ella, es todo lo que necesita ahora.

Le prepararé chocolate caliente mientras se viste y le diré que subiré a su habitación a dejarlo.

—¿Te sientes mejor? — susurré. Ella asintió sin verme a los ojos. — ¿Crees que puedas vestirte sola?

Ella asintió rápidamente.

—Bajaré por chocolate caliente y Piolín, de seguro desea acompañarte y dudo que quiera separarse de Sherlock, ponte pijama, espérame en la cama.

Esperaba una respuesta de aquellas que suele dar, pero no fue así, en parte me causó gracia, y también me entristecí.

Es gracioso ya haberme acostumbrado a esa Natasha y es triste que aquella Natasha esté bloqueada.

Bajé hasta la cocina, elegí una taza con la frase de "aquí bebe la mejor portera del mundo", sonreí. Elegí unas galletas de su frasco de galletas y comencé con la preparación del chocolate.

No sé si esto la animará, pero al menos espero que me ayude a tomar el valor para disculparme por hacerla sentir así, definitivamente no es lo que planeaba, no tenía pensado hacerla sentir de esta manera, y no es que... No lo sé.

Natasha me parece increíble y muy probablemente estoy cegada como cualquier mujer que la conoce, porque ella tiene aquél efecto... Pero en serio no me siento cómoda pensando que la he hecho llorar de esa manera, no sólo por ser ella en sí, sino porque nuestras peleas infantiles acaban de formas trágicas y sin buscarlo.

Somos un fracaso...

[•••]

Natasha.

Mantuve mi mirada fija en el techo. Jamás me había ocurrido esto.

Jamás creí que me sentiría agobiada de esta manera, y fue algo absurdo, dos fanáticas me acercaron en la calle, pidieron una foto y una de ellas trató de besarme, juro que en otro ambiente hubiese aceptado, pero estoy bajo un contrato.

Joder, me sentí asqueada al ver como intentó que le diera el beso por segunda vez, la aparté. Ambas me dijeron exagerada y eso me hizo sentir mucho más indefensa.

No eran más grandes que yo, la estatura de ambas era menor a la mía y aún así, me sentí mal. Me sentía desprotegida, al llegar a casa mi corazón seguía alterado, y la discusión con Wanda, los recuerdos, la lluvia, no lo sé. Todo me hizo sentir absurda.

Quería huir, no sabía cómo. Quería llorar, pero no sabía qué tanto.

—He preparado chocolate caliente, también puse galletas y malvaviscos, no sé qué más te gustaría.

Sonreí de forma suave.

—Gracias por esto. — murmuré. La castaña se sentó a los pies de la cama mientras yo la veía en silencio. — lamento haber...

—Sh. — me hizo callar pellizcando mi pie. — No lamentes tener emociones, ¿qué tiene de malo? Estoy segura de que todos queremos llorar de esa manera de vez en cuando, Nat. Es necesario sacar la tristeza de nuestro pecho para poder respirar con calma y pensar con claridad, el dolor nos nubla.

—No cuando es una estupidez de estas. — dije sincera. — No creo que... Sea normal.

Me acurruqué en la cama con el temor recorriendome la espalda. No quería mencionarlo, pero los recuerdos, mi voz y la voz de Rachel, todo parecía cada vez más claro y el no poder beber me atormentaba, no podía quitarme esos pensamientos dolorosos.

¿Por qué no podía simplemente beber y ya?

—Necesito un trago... — admití. — Por favor...

Wanda me miró preocupada.

—Hey, ¿qué ocurre? Puedes decirme. — murmuró. — en serio, no debes... Guardártelo todo. Estoy aquí, y aunque no sea de la forma en que se debería... O en la que te pueda generar confianza, seguiré aquí, Nat. Porque tenemos un contrato y porque nos tendremos que acostumbrar a la otra, dijiste que cuidarías mi trasero y yo el tuyo, si somos maduras, podemos cumplirlo.

El nudo de mi garganta que me ahogaba parecía cada vez más fuerte, no podía aguantar la respiración pero incluso intentar inhalar algo más de oxígeno parecía imposible.

—Nat... Te prometo que puedes confiar en mí. — tomó mi mano y cuando la vi directamente a los ojos, noté que era sincera.

Algo me lo dijo, no tenía motivos para desconfiar de ella como persona, debía dejar de lado ciertas cosas si quería tener alguien en quién poder apoyarme, pero a la vez me asustaba la idea de ser traicionada.

—¿Qué tanto puedo confiar en ti?

—Estaré aquí, no lo diré, será entre tu y yo, todo esto es entre ambas, y todo lo que nos confiemos, lo será. — insistió acariciando mi mano con delicadeza. — Lo prometo por mi hermano, jamás prometería algo en nombre de Pietro y...

Piolín quién estaba avanzando por casa con un pequeño carrito con ruedas para sus piernas traseras, ingresó en la habitación sollozando.

—Hey, pequeñín. — murmuré y Wanda lo subió a la cama quitando sus implementos. El cachorro se acomodó a mi lado y Sherlock no tardó en trepar la cama para recostarse sobre el cachorro. — Vaya, alguien está deseoso de tener un amigo.

—Hey, déjalo en paz. — enseñé mi lengua. Ella sonrió. — no quiero que tu perspectiva sobre mí cambie.

—¿Okay? No lo hará, ¿por qué lo haría? Te aprecio, y aprecio lo que hemos compartido, incluso que casi todo el tiempo estés haciéndome perder la paciencia. — murmuró.

Sonreí. No sabía como dejar que las palabras salgan.

—¿Y bien? — preguntó y me encogí de hombros. — A tus tiempos.

Se quedó recostada en la cama viendo el techo, Sherlock avanzó hasta ella amasando su pecho mientras yo acariciaba las orejas de Piolín.

De acuerdo, Nat... Tú puedes, sólo son recuerdos... No te harán daño...

—El día en que mi hermano tuvo su funeral, me fui de fiesta... Porque no sabía como lidiar con el dolor. Yo no lo acompañé a la fiesta en donde murió, y papá solía juzgarme por eso, yo... Tenía miedo, quería... Quería que algo me ocurra y fui a aquella fiesta... — susurré. — supongo que también fue mi culpa, porque esperaba morir...

—Pero sigues aquí.

—Creo que una parte dentro de mí murió. — admití. Mis manos comenzaron a temblar. — creo que... Esos recuerdos... me... Me hacen tanto daño, Wanda... No entiendo qué ocurrió, he pasado años tratando de convencerme de que no es real, no pasó, y el alcohol... Me hace olvidarlo, me hace sentir menos... Menos acomplejada, pero... Joder... — me senté para poder respirar mejor. Wanda se acomodó preocupada. — Dios, no puedo decirlo...

—Hey... está bien, no te preocupes... Ven aquí.

Estiró sus brazos y no supe que hacer, ella se acercó a mí, la abracé. Cerré los ojos sintiendo que al menos mi respiración de reguralizaba.

—No está nada bien, Wanda... Odio esto... Y últimamente todo se volvió más difícil de aguantar... — recordé a Rachel y mi estómago se revolvió. — me reencontré con... Una persona.

—¿Okay?

—Aquél día en la fiesta... Creo que me... — suspiré. — creo que ella puso algo en mi bebida y... No lo sé, creo que...

La observé con los ojos llenos de lágrimas.

—De acuerdo... De acuerdo... —murmuró.

—Juro que no estoy mintiendo, y sé que es mi culpa, porque...

—No, Nat. No es tu culpa, Dios. ¿Qué te hace creer que es tu culpa? Estabas mal, buscabas un castigo que no merecías, pero no fue tu culpa. Ni lo de tu hermano, ni lo que te hicieron, y yo te creo. Te creo, no necesito que lo aclares. — dijo rápidamente.

Cerré los ojos y me pegué a su pecho. Realmente necesitaba descansar, porque después de tanto, al por fin decírselo a alguien, sentía un peso menos sobre mi espalda.

Podía respirar mejor.

[•••]

Wanda.

—De acuerdo, no creo que deberíamos estar aquí. Estabas enferma hace un par de horas. — me quejé tomando su mano.

Ella se encogió de hombros.

—Steve dijo que tu jefe envió fotógrafos al restaurante, además la entrevista saldrá mañana. Supongo que debemos estar más juntas públicamente ahora que van a confirmarlo. — comentó Natasha. Acomodé un mechón de su cabello tras su oreja.

—Si te sientes agobiada, dilo. — murmuré. Ella sonrió.

—Gracias por cuidarme.

—Yo te tengo. — susurré.

Ambas comenzamos a caminar de la mano hasta que nos llevaron a nuestra mesa.

Claro que quería cuidar de ella. Ambas nos comprometimos a bajar la guardia la una contra la otra, ella confió en mí, y yo ya lo hice una vez. Ambas conocemos lo que nos lastima, ahora sólo queda cuidar la una de la otra.

—Déjame ayudarte con la silla. — dijo ella. Enarqué una ceja.

Me senté.

—¿Y eso?

—Debo tratarte como la princesa que eres, ¿no?

—Otra vez con eso, Romanoff.

—Dijiste que ya no discutiríamos. — hizo puchero y giré mis ojos.

—¿Me estás manipulando?

—Cobro tu palabra. — murmuró y llamé al camarero.

—Ya, ya veo.

—Es que debes cumplirla. — sonrió.

—Tal vez deberías dejar de intentar manipularme. — murmuré. Ella sonrió.

Realmente ayer fue un día extremo, luego de lo que dijo, simplemente vimos películas, obviamente charlamos un poco, le dije que agradecía la confianza que había puesto en mí, me ofrecí a esperarla hasta dormir.

Vimos un par de películas y cuando se durmió, decidí irme, aunque también volví en diferentes momentos de la noche para verificar si estaba bien.

Y aunque está resfriada, han insistido en esta cena. Natasha está muchísimo más atenta respecto a lo que necesito, creo que es su forma de "pagarme" el ser atenta con ella, cuando claramente no me debe nada.

Mi atención por ella es desinteresada e independiente de lo que sea que provoque en mí.

—Gracias. — murmuró al camarero quién ya nos había traído el primer platillo. — tal vez debería fingir que te digo algo gracioso, tú deberías reír.

En efecto, aquello me hizo reír. ¿Qué es esto? ¿Una coreografía?

—¿Okay? — pregunté aún sonriente.

—Y ahora me acercaré lentamente a besarte.

Tragué saliva y bajé la mirada hasta sus labios, se acercó a mí, pero un grito nos hizo distanciarnos.

—¡Es Natasha Romanoff!

Muchas miradas se posaron en nosotras.

—¿No es esa la delantera de los británicos? — preguntó un hombre bastante corpulento. — ya no tienen respeto alguno por su patria.

—Está saliendo con ella.

Los murmuros no eran demasiados disimulados. Natasha giró los ojos antes de besarme delante de todos.

La gente se calló, o simplemente era yo aislando los sonidos que no quería oír, estaba bastante concentrada en mi labor.

Natasha se separó en silencio. Luego dejó otro beso corto sobre mis labios.

—Somos un buen equipo.

Ahogué mis suspiros intentando disimular que probablemente esto estaba acabando conmigo de muchas manera.

—Somos un excelente equipo... — concordé. Ella sonrió de forma encantadora.

Joder...

Nota de autor:

¡Hey! Capítulo dedicado a Claudia_Jo, feliz cumpleaños mi sol <3 tqm

¿Cómo están?

—Codito.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top