09. Una bocanada de aire fresco




















━━━⊱ Una bocanada ⊰━━━
de aire fresco

«Nuestros actos
definen nuestro legado.»







         Vin no entendía lo que estaba ocurriendo.

Sus pies caminaron casi por sí solos en dirección al chico que estaba acurrucado en una esquina varios metros lejos de ella.

Quizás, el haber sido la primera persona que había hablado verdaderamente con ella fuera la explicación de el por qué se dirigía hacia su dirección. Vin se sentía mal al ver a Armin en ese estado, tan confundido, triste y decepcionado de sí mismo.

Luego del encuentro tan desfavorable con la policía militar y del interrogatorio a un mercader, el escuadrón se alejó de la ciudad en busca de un lugar donde pudieran pasar la noche y les sirviera como refugio para los próximos días.

La batalla contra los soldados de la policía militar había dejado cicatrices en los corazones de varios de sus compañeros. Vin los entendía y los compadecía. Era la primera vez que mataban a alguien. Que horrible destino. A pesar de haber estado a su lado, tratando de prestar ayuda, lo cierto era que Vin sirvió más de estorbo que de otra cosa. Armin y Sasha la habían salvado en más de una ocasión y ella en ningún momento tuvo el valor de quitarle la vida a alguien más.

Agradecía que su ineptitud no le haya costado la vida de alguien de sus compañeros.

Aun así, se sentía culpable.

Una vez estuvo cerca de Armin se dio cuenta de que no tenía palabras de consolación. Vin no sabía cómo comenzar una conversación, menos ante una situación como esa. No pudo hacer otra cosa más que balbucear, en un intento en vano por encontrar palabras adecuadas que ayudaran a Armin a sentirse mejor.

— Lo siento —fue lo último que dijo y que en verdad deseaba decir—. Tuviste que salvarme en más de una ocasión y ahora interrumpo tu tiempo a solas.

Armin observó a la chica y dentro de él sintió una calidez envolver su corazón, dándose cuenta de que en verdad deseaba algo de compañía.

— No tienes por qué agradecerme, Vin. Y la verdad es que no quiero estar solo —confesó Armin, secándose las lágrimas—. Solo que... no quería que vieran lo patético que me veía. Aun después de que ya han pasado varias horas no puedo evitar pensar en lo que hice y en lo que probablemente haré luego de este punto.

— Bueno, no eres el único que tiene esos pensamientos. Tus compañeros también se encuentran en ese estado y aunque traten de disimularlo, se ve que de igual manera sufren por todo esto —explicó Vin, sentándose a lado de Armin.

— De verdad que envidio a Alyssa —dijo de pronto el rubio—. Reen dijo que no mató a nadie y que aun así dejo inconscientes a más de diez hombres. Quisiera tener sus habilidades.

— Y quizás esa fue la razón por la que se confío y terminó en ese estado —le recordó Vin—. Yo tampoco he asesinado a alguien e igual que ustedes no deseo hacerlo, pero... viendo todo este panorama, viviendo en este mundo y entendiendo lo que puede pasar en un futuro, dudo mucho que mis manos terminen limpias.

— Espero que todo esto valga la pena. En verdad anhelo que obtengamos la paz por la que tanto luchamos.
























Tendrían que esperar unos días para que el mercader cumpliera con su parte del plan y les trajera a las cabecillas de la policía militar. Así que mientras el escuadrón esperaba a que el siguiente paso de su plan se pusiera en marcha, el capitán Levi ordenó limpiar el lugar donde se iban a alojar debido a que, como estaba abandonado, se encontraba demasiado sucio para su gusto.

Esta vez Alyssa no se salvó de invertir horas en la limpieza, pues tuvo que limpiar la sala junto con Blyana, la melliza de Kazuto, el amable doctor que había curado su herida, por lo que le fue imposible hacer uso de su magia. El hombro ya no le molestaba en lo absoluto y las heridas apenas y eran visibles en su rostro. La ambrosía había hecho un efecto estupendo.

Luego de la limpieza exhaustiva Alyssa, Blyana y Kazuto fueron los seleccionados para ir en busca de leña y algo de comida. Los tres se adentraron al bosque, en busca de pequeñas ramas que sirvieran para encender una fogata.

La luna se encontraba escondida tras las nubes así que era difícil ver entre la oscuridad de la noche, sin embargo, los tres se las arreglaron para obtener todo lo que necesitaban. Era un verdadero alivio que un pequeño río corriera tras la casa donde se quedaban, ya que de esa manera no tendrían que recorrer varios kilómetros para conseguir agua.

— Que horrible se pusieron las cosas de un momento a otro —dijo Blyana llevando en su espalda al animal que había cazado—. Nunca me imaginé que mis compañeros ahora me dieran caza. ¡Cassian es un traidor! Ya verá cuando lo vuelva a ver, le daré un puñetazo bien merecido.

— No lo puedes culpar, Blyana. Está siguiendo órdenes —le recordó su hermano con tranquilidad—. Recuerda que ellos no saben nada. Es más, ni siquiera nosotros sabemos todo.

— Odio cuando me contradices, Kaz. Recuerda que soy tu hermana mayor, no debes reprocharme.

Kazuto rodó los ojos.

— Solo por unos segundos.

Blyana soltó una carcajada.

— ¿Qué me dices de ti, Alyssa? ¿Hay algo que quieras compartir? —le dijo—. La capitana Hange es muy expresiva y cuida muy bien de nosotros, pero no comparte más allá de lo que debe. Aunque supongo que el capitán Levi tampoco, es un hombre de pocas palabras.

— Lo es —concordó Alyssa—. Pero también se preocupa por sus hombres. Aun así, está igual de perdido que todos nosotros. El que exista alguien como Eren sigue siendo un verdadero misterio para todos.

— Vaya que lo es — estuvo de acuerdo Blyana—. Jamás imaginé que algo así pasaría. Desde que entramos al escuadrón de reconocimiento nunca vimos algo parecido. Espero que este suceso signifique esperanza y no problemas como lo hemos tenido siempre.

— Se ve que Eren es alguien de buen corazón. Estoy seguro de que protegerá a los suyos, así que podemos estar tranquilos —dijo Kazuto.

— Tú siempre ves bondad en todos, Kaz —reprochó su hermana—. Recuerda que no todas las personas son buenas.

— Ni todas son malas.

Blyana rodó los ojos. Alyssa, sin embargo, no pudo evitar reír al ver a los dos hermanos discutir.

— ¿Cómo vas con la pérdida de memoria? —preguntó Blyana, cambiando completamente de tema—. ¿Has podido recordar algo?

Alyssa pestañeo varias veces, había olvidado por completo todo este asunto de la memoria. Sin duda, la hermana mayor de Kazuto era alguien directa y que le gustaba hablar demasiado.

— No realmente —mintió Alyssa tomando con fuerza los troncos que llevaba.

— La capitana Hange dice que es por el fuerte golpe que te diste, pero que es probable que con el tiempo tus recuerdos regresen —Blyana sonrió mostrando los dientes—. No te preocupes, Alyssa, verás que más pronto que tarde tus memorias estarán de vuelta. ¿Verdad que sí, Kaz?

— Es lo más probable —asintió su hermano.

Durante el transcurso de regreso a la cabaña tanto Blyana como Kazuto comenzaron a contarle un poco sobre su vida a Alyssa. Ambos mellizos habían entrado a la legión cuando eran muy jóvenes, a la misma edad que Eren y sus amigos. Querían ser de ayuda y salir, aunque sea un poco fuera de las murallas, poseían un alma aventurera que los alentaba a descubrir nuevas cosas. Aunque sus padres se habían negado rotundamente ante la decisión de sus hijos, al final no pudieron hacer mucho por convencerlos. Sin embargo, luego de varios años, la legión no habían progresado mucho sino hasta ahora que ambos tenían veintiocho y que se dio a conocer que un humano podría transformarse en titán.

Alyssa no pudo evitar mirarlos de manera compasiva. Le dolía todo esto y le enfurecía que su hermano estuviera lastimándolos aun si era inconscientemente. No obstante, los hermanos Zenik poseían una sonrisa natural y contagiosa, cosa que Alyssa envidiaba. Ya que al contrario de ellos, casi siempre su sonrisa servía más de una tapadera que de otra cosa, esto con el fin de evitar reflejar sus verdaderas expresiones y emociones, pero se había acostumbrado con el tiempo. Además, nada debía apagar su sonrisa, lo había prometido y al menos una promesa estaba dispuesta a cumplir.

— ¿Aceptan una carrera a la cabaña? —soltó de pronto Blyana con su habitual sonrisa.

— ¡Eso injusto, Blys! De los tres, yo soy el que más peso llevó —protestó su hermano y cuando Blyana iba a quejarse, Kazuto pasó corriendo por su lado.

— ¡Pero que tramposo! —Blyana salió disparada dispuesta a alcanzar a su hermano.

Alyssa se quedó perpleja sobre su lugar.

— ¡Si te quedas ahí tendrás que hacer la limpieza que nos corresponde, ojos raros! —le gritó Blyana riendo, aquel sobrenombre no estaba cargado de malicia, pero le hizo recordar a Alyssa que en sus orbes verdes se podía distinguir la Niebla de su madre. Lo había olvidado por completo y es que entre semidioses eso no era algo raro, pero aquí la cosa era diferente, sin embargo, no podía hacer mucho al respecto.

— No digas que no te lo advertí —concluyó Blyana.

— ¡Son unos tramposos! —chilló Alyssa comenzando a correr.

— ¡No te escucho!

Alyssa soltó una carcajada y obligó a sus piernas a ir más rápido, cuidando de no tirar ningún tronco de leña en el proceso.























Alyssa refunfuño una vez más mientras limpiaba las últimas sillas de la sala.

Pero que tramposos, pensó. Estaba claro que luego de la gran ventaja que habían tomado los hermanos Zenik, Alyssa iba a terminar perdiendo y por ende limpiar lo que le correspondía a Blyana. Kazuto fue más amable y se compadeció de la semidiosa diciéndole que no era necesario que ella limpiara lo que a él le correspondía. Su melliza, en cambio, no dudo ni un segundo en hacer válida la apuesta.

— Oye, mocosa, ¿dónde está Blyana? —cuestionó el capitán Levi mientras se adentraba a la sala. Esparciendo las cartas que traía sobre la mesa—. Recuerdo haberle pedido que te ayudara con esta parte.

— Perdí una apuesta —dijo Alyssa con simpleza.

— Ya veo —Levi tomó asiento—. Quizás deberías continuar mañana, ya es bastante noche.

— Oh, no se preocupe, capitán. Solo me falta esta silla y por fin terminó —dijo con una sonrisa.

Levi levantó una ceja y pasó su mano por debajo de la mesa, sintiendo el polvo que había. Alyssa suspiró. Ni Quirón era tan quisquilloso con la limpieza.

— ¿Qué tal esto? Yo le preparo un té y usted manda mañana a alguien más para limpie —surgió.

— Acepto el té, pero de igual manera tendrás que limpiar esto mañana. A los demás ya les he asignado otras tareas.

La semidiosa sonrió.

— Me esperaba esa respuesta, pero tenía que intentarlo.

— Solo no le pongas nada raro.

Alyssa rio por debajo y luego fue a preparar el té. No tardó mucho cuando regresó con dos tazas en la mano. Se sentó frente al capitán, observándolo como leía detenidamente unas cartas. Su ceño fruncido le dio una idea de cómo se encontraba. Tenso y sin entender nada en lo absoluto.

— ¿Qué es lo que le molesta? —preguntó tomando un sorbo de té.

— No logro entender el por qué Kenny está aliado con la policía militar. El mató a muchos soldados, ¿por qué ahora lo contratan olvidándose de todo lo que ha hecho?

— Quizás porque es muy bueno en lo que hace.

— En efecto lo es.

— Parece que lo conoce —dijo Alyssa mirándolo.

Levi tomó un poco de té antes de explicarle un poco a su subordinada quién era Kenny y de dónde lo conocía. Aunque se ahorró muchos detalles, no se sentía cómodo con la idea de contarle toda su infancia a otra persona.

— A mi me parece que si alguien tan fuerte e ingenioso como él, según sus palabras, está trabajando con el enemigo es porque hay algo más detrás. Que él tiene su propio plan.

Levi la miró. Ella tenía razón, quizás el cansancio había hecho que él se cerrara a la cantidad de posibilidades que había del por qué Kenny estaba trabajando para el ejército de las murallas. El comentario de Alyssa tenía muchísimo más sentido. No obstante, Levi no podía intuir cual era ese plan oculto que podría tener Kenny entre manos.

Tendió las cartas sobre la mesa, extendiéndolas para que Alyssa pudiera leerlas.

— Son cartas de Hange. Ella me ha descrito todo lo que ha podido averiguar, pero no he logrado dar con nada especial. Dos cabezas son mejor que una, ¿no?

Alyssa se puso nerviosa y debajo de la mesa comenzó a juguetear con sus dedos. Trato. Los dioses saben que sí. Que se esforzó por poder leer lo que tenía en frente, pero por más que lo intento le fue imposible siquiera entender la primera palabra.

Y es que los cerebros de los semidioses están hechos solo para leer griego o latín, cualquier otra lengua que quisieran leer era como si estuvieran viendo jeroglíficos sin sentido.

Con solo contemplar las cartas le causó un terrible dolor de cabeza.

Se levantó en ese mismo instante.

— No creo que sea de mucha ayuda, capitán. Iré a por Armin para que juntos puedan encontrar una solución.

Levi se quedó pasmado en su asiento. El repentino cambio de humo de la azabache le causó curiosidad. Alyssa siempre transmitía bondad y tranquilidad. Ahora lo único que percibía era lo sumamente nerviosa que se encontraba.

— Tsk, pero ni siquiera los has leído. Eres más grande que Armin, la experiencia siempre es una ventaja —le dijo—. Solo dales un vistazo y dime qué opinas.

El capitán la observó con detenimiento, dispuesto a entenderla mejor. Aquella mujer ocultaba algo y él deseaba descubrir que era.

— No se leer —por fin respondió la semidiosa en un susurro.

— ¿Qué? —volvió a preguntar Levi al ser incapaz de escucharla debido a lo bajo y rápido que ella había hablado.

— ¡Dioses, no se leer! —chilló Alyssa sumamente apenada, viendo hacia otra dirección y con el rostro colorido.

Al menos no esa lengua, pensó la semidiosa.

Eso sí que lo había sorprendido. Y es que, a su percepción, Alyssa era alguien refinada, con modales y educación. Le resultaba difícil pensar que ella no supiera leer, ¿habría olvidado eso también a causa del gran golpe de se dio semanas atrás?

— Pues puedo leértelas —dijo por fin Levi, sintiéndose culpable por haberla puesto tan incómoda —. No tienes por qué apenarte, Alyssa. No tiene nada de malo.

— Yo creo que si lo tiene —suspiró Alyssa—. Al menos aquí, con ustedes.

La azabache miro hacia otro lado, sus palabras también había salido bajas, pero Levi pudo escucharlas. Y por primera vez vio otra expresión en su rostro. Alyssa siempre se había mostrado alegre. Su sonrisa adornaba su rostro durante todo el día, pero esta vez expresaba tristeza, como si estuviera recordando algo.

No obstante, su semblante melancólico cambio en un segundo. Su sonrisa volvía a asomarse en sus labios y el brillo de sus ojos volvía a hacerse presente.

— Tiene razón. Aunque no creo que sirva de mucho, haré lo que pueda para ser de ayuda. Supongo que con solo resumir lo que dicen las cartas es suficiente.

Levi parpadeo sorprendido, confundido por su cambio drástico de humor.

— ¿Capitán, Levi? —volvió a llamarlo Alyssa.

— Oh, sí. Déjame leerte unos fragmentos que considero son importantes —respondió y tomando las cartas comenzó a leerlas en voz alta.

— No dice mucho y a mi parecer ni siquiera la policía militar sabe que está ocurriendo —opinó Alyssa una vez que el capitán terminó de leer.

— Lo mismo pienso yo, tal vez los únicos que sepan algo sean los comandantes, pero tendremos que esperar a que el mercader los traiga para interrogarlos.

Alyssa bostezó, cruzó sus brazos y recostó su cabeza sobre estos.

— Tiene razón, esconden muy bien sus planes. Entre menos sepa la gente mejor, pero dado a como están moviendo al ejército es obvio que detrás de esto hay alguien con mucho poder.

Levi asintió.

— Creo que será todo por hoy. Es muy tarde y debes dormir.

— Agradezco que se preocupe por mí, pero me da algo de pena dejarlo solo.

— Yo también me iré a dormir.

— Miente muy bien, capitán —Alyssa se levantó y le dedicó una sonrisa—. Pero considero que ya ha tenido mucho de mi por hoy, lo dejare solo antes de que comience a desesperarlo. Que descanse.

— Antes de irte, Alyssa. Tengo algo que es tuyo.

Levi se levantó de la silla y fue hacia la siguiente habitación. Minutos más tarde regresó con una tan conocida daga de oro. ¡Pero qué descuidada había sido! Jamás había regresado por la daga que aventó hace unos días atrás.

— Gracias —sonrió agradecida, tomando su arma.

— Para tan grandiosa arma, no pareces tomarle mucha importancia —se cruzó de brazos Levi. Él jamás hubiera dejado una daga como esa a su suerte.

Alyssa, sin embargo, soltó una carcajada. Para ella no era un problema que sus dagas se quedaran en medio de la batalla o se perdieran. Al final del día siempre regresaban a ella, como dos anillos rodeándole los dedos índices. Pero aún seguía olvidando que vivía entre mortales y que no se debía de tomar esas cosas tan a la ligera.

— Lo siento. Estaba tan concentrada en otra cosa que la olvide por completo, pero agradezco el gesto que se tomó por regresarla —le sonrió con amabilidad.

— Es un arma única, mocosa. Tus dagas son las únicas que pueden cortar la piel del titán acorazado, no lo tomes tan a la ligera —la regañó.

— Tiene razón. No volverá a pasar —asintió con determinación.

— Hablando de tus dagas, ¿qué significan esos símbolos al inicio de la hoja?

Alyssa miró su daga derecha, específicamente en el lugar donde el capitán había mencionado. Vio el grabado, en griego antiguo, sobre la hoja.

— Oh, significa vida —dijo con simpleza. Levi en cambio frunció el ceño.

Alyssa rio, no creyendo que ese hombre pudiera fruncir aún más su entrecejo.

— Deme un segundo —pidió para luego perderse entre el pasillo.

Regreso luego de unos minutos, trayendo consigo su otra daga. Ambas las puso sobre la mesa.

— Cada una tiene un grabado diferente. Significa vida y muerte —explicó, sintiendo nostalgia invadir su corazón—. Según se y recuerdo, estos símbolos representan las cosas que puedes hacer con estas dagas. Es difícil arrebatarle la vida a alguien, pero también lo es perdonarla, así que tienes que entender el balance de ambos casos. Es una elección sobre lo puedes hacer: perdonar o quitar una vida. O al menos eso es lo que recuerdo.

Pasó las yemas de sus dedos por ambos grabados con tanta delicadeza como si temiera romperlos o estropearlos. Al hablar sobre la historia detrás de sus armas le era imposible no pensar en Trevor y en su corazón amable. Siempre perdonando, pero también protegiendo a los que quería a cualquier costo. Él sin duda entendía las palabras que se encontraban en estas dagas, después de todo, eran suyas. Muy por el contrario a Alyssa, quién no entendía el significado de ellas, al menos no cuando estaba en su mundo. Perdonar una vida no era algo que estaba entre sus pensamientos, los monstruos debían morir y punto. No era difícil para ella tomar la elección de acabar con aquellas criaturas, pero aquí la cosa era distinta.

Comenzaba a entender lo difícil que era tomar la decisión de quitarle la vida a alguien, pues ella misma se negaba a hacerlo. No obstante, de no haber otra salida, estaba segura que tomaría la decisión de quitar una vida con tal de salvar la de sus compañeros.

¡Dioses, que complicado era vivir entre mortales! ¿Por qué las vidas de sus compañeros valían más que las de otros? ¿Solo por qué los conocía?

— Yo... nunca se lo que es correcto. Siempre ha sido así. Aunque confío en mis fortalezas, y también en las acciones de mis compañeros de este escuadrón, nadie sabe lo que sucederá al final. Así que no te arrepientas y toma una decisión por ti misma —dijo de pronto, llamando la atención de la azabache.

Alyssa le sonrió y se contuvo de posar una mano sobre su hombro.

— Gracias por el consejo —extendió sus manos y tal y como lo hizo con Kazuto junto su puño con su palma derecha, bajando ligeramente la cabeza. Era su típica forma de expresar agradecimiento y respeto. Alyssa lo había aprendido años atrás de una amiga suya, quién durante un tiempo formó parte de su familia junto con Alabaster.

— Gracias también por el tuyo. Tienes razón en decir que debemos meditar sobre nuestras acciones, quizás en un futuro tenga la fortuna de salvar más vidas de las que pierdo.

— Estoy segura de que así será. Es una buena persona, capitán. Así que no se olvide de pensar un poco en usted.

Levi la miró, su ceño fruncido pronto se relajó y se sintió ligero. Demasiado tranquilo por unos minutos, el peso y las responsabilidades se esfumaron al menos por un instante. Esa mujer sin duda lo inquietaba. Era demasiado amable y platicadora, tanto como para acercarse a él y conversar un rato sin importar lo cortante que podía ser Levi.

Y su aura llena paz contagiaba a cualquiera que estuviera cerca.

— Precisamente por eso recalcó que debería dormir un poco —continuó Alyssa—. Ahora dejo de molestarlo. Que descanse. Espero que nuestra plática se repita pronto —sus labios se curvaron, mostrándole una sonrisa.

— Eres la que más habla de los dos, mocosa —le recordó Levi, Alyssa rió con suavidad—. Buenas noches —se despidió antes de que ella se perdiera en el pasillo.

Sin duda, muy en el fondo de su corazón deseaba repetir esa plática y sentir nuevamente esa calma en su interior. No lo diría en voz alta, pero esa mocosa comenzaba a agradarle.





Oigan no saben lo mucho que amo a mis personajes ❤️

Pero sin duda, Levi y Alyssa se llevan mi corazón. Me encanta demasiado escribir a estos dos juntos.

¡Espero les haya gustado!
—B.

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