18. Mortal y efímero

















━━━⊱ Mortal y efímero ━━━

«Quien conoce el miedo de las personas,
se vuelve el dueño de sus almas»





Levi estaba exhausto y bastante preocupado.

Habían logrado ganar la batalla contra el padre de Historia, pero tan pronto como dieron por terminado ese problema, dio media vuelta para ir en busca de Alyssa. Al llegar al lugar donde todo se originó solo pudo encontrar a Kenny, demasiado lastimado y a punto de morir. Apenas con las fuerzas necesarias le confesó que era su tío y que tenía en posesión el suero para convertirse en titán, aunque al final termino por entregárselo al capitán de la legión.

Aun con toda esa información, no podía apartar a Alyssa de sus pensamientos. Había pasado ya un día entero sin recibir noticias de ella, y la desesperación crecía con cada minuto que transcurría. Una ráfaga de viento sacudió las copas de los árboles, levantando unas cuantas hojas y esparciéndolas en el aire. La escena le recordó a Alyssa de inmediato y a la calma que ella siempre lograba transmitirle, tan parecida a la paz de la naturaleza. Su corazón se apretó de nuevo en su pecho, volviéndose un peso constante. Sin embargo, no iba a rendirse: recorrería cada rincón del bosque si era necesario para encontrarla.

Antes de que siguiera con su búsqueda uno de sus subordinados llegó a su lado, agitado, como si el miedo lo carcomiera por dentro.

—Capitán, lo hemos encontrado —sentenció entre jadeos, con el rostro pálido—. O, más bien, creo que él nos encontró. No ha dicho ni una sola palabra, pero parecía estar buscando a alguien. Por suerte, Mikasa y Reen lograron dejarlo inconsciente. El comandante Erwin me ha pedido que venga a buscarlo enseguida.

Levi no lo pensó dos veces y subió a su caballo para regresar a la ciudad. También había dado la orden de buscar a aquel hombre que salió de la cueva con Alyssa esa noche, aunque no esperaba que simplemente apareciera así, sin más. ¿Habría ocurrido algo malo para que ahora apareciera solo? Aquel pensamiento hizo que su corazón diera un vuelco, y tuvo que tragar con fuerza. No. No debía pensar lo peor. Estaba seguro de que ella seguía viva y que estaba bien.

Cuando entró al cuartel, a lejos vio cómo todos estaban agrupados alrededor de una persona amarrada a una silla. Tenía las manos y los pies sujetos y la cabeza agachada, indicándole que estaba inconsciente, aunque aún conservaba su peculiar máscara en el rostro. Levi no iba a admitirlo en voz alta, pero comenzaba a sentir curiosidad por cómo se vería la cara de ese individuo.

Mientras avanzaba sintió una enorme pesadez, como si cada paso fuera una carga casi insoportable. Una nueva incertidumbre se instaló en su pecho, envolviéndolo en una inquietud difícil de ignorar. ¿Qué le ocurría? Tal vez era su instinto advirtiéndole de algo, una sospecha que hacía que sus manos comenzaran a temblar levemente. Pidió un momento y se encerró en su cuarto.

Apoyó las manos sobre el primer buró de madera que decoraba el cuarto y tratando de calmarse tomó un respiro profundo. No tenía tiempo para esto, Alyssa podría estar en peligro, así que cada segundo contaba. Al levantar la vista, notó que comenzaba a oscurecer, y el reflejo en la ventana que tenía enfrente le devolvió una imagen de sí mismo: se veía agotado, más que de costumbre. Sin embargo, algo le llamó la atención. La luz del dije que Alyssa le había obsequiado brillaba con una intensidad distinta, un resplandor que juraría no haber visto antes. Se lo quitó del cuello para inspeccionarlo más de cerca; no era una gran diferencia, pero recordaba bien aquel día cuando lo obtuvo, y ahora parecía más brillante.

Sacudió la cabeza, intentando disipar sus dudas, y cerró el dije sobre su mano. Luego lo guardó en una pequeña caja, lo último que quería era perder el único recuerdo de Alyssa que tenía en ese momento.

Dos golpes llamaron a su puerta.

— Se ha despertado. Supongo que querrás estar presente—anunció Hange desde el otro lado.

Levi salió de inmediato, con la inquietud anterior disipándose poco a poco tras esos minutos de calma. Mientras caminaban hacia la habitación donde mantenían prisionero al extraño, Hange le comentó algo interesante: por más que lo intentaron, no lograron quitarle aquella máscara; estaba tan adherida a su rostro que era imposible de remover, como si fuera una segunda piel.

— Así que estamos todos reunidos. ¿O me falta alguien?

El hombre sonrió tras su máscara, dejando salir la pregunta con una evidente burla. Se irguió sobre la silla y haciendo los hombros hacia atrás levantó el rostro para poder verlos. Por un momento, deseo quitarse aquella cosa de la cara y demostrarles a aquellos mortales sus expresiones burlonas.

A pesar de verlo amarrado de pies y manos, Levi no sintió que el extraño estuviera realmente en problemas. Quizás deberían mantenerlo encerrado, aunque la sola idea de tener algo entre ellos le generaba una inquietud tremenda, cada segundo extra para abrir una puerta podría costarles caro.

—¿Dónde está Alyssa? —preguntó Levi sin rodeos, pero controlando su tono para parecer calmado. No podía mostrar a su prisionero la desesperación que sentía, o seguro este lo usaría en su contra.

—Mmm... es una buena pregunta. Quizás ya está descansando. Tal vez esté en un largo letargo en el que vivirá sin preocupaciones. La verdad es que...

— ¡Mientes! ¡Ella no... ella no está muerta! —gritó Eren con furia, intentando acercarse al prisionero, pero Mikasa lo detuvo en seco.

Levi apretó con fuerza la mandíbula. Quería refutar ese comentario con la misma intensidad que Eren, pero sabía que no podía dejarse llevar.

—Ah, el protegido de mi querida Alyssa —mencionó el enmascarado, una sonrisa burlona asomando tras la máscara—. Sabía que se llevaban bien. Pero, te aconsejo algo: no deberías encariñarte con ella. Ni siquiera la conoces.

—¿Y tú sí? —Levi casi le gruñó, con evidente rabia brotando de su voz.

El hombre lo miró con sus ojos negros, profundos y vacíos. Levi jamás había visto algo igual; las pupilas y el iris apenas se distinguían, excepto por un destello rojizo en medio de ellos. Inmediatamente entendió que había obrado mal; sus emociones a flor de piel habían delatado sus verdaderas intenciones. El extraño se rió ligeramente.

—Yo sí, bastante bien, si me dejas presumir —lo provocó, con evidente desdén—. Aunque, tengo entendido que ha perdido la memoria, así que asumiré que no me recuerda.

—¿Así que son compañeros? —Al darse cuenta de que su capitán ya no estaba en condiciones para seguir con el interrogatorio Erwin Smith tomó las riendas de la conversación.

El hombre se mordió el labio, conteniendo la información que podría comprometer los planes de Alabaster. Aunque deseaba ver las caras de incredulidad de los mortales frente a él, sabía que debía seguir actuando.

—Honestamente, no creo que ella me considere un compañero —se rió, dejando claro que disfrutaba de la situación. Erwin frunció el ceño, consciente de que estaba jugando con ellos—. ¿Pero qué le vamos a hacer? He de admitir que me rompe el corazón, pero tal vez después de varios encuentros, Alyssa comience a replanteárselo. Y si tanto quieren saber, simplemente me parece una mujer peculiar, con habilidades que, sin duda, serían de provecho para mis planes. Desde que supe de ella, me di a la tarea de vigilarla para determinar si sería útil o no.

— ¿Qué tipo de planes? —volvió a preguntarle Erwin. No esperaba una respuesta, pero incluso los movimientos y expresiones apenas legibles del hombre podrían proporcionar alguna pista.

— No pensarás que en serio te lo voy a decir, ¿verdad? —se le escapo una carcajada, aquellos mortales si que eran más tontos de lo que creía.

— No creo que tengas mucha opción —comentó Hange mientras mostraba las pinzas que traía en la mano—. Ahórranos malos ratos y empieza a hablar de una vez. 

— Yo creo que los que no tienen opción son ustedes —sentenció el extraño— ¿De verdad creyeron que me tenían como su prisionero? No me hagan reír. Aquí les va otro consejo... para los próximos cinco segundos, escojan con cuidado el momento de pestañear.

Levi apenas tuvo tiempo de reaccionar. Algo afilado lo cortó en el hombro, haciéndolo retroceder y caer de rodillas. Se apretó el corte con una mano, sintiendo como su sangre empezaba a empapar sus dedos. Ni siquiera él pudo ver aquel movimiento y quizás, si no fuera por sus increíbles reflejos, le habrían cortado la garganta.

— Yo que ustedes ni respiraba... O su querido capitán se muere —sentenció el hombre, apuntando a Levi con un arma corta.

Todos quedaron inmóviles, paralizados por el miedo y el asombro. Erwin tragó con dificultad. ¿Cómo era posible que, después de registrarlo de pies a cabeza, tuviera un arma? Y, en todo caso, ¿cómo había logrado liberarse tan fácilmente? Se encontraban en una situación claramente desventajosa. Sabía que no tenían porque haberse confiado, ya que con todo lo que sabía de aquel extraño por palabras de su escuadrón claramente era alguien de cuidado, alguien que incluso rivalizaba con Alyssa.

Incluso ahora volvía a replantarse la misma pregunta que se hizo cuando lo capturaron. ¿Cómo habían logrado derribarlo con tanta facilidad? Por supuesto en su momento, creyó que el sujeto simplemente se apareció ante ellos y se dejó capturar porque así lo quería, pero seguía la incógnita del ¿por qué? ¿Que quería exactamente? Contuvo el impulso de llevarse una mano a la cabeza, donde un dolor creciente comenzaba a estallar en su interior. Si la situación seguía así, su amigo... No, no solo él, pronto todos estarían muertos. 

De pronto, la puerta de la habitación se abrió de golpe con estruendo. Alyssa entró con fuerza, había percibido claramente el peligro desde que bajó de su montura. El aura del semidiós comenzaba a volverse familiar y no le gustaba en absoluto. Al instante, se percató del estado en el que se encontraba Levi, maldijo en su interior por llegar tan tarde, pero entendía que aún podía hacer algo para evitar que alguien de su equipo saliera lastimado. Para su desgracia, era su último y único recurso.

Por un momento, nadie se movió ni un centímetro, paralizados por el temor de que su capitán saliera herido. Sin embargo, Alyssa no dudó; sabía que debía actuar si quería que su superior continuara respirando.

Con rapidez sacó una de sus dagas y, sin pensarlo, la lanzó al intruso. Sorprendido, el hombre tuvo que moverse y esquivar el ataque. No esperaba que aquella mujer regresara, menos cuando la había dejado atrás con Alabaster, su hermano debería de haberse hecho cargo y no dejar ella regresará a estropear su plan.

El enmascarado quiso contraatacar, en un movimiento veloz apuntándole ahora a ella, pero al ver los ojos de su contrincante, tan verdes y llenos de furia, comprendió que Alyssa no estaba dispuesta a perder, incluso si eso significaba usar sus poderes. La conocía lo suficientemente bien como para saber que pronto le lanzaría un orbe de magia gigante, sin importarle que los mortales a su alrededor descubrieran lo que era ella realmente. Por un instante, se detuvo a maldecir a Alabaster, no solo por haberla dejado escapar, sino por haberla enfurecido hasta el punto de que no le importara mantener las apariencias.

Estaba en clara desventaja, si Alyssa usaba sus habilidades divinas entonces sí que podría darle pelea y aunque quizás podría ganar la batalla estaba seguro de que no saldría ileso. Reconocía esa mezcla de impotencia y coraje en su rostro; la expresión dulce y alegre se había desvanecido, y entonces recordó el pasado, siendo este mismo el responsable de advertirle que no debía de tentar a su suerte. No debía ser él quién la hiciera perder el control si es que quería salir con vida.

Y se sorprendió al ver cómo, por instinto, dio media vuelta y se lanzó por la primera ventana que encontró, a pesar de estar en el segundo piso. De pronto, un dolor familiar comenzó a recorrerle el pecho, una sensación que sabía bien que se asociaba a cuando estaba cerca de Alyssa. Sin embargo, tan pronto como apareció, aquel malestar se desvaneció en un instante. Se concentró en perderse en el bosque. Era hora de dar marcha atrás y retirarse; al menos había logrado herir al capitán del escuadrón. Con eso, sería suficiente.

Alyssa también se sorprendió al ver cómo el semidiós huía de esa manera, pues habría jurado que se quedaría a pelear, pero esa confusión no impidió que lo siguiera en cuanto el hombre abandonó el cuartel. Sin embargo, cuando estaba a punto de atravesar la ventana, Gianna la detuvo con un grito.

— ¡El capitán está muy mal, Alyssa! —gritó Gianna, quién se encontraba de rodillas inspeccionando a Levi, que para ese momento yacía recostado en el suelo.

Eso fue suficiente para que Alyssa se detuviera y se volviera hacia ella. Atravesó el cuarto a grandes zancadas, concentrándose en el estado del pelinegro.

— ¡Que nadie lo siga! No sabemos qué está planeando o si está solo. Ir tras de él significa la muerte —dijo Alyssa, lanzando una mirada de advertencia hacia el comandante Erwin al intuir sus intenciones—. ¿Quedó claro?

Erwin asintió, siendo incapaz de encontrar la fuerza para contradecir la orden que acababa de salir de los labios de una de sus subordinadas. ¿Desde cuándo dejaba que lo mandaran? Sin embargo, sabía que Alyssa tenía razón; luego de presenciar como aquel hombre había incapacitado a uno de sus mejores soldados, lo más prudente era dejarlo ir por ahora.

— No sé qué tiene —anunció Gianna con desesperación, mientras buscaba la herida con sus manos temblorosas—. Su pulso se acelera frenéticamente, y la temperatura de su cuerpo sigue en aumento. Por su respiración, parece que le cuesta llevar aire a los pulmones.

Kazuto también se acercó en seguida para tratar de ayudar, el grito de Gianna fue lo suficientemente alto para lograr sacarlo de aquel estado de shock en el que todos se encontraban.

— Solo parece ser una herida superficial, no debería...

— ¡Que nadie toque su herida! —ordenó Alyssa apartando de un manotazo sus dedos de Gianna e interrumpiendo el comentario de Kazuto—. Es veneno. Seguramente la cuchilla estaba impregnada. Ayúdenme a llevarlo a su habitación. Sé exactamente lo que tenemos que hacer, pero debemos darnos prisa, o pronto empeorará.

— ¿Estás bien? —La mano de Levi se encontró con la de Alyssa, apenas logrando pronunciar las palabras. Estaba agotado y cada vez le resultaba más difícil mantenerse despierto, pero lo único que quería era asegurarse de que ella estuviera bien. Su propio dolor palidecía en comparación con la preocupación que sentía por ella.

— Estoy bien —le sonrió Alyssa, apretando su mano con firmeza—. Y pronto tú también lo estarás. No te preocupes, voy a cuidarte.




Después de una largaaaaa espera (lit casi un año desde mi última actualización seguida jaja) Alyssa y Levi volvieron a juntarse. No en una buena situación, pero al fin y al cabo están juntos y eso es lo que cuenta jeje.

A mi querido capitán casi lo mandan con San Pedro, bueno en realidad el semidiós se iba a cargar a todos los del escuadrón de Alyssa por órdenes de Alabaster, recuerden que su hermano ya los considera una molestia. Pero por alguna razón al extraño no le agrada nadita Levi entonces por eso es que se iba a deshacer de él primero.

En fin, cuéntenme que les pareció el capítulo? El semidiós enmascarado también es un personaje importante así que no lo pierdan de vista.

¡Nos vemos! 
Con cariño
—B.

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