único.

saturni circulum:
mi persona especial.

     Ya duérmanse, a esta hora aparecen los chaneques.

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DianaToledo8
YOONIRICO

     Taehyung estaba nervioso, sudaba a mares en aquel traje oscuro y quería desprenderse de tales prendas. Saber que la mayoría de las miradas estaban puestas sobre él y sobre su futura esposa no ayudaba en nada. En la iglesia todos parecían contentos, con una sonrisa en sus caras, excepto él.

     Se estaba muriendo por dentro.

     El cura seguía hablando y él dejó de prestar atención. Miró a su lado, allí estaba su padre, mirándole amenazadoramente. Quiso echarse a llorar, pero debía ser fuerte.

     Y es que Taehyung no quería casarse, no amaba a la mujer que estaba a su lado, ni siquiera se veía tratando de convivir con ella.

     Todo era culpa de su padre, de su empresa y de su jodido ser homofóbico.

     Taehyung recuerda la manera en la que su padre le obligaba a tener citas con chicas cuando era solo un adolescente de catorce años. Cuando se hizo mayor, su padre le llevaba a lugares privados, como prostíbulos, dejaba que las mujeres abusasen de él, creyendo que de esa manera se haría hombre.

     Aún recuerda cuando cumplió 19 y le dijo a su progenitor que tenía un novio. Fue el peor error de su vida. Esa vez no sólo dejó que mujeres le acosen, dejó que hombres marcasen su vida para siempre. Lo trató como a un ser despreciable y lo dejó con esos viejos asquerosos que no hacían más que mirarle con deseo, causándole ganas de vomitar. Taehyung ya no quería acordarse de eso.

     Siempre odiaría a su padre y no había nada que pudiese remediarlo.

     De verdad creyó que los hombres le habían dejado de gustar, fueron muchos años donde pensar siquiera en un hombre tocándole, le daba asco. Allí fue donde conoció a Jisoo, una compañera de universidad. Fueron novios por dos años y ahora estaban a punto de ser marido y mujer.

     ¿Era eso lo que le haría realmente feliz? Tenía la respuesta muy clara, un rotundo no.

     — Sí, acepto.

     Su cuerpo tembló a tales palabras de Jisoo, sentía las lágrimas a punto de explotar por sus ojos.

     — Kim Taehyung, ¿quieres recibir a Kim Jisoo como esposa y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

     La iglesia parecía haberse achicado de repente, el lugar le apretaba. Oh no, era la mano de su futura esposa que le apretaba el brazo en señal de que respondiese.

     Taehyung miró a su alrededor, todos estaban atentos a él, a lo que haría. Pero ninguna de esas personas eran importantes en su vida, sólo estaban cegados por codicia, ese matrimonio no era más que un asunto de dinero y prestigio.

     "¿De verdad vas a fundir tu vida sólo para hacer feliz a personas que ni siquiera te valoran?"

     "Mi amor, yo te haría la persona más feliz del universo, sólo quédate a mi lado, por favor..."

     "Ellos no te quieren ni la mitad de lo que yo te amo" recordó las palabras de su pelinegro.

     Recordó cada noche en la que el menor le susurraba cosas para calmarlo, recordó sus caricias y besos, reordó sus ojos iluminados en amor por él, recordó la delicadeza con la que le trataba, como si fuese el cristal más valioso del mundo. Recordó al chico rudo que odiaba a todos, a quien no parecía tener más metas en la vida que simplemente fumarse un cigarrillo. Pero era pura fachada, ese pelinegro era una gran persona si al menos te dabas el lujo de conocerlo bien. También recordó como le había enseñado el sexo más puro bañado en placer, le enseñó que lo que hacían no era nada malo, que él no tenía la culpa de nada, pero aún más importante, le enseñó a amarse a sí mismo.

     Sin titubeos se giró hacia la mujer que estaba a su lado, esa por la cual ni siquiera sentía un poco de amor. Siempre la vio como una hermana cubriéndole, y eso no cambiaría.

     No estaba dispuesto a arruinarse la vida. Quería vivirla plenamente, quería ser feliz a esas alturas.

     — Lo siento... —le articuló con los labios sin decir nada.

     Antes de que su padre le cogiese del brazo salió corriendo por los pasillos de la enorme iglesia. Abrió la puerta con fuerza y pudo sentir la brisa que emanaba el aire fresco golpear en su rostro. Después de todo, erra un lindo mediodía y había mucha gente en la calle.

     Corrió porque pudo ver a los guardespaldas siguiéndole, se limpió las lágrimas y rió. Rió porque ni siquiera le importaba darle una jodida explicación a su familia. Necesitaba alejarse de esa gente tóxica.

     Se sentía libre.

     Escuchó una bocina y su corazón se aceleró. Lo buscó con la mirada, emocionado. No pensó que iría por él, creía que huiría a otra ciudad como lo había dicho.

     Pero era Jungkook, y él nunca le decepcionaba.

     Lo vio sentado en su motocicleta negra, su cabello revuelto se movía por el travieso viento que no parecía querer calmarse y una gran sonrisa adornaba su atractivo rostro. Estaba tan hermoso, tan resplandeciente, tan masculino, tan él y tan suyo.

     Taehyung corrió hacia él y lo abrazó como pudo, hundiendo su rostro en el cuello del menor. Sintió como las manos de este le acariciaban la cintura con delicadeza mientras depositaba besos amoros en su mejilla.

     — Viniste —susurrí Taehyung.

     — No me iría a ningún lado sin ti.

     Los ojos de Taehyung volvieron a cristalizarse, lo abrazó con más fuerza y le susurró cuánto le amaba.

     — Gracias por esperarme, Kookie, y perdón por todo —el rubio tomó el rostro de Jungkook en sus manos y lo besó en agradecimiento.

     Esos labios cálidos y dulces eran su hogar.

     — Eres mi hombre ¿a dónde iría yo sin ti? —preguntó burlón el pelinegro, mirándole con ojos enamorados.

     — Espero que a ningún lado aún.

     — De hecho, te vienes conmigo. Tengo dos boletos a Londres y el vuelo sale esta noche ¿qué dices?

     Taehyung quedó pasmado, mirándole con asombro. Jungkook, su precioso hombre, siempre lograba sorprenderlo.

     — Digo que me parece bien ir a donde tú vayas, guapo.

     — No te vas a arrepentir, te haré muy feliz, lo prometo, mi amor —le susurró.

     — Tonto, tú ya me haces feliz. Siempre confío en ti, cariño.

     Compartieron un beso cargado de amor, remolinos de sentimientos eran sellados por lo que parecía ser un simple beso, pero no, para ellos lo era todo.

     Jungkook le obligó a que se quitase ese saco feo y le dio su cazadora para que no pasase frío.

     Los invitados miraban con la boca abierta, indignados.

     Taehyung se subió a la motocicleta, se abrazó a la cintura de su novio y les sacó el dedo corazón antes de perderse de su vista.

     Jungkook era su héroe y él lo amaría hasta el final de sus días.

FIN.

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