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“Cuanto más planifique el hombre su proceder, más fácil le será a la casualidad encontrarle”
—Friedrich Dürrenmatt
"TIENES QUE IRTE", fueron las últimas palabras que Marcel le dijo como última opción para que ella no corriera más peligro.
• • •
»—Por favor, Lyra. —Marcel tomó el rostro de Lyra y paso las yemas de sus dedos por las mejillas de ella, mientras Lyra se le comenzaban a cristalizar los ojos—. Nueva Orleans ya no es segura para tí.
»—Marcel —dijo Lyra en un susurró al viento—, no quiero irme.
»—Lo harás. —Él tomó la mochila que se encontraba en la silla cerca de la cama de Lyra y se la colocó mientras ella a regañadientes se la pone—. No seas terca, esto es por tu bien.
»—Soy fuerte. —Lyra dirige su mirada a la ventana y después mira a Marcel—. Soy más poderosa que antes —ella mencionó suplicante a Marcel esperando convencerlo de algún modo.
»—Soy consciente de ello —espetó él con un tono molesto pero en segundos se calmó—. Pero eso no evitará que quieran matarte.
»Lyra se queda callada, Marcel tenía razón, desde que puso un pie en Nueva Orleans las brujas del barrio francés percibieron su magia como sabuesos, y cuando se enteraron de a quien pertenecía esa magia antigua ella se convirtió en el blanco de todos, Lyra solo era una niña entrando en la etapa de adolescente y su magia no estaba a todo su potencial para defenderse a ella misma.
»—Vete, Lyra. —Marcel quitó las lágrimas que corrían por las mejillas de Lyra—. Vete y no mires atrás, encuentra tu lugar, un santuario donde te sientas segura. —Él siguió mirándola fijamente con ternura—. Enamórate, cásate, forma tu propia familia. Vive la vida que realmente mereces.
»—Ven conmigo —dice Lyra suplicante—. Por favor.
»A Marcel se le encogió el corazón, porque aunque más quisiera ir con ella, no podría ir.
»—Sabes que no puedo.
»—No perdía nada al intentar preguntar. —Ella se encoge de hombros mientras que con la manga de su suéter de la mano izquierda se quitaba los rastros de las lágrimas.
»—Tienes todo en la mochila; visa, pasaporte, incluyendo dinero. —Marcel se separa un poco de ella para ver mejor su expresión.
»—Lo sé; mi ropa, todos mis grimorios. Los encantamientos de extensión son muy eficientes en este tipo de situaciones. —Ella sonríe a medias resignándose y aceptando irse de Nueva Orleans.
»—Ten. —Marcel le entrega una caja a Lyra; un celular nuevo—. Mi número ya está registrado, si me necesitas llámame, iré por ti donde quiera que estés.
»—Gracias. —Lyra toma la caja y saca el celular guardandolo en la pequeña bolsa de mano color azul y la caja la guarda en la mochila.
»Marcel saca unas llaves de su pantalón y se las pone en la palma de la mano de Lyra, ella mira las llaves sabiendo que se trata del auto de Marcel, mientras él la toma del antebrazo llevándola fuera de la casa hasta llegar a un auto negro que se encuentra estacionado.
»Marcel mira la calle, la noche ya había caído y el único sonido era el que hacían los turistas, él abre la puerta del conductor y cuando Lyra está adentro e incerta la llave para encender el auto se voltea para ver por última vez a Lyra.
»—Todo estará bien, sí. —Lyra deja su mochila en el asiento del copiloto mientras asiente como respuesta a lo que Marcel le dice, después cierra la puerta del auto y baja un poco la ventanilla—. ¿Ya tienes idea de a dónde ir?
»—Serán más de doce horas de camino. —ella se encoge de hombros—. Canadá.
»—Ve con cuidado, y descansa en un hotel cuando lo necesites. —ella le sonríe por última vez y sube la ventanilla del auto.
»Marcel se separa del auto y ve como Lyra agita la mano en despedida, a los segundos el auto arranca, él solo se queda ahí parado viendo como el auto se va mientras Lyra lo mira por un segundo en el espejo retrovisor interior del auto.
• • •
Lyra seguía conduciendo aún con aquella última conversación con Marcel tan fresca e impregnada en su memoria, tenía la gran necesidad de dar la vuelta y regresar, pero sabía que no podia, Nueva Orleans ya no era más su hogar.
Su primera parada como descanso fue en un hotel en Hattiesburg, al entrar a la habitación encendió la luz, dejo sus cosas en la cama y cerró con seguro la puerta, se acercó a la ventana y corrió las cortinas.
Ella se acercó a la cama y de la mochila saco una pequeña vela blanca, Lyra miró fijamente la mecha de la vela, a los segundos se encendió y la puso en la mesa de noche mientras Lyra se sentaba en la cama y cerraba sus ojos.
—Por favor, escuchen mis plegarias —Lyra dijo en un susurro para ella misma tratando de comunicarse con cualquier deidad que estuviera dispuesto a escucharla—. solicitó su guía y protección, es lo único que pido. —Ella abre los ojos y mira la vela y la flama bailar en un ligero movimiento—. Morir no está en mis planes, aún no.
Lyra toma su mochila nuevamente y como puede rebusca hasta encontrar sus cosas de higiene personal junto con un cambio de ropa y su ropa de noche, se levanta de la cama y se dirige al baño cerrando la puerta detrás de ella.
• • •
A la mañana siguiente Lyra dejó el hotel y encontró un restaurante en el cual podía desayunar tranquilamente, mientras ella miraba por la ventana la calle y las personas pasar la puerta se abrió y un hombre entró al lugar, Lyra no presto atención hasta que aquel hombre se sentó en el asiento frente a ella.
Lyra miró al hombre, era atractivo físicamente, rubio y tenía una sonrisa hermosa que hipnotizaba según los pensamientos de ella, incluso la vestimenta elegante lo hacía ver más atractivo.
—¿Puedo ayudarle? —Lyra preguntó mientras se erguia en el asiento y tomaba un sorbo de su café.
—Perdón por no presentarme como es debido. —El hombre sonríe ampliamente mientras la mira—. Soy Apolo. Epítome de la juventud y la belleza, fuente de vida y curación, mecenas de las artes y tan brillante y poderoso como el mismo Sol.
—Apolo —dice Lyra en un susurro y la sonrisa del Dios se hace más visible.
—Él en persona. —Apolo le dió una sonrisa, se inclina un poco sobre la mesa y le susurra a Lyra—. Tenemos que irnos, aún no estás completamente a salvo.
—¿A salvo? —Ella frunce el ceño esperando que el Dios se explique.
—¿A caso olvidaste tu plegaria de anoche? —Lyra inclina la cabeza un poco a la derecha procesando lo que él mismo Apolo le acaba de decir.
El Dios deja unos billetes en la mesa, el mismo dinero que ella tenía que pagar por el desayuno, Apollo se levanta y le extiende la mano a Lyra, ella sin chistar toma la mano de Apollo y él la saca del lugar.
En cuanto están afuera Apolo suelta a Lyra y deja extendida la mano, ella de su bolso de mano saca las llaves del auto y se las entrega al Dios.
• • •
Apolo y Lyra estaban dentro del auto, Lyra apoyaba su cabeza en el vidrio mirando la carretera, el Dios incluso la miraba de reojo cuando ella no se daba cuenta.
—Lyra. —Apolo trato de llamar su atención para ayudarla a distraerla de lo que sea que carcomía su cerebro.
Ella parpadeo un par de veces y miró al Dios, se acomodo en el asiento dirigiendo su mirada al frente.
—¿Qué? —Lyra preguntó desconcertada pues en todo el camino Apolo no había dicho ni una sola palabra, él solo seguía conduciendo por ya un bastante tiempo.
—Algo que gustes compartir, soy bueno escuchando. —Él voltea a mirarla por unos segundos.
—¿Qué quieres que te diga? —Ella se encoge de hombres mientras pasa su mirada de Apolo al camino—. Que me ví obligada a dejar el lugar al que llamaba hogar, que deje atrás a la única persona que realmente se preocupaba por mi.
—Se que es duro afrontar esta realidalidad.
—Supongo que mi pena se la puedo ofrendar a Hades, y todos felices —Lyra dice de forma sarcástica, apoya su cabeza nuevamente en el vidrio de la ventana sin muchas ganas de seguir hablando.
—Hades no arreglara todos tus problemas. —El auto se estaciona en una gasolinera, el Dios se voltea a ver a la chica, sabe que su comportamiento es peor al de un adolescente promedio—. Así qué, porque no entras a esa tienda —dice con tono amable señalando el lugar por la ventana—, compras bebidas, algunas golosinas y todos felices.
Lyra mira la tienda a través de la ventana y después regresa su mirada a Apolo, él le entrega algo de dinero en la mano.
Ella sale del auto cerrando la puerta detrás de ella, empuja la puerta del lugar y entra, observa todo lo que se encuentra a su alrededor, ve al encargado cuando pasa frente de él y sigue su camino deteniéndose a mirar las diferentes chucherías.
Se escuchó una campana, Lyra no presto atención a quien entraba, se cruzó de brazos mientras meditaba que elegir, era peor que un restaurante al revisar el menú.
—¿Tienes un poco de néctar? —dijo la voz femenina al encargado del lugar.
Lyra volteo a la mujer; rubia, sus ojos parecían ser una mezcla de miel y verdes, tipo hazel, se le hizo curioso que ella pidiera néctar junto al café que tenia en mano.
La mujer la vió por unos segundos y Lyra solo se dió media vuelta y siguió un camino recto, había poca gente, o eso pensaba cuando de reojo notaba a más personas entre los otros pasillos, sintiendo sus miradas, aceleró el paso y llegó al pasillo de vinos y licores, siguió caminando hasta que una de las botellas explotó rompiéndose en el proceso haciendo que Lyra se sobresaltara.
Lyra volteo a mirar a sus espaldas por si alguien había visto lo que sucedió y cuando regreso su mirada al frente un hombre de traje elegante con tonos verde esmeralda está parado cerca de ella con una gran sonrisa en su rostro.
—Ni te atrevas a hacer una estupidez, Loki. —Lyra escuchó la voz de una mujer a sus espaldas que se acercaba a paso lento.
Cuando Lyra vió a la mujer supo que era la misma persona que había visto pidiendo el café con un poco de néctar.
—Le quitas lo divertido a las cosas, Artemisa.
Lyra en ese momento puso los ojos en blanco, su mirada termino en la nada y su boca se abría un poco, otras personas comenzaban a reunirse a hacerles compañía.
—¡Permiso! ¡habrán paso por favor!.
Lyra reconoció la voz de inmediato, era Apolo pasando entre las otras once personas con esa sonrisa inconfundible que lograba derretir a cualquier mortal.
—Lyra. —él llega hasta donde está la joven de cabello platinado—. Veo que ya estás conociendo a la familia. —Apolo mira a los dioses griegos presentes y después a los nórdicos y egipcios—. Y a otras deidades de otros panteones.
—¿Dónde me trajiste? —Lyra le susurra a Apolo.
—Tranquila, estás en buenas manos. —Él le sonríe tranquilamente poniendo su mano izquierda sobre el hombro derecho de Lyra—. Todavía faltan, no son ni la mitad de todas las deidades.
«Esto me pasa por no especificar la ayuda de que Dios quería» pensó Lyra mientras miraba a los dioses junto a ella.
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