08. Dulce como el veneno




















━━━⊱ Dulce como el veneno ⊰━━━

«El exceso de confianza es el
más peligroso de los descuidos»



          La transformación ineficaz de Eren le dio una pista a Alyssa de como irían los siguientes días. A pesar de ser una mañana preciosa y con un clima que acariciaba su piel con suavidad, la semidiosa presintió que los problemas se avecinaban como furiosas olas directo hacia ellos para sumergirlos y ahogarlos en conflictos venideros.

La capitana Hange se encontraba liderando el entrenamiento de Eren, el chico necesitaba aprender a endurecer su piel, pues tapar el agujero de la muralla Rose seguía siendo una prioridad. Alyssa observó desde lo alto de la colina al titán malformado de Eren, estaba demasiado flaco y ni siquiera medía diez metros, razones por las cuales se encontraba tirado en el piso sin poder moverse.

— Y yo que creí que sería divertido ver al chico titán transformarse —masculló Reen, viendo con aburrimiento la escena—. Alyssa, quizás un combate nos ayude a desaburrirnos, ¿no crees? No pienses que nuestra pelea se quedará así. Esta vez pienso ganar. Te di ventaja la otra ocasión.

— No me digas —le contestó con sarcasmo, sin embargo, una sonrisa de medio lado apareció en su rostro por unos segundos.

— Ah, veo que comienzo a agradarte —dijo con orgullo Reen—. Sabía que no podrías resistirte a mis encantos.

— ¡Eren!

El grito de Mikasa hizo que Alyssa volviera a prestar atención, volteó con preocupación hacia la dirección de la chica, dándose cuenta de que Eren seguía sin moverse.

— No ha dado ninguna señal —manifestó Hange igualmente preocupada—. ¡Se acabó!

Tanto ella como Alyssa bajaron enseguida de la colina para ir a socorrer al castaño. Alyssa miró alarmada como Eren salía de la nuca del titán. No obstante, la piel de su rostro aún estaba entretejida con la de su transformación, impidiéndole a la capitana sacarlo por completo de ahí.

Alyssa examinó todo con asombro, era la primera vez que veía a Eren volver a la normalidad. En su mente, ella pensaba que simplemente se encogería. Ahora, entendía un poco como funcionaba todo esto. Ladeó la cabeza consternada, ni siquiera en su mundo había visto algo parecido.

La siguiente mala noticia que tenían sus superiores que darle fue la muerte del pastor Nick, quién según Hange fue asesinado. Seguramente la información que poseía era de suma importancia, por lo que era esencial cerrarle la boca. Por supuesto, Alyssa se tragó las ganas de maldecir en griego antiguo y en voz alta. Había pensado buscar al pastor para tratar de hablar un poco más con él, luego de la frase que había salido de sus labios era algo obvio que tenía que saber algo de Alabaster. No obstante, esa parte del plan tendría que borrarla de la lista porque ahora el hombre estaba muerto.

La entrada abrupta de una soldado hizo que el ambiente pesado que se había formado dentro de la cabaña donde todos estaban reunidos se esparciera. La recién llegada se acercó al capitán Levi a grandes pasos para darle inmediatamente una carta procedente del comandante Erwin.

— Nos retiramos —demandó el capitán en cuanto terminó de leer la hoja—. Eliminen todo rastro.

La retirada del escuadrón fue apenas en el tiempo exacto para no ser encontrados por la policía militar que iba justo a inspeccionar la cabaña donde se encontraban. Todos miraron desde la distancia, sobre una colina alta, como varios soldados entraban al lugar que les había servido como refugio desde hace ya varios días.

— Eso estuvo cerca —susurró Connie, mirando hacia la pequeña casa—. ¿Qué nos habría pasado si nos hubiéramos tardado más en salir?

— ¿Cómo lo sabía el comandante Erwin? —quiso saber Armin.

— El gobierno dio nuevas órdenes. Detener la actividad de la Legión fuera de las murallas —explicó Levi—. Quieren que entreguemos a Eren e Historia.

— Justo después de que me entregara la carta, la policía fue a ver al comandante —informó la soldado que había llevado la carta.

— Lo tratan como si fuera un criminal —gruñó Hange.

— Ya no tratan de ocultar nada. Ya no les importa —repuso Levi, sosteniendo firmemente el rifle que traía en la mano.

— ¿Qué secreto de la Muralla es tan importante? —Hange dejo la pregunta al aire—. ¿Y para qué querrán a Historia y Eren? Los quieren vivos, no muertos.

— Está claro que el enemigo los busca. No podemos quedarnos aquí. Los trasladaremos a Trost.

— ¿Por qué llevarlo a donde mataron a Nick? —cuestionó Moblit.

— Es más peligroso viajar al interior. Será más fácil ocultarse en el desorden de Trost. Y en la ciudad podemos utilizar esto —Levi levantó un poco su capa para dejar ver su equipo de maniobras—. Además, no saber quién nos atacará es negativo. Tenemos que comprobar quiénes son. Hange, préstame a algunos de tus hombres.

— Claro —estuvo de acuerdo la capitana—. Yo iré con Erwin. Ven conmigo, Moblit. El resto obedezca al capitán Levi.






























— Caminen con tranquilidad y no se junten demasiado —puntualizó Levi.

De cierta forma, al ser la primera vez que Alyssa caminaba por este lugar, se le hizo algo fácil poder perderse entre la multitud y pasar desapercibida. Por un momento se olvidó de la misión, de los problemas y del dolor de cabeza. Sus ojos se pasearon por todos los rincones, la ciudad la hacía sentir como si hubiera retrocedido en el tiempo. Y es que, en su mundo, los mortales habían avanzado muchísimo. Los edificios y las casas enormes no se comparaban en nada a las de este lugar.

Pero no le sorprendía en absoluto. Alabaster los había raptado, era algo obvio que eso les habría costado algunos años de evolución tecnológica. Sin embargo, los mortales se adaptaban bastante bien a pesar de las adversidades.

— ¡Detrás de ustedes! —advirtió Levi—. ¡Cuidado!

Una carroza arremetió contra el grupo llevándose consigo a Armin y Jean, los cuales se habían disfrazado de Eren e Historia. En seguida, Alyssa y los demás se apresuraron a seguirlos. No tardaron mucho en perseguirlos, pues los secuestradores se detuvieron luego de unos metros frente a un edificio abandonado. Todos tomaron sus posiciones mientras ponían en marcha el plan para rescatar a sus compañeros.

Una vez se hubo completado esa parte de la misión, Mikasa les comento que el capitán Levi se había adelantado y que había dado órdenes de seguirlo apenas rescataran a Armin y Jean.

Se dividieron en parejas para no llamar tanto la atención, sin embargo, cuando iban llegando se dieron cuenta de todo el alboroto que había en la ciudad. Un grupo de soldados sumamente armados y pertenecientes a la policía militar aparecieron en todas las direcciones posibles.

— Hasta que al fin se pone interesante —dijo Reen escondido detrás de una chimenea, cubriéndose de los disparos—. A la derecha parece haber más. ¿Una apuesta de quién mata a más soldados, Alyssa?

— No asesino personas —le respondió con simpleza—. Pero aceptó la apuesta de haber quién derriba a más mundanos.

Alyssa sonrió ante la idea de una competencia. No lo diría en voz alta, pero luego de varios días conociéndolo, comenzaba a agradarle el pelirrojo. Sus ocurrencias y su personalidad despreocupada la hacían sentir menos incómoda en este lugar.

Al contrario de Alyssa, Reen la miró frunciendo el ceño. Aquella mujer sí que era todo un misterio para él. Ya quería ver cómo se las arreglaría para deshacerse de los soldados sin asesinarlos.

Luego de unos segundos, sonrió complacido.

— Trato. Es más divertido si hay un reto de por medio.

Reen salió de su escondite en el momento en que los soldados de la policía militar se detuvieron a recargar sus armas. Lanzó los ganchos hacia los dos primeros hombres que tenía a la derecha. El acero se incrusto con fuerza sobre los estómagos de ambos soldados. Reen los atrajo hacia él y en un movimiento veloz les cortó la cabeza.

— ¡Voy a la delantera! —gritó Reen, mientras se desplazaba por los aires—. ¡Esta vez no vas a ganarme, preciosa!

Alyssa ignoro por completo las cabezas de los mortales que Reen había asesinado. Ella jamás había matado a una persona, siempre se había enfrentado a monstruos y quizás esa era la razón por la cual se negaba a realizar un acto como ese. Entendía la situación en la que se encontraban, pero si podía evitarlo mejor para ella.

Alyssa se balanceó por los aires y esquivando con facilidad los disparos se acercó hacia su primer objetivo. Al estar cerca pasó su mano por detrás de la nuca de la soldado y la golpeó con fuerza para dejarla inconsciente. Luego se fue con el otro y así sucesivamente. Bloquear los disparos que venía hacia ella con sus dagas de oro imperialbera algo relativamente fácil, sin embargo, tenía que mantenerse concentrada para evitar que una bala se incrustara en su cuerpo.

— Tal parece que te las arreglas bastante bien para dejarlos fuera de combate sin tener que matarlos —señaló Reen sorprendido—. Sin embargo, mi querida compañera, déjame decirte que si los dejas con vida serán un problema a futuro.

— Puede que estén siendo controlados... Quiero decir, quizás en realidad ellos crean que somos los malos. Alguien puede estar jugando con ellos —dijo Alyssa, escondida para evitar los disparos—. Puede que sean personas inocentes.

Alyssa salió de su escondite una vez los soldados volvieron a detenerse a recargar sus armas. Se movió por los aires y esquivando todos los ataques cortó la cuerda de los ganchos de uno de los soldados para luego amarrarlo con esta y dejarlo colgado en el aire.

— ¡La parte izquierda es mía! —gritó Reen divertido—. No vas a ganarme, Alyssa.

Y sin más que decir se perdió en la siguiente calle. Alyssa sonrió divertida, lo cierto era que le encantaban los retos. Se acercó hacia la única soldado que había quedado de su lado y la noqueo como lo había hecho con los demás. Se balanceó por las calles dispuesta a seguir a Reen y mantener la racha que llevaba. A este paso le volvería a ganar al pelirrojo.

A su lado derecho, de la calle que acababa de pasar, salió otro soldado. Había aparecido tan repentinamente que apenas y le dio tiempo de voltear a verlo. El hombre se abalanzó contra ella con tanta fuerza que ambos atravesaron la ventana de una de las casas. La vivienda estaba abandonaba desde hace años y esa fue la razón por la cual, en cuanto Alyssa toco el piso, éste se agujero haciéndola caer a la primera planta. Alyssa soltó un quejido cuando golpeó primero contra una viga de madera para luego azotar contra el suelo.

Tosió con fuerza, el polvo y el duro golpe que se llevó le saco el aire. Por inercia se llevó su mano hacia la zona lastimada. Su costado izquierdo le dolía, seguramente un moretón se formaría en unos minutos.

Alyssa se encontraba pasmada. Jamás se imaginó que un mortal pudiera sorprenderla de esa manera, menos atacarla con una velocidad a la que no pudiera predecir. Se supone que, en este mundo, ella era superior. Después de todo, su madre era una diosa. Sangre divina le corría por las venas.

Se sacudió el polvo de la ropa, no tenía tiempo para pensar en eso. Su oponente se erguía sobre los escombros. No pudo evitar fruncir el ceño cuando por fin pudo verlo completamente. El hombre tenía una máscara cubriéndole el rostro, así que a Alyssa le fue imposible identificarlo. Era alto y corpulento. Su cabello negro se había vuelto gris por el polvo y no llevaba el uniforme de la policía militar.

La azabache se puso en posición de pelea cuando el desconocido se acercó a ella. Tuvo que moverse con rapidez para evitar el golpe que venía directo a su rostro. La semidiosa le regresó el golpe, sin embargo, el hombre esquivó todos y cada uno de sus ataques.

Alyssa bufó, comenzaba a enojarse en serio. A pesar de estar peleando seriamente le era imposible asestarle un golpe que lo derribara. Volvió a intentarlo, su puño derecho fue hacia el rostro de su oponente y el izquierdo a su costado, tratando de engañarlo. No obstante, el hombre movió su rostro evitando el ataque y paro el otro golpe, y con rapidez tomó el rostro de Alyssa y lo estampo de lado en el muro más cercano.

La semidiosa gimió de dolor al sentir el lado derecho de su rostro impactar contra la madera.

— Muy bien, estás comenzando a enojarme —gruñó con cólera y volvió a atacarlo.

Fueron contadas las ocasiones que Alyssa logró conectarle golpes efectivos a su adversario, contrario a él que ya hasta le había sacado sangre de la nariz y roto un poco el labio. Sin contar con los numerosos moretones de había dejado por su rostro y abdomen.

Alyssa se tomó en serio la situación cuando el hombre sacó dos espadas, ambas hechas de bronce. Reconocería donde fuera las armas de los semidioses y esas eran una de ellas. Sus pupilas se dilataron al darse cuenta de que Alabaster y ella no eran los únicos semidioses que vivía en este mundo.

Sacó sus espadas que las había mantenido ocultas. Las hojas de ambos cuchillos chirriaron cuando se encontraron, sacando unas cuantas chispas debido a la fricción del metal. Alyssa demostró sus habilidades con las dagas, moviéndolas con destreza comenzaba a hacer retroceder a su oponente. El haber descubierto a otro semidiós solo hizo que Eren le viniera a la mente. Había estado tan concentrada en ganar la apuesta que había olvidado por completo que tenían que protegerlo. El pánico la recorrió al pensar que podría haber otro semidiós que en este momento estuviera detrás de Eren e Historia.

Apretó la mandíbula. Necesitaba salir de ahí con urgencia y asegurarse que todos estuvieran bien. Con un movimiento veloz logró engañar a su enemigo y le realizó un corte en el pecho, cuando el hombre retrocedió mareado hacia atrás ella aprovechó e impactó contra él un orbe de magia tan grande que lo sacó volando varios metros lejos de ella y atravesó varias paredes de las siguientes dos casas.

Alyssa salió de la vivienda en ese instante. Se balanceo por los aires hasta llegar al techo de una de las casas que daba una perfecta visión a la carreta que llevaba a Eren e Historia. Soltó una maldición cuando se dio cuenta de que ambos estaban inconscientes. Tomó una sus dagas y apuntó hacia la rueda del carro para así detenerlo y ganar más tiempo.

Justo cuando lanzó su daga, se escuchó un disparo y Alyssa al sentir dolor en el brazo izquierdo movió ligeramente su lanzamiento. La daga de oro rebotó en el piso, a centímetros de la rueda de la carreta. Sus tripulantes la miraron pasmados, así como el resto del escuadrón 104. Debido al falló el carro pronto se perdió tras la puerta hacia otro distrito.

Alyssa gruñó, ya no solo por la punzada en el hombro, sino por haber perdido a dos de sus compañeros. Volteó hacia la dirección de donde vino el disparo, viendo como el hombre con el que había peleado hace unos minutos bajaba su pistola y huía del lugar.

— Esto se está tornando personal —susurró Alyssa con enojo y lanzo sus ganchos a la casa más cercana para perseguirlo.

Se movió lo más rápido que pudo, tratando de no perderle el paso, sin embargo, luego de unos minutos se encontró con una encrucijada cuando ya no supo qué camino tomar. Gritó frustrada y pateo el balde que encontró en el piso, ignorando las miradas confusas que le dieron las personas de su alrededor. Alyssa subió al tejado para tener una mejor visión, pero no logró dar con el paradero del otro semidiós.

Apenas le dio tiempo de subir la capucha de su capa cuando un soldado del escuadrón de Hange se reunió con ella.

— El capitán ha dado la orden de retirarnos —dijo—. Es por aquí.





















Lo menos que esperaba Alyssa cuando entro al edificio abandonado fue la reprimenda del capitán Levi hacia su persona.

— ¡¿Dónde demonios estabas?! Creí haberte dicho que te quería a la vanguardia, custodiando de Eren e Historia —gruñó.

Alyssa lo miró confundida.

— Perdóneme, capitán. Pero a menos que mi memoria me falle jamás me dijo eso.

— Deje bien claro esa orden —Levi miró a Reen—. Pero tal parece que ni siquiera saben comprender qué es lo que se les pide.

— Tuve un contratiempo —explicó Alyssa, tratando de cubrir a su compañero. Ya tendría una charla con él más tarde. Pasó de largo al capitán, necesitaba curar su brazo y los golpes que se había llevado en el rostro.

Levi tomó con fuerza su brazo. Estaba enojado y sumamente frustrado. Varios de sus hombres y los de Hange habían muerto. Se supone que esa mujer era realmente increíble, fuerte y habilidosa en batalla, según las palabras de su amigo Erwin, pero lo único que veía él era incompetencia.

No obstante, su enojo se disolvió cuando la escuchó soltar un quejido y sintió su mano pegajosa. Además, la capucha de Alyssa había caído hacia atrás debido a que él había jalado un poco la prenda con descuido al tomar su brazo.

Los presentes ahogaron un gritó en cuanto vieron a su compañera.

— Dios, Alyssa, ¿quién te dejó de esa manera? —preguntó Sasha preocupada—. Nunca creí que te vería a ti en ese estado, pues ni siquiera los titanes te han dejado de esa manera.

Alyssa cerró los ojos y suspiró, lo menos que quería hacer era hablar sobre eso.

— También soy humana, ¿saben? —dijo tratando de calmarse y no ayudaba el hecho de que hace unos minutos su orgullo había sido pisoteado y tampoco el que ahora sus compañeros se lo recordaran—. No soy invencible. Ni mucho menos inmortal. Claro que existen personas que me pueden dar una paliza. Ahora si me disculpan, necesito curarme la herida que tengo en el brazo antes de que se me infecte.

— Yo puedo ayudarte con eso —señaló uno de los presentes, era el mismo hombre que había ido por ella hace unos minutos—. Soy doctor.

— Estoy bien, puedo hacerlo sola, gracias —contestó, zafándose del agarre de Levi y yéndose hacia el fondo donde había un lugar donde podría ocultarse mientras se curaba.

— Estoy seguro de que no tienes ojos tras la cabeza y que esa herida tras el hombro no podrás coserla tú sola.

Alyssa suspiró. Desde luego no tenía pensado coser su herida. Solo iba a detener el sangrado con un hechizo y tomar un poco de ambrosía. Bebida que, si se tomaba en cantidades pequeñas, era de gran utilidad para sanar heridas. Lamentablemente, al haber sido descubierta en el estado en el que se encontraba tendría que tomar solo un sorbo para que sus compañeros no se dieran cuenta de su poder curativo inmediato. Ahora, sin embargo, tampoco podía refutarle al doctor presente porque para su desgracia estaba en lo correcto.

— Supongo que tienes razón —fue todo lo que dijo mientras continuaba con su camino.

Una vez llegó a la esquina del edificio se quitó la capa y su camisa, cubriéndose la parte delantera para que el doctor pudiera revisarla.

— Soy Kazuto Zenik, por cierto —dijo el hombre con una sonrisa, mientras observaba la herida que Alyssa tenía en el hombro.

— Soy Alyssa, un placer.

La semidiosa lo observó en todo momento, su cabello rubio lo tenía perfectamente acomodado hacia atrás, sin embargo, un pequeño mechón rebelde le caía en la frente. Sus irises azules solo conectaron con los de ella una sola vez y fue cuando hubo terminado.

— La bala entró y salió, pero no te preocupes sanaras pronto —le sonrió.

Kazuto metió el paño en el bote de agua y luego se acercó para limpiar el rostro de Alyssa, tratando de ser lo más cuidadoso posible. Se sentía un poco nervioso al estar cerca de ella, era una mujer hermosa y su aura era sumamente agradable y pacífica.

— Creo que eso puedo hacerlo yo —le dijo Alyssa—. Pero agradezco mucho que me hayas ayudado.

A pesar de tener su hombro herido, Alyssa se levantó, bajó un poco la cabeza y llevo sus manos al frente. Su palma derecha se encontró con su puño izquierdo, haciendo un saludo que demostraba gratitud y respeto.

— No tienes que agradecerme —dijo rápidamente Kazuto, tratando de quitar ese rubor rojizo que invadió su rostro y bajando con delicadeza las manos de Alyssa—. Lo mejor será que por un tiempo mantengas en reposo ese brazo, no querrás que los puntos se abran.

— No estoy tan mal como parece. Además, conozco una buena mezcla de plantas curativas que me ayudaran a estar como nueva en unos días —sonrió Alyssa.

Kazuto levantó una ceja, no creyendo que las plantas curativas pudieran hacer algo como eso. Al menos no en tan poco tiempo, pero no quería ser grosero así que se mantuvo callado.

— ¿Cómo te encuentras? —la pregunta del capitán Levi hizo que ambos voltearan a verlo.

— Eh, bueno, recuerda mantener reposo, Alyssa. Iré a revisar a mi hermana que también salió lastimada. Oh, no te preocupes, solo fue un rasguño —explicó Kazuto a Alyssa cuando se dio cuenta de que le iba a reclamar por haberla atendido primero a ella que a su hermana—. Después revisaré esa herida suya, capitán Levi.

— No es nada, estaré bien tan pronto como me limpie la cara —dijo casi con asco al sentir la mitad de su rostro lleno de sangre.

— Ve, yo me ocuparé de la herida del capitán Levi —le dijo Alyssa a Kazuto—. Eh, no me veas de esa manera también se algo sobre medicina.

Kazuto rió suavemente y luego de asentir regresó con su hermana.

— No es necesario —repitió Levi.

— La expresión en su rostro me dice que odia estar sucio y esa herida suya será mejor limpiarla antes de que se infecte.

— No deberías mover tu brazo —le recordó su superior.

— No necesito mi brazo izquierdo para revisar esa herida, no se preocupe. Ahora cállese y siéntese.

Levi chasqueo la lengua e hizo lo que Alyssa le pidió, sentándose en el banco de madera que estaba ahí. Estaba seguro de que ella le seguiría insistiendo si no aceptaba y además, también deseaba quitarse toda esa sangre de la cara.

Alyssa remojo el pañuelo que traía en la mano en el balde de agua y con cuidado limpio el rastro de sangre que Levi tenía en el rostro.

— Lamento haberte lastimado —se disculpó Levi—. También lamento haber entrado a tu habitación sin tocar la puerta, pero no puedes culparme luego de que...

Alyssa levantó la mano, mostrándole la palma para que parara de hablar.

— No fue su culpa. Debí decirle que ese té era para conciliar el sueño y, con respecto a lo otro, también lamento no haber llegado a tiempo.

— ¿Puedes recordar cómo era el que te ataco? —cuestionó Levi.

Alyssa negó con la cabeza y limpió con cuidado la herida que tenía Levi en la frente. No se veía mal, solo había sido un pequeño roce de una bala, en unos días estaría como nuevo.

— Va a sonar extraño, pero traía una máscara. No pude verle el rostro.

— ¿Una máscara? —preguntó Levi confundido—. No vi a nadie traer una.

— Si, también eso me causa conflicto —Alyssa suspiró y se sobó los ojos.

Levi la miró, sus irises grises azulados se movieron para observarla. Estaba muy cerca de él, pues había estado limpiando su herida durante todo este tiempo. Se le veía cansada y confundida, y Levi se aguantó las ganas de preguntarle qué era lo que la tenía de esa manera. Algo dentro de él le decía que ella no iba a decírselo.

Decidió observarla más detalladamente y se dio cuenta de que Alyssa era una mujer sumamente bella, eso no iba a negarlo, pues lo había notado desde el primer momento en el que la vio. Sin embargo, él se concentró en observar nuevamente sus ojos, sus irises verde jade aún se mantenían examinando su herida. Y por fin, pudo comprobar que la otra noche no había estado soñando, ni mucho menos que se había tratado de una alucinación, era cierto que dentro de aquellos ojos verdes una bruma crecía en el interior.

Levi pestañeó varias veces despertando de su ensoñación y dándose cuenta de que también el rostro de Alyssa seguía sucio, cubierto de moretones y unos cuantos cortes. Por lo que una vez que ella termino de curarlo, él le ofreció el pañuelo que siempre llevaba consigo.

— No deje que te limpiaras el rostro y ese pañuelo que traes en la mano ya está muy sucio.

— No quiero ensuciar su pañuelo, capitán —Alyssa rechazó la tela—. Encontraré otro, no se preocupe.

— Es solo un pedazo de tela, Alyssa. Además, siempre puedes lavarlo antes de devolverlo —dijo antes de dar media vuelta y regresar con los demás.

Alyssa se quedó pasmada por unos segundos. ¿El capitán Levi había hecho una broma? Desecho inmediatamente esa idea de la cabeza, conociéndolo lo más seguro es que estaba hablando en serio. Rasgo una parte de su capa, lo menos que quería era ensuciar ese pañuelo y llevarse una reprimenda por no haberle podido quitar la sangre.

Cuando terminó de limpiarse la cara sacó una pequeña botellita que tenía escondido bajo su capa e ingirió una pizca del contenido. El sabor a miel le recorrió la garganta e inmediatamente el dolor disminuyó, las heridas de su rostro y hombro cicatrizaron levemente. La ambrosía comenzaba a hacerle efecto, no obstante, el haber tomado solo un poco haría que su proceso de recuperación fuera más lento del deseado.

Luego de ello, se acercó a Reen y jalándolo del brazo lo atrajo lejos de los demás.

— Que sea la última vez que me haces desobedecer una orden directa —lo amenazó.

Reen levantó las manos en señal de rendición.

— Una disculpa, los disparos y el tratar de mantenernos con vida hizo que se me olvidará esa parte —se excusó—. Además, jamás creí que el capitán Levi necesitara ayuda. Había escuchado el rumor de que valía por cien soldados. Equivocación mía por creerme tal leyenda.

Alyssa negó con la cabeza.

— Todos necesitamos ayuda de vez en cuanto.

— Tienes razón. Lo siento —Reen se rasco la nuca apenado—. No volverá a pasar.





La ambrosía es la bebida de los dioses. Y que, si se toma en cantidades pequeñas sirve para curar incluso heridas de gravedad. No obstante, no se debe tomar más de lo debido porque podría causar la muerte. Y por supuesto, solo los semidioses pueden ingerirlo.

¿Alguna teoría sobre el hombre enmascarado? 👀
En fin, amo demasiado cuando Levi y Alyssa están en escena 🥺

¡Espero les haya gustado el capítulo!
Nos leemos luego.
—B.

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