I

“Los dioses ayudan a los que se ayudan a sí mismos”

Esopo

REPÍTEME DE NUEVO, ¿por qué él tenía que venir con nosotros? —Lyra observa a Apolo y él la mira por el retrovisor interior del auto.

Lyra regresa su mirada al Dios que está sentado a su derecha, el hombre solo la ve con una gran sonrisa en el rostro.

• • •

»—Relajate ¿quieres?, nadie aquí va a intentar matarte —dijo Vali para tranquilizar a la chica.

»—¡¿Qué me relajate?!, estoy en una tienda de autoservicio e-en —Lyra titubea y mira a Apolo—. ¿En dónde?

»—Meridian.

»—¡En Meridian! —Lyra se cruza de brazos mirando al Dios—. Y al parecer este lugar no es solo lo que aparenta.

»—Es lista —dice otra de las mujeres ahí presente, la misma diosa Athenea, de tez blanca con el cabello negro resplandeciente—. La reclamo.

»—¡¿Reclamarme?! —Lyra abre un poco los ojos ante la sorpresa frunciendo el ceño solo unos segundos después—. Tengo autonomía propia, estoy en mi derecho de decidir lo que mejor me convenga.

»—Tiene agallas —dice Seth sonríe hacia la joven peliblanca—. Yo la reclamo, aprenderá a canalizar su irá a quien quiera.

»Un tumulto de voces se empiezan a echar, palabras entre mezcladas sin sentido alguno, cada uno diciendo lo que mejor les convenía a ellos mismos, Lyra comenzaba a abrumarse con tantas voces hablando a la vez.

»—¡Nadie reclamará a nadie! —dice Apolo alzando la voz para que el resto de los dioses guarden silencio.

»—Si estuviera conmigo su vida sería menos aburrida.

»—¡Sí, claro!, fiesta, alcohol y. —Loki hizo una mueca pensativa—. ¿Drogas? —Loki sonrió sarcásticamente mientras Dionisio lo mira mal.

»—Dionisio, Loki. —Apolo les advirtió paraque ambos pararan de hablar y los dos Dioses se encogieron de hombros—. Todos nos vamos a calmar un segundo. Inhalen y exhalen, ¿de acuerdo?.

»—No creo que eso sirva de mucho —dice Lyra cuando Apolo coloca las palmas de las manos sobre los hombros de ella.

»—Lyra. —Apolo la mira—. Por favor, no empieces.

»—Yo solo quiero llegar sana y salva a Canadá, en una pieza de preferencia. —Lyra se separa de Apolo para verlo a los ojos—. Soy fiel devota, pero por favor, no traigan el mundo de los dioses a la tierra, mortales como yo no lo soportamos demasiado. Me acostumbré a que fueran deidades omnipresentes.

»—Y omnipresentes seguiremos hasta que sea necesaria nuestra intervención para mantenerte a salvo —dice el mismo Odín sonriéndole a la joven peliblanca.

• • •

Artemisa que está sentada en el asiento del copiloto, mira atrás y se ríe al notar que el rostro de Lyra es muy expresivo.

—Eres una mortal muy tierna —dice Artemisa mientras mira a su hermano—. ¿No lo crees, Apolo?

Apolo sonríe sin quitar la vista del frente —Lyra siempre ha sido un encanto.

• • •

»—¿Ya tienes todo lo que necesitas? —pregunta Apolo recargado en la puerta del auto mientras ve a Lyra saliendo de la tienda de autoservicio.

»—Bueno, tenemos muchas chuches para el camino. —Lyra mira el interior de una de las bolsas de papel que tiene en manos—. Y demasiada, pero demasiada ambrosía y néctar, regalo de Hebe.

»Apolo le sonríe y ayuda a Lyra a meter las bolsas a la cajuela del auto, cuando están adentro viera la cajuela y observa las reacciones de la joven.

»—¿Cómo te sientes con todo esto?

»—Es abrumador. —ella resopla moviendo un poco un mechón de su cabello—. Me acostumbrare.

»Ambos dirigen su mirada a la entrada de la tienda de autoservicio; la diosa Artemisa y el Dios Loki se acercaban a ellos.

»—¿Vienes?

»—Oye, soy protectora de las mujeres jóvenes y las niñas. —ella coloca sus manos en la cadera cuando llega a lado de su hermano—. Además de los partos, pero eso no viene al caso. Lyra es una mujer joven así que está en mis deberes como diosa.

»—¿Y tú porqué vienes? —Lyra le pregunta al Dios de las mentiras y los engaños.

• • •

—Ya te dije —Loki mira a Lyra con una sonrisa—. Soy bueno haciendo ilusiones, créeme, las necesitaremos.

—Yo también soy buena haciendo ilusiones.

—¡Deten el auto, solecito! —Apolo frena el auto precipitadamente y voltea su rostro para ver a Loki—. No planeo disculparme.

¿Solecito? —Apolo frunce el ceño—. Debes estar jodiéndome la vida.

—Te queda —dice Loki con un tono sereno—. Uno de tus muchos títulos es Dios del Sol, además, donde vayas irradeas todo llamando la atención.

—¡Ese no es el punto! —menciona Apolo mordazmente.

Apolo abre la puerta del auto y la cierra de un portazo, Lyra suspira, de igual forma ella también sale del auto solo que está vez cierra la puerta con más tranquilidad.

—¿Tanto te molestó?

Apolo se voltea al escuchar la suave voz de Lyra, apoya se espada en el auto cuando Lyra se coloca a un lado suyo.

—Sabes como es Loki, es después de todo Dios de las artimañas y de los engaños. —Lyra se encoge de hombros—. Provocar es parte de él.

Apolo regresa su mirada al frente evitando a Lyra —Tú madre me llamaba de esa forma.

Lyra se queda perpleja ante la confesión del Dios, nunca imaginó que un recuerdo fuera a afectarle tanto, aunque suponía el porqué dado la forma en que sus padres habían dejado este mundo mortal.

—Y-yo, no lo sabía —Ella baja la cabeza con algo de tristeza recorriendo sus pensamientos—. Mamá tenía un poco más de preferencia por el panteón griego.

—No merecía morir de esa forma.

Lyra asiente con la cabeza procesando las palabras de Apolo, él tenía razón, sus padres no merecían morir de esa forma tan cruel.

Del cielo se escuchó como algo traspasaba rompiendo el aire en un ruido silencioso, un hombre más alto que el promedio, bastante musculoso y masculino irradiando poder y autoridad, con barba y bigote negros bien cuidado, su cabello negro cual alas de cuervo algo largo con rizos y sus ojos color ónix con destellos dorados aterrizaba en el pavimento quedando arrodillado, en un segundo se levantó y camino en dirección a Lyra haciendo que Artemisa y Loki salieran del auto.

Lyra lo miro embobada, realmente cautivada por la presencia de aquel hombre, sabía que se trataba de un Dios, y la ropa que llevaba consigo lo hacía ver solo más masculino.

Cuando él quedó a unos centímetros cerca de ella, Lyra fue más consciente de la gran diferencia de estatura, mucho más del 1.90, eso solo le hizo recordar a los jugadores de fútbol americano, la mayoría eran unos gigantes fornidos en todo sentido de la palabra.

—¿Qué quieres, Ares? —dice Artemisa al ver a su hermano llegar.

—Creí que era Hades. —Lyra voltea hacia Artemisa—. Los dos tienen esa aura rara.

Se escuchó por lo bajo la risa de Loki, Apolo solo rodó los ojos ante el comentario de la peliblanca.

—Vengo a cumplir promesas.

Apolo levanta una ceja, las promesas no eran algo tan común en el dios de la guerra.

—¿Qué promesas? —dice Lyra con curiosidad a lo que él Dios se arranca del cuello una cadena y poniéndose la en las manos a Lyra.

Lyra al ver en sus manos la cadena quedó perpleja al ver el anillo dorado ornamentando con una hermosa gema preciosa en el centro; un rubí, levantó la cabeza y miró al Dios.

—Tú los mataste. — Fue más una afirmación que una pregunta y eso solo hizo que el Dios de la guerra sonriera ladinamente.

• • •

Tras horas y días de viaje, habían llegado a Charlotte, no hubo muchas complicaciones en el camino haciendo que Lyra agradeciera a los cuatro vientos por viajar sana y salva.

Varios dioses iban y venían, le hacían compañía a la platinada por unos días y se regresan a seguir con sus labores de deidades, pero siempre estaba acompañada por uno a cuatro Dioses.

Lyra daba una de sus últimas tiradas en la cafetería, la mujer sentada frente a ella tenía aquella mirada esperanzadora, incluso hasta ilusionada, la mayoría de las personas en lugar de preguntar a las cartas aspectos que pudiera mejorar en su vida, el amor era el tema más popular, sin mencionar que siempre preguntaban si volverían con el ex.

La mujer le dio el dinero a Lyra y ella lo acepto guardándolo, cuando la mujer se fue Ares se acercó a su mesa con dos cafés en mano.

Lyra toma las cartas y las junta de nuevo en su mazo, abrumada de tantos mensajes canalizados guarda su mazo en su bolsa de terciopelo rojo y la guarda en su bolso.

Ares toma asiento y le entrega el café a Lyra, ella suspira, decide dar un sorbo a su bebida, no era caliente más bien frío, mejor para aclarar sus ideas.

—¿Por qué lo haces? —pregunta el Dios analizando las expresiones de la joven—. Traes suficiente dinero contigo como para retomar algo de tu trabajo en Nueva Orleans.

—Nunca viene mal un dinero extra. —Ella se encoge de hombros restándole importancia.

Ares nota que Lyra lleva puesta la cadena que le dio, el anillo está colgado en él. Ella nota como el Dios mira la cadena haciendo que sonriera levemente.

—Es mejor así, siento que no lo perdería tan fácilmente. —Ella lleva su mano izquierda hacia el collar de forma apaciguadora—. Se que el anillo no era originalmente mío, pero cuando me lo puse se ajusto perfectamente a mi dedo anular.

—Sabré donde estas mientras no te lo quites. —Ares da otro sorbo a su bebida.

—Supongo que tendré que acostumbrarme a tenerte cerca.

—O incluso hasta en la misma cama. —Aquel comentario hizo sonrojar a Lyra.

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