11
Desde aquel día, Hoseok se había mantenido callado y enfocado en su trabajo, siempre había sido dedicado en este, aunque no lo pareciera. Perfeccionar su nueva propuesta lo hacía estar ausente de su alrededor o eso era lo que creía porque ni bien la hora de entrada terminó, se dió cuenta de algo de inmediato. Kim Seokjin no estaba en su escritorio, Park por su parte ya se encontraba trabajando y tecleando en su ordenador. Se dijo que no debía importarle lo más mínimo y así fue, centrándose todo el día en sus deberes laborales, pero llegó un nuevo día y Seokjin no llegó, su mirada de nuevo a Park que parecía ajeno a las dudas de su compañero. Se fue, sonrió con amargura el pelirrojo. Más tarde sacando copias al lado del lugar del rubio primo de Kim hizo una mueca al escucharle hablar por teléfono.
—Te dejé el medicamento en tu mesita ¿Cómo sigues? —El bajito se veía preocupado. —¿Seokjin? No te entiendo, trata de hablarme mejor. —Al parecer no obtuvo lo que buscaba porque se llevó la mano al cabello con frustración. —Voy para allá.
—¿Pasa algo? —Preguntó sin mostrarse muy interesado y aunque Park lo miró con mala cara, le contestó.
—Seokjin ha estado con fiebre, o eso creía hasta que comenzó a empeorar. Al parecer le picó un mosco y le dejó un virus en su cuerpo. —El rubio comenzó a guardar sus cosas. —Hoy por la mañana lo vi bien pero creo que está delirando, ni siquiera entendí que decía y estoy preocupado.
Se notaba, sino no estuviera externando su preocupación a Hoseok para desahogarse un poco.
—Seguramente la fiebre está tan alta que no puede valerse por sí mismo y me preocupa que no esté seguro, está solo. —Su celular volvió a soñar y contestó de inmediato, no era Seokjin. Era el mismo Min Yoongi llamándolo a su oficina. —Era el señor Min. —Sus ojos reflejaban miedo y confusión.
—Si fue él debe ser algo importante, ve.
—No puedo, que me despidan pero yo me voy con Jinnie. —A Hoseok le dió ternura el apodo que le tenía al molesto de Kim.
—Dame indicaciones y yo voy con Kim. —Jimin negó de inmediato. —No le voy a hacer nada ¿Tienes más opciones? —Park negó frustrando mientras buscaba algo en su bolso y extendió unas llaves al pelirrojo.
—Estas advertido en este momento, le haces daño y no sabes a qué demonio vas a despertar.
—Anda, algodón de azúcar. Me voy ya a su casa. —Jimin le miró unos segundos más antes de apresurarse al ascensor, no podía hacer esperar al dueño de la compañía.
Hoseok recibió un audio del rubio explicándole todo lo importante, seguramente grabado mientras subía al último piso. Se excusó con su superior con asuntos personales y fue directo a un lugar un poco conocido para él, antes cuando era nuevo en la compañía Seokjin lo había invitado a tomar un par de cervezas junto con otros compañeros. Se adentró con total confianza al lugar directo a la recámara del mayor, este estaba completamente dormido.
Hoseok sonrió un poco mientras dejaba el celular de lado y se acercaba a la cama para subir las mantas del mayor, este al sentir movimiento se giró con ojos cerrados boca arriba murmurando algo indescifrable y así Hoseok pudo tocar su frente para comprobar que sí, estaba hirviendo. Busco las pastillas que Jimin le dijo y estaban ahí, sin haber sido tomadas, el vaso de agua lleno. Chistando la lengua tomó las cosas.
—Kim, despierta que necesitas tomar esto. —Habló moviendo al mayor por los hombros. No recibió respuesta.
Se quitó sus zapatos y subió a la cama tomando el trozo de Seokjin para abrazarlo contra su cuerpo y erguirlo logrando que el movimiento despertara a su compañero de trabajo. Lo recargó contra su pecho y tomó las pastillas.
—Vamos, tienes que tomar esto. Abre la boca. —Dijo sabiendo que Kim seguía algo inconsciente apenas sabiendo en qué plano se encontraba. —Por favor, necesitas recuperarte.
—¿J... jung? —Preguntó el mayor tratando de abrir sus ojos cansados y dolorosos.
—Si, soy yo. Ayúdame a que te mejores. —Pidió abriendo su boca para que Seokjin lo imitara y eso hizo. —Deja esto en tu boca y traga cuando te dé agua.
Hoseok dejó las pastillas pequeñas en su lengua y rápidamente le pasó el agua, Kim batalló y casi se las regresaba en una arcada pero al final lo había logrado. El pelirrojo suspiró y lo volvió a acostar.
—Sigue durmiendo, lo importante ya lo lograste. —Y le dió una sonrisa pequeña haciendo a Kim devolverle el gesto aún con ojos casi cerrados.
—No te vayas. —Dijo el mayor. —Despierto y nunca estás, nunca. —A Jung se le fue la respiración y sintió su pecho apretar.
—Aquí estaré. —Dijo atreviéndose a alargar su mano para acariciar el cabello suave del mayor.
—Abrázame. —HoSeok dudó, no sabía si el virus era contagioso pero Kim era un hombre delirando entre pucheros enormes y ojos cerrados. El pelirrojo decidió ceder y se acostó trayendo el enorme cuerpo consigo que ni bien lo sintió se subió casi por completo a su cuerpo abrazándolo como se abraza a un peluche o una almohada.
—Hueles tan bien, Seokie. —Seokjin rozó su nariz en el cuello del menor, logrando que este se estremeciera por completo. —Estoy loco, te deseo tanto. —Sus manos acariciaron el costado del pelirrojo desde sus costillas hasta su cadera. Levantó un poco su cuerpo y encontró lo que quería, labios finos, suaves y deliciosos. —Te voy a besar.
Hoseok le miró con ojos grandes y antes de poder hacer algo, Seokjin atacó su boca, no lo besaba como aquella vez, el mayor ni siquiera tenía fuerzas, pero Jung cerró sus ojos y más tarde con Kim completamente dormido pudo salir del encierro de brazos fuertes y cómodos. Estuvo checando su temperatura cada cierto tiempo, mirando cómo bajaba poco a poco y aliviándose. Encargó delivery para los dos pero Kim no despertó a comer, el día pasaba y el sol se ocultaba, Hoseok solo estaba ahí, existiendo al rededor de Kim. Más tarde Jimin llegó apresurado a casa agradeciendo infinitamente y el pelirrojo regresó a su hogar.
—Jimin ¿Tú me estuviste cuidando? —Preguntó Seokjin por la noche mientras comía de la sopa que no pudo comer a medio día. Ya con la temperatura regulada y consciente completamente.
—Sí. —Mintió el rubio como Hoseok se lo había pedido. — Y no hubiera perdido un día de trabajo si alguien no hubiera sido tan cabezón y se hubiera tomado el medicamento como era.
—La medicina hace que me sienta drogado.
—Drogado parecías, seguramente todo moribundo.
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