13.

Natasha.

-¿Por qué me citaste aquí? - pregunté rascando mi nuca. - Es temprano, Wanda. Es domingo.

-Porque no todas las citas van a ser en clubes nocturnos, tomaremos café, pasearemos por el parque, y nos pondremos de acuerdo con nuestra historia.

-¿Nuestra historia? ¿Cuál?

-Se supone que nos conocemos, nos llevamos bien, empezamos a salir, vas de vacaciones conmigo, luego una fuente "cercana" asegura que nos entendemos bien y somos felices.

Wanda me observó fijamente y yo analicé sus palabras. No debí emborracharme anoche, me duele la cabeza.

-¿Me estás escuchando? - preguntó ella algo molesta. Suspiré.

-Tengo jaqueca. Quiero vomitar, pero sí. Estoy escuchándote.

-Entonces dime qué se supone que pasó entre ambas.

-Yo le dije a mi hermana que luego del partido, nos vimos en el club, estuvimos juntas un rato, la pasaste algo mal, te consolé, nos hicimos amigas... - enumeré con mis dedos. - comenzamos a salir como amigas, y ya, eso es todo lo que dije.

-Se supone que estamos construyendo una relación.

-Ya, es que hay un fotógrafo justo en la esquina. Stark dijo que Stephen enviaría información para que nos fotografien juntas otra vez, pero siempre estas en silencio y seria. Todos pensarán que me odias. - dije yo.

-¿Y acaso no es verdad? - preguntó ella burlona. No contesté nada.

-No me importa. Hablamos de trabajo, no de lo que sientes o siento yo.

-Ya, es que tú estás lejos de odiarme. - murmuró ella. Enarqué una ceja.

-¿Por qué no podría odiarte?

Wanda sonrió y abrió lentamente su camisa, bajo la leñadora traía una camiseta de tirantes y con escote. No pude evitar mirarla, joder.

-Porque tengo... ¿Cómo dijiste? Dos grandes razones para que no lo hagas. - tragué saliva al verla acercarse a mí sobre la mesa. - Lo que a ti te pasa conmigo, es que te pongo.

-¿Quién dice? Me gustan las tetas, no te hagas ilusiones por tener dos. - aparté la mirada fingiendo que no sentía mi rostro enrojecerse. Ella sonrió y dejó escapar una risita ronca.

-Te gusto, no quieres admitirlo.

Solté una risita.

-Wanda.

-Natasha... - insistió con su tono coqueto. Cuando hablaba así, no voy a mentir, me provocaba bastante, pero... ¡Cualquiera puede hacerlo! Joder. Ella no es tan especial como piensa.

-Todas me gustan. No sólo tú. Eres mujer, me gustan las mujeres. Soy lesbiana. ¿Sabes que significa eso? Que me atraen romántica y sexualmente las mujeres.

Wanda se echó hacía atrás y se cubrió de forma disimulada.

-Ya.

-¿Se te acabó el ego? - pregunté extrañada. Ella no me observó. - No, no, ahora es cuando debes tener más ego, Wanda. Te enseñaré.

-¿Qué?

-Claro, es necesario que tengas un poco de ego para sobrevivir en el mundo de las estrellas o te comerán viva.

-¿Por qué te importa? Es mi problema. - dijo aún sin verme a la cara.

-Cariño, estaremos de novias. No quiero que digan que estoy con una mujer que no sabe hacer respetar su opinión.

-En primer lugar, tú eres quién me ha tratado mal desde antes, no sé cómo siquiera te atreves a decir que no puedo permitir que me hablen de cierta manera cuando eres tú quien parece detestarme y querer dejarme en ridículo.

¡¿Caerme mal?! ¡Claro que no! Dentro de la cancha, sí, porque es mi rival, y sigo molesta por lo de Xavier, pero fuera de ella no guardo rencores. Ya no, ya le he dicho que es lo que odio, ha sido terapéutico.

-Sí, pero es diferente. No me desagradas fuera de la cancha, aunque deberías. A veces eres algo insoportable.

Bufó.

-¿Por eso me tratas así de mal?

-No te trato mal. Ya no. Me molesta lo que ya sabes, no voy a mencionarlo, porque te pones muy sensible, pero...

-¡Soy buena en mi trabajo, Romanoff! - se quejó.

-El fotógrafo. - la corté. - no discutas o notará que me odias. Mejor sonríe y finge que he contado un chiste.

Sonreí.

Ella correspondió mi sonrisa y tomó mi mano acariciándola. Eso fue fácil.

-Desearía clavarte un tenedor caliente en la mano. - gruñó. Enarqué una ceja y ella sonrió de costado.

-Eres insoportable, Maximoff.

-Tú lo eres más.

Asentí.

-Estamos de acuerdo en algo. Yo siempre soy más. - murmuré sonriente. Ella apartó la mirada aún con una sonrisa.

-No sé como haré para aguantarte todo un año.

-Acariciando mi mano por lo que veo.

Se sonrojó y apartó su mano de la mía, yo aún podía sentir el calor que había dejado su contacto sobre mi mano.

-Eres idiota.

-¿No era una puta loca?

-Es igual.

-Ya, claro. Tranquila, Wanda. Este año pasará rápido, ya verás.

-Es que planeaba no volver a verte hasta el inicio del mundial. - confesó.

-Eso es el próximo año, cielo. No hay demasiado tiempo entre eso y esto.

-Podría descansar de tu ego en vacaciones.

-Necesitas mi ego, Wanda. Te van a comer viva. ¿Es tu primer mundial?

-Ajá. Sólo tengo veinticinco. - murmuró. - Y estuve desde los veintidós en la banca hasta este año.

-Es difícil que te incluyan en un grupo si eres demasiado joven, sólo si tienes las cualidades necesarias para jugar, lo harás.

-Las tengo.

-Pero no podías demostrarlas en la banca. De eso hablo. Que mal humor.

-Ya que siempre insinúas que entré gracias a mi tío, es normal estar a la defensiva contigo, ¿no crees?

Sonreí.

-Insinuo con fundamentos coherentes, y no hablaba de eso. Sé que eres buena en lo que haces, Wanda. Tienes talento, pero eso no quita que tu tío te diera un empujón, y tampoco quita el hecho de que eras demasiado joven y no te daban las oportunidades necesarias.

Ella pareció entenderlo. No dijo nada, pero me observó sin muecas de desprecio por primera vez.

-¿Cuándo debutaste?

Yo sonreí.

-Todavía es temprano para esa clase de preguntas, princesa.

-En el fútbol, Natalia.

-¿Natalia? Eso es nuevo.

-Eres americana, ¿no?

-Ya, pero mis padres no. Culpalos a ellos. Mi hermana y mi hermano también tienen nombres rusos.

-Me gusta más Natalia.

-Llámame como desees, princesa. - insistí. - Yo te llamaré mía.

-No empieces.

Me reí. Cerré los ojos. Joder, mi cabeza. Debo dejar de beber entre semana.

[•••]

Wanda.

-Te estaré esperando el sábado en el aeropuerto a las diez. Si llegas tarde, me iré. - dije seria.

-Estaré allí, princesa.

Romanoff encendió un cigarrillo y la observé sorprendida.

-¿Bebes y fumas? ¿Cómo haces para estar en buen estado?

Ella sonrió. Algo de humo salió por su nariz y acabó por lanzarme el resto en la cara. Aparté la mirada soltando algo de tos.

Mierda. Odio el olor del cigarrillo.

-Claro, fumar algo no me hará daño. Lo hago por estrés.

-¿Estrés?

Sentí su mano en mi espalda haciéndome avanzar.

-Mira a tu alrededor. Están por todas partes... Como moscas.

Levanté la mirada y noté los flashes poco disimulados que antes no había notado.

-Oh...

-Te acostumbras y pareces no notarlo, pero al final del día sabes que siguen ahí, notando cada paso que das. Entiendo que es su trabajo, pero es poco noble.

No dije nada y seguí avanzando con ella, Romanoff seguía fumando mientras caminábamos, ni siquiera usaba la mano del todo. ¿Por qué tiene talento en algo tan dañino y por qué me he quedado viéndola fumar?

Joder.

No niego que es linda, pero... ¿Por qué dañarse así?

-¿Te sientes bien?

-Sí, sí. Sólo pensaba.

-¿En mí? - asentí. Ella pasó su lengua por su labio inferior.

-No te ilusiones. Eres idiota y te dañas los pulmones, claro que me pondré a pensar en eso viendo que eres una de las mejores porteras de tu generación, por no decir la mejor.

-Ya... ¿Gracias? Yo aceptaría el título de la mejor. Lo he recibido más de siete años seguidos.

-¿Cuánto llevas jugando?

-Desde los dieciséis.

-Eras muy joven.

-Eran otros tiempos. La fifa es complicada ahora, además jugaba en ligas de mi edad, no estuve de inmediato en la selección adulta. Tú sí.

-¿Cuando entraste?

-Con veinticuatro.

-No llevas demasiado. ¿Por qué me juzgas?

-Entraste con veintidós. Es diferente.

-No jugué de inmediato. Tú hacías reemplazos al portero oficial de la época.

Ella sonrió.

-¿Leíste sobre mí, princesa? Que dulce. Eres como una fan, sería lindo decir que te acercaste por eso y ahora somos novias.

Giré los ojos. Aunque... Me ha causado algo de gracia, no quiero reírme o pensará que es graciosa, y a las que son como Romanoff es mejor no darles alas.

-Tú también leíste sobre mí. Me di cuenta cuando nos vimos. - murmuré. Ella asintió.

-Debía conocer a mi enemigo.

No dije nada, sin embargo observé fijamente mi auto.

-Debo irme, tengo que preparar las cosas para el viaje. Te espera una navidad movida y a mi también.

Ella asintió.

-¿Me das un abrazo?

La miré, más que sorprendida, espantada.

-Por la foto.

-Oh...

-No te ilusiones, Maximoff.

-Ni tú.

-Ajá. Yo ya estoy ilusionada, princesa. - fingió tomar mi rostro y rápidamente besé su mejilla, para acabar abrazándola.

No iba a dejarla besarme y tampoco iba a dejarla en ridículo apartándome en el último momento.

Ella se quedó quieta por un momento y luego correspondió mi abrazo.

-Nos vemos el sábado, princesa. - susurró en mi oído logrando que mi piel se erizara. Tengo una debilidad por aquello, no tiene nada que ver con Romanoff en sí, adoraba que Alex me dijera cosas al oído.

-Deja de llamarme princesa, elfo de alcantarillado. - me quejé bajando la mirada. Ella sonrió de forma burlona.

-Eres tan romántica. Deberías dejarme embarazarte ya mismo.

Aquello me causó tanta gracia que dejé escapar una risa estruendosa, me cubrí la boca rápidamente y luego la observé molesta.

-No me hagas reír.

-¿Por qué?

-Se supone que te odio. Es decir, lo hago.

Me guiñó un ojo y se alejó hasta su deportivo.

Idiota.

[•••]

-¡Hey, muchacho, te extraño mucho!

Pietro quién estaba junto a Clint y Piolín me observó molesto.

-¿Y yo qué? ¿Acaso no existo? ¡Soy tu hermano, Wanda Michelle!

Mi cachorro se subió al regazo de mi hermano y siguió moviendo su cola con emoción al verme. Ignoré a Pietro.

-¿Qué pasa, chico? ¿Qué pasa? Eres una bola de pelos y amor. ¿A qué sí? ¿Quién es un muy buen chico de mamá? Eres tú.

-Joder. Me callo. -insistió Pietro.

-También eres un buen chico, Pietro.

-Ay, es porque sé quedarme quieto. - bromeó y abrí la boca sorprendida por la crueldad de su propia broma. - Que es broma, joder. Yo soy quién está en esta silla, ¿por qué no se ríen?

-¡Pues por eso!

-La gente de fisioterapia es más divertida.

-Okay, fingiré que no me ofendí con aquello. - dijo Clint. Sonreí.

-Oh, cielo. Vamos, era otro chiste. Serás mi futuro esposo, claro que disfruto de mi tiempo contigo.

Clint hizo puchero y mi hermano estiró los labios. Ambos se dieron un beso corto.

Clint era su novio pre accidente, la forma en que nada cambió luego de eso, me sigue sorprendiendo. Ellos realmente se aman a pesar de todo, ¿es posible encontrar algo de eso en la actualidad? No lo sé. Realmente creo que es difícil, pero aspiro a algo como lo de ellos. Apoyándose en todas las dificultades... Y dispuestos a pasar el resto de su vida amándose.

-Son mis homosexuales favoritos después del tío Charles. - murmuré.

Ambos sonrieron. El timbre sonó.

-Ha de ser Peter pequeño. Iré a ver que desea. - dijo Clint.

-¿Qué tal va papá con los papeles de adopción del pequeño?

-Bueno, ya sabes que él y mamá deseaban otro pequeño hace mucho... Sobretodo luego de perder a Lorna.

Asentí lentamente. Mamá estuvo embarazada, Lorna nació muerta, no había mucho más que hacer.

Fue un golpe duro para ambos, ya que era el primer parto en el que papá participaría como doctor de mamá...

Fue hace bastante, luego de eso dejaron de intentarlo, hasta que papá conoció al pequeño Peter P. Un castaño con rostro de niño bueno, llegó con cinco años a casa, ha estado en hogares temporales, había huído, papá ha firmado por cinco años papeles para tenerlo temporalmente en casa, hasta que consiguió un buen abogado que intenta conseguir que lo adopte.

Ya tiene diez, y es un ángel. Es gracioso que se llame Peter, ya que nuestro hermano mayor, también se llama Peter.

-¿Y eso significa que...?

-Están muy emocionados de que esta navidad estaremos todos, ya que esperan que sea la señal para que consigan adoptar a Parker.

Sonreí.

-Eso espero. Les conseguiré otro abogado en caso de que este falle. Que no se preocupen por el dinero.

-Gracias por hacerlos felices, Wanda. Si yo ganara lo que tu ganas, te ayudaría, pero mi pensión de persona en situación de discapacidad no deja mucho, y con el matrimonio...

-Que ya te he dicho que yo pagaré por las cosas de tu matrimonio. No te hagas la cabeza, busca un buen sastre para ambos, también haré eso. Gano bien y me permite mantener a mi familia, lo seguiré haciendo, ¿bien?

Mi hermano sonrió y yo también.

-Eres un ángel.

-Es tu regalo de navidad. - bromeé. - ¿Dónde está el mío? Piolín, hey, chico.

-Otra vez... - bufó Pietro y mi cachorro empezó a bailar sobre su regazo.

Lo extraño.

Nota de autor:

¡Hey! Se vienen dos one shots de navidad para la noche, es mi regalo para ustedes. (Para año nuevo tmb tendrán 2, les haré elegir los fanfics por ig, así que atentis)

-Codito.

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