19. Amo la manera en que mientes
━━━⊱ Amo la manera ⊰━━━
en que me mientes
«Aquello que nos inspira a la mayor bondad, también es la causa de nuestra peor maldad»
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Despertó.
No podía recordar el momento exacto en el que perdió la conciencia, pero las imágenes del hombre enmascarado y la herida en su hombro seguían frescas en su mente.
Su vista nublada se fue aclarando poco a poco y con ello la luz del sol lo cegó por un instante. Instintivamente intentó levantar la mano para cubrirse los ojos, pero algo la retenía. Su mano derecha estaba atrapada, o mejor dicho, aferrada a algo.
Una sensación de calidez familiar recorrió su cuerpo y una vez que sus ojos se adaptaron a la claridad, descubrió la razón.
Ella estaba allí. Durmiendo sobre su mano, sosteniéndola con firmeza, como si temiera que él desapareciera.
Levi no pudo evitar sonreír. Alyssa seguía con vida, y estaba junto a él. La preocupación que lo había consumido durante los últimos días pareció desvanecerse. Había planeado buscarla sin descanso, pero los eventos recientes lo habían arrastrado en otra dirección. Ahora, lo único que importaba era que ella estaba a salvo, tan cerca que podía sentir su respiración pausada y tranquila.
Su cabello azabache caía desordenadamente sobre su rostro, y Levi no pudo evitar pensar que era la imagen más hermosa que había presenciado jamás: Alyssa durmiendo plácidamente a su lado. Por un instante, permitió que su mente divagara. Quiso imaginarse lejos de todo aquello, escapando con ella hacia un lugar donde nada pudiera alcanzarlos.
¿Pero qué estaba pensando? Sacudió ligeramente la cabeza, confundido por lo cursi e irracional de sus pensamientos. Eso no era propio de él. Aun así, no podía ignorar lo extraña que se sentía su propia mente. Una sensación de calma inusual, casi adormecedora, lo invadía, y el leve entumecimiento de su cuerpo no ayudaba a aclarar las cosas.
Instintivamente extendió su mano izquierda, soltando un ligero gemido de dolor al mover su extremidad herida. Con suavidad apartó el cabello de Alyssa, pasándolo detrás de su oreja y fue entonces que notó lo lastimada que estaba. La suciedad manchaba su rostro, y en su mejilla un rasguño, adornado por un moretón, se hacía evidente. Debajo de sus ojos, unas profundas ojeras hablaban de su agotamiento. Levi sacudió un poco la cabeza, intentando regresar a la normalidad y quitarse esa sensación que lo hacía bajar la guardia.
Una vez que recuperó un poco más de claridad, la inspeccionó con atención. Su ropa era un desastre, llena de tierra y rasgada en algunas partes. Sus manos, brazos y lo que alcanzaba a ver de su piel estaban marcados por cortes y moretones. Todo su ser parecía gritar que había pasado por una batalla difícil y agotadora.
Levi apretó los labios. Sentía algo arder en su interior, una mezcla de frustración y preocupación. ¿Qué había tenido que enfrentar para terminar en ese estado? Sintió un leve dolor en el pecho, uno que no tenía nada que ver con su herida, sino con la forma en que ella lucía. Verla en ese estado, tan agotada y llena de marcas de batalla, le pesaba más que cualquier otra cosa. Trató de ser lo más delicado posible mientras pasaba sus dedos sobre el rasguño que adornaba su mejilla, casi como si quisiera aliviar el daño con aquel simple gesto.
Sin embargo, apenas sus dedos rozaron su piel, Alyssa reaccionó. Con un rápido manotazo, apartó su mano y abrió los ojos de golpe. En un instante, se irguió como si su cuerpo hubiese sido impulsado por un resorte, dando un paso hacia atrás, alerta, como si el peligro estuviera acechando.
Su mirada, cargada de confusión y desconfianza, recorrió la habitación rápidamente antes de detenerse en Levi. Por un momento, su respiración acelerada y sus músculos tensos la hacían parecer lista para un enfrentamiento. Sin embargo, cuando sus ojos esmeraldas se encontraron con los grisáceos de Levi, la tensión desapareció. Su expresión se suavizó, y con una sonrisa cansada, volvió sobre sus pasos y se inclinó hacia él, envolviéndolo en un ligero abrazo, cuidando de no tocar su herida.
— Dioses, no vuelva a asustarme de esa manera, capitán —susurró con su voz llena de un alivio casi palpable—. Y por amor a los hados, nunca, y digo nunca, vuelvas a quitarte el collar, ¿entendiste? Si te lo di, fue por una razón. Sé que tal vez no te guste o...
— No quería perderlo —la interrumpió, con una voz baja pero firme, mientras su mano se movía para cubrir la de ella, que sostenía el dije entre sus dedos.
Levi no lo había notado hasta ahora, pero aquel dije que había dejado resguardado antes del incidente, estaba de vuelta donde Alyssa quería que estuviera. Seguramente, ella se lo había colocado mientras él permanecía inconsciente.
— No vas a perderlo si no te lo quitas —suspiró Alyssa, relajando un poco la tensión en sus hombros—. Me alegra mucho que estés bien. Sí que te gusta darme buenos sustos.
Levi sonrió ligeramente, con una chispa de alivio en su mirada.
— ¿Qué te pasó? —preguntó, señalando su rostro y el estado en el que se encontraba. Hizo una pausa breve, deteniendo el impulso de llevar su mano a su mejilla; ahora que ella estaba despierta, ya no se sentía tan valiente para mostrar ese tipo de afecto—. ¿Y qué pasó con el hombre enmascarado?
Alyssa se acomodó a su lado, sentándose sobre la cama mientras soltaba un suspiro largo, como si intentara liberar todo el agotamiento acumulado.
— Un pequeño encuentro con una trampa. Nada de lo que debas preocuparte —respondió con tranquilidad, pero sus ojos delataban un cansancio profundo—. Y no olvides que, antes de salir de la cueva, nuestro querido y nada apreciado amigo me dio una paliza.
Bajó la mirada un instante, masajeándose los hombros, antes de continuar:
— Hablando de él, escapó. Sé que no es una novedad, pero dimos prioridad a tu herida. Aunque el corte en tu hombro fue superficial, el veneno de la cuchilla sí que me preocupó. Pero para tu fortuna, tu subordinada favorita sabía exactamente qué hacer, así que pronto estarás como nuevo.
Alyssa lo miró con seriedad, aunque un atisbo de sonrisa cruzó sus labios:
— Descansar mucho es una orden, capitán.
— Lo mismo digo —sentenció Levi con determinación, observándola detenidamente—. Te ves muy cansada. Tienes unas enormes ojeras bajo los ojos.
— Gracias, capitán. No sabe cómo me encanta que me digan lo perfecta que me veo —bromeó, esbozando una ligera sonrisa para aligerar el momento.
— No me refería a eso, mocosa —replicó Levi con firmeza, pero sus palabras adquirieron un matiz más suave mientras la miraba—. Te ves perfecta, pero también debes pensar en ti. Me preocupa que no hayas descansado por estar cuidándome y...
Se interrumpió al notar la expresión sorprendida de Alyssa, quien lo miraba con los ojos ligeramente abiertos, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.
— ¿Qué? —preguntó, algo incómodo bajo aquella mirada.
Alyssa no pudo evitar sonreír ligeramente. El capitán ni siquiera parecía haberse percatado de cómo la había llamado o de lo que sus palabras implicaban. Pero lo que había dicho bastaba para que en su estómago revolotearan aquellas mariposas que, desde hacía un tiempo, aparecían cada vez que estaba con él.
Y por fin, pudo darse cuenta de que lo que sentía por su capitán no era simplemente un enamoramiento pasajero. De verdad lo quería y lo adoraba con todas sus fuerzas; Levi se había vuelto alguien irremplazable en su vida.
Pero entonces, todo el dolor y miedo que había reprimido al verlo herido le llegaron de golpe. Alyssa no era de las que se permitía detenerse a procesar sus emociones en el momento; su mente solía actuar de manera automática, algo que la había salvado en más de una ocasión. Sin embargo, esa misma inmediatez que la empujaba a seguir adelante también tenía su costo: había momentos en los que no detenerse a reflexionar significaba enfrentarse después un problema seguro. Las imágenes de quienes había perdido comenzaron a desfilar ante sus ojos: sus amigos, Alabaster... y Trevor, su primer amor, con quien había compartido sueños y risas antes de que las Moiras se lo arrebataran. Habían pasado años, pero el hueco que dejó seguía ahí, un recordatorio constante de que amar significaba también arriesgarse a perder. Y ahora, la idea de que Levi pudiera correr la misma suerte la paralizó, oprimiendo su pecho con una fuerza devastadora.
Antes de que pudiera detenerse, lo abrazó nuevamente, hundiendo su rostro en el hueco de su cuello. Se aferró a él con delicadeza, pero también con una necesidad desesperada, como si con ese gesto pudiera asegurarse de que ese momento era real, de que Levi estaba allí, vivo y con ella.
Por un instante, se permitió ser egoísta y se aferró a aquella paz momentánea que tan desesperadamente necesitaba. Luego de que su encuentro con Alabaster terminara en desastre, y tras estar tan cerca de perder a Levi, lo único que deseaba era tenerlo a su lado y verlo fuera de peligro.
En su mente, decidió que este sería un recuerdo que atesoraría profundamente, un instante de calma que la acompañaría cuando todo terminara y tuviera que alejarse.
Por su lado, Levi se puso un poco rígido al principio, sin comprender del todo lo que estaba sucediendo. Pero no porque no disfrutara del momento; al contrario, esa mujer lograba ponerlo nervioso de una forma que nadie más podía. Sin embargo, se permitió abrazarla. Sentirla cerca de él era lo que más deseaba en ese instante.
— No vuelvas a enfrentarte a ese hombre tú solo, ¿de acuerdo? —pidió Alyssa con un tono firme, separándose ligeramente para mirarlo directamente a los ojos—. Es peligroso, y no quiero pasar por lo mismo otra vez.
Levi no respondió de inmediato. Sintió cómo la punta de su nariz recibía una suave caricia, tal como Alyssa había hecho en una ocasión anterior. Pero esta vez se sintió diferente, más personal, más significativa. Su mirada brillante le suplicaba que escuchara sus palabras, que le obedeciera.
Sin embargo, Levi no pudo resistir la suave calidez de esa mirada. Su cuerpo, aún bajo el efecto del ungüento aplicado a su herida, se sentía liviano y calmado, pero al mismo tiempo embobado. Esa sensación, sumada al deseo que llevaba tiempo reprimiendo, lo impulsó a actuar sin pensarlo demasiado. Alzó sus manos y tomó suavemente el rostro de Alyssa entre ellas, como si fuera algo demasiado precioso y delicado que pudiera romperse.
— Solo si me prometes que nunca más te darás media vuelta y te irás dejándome atrás —murmuró, con una voz baja y cargada de emoción.
Vio cómo ella se quedó inmóvil, sus ojos abiertos en completa sorpresa. Y la entendía, esa no era la manera en la que él solía comportarse. Normalmente, mantenía todo bajo control, pero esto... esto casi parecía un sueño. Un sueño en el que, por una vez, se permitiría ser valiente y seguir con lo que deseaba internamente.
— No quiero perderte, Alyssa. Por favor, tú no te vayas.
Sus palabras sacudieron a Alyssa como un rayo. Por un momento, sus labios buscaron las palabras adecuadas, pero todas parecían demasiado pequeñas para responderle. Finalmente, con un nudo en la garganta y sus emociones a flor de piel, susurró:
— No vas a perderme. Voy a estar contigo siempre.
Antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, Levi inclinó ligeramente la cabeza y unió sus labios con los de ella. Fue un beso ansiado, profundo y lleno de todo lo que había callado hasta ese momento. Alyssa cerró los ojos, permitiendo que aquel gesto la envolviera por completo. Por primera vez en mucho tiempo, el dolor, el miedo y la incertidumbre quedaron atrás, reemplazados por una calidez que creía haber perdido hace mucho.
Levi no sabía cómo ni cuándo había reunido el valor para hacerlo, pero no le importaba. Durante demasiado tiempo había ignorado lo que sentía por Alyssa, temeroso de aceptarlo, de ponerle nombre. Pero ahora, teniéndola tan cerca, todo lo demás no importaba.
Cuando ambos se separaron, Alyssa tragó con fuerza, demasiado atónita y nerviosa por el momento. No obstante, pronto recuperó el control de sus emociones y sonrió de oreja a oreja.
— Vaya que sí eres atrevido, Levi Ackerman. Comienzo a armar las piezas del rompecabezas, y me queda claro que lo que te armó de valor fue todo el medicamento y el ungüento que llevas encima.
— Y agrégale el hecho de que te acercaste demasiado como para que pudiera ignorarlo —respondió con una sonrisa ladeada—. Simplemente no me diste opción.
Alyssa soltó una carcajada, preguntándose si él seguiría igual de alegre cuando todo el efecto se le pasara. Aun así, agradecía que eso los hubiera ayudado a dar el paso que ambos deseaban en lo más profundo de su ser. Quería seguir así, pero entendía que Levi necesitaba descansar. Intentó levantarse, pero él la tomó del brazo, impidiéndolo.
— ¿A dónde vas?
— Tienes que descansar, ¿recuerdas?
— Tú también —replicó con firmeza, y luego se movió un poco hacia un lado para darle espacio—. Prometiste que te quedarías conmigo y, después de todo esto, me gustaría que lo hicieras un rato más.
Alyssa arqueó una ceja, sonriendo ante la inesperada petición. Sin rechistar, se acomodó a su lado y lo abrazó con cuidado, evitando su brazo herido. Pasaron unos minutos en silencio, hasta que, abrazados y con una paz que hacía mucho no sentían, ambos se quedaron dormidos.
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Cuando Alyssa despertó, se encontró sola en la habitación. No había rastro de Levi, pero sobre ella tenía una manta que la cubría del frío. Al mirar hacia la ventana, notó que el sol estaba alto en el cielo. Definitivamente ya era mediodía, tal vez incluso más tarde.
Se sentó en el borde de la cama, frotándose los ojos mientras recordaba lo sucedido esa mañana. Una pequeña sonrisa curvó sus labios al rememorar el beso y las palabras que compartieron. Era un momento que guardaría como un tesoro, pero también sabía que no podía permitirse distraerse demasiado.
"Seguro que ya está por ahí, haciendo más de lo que debería con esa herida," pensó, sacudiendo la cabeza. Sabía que Levi no era alguien que se quedara quieto por mucho tiempo, aunque debía estar recuperándose.
Decidida a ocuparse de sus propios asuntos, se puso de pie. Un baño era lo que más necesitaba en ese momento para relajar sus músculos y aclarar su mente. Mientras estaba en la bañera, intentó organizar sus pensamientos. Aunque el tema de Levi ocupaba una parte importante de ellos, no podía ignorar la inquietud que sentía respecto a lo ocurrido con el semidiós enmascarado.
"Hay algo más en todo esto" murmuró para sí misma mientras salía del agua y se secaba. El encuentro en la cueva había sido demasiado extraño, y las dudas no dejaban de atormentarla.
Una vez lista, salió de su habitación con paso firme. Su objetivo era claro: necesitaba hablar con Eren. Estaba claro que el semidiós se alió con Kenny y sus hombres por una razón, o al menos el que se encontrara en esa cueva tenía que significar algo.
Tocó con suavidad la puerta de la habitación donde Jean le había dicho que Eren estaba descansando. Al escuchar la confirmación desde el otro lado, abrió la puerta y entró.
—¡Hola! Vengo porque quiero saber cómo te encuentras —anunció Alyssa, esbozando una ligera sonrisa.
Eren estaba sentado en un sillón junto a una enorme ventana, con la mirada perdida en el paisaje al otro lado. Como siempre, se veía pensativo, una acción que parecía compartir con la semidiosa.
—Mejor, supongo —contestó con un suspiro.
Finalmente volteó a verla, sorprendido por su presencia. Alyssa se acercó al sillón que tenía enfrente, sus pasos eran tan silenciosos que, de no estar mirándola, habría pensado que su visita era solo una ilusión.
—El té que nos diste fue de gran ayuda, como la última vez —continuó él—. También me alegra mucho verte bien. Estaba preocupado por ti, por lo que podría haberte pasado. Me preocupaba que estuvieras en peligro y que nosotros no pudiéramos hacer nada por ayudarte.
—En realidad, mientras ustedes libraban una batalla heroica contra el padre de Historia, yo me encontraba inconsciente. Caí en una trampa. Un tronco gigante me golpeó y perdí el conocimiento —explicó Alyssa, omitiendo los detalles.
—Es una suerte que no te haya lastimado de gravedad. Por un momento... —Eren tragó las palabras, recordando el impacto de las declaraciones del hombre enmascarado, quien lo hizo dudar sobre la supervivencia de la mujer que ahora tenía frente a él—. Ese hombre dijo que habías muerto. Por supuesto, todos se negaron a creer semejante tontería. Alguien como tú no se rendiría tan fácilmente.
Eren abrió los ojos con sorpresa al escucharla reír con sarcasmo, una reacción que dejaba claro que Alyssa no compartía la misma confianza que él tenía sobre sus habilidades. La observó con atención, estudiándola como si fuera la primera vez. Alyssa seguía sin parecer intimidante, pero su aura misteriosa permanecía, dotándola de una presencia que podía resultar amenazante.
Eren sabía que Alyssa representaba una dualidad fascinante: era amable, dulce y respetuosa, pero también valiente, fuerte y enigmática. La admiraba por eso. Deseó ser tan fuerte como ella, tanto de mente como de cuerpo, capaz de no desmoronarse ante la adversidad, tal como Alyssa no había dejado que su pérdida de memoria y las constantes batallas la hicieran venirse abajo.
—Hablando de él, me gustaría preguntarte algo —dijo Alyssa, sacándolo de sus pensamientos. Lo miró fijamente a los ojos, y Eren no pudo evitar que un leve sonrojo se dibujara en su rostro. Asintió, dispuesto a responder sus dudas.
—Ese hombre estaba en la cueva, lo que me hace pensar que lideraba a Kenny y sus hombres. ¿Tienes algún comentario al respecto? ¿Escuchaste o viste algo? Cualquier cosa es importante, incluso si crees que no es la gran cosa.
Eren pestañeó mientras los recuerdos de su secuestro junto a Historia comenzaban a invadir su mente. La mayor parte del tiempo solo había estado con Rod Reiss y su hija, presenciando las discusiones sobre lo que deberían hacer y por qué era necesario. Sin embargo, justo antes de ser rescatado, lo había visto a él. Ese hombre le provocaba escalofríos, y por alguna razón, nunca había mencionado su breve encuentro con nadie.
—No lo vi hasta unas horas antes de que me rescataran. El padre de Historia discutía con ella. Para ese punto, yo ya me había resignado a que me devoraran, así que la discusión entre ellos se volvió algo lejano para mí. No sé en qué momento entró a la estancia hasta que lo vi parado frente a mí, examinándome. Sus ojos... —Eren se removió inquieto al recordarlos—. Eran negros, profundos. Casi parecían... sin vida, apagados. Era como mirar un pozo sin fondo.
—¿Te dijo algo? —preguntó Alyssa, con una pizca de ansiedad en la voz.
—Simplemente dijo: "No te veo diferente a los demás. Aunque tienes sus ojos". —Eren hizo una pausa antes de continuar—. Luego colocó un dije sobre mi pecho y se alejó sin decir una palabra más.
Antes de que Alyssa pudiera formular otra pregunta, Eren continuó, como si intuyera lo que ella quería saber. Por alguna razón que aún no entendía, nunca había querido deshacerse del objeto. Era extraño, pero aquel dije le transmitía una inexplicable calma y seguridad. Sacó el artilugio que llevaba escondido bajo su uniforme y se lo mostró a Alyssa.
En cuanto sus ojos se posaron en el dije, Alyssa ahogó un grito, y el color abandonó su rostro al instante.
—¿Qué sucede? —preguntó Eren, alarmado—. ¿Es algo malo?
El castaño hizo ademán de quitárselo, pero tan pronto como sus manos tocaron el objeto, Alyssa cubrió sus dedos con los suyos, impidiendo el movimiento. Cerró los ojos y dejó escapar un profundo suspiro antes de responder:
—Perdona si te asusté. No creo que sea algo malo, ni mucho menos. Es más, creo que es mejor que lo conserves y no te lo quites. —Hizo una breve pausa, midiendo sus palabras—. Me sorprendí porque yo tengo uno parecido, aunque no lo traigo conmigo ahora. —Omitió el hecho de que el dueño actual de aquel dije era Levi—. Siempre pensé que era un amuleto de protección. Así que, por favor, no lo pierdas.
Eren la observó con atención, intentando descifrar su expresión. Luego asintió, más tranquilo.
—Encontraste las palabras adecuadas. Es justo como me siento ahora que esta cosa cuelga de mi pecho. Además, tiene algo... misterioso. No deja de parecerme increíblemente mágico. La luz que emana debajo del cristal parece tener vida propia.
—Eso es cierto —coincidió Alyssa, relajando un poco su postura—. ¿Tienes algo más que contarme?
Eren negó con la cabeza.
—Es todo. Lamento no recordar nada más.
Alyssa esbozó una ligera sonrisa, con la mente aún dando vueltas al significado de aquel dije y el por qué Eren ahora lo tenía.
— Descuida, me has ayudado mucho —dijo Alyssa, levantándose del sillón y acercándose a Eren. Bajó un poco la mirada, reflexiva—. Te dejo para que descanses. Seguramente los días que se vienen serán bastante pesados. Escuché por ahí que lograste realizar la cristalización de manera efectiva. Hange seguramente querrá seguir haciendo pruebas. No te esfuerces de más, ¿de acuerdo? —le sonrió con ternura y, con rapidez y delicadeza, tocó la punta de su nariz, como un gesto de cariño. Luego, sin decir más, se dirigió hacia la puerta.
Antes de que Alyssa saliera, Eren habló, como si sus pensamientos lo hubieran obligado a compartirlos.
— Cuando vino aquí al cuartel, antes de que hiriera al capitán, dijo que te estuvo observando porque quería saber si le servirías para sus planes. Tal vez él fue el causante de tu pérdida de memoria, y quizás te conocía desde mucho antes. Por eso te dejó ese dije... como una marca sobre sus presas.
Alyssa se detuvo por un momento, reflexionando sobre las palabras de Eren.
— Pudiera ser... pero no recuerdo nada sobre ese hombre. Y los dijes... parecen ser inofensivos. Por lo pronto, te recomiendo que no te lo quites, ¿lo prometes?
Eren asintió, confiando plenamente en sus palabras. Alyssa le sonrió en agradecimiento y salió de la habitación. Pero en cuanto cruzó la puerta, su sonrisa desapareció. Se apoyó en la primera pared que encontró y el dolor en su cabeza comenzó a incrementarse. Su estómago se revolvía, y un malestar creciente la envolvía. Necesitaba aire fresco.
Rápidamente, salió del cuartel y se dirigió al bosque, alejándose lo más posible, a un lugar apartado donde apenas pasaban personas y fuera del alcance de los guardias.
Se tomó la cabeza entre las manos, sintiendo la punzada de la migraña que pensó haber dejado atrás. Cada latido de su corazón expandía el dolor, y la sensación de estar perdida volvió a invadirla, como la primera vez que llegó a este mundo: flotando en un mar infinito, sin rumbo.
Era cierto que habían pasado muchas cosas desde la primera vez que pisó el mundo de Alabaster, pero sentía que no había hecho ningún avance, a pesar de haberse encontrado con su hermano. Seguía sin saber nada, seguía sin poder contactar con Alabaster, seguía sin poder llevarlo a casa... pero ahora, al ver el dije que le pertenecía a Bass sobre el pecho de Eren, recordó el porqué estaba allí en primer lugar.
Aquel semidiós mencionó lo de sus ojos. Era cierto que Eren compartía similitudes con Alabaster; incluso ahora, con el dije, una pequeña bruma parecía recorrer su mirada. Aun así, eran distintos: mientras uno era impulsivo, el otro era calculador; uno mostraba dudas, y el otro no retrocedía ni un paso. Eran diferentes y, al mismo tiempo, iguales. Pero entonces, ¿por qué Alabaster le había dado su dije de protección a Eren? ¿Por qué un mortal le importaba tanto como para entregarle ese objeto y salvaguardar su vida?
Alyssa sabía de primera mano que aquellos dijes eran para proteger la vida de su portador. Lo sabía porque ella misma los había creado. No eran peligrosos; al contrario, otorgaban una segunda oportunidad. Había creado tres de ellos. Dos sabía que aún cumplían su cometido, pero el tercero... quería creer que también se encontraba protegiendo a su portador, aun cuando su dueño hubiera muerto.
Esperaba que Trevor siguiera llevando consigo aquel objeto, aunque sabía que era egoísta que él continuara conservándolo cuando seguramente no quería saber nada de ella. Se imaginó a Trevor en los Campos Elíseos, descansando y sintiendo la paz que nunca tuvo en vida. Ese lugar era donde llegaban las almas de los héroes, y ella estaba segura de que el hijo de Hades se había ganado un lugar en ese paraíso.
Su corazón se encogió al recordarlo. Una tristeza y culpa la invadieron por completo, y seguramente hubiera permitido que una lágrima cayera si no hubiera sido porque escuchó pasos detrás de ella.
¡Por fin pasó lo que quería que pasara! Jajaja ahhh, me emocioné al escribir toda la escena de Levi y Alyssa 🥺❤️ Es que los quiero mucho.
De igual manera, la plática que Alyssa tuvo con Eren le ayudó a recordar el motivo por el que se encontraba en ese lugar. Nuestra semidiosa comenzaba a sentirse relajada en ese mundo que dejó de lado su principal tarea y tic... tac... el tiempo para ella corre y debe de ponerle fin a su misión.
Espero que les haya gustado el capítulo! Tuve que recortarlo porque me quedó larguísimoooo, pero bueno al menos ya tengo la mitad del otro :D
Nos leemos luego
Con cariño
-B.
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