4. El futuro comienza ahora

N° de palabras: 2120 palabras.

Sinopsis: Luego de estar finalmente juntos por dos años (o, como a Steve le gustaba decir, finalmente juntos de nuevo a donde pertenecían), Steve tiene algo importante que decirle a Bucky.


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Steve apretó su agarre en la mano de Bucky. 

Lo miró con una mezcla potente y embriagadora de amor, adoración y puro nerviosismo. Todo lo demás, la música del DJ, la multitud que los rodeaba, la sala en sí, se desvaneció. 

La única cosa en su mundo era Steve.

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En los últimos dos años, Steve y Bucky habían estado juntos (o, como a Steve le gustaba decir, finalmente de nuevo juntos a donde pertenecían), Bucky había estado poniendo de su parte justo después de las fiestas y las funciones relacionadas con el entretenimiento. 

Es posible que Steve aún evite la alfombra roja, las entrevistas y la prensa en sí, pero a él nunca le importó presentarse en una gala benéfica que uno de sus amigos estaba patrocinando, o asistir a cualquiera de las fiestas organizadas por sus productores o estudios. Y Bucky siempre estaba feliz de ser la cita de Steve para estos eventos, feliz de entrar al mundo de él y conocer a las personas con las que Steve pasaba tanto tiempo. 

Bucky no estaba seguro de haberse acostumbrado alguna vez al brillo, el glamour y la extravagancia, pero había aprendido cómo moverse en el entorno con una sonrisa y ofrecer una pequeña charla superficial cuando era necesario.

Aun así, había algo diferente en el evento de esta noche, y no solo porque la fiesta se estaba llevando a cabo en Brooklyn, a unas tres cuadras de la casa de Steve y Bucky. 

Esta noche era especial porque era el estreno mundial del debut como director de Steve y la algarabía que lo rodeaba era tan abrumadoramente positiva que Bucky había escuchado hablar de un Oscar no solo por la película, sino por Steve como Mejor Director. Y mientras que Steve dijo que no le importaban los premios (ni siquiera era dueño de su Oscar al Mejor Actor, estaba en exhibición en la oficina de María), Bucky todavía no podía evitar sentirse orgulloso de Steve y de lo que había logrado como si fuera su película. De manera real, sentía que era así: había estado allí durante todas las reuniones de preproducción y los cambios de guión y locales, el montaje del reparto, las rondas de ensayos (a menudo en casa de Steve y Bucky), y el proceso largo y agotador de grabación e incluso el proceso de edición, que fue mucho más largo y más agotador. Se había ganado un nuevo respeto por la gran cantidad de esfuerzo que se dedicó a hacer una película, y por la dedicación de Steve al ver su visión artística hasta el final. Hasta ahora y la celebración de la culminación del arduo trabajo de todos.

Había perdido a Steve una hora antes —uno de los productores lo había robado para presentarle a uno de los inversionistas, y Bucky sabía que Steve también estaba tomando en serio sus obligaciones como «anfitrión» y hacía todo lo posible por hablar con todos los invitados—, pero Bucky se había mantenido entretenido charlando con algunos miembros del equipos y el reparto de la película. Estaba tomando su tercera copa de champaña, sintiéndose agradablemente relajado, y esperando el final de la noche cuando Steve y él pudieran irse a casa, y tal vez disfrutar de una pequeña celebración privada. Bucky se había estado muriendo por sacar a Steve de su traje bien hecho durante toda la noche.

—¿Tienes nuevos trabajos por venir? —Sam, el actor principal de Steve en la película (y uno de los mejores amigos de Steve en Hollywood), le preguntó. Se habían conocido muy bien desde que Bucky y Steve se habían juntado, y a Bucky no le importaba admitir que amaba al tipo. Estaba contento de que Steve tuviera como amigo a alguien tan sensato y decente como Sam.

—Sí, pero esta vez es una historia local —respondió Bucky—. Cubriendo la crisis de vivienda aquí en Nueva York.

—Hombre, ese es un tema pesado —comentó Sam—. ¿No has pensado en hacer algo más ligero?

Bucky sonrió y tomó un sorbo de champán.

—La última vez que hice un artículo ligero, terminé mudándome con mi entrevistado, así que no estoy muy seguro de que hacerlo de nuevo sea una buena idea.

Sam se rio entre dientes.

—Cierto, cierto. Sigo diciéndole a Steve que él necesita convertir su historia en un guion y volverla una película. Lo que ustedes dos pasaron, cómo se encontraron el uno al otro... Habría lágrimas por doquier en el cine.

—Steve y yo hemos hablado de eso —respondió Bucky. Estaba seguro de que sus mejillas estaban rosadas, y no solo por el alcohol. Todavía era extraño pensar que la amistad de su niñez y la reunión de adultos con Steve eran de conocimiento público. Darcy había hecho un trabajo increíble, después de que Bucky le entregó las riendas, incómodo con ser el tema de su propia entrevista, y Natasha estaba emocionada por la cantidad de tráfico que generó la historia—. Creo que Darcy y él se van a reunir en los próximos meses, tal vez, para ver si hay algo allí. Steve quiere una oportunidad de escribir el guion él mismo, o de dirigir y actuar en ello al mismo tiempo.

—Sería asombroso verlo dirigiendo y también actuando —dijo Sam—. Hay que darle la oportunidad de pasar a otro género, de realmente mostrar su potencial.

—Creo que esa es la idea —dijo Bucky, luego sonrió cuando sintió que un brazo se deslizaba por su cintura. Se recostó contra un pecho familiar y se giró, besando la barba de Steve—. Oye, tú. Tus orejas deben estar ardiendo.

—Espero que ustedes dos estuvieran diciendo cosas buenas —respondió Steve e inclinó la cabeza para frotar la nuca de Bucky. Su siguiente pregunta fue un murmullo bajo que vibró a lo largo de la piel de Bucky—. ¿Estás pasándola bien?

—Un gran momento —le dijo Bucky, con un pequeño escalofrío anticipado. Estaba casi listo para pasar la noche y reclamar a Steve para sí mismo—. Estoy tan orgulloso de ti.

—Bueno, no podría haber hecho nada de eso sin ti —dijo Steve, y giró a Bucky para que se miraran mutuamente. 

Steve había perdido su corbata y su chaqueta en algún momento, y los dos botones superiores de su camisa de vestir blanca estaban desabrochados, dejando al descubierto el hueco de su garganta. La boca de Bucky casi se hizo agua ante la vista. La única razón por la que no se inclinó para hacerle un mordisco rápido fue la extraña mirada que Steve le estaba dando.

—¿Estás bien? —preguntó él, frunciendo el ceño. Pensaba que todo iba bien, pero tal vez algo había pasado...

—Estoy genial —Steve le aseguró, pero la mirada ansiosa seguía en su rostro—. Yo solo... quería hablar contigo.

—Oh, ¿estamos haciendo esto ahora? —Bucky escuchó a Sam decir, pero toda su atención estaba en Steve, y el movimiento nervioso de su lengua sobre su labio inferior y la aprehensión que apagaba los normalmente brillantes ojos azules. Apenas sintió que Sam le quitó ágilmente su copa de champán.

—¿Quieres ir a algún lugar privado? —preguntó Bucky, extendiendo la mano para unir sus dedos con los de Steve. Haciéndole saber a Steve que él estaba allí. Eran un equipo, sin importar qué—. Podemos ir a casa, si quieres.

—No, yo... realmente quiero hacer esto aquí —respondió Steve, con una pequeña y tímida sonrisa que estaba en desacuerdo con sus temblorosas respiraciones—. Sin embargo, tienes que prometer que no me vas a matar.

—¿Por qué habría de hacer eso? —Bucky preguntó, desconcertado. ¿Qué demonios está pasando?—. Pero sí, por supuesto, lo prometo.

—Bueno, está bien —dijo Steve. Se inclinó para un rápido beso, los vellos de su barba y bigote hacían cosquillas en los labios de Bucky, luego, después de una respiración profunda, se dejó caer sobre una rodilla.

Bucky parpadeó. Cada poco de aire en sus pulmones se fue en una exhalación inestable. No podía sentir sus piernas.

—¿Steve...?

Steve apretó su agarre en la mano de Bucky. 

Lo miró con una mezcla potente y embriagadora de amor, adoración y puro nerviosismo. Todo lo demás, la música del DJ, la multitud que los rodeaba, la sala en sí, se desvaneció. 

La única cosa en su mundo era Steve.

—Sé que esto es súper público —dijo Steve, después de una pequeña pausa ponderada—. Y, créeme, he pensado en la forma perfecta en que iba a hacer esto... unas mil millones de veces. Todos los días desde esa noche en el Ten Pound, de hecho. Pero quería asegurarme de que lo que teníamos era sólido. Quería saber que podíamos manejar las separaciones y nuestros estilos de vida agitados y que esto no era un viaje nostálgico en el que ambos estábamos...

—No lo es —Bucky interrumpió, con una voz gruesa que apenas reconoció—. No es solo nostalgia, Stevie, debes saber eso.

—Lo sé, pero tienes que dejarme terminar, o simplemente empezaré a llorar y nunca diré lo que necesito decir —dijo Steve, con esa amplia sonrisa que Bucky amaba tanto y un brillo revelador en sus ojos.

—Bueno — Bucky apretó la mano de Steve, su corazón se sentía tan lleno que parecía que podría estallar en cualquier momento—. Continúa.

—Te amo —dijo Steve, con su voz firme y clara, y aún un milagro cada vez que Bucky lo escuchaba—. Te he amado desde que tenía cinco años y eso nunca se ha ido. Te amaré mañana y el año que viene y cuando tenga noventa años y cuando vaya a la siguiente vida y la siguiente después de ella. Y no puedo pensar en un mejor momento y lugar que aquí y ahora, rodeado de nuestra familia y amigos, en un momento de celebración, en la mejor noche de mi vida. 

Con su mano libre, Steve rebuscó en el bolsillo del pantalón y luego sacó una pequeña caja negra. La abrió para revelar un anillo de platino liso y pulido. Pero su brillo no era nada en comparación con la mirada que le estaba dando a Bucky. Una mirada que Bucky supo que nunca olvidaría mientras viviera.

—James Buchanan Barnes, ¿quieres...? —La voz de Steve se quebró y tomó un segundo para recuperarse antes de continuar—. ¿Me harías el honor de ser mi esposo?

—Sí, sí, Steve, Stevie... Mierda, la respuesta siempre ha sido sí. —Bucky soltó una carcajada temblorosa y jaló a Steve hacia él cuando un fuerte y constante aplauso estalló a su alrededor. La sonrisa de Steve era la cosa más hermosa que Bucky había visto, y los brazos que lo sujetaban con fuerza eran el único hogar que Bucky sabía que alguna vez necesitaría.

Sus labios se encontraron, alegres y un poco salados por las lágrimas que ambos derramaban, pero fue el mejor beso que Bucky pudo recordar.

—Solo tú planearías algo grande y romántico como esto —bromeó Bucky, limpiando las lágrimas de Steve con su pulgar, devolviendo la sonrisa con todo su ser.

Steve se encogió de hombros tímidamente, pero no se disculpó.

—Qué puedo decir, soy un actor y un director. Hacer eso está en mi ADN.

—Sí, supongo que sí —dijo Bucky, y luego levantó la mano izquierda—. ¿Vas a hacer esto oficial o qué?

—Puedes apostar tu trasero a que lo haré —se rio Steve, sonando aliviado. Sacó el anillo de la caja y lo deslizó en el dedo de Bucky. Fue un ajuste perfecto.

Aceptaron palmaditas en la espalda y felicitaciones de todos a su alrededor, y llorosos y orgullosos abrazos de parte de la madre y el padre de Bucky. (Bucky descubrió mucho más tarde que Steve les había dicho lo que planeaba con anticipación y que recibió la bendición del padre de Bucky, porque era un alma tan anticuada como esa). 

Alguien, Bucky pensó, tal vez Sam, puso dos copas de champán en sus manos, y el DJ dirigió la sala en un brindis. A pesar de todo, Bucky mantuvo su mano en la de Steve, sintiendo el metal caliente en su dedo, el peso de la misma como símbolo de confort y una promesa.

—Te amo —murmuró, dándole a Steve otro beso persistente—. Esto fue perfecto.

—Te mereces lo perfecto —dijo Steve, con otra sonrisa brillante—. ¿Estás listo para ir despidiéndote y salir de aquí?

—Oh, sí —Bucky se inclinó, susurrando las siguientes palabras en el oído de Steve—. Solo para que sepas, te estaré dando la mejor mamada en la historia de las mamadas por esto.

Steve dejó escapar un pequeño gemido y apretó su agarre en la cintura de Bucky.

—No hay objeciones aquí —logró decir con voz estrangulada.

—Bien. —Bucky estaba seguro de que su sonrisa fue una extraña mezcla de aire satisfecho, mareado y torpe, pero no le importó. Tenía todo lo que siempre quiso, a Steve, a su mejor amigo y el amor de su vida, justo aquí en sus brazos, y no podía esperar para comenzar a vivir juntos el resto de sus vidas.

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